Capítulo 8
Chloe
¿Adam y yo? ¿En serio?
Esto tenía que ser un error; el profesor Allen estaba a punto de jubilarse, a lo mejor en un descuido había confundido nuestros nombre, porque él siempre me emparejaba con alguna de mis amigas.
De hecho, me acordaba a la perfección de que, en el segundo trimestre, Harley y yo grabamos un vídeo de cinco minutos explicando la segunda guerra mundial, incluso ella se pintó un bigote con lápiz de ojos negro para personificar a Hitler.
─ Profesor, ¿seguro que yo voy con Adam? Quizás has traspapelado esa lista y te has equivocado al formar los grupos.─ interpelé con un tono de voz más alto de lo usual, en un intento de tapar mis nervios.
No podía hacer el trabajo, no con él.
─ Señorita Flitcher, las parejas han sido conformadas con el objetivo de que todos aprendáis a cooperar y a poneros de acuerdo con personas con las que no os llevéis especialmente bien. Por esta misma razón, he unido a las dos clases, y tú harás el proyecto con Adam, ¿de acuerdo?─ Arqueó una de sus cejas hacia mí.
La comisura izquierda de los labios de Marie se elevó un poco.
─ De acuerdo, señor.
Agaché la cabeza para recolocarme un mechón de pelo. Mierda, iba pasar más tiempo del necesario con mi mayor enemigo, y por si fuera poco, su novia se regodeaba en mi miseria.
Enfoqué mi mirada hacia adelante, observando al chico con el que debería pasar alguna que otra tarde obligatoriamente; sus amigos y él estaban sentados en la segunda fila, mientras que Harley, Mimi, Nicolle y yo en la tercera.
Como si pudiera sentir que le estaba chamuscando la espalda con rayos láseres, Adam se volvió ligeramente hacia atrás y sus ojos grises conectaron con los míos.
Una ola de nostalgia me recorrió, ya que de niña solía perderme en esas nubes, pero, decidida a borrar esa sensación, aparté la vista de su rostro, conteniendo unos escalofríos repugnantes.
Después de aclaró en qué consistiría la tarea y las pautas a seguir para confeccionarla de manera correcta durante más de media hora, comencé a notar un pequeño dolor de cabeza.
Menos mal que el maestro se percató de nuestras caras apáticas y decidió dejarnos diez minutos para charlar con nuestras respectivas parejas y relajarnos un rato.
Harley se irguió con su mochila de Nirvana colgada al hombro y balbuceó hacia nosotras:
─ Quedamos en la salida.
Mimi y yo le contestamos con un "ok" y Nicolle le mostró su pulgar hacia arriba. Luego mi amiga pelirroja, ─a quien le temblaban las manos─, guardó su libreta de gatitos kawaii en su bolsa. Le deseé suerte, sin duda era la más tímida entre nosotras cuatro y le costaba relacionarse con personas que no pertenecieran a su círculo cercano.
Nicolle también se dispuso a irse hacia la mesa de su pareja, Jaden, por lo que me quedé sola en la clase, renuente a acercarme al demonio de cabello ondulado y porte sofisticado.
Sé que podía parecer una actitud inmadura, no obstante, yo no iba a dar el primer paso. Si de verdad quería hacer el proyecto y no suspender otra materia, que se dignara a venir.
Ojeé mi reloj de muñeca, faltaban menos de siete minutos para que la campana tocara. Aburrida, repasé concienzudamente la habitación y contemplé a Mimi conversando con Eric, sonreí inconscientemente, orgullosa de ella y de que hubiera abandonado su timidez junto a él.
Sin embargo, mi sonrisa se desvaneció al instante.
Su figura imponente se irguió delante de mí, proyectando una sombra gigante y alta, como un príncipe oscuro que no venía a asesinarme, sino a algo mucho peor. Mis neuronas hicieron un cortocircuito, porque rememoré lo que me dijo en la ducha:
¿Me permitirías hacer lo que quisiera...contigo?
Me estás matando, listilla.
Quiero que seas mi esclava.
Sacudí la cabeza, borrando esos pensamientos del demonio y él se sentó a mi lado.
En menos de diez segundos ya se encontraba acomodando sus pertenencias sobre el tablero de madera. Mi vista recayó en los músculos de sus brazos, bronceados y adornados por tinta en algunas partes, y luego imaginé su mano rodeando mi cuello, gentilmente, sin apretar demasiado, pero ejerciendo la presión suficiente para hacerme suspirar.
─ ¿Empezamos ya o el año que viene?─ espetó con voz ronca.
Rápidamente levanté la barbilla, simulando que no estaba examinando su brazo, y mordí mi portaminas, muy frustrada conmigo misma.
─ Vale, ¿en qué tema nos vamos a centrar?─ parloteé con educación, tratando de mantener contacto visual con él, y no distraerme.
¿Por qué tenía que estar tan bueno?
─ No sé, ¿cuál es el más fácil?─ interrogó, jugando con uno de sus bolis entre sus alargados dedos.
─ Ninguno.─ afirmé contundentemente, esa táctica no servía con nuestro profesor de historia.
─ Mmmmm...─ Se rascó la barbilla ─que poseía una fina capa de vello─ pensativamente.─ Mejor escoge tú.─ Me apuntó con su bolígrafo rojo.
─ ¿Qué tal la Revolución Industrial?─ sugerí con un atisbo de sonrisa.
─ Demasiadas máquinas, no.
─ ¿La Revolución Francesa?
Arrugó la nariz y la boca en una mueca de desagrado.
─ No me gustan las revoluciones.─ Se cruzó de brazos y revisó los lápices que había ordenado antes con desinterés.
─ ¿Y las guerras? ¿La Primera Guerra Mundial? ─ ofrecí, regularmente a los hombres les ilusionaba toda la temática bélica y armamentística, quitando a Ben, claro.
─ Tampoco.
Resoplé ante su negativa.
─ ¿La Segunda?─ Por favor que dijera que sí, me estaba cansando de esto.
─ Menos, odio a Hitler.─ chistó.
Hasta aquí llegó mi paciencia.
─ ¡DIOS! ¡NO TE SOPORTO! ¡ELIGE UN TEMA YA!─ exploté en un grito, harta de su comportamiento.
Para mi desconcierto, una risa enronquecida emergió de lo más profundo de su ser, provocando que auténtica rabia fluyera por mis venas. Le divertía enfadarme, ¿no?
Furiosa, empujé la silla hacia atrás, alcancé mi mochila y me puse de pie en un instante, pero Adam me agarró del brazo, deteniendo mi huida. Me ardía la piel y apenas me estaba rozando.
Nunca había reaccionado de esta forma ante un simple toque, ¿acaso me estaba volviendo loca?
Solo estás excitada, tonta.
Estudié la cara externa de mi brazo, notando su mano y muñeca envolviéndola, decoradas por numerosos tatuajes. Uno logró llamarme la atención, era minimalista, una serpiente negra mordiéndose la cola. ¿Qué podría significar?
En cuanto me incliné para apreciarlo mejor, el niño rico soltó su agarre y volvió a tomar asiento.
─ La Revolución Francesa no me disgusta tanto ─ musitó con una sonrisa ladina brillando en sus labios.
¿No dijo que le disgustaban las revoluciones? Agh, mentiroso.
─ Perfecto entonces.
Dejé salir un suspiro, aliviada de por fin tener el tema seleccionado y, justo en ese momento, escuché el estruendo de la campana.
Toda la clase despegó sus traseros de las sillas con mucha prisa, como si alguien acabara de pulsar un botón y todos fuéramos robots accionados por un mando electrónico.
En una décima de segundo se formó una gran aglomeración en torno a la puerta. Marie Rousseau empujaba a todo aquel que se interpusiera en su camino con su bolso Chanel de perlas blancas, consiguiendo salir la primera. No sabía qué le pasaba hoy, solo que transmitía un aire de arrogancia, que era la hermana de Mimi, que su familia controlaba la cadena de hoteles más exitosa de toda Inglaterra, Rousseau Hotels, y que en el pasado me...
Bueno, el pasado ya no importa.
─ Flitcher.
Su voz sonó demandante y, solo por eso, junto al detalle de que me llamó por mi apellido, supe que era Adam Ryder quien exigía mi atención, de nuevo.
─ ¿Sí? ─ pregunté de forma dulce.
Me giré hacia el primer chico del que me enamoré, atesorando en mi memoria todas sus facciones: su nariz un poco aguileña, sus labios rosados y carnosos, llenos, sus ojos grisáceos, sus cejas tupidas y oscuras, su mandíbula afilada, su incipiente barba...
Los dos nos estábamos chocando con algunos compañeros, procurando avanzar hacia el exterior.
─ El trabajo tiene pinta de ser bastante largo, creo que deberíamos ponernos con él pronto.─ aconsejó, despeinándose su melena negra ondulada, que hacía contraste con su camiseta blanca.
Por fin habíamos salido al pasillo cuando farfullé rápidamente:
─ ¿Qué propones?
Harry me pisó el zapato, adelantándonos. Espero que la familia Stein te invite a su sótano algún día, le deseé, echándole cuatro males de ojo, las botas que llevaba ese día eran de un tono beige y nuevas.
─ Esta tarde en mi casa, a las seis.─ dictaminó el prepotente de Ryder, sin dejar de mirarme.
─ No.
Sus cejas se alzaron en sorpresa como consecuencia, y yo casi sonreí. Casi.
─ ¿No?─ se extrañó. Lucía igual que un niño cuando le indicaban que "no podía comer más caramelos", con el ceño fruncido y la cabeza levemente ladeada.
─ No. No quiero tener nada que ver contigo.
Dio un paso en mi dirección en lugar de seguir el camino que los otros estudiantes llevaban, su anatomía potente inclinándose sobre mí. Digo potente por el hecho de que me saca dos cabezas en cuestión de altura, sin exagerar.
Nos habíamos parado en medio del espacioso pasillo, así que percibí algunas personas demasiado atentas en nuestra conversación.
─ Yo tampoco, pero al menos finjo que te soporto.─ contraatacó él, ocasionando que mi ceño también se frunciera.
─ Cabrón.─ escupí con la ira emanando de mis poros, burbujeante y bulliciosa.
Vi su rostro contraerse en una expresión de furia, y, complacida por ello, mis labios se ensancharon en una sonrisa de pura satisfacción.
Gané, señoras y señores. GG.
Pese a ello, súbitamente Adam me estampó contra una de las taquillas de acero y una ráfaga de dolor atravesó mi espalda.
<<Nunca cantes victoria tan pronto.>>
Gracias conciencia, eh. Yo también te quiero.
Robándome el aliento, se aproximó hasta que nuestras narices se tocaron, y me sujetó las muñecas por encima de la cabeza, sus ojos plateados prendiendo fuego en mi interior.
Joder. Creo que me he quedado sin aire.
Nuestras respiraciones estaban irremediablemente aceleradas, su corazón palpitaba a la misma velocidad que el mío y podía sentir el calor de su piel traspasar su camiseta y pantalón.
Era la primera vez que mi jersey morado con una caricatura de oso panda en el frente me parecía innecesario, una barrera tonta que me impedía sentirle de verdad.
Y le imaginé, manteniéndome en la misma posición que ahora, pero desnudo, apretándome las caderas y golpeando dentro de...
"Piensa en la Biblia, Chloe, piensa en la Biblia."
─ Repítelo.
Su voz rasposa, más de lo normal en él, envió cientos de escalofríos por toda mi columna vertebral.
─ Eres un cabrón, gilipollas, capullo, imbécil, malnacido...─ Me tapó la boca con la palma de su mano, acallando mis insultos.
─ ¿Ah, sí? ¿Eso es lo que piensas de mí listilla?─ Me incitó con la mirada a continuar ofendiéndolo.
Yo no dije nada más, así que él presionó su cuerpo contra el mío con más fuerza, arrancándome un jadeo.
Asentí bajo su palma, incapaz de hacer algo coherente con mi vida.
Su sólido torso se pegaba al mío y su pelvis encajaba con esa parte tan sensible que Nicky denominaba "panocha".
Mi cabeza daba mil vueltas, necesitaba espacio, preferiblemente a cincuenta metros de él. No obstante, el infiel que tenía en frente no estaba de acuerdo conmigo, porque no se apartaba ni un maldito milímetro de mí.
Al inhalar oxígeno, mi nariz distinguió su característico olor a menta y cigarrillos. Olía demasiado bien. Jesús.
Él aprovechó mi silencio para verbalizar:
─ Pues esto es lo que yo pienso de ti. Usas una maldita fachada todo el tiempo, aparentando ser la chica perfecta, con unas notas perfectas, unas amigas estupendas y unos padres maravillosos. ¿Pero sabes qué? Todo eso solo es una cruel mentira, porque bajo esa máscara de perfección no se esconde un ángel precisamente.─ Su moreno rostro se estiró en una minúscula sonrisa, observándome fijamente, expectante.─ ¿O no te acuerdas de cuando me llamabas por la noche, desesperada, diciéndome que querías escaparte de casa?
Gruñí, negándome a responderle. Mi orgullo tenía que permanecer intacto sí o sí.
─ Adam suéltame.─ forcejeé, enseñando los dientes, y su mano cayó lánguida en mi cuello.
A pesar de que normalmente no era tan receptiva, sus dedos lograron que mis pezones se endurecieran, porque descendían desde mi mandíbula hacia mi punto débil, la clavícula.
─ ¿No? ¿En serio que no te acuerdas?─ Un brillo malicioso resplandecía en sus ojos y una expresión que prometía problemas se esbozó en su cara otra vez.
─ Sí, Adam, sí me acuerdo.─ murmuré en un hilito de voz. ¿Cómo podría no hacerlo?
Mi respuesta debió complacerle, ya que se separó de mí y liberó mis muñecas.
A pesar de eso, no me hallaba pletórica, ni siquiera un poquito feliz de la distancia impuesta, sino que sentí un gigantesco vacío, sobre todo en aquellas partes que acababa de tocar hace menos de dos segundos.
─ Te odio, Adam Ryder.─ mascullé mientras me acariciaba las muñecas adoloridas y le regalaba una mirada de desprecio.
─ No tanto como yo te odio a ti.
Sus ojos de plata me miraron una vez más antes de irse, uniéndose a Matthew, Charles y Eric, quienes habían estado esperándole pacientemente al final del pasillo.
Ya me vengaría de él algún día, nadie se mete conmigo. Nunca.
◊◊◊
N/A: HOLA CHIQUIBABYS, MI CAPÍTULO FAVORITO JEJE. <33
Tenía tantas ganas de llegar a esta parte, es decir, se humillan mutuamente y las ganas que se tienen solo aumentan jjsjsjjs. A partir de aquí todo va a ser un juego de ganar o ganar, ninguno de los dos se va a arriesgar a perder, por lo que van a sacar la artillería pesada.
Aunque eso sí, en el próximo cap. las cosas se van a calmar un poquito, pero ya sabéis lo que dicen sobre la calma y la tormenta...
En mi Twitter, he dejado una pregunta, a ver qué os parece, nos vemos. :))
https://twitter.com/Marinacrybaby1/status/1655704090897453057?s=20
Besos con sabor a vainilla. <3
- KawaiiWorld8
21/05/2022---10/05/2023
(Esta imagen ha sido generada con IA, estoy buscando a un artista para que dibuje la escena de este capítulo, espero encontrar a alguien profesional dentro de poco).
Cuidaros mucho.
<3
10/07/2024
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro