Adam

Los labios rosas de Chloe se habían separado ligeramente, respondiendo a mi toque en su espalda baja. Me quedé observándolos fijamente durante varios minutos, contemplando mis opciones.

Tenía que auto-controlarme, pero esta chica...

Me dejaba sin palabras todos los días. Era increíble; pero yo también sabía qué botones había que apretar para obtener una reacción de ella.

Mis palabras sonaron seguras y firmes, cargadas de esa certeza que solo se tiene cuando se sabe lo que se quiere.

"Listilla, esta noche eres mía."

Su reacción en lugar de aumentar la atracción que siempre existía entre nosotros, la rompió. Fingió que no había oído lo que le había susurrado, y esa noche fue la primera vez que me pregunté si realmente nuestra relación saldría bien.

— Voy al baño.— se excusó ella, su cuerpo visiblemente tenso.

Debería haberme callado, sabía que mi comentario le había molestado o despertado sensaciones nada agradables.

Quise seguirla, disculparme, explicarle que mis sentimientos no se resumían en el sexo, sin embargo, me quedé plantado en el sitio, mirando con calma cómo se alejaba de mí.

¿Por qué mi orgullo tenía que ponerse en el medio cada vez que avanzábamos un poco?

Suspiré, debatiéndome miles de cosas al mismo tiempo y dudando sobre cada una de las decisiones que había tomado hasta ahora. Al menos llegué a una conclusión.

Tanto ella como yo habíamos sufrido mucho, quizás no deberíamos estar juntos y centrarnos en nuestras prioridades.

No podía permitir que mis emociones se interpusieran en mi sueño de convertirme en jugador profesional. Había obtenido la beca, no estaba dispuesto a no aprovechar la oportunidad.

En mi lista de prioridades, Chloe se ubicaba detrás del baloncesto, le doliera a quien le doliera.

❤️‍🔥❤️‍🔥❤️‍🔥

Chloe

Analicé mi reflejo en el espejo redondo del aseo, tocándome con los dedos la cicatriz en la base de mi garganta, esa que me recordaría hasta el día de mi muerte lo que me hizo Jaden.

Mía.

La sangre me ardía en las venas, llena de furia. Yo no era de nadie, y que hubiera pronunciado esa mierda solo provocaba que pensara en la persona que me secuestró, torturó y traumatizó.

Abrí el grifo y me lavé las manos. Me froté la piel hasta que esta quedó enrojecida. Necesitaba salir de este instituto en cuanto antes y quitarme el rastro invisible del caos.

Di unos cuantos pasos, pero en mitad del pasillo choqué con un hombro musculoso.

En cuanto alcé la cabeza para mantener contacto visual, reconocí al rubio que sonreía como si hubiera descubierto América.

— Eres el chico de la fiesta de Eric, ¿no? — Le escaneé de arriba a abajo, tratando de no perder los estribos. Su porte atlético estaba envuelto en un traje azul marino que le quedaba demasiado bien.

— Sí, hacía tiempo desde que no nos veíamos.— mencionó, con un brillo jocoso en sus ojos azules.

¿Se estaba riendo de mí? ¿Qué demonios se creía que era?

— ¿Buscabas algo?— cuestioné, colocando ambas manos en mis caderas.

— No, pero he encontrado oro.— replicó, y antes de que pudiera huir de ahí, me cogió del brazo, y arrastró hacia una clase vacía. 

Por cada segundo que pasaba, mi corazón se saltaba un latido más.

No emití ninguna queja, solo me apetecía bailar o en su defecto, volver a casa. El alcohol ya había tenido su efecto en mí.

— Soy amigo de Higgins, ¿te acuerdas de él?— Empezamos con la mejor introducción del año.

Puse los ojos en blanco, no molestándome en expresar mi opinión.

— Vale, señorita "no hablo", primero a los dos no nos cae en gracia Ryder. Segundo, no deberías involucrarte con él, y tercero, te puedo dar motivos y argumentos.— Su voz se había llenado de orgullo, y de algo que no sabía cómo describir aún.

¿Envidia? ¿Preocupación? ¿Asco?

— Vas un poco tarde, Luca King, porque ya he aceptado ser su novia.— farfullé, dejando escapar una risa seca, que no contenía ni una pizca de humor.

— No importa, todavía estás a tiempo de tomar la decisión correcta.— Por fin se distanció de mí, pero me dirigió una mirada cargada de advertencia.

— ¿La decisión correcta?

Resopló ante mi tono interrogativo.

— Mira, Chloe, no quiero mentirte. La gente que usa rastreadores en los móviles de sus parejas, no lo hacen por amor, sino por otra cosa.— Paseó sus dedos por su cabello dorado, brillante.

Le insté a continuar con un ligero asentimiento de cabeza.

— Adam no te valora, no te merece, ¿de acuerdo? Si te metió el tracker fue porque piensa que le perteneces, que debe controlarte para que no te escapes, no porque te ame o "te quiera".— indicó, con una expresión honesta y transparente.

En ese momento se me cayó la dignidad al suelo.

— Estás mintiendo.— le señalé con el dedo, la irritación apoderándose de cada maldita fibra de mi ser.

— ¿Por qué te iba a mentir? — rebatió él, ladeando la cabeza.— Eres una chica lista, seguro que mañana, cuando te despiertes, lo entenderás.

No le dio tiempo a aclararme nada más; se fue a paso ligero, del aula desierta en la que habíamos entrado.

Me rocé las mejillas, notando una humedad. Ni siquiera me había percatado de cuándo había empezado a llorar.

El calor de principios de verano me rodeó junto al silencio atronador, así que decidí abandonar este lugar de pupitres y sillas.

Cuando me calmé un poco, llamé a mi hermana mayor para que me recogiera. La esperé sentada en los escalones de la puerta principal, con el rímel corrido y el ánimo por los suelos. 

Mientras llegaba —y no llegaba—, desbloqueé mi teléfono por costumbre y me hundí más en el frío mármol de las escaleras cuando leí mis mensajes nuevos.

5 del grupo de "Las Winx", 2 de Harley y 0 del niño rico que había profesado quererme.

A veces a los seres humanos nos gustaba engañarnos, vivir en una bonita mentira y no enfrentar la realidad.

Qué triste que las acciones hablaran más alto que las palabras.

El vacío de mi pecho cavó un agujero tan profundo, que Layla al saludarme se dio cuenta de mis lágrimas frescas.

Me había aferrado a la idea de alguien, pero me había olvidado de que había elegido a Marie por encima de mí de adolescentes, y de que me había traicionado al introducir un puto rastreador en mi sistema informático.

¿De verdad iba a ser la novia de un tipo como él? Millonario, sexy, mentiroso, posesivo.

Dominante.

Probablemente debía tener en cuenta el consejo de Luca, y de Mimi, quien no defendía a Adam. Ya no me importaba que él me prometiera el mundo, ya que jamás me lo podría ofrecer y estaba cansada.

Emocionalmente, físicamente.

Había sobrepasado mi límite, mi preciada paciencia.

Y mientras me limpiaba el maquillaje del rostro con un pañuelo, en el asiento de copiloto a las dos de la madrugada, le confesé a una de mis confidentes la verdad:

— Se ha acabado. Adam y yo hemos acabado.

Layla me echó un vistazo de reojo, y en un semáforo en rojo, me apretó el hombro con fuerza. Su apoyo silencioso consiguió que me sintiera más satisfecha conmigo misma.

— No sabes cuánto me alegra escuchar eso, hormiguita.

❤️‍🔥❤️‍🔥❤️‍🔥

FIN

25/12/2024

N/A: FELIZ NAVIDAD CHIQUIBABYS. <3

OS QUIERO MUCHÍSIMOOOO, pero ya ha llegado el momento de terminar este libro jeje. Sé que iba a actualizar el capítulo con una escena de bromas en el siguiente partido de baloncesto, y lo haré en la segunda novela.

Esta, bueno, ya habéis visto. :(

Quería cerrar la historia con una escena emotiva, y creo que ha sido lo mejor. Por cuestiones técnicas de que me fallaba un poco el ordenador (y también personales), he tenido que publicar esta parte ahora, en fin.

🌟 Nos leemos pronto.

Espero que hayáis disfrutado de la trama, comentad, votad, recomendad Dulce odio a vuestrxs amigxs...

En 2025 comenzaré a subir los capítulos de Deseo prohibido, la continuación de esta primera obra. :D

Hasta entonces, podéis entreteneros con mis poemas o con otros proyectos. Estoy planeando escribir OTRO libro, distinto a este, aunque posee algunos personajes en común. 🖤

De mientras voy a descansar de Adam y de Chloe, porque me ha costado escribir muchos capítulos y como me ponga con ellos otra vez, voy a entrar en bloqueo. :/

Cuidaros mucho,

Besos con sabor a vainilla y turrón.

- KawaiiWorld8