Capítulo quince | The scientist
—Lamento mucho lo de sus papis—Silver se cruzó de brazos, tras dejar de revisar todas y cada una de las aplicaciones de su teléfono gracias a su aburrimiento. Miró detenidamente al par de bebés que jugaban en la alfombra y a los cuales vigilaba como favor a su amigo; ambos parecían no prestar atención a lo que sucedía a su alrededor y fue por eso que decidió permanecer en la sala.
No eran difíciles de cuidar, intentaban ponerse de pie de vez en cuando y gateaban siguiéndose el uno al otro en busca de juguetes; a Silver le agradaba que fueran sumamente silenciosos, no como Eleanor o lo que recordaba de ella en sus primeros meses. Travis y Nigel eran como un par de muñecos inmutables que solo lloraban por comida, podrían caerse o golpearse y su quejido apenas duraba un par de segundos pero, a cambio, eran dueños de miradas sumamente pesadas y retadoras que heredaron de Camille, y de un mal genio que soltaban como gruñidos cuando no podían lograr algún travieso cometido.
Tal vez recibieron la dureza de ambos padres y eso podría serviles en aquel momento.
Silver estiró su brazo y acarició el cabello de uno de ellos: era corto, crespo y cada vez que ponía más oscuro como el de su madre aunque, según recordaba, había nacido sumamente rubios.
—Podría tener hijos, si tuviera la seguridad de que serían como ustedes—les comentó.
Prestó atención a su alrededor, aleándose de la burbuja en la que parecía haber estado durante largos minutos con el par y trató de comprender hacia donde había ido la discusión ahora.
Wesley estaba de pie, yendo de un lado a otro alrededor del comedor mientras que Camille estaba en una de las sillas más alejada de él con un hombre mayor a su lado, quien solo hacía notas e intervenía cada vez que las voces se alzaban.
—No tenía por qué ser una pelea.
—No estoy peleando.
—Bueno, tu tono de voz no me dice lo mismo, Wesley. —Camille sonaba tranquila a comparación, más de lo que una vez pudo ser.
—Trajiste un abogado—le recordó—, dijimos que no haríamos esto.
—Me siento en desventaja.
—¿En qué? Estamos de acuerdo en todo, no hay cosas compartidas por las cuales pelear. ¿Solo quieres molestarme?
—Solo creo que la decisión sobre Travis y Nigel debería ser algo más formal—aclaró.
—Creí que era obvio que se quedan conmigo, ellos deben permanecer en su hogar, que es aquí—golpeó suavemente la mesa con su dedo índice para hacer énfasis en eso.
—Wes, trabajas poco más de la mitad del día, no creo que puedas manejar algo así.
—Lo hice por diez días, créeme que sé que puedo manejar y qué no.
—Diez días no son dieciocho años.
—Bien, entonces conseguiré otro empleo y por favor no me obligues ir por lo legal que las cosas no van a terminar bien, y lo sabes.
—Wesley, estoy hablando en serio, no te estoy diciendo que me los quiero llevar por completo—ella alzó la voz, harta. —Solo digo que viendo nuestros estilos de vida, es congruente que ellos permanezcan conmigo.
—No, los fines de semana podrán ir contigo.
—No, los fines de semana serán tuyos.
—No, no aceptaré eso.
—Wesley—Silver llamó, interrumpiendo la tensión creciente que los envolvía, de pronto se sintió intimidada por el trío de miradas sobre ella pero se relajó cuando la de Wes se convirtió en algo más gentil—. Mmhh—dudó, ya no se veía bien como en su cabeza—, yo opino, y sé que quizá no les interese, que deberían olvidar sus intereses por un momento y pensar en qué sería lo mejor para el crecimiento de ellos. No todas las separaciones son iguales, y es bonito ver que ambos quieren seguir formando parte de sus vidas pero no creo que puedan ser amigos, no ahora. —su voz se hizo más baja por cada palabra sintiéndose tonta al meterse ahí.
Se quedaron en completo silencio y Silver no podía evitar pensar en desaparecer, porque quizá aquello podría ocasionar una pelear todavía mayor. No sabía mucho sobre cómo se estaba llevando a cabo dicha separación pero si sabía que hasta ese momento, quien se había ido de la vida de los gemelos era Camille y que ellos permanecían junto a su amigo, claro, con ayuda de una niñera de tiempo completo que había sido despedida el día anterior pues la madre de Wesley venía en camino para ayudarlo en lo que él conseguía cambiar de empleo. Y conocía a su madre, lo cual significaba que no quería estar cuando llegara si Camille seguía ahí.
Su teléfono interrumpió el silencio y agradeció al cielo ver el nombre de Fred ahí.
—Wes—se puso de pie, sin responder—, Fred llegó, tengo que irme,
—Ah, si, no te preocupes—comenzó a buscar su billetera—, gracias por la ayuda, mamá no debe tardar en llegar—explicó—. ¿Te dije doscientos?
—Ciento cincuenta—le recordó.
—Debiste decir doscientos—le entregó el dinero sin más.
Sil le dio una mirada de despedida a Camille y a su abogado, tan incómodo como reconfortante pues le regresó el gesto con gentileza; regresó con los gemelos por su mochila que había dejado en el sofá y les dio un beso en la cabeza a cada uno.
Su teléfono comenzó a sonar nuevamente y aun dudaba sobre si alejarse de los bebés o no.
—Yo los vigilo—Camille se puso de pie, yendo hacia ellos.
—¿Qué tanta prisa tiene? —Wes preguntó guiándola hacia la puerta.
—Vamos tarde con Claire—revisó la hora.
—¿Van a almorzar? —abrió.
—No, de hecho buscaremos su vestido—tomó su bufanda del perchero para colocarla alrededor de su cuello.
—Uh—quiso reír—. Suerte con ello.
—¿No dijo cuál era el precio límite? —espetó, harta, justo después de terminar de escribir un mensaje de texto y enviarlo.
—Dijo que su padre ofreció a pagarlo. —respondió Sue, justo al otro lado de ese sofá color gris que parecía sacado de una revista de muebles que costaban más de lo que ella podía ganar en tres meses.
Silver hizo una mueca tras imaginarlo e intentó sentarse de la misma forma que ella, un poco más recta y sin sus piernas abiertas como si no cupiese en su espacio. Observó el candelabro del techo y trató de recordar donde había visto uno parecido.
—Oh, ya—murmuró después quitando sus ojos de ahí tras acordarse de la vez que Oliver la invitó a ver un concierto de música clásica y el teatro tenía un candelabro idéntico, o eso recordaba—. ¿Por qué es necesario que las bodas sean costosas? —preguntó después.
—¿Quién dijo que deben ser costosas?
—A Claire prácticamente la están obligando a que sea costosa—se encogió de hombros—. Papá me contó que mi madre ahorraba para todo, todo el tiempo, desde que supo que nacería comenzó a ahorra para la universidad, siempre quise imitar eso. Cuando tenía trece asistí a la boda de mi tía Quinn y quedé tan enamorada de las bodas que no dejaba de repetirle que yo quería una así, después de eso comenzamos a ahorrar para mi boda—rió—, siempre que tenía un dólar en mi mano lo metía en un frasco viejo de mayonesa que mamá guardaba debajo de su cama... Me pregunto si estará ahí aún o papá ya se gastó ese dinero en camisas feas—cruzó sus brazos.
—Pregunta por él, quizá aún sigue ahí y no creo que te venga mal algo de dinero ahora mismo—le miró—, porque dudo que en verdad quieras usarlo para casarte.
—Oh, no, no lo creo—negó con su cabeza—. Yo solo tengo mente para mi vida profesional.
—Aw—Sue enterneció—, lástima que no te crea.
—¿Qué? ¿Por qué no?
—No lo sé—dudó—, solo no te creo. Creo que te vas a enganchar tanto con Félix que si el hombre no lo arruina en tres meses vas a querer casarte con él —asintió.
—Bien, eso ofende un poco—frunció el ceño pero después se relajó al notar que Sue se reía.
—Debemos aceptar lo que somos, Sil—canturreó—. Tienes potencial pero estás atrapada bajo la maldición del amor y los hombres, lo siento mucho, querida.
—¿Tan mal estoy?
—¿Me lo preguntas a mi o a ti?
—Creo que a ambas.
—No lo tomes a mal—quiso arreglarlo—, solo que, te ha tocado tanto patán que es increíble que aun intentes querer a alguien, es mi opinión también eres muy valiente. ¿No has pensado en ir a terapia en vez de solo cambiar de novio?
—¿Debería?
—Has sido abusada física y psicológicamente, tuviste que poner una orden de restricción contra uno de tus ex's y otro de ellos es Oliver, tu sentido de codependencia está en su más alto rango... No entiendo qué está mal contigo, pareces una persona normal.
Sil frunció el ceño.
—¿Cómo logras ofender sin que se sienta tan mal?
—¿Cómo logras soportar a tantos idiotas sin tocar fondo de una vez por todas?
—Per...
—No, no hablemos de esto, qué horrible que todas las conversaciones giren en torno a ello. —se acomodó mejor en el sofá— ¿Cómo te va en la constructora esa...?—dudó en el nombre—. Con la tal Angela, ¿crees que tenga futuro? ¿Acaba de iniciar no es así?
—Yo solo ayudo con diseños simples, soy practicante, no puedo hacer mucho pero si lo hago bien quizá me contrate. —respondió rápidamente—. Se ve prometedor, tenemos varios proyectos en puerta y ella es muy conocida en ese mundo, además tiene nexos con otras constructoras fuera, incluyendo una muy famosa en Nuevo York que se dedica a grandes obras, dice que podría hablar con un amigo allá para que me acepte pero... —golpeó el sofá ligeramente y jugó con las sombras que hacía tras tocar la tela de éste—. No lo sé, Nueva York sería un sueño para mí pero siento que aún debo abrirme un lugar aquí.
—Oh, no Sil, si tienes oportunidad de irte a lo grande, vete a lo grande, la vida es muy corta como para aplazar las cosas.
—Suenas a que estás a punto de morir.
—Sí, creo que lo haré pronto.
—Ahora—se oyó la voz de Claire, ambas miraron al espejo enorme frente a ellas y vieron como la rubia salía de uno de los lados, seguida de una de las vendedoras quien apoyaba levantando la cola del vestido de novia que estaba probándose—. ¿Qué les parece éste? —con ayuda, se paró sobre la superficie de madera para poder observarse mejor en el enorme espejo, dándole la espalda a ambas y observando cada centímetro de aquel atuendo.
—Me agrada, es hermoso Claire—Silver fue la primera en hablar.
—Te hace una silueta bonita—Sue se puso de pie, rodeándole para ver todos los detalles que tenía.
—¿Verdad que sí? —la rubia puso las manos en su cintura e intentó verse de perfil.
—¿Te sientes cómoda con él? —preguntó Sil.
—Sí, creo que si. —hizo una mueca—¿Tú qué opinas, Fred?
—Siguiente—dijo éste.
Las tres voltearon, buscando al dueño de la voz quien estaba muy entretenido en una silla de la esquina, hojeando una revista de vestidos y con una copa de champán en sus manos. Apenas si miró a Claire.
—¿Podrías decir algo bueno al menos? —la menor le regañó.
—No, ¿por qué? A ella no le gusta el vestido, ¿por qué tenemos que fingir que a nosotros sí? ¿Por qué tenemos que aprobar un vestido que ella ni siquiera quiere?
—Ay, no—Sue dejó caer sus brazos sabiendo lo que vendría y mejor se separó de Claire dispuesta a callar pues Fred se notaba más harto que de costumbre.
—Si a ella le gustara no nos preguntaría, solo se miraría al espejo y diría que ése quiere, qué es el indicado. Además— se puso de pie caminando hasta ellas—. Es un corte sirena—señaló la falda que aparecía en las rodillas—, has odiado los últimos tres vestidos con ese corte y tiene los brazos descubiertos, odias tus brazos descubiertos, no estás cómoda con ello. Así que por qué mejor no traer un vestido con mucho tul pero sin que sea tan amplio, sino más vaporoso, con mangas ligeras y transparencias, algo que la haga lucir como un hada de bosque, ya que su boda será al aire libre. De un color beige o marfil, no blanco—hojeó la revista que tenía en sus manos con cuidado—, algo así como ésto—mostró la página a la vendedora quien parecía hacer una lista mental de lo que él pedía mientras terminaba de beber el champán que le quedaba.
—¿Debo sentirme asombrada o tener miedo? —susurró Sil.
—Miedo, definitivamente miedo—Claire dijo de la misma manera.
—Buscaré algo que se le parezca. —dijo la encargada, con la revista en manos y después hizo un ademán de ayudar a Claire a bajar.
—No se preocupe, quiero quedarme con él puesto un rato más—sonrió complacida y la mujer simplemente asintió, saliendo de la pequeña sala que le designaron a Claire.
—¿Por qué estás tan hiriente? —le regañó una vez que estuvieron solos los cuatro.
—No fui hiriente, ¿acaso ofendí a alguien? —se excusó.
—Yo me sentí ofendida—Silver canturreó.
—No es eso—Claire se cruzó de brazos y tomó una posición en la cual trataba de leer el aura de Fred para deducir su comportamiento, el rubio le miró esperando cualquier cosa para replicar—. Si no querías venir solo lo hubieras dicho.
—¿Te estoy ayudando o no?
—No me refiero a eso, me refiero a tu manera de decir las cosas.
—Hemos estado más de cinco horas recorriendo tiendas, ¿acaso soy el único que siente que no avanzamos? —cuestionó. Miró a Sue quien, con un nefasto suspiro, le dio la razón sentándose nuevamente. Después a Silver quien simplemente hizo una mueca y volteó hacia Claire buscando su reacción.
—No es una decisión fácil—dijo ella.
—Fred, no eres el indicado para echarle en cara a alguien que es una persona indecisa—Sue habló—. No cuando estuviste dos semanas pensando si debías cortarte o no el cabello.
El rubio se quedó en silencio, ignorando por completo la respuesta que tenía y fue donde la copa de champán para servirse un poco más aunque realmente le disgustaba esa bebida.
—Responderé afuera—Sue habló, llamando la atención de todos. Miraba su teléfono que vibraba en su mano y salió de la habitación rápidamente.
—Seguro es Park—Silver colocó sus pies sobre la mesa sin problemas pues Sue era quien le obligaba a bajarlos.
—¿Cuándo regresará? ¿Eh? —preguntó Claire.
—Aún no lo sabe—la menor respondió.
—Claire—Fred llamó—. ¿Estás segura de...? —se acercó de nuevo.
—¿Por qué todos me preguntan eso? La boda es en tres meses, claro que estoy segura.—espetó molesta.
—Hablaba del vestido—frunció el ceño. Intercambió miradas con Silver quien solo intentó no reír por la forma en la que la rubia respondió.
Claire iba a decir otra cosa pero la puerta abrirse le salvó, una de las trabajadoras entraba con un vestido en sus manos y muy sonriente fue hasta Claire.
—Este es uno de los más parecidos que encontré—informó, pero en vez de decírselo a Claire fue a Fred quien miró—: Mi compañera está buscando más similares—vio a la rubia—, ¿le ayudo?
—Claro—aceptó, sintiéndose salvada por la campana y bajando de ahí para ir al vestidor por doceava vez en esa tienda.
—Espero realmente que éste sea el indicado—Silver se talló el rostro, cansada de ver vestidos y suspiró.
—Tú le dijiste a Claire que Wesley y Camille se van a separar, ¿verdad?
—¿Qué?
—¿Lo hiciste o no? —Fred rodeó el sofá y se dejó caer en el lugar donde Sue estaba.
—Mmh, no, no lo sé—intentó recordar—, ¿por qué lo dices? ¿Acaso no es algo que todos sabemos?
—Se supone que solo tú y yo sabíamos.
—¿Y cómo sabes que Claire lo sabe? —enarcó una ceja y de pronto lo recordó—, oh, creo que si se lo dije, se me escapó. Recuerdo estar charlando con ella y ella preguntándomelo directamente—negó con su cabeza y cerró sus ojos con fuerza—, lo siento—le miró—, pero no recuerdo muchas cosas que hice esa noche; desperté en mi cama con mi teléfono en mi oreja solo para qué después Félix me dijera que me quedé dormida a la mitad de la llamada.
—Wesley dice que Claire le llamó para desearle feliz año nuevo—le miró, serio, pero después su mirada se llenó de ironía y una falsa sonrisa que claramente indicaba que aquello no estaba bien.
—¿Eso tiene algo de malo?
—No—se dijo a sí mismo—. Es solo que... Me hace dudar sobre casi todo.
—¿Crees que lo haya llamado por saber que se va a separar?
—Tengo que hablar con Claire sobre éste asunto pero no sé cómo.
—No creo que debas, tal vez solo la confundes más.
—¿Pero no sería correcto que ella ordenara todo antes de dar éste paso? —señaló hacia el vestidor donde la rubia estaba.
—Claire me contó que Wesley la llamó la noche antes de su boda: ¿por qué no detuviste a Wesley?
—¡Porque no lo sabía! Lo supe después y de haberlo sabido a tiempo quizá lo habría hecho entrar en razón—se golpeó la frente. — Odio que sean tan obstinados.
—Quizá exageramos, tal vez solo era un deseo de año nuevo amistoso...
—Silver, Claire no lo quiere aceptar pero sé que esperaba que Wesley regresara y le pidiera volver porque es tan orgullosa que ella no lo haría.
—Pero él se lo pidió muchas veces, y ella lo rechazó.
—Estaba molesta, no era que dejara de quererlo, era rencor; y yo estaba de acuerdo—le miró—, Wesley es mi mejor amigo y decidí no tomar bandos pero le hizo daño, y yo no puedo apoyar eso. Duele soltar pero duela más tratar de sostener algo que te va a agotar: Necesitaban sanar pero creo que no lo hicieron bien.
Silver alejó su atención tras eso, con sus ojos en sus zapatos y como las palabras de Fred hacían eco en ella. Esas palabras y las que usó Sue contra ella, porque codependencia sonaba muy absurdo momentos antes pero ahora tenían sentido. Sí, era cierto y no podía encontrar un momento en el cual aquello comenzó ni por qué le resultaba sumamente difícil apartarse de las cosas que le hacían daño, no entendía por qué sentía más preocupación y lástima por otras personas que por ella misma.
Quizá, ver a su papá llorar por perder a la persona que más amó en su vida le hizo pensar que la única forma de evitar aquello era mantenerse dura como una roca y que los únicos que tienen permitido ser débiles son los demás, ella jamás.
—¿Crees que deberían de estar juntos? —preguntó, en voz baja pero Fred no respondió; quizá no escuchó.
Miró a su amigo de infancia, y éste negaba con su cabeza mientras bebía el alcohol que le daba nauseas pero por ser gratis no lo negaba.
—No, solo creo que deberían de dejarse ir por completo. Deben crecer—concluyó después.
—¡Es éste! —el grito de Claire los espantó, acomodándose en el sofá como si hubieran estado haciendo algo malo pero ella no lo notó.
Claire sonreía de oreja a oreja, emanando la emoción que no se veía en ella con todos los vestidos anteriores; subió de nuevo para que ellos pudiesen admirar el vestido que, según Fred, encajaba por completo con su personalidad. Se giró para verse en el espejo pero no preguntó nada, solo se admiró sintiéndose de una manera inexplicable que, nunca creyó, un vestido podía hacerle sentir.
Se giró de nuevo, sin problemas por lo poco pesado que era y colocó las manos en su cintura como si intentara modelarles.
—Yo creo que es éste—les informó.
Fred sonrió asintiendo, pues sabía que tenía razón mientras que Silver se puso de pie, imitando la emoción de la rubia y observando los detalles.
—¿Estás segura? —se oyó, miraron a la puerta donde Sue estaba, feliz de que Claire no lo dudara.
—Más que segura—aceptó.
The scientist - Coldplay
Acto de presencia del mes. Hoy tuve una entrevista en una empresa de publicidad donde quiero hacer mis prácticas profesionales pero creo que no me fue bien, no sé por qué. En fin he estado molesta con todo y más conmigo porque no puedo sentarme a escribir, peeeero hoy en la mañana leí el primer capítulo de un libro (un libro que hice en 2016 sobre Wesley y sus hijos, ya les he contado sobre él) y me dio ánimos porque siento que es da las cosas más solidas y bien hechas que he escrito, por eso me eché porras a mi misma yay
Los quiere, Jude.
Si hay dudas, anclarlas aquí.
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