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Capítulo 30 🐺

Ari

Despierto temprano para alimentar a Anubis. Asher sigue dormido y no pretendo molestarlo. Merece ese descanso. Además, debo ejercitarme con las trillizas. No puedo parar. En mi última pesadilla Theo no fue amigable. Me observó como si me odiara y el posible enfrentamiento me tiene nerviosa.

No considero a Theo un monstruo.

Es un niño que sufrió demasiado.

Cada día estoy más convencida de que soy su salvación. Mataré a Claudius para darle a mi hermano el eterno descanso. Lo correcto es que regrese junto a mamá.

Anubis se encuentra en mis brazos mientras me dirijo a la cocina en busca de alimento. Asher prometió que iríamos al pueblo hoy para comprarle lo necesario. Estoy muy emocionada de tener al cachorro en nuestras vidas.

Anubis será una gran compañía y alegría. Es nuestro primer lobito.

La señora Aria está sentada en el taburete de la isla. Bebé café y lee el periódico. Su rostro es impecable sin el maquillaje y el cabello rubio suelto. Cualquier humano envidiaría su inmortalidad. Siempre luce perfecta físicamente, pero por dentro es una manzana podrida.

Ella es mala y eso la hace fea para mí.

—Buenos días, señora Karlsson —saludo por educación y coloco a Anubis en el suelo.

No le dirigiría la palabra, pero me recuerdo que nunca seré como ella.

—Andrew le compró comida ayer —ignora mis palabras y señala en una esquina dónde hay un enorme paquete verde. Qué amable.

Sonrío agradecida. Andrew es un ángel.

—Gracias.

Le pongo a Anubis un poco de comida en su plato, viéndolo comer entusiasmado. La señora Karlsson se aclara la garganta, tratando de romper la incomodidad. He notado que reserva sus actitudes groseras para mí. Es amable con Reynard, Emmie e incluso con Melody que es mi prima.

¿Por qué me odia tanto? Amo con locura a su hijo.

—Supongo que nada está siendo fácil para ti —comenta —. Tu hermano resucitado anda suelto como un zombi y puede matarnos en cualquier momento.

¿No pudo decirlo de una forma más delicada? Lo que menos deseo es oír ese doloroso recordatorio.

—Confío en que pronto lo ayudaremos —susurro

Una risa amarga surge de su boca y aparta el periódico. Fue una mala idea quedarme aquí a escucharla, presiento que esta conversación terminará en una discusión. No planeo permanecer callada, estoy cansada de sus actitudes. Nada justifica sus malos tratos.

—¿Ayudarlo? —cuestiona —. Lo adecuado es matarlo o lo hará con nosotros. ¡Por la diosa luna! Es un monstruo.

La punzada de rabia me atraviesa. Mi pecho está oprimido y mi corazón se quiebra. Por supuesto que no puede reservarse sus comentarios fuera de lugar. Esta mujer no conoce la empatía.

—Prefiero no hablar de mi hermano.

Se toca el collar de perlas alrededor de su cuello.

—¿Sabes que mi hijo siempre estará en peligro por tu culpa? —Me frunce el ceño, dándome esa típica expresión de odio —. Nunca podrás darle estabilidad porque estás muy rota al igual que tu familia. Estás maldita, Arianne.

Me muerdo el labio para evitar que las lágrimas vengan. Sé que tiene razón, pero me lastima oírlo con tanta crudeza.

—¿Por qué me odia tanto? —pregunto sin poder evitarlo —. ¿Por qué no acepta mi relación con Asher? ¿No puede ver lo mucho que nos amamos?

Sus ojos azules me lanzan dagas.

—Escuché historias desde que era una niña —expone y bebe su café —. Historias sobre mujeres como tú que tienen el poder de destruir el mundo entero. Lo curioso es que cada una tiene un final trágico: quemadas en hogueras o se dejan vencer por la ambición.

El ardor corre por mis mejillas, el sabor agrio quema mi garganta.

—¿Piensa que yo seré como esas mujeres? —inquiero.

La señora Aria se da golpecitos en la mejilla con su larga uña.

—Tú eres lo opuesto a esas mujeres, pero tendrás el mismo final —aclara —. ¿Y sabes que es lo más terrible? Matarás a mi hijo en el camino. No quiero eso para Asher.

Odio que hable como si me conociera. Ella no sabe de mis luchas, estas batallas que tengo constantemente conmigo misma para no perderme.

Jamás sabrá quién soy.

—Usted no sabe absolutamente nada de mí. Me ha juzgado desde que aparecí en su familia y nunca me dio la oportunidad de demostrarle que no soy la mala de esta historia. Es superficial y egoísta. No le importa la felicidad de sus hijos.

Su rostro se contrae por la amargura.

—La mayor estupidez que pude cometer alguna vez fue confiar en Julianne. Pensé que ella sería capaz de matarte, pero era muy idiota.

¿En serio estamos teniendo esta conversación? Mi suegra no se ha disculpado por el atentado y no me interesa en lo más mínimo. Puedo vivir con su indiferencia. Su resentimiento jamás podrá separarme de Asher.

—¿Es consciente de que Asher pudo haber muerto? —Le pregunto.

No muestra señales de arrepentimiento. Nada. ¡Dioses! Esta mujer no tiene corazón.

—Muchos licántropos lograron sobrevivir a la muerte de sus compañeras. Mi hijo es fuerte y estoy segura de que podría soportarlo.

Trato de actuar normal, pero mi corazón está saliéndose de mi pecho. No me atrevo a pensar en esa posibilidad. ¿Asher y yo separados?

—El dolor de la pérdida es irreparable.

No se inmuta.

—Nunca me gustaste, niña. Eres inestable, turbia y muy rota para mi hijo. Él merece a alguien que lo considere su prioridad.

Trago el nudo que se ha formado en mi garganta. Anubis hace ruiditos mientras come, haciendo caso omiso de la disputa.

—Asher es mi prioridad.

Me da una mueca de desagrado.

—Tú y yo sabemos que siempre pondrás a tu hermano sobre él.

Mi frustración va en aumento.

—¡Usted no sabe ni una mierda! —exploto —. ¡Asher es mi mundo entero y daré mi vida por él si es necesario!

Vacía su taza de café para enfrentarme.

—¿Hasta dónde eres capaz de llegar por él?

Elevo mi mentón.

—Hasta el maldito infierno. Lo juro, señora.

Se muestra satisfecha ante mi respuesta.

—Espero que lo tengas presente cuando sea el momento.

Y entonces se ha ido, dejándome confundida.

🐺

Mi mañana no mejora.

Esta espina que tengo por culpa de Aria Karlsson no deja de molestarme. ¿Cómo pudo decirme todas esas crueldades? ¿Acaso no puede ver que también afecta a Asher? Es una batalla perdida. Su odio hacia mí es más fuerte de lo que creía.

Nunca cambiará.

Jamás me verá como parte de su familia.

—¿Qué sucede? —pregunta Reynard —. Te noto más triste de lo normal.

No aparto mis ojos de Anubis quien persigue a una mariposa en el jardín. Me gusta venir aquí en las mañanas porque es el lugar favorito de Reynard y amo hablar con ella. Me relaja.

—A veces siento que no soy la indicada para Asher —musito —. No me gusta darle la razón a su madre, pero quizás no está equivocada.

Reynard se encarga de regar las flores antes de echarme un vistazo. Es hermosa con su cabello suelto y ropa de jardinería. Es tan buena en todo.

—¿La diosa luna sí estuvo equivocada cuando decidió unirlos? —inquiere Reynard.

Mi frente se frunce cuando un sentimiento de pesar se aprieta como un nudo dentro de mi pecho.

—No sé qué creer, Reynard.

La pelirroja me entrega una hermosa margarita con una suave sonrisa y lo sostengo en mi mano.

—Aria Karlsson es una mujer que está demasiado resentida con la vida. Envidia tu relación con Asher. Ambos comparten un amor puro y único —suspira genuinamente —. El de ella y su esposo jamás fue así de intenso. Míralos ahora, él se dejó embaucar por alguien más.

Inclino la cabeza hacia ella. No lo había visto de esa manera.

—Fue mala conmigo desde que llegué a esta casa y deseaba que una homicida esté con Asher —Le quito un pétalo a la flor —. Ella apoya a cualquier mujer para su hijo, menos a mí.

Reynard me estudia.

—Eres una mujer muy valiente, Arianne. Siempre luchas por lo que crees correcto y no renuncias a tu felicidad. Viviste aventuras a tu corta edad, pero ella... —Hace una pausa —. Se siente como un accesorio más en esta familia. Tengo la sensación de que no vivió como quería.

Mis cejas se alzan. A medida que Reynard ve mi expresión sorprendida, sonríe y se estira para palmear mi mano.

—¿Crees que tiene resentimiento hacia el lazo?

—Totalmente —dice Reynard —. Cuando conoció a Aiden olvidó todos sus sueños y se dedicó a su familia.

—¿Y qué tiene que ver conmigo?

Reynard no contiene su sonrisa.

—Ve a través de ti la vida que perdió —explica—. Tú eres lo que ella jamás podrá ser, Arianne.

Mi boca forma una "Oh" y Reynard me contagia con su risa. ¿Qué podrían envidiarme a mí? Los problemas se empeñan en arrastrarme hacia ellos.

—Me frustra que sea tan mala.

Reynard suspira mientras centro mis ojos en Anubis. Está en el pasto, rascándose.

—Lo sé —dice la pelirroja —. Lo mejor que puedes hacer es ignorarla. Tarde o temprano se dará cuenta de que está cometiendo un terrible error. Eres grandiosa, Arianne.

Riéndome, la envuelvo en mis brazos.

—Gracias por apoyarme.

—Somos amigas.

Me aparto.

—Las mejores —afirmo —. No me pondré mal por mi suegra, hay más dramas de las cuales debo ocuparme.

Reynard asiente.

—Audrey aceptó decirnos quien es Abigail, pero primero solicitó que cures su rostro.

El mal presentimiento llega.

—No confío en ella.

Reynard alza los hombros.

—Podrías volver a quemar su rostro si intenta algo.

Levanto mi cabeza y resoplo una carcajada hacia el cielo. Vaya... no imaginé que Reynard tendría su lado vengativo. Ella es tan inocente.

—Buena idea.

Acomoda algunas macetas en una buena posición.

—Estoy muy emocionada con la fiesta de Halloween que organizaré. ¿Has pensado en algún disfraz?

Mi sonrisa se profundiza.

—Aún no, pero voy a lucirme —afirmo —. Asher babeará por mí.

Mi aliento se estremece cuando dos brazos me rodean. Su aroma es inconfundible y adictivo. Mi lobito.

—Yo siempre babeo por ti —dice Asher, abrazándome.

Reynard hace un gesto vomitivo.

—Los veo después, chicos.

—Mi hermano te espera —agrega Asher. La pelirroja se aleja con prisa —. ¿Lista para ir al pueblo?

Asiento y le entrego la flor a Asher. Él sonríe.

—Espero que lleves dinero. Quiero comprar algunas cosas.

Se recuesta contra el árbol y me posiciona entre sus piernas. Nuestras manos permanecen entrelazadas.

—Compra todo lo que quieras —murmura —. Desperté y no te encontré.

Mi mente se traslada a la discusión que tuve con su madre. Asher no escuchó porque últimamente respeta más mi privacidad. No quiero decirle nada sobre el asunto. Hay otras preocupaciones con qué lidiar.

—Anubis tenía hambre.

Besa la cima de mi cabeza.

—Andrew le compró comida, pero no es suficiente —dice —. Iremos por más al pueblo.

—Genial.

—¿Quieres ver primero a Audrey?

Hago una mueca.

—Me hizo esperar una semana por una respuesta. Ahora le toca a ella pasar por lo mismo.

Inclinando la cabeza hacia atrás, deja escapar una risotada.

—Esa es mi chica. Nuestra cita no puede esperar, Audrey sí.

Me giro hacia él con una sonrisa incontenible en mis labios.

—¿Una cita?

Me ahorro el comentario de que Theo está suelto.

—Oíste bien, bonita. Una cita.

🐺

Dejamos a Anubis a cargo de Andrew. Mi cuñado está encantado con el cachorro. Solo Aria protestó por su presencia, pero los demás aman a mi niño. Será feliz en la Fortaleza el tiempo que nos quedemos ahí.

Caminamos por la plaza durante minutos. Esta tarde somos personas normales que disfrutan un paseo. Asher me lleva a un banco en el centro con vistas al parque. Pasa su brazo alrededor de mi cintura y me acerca a su costado. Recuesto mi cabeza en su hombro, absorbiendo el momento.

Me siento en casa.

Entierro la cara en su pecho, deseando deleitarme con mi lobito sin los estúpidos pensamientos deprimentes metiéndose en medio.

—Estás muy callada —comenta —. Es raro que no digas algo gracioso que me haga reír como un tonto. ¿Sucede algo? ¿Quieres hablar sobre el tema?

Niego.

—Disfruto hasta el silencio a tu lado —explico —. Prefiero no mencionar el tema.

Alborota mi cabello.

—Tus deseos son órdenes. Ven, compremos algo de comer.

Caminamos hacia un pequeño puesto de Hot Dog's y Asher ordena dos. Mientras el hombre prepara nuestros pedidos, pregunto:

—Así que... ¿esta es nuestra primera cita?

Me guiña un ojo.

—Ajá, espero que lo estés disfrutando.

—Más que nunca, lobito.

Sus ojos avellanas observan mi cuerpo y me ruborizo ante su mirada cargada de deseo.

—¿Te he dicho que te ves hermosa hoy?

Me río.

—No.

—Entonces discúlpame. Te ves hermosa y amo cuando usas esos vestiditos —Acerca su boca a mi oreja y susurra —: Hace que el acceso a ti sea mucho más fácil.

El calor quema mi rostro.

—Asher...

—¿Les gustaría algún aderezo? —Nos interrumpe el vendedor.

—Claro —contesta Asher.

Miro hacia la multitud, sonriendo. El cielo está oscureciéndose y las nubes grises me hacen saber que pronto lloverá. Malos días... Josh me evitó esta mañana y las trillizas andan muy ocupadas. Tanto misterio aumenta mis inseguridades.

—¿Pepsi o Coca-Cola? —consulta Asher.

—¡Pepsi! —exclamo.

Veo a niños divertirse, las señoras gritan que no se lastimen. Los humanos tienen vida cotidiana muy común, pero ambiciono esa normalidad. Quisiera preocuparme por cosas simples dónde brujas o demonios no estén involucrados.

Asher regresa con la comida y la botella de Pepsi. Mi rostro se suaviza con una gentil sonrisa. ¿Normalidad? A la mierda, disfruto la vida con mi lobito.

—Pasó una eternidad desde que comí esto —Acepto el Hot Dog —. Prefiero los tacos.

Asher resopla mientras le doy la primera mordida. Nada mal.

—Deberías salir más a menudo de tu zona de confort —reprocha Asher —. Siempre comes hamburguesas y tacos.

Hago un mohín.

—¡Oye! Son mis comidas favoritas —espeto —. No te metas con mis buenos gustos.

Asher lame la comisura de sus labios.

—Yo también tengo una comida favorita.

La vergüenza surge, calentándome las mejillas. La imagen de su lengua entre mis piernas viene a mi mente y el calor se arrastra a mi vientre.

—Sucio pervertido.

Asher le da una mordida a su comida y eleva una ceja con una sonrisa.

—Yo no he dicho nada. Fuiste tú quién se dirigió a lugares oscuros.

Lo golpeo con mi codo en el estómago.

—Tú eres la mala influencia aquí —regaño.

—¿Ah sí? —Me acorrala con su cuerpo. Es tan alto y siempre debo elevar la mirada para encontrarme con esos hermosos ojos —. ¿Anoche quién no se opuso y rogó por más? Tú estás encantada de ser influenciada.

Estoy a punto de ahogarme.

—Shh... deja de avergonzarme, idiota.

Mi atención se posa más allá de sus hombros y la comida cae de mi mano. Mis sentidos se adormecen cuando veo al chico con la capucha entre la multitud. No es tan alto y la oscuridad que desprende parece atraerme como un imán. Mi mente grita a todo pulmón que se trata de él.

Theo.

—¿Estás bien? —pregunta Asher. Mis manos tiemblan y me quedo quieta por el shock —. ¿Qué miras?

Exhalo una rápida respiración, el horror corre por mi columna vertebral. No aparto mis ojos de él. Es real.

Muy vivo.

—Theo está aquí —tartamudeo —. Debemos volver a la mansión ahora mismo.

—¿Qué? —Asher observa nuestro entorno —. Joder...

El pánico me quema como lava al igual que la desesperación. La capucha hace que sea difícil ver su cara, pero sus ojos brillan con una oscuridad impresionante. El pánico que se hincha dentro de mí es palpable, y al instante agarro la mano de Asher, dirigiéndonos hacia su motocicleta. Necesito sacarlo de aquí ahora.

—Vámonos ya —ordeno —. Rápido antes de que se le ocurra matarnos en presencia de humanos.

Odio expresarme de esta forma, pero no confío en Theo. Fue resucitado y está influenciado por Claudius. No me arriesgaré. Asher mastica con más impaciencia hasta tragar la última migaja y bebe su Pepsi.

—¿Crees que él va a atacarnos?

Trago saliva.

—No pienso averiguarlo —Mi voz suena al borde del colapso —. Nos vamos en este mismo instante.

Lanza el resto de su bebida en un cesto de basura y nos ponemos el casco. Subimos a la motocicleta, paso mi pierna por el asiento y envuelvo mis brazos alrededor de su duro estómago. Asher gira la llave y nos retiramos de la plaza.

—¿Sigue cerca? —inquiere.

Me aferro a él con más fuerza.

—Sí —musito con la voz temblorosa —. Puedo sentirlo.

—Bien, sujétate fuerte.

La motocicleta acelera toda velocidad y miro sobre mi hombro. No hay nadie siguiéndonos por ahora. Apoyo mi cabeza contra el hombro de Asher y cierro los ojos. Estoy temblando.

Mi peor pesadilla se ha vuelto realidad.

Una de las personas que más amo en este mundo se convirtió en un monstruo y quiere acabar conmigo.

Todo sucede en cámara lenta después. Las llantas de la motocicleta chirrían cuando Asher pierde el control. Puedo sentir la sangre correr por mis venas, la sensación de vértigo me golpea y el adormecimiento se arrastra a través de mí. El miedo apenas me permite escuchar mis gritos de horror.

¿Qué sucede?

La angustia es reemplazada por la desesperación cuando todo sucede en un abrir y cerrar de ojos. Una sensación de malestar se instala en mi estómago. Esa impresión de cuando llegas a la cima de una montaña rusa y luego caes rápidamente.

Estamos en el aire.

Sí, en el aire.

Dejo salir un gemido angustiado cuando mi cuerpo vuela e impacto bruscamente contra el asfalto de la carretera. Oigo a Asher gritar mi nombre, pero no puedo moverme. La sangre mancha mi rostro y hago una mueca de dolor. Nos estrellamos. Oh, dioses. ¡Nos estrellamos! Miro hacia mis manos para notar las heridas y mi sien palpita. Mis rodillas están rapadas, mi ropa se rompe.

No entiendo qué sucedió. Estoy tendida en el suelo y aterrada. A mi alrededor, huelo el olor de la destrucción, la desesperación y la muerte. ¿Theo ha hecho esto?

―¡Asher! —exclamo —. ¡Asher!

Me quito el casco y busco a mi lobito. Escucho su respiración agitada, sus jadeos adoloridos. Asher está muriéndose. Mi rostro palidece a medida que mi corazón se acelera en puro pavor. Necesito llegar a él. Un intenso sufrimiento me retuerce las entrañas.

―¡¡Asher!!

La imagen a unos centímetros provoca un grito desgarrador desde el fondo de mi garganta. Asher está inconsciente en el suelo, una rama incrustada en su pecho. Esto es una pesadilla, tiene que ser una pesadilla.

—Oh, dioses... —sollozo —. ¡Asher!

Empiezo a arrastrarme, tratando de llegar al amor de mi vida. Las lágrimas nublan mi visión y mis rodillas arden por los raspones. Tengo que llegar a él, maldita sea. Los segundos se sienten como minutos y los minutos parecen horas. El paso del tiempo es desconocido para mí. Un segundo más, por favor...

Miro la carretera e intento pedir ayuda, pero estamos solos en esto.

Nadie vendrá.

Continúo arrastrándome para llegar a Asher cuando un par de zapatillas de deporte aparecen en mi campo de visión. Mi cuerpo se bloquea mientras levanto la mirada.

Está frente a mí: su rostro pálido y los ojos negros. La marca de mordida en su cuello me hace sollozar y le ruego en silencio que no me lastime. Quiero preguntarle qué le pasa, pero mi boca no funciona. Cada respiración hiere y quema. Es trabajosa.

—¿Theo?

Él me mira en silencio.

Mis labios se adormecen, mi lengua es seca, mi estómago se sacude como si fuera a vomitar. Esto no puede estar pasando.

—Theo...

Sus zapatillas se aplastan contra mi vientre, enviando agonía al rojo vivo hasta mi pecho.

Otra patada.

Más patadas.

Y luego todo es oscuridad.

🐺

Es de noche cuando abro mis ojos horas después. Un gemido adolorido surge de mis labios y lo primero hago es buscar a Asher. Él sigue en el mismo lugar, pero en su forma lobuna.

Me muevo un poco y miro mis patas. Soy una loba de espeso pelaje marrón.

Mi cuerpo no ha soportado tantos golpes y cambié de forma. Mi loba tiene la capacidad de curar más rápidamente. Giro la cabeza para mirar, pero no hay nada más que árboles de pino y el movimiento repentino me hace marear.

Será difícil llegar a la mansión Karlsson.

Me arrastro un poco más y por fin llego hasta Asher. Acaricio su rostro con mi hocico, pidiéndole que despierte. Cualquier humano puede pasar y vernos. Me sorprende que no lo hayan hecho aún.

«¿Lobito?»

Sus ojos avellanas se abren y lloro debido a la alegría. La rama de su pecho ha desaparecido y empiezo a lamer su rostro.

«Estoy bien. Por favor, no llores»

«Theo nos atacó. Él pudo matarnos»

«Pero no lo hizo ―Dice él en mi mente ―. Eso es algo bueno, ¿no?»

«Ya tendremos tiempo para hablar. Debemos irnos de aquí, ¿puedes moverte?»

Gimotea.

«Necesito un minuto más»

El alivio se mezcla con la adrenalina. Estamos vivos y es lo único que importa.

«De acuerdo. Te amo con mi vida»

🐺

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