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Capítulo 37 🐺

Ari

Me pongo cómoda en el asiento de pasajero del Ford que alquilamos. Los Cheetos crujen en mi boca mientras mastico y mis ojos permanecen pegados en la carretera. Estamos a una distancia adecuada, esperando el momento para ver al señor Aiden salir de su oficina. Asher pensó que es buena idea seguirlo.

Tengo entendido que se hospeda en un hotel, pero no me lo creo. Cumplimos con todos los requisitos para ser detectives: ropa negra, auto negro y las trillizas nos dieron amuletos que ocultarán nuestro aroma.

—¿Crees que caerá en la trampa? —pregunto y llevo más Cheetos a mi boca.

Asher arruga la nariz.

—Sí. Ha estado muy distraído estos días y no sospechará del auto que alquilamos —masculla, mirándome con el ceño fruncido —. Te has comido dos paquetes de esa cosa.

Me encojo de hombros y destapo la botella de Pepsi para beber un trago. Mmm... delicioso. Viva la comida chatarra.

—Deberías probarlo —Le tiendo el paquete verde y él niega —. Es delicioso.

—No, gracias. Apesta.

Pongo los ojos en blanco.

—No puedo resistirme a esta bendición de queso. No me odies.

Sonríe.

—Te amo, pero no vas a besarme con ese sabor en tus lindos labios.

—¿Estás seguro? —inquiero, inclinándome hacia él.

—Ni lo intentes.

Tomo el cuello de su camisa y estampo mis labios contra los suyos. Asher los mantiene cerrados con fuerza y me río. En verdad está odiándome ahora mismo.

—Que aburrido eres —protesto y me aparto cuando él limpia su boca.

—No lo tomes personal, pero odio ese olor.

—Ay, sí. Qué delicado.

Pide silencio cuando un Bentley plateado sale del estacionamiento, justo a medianoche como había dicho.

—Mierda, ese es el auto de tu padre —murmuro.

—Mierda, sí.

—Mantén los faros apagados.

Me mira con los ojos entrecerrados.

—Ya lo sé.

Esperamos a que el señor Aiden se aleje lo suficiente y después lo seguimos con disimulo. Los nervios me carcomen y como los Cheetos con más desesperación. El olor inunda el interior del auto y Asher abre las ventanas para no vomitar. Me echo a reír mientras mastico.

—Apuesto a que al final de la noche vas a besarme —Levanto mi falda y le enseño mis piernas —. Un delicioso beso con sabor a Cheetos. 

Me mira de reojo y se lame los labios.

—Eres una pequeña tramposa, ¿eh?

Mi mano toca peligrosamente su entrepierna.

—Solo me gusta recordarte quien tiene el control aquí.

—Mierda, bonita...

Una bocina suena interrumpiéndonos y suelto una carcajada. ¡Oh, Dioses! Asher maniobra el volante mientras esquiva un camión que transporta maderas y casi nos atropella. Eso estuvo cerca.

—Concéntrate, lobito —coqueteo.

Sacude la cabeza con una sonrisa.

—Voy a cobrarte esa actitud más tarde.

Desabrocho los botones de mi escote. Tengo calor.

—Qué ganas.

—Déjame conducir tranquilo o provocarás un accidente.

—¿Yo? Eres tú quién debería prestar atención al volante.

—Entonces ya no me provoques.

—Ajá.

—Hablo en serio, Ari.

Hago un mohín en un gesto inocente.

—Bien, lo siento.

Cumplo con mi palabra y mantengo los ojos en el auto de su padre. Le indico qué dirección debe tomar para que pueda concentrarse. El señor Aiden nos lleva lejos de New Hope. En total son casi treinta minutos de viaje. Las luces de la ciudad se asoman poco a poco.

—¿Dónde demonios está yendo? —inquiero a pesar de que Asher no tendrá la respuesta.

—No lo sé, amor —contesta en tono tenso.

Me imaginé cualquier sitio menos este lugar. Llegamos a un conjunto de casas pintorescas, pequeñas y bonitas. Nada que ver al sombrío bosque del pueblo. Aquí hay vida y muchos colores. Estamos en los suburbios.

—Oh, wow... —musito.

—¿Vive aquí? —Asher mira la zona —. Dijo que se quedaba en un hotel.

Muerdo el interior de mi mejilla.

—Quizás vino a visitar a algún amigo.

Asher niega.

—Mi padre no tiene amigos. Asociados, sí —espeta —. Es un hombre muy reservado. No suele confiar en nadie.

—¿Entonces...?

El Bentley del señor Aiden frena justo frente a una casa de color verde con flores en el porche. Asher y yo nos quedamos en una manzana mientras observamos con fascinación suicida la escena. Su padre viste un elegante traje azul marino y sostiene un ramo de rosas en las manos.

Maldita sea.

—¿A quién le compras rosas? —cuestiono en voz baja.

Escucho los latidos del corazón de Asher.

—A las mujeres suele gustarle.

—A mí me encantan.

—Ari...

—Ya.

No quería admitirlo, pero lo que sucede aquí es muy obvio. El alcalde del pueblo, padre de familia y un hombre que creía honorable tiene una amante. ¿Cómo es posible? Apenas han pasado un par de días desde su ruptura con la señora Karlsson. ¿No tiene ni el más mínimo respeto con la mujer que le dio cuatro maravillosos hijos? Esto no es justo.

La mano de Asher sostiene la mía mientras el señor Aiden se acerca la casa y luego la puerta se abre. Una mujer familiar sale a recibirlo. Me falta el aliento debido a la conmoción y parpadeo varias veces para asegurarme de que mi visión no está fallando.

¿Es ella...?

Su vestido blanco es modesto combinado con tacones altos. Su largo cabello rojo está suelto y se pone de puntitas para besarlo con pasión desenfrenada. Me cubro la boca en completo shock mientras intento no gritar.

Esto es... impactante.

—Santa mierda —La voz de Asher es tranquila y confundida—. Santa... —dice más alto y se gira hacia mí —. Mierda, ¿cómo se llama ella?

—Lily —jadeo.

La puerta se cierra y la feliz parejita desaparece de nuestras vistas. ¿Qué carajos acabo de ver? No es posible, no me lo creo. Lily ha estado perdida del pueblo, mantuvo el perfil muy bajo. Ya casi no la recuerdo. Dioses...

Mierda. Mierda. Mierda. Tiene que ser una broma de mal gusto.

—No puedo creerlo —Se ríe Asher en tono incrédulo —. Ella podría ser su hija.

—Asher, conduce lejos —pido —. Ya vimos más que suficiente.

—Joder —dice dando la vuelta el auto en una U y sacándonos del barrio sin pasar por la casa —. ¿Qué mierda fue eso? Mi padre es un asalta cunas.

Meto la mano en mi bolsa de Cheetos y como con la boca abierta.

—Esto es realmente malo, lobito.

Mi cabeza empieza a atar cabos sueltos mientras me concentro en mirar a través del parabrisas. ¿Cómo pasó esto? Hace un año la conocí y compartíamos una cabaña. ¿En qué momento se cambió de casa? Me imagino que no quería levantar sospechas. ¿Y Ethan? Jamás volví a verlo. También fue amiga de Marianne y más de una vez la sentí muy falsa.

—Me niego a creerlo, Arianne. Mi padre sería incapaz —murmura, dolido —. Yo...

—Hey —intento consolarlo —. A veces creemos conocer a una persona cuando en realidad no lo hacemos en absoluto. No hay forma de justificar esa escena que vimos.

Su mandíbula se tensa.

—¿Cómo demonios voy a verlo después de esto? Quiero darle un puñetazo en la cara —Toma una respiración profunda —. Nunca podré perdonarlo.

Le toco la mano para calmarle el temblor. Su vena parece a punto de estallar. No encuentro palabras para tranquilizarlo. Me sorprende que tenga energías para conducir.

—Llévanos a nuestra antigua cabaña y hablaremos con calma. Estás muy alterado.

No responde y el viaje transcurre en silencio. ¿Lily podría ser el monstruo que sospecho? ¿Por qué de repente puso interés en el Karlsson mayor? Bien dicen que para derrotar al enemigo hay que tenerlo cerca. ¿Eso ha hecho ella? ¿Se involucró con Aiden porque quiere arruinarme?

🐺

El polvo inunda cada parte de la cabaña en el momento que abrimos la puerta. Encendemos las luces y Asher apoya su espalda contra la pared. Las lágrimas brillan en sus hermosos ojos y de inmediato lo abrazo para consolarlo. Se ve muy angustiado y decepcionado. Oh, mi pobre lobito.

—Lo siento mucho.

—Él está siendo utilizado —Su voz se quiebra —. Esa niña no es ninguna humana.

—Lo sé y buscaremos una forma de comprobarlo. Reynard puede ver su aura.

—Me dijiste que vivía en el pueblo. ¿Por qué desapareció de repente?

Aparto el mechón que cae sobre su frente.

—No tengo ni idea. Recuerdo que teníamos un compañero de cuarto llamado Ethan. Él desapareció.

—¿Crees que ella puede ser...? —Ni siquiera es capaz de terminar la frase.

—No estoy segura, Asher.

—¿Qué explicación plausible puede haber? Por supuesto que es esa vieja malvada y está usando a mi padre para sus mierdas satánicas.

No lo contradigo porque esa teoría es muy probable.

—Ella piensa que aún somos ignorantes respecto a sus secretos y usaremos eso a nuestro favor. Haremos de cuenta que no sabemos nada, ¿bien?

—Necesito alejar a mi padre de ese monstruo.

—Lo haremos cuando sea el momento. Lo prometo.

—¿Cómo puedes estar tan tranquila?

—Alguien tiene que estarlo, ¿no? —sonrío.

Asher pasa las manos repetidamente por su cabello.

—Maldita sea, ella puede herirlo.

—Si quisiera lastimarlo ya lo habría hecho. Tu padre es importante —Le digo —. Apostaría que está quitándole información sobre nuestros planes.

—Debemos decírselo.

Rápidamente niego con la cabeza.

—Cuando menos sepan sobre la identidad de Abigail es mejor. Además, no sabemos si es ella. Reynard debe comprobar su aura —insisto.

Se sienta en el sofá y mira el techo cubierto por telarañas.

—Mi madre jamás se lo perdonará.

Mi pecho se oprime y me acerco para sentarme en su regazo.

—Yo tampoco lo haría. Está en todo su derecho de pedir espacio y no querer vivir con él.

—Lily es una niña para mi padre —masculla —. Estoy asqueado.

¿Niña? Es mi abuelita.

—Shh... ya no pensemos en el asunto —Beso su cuello y deslizo mi mano dentro de su camisa —. ¿Recuerdas que tenemos una noche romántica? Solos tú y yo. Nada de demonios.

—Bonita...

—Basta, Asher. No planeo lamentarme el resto de la noche —susurro —. Te necesito.

Nos miramos a los ojos antes de que se incline y me bese muy suavemente. Gimo dándole acceso a mi boca y él me devora con hambre. Nuestros alientos se mezclan, los jadeos son audibles en la silenciosa cabaña. Trata de alejarse en busca de aire, pero lo acerco más a mí y tomo el control de la situación.

Me siento a horcajadas en su regazo, abro los botones de su camisa negra y recorro sus abdominales definidos con las manos. Gruñe al sentir el contacto de mis uñas largas contra su piel bronceada. Dioses, adoro esta parte de su cuerpo.

—Me torturas cada minuto del día —dice entre besos —. Estar dentro de ti siempre será mi droga favorita.

—Asher...

Me levanta en sus brazos mientras asegura mis piernas alrededor de su cintura.

—No llegaremos a la cama, Arianne. Ya no puedo más.

—La alfombra —jadeo.

Sus labios nunca abandonan los míos mientras me deja sobre la alfombra antes de cernirse sobre mí. Mis ojos se posan en la chimenea detrás de él y lanzo una pequeña bola de fuego a los troncos de maderas. La habitación se vuelve increíblemente cálida y todo lo que puedo oler es a Asher. Su aliento sale en jadeos y su cabello cae sobre su frente mostrándolo más hermoso que nunca.

Lo amo.

Su boca se mueve a mis pechos y chupa con entusiasmo. Mordisquea mis pezones, tirándolos con sus dientes. Un suspiro de satisfacción retumba en mi garganta.

—Asher...

Arqueo mi espalda en la alfombra, mis piernas se abren en invitación a medida que baja por mi cuerpo y lame mi centro.

—Dioses... —suspiro con las manos en su cabello negro.

Devora mi punto más sensible con lametazos que me hacen rodar los ojos de tanto placer. Él es tan bueno complaciéndome. Mis piernas le rodean la cara mientras sonidos eróticos escapan de mis labios. Por un segundo quiero apartarlo porque es demasiado, pero Asher no se mueve. Chupa, lame y muerde hasta que un exquisito orgasmo azota mi cuerpo.

Sus ojos avellanas me observan cuando grito su nombre y una sonrisa arrogante curva sus labios. Él sabe que es un experto hacerme perder la razón con un simple toque.

—A veces pienso que el mundo se hará pedazos cuando llegas al límite —Se ríe con una expresión burlona —. Las luces parpadean y un temblor sacude la tierra. Usas tus poderes sin darte cuenta.

El rubor cubre mi cara.

—Aprendí a usar mis poderes gracias a las emociones. Ira, dolor, furia, pero tú... —Hago una pausa, recibiéndolo entre mis piernas temblorosas —. Me excitas, me haces sentir tanto. Cuando estás cerca siento amor, deseo, pasión...

Sus dedos se clavan en mis caderas cuando se desliza dentro de mí sin advertencia. Mi cuerpo se balancea por el primer empujón y oculto la cara en el hueco de su cuello. Asher maldice mientras me adapto a él, pidiéndole que no sea suave.

—¿Sabes que es lo mejor, Asher? —prosigo.

—¿Mmm? —gime.

—Que eres el primero, el único y el último.

Nuestros labios chocan, su lengua se sumerge profundamente en mi boca. Sus caderas se mueven sin descanso mientras inmoviliza mis muñecas por encima de mi cabeza. Acepto sus rudas embestidas porque lo quiero y lo necesito.

Con la frente pegada a la mía me toma como si no pudiera vivir sin mí.

Yo tampoco puedo, nunca podría.

Asher es mi vida y sin él me moriría.

🐺

Mi cabeza descansa en el pecho desnudo de Asher, mis piernas se entrelazan con las suyas. La luz de la chimenea ilumina nuestros cuerpos unidos. Estar con él siempre será la mejor experiencia. La magia nunca se acaba.

—No lo entiendo —susurra.

—¿Qué cosa?

—A mi padre —responde con la voz ronca —. Las compañeras son sagradas, forman parte de nosotros. Nadie podría compararse con ellas jamás. Es imposible.

Miro nuestras manos entrelazadas.

—El amor no siempre es suficiente. Ellos discutían mucho y no había confianza.

—Sí —concuerda —. La confianza es un factor importante y mis padres no la tenían. Imagino que ese fue el punto de quiebre para permitir que un tercero entrara en discordia.

—¿Por qué Lily? —frunzo el ceño —. Cuando la conocí admitió que estaba fascinada por los hombres Karlsson. Y vaya, consiguió a uno. Al mayor de todos.

Asher me abraza más a él.

—Mi padre no es una víctima, lo sé, pero su mente es frágil en estos momentos y puede ser manipulado muy fácilmente. Si Lily es Abigail debemos ayudarlo.

—La última vez me enteré que Audrey es Abigail.

—Ella puede cambiar de rostro cuando quiera o tal vez Lily es una súbdita más.

Una bombilla se enciende en mi cabeza.

—Cuando buscamos a Lily en la cabaña, Melody dijo que olía diferente. No como los humanos.

Asher se tensa.

—¿Por qué no lo mencionaste antes?

Me encojo de hombros con un bostezo.

—Perdón, lo olvidé.

Inclina mi barbilla hacia arriba y me besa muy despacio.

—Necesitas descansar. Te dejé agotada.

—Mmm... valió la pena. De hecho, quiero más.

Su carcajada provoca un vuelco en mi corazón.

—Veo que también eres una cosita insaciable.

—¿Quién no lo sería contigo, lobito?

La conexión visual se mantiene intacta mientras me mueve y estoy a horcajadas en su regazo. Sostiene mi cintura con sus grandes manos mientras se alinea en el lugar que ambos deseamos. Una vez que estamos listos, introduce su miembro dentro de mí, reclamándome por completo.

—Mi chica quiere sexo y yo le daré mucho sexo.

Pierdo cada gramo de mi aliento y disfruto tenerlo en mi interior. Nunca olvidaré lo bien que se siente.

Nunca.

🐺

Asher

Me despierto a la mañana siguiente con una Arianne desnuda y acurrucada a mi lado. El fuego de la chimenea se extinguió y me abraza en busca de más calor. Exploro cada pulgada de su cuerpo en la luz creciente, sorprendido de que todo sea mío. Puedo tocarla y tenerla cuando quiera. Me río al recordar cuanto suplicó la noche anterior. Me encanta volverla loca.

—¿Ari?

—¿Sí?

—Te llevaré a la cama.

—Mmm...

La cargo en mis brazos y subimos a la habitación que queda en el segundo piso. Continúa sin abrir los ojos mientras la recuesto en la cama y me acurruco detrás de ella. Estaría hundido en la miseria si no fuera por mi chica.

Mi familia está destruida, sucedieron situaciones que me desgarran y aún nos esperan cosas que me aterran. Andrew perdió a su hijo, papá engañó a mi madre y el futuro es incierto.

—Te amo —beso el hombro de Ari.

Dormimos acurrucados el resto de la mañana, complacidos y felices. Al mediodía me veo en la obligación de levantarme a cocinar algo porque mi estómago gruñe de hambre. Fue bueno perdernos en la cabaña, pero también peligroso.

Abigail, Theo y Claudius andan al acecho. Marianne también.

No hay mucho en la nevera, pero logro improvisar. Panqueques con café negro y trozos de naranja. Termino de preparar el desayuno cuando Arianne se reúne conmigo. Luce preciosa en el albornoz dorado y el cabello castaño suelto. Esos ojos verdes se iluminan mientras me mira.

—Hola —sonríe.

—Hey, bonita. ¿Hice mucho ruido?

Niega.

—No, no lo hiciste —me abraza la espalda —. Eres tan sexy cuando cocinas.

Le doy una media sonrisa.

—Te gusta todo de mí.

—Oh, sí.

Le pido que se siente en el taburete mientras lleno su plato con el panqueque. No protesta al ver el café negro. Disfruta mi desayuno como si fuera la mejor comida del mundo.

—No quiero regresar a la Fortaleza —mascullo y muerdo el panqueque —. Será difícil ver a mamá y no decirle nada.

Emite un suspiro.

—Ella ya sabe que tu padre tiene a otra mujer.

Joder. Mamá ha estado abatida estos días.

—No voy a parar hasta averiguar la identidad de esa mujer —clavo el tenedor en mi panqueque —. Humana no es.

Arianne sostiene la taza de café y lo bebe.

—Ya conocemos su ubicación —dice —. Tenemos la oportunidad de indagar más.

🐺

Ashton

Le ayudo a Reynard a hornear pasteles de fresa y chocolate. Ella se empeña en hacer cosas que la distraen de sus atormentados pensamientos. Anoche despertó llorando nuevamente. Es tan difícil ser dueña de unas habilidades que te hacen más mal en vez de bien.

A mi Roja le duele guardarse todo bajo llave. Es una tumba inquebrantable.

Sigue dolida por lo sucedido con Marianne. No importa si prometí remediarlo, ella está resentida y no puedo culparla. Andrew y Emmie perdieron a su hijo.

Estoy decepcionado de mí mismo.

Ya tengo un plan que la hará morder el anzuelo. Sabía que conservar el número de Marianne serviría de algo.

"Te daré una última oportunidad. Quiero verte esta misma noche"

La respuesta de Marianne es inmediata como lo esperaba.

"¿No estás molesto conmigo?"

"Lo estoy, pero necesito hacerte un par de preguntas. Si eres inocente como aparentas, búscame esta noche en el bosque. Solos tú y yo"

"Lo haré ️"

Un nudo se instala en mi garganta y guardo el celular en mi bolsillo. ¿Me hubiera gustado que las cosas entre nosotros sean diferentes? Maldita sea, no. Si lo fuera, jamás encontraría a Reynard. Marianne nunca estuvo destinada a mí. Solo me usó y ha llegado la hora de que pague todo el daño que ha hecho.

—Listo —Miro a Reynard quien le aplica chispas de chocolate a las galletas antes de meterlas al horno —. Ella aceptó verme.

—Bien —responde sin echarme un vistazo —. El segundo paso lo dará Emmie.

Mi expresión es confundida.

—¿A qué te refieres?

Reynard chupa sus dedos cubiertos de chocolate.

—Ojo por ojo, chico lobo.

Mierda. Algo malo se acerca, estoy más que seguro.

—¿Qué haremos con ella si logro atraparla?

Alza los hombros con indiferencia.

—Eso ya no es nuestro problema —Sus ojos marrones muestran rencor —. Su destino no nos pertenece.

Me asusta que se exprese de esa forma. La Reynard que conozco no es poco empática con la vida de los demás, pero hablamos de Marianne. Ella no merece misericordia.

—Sí, tienes razón —susurro —. La atraparemos y que los dioses hagan lo que consideran necesario.

🐺

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