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Capítulo 21 🐺

Ari

Nos mantenemos en la Fortaleza Karlsson por seguridad.

No sabemos cuándo pueden atacar Abigail y sus aliados. Han demostrado ser impredecibles. Anoche estaba muy cansada y me dormí apenas mi cabeza tocó las almohadas. Utilizar mis poderes psíquicos es agotador. Mi padre estuvo presente en el entrenamiento.

Quería mostrarle lo mucho que avancé.

Mi plan sigue siendo el mismo, recibiré ayuda para que sea posible. Ashton, Reynard y Axel viajarán dentro de unas horas a Boston. Buscarán a la nueva aliada.

Espero que sea útil y confiable.

Mila y sus hermanas se encargarán de sacar lo mejor de mis habilidades. En cuanto a Asher, me enseñará más movimientos de combate. Me encanta que pase tiempo conmigo, pero dejó de lado aquello que le gusta desde que nos conocimos.

Lo consumí completamente.

Ya casi no asiste a sus clases de esgrima, tampoco disfruta el tiempo con su familia. Me convertí en el centro de su mundo. Ambos nos volvimos dependiente del otro. ¿Es sano? No lo sé.

—Ari —Reynard me saluda con una sonrisa —. Te ves perdida.

Tiene guantes de jardinería y una rosa en las manos. Reynard es fanática de las flores. Son hermosas como ella.

—Estoy abrumada por lo que ha pasado estos días —acepto —. La muerte de Kellan fue un golpe duro y me siento muy presionada en cuanto a mis poderes.

—Todos esperan que tú destruyas a los malos.

—¿Qué pasa si fracaso? No me gusta decir que el mundo depende de mí.

—Es un riesgo peligroso que deberás enfrentar, pero sé que lograrás superarlo. Los buenos corazones siempre triunfan, Arianne. Tienes ventaja sobre tus enemigos.

Mi boca forma una sonrisa irónica.

—¿Yo tengo ventajas? Dime cuáles.

Sus ojos marrones lucen sombríos.

—Sabes amar y ellos no. Están vacíos por dentro. Tarde o temprano serán consumidos por el odio. No luchan por nadie, pero tú sí.

Mi estómago se revuelve.

—Eso no es una ventaja, Reynard. Son mis debilidades —digo —. Ellos conocen cada una y los usarán para lastimarme.

La mirada de Reynard cambia. Su calidez de hace segundos es opacada por la preocupación. ¿Por qué ese repentino cambio?

—Terminaré de empacar —evade mis ojos —. Será un viaje largo y quiero estar lista pronto.

Frunzo el ceño.

—¿Estás bien? —pregunto.

Me da una sonrisa forzada. No me agrada esa mirada de pánico, ni la rigidez en sus hombros. Tengo la sensación de que está ocultándome algo. ¿Pero qué?

—Muy bien —contesta, agobiada —. Me pondré al día con algunos oficios.

No la retengo cuando se despide y casi pierde el equilibrio por culpa de los tacones altos que lleva puesto. No quiero presionarla, menos obligarla a decirme qué sucede. Ella lidia con sus propios demonios todos los días.

—Reynard es rara —Emmie se acerca —. También delicada, pero una buena chica.

Emmie luce fantástica esta mañana. El vestido amarillo combina con su cabello rubio. Su embarazo poco a poco hace presencia. Hay una pequeña protuberancia en su estómago que no estaba antes.

—Sí, me cae genial —murmuro —. Las tres seremos muy unidas. Espero ansiosa nuestras próximas reuniones de amigas para quejarnos de los Karlsson.

Su sonrisa se acentúa.

—¿Tienes alguna queja de Asher?

Pienso muy bien antes de responder:

—Es bastante autoritario cuando se lo propone. ¿Qué me dices de Andrew?

—Está obsesionado con su iguana —musita —. Hasta sueña con su amado Bolly.

Nos reímos a carcajadas por eso. Andrew es tan Andrew. No sería él sin sus locuras.

—Los chicos tienen sus defectos, pero me siento afortunada de tener a Asher. Se ha vuelto indispensable en mi vida.

Emmie asiente.

—Antes de conocer a Andrew mi vida era solitaria y aburrida —admite —. Amo a mi padre, pero él apenas nota mi existencia. Mis tíos dicen que cambió desde la muerte de mamá. A veces me siento culpable por haber nacido. Ella murió cuando vine al mundo.

Emito un fuerte suspiro de tristeza. Algo más que tengo en común con Emmie. También perdió a su madre y se siente culpable a causa de eso. Nadie en esta familia vive en un cuento de hadas.

—¿Alguna vez tu padre dijo que eres responsable? —pregunto.

—No, pero me da esa sensación con su indiferencia —Su labio tiembla —. Cuando Andrew fue por mí en la manada no puso mucha resistencia. Tampoco dijo que me extrañará o algo. Hablamos cada vez que yo llamo.

—Creo que te dejó ir porque era lo mejor. Él estaba ahogándote con su dolor. Entendió que Andrew puede hacerte muy feliz. Te liberó, Emmie.

Su tristeza no disminuye.

—Un poco de afecto e interés no cuesta nada.

Apenas contengo la sonrisa tonta cuando pienso en Josh.

—Muchos padres tienen una manera extraña de amar a sus hijos —Mi mano toca su estómago —. Estoy segura de que tu bebé unirá a la familia. ¿Ya sabe que será abuelo?

Niega con los ojos llenos de lágrimas.

—Creí que no le importaría.

Un leve tirón viene a mi pecho.

—No pienses lo peor de él —digo —. Deberías darle un voto de confianza. ¿Y si lo llamas hoy mismo? Merece saber. Será abuelo, Emmie. Tú eres su única hija. ¡Por supuesto que le importa!

El calor regresa a sus ojos grises.

—No quiero ilusionarme.

—¿Quieres apostar que su reacción será fabulosa? Llámalo ahora y luego me dices como te fue. Más tarde iremos juntas por unos helados. Un pajarito me dijo que tus antojos son imparables.

Hay un destello de sonrisa en su rostro.

—Te adoro, Ari. Por estas razones quiero que seas la madrina de mi bebé. Andrew está de acuerdo con la decisión.

La observo boquiabierta. No reprimo mi chillido alterado cuando salto y la abrazo con emoción. Juro que mi corazón se ha detenido. ¿Yo la madrina de su hijo? Es la mejor noticia que me dan dado en mucho tiempo, un poco de alegría entre tanto caos.

—Gracias por darme el honor. ¡Estoy tan emocionada! —Beso sus mejillas —. Seré una gran madrina para tu bebé.

Sus ojos grises se iluminan mientras se aparta.

—Asher, Ashton y Axel serán los padrinos.

La jalo a un abrazo y le planto un beso en su mejilla que la hace sonreír.

—¡Gracias, gracias! —continúo chillando —. ¡Acabas de alegrarme la mañana, tarde y noche!

—Yo también estoy feliz —sonríe —. Sé que no me arrepentiré de mi decisión. Mereces el título más que nadie, Ari.

🐺

Diez minutos después, me reúno con Asher en el gimnasio. Me aseguré de vestir ropa cómoda porque hoy tengo ganas de entrenar. Es una manera de mantener mi cabeza despejada y no tener pensamientos deprimentes que me tiran abajo.

Yo puedo.

Hay sacos de boxeo, máquinas de correr, pesas, incluso un ring. Según él, seré más potente con sus trucos de defensa y autodefensa. Me emociona que Asher sea mi instructor.

—Te ves bien —comenta Asher, cruzado de brazos.

Le echo un vistazo a mi aspecto.

—Mi humor también está bien.

Lame sus labios.

—Ya veo que sí —Señala el saco de boxeo —. No puedo ayudarte con tus poderes, pero sí a patear muchos traseros. Pelearemos en nuestra forma lobuna cuando caiga la noche.

Mi cara se calienta. ¿Por qué escucho el doble sentido a sus palabras? Asher tampoco ayuda a mi mente sucia. No tiene puesto ninguna camiseta y sus abdominales me hacen babear. Para mi consternación, su jeans está bastante holgado en sus caderas, dándome una vista de su bóxer. Duh. ¿Cómo podré concentrarme con él casi desnudo?

Su risa burlona me hace apartar los ojos.

—Ya me has visto desnudo.

—Cállate, presumido —resoplo.

Me acerco al saco de boxeo y le doy un fuerte puñetazo. Ya no más distracciones, estamos en un momento serio. Nuestra calentura puede esperar.

—Nada mal —Siento el cálido aliento de Asher en mi cuello —. Pero esa no es la forma, bonita.

—¿No?

—No, cierra los puños —Lo hago, y él inclina mi muñeca hacia abajo, demostrando cómo poner los nudillos y golpea suavemente el saco con ella —. Mantén tu brazo doblado, pero tus muñecas rectas mientras golpees.

Obedezco y empiezo a golpear el saco.

—¿Así?

—Bien —Lo oigo decir, pero no me detengo.

Asher suelta una carcajada cuando la bolsa cae al suelo en un estruendo. Mi respiración es agitada y siento sus manos en mi cintura.

—Tranquila, tómalo con calma.

Me acerco al siguiente saco para golpear. Asher me enseña a usar mis dos manos para golpear, practicando movimientos defensivos y ofensivos. Nos detenemos cuando el sudor cubre mi piel.

—Eres impresionante —Me tiende una botella de agua que no dudo en aceptar —. Ahora pasemos al ring para practicar. Sin trampas, Arianne.

Revoloteo mis pestañas, recordando que más de una vez quise golpearlo en su parte más preciada.

—Yo sería incapaz de hacer trampa, lobito —Bebo un trago de mi agua.

—Ajá, mi entrepierna no soportaría uno de tus golpes.

Me río.

—Amo tu entrepierna, sería incapaz de lastimarlo.

Me sonrojo cuando las palabras salen de mi boca y Asher esboza una sonrisa arrogante.

—Lo sé, te hace muy feliz cuando estamos solos.

Le aviento la botella de agua, pero él lo atrapa antes de que llegue a su rostro y lo tira a un lado.

—Eres un idiota arrogante.

—Me amas.

Ruedo los ojos y juntos subimos al ring con colchonetas.

—Deja de entretenerme —protesto.

—Bien, esta es la parte donde entrenamos —comenta Asher —. Sin distracciones —agrega, mirando mi estómago expuesto por el top.

Señalo su torso desnudo.

—Entonces ponte una camiseta.

Se encoge de hombros.

—Dormimos desnudos, Arianne. Deberías acostumbrarte.

En un movimiento rápido estoy sobre él y mi puño impacta a su costado. Asher maldice.

—Concéntrate —digo en tono inocente —. El entrenamiento ha comenzado.

Él lanza un ataque, doy un paso atrás, esquivando su golpe. Gruñe y toma mi brazo. Trato de apartarlo, pero mi espalda se estampa contra el suelo y Asher está sobre mí.

—Eres bastante rápida —jadea, inmovilizándome con las piernas.

Apoyo ambas manos en su amplio pecho y lo empujo con mucha fuerza. Asher vuela hacia a un lado y cae al suelo con un duro golpe. Su risa me cautiva mientras subo a horcajadas sobre él.

—¿No puedes conmigo?

Trata de calmar su respiración, una gota de sudor se desliza por su frente.

—Mmm... solo me das el control cuando estoy dentro de ti —Se queja.

Sus palabras provocan vibraciones en mi cuerpo.

—Pervertido.

La tensión llena el espacio entre nosotros mientras él me observa. Mi respiración se hace más laboriosa y sus ojos avellana se oscurecen. Mis labios se abren en un suspiro tembloroso cuando su mano se arrastra bajo mi top y toca uno de mis pechos.

—Sin distracciones, ¿lo recuerdas? —murmuro sin aliento.

—Al carajo con eso. Soy un alfa insaciable.

Entonces estoy debajo de él y Asher devora mi boca. Mis dedos se enredan en su cabello, mis piernas se cierran alrededor de su cintura. Ninguno puede controlar el deseo que sentimos. Siempre he oído que los lobos son animales sexuales y empiezo a creerlo.

—Vaya, vaya —comenta Axel y empujo a Asher —. ¿De esto se trata el bendito entrenamiento? Yo quiero unirme.

—Inoportunos de mierda —gruñe Asher.

Me pongo de pie y tiro hacia abajo mi top. Es obvio que Ashton y Axel presenciaron el momento caliente. Qué penoso.

—Huelo a licántropos en celo —Más burlas por parte de Axel —. Me sorprende que Arianne no esté embarazada como Emmie.

La vergüenza cubre mi cara y le lanzo una mirada de odio.

—Yo me cuido y mucho —recalco, enojada —. No está en mis planes tener lobitos.

—Ajá, pero tendrás varios de ellos algún día —agrega Asher.

¿Esta situación puede ser más incómoda?

—¿Cuándo se irán a Boston? —Le pregunto a Ashton, cambiando de tema. Lo que menos deseo es hablar sobre mis futuros lobitos con Asher.

—Dentro de poco —contesta Ashton —. ¿Alguna petición?

Asher mira a Axel.

—Esperamos que este idiota no lo arruine.

Axel gira los ojos en señal de fastidio.

—Gracias por la confianza.

—Hablo en serio, Axel.

—Ya dije que me comportaré —refunfuña el rubio —. Sé que mucho depende de nosotros.

Pongo mi mano en su hombro.

—Sé que lo harás genial.

Él me guiña un ojo.

—Aprende de tu compañera, hermano. Ella no juzga sin conocer.

Asher suelta un resoplido y le da un codazo juguetón a Ashton.

—Reynard no lleva tu marca —masculla Asher —. ¿Por qué no la has marcado?

Ashton se sonroja inmediatamente.

—No hablaré de mi intimidad contigo, Asher.

—Lo siento, pero deberías hacerlo pronto —responde mi lobito —. Es por la seguridad de Reynard.

—Aún no ha llegado el momento.

La sonrisa de Axel aumenta.

—Quieres llegar virgen al matrimonio. No me jodas, Ashton.

Ashton se ve apenado y es inevitable no sentir ternura por él.

—Déjenlo en paz, par de idiotas —Lo defiendo —. Ustedes debieron seguir el ejemplo de Ashton. Él fue todo un caballero y esperó a su compañera.

Asher se echa hacia atrás, con una leve sonrisa en sus labios, como si supiera un secreto.

—A ti no te gustan los caballeros, Arianne —presume Asher —. Me lo demuestras todas las noches.

Si antes estaba avergonzada, ahora mucho peor. Mi mente se traslada a las noches dónde le pedía que no fuese delicado conmigo. Dioses...

—Dejemos a estos dos follar como los animales que son —masculla Axel —. ¿O prefieren que nos quedemos?

Asher señala la puerta con la mandíbula apretada.

—Fuera —gruñe.

Yo le sonrío a mis cuñados.

—¡Buen viaje, chicos!

🐺

Axel

Audrey continúa enviándome mensajes muy sexuales. Está siendo fastidiosa y llega al punto dónde me incomoda. Dudo que me olvide pronto. Vamos, también soy un perverso, pero es divertido cuando estoy de acuerdo con la situación. Ella me genera repulsión, más ahora admitió ser la traidora. ¿Cómo puede seguir hablándome?

Lo indicado sería bloquear su número, mandarla al demonio, pero me contengo. Sé que en algún momento servirá tenerla idiota por mí. Esa atracción será útil. Es mejor seguirle el juego.

Audrey: «¿Entonces no me odias?»

Bueno, tengo ganas de lanzarla en un pozo como a la niña de la llamada, pero me limito a contestar:

Yo: «Sabes que jamás te odiaría, muñeca. Al contrario, ya extraño tus preciosas piernas»

Su respuesta viene rápido, pero no vuelvo a responder y guardo el celular en mi bolsillo. Me haré desear o levantaré sospechas.

—¿Estás listo? —Me pregunta Andrew cuando bajo las escaleras.

—See, este viaje será muy largo.

Trato de arrebatarle el pote de helado que sostiene, pero él sacude la cabeza.

—No, es para Emmie —sonríe —. Tiene muchos antojos.

Me río porque todavía no puedo creer que será padre. Andrew tiene dieciocho y muy pronto cambiará pañales. Desagradable. Imagino los llantos del mocoso y eww. Que los dioses me amparen. No tendrá libertad, mucho podrá dormir bien en meses. Uff. Yo por suerte me he salvado de esa responsabilidad. Siempre he sido muy cuidadoso.

Seré padre en un futuro muuuuuy lejano.

—¿Niño o niña? —inquiero.

Se encoge de hombros.

—Me da igual. Cuando nazca, estaré feliz de todos modos.

Le doy una palmada en la espalda.

—Hermano, cuídala mucho.

—Lo haré, espero que pronto encuentres a tu compañera —murmura —. Deseo que el karma te llegue de una vez.

Me burlo.

—Soy un soltero muy feliz. No quiero atarme a nadie.

Suelta una carcajada.

—Cuando la veas, no querrás alejarte de ella. Confía en mí, Axel.

Ajá, sí claro.

El destino no la puso en mi camino y es por una buena razón. Quizás debo estar solo hasta que aprenda a ordenar mis prioridades. Amo las fiestas, el sexo sin compromiso y mi valiosa libertad.

No quiero perder nada de eso por culpa de una chica.

—Te veo pronto —Le digo a Andrew.

—¡Llámame si necesitas algo! —exclama a mis espaldas.

Me reúno con Ashton y Reynard quienes ubican las provisiones dentro del auto. Serán siete horas de viaje porque iremos en la camioneta. Mi lista de Spotify tiene las mejores canciones para matar el aburrimiento.

—Tienen que saber algo sobre Nastia —masculla mamá —. Ella tuvo un amorío con Claudius y de esa relación nació una niña.

Me cruzo de brazos mientras escucho el chisme.

—¿Una niña? —pregunto.

—La existencia de su hija lo saben pocas personas. Melody es diferente.

Ella se llama Melody.

—¿A qué te refieres con diferente?

—Melody es híbrida, Axel. Vampiro y demonio. Hija de Claudius.

Ashton silba.

—Entonces es prima de Arianne.

—Sí —dice mamá.

—Wow, le tocó una familia bien rara —masculla Ashton.

Un aliento conmocionado brota de mis labios. ¿Por qué mi corazón palpita demasiado rápido? Melody es un nombre precioso.

—¿Su madre también es híbrida? —indago.

—No, solo vampiro —espeta mamá —. Melody es muy poderosa.

Con esos padres, no lo dudo. Es otra extraña mezcla como Arianne. Tiene mucho sentido que sean primas. Qué familia tan disfuncional.

—¿Ella querrá trabajar con nosotros? —cuestiona Ashton.

Reynard asiente y se pone las gafas de sol.

—Lo hará si eso significa destruir a Claudius —espeta —. Además, iré yo. Soy muy buena en los negocios y lograré convencerla.

Ashton le da un beso suave en los labios.

—Bienvenida al equipo Karlsson, Roja.

Mamá me da un abrazo afectuoso y alborota mi cabello. Es raro no verla encerrada en su habitación o con una copa de vino. Está muy mal y me preocupa. Papá apenas duerme en la Fortaleza. Últimamente se dedica bastante a su trabajo.

—Cuídense —suplica mamá —. Nunca se aparten.

—No te preocupes, mamá —beso su mejilla —. Te quiero.

Por primera vez en mucho tiempo, su fría mirada se descongela.

—Yo también te quiero, cielo.

🐺

«Linkin Park» suena en los estéreos mientras Ashton conduce. El viento se asoma por la ventana y alborota mi cabello rubio. No hice bromas desde que empezó el viaje, tampoco pronuncié una palabra. La extraña inquietud que siento me desconcierta. Me limito a observar a mi hermano y su chica. Comparten besos cuando el semáforo queda en rojo.

Están peor que Asher y Arianne.

—¿No extrañas tu vida antes de conocer a Ashton? —Le pregunto a Reynard —. Eres una chica de ciudad, pero ahora vives en un mugroso pueblo.

Ella sonríe.

—¿Una vida dónde mis padres estaban ausentes y enfrentaba a mis demonios sola la mayor parte del tiempo? —Niega —. Era utilizada para generar dinero y reputación en mi familia. El único que me quiere en casa es mi mayordomo.

La música se apaga y pongo los codos sobre mis rodillas para mirarla mejor. Ashton conserva sus ojos en la carretera.

—¿Dinero y reputación? —cuestiono.

Reynard tiene una expresión devastada.

—Papá le habló sobre mis dones a muchos políticos —explica —. Pronto tuve a varios de ellos en mi puerta en busca de respuestas respecto a sus futuros y pedían consejos —Levanta su mano enguantada —. A veces puedo verlo todo con un simple toque.

Ashton aprieta la pierna de su chica como consuelo.

—¿Por qué te dejaron ir si eres una mina de oro para ellos?

Reynard me sonríe.

—Porque habría consecuencias si me retenían —suspira —. Pertenezco al lado de Ashton.

Proceso sus palabras mientras la observo. Mis hermanos están muy felices con sus compañeras y se encargan de demostrarlo cada vez que tienen oportunidad. Veo el amor, la unión y la complicidad en ellos.

Por mucho que no me guste admitirlo, amaría tener lo mismo con ella el día que decida aparecer. Espero que perder mi libertad valga la pena.

—Veo un futuro muy prometedor para ti, Axel —musita Reynard como si oyera mis pensamientos —. No extrañarás nada de lo que pierdas. Son cosas insignificantes que no te hacen feliz realmente.

🐺

Ari

—¿Del uno al diez cuanto te gusta pasar el tiempo conmigo?

Asher sostiene mi mano mientras juntos caminamos por el bosque. El cielo está oscuro y la luna se hace presente. Pasaremos esta noche en nuestra pequeña cabaña. Vamos a cocinar una deliciosa cena y después dormiremos acurrucados.

Amo mi vida con Asher.

—Mil —contesta Asher.

—Hablo en serio.

—Yo también, Arianne. ¿Crees que mi respuesta sería otra?

Bajo la atención a nuestras manos unidas. Soy tan pequeña a comparación de él, pero me fascina. Hace que me sienta protegida a pesar de los poderes que habitan en mí.

—Dejaste de lado tu vida por mí y no me parece justo —musito —. Siento que mereces dedicarte más a ti mismo. Me encanta que me protejas, pero puedo hacerlo yo misma. Estaré bien, Asher.

Sus ojos avellanas brillan en la oscuridad del bosque.

—Tú eres mi vida, bonita.

Mi corazón se agita.

—Lo sé, pero no quiero abrumarte con mis problemas siempre. Prométeme que retomarás tus clases de esgrima y pasarás más tiempo con tus hermanos. Antes de conocerme tenías amigos.

—Eran unos falsos al igual que Julianne —bufa —. No me molesta dedicarte mi tiempo, Ari. Te amo y eres mi mundo.

—Pero...

—Iré de nuevo a mis clases de esgrima —interrumpe con una sonrisa —. Haré otras actividades que no te involucren. ¿Eso hará que seas feliz?

—Hará que tú seas feliz —corrijo —. No necesito que estés pendiente de mí a cada segundo. Te amo y quiero verte bien, Asher.

Planto mi mano en su pecho, me pongo de puntillas y llevo mis labios a los suyos. Nuestras bocas se mueven en sincronía mientras suspiramos. Mis pies dejan el suelo cuando me levanta y rodeo su cuello con los brazos.

—Tú me haces bien, Arianne.

Me aparto de sus labios cuando oigo un fuerte crujido. Mis instintos se ponen alerta mientras Asher me empuja abajo y mi cabeza golpea dolorosamente contra el suelo. Su cuerpo está sobre el mío y chillo horrorizada al instante que una ráfaga de balas nos ataca.

Mi piel arde, me falta el aire. Asher está pálido y el pánico envuelve mi corazón.

No es cualquier bala.

Hiedra púrpura.

—¿Asher? —pregunto cuando todo termina —. Háblame, por favor.

Abre la boca para decir algo, pero nada sale. En la oscuridad me toma un momento darme cuenta de la sangre que se filtra de su estómago.

—Estás herido —sollozo —. Oh, Dioses. ¡Estás herido!

—Estoy bien.

¿Cómo puede decir eso con tanta sangre?

—Acaban de atacarnos, maldita sea. ¡No estás bien!

Con cuidado de no lastimarlo, me pongo de pie y examino nuestro entorno. A lo lejos puedo verla. Sus ojos verdes brillan y una sonrisa enferma asoma sus labios.

Marianne.

Aprieto los puños, mi ira acaba de aumentar un cien por ciento. Juro por mi madre que no saldrá viva de esto.

Está muerta.

En nombre de todos los dioses, estará muerta.

—¡Maldita bastarda! —grito, furiosa —. ¡Ven aquí y pelea, cobarde! ¿Solo sabes atacar por las espaldas?

Nos lanza otra bola de fuego, pero rápidamente un campo de protección se forma a nuestro alrededor. Asher se sostiene a mí para no caer. Le cuesta curarse.

Wow.

Es la primera vez que hago esto.

Supongo que mi desesperación por proteger al amor de mi vida me vuelve más fuerte.

—Fue un placer volver a verte, Arianne —Se burla Marianne —. Pronto habrá una reunión familiar. Te esperamos.

Y justo así, se esfuma como si nunca hubiera llegado. La odio. Puedo aceptar que se meta conmigo. ¿Pero Asher? Mi lobito está fuera de los límites.

—Mierda, Arianne. ¡Mira lo que hiciste! —exclama Asher con los ojos cansados.

El campo de protección desaparece y lo sostengo contra mí.

—Eso no es importante ahora.

—¿Cómo qué no? ¡Eres jodidamente poderosa!

Ruedo los ojos y nos acercarnos a la cabaña que se encuentra a poca distancia.

—Tu bienestar es todo lo que me interesa. ¿Bien? Vamos a curarte.

—No te preocupes por mí —Su respiración es agitada y se lame los labios resecos —. Estoy bien.

Pongo uno de sus brazos sobre mis hombros y entramos en la cabaña. La puerta se cierra y Asher se apoya contra ella mientras jadea por aire. Rompo en dos su camiseta y reviso su herida. Se ve muy grave.

Primero Kellan y ahora él.

No soporto sentir su dolor. Me mata.

—Siéntate en el sofá —ordeno.

¿Cómo pudo meterse con él? No olvidaré esto jamás.

—¿Qué diablos es gracioso? —pregunto cuando Asher se echa a reír.

Me muero de angustia y él se ríe. ¿Qué mierda está mal con el mundo?

—Relájate.

—¡¿Relajarme?! —exploto —. ¡Casi mueres! ¡Esa bruja te atacó! ¿Tienes idea de cómo me siento?

Sé que es un licántropo fuerte, pero me siento tan furiosa. Asher es lo más importante que tengo. El único por quién estoy dispuesta a dar mi vida entera si es necesario. Es mi compañero, mi otra mitad. Dudo mucho que pueda sobrevivir sin él.

—Ven aquí —Señala su regazo y niego.

Verlo con tanto dolor desgarra mi alma.

—Estás herido, no quiero lastimarte.

Se ríe de nuevo.

—Entonces ven a curarme de una vez —gruñe —. Tienes habilidades curativas.

Empieza a palidecer por la pérdida de sangre, y por mucho que intente ocultar el malestar, yo puedo percibirlo. Es insoportable. Asher enarca una ceja cuando me despojo de mi ropa. Soy una druida. Mi toque puede sanarlo, pero haré algo más que eso.

—Mis besos te traerán de nuevo a la vida —sonrío, sentándome en su regazo.

Sus pupilas se dilatan con necesidad.

—Joder... —maldice él —. Si me vas a curar así, que me disparen todos los días.

Lo miro con odio.

—No digas estupideces.

Beso su torso desnudo y recorro su estómago plano con las manos. Le ayudo a bajar la cremallera del pantalón y ambos gemimos cuando se introduce dentro de mí. Puedo sentir la forma en que recupera su fuerza. La herida está curándose, pero ninguno se detiene. El dolor ha sido reemplazado por el deseo, una necesidad exquisita. ¿Y lo más raro? Hay una brillante luz rodeándonos mientras todo sucede.

Benditos sean mis poderes.

Sus brazos rodean mi cuerpo y me lleva a nuestra habitación. Se posiciona sobre mí en la cama y juro que no he visto a alguien más hermoso en mi vida. Su cabello oscuro está húmedo y sus labios hinchados.

—Te amo —jadea.

Me besa el cuello y los pechos desnudos. Sus besos son suaves, siento cada caricia en mi piel como plumas. Clavo las uñas en su espalda, incitándolo a más. Mis piernas le rodean la cintura.

—Por favor, Asher. Te necesito.

Su boca baja a mi estómago expuesto y yo he muerto. He muerto de la mejor manera.

Está bajando cada vez más.

Besa mis caderas, lame mi ombligo y después...

Suelto un grito ahogado cuando su lengua hace contacto con mi punto más sensible y cierro los ojos. Oh, Dioses... Lo ha hecho varias veces, pero nunca me acostumbraré a las sensaciones. Se siente tan bien.

—Yo también puedo traerte a la vida, Arianne —murmura entre mis piernas con una sonrisa arrogante.

Maldita sea.

No hay palabras.

Solo sus labios, su respiración agitada y mis gemidos. Si alguien me pidiera definir el paraíso, juro que describiría este maravilloso momento.

🐺

Axel

Horas después, llegamos a nuestro destino.

La camioneta se detiene frente a un club nocturno. Hay cientos de autos en la acera y las paredes retumban por la excesiva música alta. Es un viejo edificio. Las ventanas cubiertas están enmarcadas por tubos de neón azul y las paredes son negras. El enorme cartel con luces hace brillar el nombre.

Infernus.

—Quiero que te mantengas cerca de mí —Le indica Ashton a la pelirroja —. Adentro habrá vampiros, incluso licántropos que podrán olerte y verán que tú...

Reynard lo interrumpe.

—Soy humana y no estoy marcada. No te preocupes, puedo cuidarme.

Mi hermano se quita la chaqueta y se lo pone a Reynard. Hay una larga fila de clientes que esperan para entrar. Mi olfato percibe a licántropos, vampiros y humanos.

—Uh... —duda Reynard —. ¿Cómo entraremos? La fila es interminable.

—Ven —ordena Ashton, tomando su mano —. Nos dejarán entrar si le decimos que venimos de parte de Aria Karlsson.

La puerta del club está custodiada por un hombre trajeado. La gente parece ansiosa por entrar. No somos los únicos.

—Oye, imbécil —gruñe alguien y toca el hombro de Ashton —. Espera la fila.

La mandíbula de mi hermano se aprieta y observa al sujeto como si fuera un insecto muy insignificante.

—Vuelve a tocarme y juro que romperé tu cara.

El guardia se acerca cuando nota el escándalo.

—¿Qué mierda pasa aquí? —exige saber.

El tipo señala a Ashton como una vieja chismosa. Qué infantil, no me sorprendería si llora ahora mismo.

—Este cerdo quiere entrar sin formar la fila.

Los puños de mi hermano tiemblan y Reynard intenta calmarlo. Mierda, esto terminará mal. Estamos atrayendo la atención de varios vampiros.

—Buscamos a Nastia —interfiero antes de que Ashton lo arruine —. Venimos a darle un mensaje de Aria Karlsson. Somos sus hijos.

Y esas palabras bastan para que nos dejen pasar. Varios insultos más son dirigidos hacia nosotros, pero ignoramos. Aquí están prohibidos los conflictos entre vampiros y licántropos. Todos somos bienvenidos.

Los muros que nos rodean vibran. Hay una enorme pista de baile con gente de distintas edades y vestidos de negros. El olor a sangre, marihuana, sexo y sudor inunda mis fosas nasales. ¿Cómo pueden venir a un sitio así? La palpitante música combina con el sonido de corazones latiendo. Me hace sentir como si una convención de música heavy estuviera en mi lóbulo frontal.

Saldré más que sordo de aquí.

—Voy a ahogarme con tanto hedor —Me quejo, tosiendo con asco.

El guardia se burla.

—Los clientes aman el descontrol —grita a través de la música alta —. En Infernus está la verdadera diversión. Es el club más concurrido de todo Boston y Nastia es una mujer muy respetada.

Reynard parpadea.

—¿Por qué los humanos vendrían aquí?

El guardia se ríe.

—Pueden ganar varios dólares por donar su sangre a los vampiros. Los humanos no son estúpidos.

—¿Qué hay de los licántropos? —pregunto.

—Se follan a cualquiera que no sea su compañera.

Qué sutil.

El guardia nos guía hacia unos pasillos y luego toca una puerta de madera.

—Señora, tiene visitas. Dicen ser hijos de Aria Karlsson.

—Hazlos pasar, Wade —musita una voz suave.

Lo primero que noto cuando entramos en la oficina son muchos lujos. Pinturas de arte, reliquias y una de las mujeres más hermosas que he visto está sentada en un escritorio. Su cabello es negro como la obsidiana y sus labios son rojos.

Luce elegante, como malvada.

—Es un honor tener a los hijos de Aria aquí —sonríe —. Soy Nastia Shikova. Bienvenidos a mi club.

Es la primera vez que la vemos personalmente, pero apostaría que ella ya nos conoce de antes. La puerta se cierra detrás de nosotros y Ashton es el primero en presentarse. Reynard se mantiene relajada.

—Mi nombre es Ashton y él es mi hermano Axel —señala a Reynard —. Ella es mi compañera: Reynard Russell.

La mujer sonríe.

—Una humana de sangre fresca —comenta —. Muy estúpido traerla aquí sin tu marca.

Ashton gruñe y la mujer se limita a sonreír. Reynard extiende la mano hacia ella.

—Mucho gusto, Nastia.

Nastia acepta su mano.

—Eres especial, ¿no es así?

La pelirroja asiente.

—Digamos que puedo ver tu futuro.

—Médium —concluye Nastia y mira a Ashton —. Qué afortunado eres.

Mucho drama para mí, vayamos al grano de una vez.

—Estamos aquí porque tenemos el mismo objetivo —Hablo —. Claudius Sanders, ¿te suena?

La expresión amable de Nastia se modifica.

—¿Qué saben de ese imbécil? —sisea.

Reynard se aclara la garganta antes de hablar.

—Tiene un ejército de vampiros dispuesto a destruir nuestro pueblo —La voz de Reynard suena determinante y segura —. Su hija Marianne ha matado a un amigo de la familia y quiere armar una guerra.

Nastia no se muestra afectada.

—¿Y?

—Mamá ha dicho que lo odias —agrega Ashton.

Alza los hombros con indiferencia y le da una calada al cigarrillo que sostiene entre sus largos dedos.

—Pero eso no significa que arriesgaré mi vida para enfrentarlo. Claudius es un maldito demonio invencible.

Esto no será fácil.

—Tú eres la única que puedes ayudarnos. Claudius es una amenaza que debe ser eliminado —dice Ashton —. Miles de vidas dependen de nosotros.

Nastia expulsa el humo por su boca.

—Eso no es asunto mío.

—Señora...

Levanta una mano, interrumpiéndome.

—El viaje que han hecho es inútil —masculla a la ligera —. Aprecio mucho a tu madre, pero no me arriesgaré. Ya saben dónde está la salida, tengan una buena noche.

La puerta de la oficina se abre bruscamente y el aliento queda atrapado en mi garganta.

—Si tú no quieres ayudar, yo sí lo haré —expresa una voz femenina, pero ruda. Hay un acento raro en ella que me cuesta reconocer —. Durante años soñé ver muerto a ese monstruo y no me detendré.

Mi mundo entero queda suspendido cuando la veo.

La suave voz llena mis oídos y calienta mi pecho. El sonido hace que mi lobo se recueste perezosamente dentro mío como si quisiera dejarse llevar por ella.

Lo primero que noto es su cabello oscuro. Va vestida de cuero y su cuerpo me dará un infarto. Jamás imaginé que mi corazón latería tan fuerte como ahora. ¿Cómo es posible que siga respirando?

—Vuelve a tu habitación —ordena Nastia.

Entonces ella me mira. El cabello negro cae sobre su rostro, escondiendo unos preciosos ojos oscuros.

—¿Tú quién eres? —jadeo, mirándola.

Parpadeo lentamente y siento la sangre golpear de manera violenta mis venas. Mi mente está gritando a todo pulmón que ella es mía.

—Me llamo Melody.

🐺

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