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Capítulo 18 🐺

Ashton

Llegamos al pueblo muy temprano. Reynard está emocionada cuando ingresamos a la sala. Lo primero que vemos es a Andrew besando a Emmie en el sofá. Ni siquiera me sorprende. Esos dos son como pulpos que no pueden tener las manos quietas cuando se trata del otro.

―¡Hermano! ―Axel me da un fuerte abrazo ―. Al fin estás aquí, idiota. Estoy ansioso de conocerla.

Reynard sonríe y le tiende la mano.

―Mi nombre es Reynard y supongo que tú eres Axel.

Mi hermano le guiña un ojo.

―Bienvenida a la familia, pelirroja.

―Gracias, Axel.

Emmie se levanta del regazo de Andrew y se acerca con una sonrisa amable.

―Es bueno volver a verte, Ashton.

―Hola, Emmie ―respondo ―. Ella es Reynard.

Emmie le da un cálido abrazo de bienvenida a Reynard.

―¡Mucho gusto! ―espeta Emmie, entusiasmada ―. Arianne me habló sobre ti y estoy segura de que seremos grandes amigas. Bienvenida a la familia.

La sonrisa de Reynard es demasiado grande y contagiosa.

―Gracias, Emmie. Eres muy dulce.

Emmie besa su mejilla y el siguiente en presentarse es Andrew.

―Admito que estaba muy curioso de saber quién es la compañera de mi hermano. Me compadezco de ti ―bromea Andrew ―. Te ha tocado el más amargado de los Karlsson. Soy Andrew.

Resoplo, Reynard suelta una agradable risa.

―Tú eres el humorista de los Karlsson, ¿eh? ―Reynard acepta el breve abrazo de Andrew ―. El color de tu aura es precioso. Puedo ver el verde, rosa y rojo.

Mi hermano levanta su pálida ceja rubia.

―¿Qué significan esos colores?

―El verde es optimismo, rosa es amor y el rojo es pasión. Eres un buen chico.

Una sonrisa engreída se extiende en la cara de Andrew.

―Me agradas ―dice mi hermano.

―¿Qué ves en mí? ―pregunta Axel ―. Tus habilidades son impresionantes.

Reynard hace una breve pausa.

―Veo un rojo muy intenso. El color de la lujuria.

Axel chifla y toca su pecho como si estuviera orgulloso.

―Nunca decepciono, ¿eh?

Emmie gira los ojos con fastidio.

―Por supuesto que no. Siempre andas caliente como un volcán ―dice la rubia ―. ¿Acaso ese pene nunca se cansa?

Mi hermano se lame los labios y le da una mirada sugerente. Error.

―¿Quieres averiguarlo?

Andrew le da una expresión mortal.

―No dijiste eso...

Axel se encoge de hombros mientras Emmie suspira agotadoramente.

―Lo hice.

En menos de un segundo, Andrew está sobre él y lo golpea con los cojines del sofá. Reynard no para de reír por las locuras de mis hermanos. Qué inmaduros.

―Idiotas ―refunfuño y tomo la mano de Reynard ―. Te presentaré a mis padres.

Empiezo a subir las escaleras y suelto un gruñido cuando percibo que Axel mira el culo de mi compañera. Bastardo pervertido. Echo un vistazo sobre mi hombro para verlo sonreír como el gran baboso que es.

―¿Está prohibido mirar? ―pregunta a mi espalda.

Le enseño mi dedo del medio, él libera una carcajada. Andrew lo golpea por mí. Reynard sonríe gustosa, no está incómoda con los idiotas de mis hermanos.

―Tus hermanos son muy lindos ―comenta ella.

¿Lindos? Son igual de molestos que los mosquitos.

―No pensarías lo mismo si vivieras aquí todos los días.

Sus ojos marrones dicen lo contrario.

―Este será mi nuevo hogar y sé que me encantará.

Le beso la frente.

Entramos a la oficina de mi padre sin tocar. Él está en su escritorio, bebiendo un vaso de whisky. Sus ojos avellanas irradian felicidad al vernos llegar.

―Papá ―sonrío.

Viene hacia nosotros y besa la mano de Reynard.

―Es un honor tenerte en mi hogar, Reynard ―murmura ―. Te conocí cuando eras una niña y ahora te convertiste en una mujer muy sabia. Estoy agradecido de que seas parte de mi familia.

La sonrisa de Reynard es gigantesca por el hermoso recibimiento.

―El honor es mío, Aiden.

Papá nos mira orgulloso.

―Solo falta Axel y viviré una de las mejores experiencias que me ofrece la vida.

Yo también quiero presenciar ese día. Axel tendrá que dejar de lado su soltería y dedicarse a una sola chica. Será muy cómico verlo caer cuando lucha tanto por conservar algo imposible.

Esa libertad pronto acabará.

―¿Y mamá? ―indago.

El rostro de mi padre decae. Imagino que nada está bien para él. La prensa aún lo acosa y algunos vampiros siguen en el pueblo. Marianne y Claudius también complican el panorama. Pobre hombre. No quisiera estar en sus zapatos.

―Fue de compras temprano, pero regresará pronto.

Quiero cuestionar, preguntar más. Axel me ha comentado en sus mensajes que están muy distantes y discuten mucho. ¿Qué sucedió durante mi ausencia?

―De acuerdo ―mascullo ―. Le enseñaré a Reynard nuestra habitación.

Papá besa las mejillas de Reynard.

―Tengan un buen día ―sonríe.

Nos retiramos de la oficina y pasamos por varias puertas antes de llegar a la nuestra. Puedo escuchar el corazón de Reynard latir fuerte. Adoro ver cómo sus ojos brillan.

Quiero que se sienta en casa.

Hago una pausa antes de abrir la puerta de lo que será su habitación también a partir de hoy. Agradezco ser un chico ordenado. La cama King es suficiente para ambos. Hay un pequeño estante de libros y equipo de música. Las paredes están decoradas con algunas obras de Rafael Sanzio. La ventana enseña el inmenso bosque frente a nosotros.

―Wow ―Reynard entra y evalúa cada detalle ―. Es muy acogedor.

Me rasco la nuca y voy hasta el armario. Hay espacio para su ropa. Joder, tengo veintiún años y estoy formalizando con mi compañera.

―Puedes decorarla como quieras, darle tu toque de chica ―sonrío.

Muerde su labio.

―Lo que menos quiero es molestar.

Mis brazos rodean su cintura y beso su cuello. Me encanta como huele.

―Acostúmbrate porque este será tu espacio a partir de hoy. Todo lo mío es tuyo, Reynard. ¿De acuerdo?

Asiente un poco insegura.

―Gracias―susurra.

―No, gracias a ti ―La beso despacio ―. Siéntete como en tu propia casa. Toca lo que quieras, pinta las paredes, me da igual. Deseo tu comodidad.

🐺

Ari

Mi corazón se aprieta tanto que mi aliento me abandona con dolorosos ruidos.

Kellan.

Me duele el pecho, las lágrimas caen incontrolablemente por mis mejillas. Me siento culpable. No debí permitir que se vaya con ese chico, jamás debí dejarlo solo. ¿Cómo pude confiarme tanto? Si algo malo le sucede nunca voy a perdonarme.

No soportaría perderlo.

―Arianne ―dice Asher.

Me cubro con una de sus camisetas y salgo disparada fuera de la habitación.

―¡Arianne!

Una ira como nunca antes he sentido se apodera de mí. En ese momento, soy una chica nacida de la rabia y la destrucción. Mientras salgo corriendo por la puerta, mi ferocidad se enciende en una chispa singular a un infierno ardiente y se prende tan fuerte que quema mis venas.

Explotaré.

Aprieto las manos en puños y suelto un grito colérico mientras la tierra vibra en el bosque. Puedo sentir como las llamas invaden cada parte de mi cuerpo. Estoy ardiendo, mi garganta duele al igual que mi corazón.

No quiero perder a Kellan.

Siento los brazos de Asher rodeándome mientras el primer árbol cercano cae y trata de calmarme. No paro de temblar. El hecho de que ellos me arrebaten a alguien importante me pone loca y rabiosa.

―Cierra los ojos y respira ―susurra Asher en mi pelo ―. Iremos por él, Kellan estará bien.

Mi respiración se estabiliza.

―No estoy segura, Asher. Reynard me advirtió que ellos harán lo imposible para doblegarme.

Acuna mis mejillas, obligándome a mirarlo.

―Tú no tendrás piedad de ellos ―asegura ―. Saldremos de esta, Kellan volverá con nosotros.

Agito la cabeza. El horrible sentimiento de pérdida me ahoga. ¿Cuándo la muerte dejará de perseguirme?

―Estoy aterrada, no quiero perderlo.

Me lleva a su pecho y trata de consolarme. Mi cuerpo tiembla con el peso de las lágrimas. Por favor, necesito que Kellan esté bien.

―Tenemos veinticuatro horas ―murmura ―. Armaremos un plan y salvaremos a Kellan.

Intento ser optimista, pero mi lado débil imagina lo peor.

―Que los dioses te escuchen.

—Vamos —dice él —. No quiero que destruyas el bosque.

Me limpio las lágrimas con una sonrisa.

—Muy chistoso, lobito. Muy chistoso.

🐺

Esta profunda cólera no se calma. Mi odio incrementa cuando leo el mensaje que envió Marianne en el celular de Asher. Tengo millones de ideas para acabar con ella. ¿Finalmente podré achicharrar su horrible cabello? He querido hacer lo mismo con Julianne, pero no se presentó la oportunidad.

Marianne tendrá el honor de arder en las llamas de Arianne Laroux.

—Me ha enviado la dirección —musito —. La odio.

Asher suspira.

—¿Cuál es?

—Está esperándome dónde Aulus mantuvo oculto el cuerpo de Theo.

—Dios, Arianne, tú no puedes volver ahí.

—Lo sé, pero no tengo opción. Kellan morirá si no accedo.

—No irás sola, no lo permitiré.

—Es peligroso.

—Me da igual, puedo cuidarme por mi cuenta.

Me aparto y voy hasta la nevera para sacar una botella de agua. Puso al tanto a su familia, pero pedimos que no interfieran. Estamos enfrentándonos a monstruos poderosos.

—¿Cómo pudieron secuestrar a Kellan?

Asher frunce el ceño, pensativo.

—Anoche lo vimos muy cómodo con ese chico —contesta —. Sospecho que ese idiota sirvió como cebo para atraerlo.

Tapo el agua y vuelvo a guardarla en la nevera. Poso una mano temblorosa en mi sien.

—Eso no suena nada descabellado.

Asher entrecierra los ojos hacia mi rostro.

—Escucha, Arianne. Te conozco muy bien y necesito que me prometas algo.

Mi cabeza se mueve un poco demasiado rápido y hago un gesto de dolor. Auch. Muero de estrés.

—¿Qué cosa?

—Tienes que mantener la mente fría cuando te encuentres con ellos. Eres muy impulsiva.

No puedo evitar sonreír.

—No cometeré ninguna locura, confía en mí.

—Arianne...

—Está bien —sonrío de manera tensa —. Voy a controlarme. Lo prometo.

Se inclina y roza sus labios con los míos. Luego desliza la palma de su mano sobre mi mejilla y pone un mechón de pelo detrás de mi oreja. Me encanta que haga eso.

—Eres muy poderosa y la mayor parte del tiempo tus habilidades te controlan. No debería ser así.

Asiento.

—Lo sé.

—Tú deberías controlar tus habilidades, no ellos a ti.

Suelto un suspiro.

—Hoy abrazaré mi poder, cualquier cosa para salvar a Kellan.

🐺

El aire congelado de la noche me golpea en la cara. Esto es real y no puedo escapar. Debo enfrentar a mi destino. La luna resplandece en el cielo cuando miro las estrellas. Siento la más leve brisa, como un dulce aliento en mi cuello. Los búhos nos observan con curiosidad desde las ramas de árboles.

Luego distingo ese siniestro lugar.

Ese lugar familiar.

Está frente a nosotros, como si nos estuviera esperando para recibirnos. Es una especie de castillo antiguo en medio del bosque. Un portón viejo y oxidado es abierto a medida que nos acercamos. Todavía recuerdo ese día que encontré aquí el cuerpo de Theo. Ese túnel de mierda...

Tiemblo.

—Ari...

—Estoy bien, Asher —Le aseguro —. Terminemos con esto juntos.

Acto seguido, abrimos la puerta de la mansión.

Hay muchas velas y las paredes están cubiertas por telarañas. Los muebles parecen ser sacados de la edad antigua y el olor a moho inunda mis fosas nasales. Olfateo el aire, y de pronto, la veo bajar por las viejas escaleras.

Marianne.

La furia se incrusta en mis venas.

—Ah, dulce hogar —dice ella con nostalgia—. Sin dudas, el hogar es dónde sientes que perteneces. Es bueno verte aquí, Arianne.

La ansiedad se siente como una tormenta dentro de mí. Quiero matarla. Realmente quiero arrancarle la cabeza y colgarla en un árbol para que los cuervos se alimenten de ella.

—Cuando Abigail vino por primera vez a este pueblo, fue en el año 1789 —Marianne sonríe —. Huía de malditos cristianos que deseaban quemarla y encontró refugio aquí.

Asher y yo nos quedamos en silencio. Marianne está irreconocible con el cabello suelto y largo vestido rosa. Su sonrisa es casi dolorosa. Aparenta ser una niña buena, pero a mí no me engaña. Es un monstruo como su padre y su abuela.

—Hace siglos nuestra aldea fue atacada por hombres americanos —Marianne habla con repulsión —. Eran soldados que buscaban diversión con druidas inofensivos incapaz de lastimar a nadie. Ellos tenían armas y fuerza. Nosotros los druidas no podíamos usar la magia para dañar humanos porque corríamos el riesgo de ser quemados en la hoguera por brujería.

Lucho para no bostezar.

—Ya conozco esa parte de la historia.

Marianne se moja los labios.

—Quemaron nuestra aldea y violaron a las mujeres para sentirse superiores. ¿Eso te parece justo, Arianne?

Suelto el suspiro que estaba conteniendo.

—Por supuesto que no —mascullo —. ¿Sabes lo que sí es injusto? Que Abigail mate a niños y personas inocentes.

Marianne se cruza de brazos y no muestra señales de estar arrepentida o sentir lástima. Le da igual lo que pienso.

—Vino a las tierras de los hombres que destruyeron nuestro pueblo. Ella devolvió el mal que nos hicieron —habla con la barbilla en alto —. Hizo justicia.

No me altera, nada hará que cambie mi opinión sobre Abigail Sanders.

—Fingió ser una buena samaritana, una mujer que ayudaba a los soldados que volvían de la guerra —Se burla Marianne—. Cuando ganó la confianza de los habitantes de New Hope, los niños empezaron a desaparecer. Estos idiotas pensaron que ella era un ángel. Tontos idiotas que sirvieron como festín.

De una manera enfermiza, tengo muchas ganas de vomitar. Theo era uno de esos niños.

—¿Qué culpa tenían los niños? —pregunto —. Ellos eran seres inocentes.

Marianne se encoge de hombros. Lo miro boquiabierta, está ahí de pie con tanta indiferencia. Tan desdeñosa con la vida de otras personas.

—A nuestra abuela le arrebataron su hijo. Ella quería hacer lo mismo.

Me da asco escuchar esto. La rompieron de muchas maneras, pero ella les quitó vida a millones de niños. Mató a su nieto y su hija.

―Mi único objetivo es matar a tu abuela ―Mi voz suena carente de empatía ―. Tú me darás su paradero. ¿Dónde está ella?

Marianne me mira como si fuera un ser repugnante.

—Estás aquí porque nuestra abuela te necesita y deberías sentirte halagada —Examina mi rostro —. Tú, Arianne, eres una de sus descendientes más poderosas. Tienes que apoyarnos.

Pensé que podría lidiar con ella, pero es difícil. Odio escuchar cada palabra que sale de su boca. Está pidiéndome que apoye al monstruo que arruinó mi vida. Ha hecho actos imperdonables y jamás voy a olvidarlo. ¿En serio pretende que me una a esa desalmada?

—Nunca apoyaré a la persona que apuñaló por la espalda a mi familia —espeto —. Primero muerta. Ella olvidó que llevamos su sangre en el momento que decidió usar a Theo para sus maldades.

Los ojos de Marianne se estrechan.

—Eran un medio para un fin.

Basura de mierda. ¿Cómo puede ser así de cruel? Me cuesta creer que somos familia.

—Ya me aburriste con tus habladurías. Dime dónde carajos está Kellan o te cortaré la lengua.

—Hablas como una Sanders —Marianne suena satisfecha.

Voy a matarla. Pasos suenan, Asher se estremece.

—Puedo olerlo —murmura Asher.

Una presencia muy fuerte se acerca y distingo al mismo hombre que apareció en mis pesadillas.

Claudius.

Tiene hombros anchos, cabello castaño y ojos verdes. El ambiente se congela, ese jodido escalofrío recorre mi piel.

—Mi madre suele llamar a este lugar el pueblo de la muerte —sonríe él —. ¿Sabes por qué? Durante siglos, New Hope ha tenido un largo historial de muertes. La masacre aquí es deliciosa.

Lo único que puedo escuchar es el latido desesperado de mi corazón y la respiración agitada de Asher.

—Qué considerado de su parte —digo con sarcasmo.

Una desagradable sonrisa adorna sus labios.

—Sigues en negación, ¿eh? Si te unes a nosotros, no será necesario que te contengas. Puedes usar tu poder como quieras. Destruir, matar... darle rienda suelta a tu verdadera naturaleza.

La cólera absorbe mi poca cordura. Basta.

—Yo no soy como ustedes —Levanto la barbilla a modo de desafío —. No soy un monstruo.

—Eso ya lo veremos —espeta él.

—¿Estás vengando a Abigail? —inquiero con incredulidad —. ¿Eres su títere favorito al igual que Aulus?

Su rostro se rompe en una mirada de odio puro.

—Yo no le doy la espalda a mi familia y tú tampoco lo harás.

—Ustedes no son mi familia —mascullo —. Nunca lo fueron y nunca lo serán.

Me da una sonrisa cruel.

—Eres lista, Arianne. Sé que tomarás la decisión correcta.

Me aferro a la mano de Asher.

—He tomado mi decisión hace mucho tiempo.

Él asiente, sus ojos brillan con diversión.

—Entonces él pagará por tus errores, querida —Observa a Marianne —. Tráelo.

Marianne desaparece en un instante. ¿Qué carajos? ¿Es una hechicera? Cuando regresa, no está sola.

Sostiene un cuchillo contra el cuello de Kellan.

—No —Estoy horrorizada —. Déjenlo ir ahora mismo.

Kellan luce herido y agotado. Su cabello rubio está sucio y tiene varios rasguños en su cara. Una señal de que ha luchado.

—Desde un principio sabíamos que te negarías —sonríe Claudius —. Solo necesitábamos que vengas aquí. Tu amigo hizo que el trabajo sea más fácil cuando decidió follarse a Dane.

Hija de puta... Todo fue una trampa.

Asher gruñe y me protege con su cuerpo.

—No podrán salirse con la suya —espeta Asher —. Los cazadores vendrán y serán exterminados.

Claudius se mofa.

—Eso es lo que crees tú, lobo estúpido. Nosotros tenemos un ejército de vampiros y estamos listos para la guerra. Renuncia a tu compañera y perdonaremos a tu familia.

¿Lobo estúpido? Este monstruo cavó su propia tumba.

—Ustedes controlan a los vampiros —Asher no suena asombrado —. ¿Quieren destruir New Hope y revelar nuestro secreto?

Claudius se echa a reír.

—Tal vez —Claudius me guiña un ojo —. Únete a nosotros o serás un alma más consumida. Tú eliges, Arianne.

No puedo moverme. Respirar duele. Mi corazón late con demasiada fuerza en mi pecho, mi pulso es errático, y sé que, si no soy cuidadosa, podría hiperventilar. Me concentro en mi respiración el cuál intento tranquilizar, me concentro en Kellan quién me mira desesperado.

—Podemos arreglar esto. No maten a Kellan, él es inocente. Me tienen, déjenlo ir.

Marianne se ríe.

—Hace minutos amenazaste con matarnos. ¿Cómo podemos creerte?

Mi miedo habla en voz alta, mi aliento me abandona de repente.

—Haré lo que sea —digo —. Cualquier cosa.

Kellan deja salir un gemido angustiado.

—No lo hagas —suplica Kellan y sonríe con tristeza —. Prefiero morir.

Un sollozo abandona mis labios. ¿Cómo puede pedirme eso? No lo sacrificaré jamás. A nadie.

—Te sacaré de aquí, Kellan. Todo estará bien —Miro al hijo de Abigail —. Déjenlo ir.

Claudius se muestra desinteresado por mis palabras.

—Me cuesta confiar en ti, querida.

Trago saliva.

—Puedes ponerme a prueba.

Su sonrisa maliciosa me provoca náuseas.

—Muy bien —Se burla y mira a Marianne —. Hazlo.

—Sé que aprenderás y serás más fuerte que todos estos monstruos —susurra Kellan —. Me encantó conocerte, Arianne.

Mi pecho se abruma por las emociones dolorosas, mi garganta duele. Me cuesta ver por las espesas lágrimas que ruedan por mis mejillas. Él está despidiéndose.

—Escúchame, Kellan —imploro —. No te des por vencido.

Pretendo acercarme, pero Asher sostiene mi cintura.

—Demuestra que eres la druida más poderosa —sonríe Kellan y tose sangre —. Hazme sentir orgulloso.

Mis rodillas ceden, mi visión se oscurece por las lágrimas.

—Estarás a mi lado para verlo —prometo y miro a Claudius —. Suéltalo.

Kellan aúlla de dolor. Está débil y asustado. Puedo jurar que bloquean sus habilidades y por esas razones no ha logrado huir o defenderse.

—Hazlo, maldita sea —ordena Claudius.

Marianne duda, pero aprieta el cuchillo contra el cuello de Kellan.

Me muevo a una velocidad inhumana cuando noto lo que está a punto de suceder. Salto casi dos metros y mis manos se extienden como garras cuando cambio de forma. Trato de impedir que una maldita tragedia suceda, pero es tarde.

Marianne corta la garganta de Kellan y apuñala su corazón varias veces.

Un aullido surge de mi garganta, y caigo al suelo en cuatro patas, gruñendo salvajemente. El olor a sangre inunda mis fosas nasales, el horror de la escena me congela.

El cuerpo de Kellan se desploma al suelo y toca su cuello.

No.

Lucha durante segundos, pero luego se rinde. Sus ojos abiertos están vacíos, su garganta rebanada.

Mi amigo está muerto.

Estoy fuera de control, soy la definición perfecta de la furia en estos momentos. El cuerpo de Kellan yace muerto, la sangre formándose a su alrededor como si fuera un río rojo.

—¿Aún quieres unirte a nosotros, Arianne? —pregunta Claudius.

Siento la ira del infierno rasgar mi cuerpo. El sufrimiento destruye mi razón, mi conciencia está nublada debido a tanto odio.

Esto no se quedará así.

La agresión reprimida dentro de mí ha encontrado una salida y no la puedo controlar. La energía me atraviesa de una forma que nunca he sentido antes y luego me abalanzo sobre él. Nadie es capaz de detenerme, ni siquiera Asher que también ha cambiado de forma. Ahora soy una salvaje, una criatura cegada por el dolor.

Me enfoco en Claudius.

Mi boca se abre con la intención de desgarrar su cabeza, pero su puñetazo me hace volar y mi cuerpo impacta brutalmente contra la pared.

Asher lucha contra Claudius, pero mi lobito tampoco es rival para él. Está en el suelo, retorciéndose de dolor. Claudius sonríe y me doy cuenta de que está usando sus poderes psíquicos. Ese bastardo puede controlar a la perfección magia oscura.

Cierro los ojos y trago con dificultad, pretendiendo respirar a través del dolor físico que me provoca sentir las emociones de Asher.

—Mi dulce niña —murmura Claudius —. Podría matarlo, pero sé que no puedes vivir sin él. Ella te quiere viva a pesar de que eres una malagradecida.

Más aullidos suenan a lo lejos y sé que los Karlsson están cerca. Al parecer no acataron nuestras órdenes.

Tiemblo, pero no de miedo, sino de rabia. Me posiciono rápidamente, ya no puedo soportar el dolor de Asher. Mi vista se desvanece y tengo que parpadear un centenar de veces para concentrarme.

Un suspiro más...

Solo un suspiro.

El suelo empieza a temblar y el techo de la casa estalla en llamas. Las velas se apagan. No soy un monstruo, pero al diablo con esto. Ser buena no me ayudará. Aprieto los dientes y me concentro en cierta desgraciada. Retrocede con las manos en alto, sus ojos verdes aterrados.

—Cálmate —espeta Marianne —. Tú pediste una prueba y mi padre te la dio.

«Púdrete»

Marianne grita de agonía cuando la ataco con mis poderes psíquicos. Su brazo se dobla y lo mismo sucede con sus piernas. Voy a matarla, voy a desgarrar cada pedazo de ella.

«Ella mató a Kellan, ella mató a Kellan».

Miro con ojos desquiciados el caos que armé. El color de las llamas inunda mi campo de visión y empiezo a moverme hacia Claudius en forma lobuna. Él permanece serio, sin ayudar a su hija. La sangre mancha las mejillas de Marianne e implora que pare.

No lo hago.

La haré sufrir.

—No quise creerlo —Claudius se frota la mandíbula —. Eres muy poderosa, Arianne. Es una lástima que tus prioridades sean otras.

Voy a matarlo. Voy a matarlo.

Un enorme trozo de madera vuela hacia su cara, pero él lo detiene con la mano. Lanzo cinco barras de metales. Todas las detiene. Se ríe, sus dientes afilados brillan.

—Pero no eres más fuerte que yo, querida. Suerte en tu próxima batalla, estaremos esperándote.

Entonces un portal azulado se forma en el aire. Claudius toma a Marianne entre sus brazos y desaparece rápidamente. Todo se encuentra silencioso, tan devastadoramente silencioso.

«¿Arianne?» —habla Asher en mis pensamientos.

Nada.

No derramo ni una lágrima. Me siento vacía, sin emociones. Permanezco en mi forma lobuna mientras observo el cuerpo sin vida de Kellan. Sus ojos están bien abiertos y la sangre brota de su pecho.

Está muerto.

Recuerdo su sonrisa y sus sabios consejos. Él quería ayudarme y terminó muerto.

Kellan está muerto.

Mi mente se llena de pensamientos sádicos. Sangre, muerte y desgracias. Una tortura que no podrán imaginarse los espera. Marianne le arrebató la vida.

Yo le daré el mismo destino a ella y su familia.

Conocerán la ira de Arianne Laroux y sus llamas.

🐺

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