Chloe

Qué dolor más grande sentía en las muñecas. 

Llevar las esposas esas grises que me había puesto el señorito me habían dejado una buena marca roja en la piel.

En fin esperaba que despertara de este mal sueño lo antes posible. Suspiré, tirándome a la cama enorme, repleta de cojines.

Mi cuerpo se resistía a aceptar mi nueva realidad.

Prácticamente desde que habíamos aparcado el coche, me había estado enseñando la casa de su jefe, al que se suponía que iba a conocer dentro de unos minutos.

No podía estar más pletórica de la emoción.

Nótese el sarcasmo.

Las paredes blancas estaban salpicadas con cuadros de pintura abstracta de colores azul, amarillo y rojo, y los muebles eran elegantes, de tonos beiges y marrones. En la habitación que me había reservado para mí, había un ventanal gigantesco que tenía vistas de la enorme ciudad.

Aunque no podía pisar la calle, al menos tenía privacidad. Qué bien (ironía).

Nada más llegar aquí, había cerrado con pestillo la puerta, así que nadie indeseado entraría a mi espacio sin mi permiso.

O eso pensaba.

Un ruido metálico me punzó en los oídos, y luego ese puto click del cerrojo siendo abierto me erizó los vellos de la nuca. Joder.

No vi nada más que a la persona que andaba con pasos lentos en mi dirección. Esos ojos azules me congelaron la sangre, la vida y el aliento.

Él no, me mordí el labio con rabia.

⎯ ¿Te gusta la decoración que he elegido para nuestro cuarto?⎯ La bilis ascendió por mi estómago y garganta al reconocer su voz. Nadie me había preparado mentalmente para este encuentro.

⎯ Púdrete en el infierno.⎯ escupí las palabras, con las manos temblando. 

De repente, la furia se apoderó todavía más de cada maldita célula de mi cuerpo. Quería pegarle, abofetearle, hacerle llorar por lo que me había hecho.

¿Desde cuándo mi vida se había convertido en un secuestro?

⎯ Ay, Chloe, no te enfades conmigo.⎯ Se le dibujó una sonrisa de lobo en el rostro.⎯ Estarás bien.

⎯ No te creo.

Mi respuesta me ayudó a reprimir las lágrimas que amenazaban con aparecer. Tenía que aparentar ser fuerte y no mostrar mi vulnerabilidad delante de él. No cuando mi mundo entero se estaba derrumbando desde anoche.

⎯ Te viene bien algo de distancia respecto a Adam, y lo sabes. Yo solo...te estoy haciendo un pequeño favor.⎯ Sus zapatos de charol resonaron en el suelo por cada pisada que daba.

Thud. Thud. Thud.

⎯ Aléjate de mí.⎯ Le devolví la mirada fría que me dirigió, cansada emocionalmente de todo esto. De no saber cómo salir de esta situación de mierda. De la incertidumbre, del miedo, de la frustración.

El muy hijo de su madre se acercó aún más, tocándome la mejilla con sus asquerosas zarpas.

⎯ Nunca me voy a alejar de ti.⎯ anunció, como si fuera una condena para los dos. Una especie de tortura, lenta y dolorosa.

Aparté la vista de su cara impecable, y susurré en un hilillo de voz:

⎯ Haré lo que me pidas, pero si vuelvo a casa.

Mis padres no habrían aceptado ni en un millón de años que yo estudiara tan lejos de Nottingham, debería haberme dado cuenta del engaño cuando narró la historia su empleado de mierda.

Me estremecí, llena de cólera, cuando sus sucios dedos atraparon mi muñeca.

⎯ No lo entiendes, ¿verdad? Esta es tu casa. Y yo soy quien decide cuándo sales y cuándo no.⎯ Se apuntó a sí mismo.⎯ Tu cuerpo me pertenece, Flitcher.

Lo siguiente que supe es que le había vomitado encima de su caro calzado. Sonreí al apreciar su expresión.

Su porte de orgullo acababa de transformarse en una mueca disgustada, de profundo asco.

El que ríe el último, ríe mejor.

⎯ Juan, ¡LIMPIA ESTO YA! ⎯ chilló, llamando al hombre que me había traído hasta aquí.

Aproveché su momento fugaz de despiste para escabullirme. Debía andar lo suficientemente rápido como para llegar a la cocina y huir por el jardín.

Noté cerca del salón su presencia acechándome. Mierda.

⎯ ¿Te crees que soy tonto y no me doy cuenta de cómo pretendes escaparte, eh? 

Me giré para mirarle directamente al mismo tiempo que tiraba un jarrón de porcelana. 

Crack.

Y ese fue el minuto que necesité para echar a correr a la máxima velocidad que me permitían mis piernas.

❤️‍🔥❤️‍🔥❤️‍🔥

Adam

Llevaba horas desplazando mis manos por las teclas del piano, buscando despejarme de mis sentimientos, pero no funcionaba por más que lo intentara.

Mi cabeza solo rebobinaba los momentos previos a la desaparición de Chloe. Ella estaba pasándoselo bien, con sus amigas, y después...

¿Es que no podía tener un descanso en su vida? Si hacía nada desde que dejó de autolesionarse, su salud mental no iba a soportar más golpes. Simplemente quien la había raptado acabaría con ella.

La conocía desde siempre, sabía que en cualquier minuto podría estallar y llegar a su límite. Se volvería loca de remate si no la encontrábamos pronto.

Cualquiera en su lugar lo haría.

Me desordené el pelo rizado, pasándome luego las manos por la frente. La policía local nos había avisado que debíamos mantener la calma mientras recopilaban información y nuevos datos sobre el caso.

El problema era que cada puto minuto que transcurría suponía la posibilidad de hallarla muerta, y yo me negaba a vivir en una Tierra sin la listilla.

Necesitaba decirle lo que sentía por ella, aunque me costara expresarlo con palabras.

Tenía que responderle a uno de sus  "te odios" con un: "Yo te odio por ser tan perfecta, por ser inteligente, responsable y amable a la vez. Te odio porque no existe nadie como tú. Eres irremplazable."

Deseaba con todas mis fuerzas volverla a ver, sostenerla entre mis brazos, susurrarle al oído que me moría por ella.

Sus amigas tampoco estaban bien. Creo que la más afectada, además de Mimi, era Harley. Se pelearon por Jaden en aquella fiesta y aún no habían hecho las paces. Le pesaba el pensamiento de que la última ocasión en la que habían hablado estaban enfadadas la una con la otra. Normal, hace unos días Chloe visitaba Estambul con alegría y hoy estaba desaparecida.

Sospechaba que Ben podría haber maquinado esta película de terror. Se enamoró de ella al fin y al cabo, y su salud mental no había hecho más que empeorar desde el divorcio de sus padres.

Probé a contactarle por WhatsApp. Me respondió con una foto y dos vídeos en las Islas Maldivas.

Él no tenía relación con Bulgaria, su familia no poseía propiedades allí, por lo que si Reynolds no tenía implicaciones en el asunto, eso significaba que el muy hijo de puta de mi equipo sí.

Me regañé a mí mismo por no haberlo adivinado cuando descubrí la rosa negra en la suite del hotel.

Howes realmente estaba enfermo.

Lo iba a matar.

❤️‍🔥❤️‍🔥❤️‍🔥

N/A: Ya nos queda nada para el final, chiquibabys. <3

Este capítulo se me ha quedado un poco corto al final, pero he preferido dejarlo así para que el siguiente sea más largo y fluido.

Adam ya sabe quién ha secuestrado a la listilla. :D

¿Qué pensáis que va a suceder a partir de este punto?

Bueno, yo solo os digo que en Instagram @wattpader_novena voy a estar subiendo contenido relacionado con este libro. ❤️

Gracias por los 301 votos, los comentarios y sobre todo, por leer Dulce odio.

Nos vemos en el capítulo 37 y en Insta,

Besos con sabor a vainilla,

- KawaiiWorld8