CAPITULO 1 - FANTASIA O REALIDAD
La pastilla roja al levantarse, la capsula amarilla antes y la verde después de desayunar. Kim JongIn debía mantener un régimen todas las mañanas, desde sus horarios de sueño y su alimentación hasta su vestimenta: los estampados de varios colores estaban fuera de lo permitido.
JongIn debía mantener un corte de cabello manejable, lo suficiente como para verse presentable hasta después de dormir, ¿Por qué? Este chico de tez oscura, gruesos labios, ojos color miel y castaños cabellos tenía completamente prohibido estar frente a los espejos o cualquier otro elemento que cumpla su función.
Debido a esto, su propia apariencia era desconocida para él. Ya que ni siquiera tenía permitido tomarse fotografías, de aquella gran mansión en la que vivía, fueron retirados todos los cuadros y pinturas en la que aparecía.
El heredero nunca cuestionó aquellas imposiciones. Según los rumores, cuando tenía apenas 14 años cumplidos, fue testigo del asesinato de sus padres, las circunstancias en las que acontecieron los hechos fue un misterio, ya que el trastornado pequeño apenas alcanzaba a pronunciar incoherencias.
Después de que aquel suceso macabro lo dejara mentalmente afectado, el adolescente fue ingresado a un centro psiquiátrico. Luego de meses de tratamiento fue dado de alta aparentemente recuperado, salvo por un detalle, la mente del joven estaba en blanco.
Pero los rumores eran solo eso, suposiciones de lo que pudo o no pasar. A sus 22 años y con la empresa familiar sobre sus hombros, el pasado ya no era un tema de importancia. Para JongIn, su vida inició al salir de la clínica donde lo trataron. Todo recuerdo de años antes fueron enterrados en lo más profundo de su subconsciente.
"¿Quieres salir a jugar?"
Esas palabras retumbaron en la amplia oficina del moreno, aquella voz seductora acarició sus tímpanos causándole un cosquilleo en todo el cuerpo. No era la primera vez que la oía. Pero en esta oportunidad, cuando volteó para ubicar el origen del sonido, cerca del umbral de la habitación se encontraba sentado sobre sus patas traseras un gato. Su pelaje cubría de un negro nocturno su felino cuerpo, el animal tenía aquellos ojos color esmeralda puestos en él, como si lo estudiara.
"–Vamos JongIn, ¿quieres salir a jugar?"
Luego de oír al felino hablar, lo más lógico sería asustarse, huir o esconderse. Pero algo en el misterioso animal despertó en JongIn un sentimiento antes desconocido para el joven; curiosidad.
"–Sígueme JongIn, prometo que te divertirás"
Por primera vez, sintió su corazón acelerarse llenándolo de una emoción indescriptible. Sin dudarlo persiguió al gato negro por los largos pasillos de la mansión cuando este se dio a la fuga.
Tras abrir la última puerta al final del camino, la cual el minino había "atravesado", se encontró con una oscura habitación, no había nada que adornara el espacio salvo por un gran espejo de pie. Consumido por ese nuevo sentimiento, avanzó a paso lento, y rompió la regla más importante. No había vuelta atrás, sin enterarse derrumbó uno de los pilares que sostenían su cordura.
Quedo atónito al ver la imagen formada frente a él, por primera vez veía su rostro, sus facciones, sus propios gestos. Pero lo que causó que el chico pase de estar emocionado a aterrado, fue el momento cuando lo que en teoría era su reflejo, dejó de imitar sus movimientos al curvar sus labios en una sádica sonrisa.
"Es hora de jugar, JongIn..."
Esa vez no fue aquel gato sino su propia imagen la que habló. Sin tener tiempo de reaccionar, su opuesto atravesó el material reflector y tiro de sus muñecas arrastrando al heredero a través del espejo.
La curiosidad pudo más que el miedo, debido a esto, JongIn quedó inmerso en una completa oscuridad.
"Bienvenido al mundo de las pesadillas JongIn... mi querida Alicia"
***
Oscuridad, lo único que había a mi alrededor era oscuridad.
Luego de que aquella voz dejara de escucharse, JongIn se vio sumido en un silencio sepulcral el cual apenas era interrumpido por los latidos de su propio corazón.
Avanzó lentamente, esperando encontrarse con una pared, algo... cualquier cosa que pudiera ubicarlo en el espacio pero nada.
–Esto es inútil... –reclamó entre dientes mientras seguía en sus intentos –¿Qué clase de juego es este? ¡Si van a molestarme trayéndome aquí al menos tengan la decencia de presentarse! –rechinaba los dientes, molesto por la situación. La ira también era un sentimiento nuevo para él.
Era natural que en esas condiciones no pudiera ver que el suelo tenía un enorme hoyo. Sus gritos se perdieron entre otros tantos, como si se tratase de almas en pena buscando una salida. Con la sola idea del daño que podía hacerse al final de la caída libre, no supo medir el tiempo exacto que estuvo en el aire antes de que su espalda tocara el suelo.
Al abrir los ojos se vio en medio de un bosque. Era ilógico, debería tener algún hueso roto o al menos sentirse adolorido después de aquello.
–¿Dónde demonios estoy? –preguntó a la nada. Mientras se levantaba de entre hojas secas y delgadas ramas, veía a su alrededor.
Al avanzar por aquella floresta casi irreal, estaba más que convencido que todo era producto de alguna sustancia alucinógena que le hicieron consumir. En algún momento debieron de burlar la seguridad logrando aquel propósito.
–Me pregunto, ¿cuánto tiempo más durará el efecto de esta droga? –se cuestionó manteniéndose firme en su teoría. De ser así ¿cuán grande era el lugar de su prisión?. Pareciera que ya recorrió kilómetros y aún seguía sin toparse con una pared.
–¿Seguirán ocultándose como cobardes? ¡¿Qué diablos quieren de mí?!– exclamó a gritos, sintiéndose más frustrado conforme pasaba el tiempo en ese oscuro lugar.
En aquel desahogo, sintió casi romper sus cuerdas vocales, aunque tenía la sensación de que nadie lo escuchaba. Sus piernas pedían por descanso por lo que cayó rendido al pie de un gran árbol.
Cerró sus ojos solo por un momento, intentando una vez más analizar lo que estaba pasando. Quizás se trataba de un sueño, uno muy vívido. Sospechaba que algún empleado molesto le administró alguna droga experimental. Como único dueño de una gran empresa farmacéutica, era normal tener enemigos, ya sea dentro o fuera de la corporación.
Pero el crujir de las ramas a unos metros de él hizo que retome la guardia. Observó con detenimiento aquella zona notando una pequeña sombra detrás de los arbustos.
–¿Quién eres y que es lo que quieres? –demandó en voz alta, incitando al extraño a salir de su escondite.
–¡Soy KyungSoo! –gritó un chico, dejándose ver ante el moreno. El cuerpo entero del recién llegado temblaba mientras se acercaba a JongIn.
El más alto entrecerró los ojos al ver al chico acercarse, echándose a reír poco después. –Así que no tienen otro plan más que mandarte a ti, ¿cuál es su plan, eh? ¿Piensan que aceptaré sus exigencias si mandan a alguien tan... frágil? –acusó al recién llegado apenas lo tuvo frente a él. –Resuélveme esta duda, ¿qué fue lo que me dieron para terminar aquí? O mejor dime, ¿qué quieren? ¿Dinero acaso? ¿Qué quieren a cambio de liberarme? –cuestionó con frustración.
El chico frente a él no parecía tener más de 20 años, su delgado y pálido cuerpo delataban un precario estilo de vida. Tenía unos enormes ojos que veían con susto al más alto, miedo que el autonombrado KyungSoo ocultaba con esmero mordiendo sus acorazonados labios
–Discúlpame, pero para que tengas una idea de qué sucede en mi cabeza, ni siquiera sé dónde estoy... –suspiró sentándose sobre sus piernas frente al moreno. –...Solo recuerdo seguir a un gato negro a la bañera de... alguien y desperté en un salón.
–¿Una bañera dices? –inquirió luego de estudiar cuidadosamente las expresiones del más bajo al hablar. Los mentirosos tienen ciertos rasgos y muletillas que los delatan, pero él no parecía tener ninguna. O decía la verdad, o solo sabía esconderlas muy bien.
–Así que alguien te secuestró... Dime KyungSoo, ¿acaso te dieron algo de comer o beber? ¿Te inyectaron algo o te hicieron aspirar alguna sustancia? –indagó con interés. Quizás podría obtener algunas respuestas después de todo.
–Ese gato, ese gato me habló... –dijo en un susurro apenas audible, con miedo a perder la poca confianza que estaba depositando el joven en él y le hiciera cosas malas. Aunque era el primer hombre con el que tenía una conversación "normal", seguía temiéndole. –...Él me dijo que lo siga, que podría escapar de la vida de mierda que tenía. –bajó la mirada, apretando sus rodillas con las manos. –Pero mírame, aquí estoy, sin saber siquiera qué es este lugar.
Tras oír el relato del más joven, apoyó su espalda contra el árbol soltando luego un pesado suspiro. –Supongo que fuimos engañados por la misma... cosa –concluyó luego de analizar su historia y compararla con la propia. –Me llamo JongIn... –dijo con una amabilidad que él mismo desconocía tener
–Ya sabes mi nombre... –rió levemente, con una tierna sonrisa acorazonada. –¿Dónde te encontrabas cuando despertaste? –preguntó al elevar la mirada.
–Acerca de eso... quizás ni siquiera estamos donde creemos estar, tal vez solo estamos dormidos, ¿quieres saber lo que pienso? Esto solo puede ser obra de algún científico loco jugando con drogas alucinógenas... ¿o que lógica le encuentras a aparecer en un mundo así luego de cruzar por un espejo o una bañera? Simplemente no la tiene –explicó al chico, notándolo tenso de pronto. –¿Piensas que estoy loco? Más demente estaría de creer que todo es real –confesó
–Yo hablé con otras personas antes de encontrarte a ti –susurró, mientras su timidez volvía. –Un chico me llevó a su "hogar". –hizo comillas con los dedos y volvió a hablar. –...Él podía leer mis pensamientos, yo pensé que esto era una pesadillas y el solo respondió que era más real de lo que yo creía... –susurró al recordarlo y miró el césped mientras jugaba con sus dedos. –Si esto es un experimento, el que lo creó debe ser demasiado hábil.
–Así que lo que hacen es usar tus pensamientos en tu contra –no pudo más que sonreír ante aquello ya que JongIn no tenía recuerdo o pensamiento que puedan usar en su contra, apenas y poseía algún sentimiento básico. –Tal vez podamos salir de este manicomio, ¿qué dices? Debemos intentarlo –concluyó luego de pensarlo un poco. Si bien no estaba seguro de confiar o no en el chico, estaba seguro que no tendría posibilidades solo.
–Será mucho más fácil con tu ayuda... –afirmo el de grandes ojos. –Pero antes, date la vuelta –dijo mirándolo, tratando de ofrecerle toda su confianza a pesar del miedo que aun sentía.
El moreno elevó una de sus cejas ante su peculiar pedido, concediéndole aquello como prueba de confianza. –Y estoy haciendo esto porque...–dijo con duda luego de darle la espalda.
–El chico del que te hablé, tenía alas. Ese... ese chico... –farfulló al punto del llanto, al recordar como jugaba con sus recuerdos, como usaba las mismas palabras que usaban sus "dueños".
–Está bien... puedes comprobarlo tú mismo... –dijo tras oír su justificación. Si bien aún creía absurda la idea que un chico con alas lea tus pensamientos, el más bajo se oía de verdad afectado por ello.
KyungSoo tragó el nudo que tenía en su garganta y acarició la espalda del supuesto humano. Fue lento, con una delicadeza propia de él. –Tal vez en verdad eres un humano. –sonrió calmado al concluir eso. Era la primera vez que se sentía feliz de ver a un hombre. Retiró su mano de la espalda ajena, dándole a entender que podía volver a darse vuelta.
–¿Satisfecho? –inquirió tras voltear nuevamente. –Como vez, no tengo nada que ocultar.
El más bajo rió, y trató de no derramar lágrimas. Tenía ganas de llorar, de mandar todo al diablo y dormir como si no hubiera un mañana. Pero debía ser fuerte, puede que su físico no le ayudara, pero su voluntad lo compensaba.
–Dime, ¿por qué quisiste escapar a esta pesadilla? –el chico se veía tan frágil, causando en él una sensación extraña difícil de explicar. –O mejor dicho... ¿Qué planeas hacer después de salir de aquí?
–Yo... yo no controlo mi vida. –susurró mientras lo miraba, una pequeña lágrima salía de su ojo izquierdo. –Es una larga historia. –limpió sus lágrimas mientras mordía sus labios, conteniendo sus ganas de llorar.
–No soy quien para juzgar tu vida, pero si fuiste capaz de caer en este lugar... tal vez debas pensar en la forma de tomar el control –se dirigió al chico mientras lo veía de reojo.
–No...no entiendes. –soltó tras una risa lastimera. –Soy débil, solo mírame. –dijo al ponerse de pie y liberar todas aquellas lagrimas que había retenido, rompiendo en llanto. –Ya lo intenté muchas veces... solo recibo golpes y más golpes. –sollozaba hipando mientras trataba de calmarse. –Pero...no importa, solo tratemos de salir de esto, ¿sí? –pidió luego de controlar sus emociones desbordadas, en un intento poco convincente de ocultar todo lo que sentía, bajo una mirada sumisa.
–Justo ahora no estás en peligro de ser golpeado. Si sales de aquí puedes pensar en una vida diferente, ¿no lo crees?– Era verdad, el chico se veía frágil en todos los sentidos, como un delgado cristal capaz de romperse con la brisa más sutil. –No suelo hacer esto, pero en vista de que me estas ayudando a salir de aquí... te puedo devolver el favor ofreciéndote trabajo en mi empresa y un lugar donde quedarte hasta que puedas mantenerte por ti solo...
–No, no importa. En verdad no es importante lo que me suceda... –respondió negando, el tortuoso pasado del menor lo había roto por dentro, toda una vida de injusticias, de hombres que ratificaban noche tras noche que no era más que un objeto, le hicieron creer que era cierto. –...Ahora lo importante es averiguar cómo saldremos de aquí. –le mostró una de las tantas sonrisas que simulaban aceptación, y le tendió sus dos manos al chico que aún estaba sentado.
–Si no te importa lo que te suceda, tampoco debería importarte en dónde estas, ¿no lo crees? –se valió del más bajo para levantarse y observó atentamente a su alrededor. –¿Hacia dónde sería correcto ir?
–Solo importas tú ahora. –susurró mientras miraba a sus lados. Todos sus dueños le habían enseñado que lo que suceda con el jamás iba a estar por arriba de los demás.
–No digas tonterías KyungSoo, yo me basto solo para cuidarme. Tú eres quien me preocupa –corrigió.
–De verdad... no importa –el menor bajó la mirada.
El más alto soltó un largo y pesado suspiro antes de buscar en sus bolsillos un pequeño estuche del cual tomó tres pastillas de distintos colores y se llevó aquellas medicinas a la boca, tragándolas sin más.
–Sigamos por el bosque, hasta atravesarlo –propuso finalmente. Era claro que no cambiaría la manera de pensar del adjunto, así que lo mejor que podrían hacer era centrarse en buscar una salida de ese extraño lugar.
Mis amores.
como se los prometí, el primer capítulo de esta historia^^ justo antes de que la fecha llegue a su fin*^*
Muchas gracias a NatyCB por el beteo>< se que fue a última hora.
Espero les guste y le den mucho love a esta entrega^^
nos vemos en la siguiente actualización:*
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