Capítulo 7
Capítulo 7
Landon:
—Un momento. ¿Tú eres el nuevo inquilino? —preguntó con la voz ronca.
La miré y deseé no hacerlo. Estaba jodidamente deliciosa. Llevaba una única toalla enrollada. Sus piernas desnudas eran una tentación para mí. Se le notaba el pecho y os juro que casi muero de un síncope. Ella era la imagen de la perfección. Un mechón de pelo negro se le escapaba de la toalla blanca. Sus ojos estaban abiertos de par en par. Me causó gracia; parecía un cervatillo asustado.
Tuve que tragar saliva para poder hablar.
—Sí.
Un momento. ¿Nuevo inquilino? ¿Qué hostias estaba pasando?
—¿Tú y yo... juntos? —Le tembló la voz cuando formuló la pregunta.
Yo no podía dejar de mirarla. Parecía toda una diosa que me invitaba a pecar. Ay, Dios. Debía alejar esos pensamientos de mi mente cuanto antes. Ella era la hermana de mi superior. No podría haber nada entre nosotros.
—Ajá.
¿Por qué coño parecía molesta? ¿Yo le molestaba?
—Qué bien —soltó, aunque noté que no era del todo cierto. Ese entusiasmo era tan falso con el pelo de Ingrid. ¿Por qué parecía que quería salir huyendo? ¿Tan mal le caía? Vaya con la niña rica. En un momento dado, sus ojos se fijaron en algo que había a mis espaldas—. Oh, perdona. Te dejo pasar para que te instales. Esa. —Señaló una puerta al final del pasillo—. Esa es tu habitación. Si necesitas cualquier cosa, estoy en frente.
Y salió huyendo como movida por un rayo.
Alcé una ceja. ¿Qué narices había pasado?
Sacudí la cabeza para alejar aquellos pensamientos. Cogí mi equipaje y lo llevé hacia la puerta que segundos antes había señalado. Cuando la abrí, flipé. Era mucho más espaciosa de lo que parecía en las fotografías. También era muy bonita. Emily tenía muy buen gusto.
La estancia tenía el suelo revestido en madera, aunque había una pequeña alfombra de color azul francio al pie de la cama. La pared era de color gris. En el centro del dormitorio había una cama en la que cabrían fácilmente dos personas. La colcha era del mismo color que la alfombra. Los muebles de madera clara resaltaban.
Me gustaba mi nuevo hogar. Era mucho mejor de lo que había esperado, más amplio. Incluso había un escritorio en el que ya me veía trabajando como un demente. ¿Oís eso? Es el canto de los ángeles. Se acabaron mis tardes de no hacer nada. Ya podría volver a mi rutina de siempre.
Dejé las maletas junto a la cama y empecé a deshacerlas. Saqué la ropa interior, los pantalones, las camisas, etc y guardé todo en los cajones y armarios. Saqué mi portátil y su cargador y los dejé encima del escritorio.
Estaba tan sumido guardando todo que por un momento había olvidado el hecho de que no estaba solo en el apartamento. Un golpe seco en la puerta de enfrente me hizo volver a la realidad. Unos pasos alejándose. Un bufido femenino.
¿Qué cojones le había picado a esa mujer? ¿Qué le había hecho? ¿Por qué no le gustaba que fuera yo su compañero de piso?
Me tumbé en la cama y me tiré del pelo con fuerza, ofuscado. ¿Quién entendía a las mujeres?
Un estruendo junto a una maldición de me llegó desde algún lado de la casa.
Mis tripas empezaron a rugir con fuerza, lo que me recordó que no había cenado nada. Con las prisas de mudarme y con todo el jaleo siguiente había olvidado ese pequeño detalle. Así que, muy a mi pesar, tuve que salir de mi pequeño encierro y afrontar la situación. Debía coger al toro por los cuernos de una vez. Al fin y al cabo, los dos íbamos a vivir bajo el mismo techo. A ver, una parte de mí estaba encantada con lo sucedido. La otra, en cambio, estaba sorprendida y nerviosa. Emily era una mujer muy deseable. No solo era hermosa por fuera, no solo tenía un cuerpo con curvas; su personalidad, lo que sabía de ella, era magnética. Había algo en ella que me atraía y por eso también pensaba que vivir bajo el mismo techo iba a ser una putada y una agonía para mí. ¿Podría aguantar mis ganas de besarla, mis deseos hacia ella?
Puede que aquello fuera una prueba cruel del destino. A lo mejor era una señal para que yo me lanzara a la piscina de una vez. Porque llevaba deseándola desde que la vi por primera vez. Ella no era como las chicas con las que había estado anteriormente. Era diferente, un aire nuevo. Aquella novedad me atraía notoriamente.
Salí a explorar el apartamento en busca de la cocina. Di con el pasillo que me había recibido nada más entrar. El suelo de madera clara crujió un poco bajo mis pies, delatándome. Me fijé que la pared, de un azul cielo, estaba plagada de fotografías. En algunas salía ella tan sonriente como era. En otras aparecía una pareja mayor o su hermano y ella. Una en particular me llamó la atención. Era una vieja foto. Estaba desgastada por el paso de los años. El color sepia era claramente notorio. En ella había una mujer unos años mayor que Emily y muy parecida a ella. Tenía su sonrisa tan dulce y el mismo color de pelo. Mas lo que más me llamó la atención fueron los ojos. Eran iguales a los de Emily. A pesar de que el color no se podía apreciar, estaba claro que aquella mujer también tenía heterocromía.
—Es mi tatarabuela Roxy. —Su voz salida de la nada me hizo dar un bote del susto.
—Joder. Menudo susto me has dado. Eres sigilosa como un ninja.
Me volví y me sorprendió verla tan cerca de mí. Miraba la fotografía con cariño. Una pequeña lágrima descendió por sus mejillas rosadas. Estaba en pijama y se había atado el pelo en dos trenzas.
Una sonrisa vaga se instaló en sus labios al escuchar mi comentario.
—Lo siento —se disculpó poniendo una mirada angelical—. Heredé de ella la heterocromía.
—Te pareces mucho a ella —observé—. Era muy guapa.
Una sonrisa se instaló en sus labios.
—¿Crees que soy guapa?
Ups, había metido la pata. Ella era más que guapa.
—Eh... Yo... Eh.
Ostras, hacía mucho tiempo que no me quedaba sin palabras, balbuceando como un tonto. Hacía mucho que una chica no causaba ese efecto en mí. ¿Qué me estaba pasando? ¿Dónde se había quedado aquel hombre tan seguro de sí mismo?
Una risita se escuchó por todo el pasillo.
—Es broma. —Volvió a quedarse callada mirando la fotografía con aire ausente—. Mamá y ella eran muy unidas. Yo apenas la conocí. Murió cuando yo tenía cinco años. Recuerdo de ella que siempre me decía que no dejara que nadie pasara por encima de mí. La echo de menos.
Sus ojos perdieron todo el brillo y se nublaron. Me pregunté cuál sería la razón de ello.
—¿Sabes? Soy de las personas que creen que los seres queridos nunca nos abandonan. Ellos están en alguna parte, vigilándonos y velando por nosotros.
Su mirada se posó en la mía. Esbozó una pequeña sonrisa de agradecimiento.
—Gracias. —Hizo una pequeña pausa—. Tienes la cena en la nevera. No sabía si ya habías cenado o no, así que te la he hecho por si acaso.
Ahora fui yo el que le dio las gracias. Madre mía, me había tocado la lotería con ella. A ver, yo también sabía cocinar, pero solo lo básico. Papá tampoco era un chef, así que solo nos enseñó lo básico a mis hermanos y a mí.
Cené solo en la cocina. En parte me recordaba a mi antiguo apartamento. La cocina era espaciosa y muy luminosa. Tenía una isla en el centro de granito en la que tomé mi cena, un muslo de pollo con patatas panaderas. Estaba delicioso. Había que admitir que Emily sabía defenderse muy bien con los fogones.
El murmullo amortiguado de la televisión me llegó. Seguramente sería ella que estaría viendo alguna serie. De vez en cuando me llegaba algún bufido de exasperación que me pareció de lo más mono. Toda ella era mona, angelical e inocente. Ay, parecía un alma pura.
Terminé de cenar, enjuagué el plato y lo metí junto con los cubiertos en el lavavajillas.
Decidí ir a la sala para cotillear lo que estaría haciendo mi compañera. Era cotilla por naturaleza. ¿Quién iba a decirme a mí que me encontraría con una grata sorpresa? Porque al entrar, vi que en vez de estar viendo alguna serie o película, la mujer estaba mirando un documental sobre arquería. Arrugué el ceño. Era muy extraño.
—¿Qué haces? —le pregunté nada más entrar. Fue la pregunta más tonta que había salido de mi boca.
Ella se encogió de hombros.
—Nada, solo veía un documental.
—¿Molesto?
Los ojos de ella se posaron en mí. Juré ver una chispa de burla cuando habló.
—¿Tú? Siempre.
Puse los ojos en blanco. Ella ante mi reacción empezó a reírse. Pronto centraba de nuevo toda su atención en la televisión que estaba en el armario empotrado. Pasamos un buen rato en silencio mirando las imágenes. Yo no entendía nada. Me pareció aburrido. Al parecer, hablaban de técnicas de tiro. Miré a Emily con disimulo. Miraba el documental embobada. ¿Por qué estaría tan interesada en eso?
Fue en aquel momento en el que me di cuenta de que no conocía a la verdadera Emily. Facetas como aquella eran algo que no estaba a simple vista. No era como se mostraba en la empresa.
Llegó a tal punto de aburrimiento que sentí la necesidad de encerrarme en mi habitación. Leería un poco.
—¿Ya te vas? —Parecía decepcionada.
—Es un rollo. No sé cómo te puede gustar.
Ella se encogió de hombros.
—El tiro con arco es un deporte muy interesante.
—Aburrido querrás decir. Solo lo practican los frikis.
Ella empezó a ponerse roja.
—Bueno, entonces eso me convierte en una.
La miré sin comprender. ¿Qué narices...?
—No entiendo.
Ella se pasó las manos por las dos trenzas y suspiró.
—A veces pienso que no eres más tonto porque no quieres —me provocó—. Yo practico tiro con arco.
La miré como si de repente se hubiese vuelto azul. Estaba sorprendido. A ver, ella no tenía la pinta de ser una arquera. Era de las típicas mujeres que soñaban con ser princesas, no guerreras. Joder. Aquella mujer sí que era sorprendente.
—No lo sabía. —La miré de arriba a abajo.
Ella hizo un gesto con la mano como queriendo restarle importancia al asunto. Pero yo no podía dejar de pensar en el hecho de que Emily era asombrosa. Me pregunté si bajo ella había varias capas más de sorpresas.
Me fui a mi habitación pensando en que quería descubrir todas y cada una de las facetas de aquella mujer de dulce mirada.
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Nota de autora:
¡Feliz lunes, mis enredados y enredadas!
¿Qué tal el inicio de semana? Espero que os haya ido bien. Os dejo un capítulo para que el inicio sea menos costoso. ¿Qué os ha parecido?
No sé si lo sabéis, pero una de mis novelas, que se titula Polos Opuestos, está a nada de salir en físico. Esta es la portada completa. ¿Qué os parece?
Repasemos:
1. Primeras horas de convivencia.
2. Emily sorprendida.
3. La historia de Emily.
4. Landon conoce un poco más a Emily.
5. Landon está pillado por Emily.
Espero que el capítulo de hoy os haya gustado. Nos vemos el miércoles. Os quiero. Besos.
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