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Capítulo 1

JongDae había tenido un día bastante ajetreado pero muy divertido, ver tantos niños felices lo hizo realmente muy feliz a él también.

Había preparado muchas bolsas de dulces de varios tipos que sabía muy bien a los niños de su vecindario les encantaban y como lo predijo para las doce de la noche ya no le quedaba ninguno.

Literalmente, ya que como él es alérgico al azúcar no tiene nada en casa que la contenga, y éso incluía los dulces que los niños tanto aman comer.

Todavía con el sentimiento de felicidad se metió bañar, después al finalizar y colocarse su pijama se ubicó sobre su cómoda cama sin dejar de sonreír.

Eran aproximadamente las una de la madrugada y como la mañana siguiente era domingo no se preocupaba por su falta de sueño.

Prendió su televisor junto a su amada PlayStation con una amplia sonrisa, vería unos capítulos de su anime favorito antes de dormir.

Fue a la cocina y busco tres paquetes de las papas fritas sabor a jamón que tanto le gustaban junto a una botella de agua mineral.

Se subió nuevamente a su cama y su celular comenzó a sonar, dejó la botella de agua sobre su mesita de luz y las bolsas a su lado mientras se disponía a atender lo que sabía era una llamada.

~ Llamada ~

-Hola amor, no esperaba tú llamado, ¿que te hizo marcarme a esta hora?-

Preguntó JongDae mientras sonreía tontamente a la nada misma.

-Te extrañaba mucho, así que quería oír tu voz-

Confesó la persona del otro lado de la línea.

-Eres la novia más extraña que puede existir, no hace nisiquiera ocho horas desde que nos vimos-

Le recordó el castaño entre pequeñas risas.

-Lo sé, bueno debería irme a dormir, mañana debo levantarme temprano, besos te amo-

Se escucho decir haciendo que JongDae sonría incluso más de lo que ya lo hacía.

-También te amo hermosa, descansa-

Concluyó el castaño mientras enviaba un beso volador a su novia.

~ Fin llamada ~

— Tan bonita. — Susurró el castaño. — Bien ahora debo concentrarme sólo en Luffy. — Soltó tomando el mando de la play en manos.

JongDae dejó su celular junto a él en la cama y se dedicó a comer las papas mientras comenzaba a ver los capítulos de One piece.

Sólo habían pasado dos horas desde el llamado de su pareja, y desde que se comió sus papas pero su estómago le estaba pasando factura.

El castaño gruñó un poco gracias a sus nulas ganas de levantarse y luego de pausar el anime se dirigió a la cocina.

Al llegar a dicho lugar prendió la luz y justo al momento de hacerlo el timbre comenzó a sonar, miró con rapidez su reloj de pared y eran las tres de la madrugada.

Era extraño, ya que a pesar de ser sábado la gente de su vecindario duerme de noche y él no estaba esperando visitas de nadie, mientras más se lo pensaba más extraño le resulta.

Como el timbre seguía sonando de modo insistente lo obligó a caminar hacia la puerta principal, y una vez frente a la misma comenzó a espiar atraves del mirador de la puerta.

Podía distinguir a una persona, y luego de observar con más detenimiento notó que era sólo un chico de aparentemente su edad.

JongDae estaba mirando todos sus movimientos hasta que él extraño conectó miradas con él y moviendo lentamente sus labios pero sin elevar su voz le dijo; "Abre".

Despegó con rapidez su ojo del mirador y calmó su reciente sorpresa, suspiro con tranquilidad y comenzó a abrir la puerta, sólo era un chico podía hacerle frente a menos que este tenga un arma, porque ahí si que estaría perdido.

— ¿Dulce o maldición? — Fue lo primero en salir de la boca del extraño al tener al castaño frente a él.

— Sería "dulce o truco". — Aclaró el castaño. — Y no tengo dulces que ofrecer se los regalé a los niños hace algunas horas. — Informó con intenciones de volver dentro de su casa pero la puerta no cedía.

— La magia acaba por ser truco. Las maldiciones no lo son por éso nunca terminan. — Aclaró el extraño dejando sin palabras a JongDae. — ¿Dulce o maldición? — Volvió preguntar extendiendo una bolsa que tenía en manos hacia él castaño.

— No tengo nada para ti. Debiste llegar más temprano, además ya estás muy grande para dulces. Y tampoco tienes puesto un disfraz. — Soltó JongDae volviendo a darle la espalda para abrir su puerta.

— ¿Dulce o maldición? — Insistió el desconocido robando toda la paciencia del castaño.

Su puerta por alguna razón que desconocía no se abría y para sumarle había un tipo realmente extraño exigiéndole dulces.

— No voy a darte nada así que ¡maldición! — Escupió JongDae con molestia.

El castaño volvió a guiar su mirada del desconocido hacia su puerta y pudo presenciar como esta se abría sola dándole pase libre, giró con rapidez hacia el contrario y este ya no estaba.

Negó con la cabeza y se metió dentro de la casa, justamente lo que le faltaba, andar delirando incoherencias.

Volvió a colocar el seguro en la puerta y se dirigió nuevamente hacia la cocina, después de todo su apetito seguía intacto.

Tomó una bolsa de pan y la abrió para prepararse un sándwich pero el pan dentro de esta se encontraba completamente verde, dejó el pan de lado y decidió hacer rollitos con el fiambre y comerlo simplemente así, pero cuando fue a abrir los mismos los encontró llenos de gusanos.

Sintió ganas de vomitar y así lo hizo segundos después en el baño, su estómago no lo aguantó se veía asqueroso. Labo sus dientes y enjuago su boca, ahora su estómago se encontraba incluso más vacío que antes.

Suspiro con pesadez y decidió sólo tomar un poco de leche. Se dirigió a la heladera, tomó la caja de la misma y bebió directamente del envase, después de todo vivía sólo y nadie se quejaría por dejar sus gérmenes en el pico del envase.

Apenas el contenido tocó su boca sintió unas terribles ganas de devolverlo, sabía asqueroso y no era del todo líquido, dejó el envase en el laba platos y corrió al baño nuevamente, dónde comenzó a devolver lo que aún no había ingerido del todo.

Estuvo un buen rato en el baño y luego de enjugar del todo su boca se dirigió a su habitación.

La leche estaba cortada y él estaba seguro de haber hecho su mercadería en la mañana, luego llevaría sus quejas al supermercado.

Lo primero que hizo al entrar fue saltar a su cama, razón por la que dejo salir un automático quejido de dolor.

Se levantó de la cama y prendió la luz, notando que tenía atravesada en su mano izquierda una de las agujas que estaba usando anteriormente para coser su funda de almohada.

Quitó la aguja, limpio su mano y detuvo la exageración de sangre que salía por tan pequeña herida, luego la vendo a su manera.

*Papá y mamá me dijeron que vivir sólo tenía sus consecuencias* Pensaba JongDae con una sonrisa en sus labios, después de todo no era gran cosa.

Luego de acomodar su costurero y dejarlo en la mesita de luz, fue hacia el interruptor y apagó la iluminación. Después tomó el mando de la play y también la apagó, luego hizo lo mismo con el televisor.

Entre una cosa y otra le había agarrado sueño por lo que decidió simplemente ponerse a dormir.

~ A la mañana siguiente ~

JongDae se levantó incluso más cansado que cuando sé durmió, su cuerpo estaba exhausto pero debía encontrarse con su amigo al medio día. Razón por la que sin muchos rodeos se levantó y después se dirigió a bañarse.

El agua le salía helada, trataba de regularla y no podía. En un momento esta se comenzó a calentar a tal punto de hacerlo pensar que se estaba hirviendo allí debajo, a pesar de eso terminó con su misión y luego salió de la ducha.

Envolvió una toalla a su cintura y se dirigió a su ropero de dónde tomó lo primero que se le cruzó en el camino. Sin dejar de pensar en los extraños sueños que había tenido con el tipo que había ido a su casa por la madrugada.

*No debés abrir la puerta a extraños.

Soy el número noventa y nueve pero no te atrevas a pronunciar mi nombre.

Soy MinSeok uno de los primeros demonios y te acabo de maldecir*

¿Que demonios se suponía que significaba todo éso? Nada, sólo un mal sueño. Era la respuesta más razonable.

El dueño de casa se terminó de arreglar sin muchas ganas, su cuerpo parecía estar cargando con una mochila llena de piedras.

Salió de su casa procurando no olvidarse nada y se fue caminando a su encuentro, siempre prefería caminar para hacer algo de ejercicio y ahorrar el dinero del taxi o colectivo.

Pero hoy le estaba resultando más agotador y la enorme sensación de estar siendo seguido no lo ayudaba en nada.

Apresuró sus pasos hasta que diviso la cafetería a la que siempre lo citaba su amigo y con una sonrisa en sus labios se dirigió hacia ella. Desde afuera podía notar que su amigo todavía no estaba en el lugar gracias a las paredes y puerta completamente de vidrio que tenía el lugar.

Se adentró y se ubicó en una de las mesas del centro para ver a la perfección cuando llegará él contrario.

Y tal y como lo había planeado apenas su amigo se asomó a la puerta lo vio en primera plana. Igual que al tipo de la noche pasada.

Esté estaba detrás de su amigo y antes de que él chico esperado abriera la puerta él extraño lo empujó por la espalda haciendolo golpear su nariz con la puerta frente a él.

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