Capítulo tres | Fidelity
—No te lo dije para discutirlo, sino para que supieras la decisión que pienso tomar—ella soltó después de un rato en el que Fred espiaba por la puerta de la ventana de la cocina hacia la sala. Claire quería parecer molesta aunque la verdad le daba un poco de gracia; el rubio hizo una mueca sin dejar de ver a la persona que habían dejado sola en la sala de estar, después de que el chico frente a ella decidiera que era buena idea de una reunión de habitantes del departamento.
La chica miró donde Silver, quien se mantenía serena e ignoraba el drama de Fred mientras bebía el resto de la leche de chocolate que se había servido al entrar. Le pidió ayuda con la mirada y Silver simplemente suspiró dejando su vaso a un lado, se acercó a Fred e intentó ver lo que él veía.
Un hombre que bien sabían estaba por cumplir los treinta años que se paseaba por la sala de estar mientras hablaba por teléfono, bien podría verse más joven por su atuendo casual de camisa con rayas verticales y las mangas de ésta dobladas mostrando algunos tatuajes en sus brazos, sin contar ese rebelde cabello peinado hacia atrás que terminaba con un atado debido a su longitud. Roel no era el prototipo de chico guapo pero el hecho de ser el guitarrista principal de una banda medianamente escuchada en el país, le daba los puntos extras como para ser seguido por más personas de la que se esperaban.
Silver torció la oreja de Fred para alejarlo de ahí cuando Roel paró su charla por teléfono y les miró con gracia pues era imposible que no les viera espiando.
—Algún día tenía que pasar algo así. —cerró la ventana con cuidado y quedó en medio de los rubios— Que seas papá no significa que eres el padre de nosotras—bromeó.
—Pero...—él cerró sus ojos— era lo divertido de estar nosotros en este departamento, era el departamento de los que se quedaron...—enarcó una ceja hacia Claire queriendo recordar el punto—. ¿Por qué tan repentinamente? No sé por qué la urgencia.
—Todos sabemos que llegaría éste día.
—Pero no ahora—le replicó de inmediato—. Además, no tienen ni un mes que regresaron. ¿Cuánto han salido? ¿Cinco minutos?
—Fuimos novios por un año y dos meses—le recordó.
—Fueron novios—hizo énfasis—, terminaron y nadie cuenta ese tiempo ya. Solo importa el que no es interrumpido.
—Ya basta—Silver frunció el ceño, molesta—. Fred tiene razón, Claire, no puedes solo mudarte con él solo porque regresa y te lo pide, y tú—miró al rubio—, ella puede hacer lo que se le dé la gana. Ahora, ¿podemos comer la pizza? Hace casi quince minutos que llegó y creo que ya está fría, y si lo está, lo vas a lamentar—puso punto final y salió de la cocina sin importarle cualquier reacción que ellos tuvieran.
Roel la recibió con una sonrisa mientras terminaba la llamada y tomaba asiento el sofá grande donde estaba con Claire cuando llegaron, Silver se sentó en el suelo y abrió una de las cajas de pizza con el claro propósito de comenzar a cenar antes de tener que irse a terminar sus deberes.
—Creo que no le caigo bien a Fred—habló él, imitando la acción de la chica sosteniendo un plato con su mano derecha—, siempre lo sentí así.
—A Fred nadie le cae bien—se encogió de hombros—, pero no se trata de eso. —le dio la primera mordida a su pieza de peperoni y negó con su cabeza— Odia los cambios y que te lleves a Claire de aquí es uno grande para él, la costumbre, ya sabes.
—Ah—frunció las cejas y también comenzó a comer—, no creí que se preocupara tanto.
—Así es él.
—¿Y tú que has hecho?
—¿Yo?
—Sí, no te había visto en estos últimos meses...
—No creo haber cambiado mucho en dos meses, Roel—enarcó una ceja—. Yo no me muevo tanto como ustedes.
El chico sonrió.
—Entiendo.
—Y sé que quieres aprovechar que la banda está en pausa para estar con Claire.
—Las cosas a distancia muchas veces no salen como esperas.
—Eso lo sé—sonrió de mala gana y dejó su rebanada a la mitad sobre su plato, la admiró detenidamente—, me imagino que su estilo de vida no les daba mucho.
—Depende la persona, Gordon se casó con su novia de la preparatoria—le recordó—, él si supo manejar las cosas a la perfección. Es el menor de nosotros y es quien siempre ha tenido un pie sobre la tierra, no importó que tan alto subimos. Y eso es importante porque la caída es muy dolorosa, y no hablo de relaciones amorosas, también con amigos y familia. Perdí a muchas personas importantes en mi vida, de mala manera, por eso decidí no seguir con Claire en ese tiempo, ¿sabes?
—¿Por qué siempre piensan que dañarán a alguien? ¿No basta con solo no dañarla, en vez de estar pensando en que pasará, no importa lo que hagas?
—No puedes controlar lo que otros esperan de ti.
—No sigue siendo un pretexto.
—Nunca dejarás de estar molesta, ¿verdad?
—Es una combinación de lástima y cólera la que me ataca cuando recuerdo. Y no precisamente por mí.
Roel dejó de comer y suspiró un poco ahogado por la situación. Limpió la comisura de sus labios de cualquier rastro de pizza en ellos y le dio una mirada apenada a Silver, quien de inmediato se sintió culpable por colocarlo en esa situación de nuevo.
—Lamento no haberlo cuidado—añadió él.
Silver puso su mano en alto pidiendo que parara.
—No nos tocaba esa responsabilidad—se encogió de hombros, queriendo alejar la preocupación que de repente llegó.
—Silver, hoy cuando fui a comprar tus cosas para tu proyectos, me atendió un chico británico muy sexy—Claire interrumpió ese momento, hablando en voz muy alta desde la cocina. Ambos la buscaron con la mirada y se encontraron con la rubia yendo hacia ellos con un tazón de ensalada en sus manos. Fred, detrás, sostenía bebidas para los cuatro.
—¿Gilbert? —frunció el ceño.
—¡Si! ¿Por qué nunca me mencionas ese tipo de cosas?
—Yo ni siquiera sabía que era británico—tomó la lata de soda que Fred dejó sobre la pequeña mesa de madera del centro.
—Tiene un año viviendo aquí—siguió la rubia y se sentó junto a Roel—, como sea, creo que es encantador, y me preguntó por ti.
—¿Cómo sabe que fuiste de mi parte?
—Solo le mostré la lista de materiales que me diste y él hizo el resto. Quizá reconoció tu letra.
—Creo que tienes un problema con los extranjeros—Fred opinó, sentándose en el piso junto a Silver sin quitarle la mirada de encima a la comida frente a él.
—No es cierto—Claire frunció el ceño como si se ofendiera.
—Tengo ascendencia libanesa— Roel dijo al masticar.
—¿En serio?
—Listo, ya la atrapaste para siempre—concluyó Fred.
—¿Saldrás más tarde? Roel quiere que vayamos a cenar pero estoy tan casada como para darme un baño y prestarle atención por cuarenta y cinco minutos.—le dio una mordida grande al rollo de canela que recién había comprado en la cafetería y lo metió de nuevo a la bolsa de papel—. Quiero dormir hasta año nuevo—añadió con dificultad y limpió sus labios con la manga de su suéter.
—¿Hace cuánto no comías? —Silver rio, viendo como la rubia parecía loca devorando aquello, aunque caminaran por la acera y no pudiese controlar su equilibrio sosteniendo su café y su bolso repleto de cosas que no logró meter en su totalidad—. No saldré hoy—le quitó el café de la mano.
—Desde las tres de la mañana, comí una barra energética; pero solo la mitad, tuve que hacer puntos en la ceja de una chica que se golpeó con una lámpara—tosió—. Si no sales, puedes estar con nosotros, le diré a Roel que pidamos algo de cenar por teléfono y miremos películas en el sofá.
—No me gusta ser mal tercio—enarcó una ceja y bebió del vaso de Claire. Escupió lo poco que bebió, no tenía ni una pizca de azúcar.
—Oh, vamos, le agradas a Roel—se burló.
—¿Por qué no aceptas que te pone nerviosa estar a solas con él? Parece que buscas pretextos para no estarlo.
Claire sonrió más—: Claro que no.
—La semana pasada le dijiste que me necesitabas con ustedes solo porque comían maní, dijiste que me enseñaste exactamente cómo hacer que dejes de ahogarte con él.
—Quería ser precavida, dudo que él sepa cómo.
—Yo tampoco lo sé, Claire.
—¿No? —frunció el ceño—, tengo que enseñarte entonces.
—¿Qué pasa? —insistió.
La rubia suspiró.
—No le digas a nadie, tampoco es como si estuviese muy segura—hizo una mueca—. Hace días olvidó su teléfono en mi habitación y antes de que regresara por él, alguien llamó, respondí por inercia solo para decir que él no estaba y que llamaran después; era de una joyería, querían avisarle que su anillo estaba listo...
—¿Anillo?
—Con un zafiro oval verde y decoraciones de diamantes, de oro rosa—soltó como si se hubiese grabado esa información, cerró sus ojos y se golpeó la frente queriendo negar todo eso.
Silver se detuvo—: ¿Qué?
—No quiero pensar por adelantado—Claire regresó a ella, entrelazando sus brazos y obligándola a caminar de nuevo—, pero ya lo hice y sigo en pánico. Sil, si Roel me pide matrimonio voy a enloquecer.
—Pero... ¿Es bueno o es malo?
—¡No lo sé! Es lo peor de todo. Roel ni siquiera conoce a mi familia, recién decidimos regresar, aún tengo dudas sobre vivir con él aunque ya le dije que sí. ¿Cómo espera que lo acepte? ¿Qué va a pasar cuando la banda regrese y él tenga que irse durante meses? No me imagino con una vida así. No me imagino siendo Claire Hewlett toda mi vida.
—¿Y por qué no te quedas con tu apellido? Camille no cambió el suyo.
—No me gusta mi apellido—dudó—, pero creo que es mejor que Hewlett—rio.
—¿Y por qué estás con él en primer lugar?
Claire abrió la boca para responder y después torció sus labios pensando.
—Wow, mira esa incertidumbre—Silver intentó reír.
—Me gusta, ¿sí? Es cariñoso, es inteligente y tiene esa personalidad eléctrica que tiene cualquier músico...
—¿Pero?
—Nos hace falta conexión—le miró con seriedad—, siento que aún no estamos sintonizados en el mismo canal... Solo, quédate con nosotros hoy; mientras me arreglo con mis decisiones.
—Y no le cuento a Fred—afirmó, riendo.
—Por lo que más quieras, no se lo menciones a Fred—cerró sus ojos.
—Estaré con ustedes si deciden quedarse en el departamento, tengo que cuidar a los gemelos hoy en la noche.
—¿Tú? ¿Cuidando bebés? ¿Por qué? —arrugó su nariz.
—Ayer Wesley le mencionó a Fred que él y Camille querían salir solos por primera vez en meses pero no quería dejar a los gemelos con cualquier niñera; Fred se ofreció y que me dijo que lo ayudara con ellos y me dará la mitad de lo que le paguen.
—Te espera una mala noche de pañales.
—No, Fred se encargará de eso. Yo solo seré su payasa y probablemente me toque hacer que se duerman; si Camille y Wesley pueden hacer eso, yo también puedo. Por cuatrocientos dólares hasta me visto de mono para que se rían.
Claire se atragantó con su comida y se detuvieron por eso. Silver le golpeó en la espalda y ella trató de respirar hondo.
—¿Cuatrocientos por una noche?
—Supongo que en verdad quieren ser libres por unas horas.
—Yo también estaré ahí, ¿no pueden darme una parte? Soy pediatra en proceso—le recordó.
—Sí a alguno le da una enfermedad en las cuatro horas que estén con nosotros, te avisaré.
—¿A qué hora llegarán con los gemelos? Para decirle a Roel que llegue después de esa hora.
—¿Por qué?
—A Roel no le cae bien Wesley.
—A nadie en realidad le cae bien Wesley—Silver enarcó una ceja.
Ambas rieron, Claire porque no quería añadir más al tema sobre los hijos de Wes y Silver porque no tenía ánimos de charlar y solo le tocaba esperar a que la rubia metiera otro tema, como de costumbre. Tenían una relación de amistad bastante buena, que se basaba en Claire portándose como una madre comprensiva que al mismo tiempo no sabe qué hacer pero actúa como si en verdad lo supiera, agradeciendo que Silver no se lo echara en cara cada cinco minutos. Si Claire decidía irse, en verdad extrañaría tenerla en la habitación de enfrente, con todas sus palabras de ánimo de las mañanas y galletas especiales cada mes, aunque le tocase verla casi a diario gracias por la extraña adicción al café que desarrolló.
Silver dejó de reír notando la presencia de alguien que caminaba hacia ellas, presionando más su agarre de Claire y forzando a su mandíbula para que ésta abandonara cualquier rastro de boba alegría que tenían segundos antes. La rubia lo notó y de inmediato siguió la línea imaginaria que los ojos de Silver trazaron en el camino. Apresurado pero muy atento a todo lo que había en el camino, un muchacho con un gran suéter negro se habría paso entre las pocas personas que caminaban por la acera esa tarde; sostenía con firmeza la correa de un maletín en su pecho y parecía más alegre con cada paso que daba.
Claire quiso llamar la atención de la chica a su lado pero cuando volteó hacia ella notó como intentaba limpiar sus ojos de cualquier cosa que hubiese debajo de ellos. Silver no podía repararse de la curiosidad que le atacó cuando reconoció su rostro en ese momento; caminó más rápido llevándose a su amiga con ella, deseando fuertemente que él la recordara en otro escenario que no fuese la cafetería donde la conoció.
Lo vio acomodar mejor sus anteojos después de percatarse de lo nublado que estaba el cielo de otoño, cada vez más cerca escuchando sus pasos golpear el agua de la acera por las recientes lluvias; dejó de respirar por esos escasos segundos en los que creyó sentir sus brazos rozándose cuando pasó a su lado.
Caminó más lento, deseando que Claire no hiciera pregunta alguna cuando la soltó; no sabía qué era lo que pretendía que pasara en realidad, pero eso no evitó que mirara hacia atrás por encima de sus hombros esperando algo más. Se detuvo.
—Silver...—lo escuchó decir, no muy seguro y como si se sintiera orgulloso de pronunciarlo correctamente. Volteó por completo atendiendo a su llamado, notándolo feliz por la coincidencia y ella ahora un tanto cohibida sintiendo la vergüenza caer sobre su cuerpo.
Él cortó los pocos metros que los separaban y poco a poco pudo sentir lo grande que era aún para ella.
—Silver—pronunció nuevamente queriendo cerciorarse.
—Sí, se llama así—intervino Claire tras ella, dándole un sorbo a su café y moviendo el hombro de la chica para que ésta reaccionara.
—¿Cómo sabes mi nombre? —fue lo primero que alcanzó a decir.
—Lo traes normalmente en tu ropa—se señaló a su mismo en el pecho.
Silver cerró sus ojos y quitó su gafete de su uniforme que había olvidado guardar.
—Lo olvidaba—añadió.
—Es un nombre curioso—rio él.
—Quizá no tan lindo como Ophelia—bromeó y fue cuando la sonrisa del chico se desvaneció—. Mmh...—ella dejó de reír también sintiéndose más tonta aún.
—Lo siento por eso. —dijo, con una voz clara y realmente apenada— Es difícil de explicar—miró de nuevo hacia el cielo pues éste comenzaba a avisar que pronto llovería. Sus ojos se hicieron más pequeños debajo de sus gafas en ese momento; Silver solo sentía inmensas ganas de correr y llevarse a Claire con ella aunque esto significara derramar su café y vergüenza infinita.
—No, no pasa nada, está bien—intentó decir.
—Bien—regresó sus ojos a ella—. De hecho iba a la cafetería ahora mismo—señaló a su espalda—, quería verte.
En cuánto dijo eso, Claire tosió alejándose un par de pasos de ellos.
—¿Qué? —quiso reír.
—¿Tienes prisa?
—Un poco.
—No es cierto—Claire opinó, ganándose una mirada de desaprobación inmediata—, sí tiene prisa—reparó de inmediato.
Silver le miró cambiando su mala expresión y sonrió—: Iba a casa.
—¿Es muy lejos?
—Dos calles más.
—Uhm—él dudó—. Me llamó Félix. Félix Abbott—completó, extendiendo su mano como un saludo cortés.
—Silver Jeunett— le imitó.
—Francés—terminó el saludo.
—Pero no lo soy— dijo de inmediato—. Ella es Claire—la invitó a acercarse.
—Claire Blumberg, un gusto, soy su roommate —aclaró con una sonrisa.
—¿Para qué querías verme?
—No creo tener una razón que suene lógica—dijo después de pensarlo por pocos segundos.—¿Trabajas desde hace mucho tiempo ahí?
—Cinco años—respondió.
Féliz solo frunció sus cejas—: ¿Y nunca había hablado contigo?
—Para serte sincera, nunca te había visto.
Negó con su cabeza.
—Estoy confundido— quiso reír.
—¿Sobre qué?
—Nada importante—aseguró—. Dejaré de quitarte tiempo—anunció con una sonrisa y miró a ambas—. Un placer—dicho eso, intentó alejarse.
—Hey, espera—Claire llamó y él se detuvo—: ¿La querías ver solo para preguntarle desde cuándo trabaja ahí? —enarcó una ceja.
—Uhm...—frunció sus labios analizando que tan incómodo se volvería aquello; miró a Silver quien lucía tan apenada por la pregunta de su amiga que con el rostro le pedía que no le preste atención—. Pienso que es muy bonita, solo eso—aseguró, sonriendo como si no importara decirlo. Y la verdad era que no, Félix era consciente de que no era el único que lo pensaba—. Pensaba decirlo en algún momento en el que solo lo puedieras escuchar tú—miró a Sil—, pero imagino que lo escuchas seguido y te tiene harta. De nuevo, un placer—no dejó que alguna respondiera y sonrió como despedida nuevamente
—De nada—Silver soltó con rapidez, casi como grito cuando sintió descongelarse. Se arrepintió al instante y tapó su boca; Félix chistó y asintió sin más, después de eso, con pasos lentos, siguió su camino alejándose de ellas sin mirar atrás.
—Hablas del amor como si hablaras de odio.
—No se trata de amor, Claire—rodó los ojos presionando con más fuerza los botones de su control de videojuego—. Solo dijo que era bonita y ya.
—No me refiero a eso, no hablo exactamente de él o algún hombre, sino que te cierras ante cualquier posibilidad de tener nuevos amigos, de conocer nuevas personas—se cruzó de brazos—, a veces eso es triste.
—¿Y qué si no quiero conocer a alguien nuevo ahora? Tal vez ni siquiera sea una buena persona.
—¿Y qué sí si lo es?
—Creo que no me comprendes, el amor no te ha pateado tan fuerte como a mí. Que tu creas que regresar con tu ex novio y mudarte con él en la misma semana sea el significado de avanzar, es tu problema.
Claire enarcó una ceja y Silver simplemente se encogió de hombros.
—Es mi vida y camino a donde yo quiera con ella—canturreó después queriendo ponerle punto final a la charla y prestándole más atención a la televisión.
—Mira: Yo ni siquiera hablaba sobre amor, Sil—respiró hondo, sentándose en el sofá pequeño, algo molesta pero lo suficientemente tranquila como para no contraatacar—. Trabajas, vas a tus clases, vuelves y haces tus deberes o te quedas jugando todo el día, ¿con quién hablas? ¿Con Fred? ¿Conmigo? ¿Qué hay de las demás personas?
—No me interesan las demás personas.
—Silver—le regañó.
—¿Y qué si soy un poco introvertida? —pausó el juego y le miró.
—Tú no eras así, cuando decías que no te importaban los demás era porque en realidad no te importaban lo que fuesen a decir de ti; ahora apenas si sé que pasa contigo en el día. ¿Por qué ya no te gusta hablar?
—Claire, basta, no quiero preocuparme más por las personas.
—Pero ni siquiera dejas que alguien se preocupe por ti. Casi tengo que drenarte para que te desahogues de algo, Sil.
—Tengo suficiente con Fred. No te preocupes por mí—le aseguró, la puerta principal se abrió y quiso ponerle punto final a la discusión—: Si me pasa algo, te lo diré, te lo prometo—intentó sonar convincente.
—Nunca había visto a Sue tan triste—comunicó el rubio mientras se quitaba su abrigo.
—¿Qué pasó? —preguntó Claire, poniéndose de pie notando la cierta preocupación que emanaba de Fred en ese momento.
—Al parecer Park se irá por un tiempo—hizo una mueca.
—Creí que ya estaba lo suficientemente lejos con esa agencia de noticias en Montreal—Silver habló, volteándose e hincándose en el sofá para poder ver a su amigo.
—Ahora será más lejos—abrió sus ojos lo más que pudo.
—¿Qué tan lejos? —Claire rio.
—¿Conocen a Siria?
—Wow...—ambas intercambiaron miradas y después regresaron a él. Silver palideció—: ¿Qué hará allá?
—Park es fotoperiodista, Sil—aclaró—, ¿qué crees que hará?
—Pues si regresa, ojalá sea con un Pulitzer para que arriesgar su vida así valga algo.
—Piensen en lo bueno, la carrera de Park avanza—Claire opinó—, es una oportunidad y él la tomó, sabe a lo que se enfrenta y está bien. ¿Cómo está Sue?
—Obviamente tiene miedo y no le quiere mencionar nada a Eleanor aun... y a nadie más—frunció las cejas—, así que les agradecería que no dijeran que les conté. Vendrá a despedirse de ellas la próxima semana—colgó su abrigo.
—Nadie debería contarte sus secretos—Silver negó con su cabeza.
—Yo sé guardar secretos, éste solo se me escapó porque es algo inquietante—se defendió—. Y Wesley y Camille están subiendo, me los encontré en la entrada. Están molestos porque el hermano de Camille fue arrestado y no ha pasado una semana desde que le dieron libertad condicional.
—¿Por qué fue ahora? —Claire dejó caer sus brazos.
—Algo sobre una protesta sobre las focas, golpeó a un oficial. Y como el padre de Camille ya no quiere salvarle el cuello ahora recurre a ella, porque Wes puede hacerlo—suspiró.
—Eres mejor que cualquier noticiero—chistó Silver.
—Entonces, los viste abajo, charlaste con ellos y decidiste no ayudarlos a subir con los gemelos y sus cosas—afirmó Claire.
Tocaron la puerta, Fred respiró hondo con resignación—: No, lo del hermano de Camille me lo dijo por teléfono—fue hasta la puerta y la abrió; Wesley entró sin preguntar cargando un portabebé con cada mano, dejándolo a ambos con cuidado sobre la mesa.
—Pudiste ayudar—le dijo, algo molesto.
—Te pregunté.
—No—Camille intervino, con una enorme mochila colgada en su hombro donde tenía todo lo que pudiesen necesitar en la noche—, saludaste y corriste.
Fred rio—: Es mi venganza de aquella vez en la que se me atoró el pie en el inodoro y tú solo te reíste y tomaste fotografías—le dijo a Wes.
El castaño cerró sus ojos deseando no haber escuchado eso.
—¿Casi pierdo mis brazos subiendo pisos en un edificio sin ascensor solo por algo que pasó hace casi quince años?
—Si lo dices así, no suena tan bien.
Wesley volteó de nuevo hacia los gemelos, quienes lo observaban con atención—: Lamento tanto que su tío de sangre y su tío por elección sean tan idiotas—dijo casi en susurro—. Los amo—apretó las mejillas de ambos—, pórtense mal con el tío Fred.
—Nigel es azul y Travis es verde—le informó a Fred girándose hacia él. Volteó con Camille quien intentaba explicarle cosas a Silver mientras se las mostraba en la mochila—. Claire—saludó con una gentil sonrisa que ella respondió, y pasó a acomodar las mangas de su camisa yendo hacia su esposa—. ¿Ya? Quiero hacer lo de Ben rápido—dijo en voz baja.
Camille suspiró algo harta, y le entregó la mochila a Silver quien con dificultad la tomó en sus brazos debido a su peso y de inmediato la dejó sobre el sofá.
—Gracias, chicos—dijo ella, como despedida, siguiendo a Wesley quien ya estaba en la puerta revisando la hora—. Volveremos antes de las once—prometió, tomando la perilla.
—Si pasa algo, nos llaman, a cualquiera de los dos—Wes informó antes de salir y Camille fue tras él cerrando la puerta por completo.
—Yo sí puedo diferenciarlos—habló Claire, quien ya estaba frente a los gemelos—. Las cejas de Nigel son un poco más pobladas que las de Travis, además de que siempre las tiene fruncidas—imitó el gesto del bebé como burla y lo tomó en brazos.
—¿No repartimos? —Fred se acercó, cargando a Travis.
—Solo hasta las nueve, Roel vendrá—olfateó el espeso cabello oscuro de la cabeza de Nigel—, amo que huelan así.
—El mío huele a espinacas—el rubio siguió olfateando—, oh, amigo—lo puso en alto para poder mirarle el rostro; el pequeño lo veía atentamente con sus pequeños ojos grises y comenzó a reír como si supiera el disgusto de Fred.
—¿Quieres las toallitas húmedas? —Silver se burló.
—Espera, creo que acaba de comenzar, dejemos que termine.
Fred se fue con él a la cocina en busca de algo de tomar mientras que Claire se dedicó a jugar con Nigel en el sofá, Silver intentó ordenar todos los juguetes que traían para ellos en el tapete de la sala cuidando que no hubiese tanto pelo de gato en él; no consiguiéndolo lo quitó y solo extendió una manta gruesa que trajo de su habitación.
Y cuando lo hacía sintió la vibración de su teléfono en su bolsillo, inmediatamente lo buscó para poder ver la causa de esto y se petrificó al leer el nombre de Oliver en la pantalla. Miró a Claire jugando con un peluche de león frente a Nigel que reía sin parar, miró a Fred quien estaba muy entretenido alimentando a Travis después de haberle cambiado el pañal. El nombre no dejaba de parpadear en su pantalla con urgencia.
Aparecía otra vez, y no estaba segura si era bueno o no; o por qué no lo hizo antes si era tan fácil y dejarse de los recados que solía mandarle por medio de Wesley o Fred. ¿Por qué así? ¿Por qué ahora?
Respiró hondo y canceló la llamada.
Fidelity - Regina Spektor
Hola, hoy es el cumpleaños de Fred.
Había dicho que subiría el fin de semana pasado pero enfermé, mucho, estuve en cama varios días pero estoy mejor, al menos mi cabeza ya dejó de doler y puedo mirar por más tiempo la computadora jeje
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