Capítulo 17 🐺
Ashton
Guardo cinco maletas de Reynard en el baúl del auto. Llevará todas las pertenencias que le importan y espero que sea feliz en la Fortaleza. En esta casa siempre estuvo sola y nunca recibió el afecto que merece.
Eso cambiará a partir de hoy.
Felipe, su mayordomo, es el único que está triste por verla irse. Su madre nunca llamó y su padre no volvió a aparecer desde que tuve la conversación con él. Son el peor ejemplo de progenitores. Incluso los animales aman a sus crías.
―Te extrañaré muchísimo, pero juro llamarte ―Reynard abraza al mayordomo ―. Por favor, cuida el jardín. No permitas que ninguna flor muera. Sabes cuánto las amo y significan para mí.
Felipe limpia las lágrimas que ruedan por sus mejillas.
―No te preocupes por ellas, me encargaré de que estén bien ―masculla ―. Promete que serás muy feliz, Reynard.
Mi compañera vuelve a abrazarlo.
―Gracias por ser el padre que nunca tuve, gracias por ser mi consuelo cuando las noches eran difíciles para afrontar. Gracias por todo, Felipe. Te quiero.
Felipe no contiene su sollozo esta vez. Le pedimos que venga con nosotros en la Fortaleza Karlsson, pero se negó. Según él, está muy viejo y no quiere ser una carga. Prefiere quedarse aquí.
―Y yo a ti, mi niña.
Carraspeo para interrumpir el emotivo momento. Por mucho que desee darles más tiempo, necesitamos irnos de una vez. No me gusta conducir en las noches y llegar al pueblo nos tomará horas.
―Te llevas a una reliquia muy preciada ―dice Felipe, mirándome ―. Reynard es la persona más noble, bondadosa y amable que he conocido. Ámala y cuídala. No todos son tan afortunados como tú.
Reynard se sonroja.
―Felipe...
―Tiene razón, soy demasiado afortunado ―La corto y estrecho mi mano hacia Felipe ―. No sé con certeza si seré el mejor compañero del mundo, pero prometo protegerla y quererla el resto de mis días.
Felipe asiente.
―Asegúrate de recordar esa promesa el resto de tu vida.
Hago un gesto militar que lo hace reír.
―Tiene mi palabra, señor.
Reynard le da otro breve abrazo y me mira ilusionada.
―¿Vamos? ―pregunta, tendiéndome la mano.
Acepto y uno sus dedos con los mío
―Vamos ―repito.
🐺
Durante los últimos minutos he oído a Reynard parlotear. El único momento dónde permanece callada es cuando duerme, aunque debo admitir que me encanta su forma de ser. Es alegre y contagiosa. Lo opuesto a mí. Ella es el alboroto que necesita mi silencioso mundo.
―¿Crees que voy a gustarles? ―pregunta. Mira su reflejo en el pequeño espejo que sostiene y pasa el rímel por sus largas pestañas rojas.
Sonrío y vuelvo a poner mi atención en la carretera.
―Ellos te amarán.
―Sé que a tu madre no le agrada Arianne y de tu otra cuñada no puedo opinar.
Aprieto mi agarre en el volante.
―Mamá es especial, pero su opinión no me importa.
Me da un beso en la mejilla y no es necesario verme en el espejo para saber que tengo rastros de pintalabios en mi piel.
―Estoy emocionada de conocer al resto de tu familia.
Toco su pierna.
―Yo también.
No permitiré que mamá le dé el trato que recibe Arianne. Ella no volverá a interferir en mi relación. Soy muy capaz de irme a vivir a otro sitio como lo hizo Asher. Estar bajo el mismo techo que Aria Karlsson es complicado y tortuoso.
―Es genial que yo sea tu compañera ―Reynard apoya la cabeza en mi pecho y el aroma a rosas inunda mis fosas nasales ―. Me he ganado la lotería. Tengo a un Karlsson.
―No es la gran cosa.
―¿Hablas en serio? ―espeta, indignada ―. Te tengo a ti, Ashton. Cualquier persona inteligente desearía estar en mi lugar.
Sacudo la cabeza.
―Nunca cambies, Roja.
Nuestra corta tranquilidad ha terminado. Nos queda afrontar los problemas que esperan en New Hope y estar más unidos que nunca. Sé que Marianne volverá a aparecer tarde o temprano. ¿Lo peor? Estoy asustado de que intente dañar a Reynard nuevamente. Mi instinto protector no dudará en despedazarla si eso significa que protegeré a mi compañera.
Reynard sonríe ante mis pensamientos.
―Eres adorable ―musita entre risitas ―. Tengo ganas de besarte.
Inclino mi mejilla hacia ella, atento a la carretera.
―Adelante, no me quejaré.
🐺
Arianne
Después de la cena en el restaurante, decidimos celebrar la increíble noticia en un club nocturno del pueblo. Emmie y yo nos arreglamos en la Fortaleza con apenas veinte minutos. Ella me presta la ropa adecuada para lucir mejor.
El vestido de color negro me llega justo hasta las rodillas, unas tiras gruesas enganchadas alrededor de mi cuello sin espalda ni mangas. Hay un escote bajo en el frente, un vistazo de mis pechos levantados. Pensé es demasiado, pero Emmie me convence de lo contrario.
Espero que Asher no enloquezca.
—Te ves asombrosa, pareces una actriz de cine —Emmie me halaga —. Eres hermosa, Arianne.
Me aplico labial y después un poco de perfume. Los últimos meses entrené, jamás tomé un descanso para mí misma. Hoy haré una excepción. Necesito liberarme y soltarme. Quiero aire fresco, divertirme sin ninguna preocupación con mi novio y mis amigos.
Quiero ser normal una noche.
—No más que tú —Le sonrío ―. Amo tu cabello.
Su vestido rojo hace destacar el tono rubio. Emmie es el tipo de chica que podría usar un viejo trapo, pero seguiría siendo atractiva.
—Aprende a recibir cumplidos y no te quites ningún mérito —murmura —. Eres hermosa y tienes que aceptarlo. ¿De acuerdo?
Asiento con una sonrisa.
—De acuerdo.
—Ahora vámonos porque nuestros chicos están esperándonos —agarra mi mano y me arrastra hacia la puerta —. Puedo escuchar a Andrew muy impaciente.
Sin borrar mi sonrisa satisfactoria, pasamos por los pasillos y nos tropezamos con Aria Karlsson. Tiene una copa de vino en la mano, sus ojos azules se entrecierran. ¿Por qué bebe tanto? No hablo con ella, pero la situación es obvia. Ella y Aiden tienen problemas.
—Arianne —saluda —. Ha pasado un tiempo.
Ignorarla sería lo más indicado, pero no soy ninguna maleducada. Prefiero no rebajarme a su nivel.
—Hola, señora Karlsson.
Ella me mira de pies a cabeza y sonríe. Necesito salir de aquí antes de que suelte sus comentarios mal intencionados. Ya no soy la misma chica que conoció el año pasado. Soy capaz de responder y atacar.
—Se ven hermosas —dice sorpresivamente —. Espero que la pasen muy bien.
¿Qué...? Bebe de nuevo, traga el vino con fuerza. En otras circunstancias me gustaría ser su amiga, pero jamás me dará una oportunidad.
—Gracias —responde Emmie —. Tenemos que irnos.
—Disfruten mientras puedan —agrega la señora Karlsson a nuestras espaldas.
Mi piel se llena de escalofríos y muerdo mi lengua para no responder una grosería. Siento lástima por esta mujer. ¿Qué tan miserable es para amargarle la vida a los demás? ¿No puede concentrarse en ella misma y disfrutar a su familia?
Nunca sabes qué puedes perder mañana. Lo tiene todo. ¿Por qué desperdicia su tiempo lanzando odio?
—No le hagas caso —dice Emmie —. Está celosa de ti.
Frunzo el ceño mientras bajamos las escaleras.
—¿Por qué estaría celosa de mí?
—Porque sonríes a pesar de todo —contesta —. Ella envidia tu felicidad. Mientras tú brillas, Aria vive amargada y encerrada en esta gran Fortaleza.
Dioses, Emmie no tiene pelos en la lengua. Ni siquiera le asusta el hecho de que Aria puede escucharnos, aunque tiene razón. Mi suegra vive amargada y sola. No vi al señor Aiden cuando llegamos. ¿Dónde estará metido? Qué triste situación. Se nota que el matrimonio es un desastre a pesar de que hay un lazo uniéndolos.
Asher y los demás bromean en la sala, pero cierran la boca al vernos llegar. Los ojos de mi lobito se nublan. Su expresión se oscurece y traga saliva. Andrew recibe a Emmie con una sonrisa.
Axel mastica un sándwich. Su soltería está intacta, más ahora que Audrey abandonó la Fortaleza. Me consuela que no estén juntos. Kellan sonríe burlón por las expresiones de Asher y Andrew. Espero que mi instructor también se divierta esta noche. Ambos merecemos un breve descanso.
—Estás impresionante—dice Asher —. Voy a meterme en muchas peleas si alguien te mira de manera inapropiada.
Me ruborizo.
—No empieces, lobito.
Su aspecto también me deja sin palabras. Tiene puesto jeans oscuros, camisa negra arremangada hasta los codos que muestra su fuerte pecho. Apuesto, sexy, caliente.
Esta noche me aseguraré de que esa ropa desaparezca.
Asher da un paso cerca de mí y deposita un beso en el dorso de mi mano. Se encuentra tan cerca que su aroma me rodea como una nube: frío y fresco.
Soy adicta a él.
—Estarás desnuda antes de que termine la noche —asegura.
Axel y Kellan hacen muecas de asco. Yo jamás estuve tan roja como ahora. A veces olvidamos que tenemos público.
—¡Eww! —protesta Axel —. Vámonos al club antes de que estos dos follen aquí mismo.
—Tal vez lo hagamos nosotros —bromea Andrew, dándole una nalgada a Emmie.
—Idiota —protesta Emmie.
Kellan ajusta su camisa y rueda los ojos.
—Yo iré de cacería esta noche, no me busquen si me pierdo.
Axel suelta un fuerte silbido y palmea su hombro. ¿Acaso nadie es sutil aquí?
—¡Ese es mi chico! —grita Axel —. Lleven sus culos de una vez a la camioneta. La diversión nos espera.
Soltamos risotadas mientras abandonamos la sala. Será una grandiosa noche, lo presiento.
🐺
Llegamos al club diez minutos después. No formamos la fila gracias al apellido Karlsson. La influencia que tiene esta familia en el pueblo nunca dejará de sorprenderme. Una prueba de que el dinero lo compra todo.
El hombre de pecho ancho, resguarda la sección VIP como una estatua, su cuerpo bloquea el balcón del segundo piso. Las luces púrpuras iluminan cada sección, haciendo que mis ojos parpadeen.
—¿Karlsson? —pregunta.
Andrew asiente.
—Los mismos.
El hombre se hace a un lado.
—Adelante.
Eso fue rápido. Ni siquiera preguntó nuestras edades. Muchos de aquí no somos legales para beber, pero dudo que les importe.
—Ven, bonita —masculla Asher.
Las pistas de baile se encuentran llenas. Tres habitaciones de música alternativa, tecno, hip-hop y pop retro, colmadas hasta el borde con sudor, personas bailando de unos veinte y treinta. La atmósfera es sofocante por el olor del sudor y perfume. Un aroma que es tanto dulce como inmundo.
Las miradas dirigidas hacia nosotros no tardan en aparecer. Siempre me ha incomodado ser el centro de atención, pero ignoramos a todos mientras subimos a la sección VIP con balcón.
—¡Wow! —chilla Emmie —. No imaginé que este mugroso pueblo tuviera un club tan interesante.
Axel se ríe.
—New Hope puede sorprenderte.
Bufo.
—En más de un sentido.
Hay muchas mujeres en el balcón. Son hermosas con pieles bronceadas que brillan bajo la luz mientras mueven sus caderas con la música. Asher agarra mi mano mientras caminamos a través de la multitud. La sala VIP fue reservada exclusivamente para nosotros en el segundo piso. Hay sofás de cueros y varios meseros a nuestra disposición.
—Pueden pedir cualquier bebida que quieran —expone Andrew —. VIP significa que tenemos nuestro propio barman personal.
—¿Y por qué tantos privilegios? —curioseo.
Nos sentamos en los sofás, unos cerca del otro. La música en la pista de baile suena fuerte, incitándonos a bailar.
—Mi padre es amigo del dueño de este club —responde Asher —. Nosotros somos familia del gran alcalde. Eso nos hace privilegiados, Arianne.
Sacudo la cabeza mientras me cruzo de brazos. Una bella camarera se acerca con una amable sonrisa.
—¿Qué van a beber? —inquiere.
—Un refresco para la dama de aquí —Andrew señala a Emmie —. Los demás vamos a pedir champagne. ¿O quieren otra cosa?
—A mí me da igual —sonrío.
Las bebidas no nos afectan en absoluto. Así que no importa mientras sea algo dulce.
—Yo quiero vodka —masculla Kellan.
La chica asiente.
—Estaré aquí en breve.
Asher y los demás se entablan en una conversación humorística mientras Emmie me comenta que descubrió un truco para ocultar sus pensamientos de Andrew. ¡Vaya! ¿Cómo puede? Yo nunca pude lograrlo. Asher siempre encuentra una manera de penetrar mi mente.
Aunque no solo me penetra ahí.
Él me lanza una sonrisa al oír mis sucios pensamientos. Dioses, cada día estoy peor.
—Piensa en una gran muralla —instruye Emmie —. Mantén tu mente en blanco y tu cerebro se cerrará.
Esto es realmente difícil.
—¿Cómo puedo concentrar mi mente en otra cosa si siempre pienso en Asher desnudo?
Emmie se golpea la frente con la mano. Asher suelta una sonora carcajada a mi lado. La camarera regresa con una bandeja de copas y nuestras bebidas. Le damos las gracias y ella se retira.
—Ahí está el problema —dice Emmie —. Parece que tú no quieres privacidad. ¿Te molesta que él escuche lo que pasa por tu cabeza?
Me encojo de hombros.
—En realidad, no.
La pequeña rubia gruñe.
—Dudo que funcione si no pones un poco de esfuerzo —lanza —. Cuando te sientas lista, será mejor que lo intentes.
Asher me observa con una sonrisa arrogante.
—Déjala, Emmie —Mantiene sus ojos avellanas en mí mientras habla —. Ella ama que invada su privacidad, le gusta sentirme en todas partes.
—Ya empezaron —Se queja Emmie.
Acto seguido, se aparta de mi lado y me deja más cerca de Asher.
—Siempre tienes que ser tan presumido —resoplo y bebo.
—Soy directo y sincero que es muy diferente —Lame sus labios y mira mi escote —. Tú no puedes ocultar lo mucho que me deseas.
Exhalo bruscamente y bebo para calmar mi garganta seca.
—A veces me pregunto si esta atracción que sentimos sería lo mismo sin el lazo.
Se inclina más cerca, demasiado cerca.
—¿Solo atracción?
—También amor y pasión —agrego rápidamente —. De alguna manera pienso que estamos obligados a sentirnos así.
La espalda de Asher, curvada cómodamente en el sofá, se endereza. Trata de ocultar la forma en la que su mandíbula se bloquea, pero lo veo por el rabillo de mi ojo. Sus hombros se tensan por mi comentario.
Mierda.
Me expresé mal.
—Estamos destinados, pero nada cambiará entre nosotros si no tuviéramos el lazo. Seguirás siendo para mí la mujer más hermosa que he conocido. Y no dudaría en conquistarte sin él.
Mi corazón se derrite, la respiración se me corta unos segundos.
—Siempre dices lo correcto y logras desarmarme.
Extiendo la mano y toco su mejilla, trazándola hasta su labio superior. Asher muerde mi dedo. Salto y me río.
—Es parte de mi encanto, bonita. ¿Por qué preguntas?
Mi cuerpo hormiguea con repentino calor.
—Simple curiosidad.
Quita la copa de mi mano antes de ponerme en su regazo. Su boca baja a la mía, anhelante y necesitada. Enreda los dedos en mi cabello para atraerme hacia él. Su beso es profundo y urgente con pequeños mordiscos en mi labio inferior que me hacen gemir.
—Asher —suspiro.
Nuestros labios se aferran, devastándose entre sí. Nos lamemos, chupamos, mordisqueamos.
―Te amo, Arianne ―Él hace una pausa, apartándose de mis labios hinchados ―. Desde el momento que puse mis ojos en ti, me volviste loco de una manera que nunca nadie lo hizo antes. ¿Y el lazo? No tiene nada que ver con las cosas que me haces sentir.
Sus palabras arden en mi corazón. Nunca me aburriré de escucharlo decir cuánto me ama.
―Fue una tonta pregunta ―musito, jugando con nuestras manos entrelazadas ―. Jamás dudaría de mis sentimientos por ti.
Hunde la cabeza en el hueco de mi cuello e inhala.
―Más te vale.
Emmie y Andrew vienen a nosotros.
―¿Ya terminaron de jurarse amor eterno? ―Se burla Andrew ―. ¡Bailemos!
Asher niega.
―Estamos bien aquí.
Ruedo los ojos.
―Yo quiero bailar ―me levanto y agarro su mano ―. No dejarías que alguien más me invite. ¿O sí?
Rápidamente se pone de pie.
―Diablos, no.
Nos dirigimos a la pista de baile, sonriendo mientras suena «Sunflower» de Post Malone y Swae Lee. Axel se divierte con una rubia. Kellan comparte saliva con un chico, Andrew y Emmie están en la misma situación.
Eso nos deja a Asher y a mí bastantes pegados. Siento cada centímetro de su duro cuerpo presionado contra el mío. Estoy sudando, la música alta y que no haya ningún espacio entre nosotros me hace sentir muy excitada.
―Yo también te conquistaría si no tuviéramos un lazo que hace más fácil el trabajo ―murmuro.
Me sonríe, una amplia sonrisa que muestra todos sus dientes blancos y rectos.
―No sería difícil contigo, Arianne.
―Axel no es el único fácil de tu familia.
―Mmm... no has visto nada.
Continúanos divirtiéndonos las siguientes horas. Bailamos hasta que mis pies duelen y mi estómago se encoge por tanto reír. Pasó mucho tiempo desde que me sentí así de libre.
Amo estar nuevamente en mi propia piel.
Me siento en el sofá y aparto el cabello sudoroso de mis hombros. Miro hacia la pista de baile para ver a mis amigos riéndose. Asher desapareció hace minutos para ir a buscarme una bebida.
―Ari ―Kellan se acerca con un guapo pelirrojo de ojos verdes ―. Él es Dane.
Le doy una sonrisa al chico.
―Hola, Dane.
El desconocido me analiza de pies a cabeza. Un escalofrío me recorre por una extraña razón.
―Hola, es un gusto conocerte.
―Lo mismo.
Kellan fija sus ojos en mí. Su cabello rubio está despeinado y sudoroso. Me encanta verlo más ligero. Siempre está inquieto. Debería tomarse vacaciones muy pronto.
―No te preocupes por el entrenamiento de mañana ―informa ―. Lo dejamos para otro día.
Bueno... Se tomó en serio mi consejo de divertirse.
―Fantástico ―digo, entusiasmada ―. Llámame si necesitas algo.
Kellan se inclina para besar mi mejilla y susurra:
―Es lindo, pasaré la noche con él.
Suelto un pequeño grito mental.
―Diviértete mucho y cuídate. Hablamos después.
Kellan desaparece con su amigo y Asher regresa con una botella de Sprite bien fría.
―Alguien encontró diversión ―comenta, ofreciéndome la bebida.
―Se lo merece ―sonrío.
Asher suspira.
―Lamento haberlo juzgado antes. Él demostró ser leal y bueno contigo. Me alegra que sean amigos.
―Sabía que cambiarías de opinión ―Le guiño un ojo ―. Kellan vale la pena como persona y amigo. No puedo esperar para seguir entrenando con él. ¿Me has visto? Domino mucho mejor mis poderes, ya no quemo árboles. Tampoco vivo enojada.
―A mí me gusta que estés enojada cuando...
Tapo su boca con una mano y él deja salir una carcajada.
―Eres un sucio pervertido ―Me quejo y deposito la botella sobre una mesita.
Asher se desliza detrás de mí, rodea mi cintura con los brazos mientras empezamos a movernos de nuevo. Siento como mi sangre hierve por el contacto. «Sweater Weather» suena y me pongo más ansiosa.
Lo necesito de nuevo.
―Me amas igual ―dice él con voz ronca en mi oído.
Froto mi cuerpo contra el suyo y gruñe en respuesta.
—Siempre, lobito.
🐺
Despierto sin ánimos de nada, quiero dormir hasta tarde. Mi cabello es un desastre, me duele cada músculo. Estiro los brazos para tratar de alejar los nudos. Sin dudas fue una noche muy intensa. Espero que pronto se repita.
Asher duerme desnudo a mi lado. Está cómodo e ignora el celular que suena en la mesita. ¿Quién molesta tan temprano? Salgo de la cama con una sábana envuelta alrededor de mi cuerpo y observo la pantalla. Se trata de un número desconocido.
Esto me da mala espina.
Deslizo mi dedo por la pantalla y respondo. Asher no tiene patrón.
—¿Hola?
—Arianne.
El terror corre por mis venas cuando escucho esa voz. Esa maldita voz.
—Marianne.
Asher está despierto ahora, mirándome con los ojos somnolientos.
—Necesitamos hablar.
Me tiembla la voz. Estoy asustada y mi voz lo demuestra.
―Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.
Escucho su risa. Es cruel y malvada. Ya no es la Marianne que conocí hace días. Esta nueva versión me recuerda a Abigail.
—Oh, claro que sí. Tengo a tu amiguito el druida y voy a matarlo si no vienes por él.
El miedo se dispara por mi columna y me congelo.
—Juro que te mataré —digo con los dientes apretados —. No te atrevas a lastimarlo.
Ignora mis amenazas.
—Tienes veinticuatro horas, primita.
Y la llamada finaliza.
🐺
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