Capítulo 40, La graduación
<< Éramos mejores amigos, inseparables.
Ahora somos dos desconocidos a punto de entrar a la universidad, con solo una cosa en común: nuestro dulce odio. >>
Chloe
Por fin había terminado el curso académico. Estaba recostada en la cama enorme de la habitación de Harley, un cuarto repleto de pósters de AC/DC, Metallica, Nirvana y decoraciones góticas. También tenía uno de Måneskin colgado en la pared de en frente de su escritorio, en mi honor.
— Doy gracias al universo todos los días porque me perdonaste por lo de Jaden.— se desahogó ella, rizándose el pelo con cuidado de no quemarse.
Un escalofrío se adueñó de mi espina dorsal, pero logré enmascararlo.
— Eres mi mejor amiga, claro que te iba a perdonar; aunque tardé bastante en hacerlo.— opiné, no queriendo nombrar a mi ex-novio después de lo que ocurrió hace unos meses.
Había ido ya en unas cuantas ocasiones a terapia, y mi psicóloga estaba satisfecha con mis avances. Tras muchos esfuerzos y sesiones con ella, había conseguido superar el trauma casi por completo, y aún así, me revolvía físicamente cada vez que escuchaba su nombre. Lo ocultaba, por supuesto, porque no quería preocuparles.
Suficiente habían sufrido por mi culpa, ¿no?
Noté cómo sus ojos marrones me inspeccionaron concienzudamente, luego dejó el rizador en su cómoda blanca.
— Sabes que no tenemos que ir a la graduación si no te apetece, ¿verdad?— Se acercó a mí, entrelazando su pálida mano con la mía.
Suspiré, qué bien me conocía esta chica.
— No es que no me apetezca, es que...
— Es que Adam va a estar y tú prefieres evitarlo.— afirmó, segura de sí misma.
— Efectivamente.— Asentí.
¿Y si venía acompañado de su súpernovia la modelo? Me moriría de celos.
— Vamos, Chloe. ¿De verdad vas a dejar que Adam y su novia Barbie te quiten las ganas de salir de fiesta?— Se cruzó de brazos, mirándome como si acabara de decir la mayor estupidez del mundo.
— No.
Me levanté de su cama, con la decisión clara y firme en mi cabeza. No iba a permitir que Adam me arruinara el evento del año.
— Esta noche me voy a emborrachar, voy a pasármelo de puta madre, y no voy a pensar en ningún chico.— Oí cómo me aplaudía con entusiasmo la muchacha de pelo oscuro, demostrándome su apoyo incondicional.
No paró de chocar las manos hasta que me vio reír, entonces me dio un abrazo tan repetino que me tumbó en el suelo.
— ¡ESO ES, REINA! — Vociferó con ambas manos, y así acabé rodeando su torso delgado con los brazos, gritando con ella.
Quizás mi vida amorosa apenas existía, pero mis amigas siempre estaban para mí cuando lo necesitaba.
❤️🔥❤️🔥❤️🔥
Adam
"Enhorabuena, Adam Ryder.
Ha sido aceptado por la Universidad de Worcester para una beca profesional de baloncesto. Esta incluye los siguientes beneficios:
- Cobertura de los honorarios del curso y alojamiento.
- La oportunidad de jugar para el equipo profesional de Worcester Wolves en el BBL.
- La oportunidad de jugar para el equipo de la Universidad en el campeonato británico de universidades.
- Gimnasio gratis.
- Asesoramiento deportivo gratuito.
Si tiene alguna duda, no dude en contactarme.
Un atento saludo,
El decano Harry Davies".
Dejé de leer el correo, todavía no creyendo del todo que era cierto.
No iba a llorar de la alegría, pero qué buena noticia. El nudo que se había instalado en mi estómago al abrir la notificación dio paso a una euforia arrolladora.
Lo había conseguido, había logrado entrar a un equipo profesional y tener una beca de baloncesto al mismo tiempo. Había hecho realidad mi sueño de pequeño, lo había cumplido.
Sinceramente, me había costado más de lo que imaginaba llegar hasta aquí. Los meses en el centro de rehabilitación casi me hicieron suspender el año académico. Menos mal que la directora de la Elitist Academy tuvo compasión por mi caso y me dejó ir a los exámenes finales.
Quizás esos malos momentos me habían fortalecido, porque ahora no me iba a rendir con el primer problema, ni con el segundo. Sabía lo que quería.
Y la quería a ella.
Aunque acababa de aterrizar en el aeropuerto de Londres, y mi cabeza pensaba en que iba jugar con los Worcester Wolves a partir de septiembre, la listilla todavía ocupaba un rincón de mi mente. Incluso después de que me rechazara en el hospital en enero.
— ¡ADAM! ¡ESTAMOS AQUÍ!
¿Quién me estaba gritando? Giré la cabeza, aturdido por unos instantes por el bullicio de la gente reencontrándose con sus familiares, hasta que reconocí el acento americano.
— Hola, Baker.— Choqué mi puño con el de mi mejor amigo, sonriendo. Su mirada se iluminó.
— Hey, multimillonario. ¿Qué tal la vida por ahí? — No pasé por alto la nota de burla en su forma de decir mi apodo.
Imbécil. Siempre sacaba ese mote cuando tenía ganas de molestarme.
— Mejor de lo que está tu cuenta bancaria, seguro. — Le empujé el hombro con suavidad. — ¿Han venido Charles y Eric?— desvié el tema a uno más importante. Hacía tiempo que no les veía, y también eran mis amigos.
— Charles no ha podido, pero Eric sí, y encima se ha traído a Charlotte.— confirmó mis sospechas.
Desde hace un tiempo, el rubio publicaba fotos con la compañera de ballet de Chloe, y no sabía si su relación llegaba a otros puntos distintos de la amistad, aunque dudaba mucho que estuvieran "tonteando". A Lots le llevaba gustando el muchacho desde septiembre.
Rodé los ojos.
Los amigos, las oportunidades, y hasta los problemas, estaban justo donde se habían quedado la última vez. Solo rezaba para que la graduación saliera bien y no ocurriera ninguna pelea.
❤️🔥❤️🔥❤️🔥
Chloe
Repasé el gimnasio del instituto, se me iba a caer la mandíbula al suelo. Todos los chicos y chicas de mi clase se habían vestido con sus mejores galas, tanto que hasta parecían modelos de una revista con esos trajes de corbata, y las mujeres igual, con esos tacones de aguja rojos, maquillajes hermosos y telas satinadas.
No me arrepentía de haberle hecho caso a Nicolle, mi espalda desnuda no era nada en comparación a la falda de Marie, que no le llegaba ni al muslo.
Su hermana gemela —y menos malvada— tampoco había escatimado en prepararse para la ocasión, lo único que había optado por un top arriba verde esmeralda que destacaba su cintura de avispa, tipo corsé. Estábamos las dos sirviéndonos nuestras bebidas cuando entraron "los reyes" de la academia, irresistiblemente atractivos con smokings y corbatas a juego.
— Odio que sea tan guapo, hormiguita verde. Así me dan ganas hasta de volver con él.— escupió con rabia.
A pesar de que no hablaba mucho del chico, todas conocíamos lo que sentía. Le odiaba por sus mentiras, pero también le deseaba.
Me resultaba imposible no empatizar con Mimi, porque, por más que lo intentara, mis ojos no paraban de dirigirse al niño rico: de su ancho pecho en una camisa blanca y de sus pantalones elegantes, que le hacían parecer más alto, más imponente.
— Te entiendo, amiga. Vamos a ignorarles.— propuse. Si fingíamos que no existían, no tendríamos la posibilidad de caer en la tentación.
Muy inteligente, Chloe.
Gracias, consciencia.
— Sí, vamos a pasar de ellos, y vamos a emborracharnos hasta que no podamos más.— Sacó de su bolso Dior una pequeña botella.
— Pero, ¿qué llevas ahí?— susurré, alarmada por su descaro. Estábamos en una fiesta en la que había adultos, adolescentes y niños.
— Alcohol. ¿Quieres? — Ella me miró con gracia, echándose un poco en su vaso.
¿Quién se iba a imaginar que una pelirroja con una cara tan bonita y buena como la suya era capaz de colar Vodka aquí?
— Calla y echa. — Le ofrecí mi taza, porque ella se había gastado el último vaso rojo de plástico.
— No esperaba menos de ti.— murmuró, con el demonio bailándole en sus ojos del color del café, y una sonrisa cómplice asomando en sus labios.
De esta manera, transcurrieron las horas. Con música de fondo, risas y la incorporación de Nicky, Harley y su novia a nuestra conversación.
— ¿Cuántas copas os habéis bebido? — reclamó la mexicana, un poco mandona.
— No muchas.— nos defendí. Para una noche en la que nos estábamos divirtiendo...
— Tres.— confesó mi compañera de crímenes.
El caos fue tanto inminente como inevitable.
— ¿Tres? ¿Es que te has vuelto loca Mimi Rousseau? ¡Que tú no tienes aguante para el vodka! — rezongó su gemela, moviendo la cabeza de manera tan fuerte que se le escaparon unos cuantos mechones de su moño perfecto.
— Qué bruja que eres, por Dios.— Tiré de su oreja, apartándola de las demás chicas.
— ¡AAAAAAY! — chilló como una niñita de cinco años.
— Esto es por no dejar a tu hermanita en paz.— Me mofé de ella.
— Joder, pero suéltame ya.
Ah, sí, seguía sujetando su oído como si mi futuro dependiera de ello. Iba a aflojar mi agarre en el nanosegundo que detecté una mano envolviéndose en mi cadera, echándome hacia atrás.
Mi cerebro iba más lento de lo normal, así que tardé unos minutos en comprender la escena.
— Adam, no sabes cuánto te lo agradezco, de verdad. Estaba empezando a hacerme daño.— lloriqueó, con una mueca de angustia.
— De nada.— añadió él, aún con sus masculinas manos abrazándome por debajo de las costillas.
— En fin, os dejo solos. Bonne nuit.— se despidió riéndose, y luego se marchó con clase, contoneando su cintura para el placer de todos los que habían estado presenciando el espectáculo que acabábamos de montar.
—Un día, Chloe...
"No." Le di la espalda, negándome a oír su voz rasposa. No necesitaba enfrentarme a él, mucho menos en mi estado medio aletargado.
—Escúchame.
Me cogió del antebrazo, reclamando mi atención.
—Vas a ser mi mujer, y te haré feliz, listilla. Nunca he querido a nadie tanto como te quiero a ti. ¿No es eso suficiente?
Sentí cómo mi corazón bombeaba a la velocidad de la luz, aunque eso no era nada nuevo. Ese chico tenía ese efecto en mí: acelerarme los latidos y la respiración. Ponerme nerviosa, enfadada, triste... o rabiosa.
Pero solo él era capaz de hacerme sonreír con todos los dientes y reír hasta que me doliera el estómago.
—Adam, yo también te quiero.
Sus ojos grises se achinaron al mismo tiempo que sus labios dibujaban una sonrisa arrebatadora.
—¿Quieres ser mi novia, Flitcher?
Arrugué la nariz, divertida ante su intento de ser romántico.
—¿Y qué gano yo con eso, Ryder? —arqueé una ceja mientras mis dedos se paseaban por sus hombros.
—Venga ya, ¿por qué no dices que sí? —se quejó, visiblemente molesto.
Solté una carcajada antes de responder con calma:
—Sí, me encantaría ser tu novia, niño rico.
No tardó ni una milésima de segundo en besarme, con pasión, con toda la intensidad que lo caracterizaba.
—Echaba de menos estos momentos —susurró en mi oído, provocando que una ola de calor recorriera todo mi cuerpo.
Se refería a todas las veces que habíamos estado en la suite del hotel, desnudos, haciendo cosas que nunca imaginé propias de mí.
—Me has quitado la inocencia.
—¿De verdad? Creía que eso ya no existía.
Me separé de él, un tanto sorprendida por su comentario.
—¡Eres un pervertido de cuidado! —exclamé, pinchándolo con el dedo en su pecho musculoso.
—Y tú, demasiado ingenua. —contestó, con un brillo malicioso dilatando sus pupilas.
Abrí la boca, parpadeando rápidamente.
—¿Eso significa que has tenido fantasías sexuales conmigo? —pregunté, con la voz temblándome.
—Claro. Además, me ponía bastante todo el tema de que me odiaras —declaró, sin asomo de vergüenza en su cara.
Qué capullo más depravado, Dios mío.
—¡Adam! —lo regañé, golpeándole suavemente el brazo.
—¿Qué? Eres muy sexy cuando te enfadas —soltó, con una honestidad impresionante.
Decidí tomármelo como un cumplido.
—¿Piensas que soy sexy? —murmuré, enredando mis dedos en su cabello negro.
—¿Estás buscando que te halague, listilla? —me regaló una sonrisa traviesa, ladeada.
—Sí. Respóndeme. —Lo demandé mientras pegaba mi torso al suyo, eliminando la poca distancia que nos separaba.
—Eres muy sexy, Chloe —pronunció con una nota de deseo en su voz.
Esa forma de decirlo hizo estragos con la química de mi cerebro.
—Gracias, niño rico. —Le guiñé un ojo, contenta.
— No es nada; sin embargo...— dejó la frase a medias, observándome con atención.
Esperé pacientemente a que terminara la oración.
— Hay algo que me gustaría probar contigo. — anunció, apartando mi cabello ya castaño de mi rostro.
Mis cejas se alzaron, intrigada.
Él aprovechó la oportunidad para tocarme. Sus dedos trazaron una línea invisible por mi mejilla, hasta detenerse en mi barbilla. Sus ojos grises se habían oscurecido varios tonos, estaban cargados de intención.
El silencio entre nosotros se volvió tan denso, casi palpable, que se podía cortar la tensión con una espada. Y me había aproximado tanto a él que nuestras narices se rozaban.
—Entonces... ¿A qué estás esperando? —susurré, desafiándolo.
El calor de su piel, su olor a perfume, su presencia elegante, me envolvían en una burbuja, como si el mundo entero se hubiera desvanecido. Él deslizó su pulgar por mi espalda descubierta, dejándome sin aliento.
❤️🔥❤️🔥❤️🔥
N/A: Cuánta emoción en tan solo un capítulo. Bueno...las bromas ocurrirán en el siguiente, en el próximo partido de baloncesto.
¿Os ha gustado la declaración de Adam? ¿Qué queréis leer a partir de aquí? ¿Más momentos románticos?
En fin, os leo. Votad, comentad y nos vemos bien pronto. <3
Besos con sabor a vainilla,
- KawaiiWorld8
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro