Han pasado tres años exactamente cuando Egbert se convirtió en lo más preciado en mi vida.
Era difícil tener una relación ya que aunque estuvimos juntos dos años en la misma institución ahora no tengo mucho tiempo para verlo por mi carrera.
-¿Dave, es buena la carrera de música?
Caminábamos juntos hacía mi casa para estudiar para los exámenes de John; hace unos días me había pedido ayuda pero apenas he tenido tiempo para poder estudiar para mis propios exámenes.
-¿Quieres estudiar musica, John?
-Bueno, sé tocar el piano pero nunca pensé trabajar en eso.
-No porque sepas tocar un instrumento signifique que seas para eso, Egbert
-¡Eso lo sé! Bueno... No importa
Parecía algo desanimado, tal vez planeaba estudiar música para estar conmigo pero, no quiero ser influencia en su futuro. Me sentí culpable al arruinarle su plan. Cuando llegamos a mi departamento lo acorrale contra la puerta y lo bese despacio, disfrutando sus sencibles y suaves labios.
John no impedía nada de mis movimientos, creo que con esto puedo confirmar que este chico está loco por mi.
Me separé de él, su mirada estaba inmersa en un placer que su vista parecía estar en otro lugar mientras sus mejillas tornaban en todos rojizos, era simplemente adorable.
-¿Qué es lo que no entiendes para tus exámenes, cariño?
Toda la noche nos la pasamos estudiando cosas que ya ni recordaba, no era bueno para las matemáticas pero al menos podía darle alguna tutoría.
-¿Quieres un café, Dave?
-Mejor jugo de manzana- ya estaba muerto, no había dormido mucho durante estos días pero quería estar todo el tiempo posible con John. Cerré mis ojos por un segundo y cuando los abrí ya estaba el ojiazul con un vaso lleno de jugo para mi y otro para él.
-No creí que te gustara el jugo, Egderp- tomé el vaso dando un gran sorbo.
-Bueno, no quería molestarte con tanto ruido
Estabamos sentados en el suelo alrededor de varias hojas, libretas y libros de casi dos kilos. Aunque el ambiente no era tan comprometedor podiamos sentir la química entre uno y otro con solo mirarnos.
El pelinegro agarró mi vaso y junto con el suyo los dejó en la mesa de centro. Juntó sus manos con las mias entrelazándolas y acercándose poco a poco para besarme.
El chico tímido que había conocido en aquel parque se había convertido en el sujeto que ahora tomaba el mando casi todo el tiempo cuando estamos juntos.
Al separarnos del beso acarició mi mejilla con una de sus manos y me miró fijamente.
-Has cambiado tanto...
-No he sido el único - Sonreí y John también lo hizo.
Continuamos con los besos y en cada momento se sentía que nuestros deseos de estar unidos era inevitable. El Pelinegro se subió a mis piernas y se sentó en ellas para después besarme el cuello. Era una sensación fascinante, yo jugaba con las caderas del chico mientras pasaba mis manos por debajo de su camisa tocando su espalda, pecho y abdomen.
-Dave... Debemos parar...
-¿Por qué?
-Los dos tenemos exámenes mañana...
Tenía razón, como odio la vida estudiantil, siempre impidiendo estar junto a mi novio.
-El sábado hay una fiesta. ¿Te gustaría ir?
-¿enserio? ¡Me encantaría! Pero no conozco a nadie...
-Tranquilo, estaré todo el tiempo contigo
Esto convenció a Egbert. Pasamos otro rato juntos hasta que se hizo tarde. Insistí en llevarlo a casa pero se negó, decía que debía dormir lo suficiente para mis exámenes y pues tenía razón.
Preparé todo para irme a dormir cuando un mensaje de texto llegó a mi celular.
"Dulces sueños, Dave
Éxito en tus exámenes
Te amo"
Le mande un mensaje antes de dormir, seria un mal novio no enviarle uno.
"Hey Egderp, dejame dormir... Y te irá bien en tus exámenes ya que Dave Strider fue tu tutor.

También te amo"