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Capítulo 6

Capítulo 6

Landon:

Aquella noche quedé con las chicas para salir de fiesta a celebrar que ya tenía un lugar en el que vivir. Convencer a Winter, a Genevieve y a Nora fue muy fácil. La complicada fue Elliana. Opuso mucha resistencia. La verdad, no sé cómo la convencimos al final.

Habíamos quedado a eso de las nueve para cenar juntos. Como era algo habitual, fuimos a un restaurante cuya especialidad era el sushi. A todos nos pirraba y, además, era un lugar libre de alergias para Elli.

Como todo un caballero, fui a recogerlas a sus respectivos apartamentos. A la que recogí en primer lugar fue a mi mejor amiga; más que nada porque era la que más lejos vivía.

—Landon, pero qué guapo te has puesto. Es por mí, ¿verdad? —comentó nada más verme. Esbozó esa sonrisa tan genuina que la caracterizaba.

Antes de arrancar, le di un beso en la mejilla y dibujé un corazón con mis dedos.

—Me has pillado. He decidido luchar por ti antes de que cometas la mayor locura de tu vida al casarte con Derek —bromeé.

Ella rió con fuerza. Vi cómo se miraba el anillo que Derek le había regalado con los ojos vidriosos. La conocía tan bien que sabía que todavía no se creía que aquello estuviese pasándole a ella.

—Parece mentira que solo lo conozca de hace unos meses. Siento que lo conozco de toda la vida.

Elliana sonreía como una enamorada. Le brillaban los ojos de la emoción. Volvió a mirar el anillo de oro. Tenía un pequeño diamante incrustado del mismo color de sus ojos. Era tan perfecto y sencillo al mismo tiempo. Era la descripción de mi amiga.

—Estoy tan contento por ti, bichillo. —Aún sentados como estábamos en el coche, le di un pequeño abrazo—. Te lo mereces, te mereces todo esto después de todo lo que ha pasado.

Mis palabras calaron en ella. Tragó saliva con fuerza. Sabía que todo lo que había pasado todavía era difícil de asimilar. Yo me había vuelto loco cuando fue secuestrada. Cada día que pasaba y no se sabía nada de su paradero sentía cómo la desesperación se calaba en mis huesos. Ella era una de las personas más importantes que tenía. Saber que el gilipollas de su ex había cometido la mayor locura de su vida me hizo perder la razón. Incluso fui a verle para sonsacarle información, pero aquel engendro insignificante no movió ni un solo músculo cuando me mintió.

El tacto de sus manos en mi cara me hizo volver a la realidad.

—No pienses en eso, guapo. Ya está, ya ha pasado. Estoy aquí y no tengo la intención de irme.

La miré con admiración. Era tan fuerte. Aunque ella no lo pensara, era una de las mujeres más valientes que conocía. Puede que le hubiese costado salir del capullo y pelear por lo que era suyo, pero una vez había extendido sus alas se había vuelto imparable.

—Estoy tan orgulloso de ti, bichillo. Muchas personas no lo habrían superado tan fácilmente, pero tú lo has hecho.

Elliana soltó una risita nerviosa.

—No voy a negarte que a veces tengo pesadillas, porque las tengo. Y son horribles, Landon. —Sus ojos empezaron a empañarse por las lágrimas acumuladas—. Pero al despertar alterada sé que Derek me arrullará entre sus brazos, que él me protegerá. Sé que a él puedo contarle todas y cada una de mis pesadillas y que borrará el rastro de mis malos sueños. Él es mi hogar y gracias a él lo estoy superando.

Fruncí el ceño. Alargué una mano y le toqué la mejilla con ternura. Ella cerró los ojos y disfrutó de la caricia.

—No tenía ni idea.

—No quería preocuparte. —Una lágrima traicionera descendió por su mejilla y mis dedos borraron todo rastro de ella—. Siento que desde lo que pasó he sufrido un cambio. Estoy contenta de haber logrado meter entre rejas a esos dos, pero en ocasiones pienso en qué pasará cuando estén en libertad. ¿Volverán a buscarme? ¿Buscarán venganza? ¿O me dejarán en paz de una vez por todas?

La miré a los ojos. Tenía un bonito color de iris, unas tonalidades más oscuras que los míos. Eran increíblemente llamativos.

—No pienses en eso, Elli. No volverán. Derek se ocupará de que ellos no te toquen ni una sola hebra de tu pelo. Te quiere demasiado como para verte sufrir.

Ella sonrió como una adolescente.

—Y yo lo quiero a él. Es tan bueno conmigo, Landon. Me mima, me cuida y no para de sorprenderme. A veces creo que todo esto no es más que un sueño del que pronto voy a despertar. Siento que no lo merezco. Es tan atento.

Sonreí al ver cómo le empezaron a brillar los ojos de nuevo. Ya no había más rastro de las lágrimas que hacía un rato parecía querer derramar. Me gustaba verla así de feliz. Derek era un hombre con suerte. Se había ganado el corazón de mi mejor amiga y también mi lealtad. Sabía que con él ella no iba a sufrir.

Le di un beso en la mejilla y, aún sonriendo, arranqué el coche.

. . .

Mi siguiente parada fue el apartamento de Nora. Ella vivía bastante cerca de Winter y Genevieve, así que no tardamos mucho en tenerlas con nosotros.

—Tengo unas ganas de pillarme un pedo de la hostia —fue el primer comentario de Winter. Todos reímos por el desparpajo con que lo dijo—. Va en serio. Necesito olvidar a ese imbécil.

Hice una mueca. Jackson era el ex de Winter. Vaya tío. Cuando fui a verle, salió corriendo por patas porque pensaba que le daría una paliza. Bueno, la intención era esa, para qué voy a mentiros. Nadie se metía con mis chicas. Pobre el que les rompiera el corazón sin escrúpulos. Porque si el capullo de él hubiese roto con ella cara a cara explicándole las razones de ello, no habría pasado nada.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que ya es hora de superarlo? No vas a lograr nada con el alcohol, solo una buena resaca —dijo Elliana desde el asiento del copiloto.

Choqué los cinco con ella.

—Así se habla, bichillo.

Winter bufó desde el asiento de en medio de atrás, pero no dijo nada. Mejor.

Fuimos a cenar y, al acabar, pagué la cuenta a pesar de las quejas de mis amigas. Yo me encogí de hombros y dije:

—Hoy invito yo. Estoy de celebración. ¡Ya tengo un piso!

Todas chillaron de la emoción y brindamos nuestras bebidas. Después de salir, fuimos a un bar a tomar unas copas. Lo bueno de aquel local era que los cócteles que ofrecían también se podían pedir sin alcohol, así Elliana no se sentiría excluida.

Fue una noche mágica. Bailamos, reímos e incluso Winter coqueteó con un chico. Nos lo pasamos bien y disfrutamos como auténticos críos. Bailé con mis amigas bajo la atenta mirada de más de un depredador. Me importó un pimiento lo que pensaran aquellos machos alfa. Ellas eran mis amigas y eso era lo que importaba.

La noche fue especial porque la pasé en compañía de todas las mujeres importantes que tenía en la vida. Sin embargo, muy internamente deseaba que cierta personita estuviera con nosotros.

Emily:

El viernes después del trabajo fui a entrenar. Necesitaba con urgencia sacar todo el estrés de la semana. Porque menuda semana que había tenido. Había trabajado con eficacia, dando el ciento diez por ciento en todo. Por suerte, ya le había enviado a la señora Maslow el informe definitivo, lo que implicaba que tenía el fin de semana libre.

Ahora entendía lo que tantas veces papá había dicho: <<La mejor vida es la del estudiante>>. Tenía razón. No había trabajado tanto ni en la universidad y eso que teníamos trabajos como para parar un tren.

El entrenamiento me ayudó a desconectar y, al final, me quedé mucho más tiempo del que me iba a quedar al principio. Si bien ninguno de mis amigos había venido, el ambiente era muy bueno y relajado. Oliver, un niño de siete años, no paraba de hacernos reír con sus ocurrencias.

Llegué a casa a eso de las diez y media de la noche. Tenía que practicar mucho para las competiciones estatales si quería, a posteriori, competir a nivel nacional. Estaba cansada y, cuando entré por la puerta, no me apetecía hacer nada más que fuera tumbarme. Mas lo primero que hice fue darme una buena ducha caliente que me sentó de maravilla. Ya después, me preparé un poco de ternera en salsa que devoré en la sala mientras veía una película.

El sábado fue más de lo mismo. Me levanté temprano y salí a correr un par de horas. Necesitaba ganar resistencia y correr era un deporte sano. Avancé por Central Park mientras disfrutaba del frío de la mañana. La música retumbaba en mis auriculares.

Llegué a casa sudada y un poco cansada. Devoré una barrita energética y empecé a hacer dos series de treinta flexiones cada una. Había apartado la mesa de cristal y había extendido la esterilla, tal y como siempre hacía. Cuando terminé la última flexión, empecé a hacer ejercicios de elasticidad. De pequeña, mis padres me apuntaron a gimnasia artística, pero lo dejé a los quince años porque no era un deporte que me llenara. Eso sí, cada día hacía algún ejercicio que mantuviera en forma la elasticidad de antaño. Como, por ejemplo, ver la televisión cuando estaba haciendo un split.

Después de comer, limpié un poco la casa. Quién sabe a qué hora vendría el nuevo inquilino y mi compañero de piso. Había puesto algo de música y fui moviéndome por la casa contoneando las caderas y tarareando las canciones.

Ya una vez estuvo todo adecentado, me vestí con unos vaqueros, una camiseta de manga larga y un jersey de color gris. Me puse unos botines planos y mi chaqueta de plumas, y salí a la calle a dar un paseo. No me importaba dar vueltas por la ciudad sin estar acompañada. Aquel sábado no había hecho planes a propósito. Quería estar sola.

Para mí la soledad era una vieja amiga. Cuando era pequeña casi ningún niño quería jugar conmigo debido a la heterocromía. Tenían miedo de mí... de mis ojos. Siendo sincera, era algo que no comprendía. ¿Cómo las personas podían pensar que había algo malo en mí solo por tener una anomalía genética?

A mis padres les costó mucho que yo superara aquella etapa tan mala. Gran parte se la debo a mis amigas. Ellas me hicieron ver que no era un bicho raro, me ayudaron a quererme a mí misma y a no avergonzarme de algo tan especial como lo eran mis ojos.

Ahora lo sabía, pero antes... antes no.

Terminé en la quinta avenida viendo escaparates cuyos productos costaban un riñón y parte del otro. No era una mujer derrochadora y no solía comprar ropa u objetos de marca. No necesitaba nada estrafalario para ser feliz.

Tomé un refresco y un pincho de tortilla en una cafetería antes de volver. Ya el cielo se estaba oscureciendo y empezaba a hacer bastante frío.

Llegué al apartamento, dejé las llaves en el bol de la entrada y escaneé la casa. No había ni rastro de mi compañero. Arrugué el ceño. ¡Qué extraño! Jake me dijo que entraba a vivir hoy. Me encogí de hombros y avancé hasta el final del pasillo para meterme en mi habitación, la que estaba en la parte derecha. Había otro dormitorio enfrente, el que ocuparía mi compañero. Había cambiado las sábanas y limpiado un poco el espacio.

Fui al baño para darme una ducha. En eso estaba, cantando una canción popular, cuando escuché cómo la puerta de la entrada se abría. Por un momento me asusté, hasta que recordé que vendría una persona a vivir conmigo. Suspiré. Solo esperaba que fuera amable.

Salí de la ducha, me enrollé una toalla en el cuerpo y me puse otra en la cabeza. Cuando fui a empezar a ponerme el pijama, me di cuenta de que lo había dejado en mi habitación. <<Genial, Emily>>, me dije a mí misma.

Muy a mi pesar, salí del baño solo en toalla.

Grité, grité del susto al encontrarme a la última persona que esperaba. Unos ojos azules tan bonitos como el mar fue lo primero que vi. Un cabello castaño un poco ondulado. Unos labios en forma de "O". Un cuerpo fuerte.

Landon estaba allí, mirándome con asombro.

—¡Joder! —exclamé. Por instinto, me tapé, aunque la toalla que llevaba dejaba muy poco a la imaginación—. ¿Qué... qué haces aquí?

—¿Qué haces tú aquí?

—Vivo aquí.

Se llevó las manos a la cabeza, gesto que no comprendí.

—No me lo puedo creer.

—Un momento. ¿Tú eres el nuevo inquilino? —pregunté con un hilillo de voz, con miedo a saber su respuesta.

Me miró sin pestañear.

—Sí.

Madre del amor hermoso. ¡No podía creerlo! Landon era mi nuevo compañero de piso.

Estupendo. Estaba jodida.

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Nota de autora:

¡Feliz viernes, amantes de las buenas historias!

Aquí os rgalo un capítulo extra de Dulce Mirada. Madre mía, la de cosas que ha pasado en un solo capítulo, ¿no creéis? Repasemos:

1. Landon de fiesta con sus chicas.

2. La conversación con Elli.

3. Conociendo un poquito más a Emily.

4. El nuevo inquilino.

5. ¡Landon y Emily van a compartir piso! ¿Qué pasará? Acepto teorías.

Espero que este capítulo os haya gustado. ¡Nos vemos el lunes con más y mejor! Besos.

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