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Capítulo 33 🐺

Ari

Examino mi atuendo en el enorme espejo del armario. El vestido rojo de lycra es muy ajustado y apenas cubre mi trasero. Tiene una capa corta y capucha. Soy una versión más sensual de Caperucita Roja. ¿Qué pensará Asher cuando me vea? Probablemente pegará un grito al cielo, pero me da igual. Amo mi disfraz.

Mi largo cabello castaño lo dejo suelto, mis labios están pintados de un profundo rojo y el maquillaje oscuro es asombroso. Reynard se lució con él. No puedo esperar para unirme a la fiesta. Será una noche divertida.

Las chicas no se quedan atrás con sus disfraces. Reynard es una caliente diablita, Emmie la novia cadáver y Melody una sexy Elizabeth Swann.

—¿Qué tal me veo? —pregunta Reynard.

El disfraz de diablita combina con su cabello rojo y es bastante provocativo. Me da risa el pequeño tridente que sostiene. A pesar de su aspecto, ella sigue siendo un ángel. No hay nada malicioso en Reynard.

—Ashton enloquecerá —afirmo.

Se muerde el labio.

—Esa es la idea.

—No creo lucir tan bien como Keira Knightley, pero el disfraz me fascina —murmura Melody, aplicándose un poco de perfume —. Es muy cómodo.

Reynard le guiña un ojo.

—Tengo buenos gustos.

Emmie le hace juicio a su disfraz. Su rostro está cubierto por maquillaje azul y tiene una peluca del mismo color. Su estómago ha crecido un poco, pero no se nota el embarazo. Diosa.

—Me encanta tu disfraz —Le digo a Emmie.

Sus ojos grises se iluminan.

—Gracias, Arianne. Estoy segura de que Asher querrá arrancarte el vestido como sea.

El ardor cubre mis mejillas. Me imagino una escena de él y yo juntos, desnudos, calientes, desesperados. ¡Dioses! ¿Qué está mal conmigo? Mis hormonas están más alborotadas de lo normal, pero culpo a Asher.

Es una influencia terrible.

—Espero que lo haga —admito sin vergüenza.

Melody choca su mano con la mía.

—Ustedes dos nunca se detienen, ¿eh? —Reynard se ríe —. Un accidente puede ocurrir en cualquier momento.

Me atraganto y Emmie palmea mi espalda. Sé que es una broma, pero con Reynard nunca se sabe. Ella es médium. Me da miedo cualquiera de sus palabras.

—¿Qué insinúas? —balbuceo —. Asher y yo somos muy cuidadosos.

Melody resopla, Emmie acaricia su estómago y Reynard levanta una ceja roja. ¡Las odio! No disfrutaré la noche porque la incertidumbre me atormentará por horas.

—Relájate, fue un simple comentario —Reynard me sonríe con burla —. Entiendo que a veces olvidamos cuidarnos cuando nos dejamos llevar por la pasión. Me ha pasado más de una vez.

Melody suelta una carcajada.

—Todas ustedes no pueden vivir sin acción.

Emmie se encoge de hombros.

—Eres la única que se ha resistido a un Karlsson.

Melody atrapa sus labios entre los dientes. Me cuesta creer que puede resistirse a Axel. Qué envidia. Yo necesito tocar a Asher cada segundo.

—No por mucho tiempo —dice mi prima.

Me huele a intensa noche de sexo. Reynard aplaude y la observamos.

—El señor Aiden no vendrá, pero le ha dejado el control de las cámaras a tu padre —comenta, mirándome —. Debemos estar atentas porque esos desgraciados atacarán. Manténganse en la Fortaleza siempre, no salgan de la barrera.

Esta es mi parte favorita de Reynard, cuando puede hablar sin ningún miedo.

—No es justo que Aiden se haya ido de esta casa —musita Emmie con pena —. Andrew lo echa de menos.

Tampoco estoy de acuerdo, pero me pongo en lugar de Aria. Debe ser muy difícil para ella procesar el suceso. Me volvería loca en su posición, aunque dudo que suceda. El amor que Asher siente por mí es eterno. Él sería incapaz de fijar sus ojos en otra chica.

—Todos lo echamos de menos —dice Reynard —. Ojalá pronto pueda resolverse el malentendido.

Enarco una ceja hacia ella.

—¿Entonces no fue infiel? —inquiero.

—Lo sabremos con el tiempo.

Melody le lanza un gruñido.

—No hables si no estás dispuesta a compartir por completo el chisme. Nos dejas con la intriga. ¡Eso es cruel!

La carcajada de Emmie suena fuerte, Reynard suspira.

—Perdón, chicas, perdón —Se disculpa la pelirroja —. Estén atentas, recuerden que esta es una emboscada. Marianne, Theo e incluso Claudius pueden aparecer. ¿Listas?

Miro a Anubis.

―Pórtate bien, pequeño. No destruyas nada.

Con esa última advertencia, abandonamos mi habitación. Odio que Theo esté en la lista negra. Deseo que aparezca esta noche, pero a la vez no. Me asusta, no me acostumbro a verlo como parte de los malos. Siempre será mi niño.

Mi hermanito.

—¿Te sientes bien? —pregunta Reynard.

Fuerzo una sonrisa en mis labios.

—Sí, trataré de disfrutar esta noche.

—Todas —Melody camina y la seguimos —. Vamos a romper la pista de baile.

El salón está repleto de personas y algunos miembros de la manada Persson. Cada mobiliario ha sido empujado contra las paredes para crear una pista de baile improvisada en el centro de la habitación. Donde quiera que miro, veo gente bailando y riéndose.

Visualizo a una chica disfrazada de Mujer Maravilla y un hombre de las cavernas sobre ella besándola. Incluso hay un Jon Snow y Daenerys Targaryen. Bob Esponja, Patricio Estrella, Freddy Krueger, Michael Meyers. El disfraz más aterrador es el de Chucky. Ese muñeco siempre me perturbó.

Hay calabazas en algunos rincones, telas de arañas en los techos. Luces de diversos colores que crean un efecto agradable. Pasó un largo tiempo desde que estuve presente en una fiesta. Olvidé mi adolescencia.

—¿Eso es un condón? —pregunta Emmie, mirando el disfraz de un chico.

Las cuatro estallamos en carcajadas cuando vemos al chico disfrazado de condón. Una chica papel higiénico lo acompaña. Genial. Son los más originales que he visto. Víctor Van Dort se acerca a nosotras y de inmediato toma la mano de Emmie.

Andrew.

Se ve fantástico con el traje negro, ojeras pronunciadas, rostro pálido y peluca negra. Él y Emmie hicieron una excelente elección con sus disfraces.

—Estaba ansioso por verte —Andrew besa a Emmie y nos mira —. Si me disculpan, me robaré a mi chica, señoritas. Se ven hermosas.

—Gracias, Andrew —dice Reynard, Melody sonríe.

—Disfruten la noche —musito.

La música ahoga mi respuesta, pero capta la inclinación de mi cabeza antes de apresurarse entre la multitud de bailarines. ¿Dónde está Asher? Empiezo a buscarlo y no lo encuentro por ningún lado. Qué frustrante.

Luego se acerca el capitán Jack Sparrow, llevándose a Elizabeth Swann. El chillido que suelta Reynard me hace mirarla con horror. Un chico disfrazado de Payaso, más bien, Pennywise, la mira con una amplia sonrisa. Qué miedo.

—¡Pudiste haber escogido otro disfraz! —chilla Reynard, indignada —. ¡Me diste un susto de muerte!

Ashton deja escapar una ruidosa carcajada, incluso su risa me hace temblar. Le faltó el globo rojo en la mano para lucirse.

—Tengo uno, Roja. Es todo lo que importa —dice. Me sorprende su tono dulce y cariñoso. A pesar de ese horrible maquillaje, sus ojos azules se encuentran con los míos —. Te ves muy bien, Ari.

—Gracias, Ashton. ¿Dónde está Asher?

—Dijo que estará aquí en un minuto —Muerde su labio y mira a Reynard —. Ese disfraz es muy corto, ¿no lo crees?

Reynard entrecierra los ojos.

—¿Qué tiene de malo?

—Nada, pero enloqueceré si ese idiota de la esquina sigue mirándote con sucias intenciones.

Reynard envuelve los brazos alrededor del cuello de Ashton. Él no pierde el tiempo para tocar su trasero.

—Deja que mire —dice la pelirroja —. Es lo único que podrá hacerme esta noche.

Pongo los ojos en blanco y aparto la mirada cuando empiezan a besarse. El hecho de que estoy buscándolo en la multitud me hace sentir como una perdedora total. ¿Dónde mierda se metió Asher? No oigo nada por más que indago en sus pensamientos.

—¿Dónde te metiste? —gruño para mí misma.

Un chico disfrazado de Drácula se acerca al notar que estoy sola.

—Hola. Soy Orlando.

Sostiene un vaso de plástico en la mano y examina mi disfraz con deseo. Lo miro fijamente, ganándome una sonrisa de su parte. Si fuera Orlando Bloom, no me desagradaría en lo más mínimo.

—Hola —contesto —. Arianne, mucho gusto.

Cuando se da cuenta de mi triste expresión, su sonrisa se ensancha.

—Eres la Caperucita más sexy que he visto. ¿Estás sola?

—Mi novio vendrá a buscarme en unos minutos —sonrío falsamente.

Él observa la pista de baile.

—¿Dónde está? No lo veo.

Qué te importa.

―Volverá pronto.

―¿Quieres bailar mientras lo esperas?

Está loco, Asher lo matará.

—Yo...

¿Por qué los humanos son tan persistentes? Abro la boca para decir algo, pero él ya me conduce hacia la pista de baile.

—Serán unos minutos —insiste con una sonrisa —. ¿O tu novio es muy posesivo?

Si supiera...

—En realidad, no.

Libera una risotada.

—Déjame darte un buen baile, linda.

¿Linda? Duh.

El chico planta sus dos manos sobre mis caderas. Después de un latido, de mala gana me aferro a sus hombros y empezamos a balancearnos con la música. Me comenta que vivió en el pueblo desde que nació y nunca me vio.

—Me mudé aquí hace más de un año —Le explico —. Soy novia de Asher Karlsson.

Su cuerpo se pone rígido.

—¿El tipo que mató a sus cinco novias?

Él no ha dicho eso... La rabia me ciega cuando pongo un espacio entre nosotros, mirándolo con molestia. Odio que Asher tenga esa mala reputación. Estúpida Julianne, incluso muerta se encarga de fastidiarnos.

—¿Disculpa? —pregunto —. No te escuché bien.

Traga saliva. Debe ver el odio en mi rostro porque retrocede.

—Es lo que todos dicen.

Mi cuerpo se está asando con rabia. Cálmate, Arianne. Es un idiota más.

—Infórmate la próxima vez antes de hablar —murmuro —. Esa boca tuya podría meterte en problemas.

Eleva las manos en alto.

—Lo siento, no quise ofenderte.

Llamó a mi novio homicida y pretende que no me ofenda.

—Nos vemos luego por ahí —musito.

La canción llega felizmente a su fin y me apresuro a disculparme pretendiendo que necesito usar el baño. Me pierdo entre la multitud y choco contra un pecho.

Un pecho familiar.

Levanto la mirada y lo primero que veo es una máscara de lobo. Mi corazón late más rápido ante la vista, mi piel hormiguea y no contengo la sonrisita que se desliza por mis labios. El olor de su colonia es inconfundible al igual que su esencia embriagadora.

Mi lobito.

Se quita la máscara y me pierdo en su mirada avellana. Él murmura algo, pero todo lo que puedo ver es su ancha mandíbula, labios gruesos y nariz prominente. Ese cabello azabache demanda ser acariciada por mis dedos. Y su boca...

—¿Qué pasó con tu compañero de baile?

Me sonrojo mientras trato de alejar los sucios pensamientos. Me acerco más a él, tocándolo debajo de su camisa, sintiendo su tensa y musculosa espalda. Deslizo mis manos arriba y abajo por su piel mientras miro sus ojos. Emiten un color amarillo por la iluminación de las luces.

—Se fue en alguna parte. ¿Dónde estabas? Casi me vuelvo loca sin ti.

Ahueca mi mejilla y frota su dedo contra mis labios.

—Estaba resolviendo algunos asuntos.

—¿Qué asuntos?

Orlando vuelve para mi desgracia. ¿Acaso no entendió la indirecta de que no me interesa bailar con él? Creí que le asusté por ser novia de Asher.

—¿Lista para otro baile? —pregunta. ¿Es una broma?

Asher le da una expresión molesta.

—Si no desapareces ahora mismo, lo lamentarás.

El pobre chico palidece por las amenazas.

—Uh... creo que alguien me llama —tartamudea Orlando —. Tengan una buena noche.

Y luego se ha ido. Miro de nuevo a Asher.

—¿Era necesario hacer eso? —cuestiono.

Se muerde el labio con una sonrisa presumida.

—Agradece que no haya pateado su culo aquí mismo. Te hice un favor, lo odiabas.

Resoplo.

—Cavernícola.

Su mirada ya ha bajado a mi pecho una docena de veces en los treinta segundos que hemos estado hablando. Pervertido.

—Tu cavernícola.

Me voltea y presiona su pecho contra mi espalda mientras nos movemos muy cerca del otro.

—Entonces... —coqueteo y permito que sus manos vaguen por mi cuerpo —. ¿Eres el lobo feroz?

Sus labios chupan la piel sensible de mi cuello y aparta el tirante de mi vestido para darle la misma atención a mi hombro desnudo. Oh, dioses... ¿Podríamos ignorar al resto e ir a una habitación solitaria?

—Sí y tú eres la Caperucita que voy a comerme esta noche —gime en mi oído.

Asher es tan caliente sin hacer el más mínimo esfuerzo.

—Cómeme —Le sigo la corriente con la voz agitada —. No dejes ni un pedazo de mí, Asher.

Presiona su entrepierna contra mi trasero. Está excitado y duro. Me desea como yo a él. ¿Acaso alguna vez nos aburriremos del otro? Lo dudo.

—Joder, Arianne... necesito tu boca.

Me gira sin delicadeza y choca sus labios contra los míos. Tiemblo y vibro por la intensidad del beso. Es urgente, posesivo, desesperado. Me acaricia el labio inferior con su lengua. El dolor entre mis piernas crece por cada toque. Este hombre me vuelve loca.

—Hey, cálmense un poco —espeta una voz y nos separa —. Están a punto de succionarse las almas.

Me toco los labios temblorosos y observo a Axel con indignación. Sostiene la mano de mi prima, sonriéndonos ampliamente. El disfraz de Jack Sparrow le queda de maravilla, aunque prefiero a Will Turner.

—¿Qué te pasa, Axel? —Asher se pasa la mano por el pelo —. Vete y molesta a alguien más. Estamos ocupados.

Melody se ríe mientras trato de no avergonzarme. Algunas personas están observándonos sin disimulo. Supongo que el espectáculo que ofrecíamos fue entretenido.

—Tranquilo —Axel mantiene a Melody aferrada a él —. Solo queríamos unirnos a ustedes. Reynard y Ashton son unos amargados, Andrew y Emmie están follando en el baño.

Hago una mueca de disgusto.

—¿Reynard y Ashton amargados por qué? —curioseo.

Axel bebe su cerveza, Melody se mueve suavemente. La fiesta es una completa locura mientras los invitados empiezan a saltar. Quiero unirme lo antes posible, no tengo idea de cuándo volverá a repetirse.

—Acabo de escucharlos tener una pequeña discusión —dice Melody.

Asher se rasca la nuca. ¿Sabe cosas que yo no? Reynard mencionó que Ashton no es sincero. Tengo un mal presentimiento.

—Bailemos —masculla Asher —. No es asunto nuestro.

Axel asiente en acuerdo.

—¿Dónde están los demás? —pregunta Melody —. No he visto a Aria.

Los hombros de Asher se sacuden mientras sonríe y señala una dirección. No oculto mi asombro cuando veo a su madre en las escaleras con Josh. Está disfrazada de ángel y mi padre es Batman.

¿Es en serio? Su vestido es blanco y modesto. Las alas se aferran a su espalda. ¡No puede ser! Cuanta hipocresía en una ropa.

—Mamá se ve ridícula vestida de ángel —comenta Asher —. Debería intercambiar su disfraz con Reynard.

Lo golpeo en el pecho.

—Eres tan malo —me río.

—Luce asombrosa —musita Melody.

Axel rueda los ojos y deja caer la lata de cerveza en el suelo.

—¡Esa es mi canción! —Le ofrece su mano a Melody —. Ven conmigo, nena.

Melody inmediatamente acata su petición. La multitud está eufórica mientras suena Robbers de The 1975. Debería relajarme de una vez, pero hay una pequeña molestia en mi corazón. Abigail continúa siendo una desconocida, tengo la sensación de que Audrey miente y Marianne no va a quedarse tranquila.

—Piensas demasiado —advierte Asher —. La noche es nuestra, ¿recuerdas?

Sus palabras traen una sonrisa a mis labios y permito que guíe a mi cuerpo. Nos movemos cada vez más cerca, nuestras pieles reclaman la presencia del otro.

—Tienes razón —concedo —. A la mierda el resto.

Asher me sostiene sin dejar de bailar y besa mi frente. Mis manos están en su estrecha cintura, mi cabeza en su pecho a medida que nos movemos. Se siente tan bien.

—Esa es mi bonita.

🐺

Ashton

Es la primera vez que le miento a Reynard desde que nos conocimos. No mencioné sobre los mensajes de Marianne, mucho menos que mi ex novia espera verme en el bosque.

Carajo.

Estoy en problemas.

Reynard no es ninguna tonta, ella sabe que miento y eso la tiene muy mal. Su estado de ebriedad lo demuestra. No es buena disimulando su dolor. Se siente traicionada. ¿Alguien puede golpearme?

Está borracha mientras sube al escenario y canta a todo pulmón Believe de Imagine Dragons. Noto la forma en que su voz se quiebra, finge una sonrisa y hace de cuenta que no me ve. Todo en esta situación se siente horriblemente mal. La lastimé con mis mentiras.

Ya no hay nada divertido en la fiesta. Hace minutos decidí quitarme la peluca y el maquillaje. Estar en el disfraz de un payaso me hizo sentir más ridículo que nunca. Los únicos que disfrutan la fiesta son mis hermanos y sus chicas. Asher está sentado en un sofá con Arianne entre sus piernas mientras la besa.

¿Andrew y Emmie? Follando por ahí.

—¿Qué pasa? —pregunta Axel —. Ambos están muy tensos esta noche.

Melody contiene la carcajada mientras Reynard baila con un desconocido al azar. No me hace gracia, mi compañera quiere olvidarme unos minutos.

—Problemas que no deseas saber —mascullo.

—¿De qué problemas hablamos? —cuestiona Melody —. Tengo la sensación de que tú lo arruinaste.

Bajo los ojos al vaso que sostengo. Sí, soy el idiota de la relación.

—Marianne quiere verme y no le he dicho nada a Reynard.

Melody suspira con resignación.

—Joder... —maldice Axel —. Pensé que el asunto con esa loca ha terminado.

Tenso la mandíbula.

—Yo también, ¿de acuerdo? Marianne insiste en que hay una buena explicación.

—Mató a Kellan, atacó a Asher —me recuerda Axel —. ¿Qué explicación tiene esa mierda?

La culpa me golpea en la cara como un cubo de agua fría y me siento tan enfermo, culpable, traidor, el peor compañero. Reynard merece mi lealtad, no mis mentiras.

—Soy un imbécil —murmuro.

Melody resopla.

—No me digas.

Estruendosos aplausos estallan cuando Reynard termina la canción y de inmediato viene hacia mí. Axel se retira con su chica sin comentarios para darnos privacidad. Gracias, hermano.

—¡Eso fue tan bueno! —anuncia Reynard —. ¡Deberíamos hacer fiestas más a menudo!

Sostengo su cintura cuando está a punto de caerse. Ella sonríe, pero su felicidad es falsa. Por dentro es dolor, sus emociones me consumen.

—Se acabó la diversión, Roja.

Se presiona contra mí.

—He dejado atrás todo lo que conocía para estar a tu lado —arrastra las palabras —. La universidad y mi ciudad. Ni siquiera volví a hablar con mis padres o viejos amigos. Te has convertido en la persona más importante de mi vida.

Una aguda punzada de dolor me sacude.

—Lo sé. Tú también eres lo más importante de mi vida.

Sus ojos adquieren un destello de tristeza.

—A veces pienso que tú no me ves de la misma forma —susurra —. Estoy segura de que no durarás en acudir a ella cuando te llame.

Un gusto amargo se instala en mi boca ante la mención de Marianne. ¿Cómo puedo decirle que tiene razón? Aún tengo mis dudas respecto a mi ex.

—Has bebido demasiado.

Se aparta de mi cuerpo y le arrebata el vaso de coctel al chico que pasa por nuestro lado para beber un trago.

—Yo he tomado una decisión, Ashton. No pienso ser infeliz con tus mentiras —Lanza el vaso vacío al suelo —. ¿Quieres irte con ella? Adelante.

Está borracha, es la única explicación que encuentro a sus palabras sin sentido. ¿Cómo puede creer que prefiero a Marianne sobre ella? Me duele.

—Nunca dudes de mis sentimientos —suplico y traigo sus manos a mi pecho —. Pienso en ti cada instante, me vuelves loco con tus sonrisas y lo único que deseo en esta vida es amarte. ¿Qué más quieres de mí, Reynard?

Las lágrimas se acumulan en sus ojos marrones.

—Ser la única dueña de tus pensamientos —responde con un pequeño sollozo.

Una sonrisa curva mis labios.

—¿Solo eso? Tú eres la dueña mi corazón y mi alma.

No contesta.

La beso para alejar cualquier inseguridad. Ella me corresponde con urgencia y anhelo. Esta es la Reynard que más me gusta. ¿Cómo podría pensar que sigo enamorado de Marianne? Cristo, la considero una víctima de esos monstruos. Es otro títere de Claudius y su madre.

Mi parte ingenua quiere salvarla.

—Quiero que me lleves a nuestra habitación —dice entre besos —. Ahora, Ashton. Necesito que me hagas el amor.

Las cosas que hace el alcohol. Agradezco nunca haber estado ebrio en mi vida. Ventajas de ser licántropo.

—Estás borracha, Reynard. No voy a tocarte así.

Rueda los ojos.

—¿Quieres mi consentimiento? Lo tienes, te prometo que mañana recordaré todo —Lleva mi mano derecha bajo su falda y trago saliva —. Tócame, por favor.

—Reynard...

Justo en ese momento mi celular suena en mi bolsillo. Mientras Reynard besa mi cuello, aprovecho para leer el mensaje.

Es Marianne.

«Llevo esperándote más de media hora»

Joder, la olvidé. Asher ni siquiera me confirmó si iremos o no. Lo correcto es olvidar el asunto. Pretendo responder, pero una mano me quita el celular. Mierda.

Reynard lee el mensaje.

—Esperabas que me lo dijeras tú mismo —Su voz suena plana y vacía —. Creí que confiabas en mí.

Un cosquilleo de pánico corre por mi nuca.

—Reynard, por favor...

Me lanza el celular contra el pecho y lo atrapo antes de que caiga al suelo. Solloza, su cuerpo tiembla por el esfuerzo. Quiero tocarla, pero no puedo. Ella no me deja y me mata.

—Déjame en paz—espeta —. Ni se te ocurra tocarme.

La música se detiene en ese instante, los invitados frenan sus bailes para observarnos. Sin embargo, no me importa. Mantengo mi atención en Reynard.

—Puedo explicarlo.

Sus ojos rotos y destruidos se cruzan con los míos.

—¿Cómo pudiste por un segundo creer que ella es inocente? No tienes idea de lo que es capaz. Escucho tus patéticos pensamientos, Ashton. ¡Es un monstruo como su familia y pronto me darás la razón!

No logro hablar, ni siquiera la detengo cuando corre lejos de mí. Me cubro la boca y trato de mantener la compostura. Soy tan idiota.

Asher y Arianne se acercan a mí. Oigo gritar a Axel que enciendan la música y que continúe la fiesta, pero no puedo dejar de mirar la zona por donde desapareció Reynard.

—Eso fue horrible —comenta Ari —. ¿De verdad sigues creyendo en Marianne?

Aspiro un jadeo adolorido. Quiero ir junto a Reynard y abrazarla. Mi corazón también se ha roto.

—No tengo idea de qué creer —susurro.

—Marianne está loca —me recuerda Arianne. Parece recelosa. Incrédula, también —. ¿Necesitas que refresque tu memoria o el disfraz jodió tu cabeza?

Mi risa es amarga.

—Al parecer, sí.

Asher me palmea en la espalda.

—Ven, tomemos algo y luego irás por tu chica. Ella necesita espacio.

Miro a Arianne. Su cabello castaño está desprolijo mientras Asher tiene restos de labial en su cuello.

—Ustedes sigan con sus manoseos, estaré bien —murmuro.

Arianne se sonroja.

—Nosotros podemos esperar —sonríe dulcemente, Asher me tiende el vaso de vodka —. Bebe para despejar tu mente.

Tomo el vodka de un trago. El ardor en mi garganta es satisfactorio, pero no es suficiente. Lo único que quiero ahora es abrazar a Reynard.

—Lo arruiné —me lamo los labios —. Nunca debí responder sus mensajes, mucho menos creer que ella tiene un arreglo.

Arianne me abraza de inmediato. Dejo que me envuelva en sus pequeños brazos.

—No puedes arreglar a las personas, Ashton —musita Arianne —. Me costó mucho entenderlo.

Para hacer las cosas peor, siento las lágrimas punzar en el fondo de mis ojos.

—Entendí muy tarde —agito la cabeza —. Reynard no va a perdonarme.

Asher resopla, Ari sigue aferrada a mí.

—Deja de ser dramático —dice mi hermano —. Esta molesta, sí, pero aún puedes arreglarlo. Dale tiempo.

—Tienes un buen corazón y ella lo sabe —añade Arianne.

Josh y mi madre se acercan a nosotros apresuradamente. En otra situación me reiría de sus ridículos disfraces, pero la expresión del cazador destella pánico. Algo malo sucedió.

—Las cámaras —jadea mamá al borde del llanto —. Las cámaras captaron a Marianne cerca de la barrera. ¡Andrew y Emmie están desprotegidos!

🐺

Andrew

Sostengo la mano de Emmie mientras caminamos por el bosque. La luz de la luna ilumina el cielo estrellado y es el momento perfecto para disfrutar mi última noche en New Hope. Mañana partiremos a Irlanda y extrañaré mi hogar. Me consuela saber que nuestra estadía allá no será muy larga.

Confío en que pronto acabarán con los bastardos monstruosos.

—Mi padre querrá que nuestro hijo nazca ahí —murmura Emmie —. Tratará de retenernos por siempre en su manada.

Sonrío.

—Si las cosas no mejoran aquí lo correcto es quedarnos.

—Me gusta New Hope —dice ella —. Aquí tengo más libertad.

Ese punto es comprensible. La manada de su padre está conformada por cavernícolas.

—A ambos nos vendrá genial alejarnos un tiempo de este pueblo —mascullo, optimista —. Conoceré a Irlanda con ganas, la última vez que fui no pude. Estábamos muy ocupados con Arianne.

Emmie se echa a reír.

—Seré tu guía con mucho gusto.

Mis manos acarician su estómago abultado. Estoy ansioso de conocer a nuestro pequeño, cuento los días para tenerlo en mis brazos. Me costó aceptar que seré padre tan joven, pero ya me acostumbré. El día que Adam nazca me sentiré como el hombre más feliz de este planeta.

—He oído que los bosques de Irlanda son más amplios —Le guiño un ojo —. Podríamos hacer muchas travesuras entre los árboles.

Me da un golpecito en el pecho.

—Eres un sucio pervertido, tendrás que controlarte en la presencia de mi padre. Él es muy anticuado y tradicional.

Gruño ante el recuerdo de que la marqué con un público presente por culpa de las ridículas tradiciones. Su padre será un dolor en el culo.

—¿Tendremos nuestra propia habitación al menos?

—Sí, pero ahí debemos ser más discretos.

Acuno sus mejillas con mis manos y la beso. Su espalda choca contra un árbol y aprovecho para quitarme la camiseta. Me aseguro de que nadie esté viéndonos y continúo besando a mi chica.

—Entonces aprovechemos nuestras últimas horas aquí. Podríamos cambiar de forma y hacerlo en la posición que tanto te gusta.

El rostro de Emmie se vuelve más rojo que un tomate.

—No es mi posición favorita.

No oculto la sonrisa burlona en mi cara.

—Mentirosa —Atrapo su labio inferior entre mis dientes —. Sé que te encanta.

El crujido de una rama rompiéndose llama nuestra atención. Me siento observado por un halcón. No me asusto fácilmente, pero esta maldita sensación me da ganas de sacar a Emmie de aquí.

—¿Qué sucede? —indaga Emmie con voz temblorosa —. ¿Quién está cerca?

Miro mi entorno y maldigo cuando noto que estamos lejos de la mansión. Esto es zona de riesgo y el hechizo no funciona aquí. ¡No me di cuenta!

—Debemos irnos, Emmie.

No protesta cuando aprieto su mano y prácticamente la arrastro hacia la mansión. Estamos a punto de cruzar la línea protectora, pero un círculo de fuego rodeándonos nos hace detener. Con la mandíbula tensa, miro sobre mi hombro, notando la presencia de una chica con el cabello suelto.

Marianne.

Su vestido blanco está manchado con sangre y sonríe maliciosamente. ¿Qué demonios? Es escalofriante. Ella también se disfrazó para celebrar Halloween. Qué lástima, no fue invitada.

—No tan rápido, rubio —advierte —. Quédate o mato a tu chica con un pensamiento.

Posiciono a Emmie detrás de mi espalda a modo de protección. La música sigue escuchándose. La necesidad de huir me supera, pero si doy un paso falso esta loca va a atacarnos. El fuego va a consumirnos.

—¿Qué haces aquí? —pregunto, tratando de sonar relajado.

Mantiene su sonrisa ladina.

—Me siento tan decepcionada por no ser invitada a la fiesta. Ustedes, los Karlsson, son unos ingratos —Da un paso cerca, mantiene la bola de fuego en su mano —. Cité a tu hermano y él nunca vino.

Mi agarre en la mano de Emmie se tensa.

—No sé qué diablos quieres con Ashton, pero él es feliz con Reynard. Déjalo en paz.

—Será mejor que te largues —sugiere Emmie —. Arianne va a matarte.

Marianne expulsa una carcajada y menea la cabeza. Parece una desquiciada vestida de esa forma. Viéndola en ese estado, me pregunto que vio Ashton en ella. Está loca.

—Mi prima es una tonta estúpida —afirma —. Su pequeño hermanito la matará y los habitantes del pueblo serán achicharrados. Llegó el final de New Hope.

Las llamas se arrastran hacia las piernas de Emmie, ella chilla. Estoy tan aterrado que me cuesta moverme.

—Vete ahora mismo, loca.

—Oh, Dios... —jadea Emmie a mi lado. El fuego se expande hacia nosotros, rodeándonos.

Los ojos de Marianne observan a Emmie y sonríe.

—Quiero que le des un mensaje de mi parte a Ashton —Hace una pausa y agrega —: Él jamás podrá deshacerse de mí.

El mundo se detiene.

Quiero correr con Emmie en mis brazos, pero los poderes de Marianne me impiden hacerlo. Me olvido de respirar cuando me doy cuenta de que no puedo moverme. Un pánico abrumador estalla dejándome sin aire y mareado. Lucho contra las restricciones de mis extremidades. El miedo me invade, una horrible sensación de impotencia que me produce náuseas.

Luego escucho los gritos de Emmie cuando cae al suelo y la sangre empieza a salir de su boca.

Trato de ayudarla, pero el dolor es tan insoportable que no me permite moverme. El miedo que crece dentro de mí es como un jardín de hierbas tóxicas, invadiéndome, envenenándome.

—Emmie... —balbuceo, aturdido. ¡No puedo mover ni un dedo! —. Emmie...

Los ojos verdes de Marianne aparecen en mi campo de visión. La sonrisa en su boca es cruel mientras acaricia mi mejilla. Soy un maniquí sin voluntad, un espectador que no puede hacer absolutamente nada. ¿Qué mierda me hizo?

—Mira como destrozo a tu chica —dice con excitación —. Solo mírala.

Siento una puñalada de dolor en medio del pecho ante la imagen. No. No. No.

Emmie está en el suelo, su vestido blanco destrozado porque sus huesos fueron desgarrados. La sangre corre por sus muslos y está inconsciente. Nuestro hijo. Me ahogo con mis propias lágrimas, impotente.

Ni siquiera puedo hablar.

—Feliz Halloween, Andrew Karlsson.

Entonces me desmayo.

La última imagen que queda grabado en mi cabeza es la de mi chica muerta y cubierta de sangre.

🐺

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