Prólogo
Mi nombre es Tahashire Miruko, soy una mamodo; ¿Qué son los mamodos?, son seres poderosos de otro mundo, y yo, soy una de las elegidas para combatir en la batalla por la corona.
Para hacerles una idea. Cada mil años, en nuestro mundo ocurre una competencia para elegir al nuevo rey o reina, en esta lucha sólo son elegidos 100 participantes, los cuales tendran que aliarse con un compañero humano. Sí, la batalla se disputa en el mundo humano.
Divertido, ¿verdad?.
Ya con eso explicado, les contaré un poco de mi.
Invocó mis conjuros a traves de mi voz, cantando y esas cosas; mi libro es de color celeste.
Agh, lo olvidaba. Para seguir participando, o de plano comenzar a batallar, cada uno de nosotros tiene un libro de un color diferente y utilizamos hechizos que van de acuerdo a nuestras habilidades o elementos.
Si un libro es quemado, lástima, el mamodo es descalificado.
Si tu humano muere, ¿qué importa?, puedes conseguirte otro y seguir.
La lectora de mi libro es Simone, Karlise Simone. Una mujer Francesa de veintidos años, multi-millonaria, conservadora y absolutamente confusa, a mi opinión.
Ella me ayudará a convertirme en Reina, más le vale.
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Narrador
- ¡Kansuron! —Gritó el primer conjuro, el libro celeste resplandeció de sobremanera, y la azabache comenzó a cantar. Rápidamente, la lectora de aquella mamodo se colocó unos audifonos; evitando asi que el hechizó le afectara—.
La Bestia demoniaca cayó en un sueño, al igual que su compañero.
La mamodo dejó de cantar y el libro de brillar, la humana, Simone, se quitó los audifonos y ambas se acercarón a sus "rivales".
- Bien hecho, Miruko —Felicitó la mujer, dandole una palmada en la espalda a la muchacha demonio— Ahora quememos el libro antes de que despierten —Habló esta vez con una voz seria, fijando su vista en el libro de su contrincante—.
- No tienes que decirlo dos veces —Dijó con burla y diversión, tomó aquel libro y encendió una cerilla, haciendo arder el libro con lentitud— Pero... Quiero que despierten... —Susurró, con una sonrisa dibujada en su rostro, y una mirada de ilusión— Simone, quiero que vean el momento justo cuando desaparecen, ¡Quiero que vean su perdición! —Carcajeó con locura, soltando el libro, el cual ya estaba comenzando a prenderse más y más—.
- ... —La humana rodó los ojos, insatisfecha por la actitud tan deplorable de su compañera— Ya quemaste el libro y los vencimos; no es necesario matarlo a el —Refiriendosé al chico, lector del mamodo con forma de bestia— Conformaté con eso —Y al terminar su frase, dió media vuelta y comenzó a alejarse, llevando el libro celeste con ambas manos—.
- Ugh, los humanos son aburridos —Bufó la mamodo, observó el libro que estaba quemandosé, e hizo una mueca— Tsk, como sea... —Pateo el libro hacia el otro mamodo y siguió a la mujer. La cual ya se había subido en su limusina, sólo esperaba a la chica—.
- Bien, Miruko, ¿ya estás agotada?, ¿o quieres ir por otra batalla? —Preguntaba con un tonó de superioridad y madurez, mientras que el libro descansaba en su regazo—.
- Siento la presencia de varios mamodos, están cerca... ——Dijó ya estando dentro del automóvil, y cerró la puerta de este; la limusina comenzó a andar— Pero la mayoría son débiles —Soltó un bostezo y se acomodó en el aciento acolchonado, mientras que colocaba sus brazos tras su cabeza— No valen la pena, Simone.
- Si no los derrotas ahora, se fortalecerán. Miruko —Explicó con seriedad, luego suspiro— Me habías comentado que participaban demonios poderosos, ¿algunos de ellos están cerca?.
- Uh-oh... Pues, aveces siento sus presencias —Dijó restandole importancia a eso, la mujer la observó con atención, esperando que siguiera contando— Luego dejo de sentirlos, como si desaparecierán. Pero dudo que sea porque fueron derrotados, simplemente... Es como si se fueran, duh.
- Ya veo... —Simone fijó su vista en la ventanilla a su lado, viendo el camino, como si la respuesta que buscasé apareciera de ahí— ¿No sientes una ahora mismo?, tengo curiosidad por los rivales más difíciles...
- No, lo lamento; solamente la presencia de mamodos débiles y- ¡POR EL REY MAMODO! —Gritó alarmada, sus palabras desinteresadas y aburridas fuerón cambiadas por una de pánico y terror. El chofer detuvo de golpe la limusina y Simone observó con miedo a su compañera—.
- Miruko, santos cielos, ¿Qué ha ocurrido? —Preguntó la mujer, colocando una mano sobre su pecho y viendosé exaltada. La mamodo girá para verla, completamente palida—.
- Un mamodo poderoso... —Habló con una voz seca y perturbadora— E-El mamodo oscuro.
Tras decir eso, en el automóvil todos quedarón en silencio.
Hasta que se oyó un fuerte golpe no lejos de ellos, lo cual alertó a Miruko en segundos.
- ¡EL ESTA AQUÍ!
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~Fin~
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