Las amigas terminan de cenar y pasan al helado.

–¿Y conseguiste el turno?

–No, mi ginecologa se tomo licencia y no tengo a quien recurrir que sea de mi confianza.

–Yo tengo uno y es muy bueno, lastima que hace dos días se fue pero puedo sacarte un turno para la próxima semana.

–Por favor Beatriz, me harias un enorme favor.

–No te preocupes, yo me ocupo.

Amanda reacciona.

–¿Ginecólogo dijiste?

–No te preocupes, es un profesional.

–Esta bien, confio en vos.

Su amiga asiente y siguen comiendo el helado.

–¿Tan urgente es?

–Siempre me hago de rutina, una vez al mes voy siempre.

–Lastima que ahi no tienes historia clínica, va a tener que revisarte.

–No tengo problema, si me dijiste que es un profesional.–Calmada.–No sabes quien estuvo en la empresa.

–¿Quien?

–Gastón.

–¿Y para qué estuvo ahí?

–Para pedirme que volvamos.

–Ah bueno.

Al otro día, Melissa entra al hotel donde se hospeda con su esposo, sube a su piso y ve a Rodolfo con sus valijas.

–¿Que estas haciendo?–Sorprendida.

–Me voy, tengo muchas cosas que hacer en el consultorio y no quiero perder el tiempo en algo que esta roto.

–¿Roto?

–Si roto, vos quedate los días que quieras. ¿Querías estar sola? Ahora estas sola pero cuando vuelvas a Buenos Aires, vamos a tener que hablar.–Serio.

Se va de la habitación dejándola sin habla.

–Hijo de puta.–Furiosa.

Tira su celular y respira hondo.

–No pienses que esto se terminó Rodolfo, voy a dejarte tranquilo estos días que faltan pero después vas a ver. No vas a separarte de mi.–Enojada.

Rodolfo ya tenía su pasaje en mano, el taxi lo estaba esperando en la calle y el conductor guarda sus valijas en el baúl.

Ya dentro los dos, le pide que lo lleve al aeropuerto. Estaciona afuera del aeropuerto y Rodolfo le da el dinero, baja las valijas y entra al aeropuerto. Tenía que estar una hora antes para hacer el check-in y pasar por la aduana.

Ya estaba dentro del avión y respira hondo, quería un tiempo para poder pensar a solas y trabajar para recuperar los días que había perdido. En pocos minutos, el avión despegó y aprovecho el tiempo en el avión para ver en la pequeña pantalla que tenía en el respaldo del asiento de adelante.

Mientras, Amanda estaba almorzando en su oficina cuando su amiga entra.

–¿Que paso?

–Hoy llame al consultorio del doctor Guerrero.

–¿Y?

–¿Te acordas que te dije que no podía esta semana por su viaje? Bueno, me dijo la secretaria que podía este viernes.

–Bueno, capaz adelantó la vuelta.

–No se...–Duda.

–Bueno mejor que pueda el viernes, cuanto antes mejor.

–Eso si, es este viernes al mediodía.

–Buenisimo entonces.

Se quedaron charlando un rato más y Beatriz se despide.

Más tarde, Rodolfo sale del aeropuerto y en una hora ya está en su departamento. Este día se lo iba a tomar en serio, ya que determinaría su decisión con respecto al matrimonio.

Se hace el almuerzo y come acompañado de la televisión, apenas termina. Llama a su secretaria y le pregunta quienes pidieron turno. Empezará el jueves y le dijo los nombres de ese día.

–El viernes por ahora solo pidió el turno una nueva paciente, la recomendó la señora Ballesteros.

–¿Y como se llama?

–Amanda Torres.

Asiente y le agradece.

Al tener siempre las mismas pacientes, le parece raro tener una nueva paciente. Todavia no saco su ropa porque no sabía si va a permanecer en el departamento o si se va a quedar.