Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

OS

🍊

Las mañanas en aquel agradable pueblo siempre eran más que frescas, la naturaleza que había contrastaba con las casas llenas de colores. Dando una hermosa vista a cualquier turista. Pero eso solo era lo cotidiano para los pueblerinos.

Los habitantes que vivían en far away.

Porque así se llamaba aquel singular pueblo, quien se encontraba tan lejos y a la vez tan cerca. Lugar donde vivían personas llenas y anhelantes de paz.

Pues se decía que aquel pueblo llamado Far away solo lo encontraban aquellas almas que eran desterradas de sus tierras, aquellas que la sociedad denigraba, que eran expulsadas por sus propias familias y que estaban pérdidas. Un lugar donde solo aquellas personas que se perdían en el laberinto de la vida podían encontrar.

Pero eso eran cuentos, pero entre cuento y cuento, podría haber una verdad.

En aquella pacífica tierra, no solo era un pueblo normal, claro que no, habían; casas, posadas, tiendas, centro médico, escuelas y todo lo que se necesita para que sea un lugar digno para toda persona. Y aún así eran pocos los turistas que se podían ver, pero de qué a veces llegaban, era cierto.

Por eso, cuando hace dos años un joven llamado Min Yoongi había llegado junto a la abuela Choi, había tomado por sorpresa a los un poco más de 100 habitantes. Pues todos en aquella tierra se consideraban familia, eran personas sociables y aunque uno no lo fuera, se integraba rápido.


Hace dos años

—¿Abuela Choi, quién es él? —había preguntado un hombre alto y moreno, al lado de este se encontraba otro solo un poco más bajo de bello rostro y piel clara.

—Un nuevo habitante de Far away —sonrió viendo cómo aquel muchacho miraba a la nada perdido, con una cara sin expresiones— así que más les vale que lo traten bien —ordenó segura, llamando la atención de aquel que iba a su espalda.

Los cuchicheos de los demás empezaron, mirando e inspeccionando al extraño.

—Vamos, preséntate hijo —alentó la viejita dándole una palmada en su espalda.

—Umh... Soy Min Yoongi —dijo con voz ronca mirando a las personas que se habían acercado, era extraño, pero no tenía a dónde más ir, no podía quejarse.

—No lo veo muy de fiar —había susurrado otro joven alto y musculoso.

—Tú no confías en nadie, Kai —rodó los ojos la abuelita y la mayoría empezó a reír estando de acuerdo.

—Deja al muchacho, cariño —Un joven de nombre Kyung-soo llamó la atención de Kai, haciendo que este hiciera un nada discreto mohín — Pero...

—Nada de peros y mejor deja de incomodarlo —dijo Kyungsoo, Jongin, quién, resignado terminó abrazando a su pareja y estando al margen de la situación.

Nana, ¿Otra vez te escapaste para no tomar tus medicinas? —un joven bajito de abultadas mejillas miraba a su abuelita con los brazos en la cintura, dándole una no muy linda mirada.

—No se de qué hablas, cariño —divagó la abuela Choi, mirando a otro lado silbando.

—Oh, la abuela Choi no tomó sus vitaminas —cantureo NamJoon.

— Nam cállate —el de abultadas mejillas lo miró feo.

— ¡Soy tu Hyung, mocoso! —chilló indignado

— Amor, una palabra más  y no cocinaré tus pastelitos —amenazó la pareja de NamJoon que lo veía con una mirada severa.

— No, los pastelitos no Jinnie —le hizo un puchero y Jin negó para darle un beso en las mejilla.

—Basta tortolos, vayan a derramar miel a otro lado —la abuela Choi los miró con recelo.

—¡Abuela! —la pareja chilló indignada y avergonzada.

—Nana deja de molestar a Nam y Jin Hyung por no querer tomar tus pastillas —el de mofletes inflados habló negando.

Yoongi veía la escena entre divertido y confundido, pero su cara era la misma; sin expresiones. Quizás aquella costumbre de no dejar ver sus emociones iba a ser demasiado difícil de quitar.

Realmente estaba sorprendido por lo que veía en aquel pueblo, habían parejas de dos chicos y todos lo veían como algo normal...

Si tan solo ellos lo hubieran tomado como algo complemente normal en él...tal vez él no estaría ahí ahora.

Negando esfumó cualquier recuerdo para nada agradable en su cabeza y terminó prestando atención a la situación en la que se encontraba.

Pero su atención ahora estaba puesta en aquel chico de tierna apariencia y como este refunfuñaba con la terca anciana, mientras los que las dos parejas miraban todo divertido y apoyando al niño piquito de pollito.

Había visto como los demás habitantes se habían ido, al parecer era algo de todos los días, ya que negaban y decían "otra vez vamos con lo mismo" o "apuesto que la abuela Choi se sale con la suya".

—¿Otra vez la anciana no quiere tomar sus medicamentos?

“Genial, otra pareja se unió” Pensó sarcásticamente Yoongi, quién se mantenía de espectador y miraba como dos chicos de aparente joven edad venían agarrados de la mano.

—¡¿A quién le dices anciana mocoso?!—tanto el de piquito de pollo como lo anciana vieron con una mortal mirada al chico.

—Ugh...Kooki se supone que no deberías decirle así —Un joven de nombre Taehyung pellizcó con brusquedad a su pareja de cabello azulado, al igual que el tinte que él estaba usando. Lo miraba con desaprobación.

— ¡Auch! ¡Tae! Ya me di cuenta —se quejó Jungkook.

—Kook no te metas donde no te llaman —dijo NamJoon rodando los ojos.

— Estos dos no saben mantener la boca callada —kuyngsoo puso los ojos en blanco y Jin con Joongin estuvieron de acuerdo.

Callense pareja de pitufos —dijo la anciana, quién,  sonrió malvada.

— ¡No somos pitufos! Además nos quedó perfecto el tinte, envidiosos —Taehyung se ofendió, al igual que defendía orgulloso el honor de Kook y el de él.

—Como digan pitufos, ahora vayan a su pitufi cueva a darse pitufi mimos —respondió el chico de mejillas regordetas. Todos rieron fuerte ante las palabras del más bajo.

—¡Jimin! —la pareja se avergonzó y eso incrementó las risas.

“Vaya, en que pueblo más loco me viene a meter” Pensó Yoongi, quién, solo quería una cama para quedarse dormido todo el día y de ser posible no despertar, nunca.

Jimin, quien miraba a la pareja de pitufos discutir con su Nana y sus hyungs, se giró para saber de dónde provenía la insistente mirada que no dejaba de quemarle la nuca. Topandose con los ojos más negros que había visto en su vida, acompañado de una hermosa cara dónde la piel más blanca que la más fina hoja de papel blanca, realmente nunca había visto una piel tan clara y pulcra en su vida. Y haciendo contraste con esta, aquellos finos labios de un tierno color rosa era el toque perfecto con su cabello de un color rojo oxidado.

—¿Tú quién eres? —preguntó acercándose a aquel hombre de inexpresivo rostro.

—...Min Yoongi —respondió con su voz grave, repentinamente se había quedado sin saliva.

Y es que para Min Yoongi, nunca había visto un ser tan bello y hermoso como el que tenía en frente; su cabello con rizos rubios le daba una angelical vista, aquellos mofletes sonrosados y esa boquita como un poquito de pollito, además de su apariencia en un lindo overol, haciendo contraste con su camisa blanca, realmente le quedaba bien.

Jimin tampoco dudó en inspeccionarlo, aquel hombre solo traía unos jeans rasgados y una camisa negra. Aquel chico de mirada felina parecía intimidante a primera vista, pero la curiosidad de Minnie era más fuerte.

—¿Qué haces aquí?—preguntó Jimin desconfiado.

—...Tu abuela puede explicarte eso —respondió Yoongi de manera cortante, no es que lo hiciera a propósito pero así era su manera de hablar.

Jimin frunció el ceño descontento con la respuesta e iba a exigir una explicación, pero la anciana al ver que su nieto iba a empezar una replicar se entrometió.

—Minnie deja al lindo chico, yo le ofrecí hospedaje —dijo abrazando a su nieto y alejándolo del guapo chico.

—¿Así? ¿Es por eso que no te encontré cuando fui a llevarte tus medicinas? —Enarcó una ceja y la mujer solo rodó los ojos no tomándole importancia.

Tonterias, sabes que siempre tomo mis medicinas —mintió la señora Choi con una sonrisa, para acercarse a Yoongi quien solo observaba en silencio.

Las tres parejas que seguían viendo la escena se quedaron calladas, realmente les resultaba muy curiosa la situación, además de ver a ambos Park era divertido.

—Park Shin-hye deja de evitarme y toma tus medicinas —Exclamó Jimin dispuesto a que su Nana tomara sus medicamentos.

Las parejas suspiraron negando, esto se iba a descontrolar si nadie hacía algo...

Yoongi solo miraba como la abuela de pronto se tensó y una aura maligna empezó a surgir de aquel bajito y arrugado cuerpesito. Mientras Jimin solo se mostraba más altivo.

—¡Park Jimin! !¿Qué te dije de llamarme por mi nombre de casada! ¡Yo me llamo Choi Shin-Hye! —gritó la abuela acercándose al menor peligrosamente.

—¡Eres mi abuela! ¡Perteneces a la familia Park! ¡Ya no eres una niñita! —respondió en cambio Jimin.

—¡Ya verás como está abuela te dará tus tatequietos! ¡Respétame!

—¡Lo haría si te tomarás tus medicamentos como una respetable anciana! —exclamó el rubio.

—¡¿A quien llamas anciana, enano?!

—¡Para su información estamos de la misma altura! —replicó el peli rubio.

Y así los Park empezaron con una guerra de verdades, sin llegar a ofenderse de verdad, pero no menos intensa por eso.

Yoongi solo deseaba que la tierra lo tragara y lo escupiera en una cama, de ser posible, ahora mismo.

—Esto va a tomar un tiempo, yo que tú me pongo cómodo—dijo NamJoon, quién se acercó hasta estar a su lado.

Yoongi solo asintió en silencio, no era bueno hablando.

—No eres de muchas palabras ¿Verdad? —Jongin se sumó, mientras veía como su pareja y Jin iban a la tienda a comprar palomitas al igual que refrescos.

Mientras veía como la pareja más joven se alejaban de aquel lugar, pues tenían miedo de que los incluyeran en la discusión, por lo cual optaron por una retirada estratégica.

“Cobardes” Pensó NamJoon al verlos huir.

—Algo —respondió seco sin saber que más decir.

—Tranquilo, como al parecer la Abuela Choi ya te acogió, supongo que bienvenido —NamJoon le dió una palmada en la espalda, haciendo que Yoongi se tensara un momento.

—Supongo que gracias —el de mirada felina les dió una mirada haciendo una venia.

—No estés tan tenso, no me gusta decir esto pero Bienvenido —Kai se rascó la nuca avergonzado y NamJoon sonrió.

—...¿Siempre es así? —preguntó Yoongi incómodo viendo la discusión algo alejados, después de un largo silencio.

—Algo, solo cuando la abuela Choi no quiere tomar sus medicamentos —respondió NamJoon y Jongin asintió.

—¿Por qué le dicen abuela Choi? —preguntó Yoongi curioso sin poder evitarlo.

—No le gusta el apellido Park, el abuelo de Minnie la dejó sola cuando tuvo a su hijo, el padre de Jimin, odia al apellido Park por eso, pero no odia a su familia —Explicó NamJoon mientras Jongin asentía— además todos la respetamos mucho, además que le tenemos un gran cariño y nos ha dado mucha ayuda, le decimos abuela de cariño.

—¿No está mal que me digas eso? —cuestionó el pálido frunciendo el ceño— No, la abuela Choi nos ha dicho que le expliquemos eso a los nuevos, para que nunca la llamen como un Park  —Respondió Jongin.

Yoongi asintió asimilando la información— ¿Entonces ese chico llamado Jimin es su nieto? —los contrarios asintieron— ¿Él no la llamó hace rato Park? —señaló confundido.

—Le gusta hacer enojar a la Abuela Choi cuando no toma sus medicinas, pero solo pasa cuando está muy enojado o frustrado—respondió Jongin— Si, por ejemplo como ahora —indicó NamJoon y todos dirijieron la mirada a abuela y nieto que seguían enfrascados en su discusión.

—¿Por qué todos actúan como si ellos no estuvieran en una discusición? —Yoongi empezaba a dudar del sentido común de aquellos habitantes.

—Pff es normal de ellos, ya todos nos acostumbramos —Jongin tanto como NamJoon le restaron importancia.

Los tres vieron como Jin y Kyung-soo se acercaban con palomitas y refresco en manos.

—¿No nos perdimos de nada?—preguntó Jin emocionado por alguna razón— No cariño, solo unas cuantas verdades que se tiran —Nam empezó a comer las palomitas que traía Jin—Menos mal —Exclamó Kyungsoo en brazos de su pareja.

Una hora después, la discusión paró al haberse quedado sin palabras las dos partes, así que Jimin le entrego las pastillas con una botella de agua, a lo que a regañadientes la abuela terminó tomándoselas.

Jimin satisfecho sonrió como si nada hubiera pasado, y volteó a ver al rededor. Notó que las tres parejas se habían ido y como el extraño hombre llamado Min Yoongi estaba recargado en una pared con los ojos cerrados.

La abuela Choi igual dirijió su mirada a dónde veía su sobrino y sonrió.

—Cariño, ven que vamos a llevarte a dónde será tu nuevo hogar —La anciana tomó la mano de Yoongi, éste asintió, internamente agradecido de que hayan parado la tonta discusión en medio del pueblo.

Jimin los seguía de cerca, curioso y a la vez vigilando a su abuela que no se perdiera otra vez. Caminaron unos minutos y se detuvieron en frente de una casa de dos pisos.

—Aquí vivirás, la parte de arriba no la ocupa nadie, en realidad son dos casa en una y abajo vive Jung Hoseok o Hobi como le decimos aquí —Yoongi asintió ante la explicación de la anciana.

Jimin miraba el intercambio intrigado, pero aún así entró.

—Hobi no está, es maestro de la escuela de danza, por lo que suele llegar a veces tarde, luego lo conocerás, por ahora vamos a dónde vivirás —explicó la señora Choi.

Los tres caminaron, como había dicho la anciana; abajo era una casa y arriba era otra. Era algo sencillo, pero Yoongi nunca se sintió más cómodo en algún lugar como ahora. Había una entrada donde dejabas tus zapatos, una pequeña cocina y al lado de esta, una pequeña sala con sofás, una habitación, y al lado de ésta estaba el baño.

No era muy grande ni muy chico, solamente se sentía perfecto. Tampoco es como si necesitara todo el espacio del mundo, incluso estando en una sola habitación hubiera estado agradecido.

Por primera vez sentía que tenía algo suyo.

Por suerte había logrado escapar con sus ahorros de toda la vida, el que aquella viejita lo encontrará y le ofreciera un lugar donde vivir realmente era una gran suerte, no sabe si era obra del destino o coincidencia, solo sabía que estaba agradecido.

Incluso tenía ganas de llorar en ese instante con diferentes emociones encontradas, pero simplemente no podía.

—Gracias...muchas gracias —le había agradecido a la abuela cuando ésta lo llevo a la que ahora iba a hacer su habitación.

Sus ojitos brillaban, pero no era un brillo real, estaban brillosos por todas aquellas emociones y lágrimas retenidas.

Cuando la abuela Choi y Jimin, quién esperaba afuera de dónde ahora vivía aquel llamado Min Yoongi, el de mejillas rechoncha no pudo aguantar su curiosidad.

—Abuela ¿Quién es él? ¿Cómo lo encontraste? Y ¿Por qué le diste donde vivir? —preguntó curioso y confundido.

—Mi niño, solo él podrá darte las respuestas a todas tus preguntas —le dijo calmadamente—Pero... —Jimin tenía muchas preguntas.

—Solo te puedo decir que cuando me perdí—Jimin la miró con una ceja alzada—Querras decir cuando huístes —la mayor rodo los ojos—Si, sí.

— El caso es que me lo encontré, ví que estaba perdido y le ofrecí un lugar donde quedarse —explicó— ¿No traía nada consigo? ¿Ni una mochila? —preguntó Jimin frunciendo el ceño.

—No, así como lo viste, así me lo encontré, y antes que digas algo, él me compró ese lugar —se adelantó ante la mirada insegura de su nieto— Nana deja de exponerte así, no todas las personas son buenas —la mujer rodó los ojos.

—Mi niño, las personas no nacen siendo malas, son las personas y el mundo que las hacen ser así.

Y con ello ambos se fueron, pero la mujer tenía el presentimiento que aquel muchacho escondía más de lo que parecía.

Después de aquel día, al pueblo se le sumó un hombre de 24 años de edad, un misterioso chico que la abuela Choi había encontrado. Era callado y muy reservado, casi siempre se le podía ver con la misma expresión todo el día, pocas veces dejaba ver lo que sentía.

Sin embargo, los habitantes se fueron
acostumbrado a su presencia y al igual
Yoongi, quien ya no parecía tan tenso como la primera vez que llegó, ya habían pasado unos meses desde esa vez.

Pero todos se llevaron una gran sorpresa cuando Yoongi compró un local, había abierto una editorial, llamada "The last".

Si, Min Yoongi había trabajado muy duro para poder comprar aquel local y convertirlo en una editorial, al menos su pasatiempo secreto de escritor había dado frutos.

Aquella editorial sin duda abrió muchas puertas para el pálido chico, porque no solo era el dueño y presidente de su propia editorial, si no que antes escribía libros en internet que se habían vuelto virales y famosos. Muchas editoriales querían su trabajo pero prefirió abrir una propia, con el poder de hacer sus libros a físicos a su gusto.

Todos en el pueblo ahora admiraban a aquel pálido y reservado hombre, quien ahora con 25 años había abierto su propio local y sus libros eran un éxito en ventas. Poco a poco, Yoongi se fue acercando a los habitantes, aunque no quisiera entabló una buena amistad con cada uno, pero especialmente con Kim NamJoon y su pareja Kim SeokJin, además de Jung Hoseok, quien era su vecino y ahora mejor amigo. Yoongi se había llevado una sorpresa al tener a alguien tan expresivo y lleno de vida cómo lo era Hobi, si, a veces lo llamaba así y esos días eran los mejores para Hoseok.

No había que olvidar que entabló una muy buena amistad también con la pareja de jóvenes; Kim Taehyung y Jeon Jungkook, unos revoltosos y empalagosos de primera.

Al igual con Jongin, Kyungsoo, Chanyeol y Baekhyun. En aquel pueblo se encontraban muchas parejas.

Oh, pero no podemos olvidar a Park Jimin, aquel pequeño piquito de pollito” como le gustaba llamarlo en su mente. Aquel chico, que al parecer tenía una frutería, era lo mejor de aquel pueblo, muchas veces había visitado su editorial llevándole cualquier tipo de postre que según la abuela Choi le había mandado. Quedándose horas y horas hablando, y que además se había proclamado su fan número uno, siendo siempre el primero en tener un libro de él autografiado.

Hoy era un día de esos esos en que la Señora Choi mandaba a su querido nieto a darle un postre que había hecho.

—Hyung —tocó Jimin entrando, haciendo saber que entraba con un nuevo postre.

—Oh, Jimin-ah —el ahora pelimenta sonrió levemente viendo cómo el chico pelinaranja entraba— Un nuevo postre —anunció sonriendo de forma dulce, entregándole la canasta con aquel pastel.

—¿Pastel de mandarinas? —Yoongi miró con sus ojitos brillantes lo que había en la canasta.

Jimin se alegró por ver aquello. Yoongi no era mucho de expresarse, pero cuando él iba a entregarle aquellos dulces regalos, siempre se comportaba de otra manera, como si aquella barrera dónde te dejaba un serio límite desapareciera. Había descubierto que las mandarinas eran la fruta favorita de su Hyung y no es que se hiciera ilusiones, pero aquellas miradas dulces que siempre le dedicaba él mayor lo hacían sentir como si estuviera flotando. Claro, tampoco es como si se hiciera ilusiones...claro que no, bueno...tal vez si un poco.

—Si, Hyung. Hoy con Nana recolectamos muchas —sonrió un poco sonrojado por la mirada expectante de Yoongi— y como teníamos bastantes quisimos hacer pasteles.

—¿Tú igual ayudaste? —preguntó el pálido curioso— Si, espero le guste Hyung —Jimin sonrió avergonzado y el pelimenta le pareció demasiado tierno.

—Ven, vamos a probar —lo invitó el mayor y Jimin asintió más que feliz.

El primer bocado puso la piel de gallina a Jimin, esperando que a Yoongi le gustara aquel postre que había hecho especialmente para él.

—¡Está riquísimo! —exclamó con una bonita sonrisa, dejando relucir sus encías y sus pequeños dientes, dándole una vista absolutamente tierna, que dejó embobado al menor.

Yoongi no era de sonreír abiertamente, y ahí por primera vez el pálido le mostró una verdadera sonrisa, una llena de sinceridad y alegría pura, que fue causada por él y su rico pastel que había hecho con tanto esfuerzo.

Y fue ahí cuando Jimin se dió cuenta que un pedazo de su corazón había caído por aquel pálido hombre que ahora mismo le regalaba la mejor de las sonrisas.

—Me alegro mucho, Hyung

—Jimin-ah, tus manos son sagradas—Exclamó encantado con cada bocado que le daba al pastel, haciendo sonrojar al menor

— Hyung...

—Desde hoy este será mi postre favorito—anunció más que sincero, sus rosadas encías a la vista eran la prueba de ello.

—¡Entonces cuando guste le prepararé pastel de mandarinas! —exclamó Jimin, emocionado con sus mejillas explotando en rosa.

—No —negó Yoongi y Jimin lo vio confundido— No entiendo Hyung, ¿No que era su postre favorito?

—Si, pero no puedo pedir que me lo prepares todos los días—dijo y antes de que Jimin dijera algo, Yoongi acarició con su pulgar la pequeña manito del menor, haciendo que ambos corazones se aceleraran con aquel simple pero íntimo tacto.

—Los mejores postres solo son para ocasiones especiales, no puedo comerlos seguido, y porque es mi postre favorito quiero que sea completamente especial —Yoongi sonrió sincero y tímido.

—Entonces cada vez que haya una ocasión especial, lo prepararé —Jimin podía escuchar el latir apresurado de su pobre corazón, casi creía que Yoongi podría escucharlo, pero al contrario de su corazón, su cuerpo se mantenía en una calma como nunca antes le había pasado.

—Si antes era mi postre favorito, el que tú lo prepares será el doble de especial y significativo, Jimin-ah —ambos se sonrieron, con miradas indiscretas, en aquel lugar donde el ambiente se tornaba íntimo y a la vez con una armonía que no siempre se podía vislumbrar.

Ambos siguieron comiendo aquel rico pastel, pero sin olvidar aquel toque que dejó consquilleando a cada uno. Pues aquel pequeño roce, fue más que solo eso, fue una esperanza y una puerta que se abría para ellos.

Pero Jimin no era el único que había caído en la confusión y en el anhelo de algo más, pues el pelimenta por primera vez logró sonreír de una manera que hace años no hacía, y todo por aquel bonito chico de piquito de pollito” dándose cuenta que quizás, aquel tierno chico le había dado una luz que hace mucho creía perdido.

Yoongi, quién había estado entre la penumbra, entre las sombras en un túnel sin fin, por fin podía vislumbrar aquel rayo de luz que había necesitado y que había venido a él en una tierna forma de un chico con un bonito piquito de pollito y una hermosa sonrisa que podría derretir a cualquiera.

Ahora después de dos años que Min Yoongi había llegado a aquel pueblo muy singular llamado "Far away", las cosas en aquella tierra habían cambiado;
las casas estaban mejor estructuradas y los locales mucho mejor que la primera vez que llegó.

Después de todo había sido de ayuda en la planificación para mejorar al pueblo y hacerlo un lugar hogareño con perfectas construcciones. El pueblo se había rayado, pues tenían un arquitecto, quién sin dudar los ayudo.

Y ahora mismo el pálido salía de su hogar, que estaba en mejor condiciones. Lo había decorado a su gusto para darle un ambiente más hogareño y más él; los muebles los había cambiado, pero la cocina estaba igual, solo que había puesto más cuadros, comprado una pantalla, acomodado mejor su habitación y pintando las paredes de un color azul pastel con blanco. Realmente ya tenía algo que podía llamar mi casa.

—Yoongi, Buenos días ¿Ya vas al trabajo? —el chico pelirojo lo saludó con una radiante sonrisa— Buenos días Hope, si ¿Y tú? —preguntó reteniendo un bostezo.

—También, faltan unas semanas para el concurso y estoy preparando a mis chicos —asintió emocionado.

—Quisiera tener tú energía para levantarme tan entusiasmado —comentó estirándose y tratando de espantar el sueño.

Hoseok rodó los ojos.

—¿Oh? ¡Mira! ¡Hola Minnie! —Yoongi rápidamente volteó buscando al tierno chico que no dejaba de rondar en sus pensamientos.

—¿Dónde? —preguntó, de pronto todo su sueño lo había dejado de lado— ¿Ya ves como así se te quita el sueño? —le dijo sugestivo él pelirojo.

—Idiota —Yoongi se lo había creído.

—¿Cuándo vas a dejar de jugar y pedirle una bendita cita? —preguntó Hoseok caminando junto al pálido que ahora traía cara de mal humor.

Hoseok pensaba que Jimin le había caído muy bien al pálido, ahora todos podían saber un poco las emociones en el casi indescriptible e inexpresivo rostro de Yoongi y más cuando él ahora pelinaranja estaba cerca de éste. Todos se preguntaban qué esperaba ese par para estar juntos.

—No estoy jugando, solo no quiero asustarlo... —respondió con una mueca.

Era demasiado inseguro cuando se trataba de sus sentimientos, pero Jimin había logrado calar en lo más profundo de su ser, solo esperaba ser correspondido, pero tenía miedo de confesar sus sentimientos y salir con un corazón roto.

—Hombre, llevas un año interesado, no es como si fuera un secreto —Hoseok le dió un golpe en la espalda, haciendo que Yoongi bufara.

—Lo dices como si fuera fácil —rodó los ojos el pelimenta.

—¡Solo armarte de valor y confiesate!

—Bueno, también te digo los mismo a ti con Jihoon —le reprochó Yoongi.

—Estamos hablando de ti, no de mi —se quejó Hobi con un puchero avergonzado.

—Tú si llevas más años detrás de Jihoon—le recordó, haciendo que su mejor amigo se cruzará de brazos— Bien, hoy me confesaré, pero si termino con un corazón roto tú me vas a consolar y aparte te vas a confesar a Jimin —lo apuntó con el dedo decidido, haciendo que Yoongi abriera los ojos alarmado.

—Oh vamos, Hope. No lo dices en serio —Yoongi palideció cuando vio la sonrisa arrogante que pocas veces dejaba ver Hoseok— Eres un... ¡Vamos! ¡¿Cómo me puedes hacer eso?! —chilló Yoongi gruñón.

—Consideralo un gran empujón —le dijo Hoseok para salir corriendo y dejando atrás a su amigo cuando pudo ver la frutería Serendipity.

Yoongi bufó, realmente Hope lo haría —apodo que él le había puesto a Hoseok cuando se le dificultó llamarlo por Hobi, porque era muy empalagoso para él, aquel apodo— Solo esperaba que su amigo y él no terminarán con un corazón roto, porque si no, ambos estarían en aprietos.

Suspirando, vio aquella frutería donde el dueño de sus pensamientos y su corazón, vendía frutas diferentes, pero sin duda, él iba más por las mandarinas, aunque claro, solo era una excusa para ver a aquel pequeño y tierno chico que amaba.

A pesar de que Jimin lo visitara de vez en cuando para llevarle un postre, para Yoongi no era suficiente verlo unas dos veces a la semana. Él creía firmemente que Jimin era demasiado hermoso como para solo verlo una vez y es que nunca se cansaría de ver aquella carita preciosa; con su piel tostada pero a la vez clara, aquellos labios de piquito de pollo, con sus abultados mofletes que a veces se ponían de un precioso color rosa, con sus ojitos perdiéndose en dos finas líneas cuando reía y que decir de aquella encantadora, pero sobre todo, dulce sonrisa que se cargaba.

Simplemente estaba hundido hasta el fondo, Park Jimin lo tenía colgando de su pequeño dedito.

Y jodidamente como no amaba estarlo, pero a la vez tenía miedo. Una sensación rara que se aremolinaba en su ser y lo dejaba sin habla.

"Oh dulces mandarinas, estoy jodido y enamorado" Pensó Yoongi cuando estuvo en frente de aquella frutería con el dueño y ladrón del corazón de Min Yoongi



















Jimin sonrió abiertamente cuando escuchó el conocido tintineo que hacía la puerta de su tienda cuando un cliente entraba y se iba. Esperando siempre con una encantadora sonrisa.

Pero aquella sonrisa solo se endulzó más de lo que era cuando vió a aquel chico más que conocido.

-¿Cuántas mandarinas serán hoy?

-Umm...unas 5 -respondió inspeccionando cada fruta de color naranja, buscando las que se vieran mejor.

Pero siendo sinceros, todas esas mandarinas se veían jugosas y sin pizca de haber estado vedadas.

Jimin esperó pacientemente que aquel paliducho de atractivo cuerpo le señalara las mandarinas que quería, agarró una bolsa y con destreza, con una gracia y delicadeza colocó las cinco mandarinas en una bolsa de papel muy tierna. Con el conocido nombre del negocio: Frutería Serendipity

Un nombre que la abuela de Jimin, como fundadora había puesto. Siendo de su familia y pasando a manos de él, quien orgullosamente se hacía cargo.

Un vendedor dulce, cortés y muy amable.

Era conocido por todo el pueblo y justo por ello su frutería era muy concurrida. Y aún así, aquel chico de piel tan blanca como el más fino papel, era sin duda su mayor atracción en su negocio.

-¿Muy estresado? -preguntó con sus ojitos curiosos.

-El trabajo es una mierda -soltó suspirando con una voz grave que erizó la piel del de piel canela.

-Pero al menos puedes comer, gracias a el-dijo siendo positivo alzando los pulgares.

-Si con ello puedo comprar mandarinas, quizás no es tan malo -dijo dándole una mirada fugaz.

-Todo tiene su lado bueno -sonrió contentó y amable.

-...Igual vale la pena si con ello es una excusa para verte -murmuro dejando una mirada furtiva.

El de cabello naranja se sonrojó hasta sus orejas, batiendo sus pestañas en un acto tímido y avergonzado.

El de cabellera color menta maldijo en su mente, no esperaba que aquel chico le escuchara, pero malditamente amó que sus labios pronunciarán lo que en verdad pensaba, pues el haber precenciado aquel tierno rosa en los mofletes del más bajo y como este mordía levemente su labio inferior era la mejor vista en su ya no tan horrible mañana.

Entonces deja de buscar excusas...

Ambos se sorprendieron de aquellas palabras, Jimin avergonzandose por no haberse quedado callado y Yoongi por aquellas palabras salidas de aquella tentadora y preciosa boquita, pero sonrió ladinamente alzando una ceja, otra vez las miradas furtivas y fogosas estaban presentes.

-Tal vez lo haga...

Y con ello el tintineo de la puerta había sonado, y quizás, solo quizás, fue un sonido satisfactorio para ambos.

🍊

Jimin retuvo el aliento cuando su Hyung se fue. Se llevó sus pequeñas y regordetas manos a su carita y chilló avergonzado.

—¡Park Jimin! ¡Babo! —chilló con sus mejillas explotando en rojo— ¡Se supone que lo debías de pensar, no decir! —se dió pequeños golpes en su cabeza para terminar golpeándose la cabeza con la pared.

—Tonto —pequeño golpe— Hyung podría —golpe— asustarse —golpe— descarado —Pequeño golpe— Pero él fue que empezó —otro pequeño golpe y frunció su nariz.

—¿Por qué mejor dejas de dañar la pobre pared y vas porfin con Yoongi? —la repentina voz familiar asustó a Jimin.

—¡Nana! ¡Casi muero de un susto! —chilló Jimin porfin mirando a su abuela que estaba en el umbral de la puerta trasera de la frutería— Tonterías, casi mueres de golpes en la cabeza niño —regañó viendo la frente roja del menor, haciendo que este se quejara al porfin sentir el dolor.

—Nana —puchereó haciéndole ojitos— Ven, vamos a tratar eso y así me hablas de mi guapo nieto Yoongi —molestó haciendo que el menor se abochornara más de lo que ya estaba— ¡No es tu nieto! Aún no... —susurró levemente.

—Si, si, lo que digas —tomó de la mano a su preciado nieto y Jimin resignado se dejó llevar.

Aunque de todas maneras hablar con su Nana sería realmente liberador, estaba demasiado perdido por Min Yoongi, quizás y solo quizás esperaba que él mayor porfin se animara a pedirle salir o al menos una cita.

Jimin no tenía dudas de sus sentimientos, pero cada vez que quería confesarse terminaba olvidando su cometido con solo tener de cerca al pálido, es que simplemente su presencia era demasiado para su pequeño cuerpo y su pequeño —gran— corazón.

Por otro lado, Min Yoongi se encontraba caminando a su trabajo con un gran sonrojo pero con una sonrisa llena de ilusiones y con un bonito color rositas en sus mejillas. No podía contener su sonrisa, no cuando se trataba de Jimin, simplemente a él le pertencían cada una de sus sonrisas y las más sinceras siempre eran dedicadas para él. Solo para aquel chico llamado Park Jimin.

—¿Otra vez pasando a ver a Jimin? —preguntó NamJoon cuando vio a su amigo pálido que no dejaba su sonrisa por nada del mundo— Si —Yoongi simplemente no podía y no quería ocultarlo.

NamJoon se sorprendió ante ello, usualmente el pelimenta bufaba o se ponía de mal humor cuando lo descubrían. Pero sonrió mostrando sus característicos y preciosos hoyuelos, feliz de ver a su amigo tan alegre.

—Me alegro, Yoon —le dijo honestamente.

—Oye Nam, ¿Jin aún te prepara pastelitos? —NamJoon asintió confundido— Bien, dile que en la tarde paso a hablar con él, quiero pedirle un favor —pidió y Nam solo se le quedó viendo intrigado— bien, yo le digo.

Y así Nam se fue a ver a su pareja en la cafetería, pues era dueño de la maravillosa y hogareña cafetería Ephifany.

Yoongi siguió caminando, viendo los distintos locales y tiendas que había en aquel pueblo que simplemente era tan hogareño y acogedor. Vio la Biblioteca y tienda de libros que era de NamJoon, llamada "Mono" —nombre que Yoongi no sabe porqué le puso NamJoon así— En frente de esta estaba la cafetería de Jin, y al lado de la cafetería de Jin estaban puestos de ropa y calzado. También, estaba la escuela de danza de Hoseok, la cual se llamaba "Just Dance".

Y al lado de ésta se encontraba la escuela de boxeo y Taekwondo de Jungkook, si, aquel chiquillo era bueno en aquellos deportes —lo sabía gracias a qué había visto un festival que se celebraba cada año en far away y Jungkook había presentado a sus estudiantes y a él mismo haciendo una coreografía con movimientos de taekwondo— realmente era bueno en lo que hacía. Era una tipo casa de dos plantas llamado "Euphoria"
Por lo que le había explicado Kook, se llamaba así para expresar el poder y la fuerza en una sola palabra—.

La sala de entrenamiento de taekwondo se encontraba en la parte de abajo y la de arriba era utilizada para las clases de boxeo.

Mientras que al lado de la biblioteca de NamJoon, se encontraba el Gimnasio "Singularity" —tampoco sabía el porqué el nombre, Taehyung solo le había dicho que encajaba perfecto con su gimnasio— y estaba de acuerdo, era muy singular la forma que tenía con las paredes llenas de diferentes paletas de colores, viéndose por fuera muy serio y intimidante y por dentro todo era tan colorido e incluso te daba un ambiente cálido.

Su editorial quedaba a dos locales de la biblioteca de Nam, por lo que le quedaba cerca a la hora de hablar con NamJoon para acordar el negocio para que éste vendiera sus libros y les diera promoción. Ambos tenían un trato y acuerdo profesional.

Llegando, se tiró a una silla y empezó a terminar de firmar y ver unos papeles, realmente tenía trabajo y la editorial había sido un éxito. Muchos jóvenes escritores e incluso mayores, querían que publicara sus libros.

—¡Buenos días, jefe! —Cinco chicos entraron entraron al local muy animado.

— Chicos, que bueno que llegan —Yoongi les dijo mirando a cada uno de ellos— Hoy hay mucho trabajo pero se que pueden acabar a tiempo antes de que vayan a la escuela de danza de Hoseok.

Los cinco jóvenes asintieron de acuerdo.

—Yeonjun termina de editar el libro del señor Lee —indicó y el joven asintió efusivo llendo a su lugar asignado.

— ¡A la orden Yoongi Hyung!

Los restantes cuatro jóvenes le prestaron atención, esperando las indicaciones del mayor. Los cinco tenían entre veinte y dieciocho años, le habían pedido trabajo porque querían pagar su escuela de danza y además volverse independientes, por lo que cuando Yoongi vió la convicción de los cinco, no se pudo negar. Tenían los mismos ojos que él hace unos años.

—Soobin ve con YeonJun y ambos trabajen con la portada y la edición de lo último del libro del Señor Lee —el menor asintió y con una sonrisa se puso al lado de un animado YeonJun que lo miraba sonriente.

—Hueningkai termina con la portada del libro de la Señorita Rose, para que lo podamos imprimir —este asintió y decidido se sentó en su lugar asignado.

—Taehyun, Beomgyu empiecen a editar los capítulos del libro de Baekhyun —ambos asintieron y empezaron a hacer lo ordenado.

Yoongi se enfrascó con los menores en los trabajos realizados, obviamente le encargaba ese tipo de tareas a sus discípulos porque ya habían pasado distintas pruebas para que pudieran tener la oportunidad de corregir, editar y hacer una portada para sus diferentes escritores. Claro, él daba el veredicto final, uno que otro detalle se les escapaba a los jóvenes, pero era remediable.

El mes dónde aceptaba nuevas obras de jóvenes escritores ya estaba culminando, por lo que podría darse un respiro y solo editar, y ya no tendría que leer cada borrador de alguna nueva historia.

Además, quería empezar un proyecto,  hace unos días la idea se le había venido a la cabeza y ya casi terminaba de darle forma para que saliera como imaginaba.

Los chicos trabajaban medio tiempo y los fines de semana podían descansar, lo que les daba tiempo para poder ir a sus clases de danza con Hoseok y más ahora que se acercaba el festival del pueblo. Ellos iban a dar una presentación, los cinco estaban muy emocionados.

Por ser viernes y como terminaron temprano, a las cuatro de la tarde se estaban yendo, despiendose de su amable y buen jefe. Mientras esté seguía entre papeles, palabras y letras, quería dejar trabajo adelantado pues se había propuesto a empezar uno de sus planes.

—Oh, Jimin-ah —llamó Yoongi al ver su menor viendo por el cristal la escuela de danza, Just Dance. El mayor ya había cerrado su editorial.

¡Hyung! —Jimin se sorprendió al ver a su mayor ahí, hace unos días que no había podido verlo, después de aquella vez en su frutería.

Había esperado que su Hyung se pasará por ahí, pero simplemente no había pasado, lo que lo había tenido un poco triste, pero su Nana lo había consolado diciendo que Yoongi había estado ocupado con mucho trabajo con la editorial.

Lo que alegró y preocupó al menor; lo alegró ya que al parecer Yoongi no lo evitaba por lo que había dicho, pero le preocupaba que su Hyung no se estuviera cuidando.

Por lo que ahora iba con una carretilla con mandarinas para dejarle al mayor y unos pastelitos igual, pero se había quedado embobado al ver a TXT —si, así se hacía llamar al grupo de baile liderado por Soobin— bailando y es que aquellos jóvenes tenían talento.

—¿Por qué no intentas bailar, Jiminnie? —preguntó Yoongi, mirando como los preciosos orbes del menor brillaron.

Y es que era la primera vez que su Hyung utilizaba un apodo para él y debía decir que le encantaba. Además se había avergonzado por ello y por haberlo pillado espiando a los chicos.

—Ah, Hyungie ¿Que dice? Yo ya estoy algo grande para eso —el menor tenía veinticuatro años, pero simplemente Yoongi no veía una razón válida para negarse ante ello.

—¿Qué? Aún estás joven Jimin-ah, deberías intentarlo, en una de esas y te gusta —pero para Yoongi era obvio que a su menor le encantaba el baile, siempre lo veía cuando pasaba por ahí y como éste se quedaba viendo fascinado la escuela de danza de su amigo.

Pero sin atreverse a entrar. Mucha veces pensó que solo era curiosidad del menor, pero verlo regularmente ahí sin duda significaba más que solo curiosidad. Aunque no lo demostrara, era muy atento con el pequeño Jiminnie. Y nunca dejaba pasar por alto cada expresión que  su lindo Jimin hiciera.

Si, a veces le gustaba llamar al menor como si fueran algo más ¿Y qué? No era un delito y aunque lo fuera, estaría encantado de romper la ley.

—No lo sé, siento que yo no podría hacer todos esos pasos —dijo en un susurro pero Yoongi escuchó cada palabra.

—No podrás descubrirlos hasta haberlo intentado, Jiminnie —Yoongi le acarició el cabello sedoso de su menor, y éste lo miró con sus ojitos llenos de ilusión.

—¿Y si no lo logro?

—Pues al menos lo habrás intentado y no te quedarás con el "Si tan solo hubiera..." —le sonrió con cariño— además ¿Que importa si no lo logras a la primera? Los grandes muchas veces fracasaron, les dijeron que no, pero eso no los detuvo, lo importantes es no dejarse vencer y seguir luchando. Todo esfuerzo obtiene sus frutos.

Jimin le sonrió dulcemente, aquellas palabras del mayor habían entrado en lo profundo de su corazón para quedarse estancadas y con un sin fin de candados para que nunca se pudieran ir.

—La verdad tengo miedo de intentarlo...—confesó sintiendo sus orejas rojas, pero Yoongi solo lo miró con una dulzura incomparable, simplemente el mayor no podía dejar de mirarlo.

—Todos somos como una semilla de un árbol de mandarinas, se necesita muchos cuidados, esfuerzos y amor para que pueda crecer, es un proceso lento pero seguro, pero cuando llega a su apogeo puedes ver todo el esfuerzo y como aquella semilla se convirtió en un hermoso árbol de mandarinas, lleno de frutos, fértil y sobre todo fuerte.

—Pero incluso aquellas semillas pueden no crecer —dijo con una voz quedito lleno de inseguridades a pesar de las palabras de su Hyung.

—No todas las semillas son iguales y lo mismo te digo, no te compares con otras semillas, con otras personas—aclaró viéndolo a los ojos— solo se tú, déjate llevar y esfuérzate, lo importante está aquí —dijo apuntado su corazón— si tienes la pasión y tú corazón golpea como loco cuando ve a alguien bailar o con tan solo escuchar la música, y tienes ese sentimiento de querer transmitir algo con el baile, solo debes escucharlo e intentarlo.

Jimin no resistió más y abrazó al mayor, dejado su carretilla con mandarinas en una pared, para poder transmitirle su agradecimiento y cariño en una muestra de afecto que hace mucho había querido hacer.

Yoongi se sorprendió pero no tardó en corresponder aquella linda y tierna acción de Jimin, y es que ¿Quién en su sano juicio podría rechazar un abrazo de una ternurita que era este chico? Nadie, y él lo recibiría más que encantado cada muestra de afecto.

—Gracias, Hyung. Lo intentaré —le susurró restregando su pequeña nariz en el pecho del mayor, bañándose y queriendo oler más aquel adictivo y varonil olor.

—Que bueno, Jiminnie.

Ambos se sonrieron, como si nadie más existiera, como si el tiempo mismo se hubiera detenido en un breve instante, un segundo, un instante que se convirtió en un recuerdo, un momento que sería grabado por sus retinas, en un trazo de fuego y amor, en el apogeo de lo que sería un romance único y sobre todo hermoso.

🍊

Después de aquel breve pero significativo instante, Jimin le entregó la carretilla, avergonzandose cuando el mayor le dijo que no sabría que hacer con tantas. Pero aún así, él las acepto más que encantado y con aquellos ojos llenos de ternura que solo iban dedicados para la figura frente a él.

—¡Hyung! ¡Fuiste tú verdad!

Jimin apareció detrás de la espalda de Yoongi mientras esté cerraba su editorial para ir a su casa.

—¿De qué hablas, pequeño?

—Vamos, Hyung, no se haga —refunfuñó tiernamente inflando sus mofletes, haciendo que Yoongi lo viera con una sonrisa.

Simplemente no podía dejar de sonreír cuando Park Jimin estaba cerca.

—Bueno, quizás si me dices pueda decirte si soy culpable o no —los orbes del menor brillaron— Hobi Hyung me dió cupo en Just dance, además me dijo que no era necesario la prueba y que mañana mismo podría empezar con las clases —en ningún momento Yoongi dejó de sonreír— además me dijo que cierto Hyung le había hablado de mi y le había mostrado un vídeo mío bailando...

—Dios, ¿qué Hyung podría hacer eso?—divagó Yoongi mirando a otro lado pero con una sonrisa malditamente orgullosa.

—¡Hyung, no se haga! —Jimin lo miró con sus ojitos brillantes.

"Bendito Hoseok, se supone que eso era un secreto" Pensó Yoongi al verse acorralado y expuesto.

— Pero yo no hice nada, Jiminnie, solo mostré lo que era más que evidente.

—Gracias...muchas gracias Hyungie —Otra vez los cálidos brazos del menor rodearon a la fría figura que era Yoongi, preso de aquella cálida muestra de afecto, no pudo evitar corresponderla.

—¿Qué tal si celebramos? —preguntó Yoongi y Jimin se sonrojó cuando se separaron de aquel cálido y acogedor abrazo.

—Me encantaría —le sonrió.

Tan dulce como era Jimin, así de dulce fue la sonrisa que le dedicó y Yoongi no pudo evitar devolversela.

Ambos caminaron, con sus manos rozando delicadamente, jugando a atraparse para que una escapara y luego volver a lo mismo, en un juego entre roces de sus manos y entre la suave y a la vez fría vestisca en aquella perfecta tarde de verano.

Entre risas y continuos roces, para terminar con sus manos entrelazadas llegaron al hogar de Yoongi, ambos sin querer que sus manos se separan, porque encajaban de una manera tan única que simplemente lograba una tierna y a la vez suave electricidad cuando se juntaban.

Como si estuvieran hechas la una con la otra, como si estuvieran destinados a estar juntos, y lo mejor es que así era.

—¿Vino? —cuestionó el menor al ver cómo su mayor le servía en una copa, era una velada muy bella, parecía que Yoongi lo hubiera planeado todo.

Y quizás, solo quizás, así era.

—No hay celebración sin un poco de vino —Yoongi respondió brindado una fugaz mirada indiscreta a Jimin.

La baja iluminación daba un perfecto ambiente rozando lo cálido y romántico; la vela le daba ese toque extra de pasión y dulzura, las copas de vino daba aquella elegancia, los platos habían Sido retirados hace unos minutos al haberse acabado la cena y ahora el postre venía.

Ambos platicaban amenamente mientras el anfitrión buscaba el dulce platillo final.

—Eso...¿Pastel de mandarinas? —Jimin no pudo ocultar su sorpresa, haciendo que el mayor se avergonzara.

—No soy un profesional cuando se trata de repostería, pero tuve un poco de ayuda...—explicó Yoongi ante la mirada de sorpresa de Jimin.

Recordó el favor que le había pedido a Jin para que lo ayudara a practicar para hacer el pastel de mandarinas, NamJoon muchas veces igual lo había intentado ayudar pero misteriosamente siempre se terminaba debanando o un cucharón siempre se terminaba doblando. Por lo que Jin decidió que Nam solo fuera un apoyo moral y entusiasta.

Aquellos días que no había podido ver a Jimin después de aquel coqueteo entre ambos en la tienda del menor, lo había dejado pensando y sus ilusiones con aquel chico cada vez se hacían más fuerte.

No fue cuando se decidió, que Hope había tocado a su puerta en la noche de aquel día para darle un gran abrazo contando entre su gran alegría —la de ya de por sí habitual— que Jihoon lo había aceptado y correspondido sus sentimientos, explicándole que éste había querido que Hoseok ya le dijera de sus sentimientos desde hace mucho.

Y fue ahí cuando se dió cuenta que podría tener una oportunidad. Y no la desaprovecharía.

—Esta bien Hyung, cualquier cosa que venga de usted la aceptaré con una gran sonrisa...—Jimin tomó su mano mostrándole con un apretón que confiaba en él.

—Ah, Jimin-ah... No digas eso, me avergüenzas —el sonrojo en los pálidos cachetes lo delataba.

—Vamos Hyung, después se puede avergonzar, ahora quiero comer ese rico pastel que hizo —pidió y Yoongi asintió.

—Lo hice para ti...—le dijo dedicándole una mirada que transmitía mil cosas, haciendo que el menor se sonrojara.

—Entonces la comeré con mayor gusto—Jimin llevó un mechón de su anaranjado cabello dejandolo detrás de su oreja, en un coqueteo sutil, en dónde no dejo de mirar los ojos de su Hyung para tomar el primer bocado.

Yoongi en todo momento tragando saliva, embobado por la preciosa vista que era la carita de Jimin. No pasó desapercibido para él, cuando los orbes de color miel de Jimin brillaron, ni cuando se lamió su labio inferior degustando su creación.

—¡Está delicioso, Hyung! —exclamó honestamente, permitiendo que el mayor dejara escapar un suspiró aliviado.

No sabía que había retenido el aliento hasta que Jimin había pronunciado aquellas palabras.

—Que bueno que te haya gustado, pequeño.

—¿Cómo no me abría de gustar? Si lo hizo para mí, Hyung...

—Volveria a preparate otro, pero como ya te dije antes, los mejores postres son los que se preparan en ocasiones especiales —Yoongi se permitió guiñarle un ojo, ambos mantenían un coqueteo indiscreto.

—¿Entonces, está es una ocasión especial? —preguntó Jimin tomando un sorbo de vino y dejando la copa descansar en sus tentativos labios.

—Es más que especial...—dijo el mayor— después de todo, es nuestra primera cita...

Yoongi se permitió ser un poco más atrevido, tanteando el terreno de forma peligrosa, obteniendo una tímida risa del más bajo, junto con un hermoso sonrojo que dejaba ver entre las velas que iluminaban el lugar y a la vez las bajas luces.

—Debo admitir... Que es la mejor primera cita...

Ambos suspiraron de acuerdo, y la noche se fue entre roces de manos, entre indiscretos coqueteos que ninguno pasó por alto. Ambos con una preciosa sonrisa llena de felicidad y sobre todo, con un cariño puro...y quizás algo más.

Todo el pueblo podría ver la alegría y el ambiente de amor y cariño que expulsaban hasta por los poros aquel par, todos veían con una sonrisa como aquellos dos mantenían un coqueteo como nunca se había visto; los roces fugaces y las sonrisas llenas de indiscrecion lideraban los días de aquellas dos almas enamoradas.

Ambos no tenían una rutina, todo era tan espontáneo; a veces podían verse en la fruteria, otras en la editorial del pálido, otra veces el mayor recogía a Jimin de sus clases de danza, a veces a ambos se les podía ver caminando entre los árboles de mandarinas tomados de las manos, en ocasiones caminaban por el pueblo como si fueran una pareja más, pero solo era el desarrollo de un bello cortejo.

Los habitantes en Far Away estaban más que felices de porfin ver a esos dos entre citas, para nadie era un secreto la atracción que había entre ambos chicos.

Y la abuela Choi era la fan número uno de aquella parejita de enamorados, incluso ya llamaba a Yoongi su nieto, lo que claramente avergonzaba a los enamorados, pero vamos, aquella viejita solo podía decir lo obvio.

Nadie interferia entre ellos, nadie opinaba ni los interrumpía, solo se limitaban a ver el perfecto desarrollo de un amor puro, el inicio de una relación fructífera y hermosa.




Ahora la pareja y todo el pueblo se encontraba de fiesta, era el preciado festival de Far Away, apodado; "The most Beautiful moment un life: Young Forever"

Ese era el nombre de aquel festival, todos habían votado por el nombre que siete chicos habían propuesto después de meditarlo algunos días. Habían llegado a aquel nombre y todos se dieron más que satisfechos, el nombre calzaba perfectamente.

Así que entre aquel festival, dónde el sol estaba a unas horas de ponerse, ya habían pasado las presentaciones del grupo de danza de Just dance. Jimin aún no se sentía preparado para hacer una presentación solo, por lo que él año siguiente podría participar, ya mejor preparado y todos esperaban con ansias ver a Park Jimin bailando en el escenario. Yoongi era él más orgulloso de todos.

Por ahora las presentaciones de la mayoría habían pasado, pero estaban en un receso de unas horas para comer y en la noche seguir con los perfomance que cada grupo o local había preparado.

Jimin había querido poner un puesto, está vez con la temática de mandarinas, haciendo Cupckaes y galletas con fragancia de mandarina. Había Sido un éxito y todo se había acabado, por lo que su abuela lo había insistido en que fuera con Yoongi en una más de sus citas.

Ahora estaban en un picnic espontáneo que Yoongi había organizado, bajo un precioso y fructífero árbol de mandarina.

—Gracias por el picnic, Hyung —Jimin estaba entre los brazos del mayor, ambos ya estaban acostumbrados a estar cerca uno del otro.

—Jiminnie ¿Que te dije de agradecer? Esto es solo lo que mereces, no hay nada que agradecer —le dijo sonriendo— Aún así...me gusta agradecerle, se esforzó mucho —dijo mordiendo su labio inferior.

—Solo termina de comer el pastel de mandarinas...—pidió Yoongi con las mejillas sonrojados.

—Solo me quiere hacer comer para que no vea sus mejillas sonrojadas —refunfuñó el menor pero aún así hizo caso.

—Tonterias —restó importancia el mayor, haciendo que Jimin riera.

—Ya le pegó la frase Nana, Hyungie—se burló Jimin.

—Uh, es cierto...—admitió dándose cuenta de ello— luego voy a comenzar a quejarme de que me duele la espalda y no quiero caminar —frunció el ceño logrando sacarle otra carcajada al pelinaranja.

—¡Hyung! Pero si ya lo hace —señaló haciendo que Yoongi lo viera indignado.

—¡Oh, pequeño mentiroso! ¡Cómo te atreves! —exclamó Yoongi haciéndole cosquillas al menor aprovechando su posición.

—¡No! ¡Hyung! ¡Que no veo! —reía y se retorcía entre risas Jimin al no encontrar escapatoria de las cosquillas.

—¿Qué? No te entiendo Jiminnie, habla bien —sonrió malvado el mayor al seguirle haciendo cosquillas.

Ambos se sumergieron entre risas y sonrisas, el pelimenta dejando escapar carcajadas cuando llegó el turno del menor de vengarse y Yoongi dejando ver sus encías ante las carcajadas y sonrisas que salían de su boquita.

—¡Esta es la venganza de Jiminnie! —ambos jadeaban sonriendo entre risas.

—¡No! Ten piedad, gran Jiminnie —pidió Yoongi entre risas.

Ambos después de unos minutos se separaron jadeando ante la guerra de cosquillas y sus caras rojas con un gran sonrojo era la prueba de ello.

Ambos, después de eso siguieron comiendo, aunque quejándose de su abdomen cuando querían reír.

—Jimin-ah

—¿Si, Hyung?

—...Te amo... —Yoongi no pudo evitar retener su confesión, hace un año que simplemente quería decir aquellas palabras.

Los ojitos miel de Jimin se cristalizaron, brillando como dos lucesitas en el cielo, con el atardecer de fondo en aquella colina con árboles de mandarinas, les regala una vista tan preciosa y bella.

Un hermoso momento en su vida, en la vida de ambos.

Ambos se acercaron inconscientemente, sus respiraciones acompasadas, sus alientos mezclándose en uno y viendo los ojos de ambos. Se dieron aquel primer beso que tanto deseaban, que sus corazones anhelaban y que ahora podían disfrutar. Un beso lleno de ternura, amor, cariño y sobre todo con mil y un sentimientos en la atmósfera. Con sus corazones latiendo fervientemente, recordándoles que era real, que eso estaba pasando. Sus labios moviéndose en una danza de amor, en un solo sentir, dando leves movimientos, lento, un beso que marcaba el inicio de algo, que marcaba el inicio de una relación.

Retirándose, sin quererlo realmente, ambos se sonrieron con sus respiraciones aceleradas, con sus corazones golpeando fuertemente en su caja torácica y con las emociones a flor de piel.

—Yo también lo hago Hyung...te amo—una pequeña lagrimita salió de los ojos de Jimin y seguido de ella, otras dos más, siendo retiradas con delicadeza por Yoongi.

—No sabes cuánto espere por decirte y escuchar eso...—Yoongi lo miró con una ternura incomparable, dándole un fugaz beso en aquella bonita nariz perfilada.

—Yo igual Hyung...yo igual —ambos se abrazaron, no queriendo separarse nunca, porque estar entre los brazos de ambos era donde se sentían más que cómodos, era un hogar para ellos.

El pueblo estaba alegre, después de que todos vieran un beso que la porfin confirmada pareja se había dejado delante de ellos, los había puesto de tan buen honor a todos. Dando un gran grito en alegría y siendo un motivo más para seguir de largo aquel precioso festival.

Realmente siempre y por siempre quedaría como: el hermoso mejor momento en la vida de Jimin y Yoongi.

—Ya se habían tardado, tortolos —la voz familiar para la reciente pareja los sorprendió.

—¡Nana! —Jimin se escondió en el pecho de su pareja avergonzado.

—Abuela Choi, que bueno que nos tenía fé —rió Yoongi con su ronca voz.

—Bueno, no es que fuera un secreto que había algo entre ustedes—la abuela se encogio de hombros—Cierto, les dije que hoy se hacían pareja si o si—Jungkook se entrometió— Paguenme —pidió extendiendo su mano.

—Rayos—exclamaron 4 voces—toma —tanto Chanyeol, Jongin, Nam y Hoseok le pagaron ¥10000 a Kookie.

—¿Apostaron?—preguntaron tanto Jimin y Yoongi entrecerrando los ojos— ¿Qué? Nosotros deberíamos estar indignados, perdimos dinero —se defendieron, mientras Kook con Tae festejaban.

—Realmente los indignados deberíamos ser nosotros—se quejó Jimin y Yoongi asintió.

—Eso les pasa por apostar—las parejas de los perdedores negaron con una sonrisa— Pero...

Los perdedores de la ridícula apuesta quisieron protestar, pero mejor callaron para ir a tomar la mano de sus respectivas parejas.

—Supongo que gracias por la fé en mi kook —dijo sarcástico Yoongi y todos rieron.

—De nada, Hyung —la pareja rodó los ojos pero siguieron platicando y festejando con sus amigos y el pueblo.

Realmente había Sido un día memorable.

🍊

U

n año después, la pareja seguía con sus múltiples citas espontáneas, riendo de cualquier cosa y amándose como siempre.

—Hyung, ¿Puedo dormir hoy contigo? —preguntó el menor en voz alta desde la habitación de su Hyung esperando que el mayor saliera de la ducha.

—Claro que si, cariño.

Respondió Yoongi desde el baño y Jimin sonrió, amaba demasiado cada apodo que le daba su precioso Novio. Éste año de noviazgo había sido hermoso, aún con sus altos y bajos, Jimin esperaba que siguiera así hasta el resto de su vida.

Y claramente sería así.

—Mochi, se me olvidó mi camisa, pásamela —pidió el mayor saliendo de la ducha con un pantalón holgado, dejando al aire su pecho descubierto.

Al pelinaranja se le colorearon las mejillas de rojo, a pesar del año de noviazgo aún le avergonzaba ver alguna parte descubierta del mayor, a pesar de todos sus momentos íntimos.

—Ten, amor —le pasó la camisa Jimin con sus mejillas sonrojadas y Yoongi lo miró enternecio— Ay mi amor, ya tenemos un año juntos, no te avergüences —pidió dándole un besito.

—Tienes una piel hermosa, Hyung. No puedo evitar sonrojarme —le respondió honesto.

—Yo igual amo cada parte de ti, Jimin-ah —ambos se dieron un hermoso beso lleno de amor, ambos capturando el belfo del otro, en una danza lenta y sensual.

—Dejame ver tu espalda —pidió Jimin con su voz suave y Yoongi asintió algo nervioso.

Jimin miró con ternura cada cicatriz que casi no se notaba en la espalda de su pareja, simplemente amaba besarlas, diciéndole en cada beso a Yoongi que amaba y aceptaba cada parte de él.

Yoongi suspiró con cada beso dejado.

—Ah, no tienes que hacer eso siempre cariño —le dijo Yoongi, pero Jimin sabía que le gustaba que lo besara de esa forma.

—No tiene nada de malo, amo besar cada parte de ti —El pelinaranja sonrió besando otra cicatriz y otra— Ya sé...pero esas cicatrices no me gustan...

—Yonnie —Jimin lo giró tomando la cara de su enamorado para besar con reverencia aquellos finos labios.

— Así como tú amas cada parte de mi, yo amo cada parte de ti. No pienses en cómo obtuviste cada una de ellas, solo piensa que son parte de ti y yo las amo solo por estar en tu piel.

Es que aquellas cicatrices las había hecho el padre de Yoongi, quien era un borracho y su madre una mujer que los había abandonado, dejandolo en manos de un hombre que se la pasaba en vicio y había obligado a su hijo a estudiar la carrera que él no pudo terminar. Pero Yoongi una noche había escapado con sus ahorros cuándo el hombre llegó solo a golpearlo con el cinturón y evilla, solo porque una vecina le había dicho que había encontrado a su hijo besando a un chico, dejando algunas cicatrices en la espalda de Yoongi.

Al día siguiente, Yoongi se había encontrado perdido, vagando entre bosques y diferentes campos, se había dejado caer cerca de un árbol de mandarinas y fue ahí donde se encontró con la Abuela Choi.

Es lo que Yoongi en una noche con Jimin entre sus brazos le había dicho al más bajo, y éste escuchándolo con lágrimas en los ojos para susurrarle palabras de amor y aliento. Aquella vez, fue la primera vez de ambos.

Pero Jimin igual contó como sus padres habían muerto en un accidente cuando una avalancha en una montaña los había tomado de sorpresa, apenas tenía dos años en ese entonces y su abuelita se había echo cargo de él. Ambos abrieron lo que tenían oculto en lo profundo de su corazón, confiando en el uno con el otro y consolandose mutuamente.

Dónde ambos abrieron su corazón y se entregaron en cuerpo y alma.

Yoongi lo miró tímido pero a la vez con mucho amor y Jimin le dió un beso más apasionado, ambos sentándose en la gran cama, para dejarse caer y iniciar una sesión acalorada de apasionantes besos. El cómo ambas lenguas invadian la cavidad bucal del otro, en una batalla de lenguas con sus corazones latiendo al mismo tiempo, con pasión y amor, Yoongi succionando el gordito labio inferior, ambos gimiendo en el proceso.

La camisa del menor voló en algún lugar de la habitación, ambos enfrascados en rozarse mutuamente.

Sus labios contrastaban entre sí, fundiéndose en un intenso beso que subía de nivel, al que igual la temperatura en el cuerpo de ambos. El menor capturando el labio inferior del pelimenta succionando y a la vez Yoongi daba caricias en la cintura de su pareja.

—Amo el dulce sabor de tus labios, Minnie —le dijo con la respiración acelerada separándose en un chasquido para succionar la piel del cuello del menor.

—Hyung... —suspiró Jimin frotándose en su novio.

—Cariño...—gruñó Yoongi a la vez que movía su cadera y Jimin igual, ambos rozando sus miembros sobre la tela de sus pantalones.

—Ven —pidió dejado que el menor se acomodara a horcajadas y que los dos sintieran el gran bulto de ambos.

Siguieron besandose, ambos con sus respiraciones agitadas en un apasionado beso. Yoongi arrastró su traviesa lengua en los labios del menor, pidiendo permiso de entrar, Jimin abriendo más su boquita dándole acceso, sin dejar de mover sus caderas en una lenta y tortuosa fricción.

Ambos jugaron con sus lenguas en un beso desordenado, con Jimin saltando en la entre pierna del mayor, gimiendo ambos entre beso y beso. Yoongi succionó el gordito belfo inferior del menor, haciendo que Jimin jadeara entre el beso, daba caricias en el abdomen y cintura del menor haciendo un trazo de fuego que volvía loco al menor.

Yoongi sin soportar más sacó ambos miembros de sus pantalones, juntandolos y Jimin se perdió entre las placenteras manos del mayor envolviendo ambas erecciones.

—¡H-hyung! —gimió Jimin sintiendo espasmos, ya casi acababa.

—Vamos, juntos amor —Yoongi artículo apenas en un grave gruñido, jadeando, subiendo y bajando con su mano, masturbando las entre piernas de ambos.

Las manos venudas del mayor hacían todo más placentero para ambos, Jimin subía y bajaba dándole impulso a su pareja, los dos, perdidos en el placer y lo correcto que se sentía.

—¡Jimin!

—¡Yoongi!

Ambos gimieron con un grito, cuando el climax de su placentera acción los embargó, ambos viniéndose en la mano del mayor y en el abdomen de ambos.

Jimin poniéndose laxo cuando su semen salió de su entrepierna y con su cabeza en el cuello del mayor jadeó con su respiración agitada, con los espasmos de lo placentero que fue. Yoongi se dejó caer en la cama con su pareja en su pecho. Las réplicas de placer amenguando poco a poco.


El orgasmo los había embargado a ambos rápido y duro, la pareja sintiendo la escencia del otro en sus abdomenes y Yoongi aún con su mano manchada de fluidos blancos.

Dejando a su pareja delicadamente en la cama cuando ésta se quedó dormida, fue al baño y se lavó, para después limpiar a su pareja.

—Me...quiero bañar...Yonnie —habló el menor despertando—Bañemonos juntos, amor —respondió y el pelinaranja asintió.

—Pero ya te habías bañado...

—Da igual, me gusta bañarme contigo —ambos se dieron un casto beso aún con sus labios hinchados ante la ardiente y placentera seción que se habían dado.

Una media hora más tarde ambos se encontraban entre las sabanas del mayor, dándose mimos mutuamente, abrazados como koalas.

—Te amo...Jimin-ah

Yo igual, Yonnie...


Se sonrieron para seguir durmiendo, con sus respiraciones calmadas y sus corazones latiendo en sincronía.

🍊

Unas semanas después la pareja seguía con su vida cotidiana, pero esta vez juntos.

Yoongi había publicando un nuevo libro, llamado Never mind. Mientras Jimin seguía con la frutería Serendipity pero a la vez llendo a clases de Baile, practicando una nueva coreografía llamada filter.

Todo seguía normal, pero ahora la pareja se la pasaba junta, a veces con la abuela Choi recolectando frutas y vegetales en la huerta y recolectando mandarinas como ahora.

—Jiminnie, me cayó una mandarina en la cara—se quejó Yoongi con un puchero sobándose la zona.

—Oh, Pobre Hyungie —Jimin le dió un beso en la zona afectada.

—Creo que aquí igual me cayó otra—señaló sus labios haciendo un pico.

—Claro, claro—rió Jimin para darle un casto beso, su Hyung era todo un mimoso.

—¿Me van a ayudar a recolectar las mandarinas o se seguirán comiéndo?—preguntó la mayor con una canasta con mandarinas.

—¡Nana! —se quejó la pareja con un sonrojo.

—Vamos tortolos que esto no se hará solo.

Ambos rieron asintiendo.

—Acuerdate Nana que no puedes cargar mucho peso—le dijo Yoongi.

—Tonterias, está chica todavía es fuerte—les guiñó un ojo a ambos y estos rodaron los ojos.

—Claro, nana—Jimin le dió un beso a su abuelita en la mejilla y le quito la canasta de las manos.

Entre Yoongi y Jimin recolectaron las mandarinas de los árboles, mientras la abuela Choi se quejaba de que eran unos tercos por no permitirle hacer nada, pero se veía a gusto bebiendo su limonada.

Todo estaba bien y desde ahora Jimin y Yoongi disfrutarían juntos; con sus amigos, la abuela Choi y la familia que era todo el pueblo.

Pues después de todo era el lugar para todas aquellas almas perdidas que buscaban un lugar donde poder ser ellos. Un lugar tan lejos y a la vez tan cerca, ese era far away, dónde todos pueden buscar su propia felicidad y no olvidemos por supuesto, a la mejor tierra de mandarinas, dónde recidian las más jugosas.

Yoongi estaba más que encantado con pasar su vida con Park Jimin y con aquellas mandarinas de dulce sabor.


🍊

Wow, 11,100 palabras, es la primera vez que escribo un OS tan largo, creo que me emocioné un poco —mucho— jeje.

Espero les haya encantado, realmente amé escribirlo y no quería esperar a publicarlo hasta mañana🥺💕

La primera persona que me diga cuántas mandarinas hubieron en el OS, le didico el otro OS🥺

Gracias por leer, toma, te doy otra mandarina🍊 espero te guste.

—Luna🌙

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro