Capítulo 13 🐺
Arianne
Marianne logró escapar, no hay ningún rastro de ella.
Reynard despide a todos sus invitados porque la fiesta fue arruinada. Asher habla con su padre desde hace minutos. Las cosas en New Hope empeoran cada vez más. No puedo dejar de mirar el collar que lanzó Marianne en el suelo. La verdad siempre estuvo ante mis ojos. Ella es nieta de Abigail, hija del bebé que vi en mis pesadillas.
Es mi familia.
Estoy segura de que Abigail utilizó a esa desgraciada. La infiltró entre nosotros para saber nuestros movimientos, aunque los planes se fueron por la borda cuando Reynard descubrió el secreto. Sabía que no podía confiar en ella. ¿Por qué querría ayudarme?
Mentirosa. Manipuladora. Traidora.
Me odio por abrir los ojos tarde. Soy una ridícula sentimental, no todos merecen mi voto de confianza. Ella y Audrey son una prueba.
—No eres adivina para saber sus intenciones —Kellan pone una mano en mi hombro —. Eres una buena persona, Arianne. Marianne se aprovechó de eso.
Le sonrío con cariño.
—Me siento como una tonta, Kellan.
Él me lleva hacia su cuerpo para darme un cálido abrazo que derrite mi corazón. Es bueno tenerlo en mi vida. Llegó justo en el momento indicado y supo guiarme. Hoy puedo luchar muy bien y controlar mis habilidades. Kellan se volvió indispensable al igual que su amistad.
—La única tonta es Marianne —espeta —. Pudo ser sincera contigo, pero eligió el camino equivocado. Ella trabaja para Abigail.
No soy la única que cree lo mismo.
Ashton se acerca a nosotros con un vaso de whisky en la mano. Aún sigue asustado de que su ex haya atentado contra Reynard. Qué decepción. Chicos hay muchos por el amor de los dioses. Pensé que Marianne podría ser diferente, sus falsas lágrimas lograron convencerme.
—¿Cómo estás? —Le pregunto a Ashton.
Se lame los labios y señala el vaso de whisky.
—Ya te imaginarás —Ríe —. Apareció mi compañera y mi ex quiso matarla. Mi vida es muy dramática.
Pobre Ashton, no quisiera estar en su lugar. Yo quemaría a cualquiera que intente dañar a Asher. Mi lobito es intocable.
—¿Siempre fue así de psicópata cuando estuvieron juntos? —indaga Kellan sin soltarme.
Ashton sacude la cabeza.
—Diablos, no. Ella era dulce y tierna. De hecho, me costó mucho reconocerla cuando regresó al pueblo.
A mí me cuesta creer que tenemos la misma sangre. ¿Acaso nadie es normal en mi familia?
—Todavía pienso que hay una razón más aquí que estamos ignorando —musito —. No creo que haya venido al viaje con la única intención de matar a Reynard. Ella también es espía de Abigail.
Ashton exhala.
—Tiene sentido que defienda a tu abuela —Niega con la cabeza —. Estoy aliviado de que hayamos podido desenmascararla. Mi venda cayó gracias a Reynard.
Hablando de Reynard...
La pelirroja se acerca a nosotros seguida del mayordomo cuando el último invitado se retira. Su sonrisa sigue siendo deslumbrante a pesar de la situación. ¿Cómo puede tener la energía suficiente para sonreír?
—La fiesta no ha sido mala. ¿Qué piensas, Felipe? —Reynard se dirige a su mayordomo —. Logré recaudar casi cincuenta mil dólares.
Le sonrío.
—Eso es genial, Reynard. Me alegro por ti.
Ella se ruboriza. No creí que fuera modesta con esa personalidad.
—Gracias, Arianne.
—De nada.
—Felicidades, señorita —responde Felipe con una inclinación de cabeza —. Me retiro si no necesitan nada más.
Reynard niega.
—Descansa, Felipe.
Felipe nos observa.
—Hasta mañana.
—Buenas noches —musito.
Y luego se retira.
Ashton rodea la cintura de Reynard con uno de sus brazos. No imaginé a mi cuñado más gruñón de esta manera, pero estoy feliz por él y Reynard. Nada más hermoso que el amor y la unidad. Este será el peor castigo para Marianne.
—Lo siento si arruinamos tu fiesta —Se disculpa Ashton —. No imaginé que llegaría tan lejos.
—La música estaba muy alta y nadie escuchó el ruido del enfrentamiento —asegura —. No se preocupen, eso no es importante.
Levanto el collar de Marianne a la altura de sus ojos y ella suspira.
—¿Cuál es tu veredicto de todo esto, Reynard? —examino.
—Marianne volverá a buscarte muy pronto. Eres importante para los planes de su abuela. No te dejarán ir.
Asher regresa con el rostro tenso y la mandíbula apretada. Está más preocupado que hace minutos, me pregunto qué habló con su padre.
—¿Están bien en el pueblo? —inquiero.
Él asiente.
—Mi padre y mis hermanos lograron que un vampiro hable —explica Asher —. Pretenden instalarse en New Hope porque les prometieron comodidades que antes no tenían. Trabajan para un líder que llaman Claudius Sanders.
Ashton frunce el ceño y vuelve a beber el whisky. Reynard contiene el aliento.
—¿Sanders? No me digas que ese idiota es familia de Marianne.
Los ojos marrones de Reynard están entrecerrados y son intensos cuando nos mira. La comprensión parece golpearla.
—Temo decirles que están relacionados.
Trago los nervios atrapados en la garganta. Mi cuerpo tiembla en los brazos de Kellan.
—¿Son hermanos? —pregunto —. ¿Padre e hija?
—Padre e hija —contesta Reynard.
—A la mierda —gruñe Kellan.
Mis emociones caóticas casi me hacen perder el equilibrio. Kellan debe sostenerme para evitar que me estampe contra el suelo. Mi abuela es una devoradora de almas. Ahora resulta que debo enfrentarme a su hijo y su nieta.
Qué familia tan descomunal.
—La sorpresa no termina —añade Reynard —. Claudius al igual que su madre es una amenaza que temer. Es un vampiro con sangre de demonio.
🐺
Andrew
Dejamos escapar al colmillo podrido y después regresamos a la Fortaleza Karlsson. Abigail anda suelta y ahora tenemos a otro imbécil que desea adueñarse del pueblo.
Qué maravilla.
Al parecer no tendremos un descanso en un largo tiempo, no hasta que todo este lío se solucione de una vez. New Hope tiene un imán que atrae a cualquier desgraciado maligno hambriento de poder. ¿Quién nos atacará próximamente? ¿El jodido diablo? Aunque si es la versión de Tom Ellis no me quejaría, incluso yo amo a ese tipo.
—¿Qué pasó? —pregunta mamá al vernos entrar en la sala —. Tardaron bastante, me preocupé mucho.
No me pasa desapercibido la copa de vino en su mano. ¿Desde cuándo bebe tanto? No hace efecto en nuestro sistema y últimamente consume cualquier bebida alcohólica. ¿Lo más extraño? No oí a mis padres follar en un largo tiempo. ¿Problemas en el paraíso? Algo me dice que sí, pero ellos son muy discretos. Nunca pelean en presencia de nadie. La relación se rompió cuando mamá quiso ver muerta a Arianne.
—Encontramos a un vampiro que nos advirtió del problema —contesta papá —. Hay otro enemigo a quien debemos enfrentarnos.
Mamá jadea.
—¿No será algún súbdito de Abigail?
Buena pregunta.
—Tengo la sensación de que sí lo es —dice papá —. El vampiro se refirió al tal Claudius como si fuera un dios. Quieren trasladarse a nuestro pueblo y expulsarnos.
Hago una mueca al escuchar ese feo nombre. ¿Quién diablos se llama Claudius? Pobre hombre. De seguro lo molestaban cuando era muy chiquito, me compadezco de él.
—Eso no suena nada bien —Mamá se sienta en el sofá y bebe de nuevo —. Los problemas siguen y siguen. Es muy agotador.
Axel rueda los ojos.
—Iré a mi habitación —informa.
Mamá le señala con un dedo acusatorio.
—Nada de ruidos sexuales, jovencito. Menos con esa intrusa.
Mi hermano no contesta y sube las escaleras, pisoteando como si fuera un niño malcriado. Ja. Creo que a alguien le molesta cuando le reprochan su pasado de promiscuo. Cada uno cosecha lo que siembra, ¿eh?
—Y tú... —Mamá se dirige a mí —. Deberías hablar pronto con tu compañera. Tiene algo importante que decirte.
Levanto una de mis cejas por la sugerencia. ¿Otra vez metiéndose en mi relación? Sé lo mucho que a Emmie le molesta cuando hace esta mierda. De hecho, ya puse a mi madre en su lugar varias veces. Ella debería ocuparse de sus propios asuntos. Su matrimonio con papá, por ejemplo.
—No interfieras de nuevo. Sabes que lo odio, mamá.
Le da un largo trago al vino, papá sacude la cabeza mientras se aleja. Él también está cansado de su esposa.
—Lo que viene no es bueno para ti.
¿Qué significa eso?
Aprieto la mandíbula y soy el siguiente en alejarme. Nadie puede culparnos por no querer compartir el mismo espacio que esta mujer. Si queda sola, no me sorprendería. Cometió muchos errores y nunca tuvo la decencia de disculparse. Esa arrogancia suya es su peor defecto.
Emmie salta a mi cuerpo apenas abro la puerta. Sonrío y acaricio su cabello rubio. Amo estas bienvenidas. Amo ese delicioso aroma a vainilla y melón. Amo a esta chica.
—Hola, corazón —Beso sus labios —. ¿Me extrañaste?
Emmie asiente con una sonrisa.
—Muchísimo.
Nos reímos entre besos mientras la guío en nuestra cama y la tumbo. Estoy quitándome la camiseta cuando ella me detiene con una mano. La sonrisa es reemplazada por una expresión de preocupación y seriedad.
—Necesitamos hablar —dice Emmie —. No quería hacerlo hasta estar segura, Andrew.
Me aclaro la garganta, nervioso.
—¿Qué va mal? Dime.
Su cuerpo tiembla y sus ojos grises se llenan de lágrimas. Oh, mierda. Odio verla llorar. Tampoco puedo entender qué pasa porque Emmie aprendió a cerrar sus pensamientos de mí.
—¿Emmie? —presiono —. Habla conmigo.
Se aparta un momento y corre al baño. Cuando vuelve, tiene algo en la mano que me deja sin aliento.
Es un test de embarazo.
Pretendo decir algo que pueda eliminar el miedo y calmar la ansiedad, pero mi voz no funciona. Mis pulmones y mis latidos tampoco. Luego extiende la mano y veo el resultado.
Es positivo.
Las lágrimas caen por sus pálidas mejillas. Ahora comprendo el malestar de los últimos días y falta de apetito. Hago el cálculo en mi mente para recordar que hace tiempo no usamos protección.
Mierda.
Seré padre.
Padre a los dieciocho años.
—Estoy embarazada —susurra Emmie en un sollozo.
Me muevo hacia ella y la abrazo con fuerza. Emmie deja salir un suspiro de alivio cuando accede a mis pensamientos. ¿De verdad estaba asustada de mi reacción? Actúo como un idiota inmaduro la mayor parte del tiempo, pero jamás la culparía por esto. Ambos somos responsables.
—¿Por qué lloras? —Le pregunto, angustiado —. Estoy feliz si tú también, corazón.
Apretándola contra mí, beso su frente, su cabello y su oreja. Cualquier cosa para calmarla.
—No sé qué pensar —musita, apartándose —. Odio que sea en un momento así.
La agarro fuerte de nuevo, aferrándome a ella.
—Shh, estoy aquí. ¿De acuerdo? No tienes que estar asustada —murmuro —. Saldremos adelante juntos, Emmie. Te apoyaré en cualquier decisión que decidas tomar.
—Quiero tenerlo.
Mi corazón salta de emoción.
—Te amo —Mi mano acaricia su estómago y ella se ríe más fuerte. El sonido de su risa hace que mi pecho se contraiga —. Prometo que pondré lo mejor de mí.
Hay alivio en sus ojos grises. ¿De verdad pensó que la rechazaría? Eso me duele más que a nada. Nunca le he dado motivos para dudar de mi amor incondicional.
—Lo sé —afirma con una pequeña sonrisa —. Serás un padre increíble, Andrew Karlsson.
🐺
Arianne
Asher duerme muy a gusto a mi lado. No entiendo cómo logra cerrar los ojos, yo no pude hacerlo en casi toda la noche. Pienso en Marianne y su padre. Presiento que harán mi vida aún más complicada. Esos desgraciados tienen como objetivo New Hope y debemos volver lo antes posible. Otra alternativa no tenemos. Creo que no podré hablar con mi madre. Temo que a Reynard le lleve mucho tiempo.
—¿A dónde vas? —Se queja Asher sin soltar mi cintura —. Quédate conmigo, quiero sentirte cerca.
Ojalá pudiera estar en esta cama el resto del día, pero hay una apestosa realidad esperándonos. El descanso ha terminado.
—Hablaré con Reynard —Le aparto el cabello oscuro de la cara —. Quiero que me responda algunas preguntas. Tú puedes quedarte aquí y te traeré el desayuno después.
—Está bien —cede con mala gana y me suelta.
Me río mientras me visto con algo cómodo que encuentro en el armario. Sigue pareciéndome escalofriante que Reynard sepa tanto. ¿Pero qué hay de mi madre? Recojo el collar de Marianne y abandono la habitación que comparto con Asher.
La mansión está muy silenciosa, incluso Ashton y Kellan siguen dormidos. Puedo escuchar a Reynard tararear en el jardín. Paso el vestíbulo y salgo por la puerta trasera para encontrarme con la pelirroja quién riega sus hermosas rosas rojas.
—Buenos días, Reynard.
Me observa con una deslumbrante sonrisa. Ashton es afortunado por encontrarla. Mi madre siempre ha dicho que soy muy buena con las primeras impresiones. Marianne no me agradó en el momento que cruzamos palabra, pero Reynard tuvo el efecto contrario.
Es una buena chica.
Y que intente ayudarnos es una prueba. Ella reveló secretos que me costaría tiempo averiguarlos.
—¡Arianne! —Me recibe con un abrazo y beso en ambas mejillas —. ¿Todo bien? Te ves linda. Un poco despeinada, pero linda.
Sonrío.
—No pude dormir debido al estrés, pero estoy bien —admito y me acerco a las flores —. ¿Qué me dices de ti?
—Más que genial. Conocer a Ashton fue alucinante.
No contengo la sonrisa.
—¿Tuvieron sexo?
Me observa boquiabierta.
—No pasamos más allá de los besos, pero no por falta de ganas —Se sonroja —. Primero queremos conocernos para dar el siguiente paso.
—Muchas parejas lo hacen en el instante que se ven. Ya sabes, el instinto de apareamiento es muy irresistible —explico —. Aunque mi experiencia con Asher fue diferente.
Asiente.
—Él no te reconoció.
—Exacto —sonrío ante el recuerdo —. Tenía puesto el collar de protección, pero aún así casi me vuelve loca. Asher es hermoso.
—Los Karlsson tienen ese efecto.
—Definitivamente —concedo —. Me agradas.
Reynard inhala la rosa.
—Y tú a mí, Ari.
Seremos grandes amigas, no tengo dudas. Emmie también la amará como yo.
—Necesito información sobre los orígenes de Marianne —cambio de tema —. ¿No predijiste algo más?
Reynard me entrega la rosa que sostiene y juntas caminamos por el inmenso jardín. El sol es más resplandeciente que nunca en el cielo, los pájaros cantan y las mariposas vuelan sobre las flores. ¿Vive sola aquí? No quiero ser inoportuna y preguntar.
—No vi mucho, tampoco pude dormir —expresa —. Ayer fue un día muy caótico. Encontré a mi compañero y casi morí achicharrada por una bola de fuego.
Le doy un apretón en el brazo.
—Lo siento.
—No te preocupes. He vivido cosas peores, Arianne. Alguien como Marianne es insignificante en mi mundo.
Tengo una vaga idea de cómo funcionan sus habilidades, pero no imagino lo que ella ha pasado. Sé que los dones siempre vienen con un precio alto. Yo perdí a mi familia.
—¿Alguna vez has visto a la muerte, Reynard?
Me da una sonrisa comprensiva.
—La sentí, la toqué y también la viví —responde con tristeza —. La muerte es una vieja amiga.
Me concentro en observar a un tulipán rodeado de mariposas.
—Vi a mi hermano y mi madre morir.
La oscuridad de nuestras palabras se alberga entre nosotras. Cruel y despiadada. Todos sufrimos en este mundo. Nadie se salva. Nadie tiene una vida perfecta.
—Suena cruel, pero eso te convirtió en la mujer que eres hoy —dice ella —. Te hizo fuerte, Arianne. Eres una mujer poderosa, capaz de soportar cualquier adversidad.
Ojalá pudiera verlo de esa manera. Me costó mucho levantarme los últimos meses sin volver a caerme.
—No creo —suspiro —. Ver a la gente que amas ser asesinada es una herida que nunca sanará. El dolor quiebra tu alma y hace pedazos a tu corazón. Aún no logro superar la muerte de mi hermano. Creí que podría, pero nunca lo olvidaré. Aprendí a vivir con el dolor.
Reynard toca mi hombro.
—Entiendo, pero no te quites el mérito. Sigues luchando y no te has dado por vencida —musita —. Deberías confiar más en ti misma.
La calidez colma mi pecho. Es bueno escucharla, pero son simples palabras. Yo prefiero las acciones, hechos para no desilusionarme.
—Gracias, Reynard. Marianne lanzó esto ayer, ¿crees que sirva de algo?
—Déjame tocarlo.
Le entrego el objeto. Nuestras manos se entrelazan y ella suelta un jadeo sorprendido. Reynard mira hacia un punto lejano y se queda quieta como un maniquí.
—¿Estás bien?
Silencio.
—¿Reynard? —insisto —. Por favor, dime algo.
Más silencio.
Su mano se empieza a temblar mientras sostenemos el collar de Marianne.
—Mierda... —maldigo al comprender lo que sucede.
Está teniendo una visión.
El silencio me perturba, pero reprimo las ganas de gritar. No reacciona. Le toco las mejillas e imploro que responda de una vez. Sus ojos marrones no parpadean, tiene la mirada perdida.
Pasa un minuto.
Luego dos.
Y por último tres.
Estoy a punto de pedir ayuda cuando suelta un grito ahogado y presiona una mano sobre su corazón. Jadea por aire, parpadea furiosamente. El collar de Marianne cae al suelo.
—¡Gracias a los dioses! —exclamo, aliviada —. Creí que algo malo te pasó.
Reynard frota sus brazos.
—Tuve una visión.
—¿Qué?
Reynard traga duro.
—Tu madre se comunicó conmigo, Arianne. Acaba de mostrarme la historia de su hermano.
El miedo apuñala mi pecho y doy un paso inestable hacia atrás. Escucharla confirmar una vez más lo que ya sabíamos me aterra. Ese monstruo es mi tío.
Qué horror.
—Claudius.
—Sí.
Reynard aparta el pelo rojo de su cara y toma asiento en el banco más cercano. Yo permanezco de pie con el pulso acelerado. Necesito estar centrada y no enloquecer.
—Vi su historia e infancia desde que lo alejaron de su madre —balbucea —. Él está aquí para ayudar a Abigail.
No sé qué responder a eso. Apenas puedo procesar este miedo e incertidumbre carcomiéndome el cerebro como parásitos.
—¿Qué más?
Sus ojos marrones lucen asustados cuando me mira.
—También lo vi con Marianne —Hace una mueca de dolor —. Algo malo se aproxima, Arianne. Algo terrible que no podrás detener.
🐺
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