Capítulo 5
Capítulo 5
Landon:
El miércoles estaba desesperado por encontrar un piso. No podía seguir viviendo bajo el mismo techo que mi hermano. Me gustaba tener mi intimidad y mi propio lugar de trabajo. El problema de vivir con un niño pequeño era que te dificultaba mucho a la hora de trabajar en casa. A pesar de que Ever intentaba mantener entretenido a Mark, este en muchas ocasiones pedía mi atención. Claro estaba, el trabajo que hacía en casa desde que vivía con Phoenix y su mujer había disminuido notoriamente.
Así que estaba ansiando encontrar un apartamento ya, por pequeño que fuera, en el que pudiera vivir. La mayoría de los que veía en Internet eran de un precio desorbitado y yo no podía permitírmelo siquiera. Estuve días revisando los portales más famosos e incluso yendo a agencias inmobiliarias, pero no daba con el adecuado.
Me estaba frustrando, la leche.
Hacía apenas una hora que había dejado de trabajar, ya que el terremoto de la casa no paraba de reír y gritar por todas partes. Por lo tanto, había seguido con la búsqueda sin éxito. Todas ellas eran tan caras y, al mismo tiempo, tan bonitas. ¿Por qué no vendría de una familia un poco más adinerada?
Desde que mamá nos abandonó para irse con un hombre millonario, papá se había hecho cargo de nosotros tres. Con su sueldo de entrenador de fútbol americano de la categoría juvenil nos había podido dar una buena educación. Incluso había conseguido que todos fuésemos a la universidad gracias a una beca del Estado. Eso sí, habíamos tenido que sacrificar en ocasiones la calefacción en invierno o el aire acondicionado en verano para que los tres tuviésemos la mejor educación.
En ese aspecto, estaba agradecido por todo el esfuerzo que papá había hecho por nosotros. Debió de ser muy duro quedarse a cargo de tres mocosos, más cuando Axel era un bebé llorón. Es por eso que desde que hemos sabido la verdad acerca del paradero de nuestra progenitora, habíamos intentado ayudarle en todo. Recuerdo haber estado trabajando en verano como camarero, e incluso había dado clases particulares en mis años de estudiante universitario para ayudarle con la economía.
Todo lo que tenía se lo debía a él. Estaba muy orgulloso de ser su hijo y ojalá fuera tan buen padre como él. Porque de lo que estaba seguro era de que quería formar una familia junto a aquella mujer que pusiera mi mundo patas arriba. Inconscientemente la imagen de Emily vino a mi mente y por una sola vez fantaseé con la idea de besar esos labios que me atraían tanto.
Cerré los ojos en un acto por frenar mis pensamientos. No debía pensar en ella de aquel modo, joder. Ella no estaba a mi alcance. Venía de una buena familia mientras que la mía estaba rota desde que mamá se largó aquella noche de lluvia.
Respiré profundamente y continué revisando.
. . .
Dos días después, mi desesperación llegaba a extremos. ¿Cómo era posible que en una ciudad tan grande no encontrara un solo apartamento que me pudiera permitir con el buen sueldo que ganaba en FosterWords? No lo entendía.
Estaba a gusto en casa de Phoenix, pero, admitámoslo, no era lo mismo que vivir solo. Necesitaba mi propio espacio ya mismo para poder rendir de la misma forma. Mark consumía casi todo mi tiempo. Era un buen niño, pero era tan revoltoso y movidito. En muchos casos, había tenido que vigilarle. No me fiaba de esa cara de niño bueno. El jueves la había liado parda el listo de él. Sin que yo me enterara, había salido al jardín y había estado jugando con la manguera haciendo barro. No veáis la sorpresa que me llevé cuando me lo encontré cubierto de barro de arriba a abajo. Estuve a punto de estrangularlo.
Por otro lado, sabía que Ever y mi hermano echaban de menos tener la casa para ellos tres. Lo entendía. Que tu hermano menor estuviera en tu casa viviendo no molaba nada.
Por todo eso, yo me estaba esforzando tanto. Era desesperante no encontrar nada.
Sin embargo, aquel viernes sentí que el cielo se abría y los ángeles coreaban un cántico celestial. Mientras caminaba hacia el trabajo, vi un anuncio en una de las fachadas. Era de un piso que, al parecer, estaba en alquiler. Tenía bastantes metros cuadrados y, además, el precio era demasiado bueno para ser cierto. Estaba en Upper East Side, uno de los barrios más caros de la ciudad.
No lo pensé dos veces. Fue tal mi desesperación que arranqué la hoja y la guardé en mi maletín. Llamaría a la hora del almuerzo.
El trabajo fue sobre ruedas. Leí los informes que los jefes de cada sección del área asignada me habían enviado aquella misma mañana y pasé aquellas primeras horas sumido en mi trabajo. Por fortuna, la hora del almuerzo llegó pronto.
Dejé a un lado los informes y saqué del maletín el anuncio. Lo leí de nuevo, sin llegar a creérmelo del todo. ¿Cómo un apartamento que estaba en una de las mejores zonas de la ciudad podía estar a tan buen precio? Debía haber algún fallo o errata en el papel.
Me animé a llamar e informarme. Total, por llamar no perdería nada. Marqué el número con ansiedad. Me temblaban las manos y sentía la garganta seca. Mi corazón latía con fuerza. Necesitaba de verdad aquel apartamento.
—¿Sí? —contestó una voz masculina al otro lado de la línea.
—Hola. Me llamo Landon Brooks y estaba interesado en alquilar su apartamento. Antes de hacerlo, me preguntaba si podría darme más información —hablé con amabilidad. Lo que me costó mantener la compostura. Estaba muy nervioso.
Se hizo una breve pausa y yo recé internamente por que el dichoso apartamento no hubiese sido alquilado ya.
—Claro. ¿Qué le parece si quedamos para vernos cara a cara y le cuento todo lo que desea saber, señor Brooks?
Suspiré con alivio.
—Está bien, señor...
—Andrews. Jake Andrews —se presentó él—. ¿Qué le parece si nos vemos esta tarde sobre las seis en Chocolaterie?
—Perfecto. Nos vemos a esa hora. Que tenga buena tarde.
—Igualmente.
Cuando colgué, estaba tan aliviado, joder. Nadie sabía lo bien que me sentía en aquel momento. Era muy probable que mis problemas de alojamiento se acabaran aquel mismo día. Si todo estaba en orden, podría instalarme al día siguiente, ya que era sábado y yo los sábados no trabajaba.
Perfecto. Estaba listo para conversar con el buen hombre.
. . .
Resultó que la cafetería en la que había quedado con Jake estaba muy cerca de mi trabajo. No tenía ni idea de su existencia y sospechaba que cierta mujer rubia disfrutaría de la carta, compuesta por una gran variedad de chocolates, batidos, helados y dulces. Nunca antes había estado allí, pero en cuanto vi lo pintoresca que era, supe que volvería más a menudo.
Cuando entré, Jake ya me estaba esperando. Lo supe por el jersey. Una hora antes me había llamado para decirme cómo iría vestido, así que en cuanto le vi sentado solo en una mesa junto a una ventana no lo dudé. Me acerqué y me senté en frente.
—Jake Andrews, es un placer conocerle —lo saludé con educación. No era para nada como me lo esperaba. Por su voz grave había pensado que sería un tipo bastante fortachón, pero no. Parecía un osito de peluche. Estaba regordete y lucía muy amable. Su sonrisa le llegaba a los ojos.
—Landon Brooks, encantado. —Extendió una mano que yo mismo estreché con fuerza—. Y, por favor, háblame de tú. Solo te llevo unos años.
Era verdad. No parecía superar los treinta. Tenía el pelo castaño y abundante lleno de rizos. Sus ojos marrones eran enormes y expresivos. En seguida me cayó bien. Parecía un tipo majo.
—Así que estás interesado en alquilar mi apartamento. —No me sorprendió para nada que fuera al grano. Mejor para mí. No me gustaba andar con rodeos.
—Sí. La verdad es que mi edificio se ha quemado por completo y llevo viviendo con mi hermano casi una semana. Estoy bien con él, pero necesito mi propio espacio.
Él se cruzó de brazos. Una camarera vino hacia nosotros y nos tomó nota. Después de pedir, Jake volvió a hablar.
—¿Por qué has elegido mi apartamento?
Vaya, no me esperaba su pregunta. Lo sopesé, aunque la respuesta era sencilla.
—Me gusta. Está en un buen barrio y el precio es asequible. Además, me pilla muy cerca del trabajo.
Fui completamente sincero con él. Así era yo. No me gustaba andar con mentiras. Además, no se me daba bien mentir. Siempre me pillaban cuando lo hacía. Así que, ¿para qué hacerlo cuando al fin y al cabo la verdad siempre saldrá a la luz?
—¿Quieres ver más fotografías?
—Me vendría bien, sí.
Jake sacó su teléfono móvil y fue mostrándome varias imágenes del apartamento. Vaya, era bastante grande. Tenía una sala, una cocina muy bien equipada, un baño grande y dos habitaciones.
—El único inconveniente es que vas a tener que compartirlo. Ya tengo una inquilina viviendo allí desde hace ya unos años.
—Sin problema. Soy muy sociable —bromeé.
—Entonces, ¿sigues interesado?
Esbocé una amplia sonrisa de alegría.
—Estoy muy interesado.
Y cuando la mujer que nos había atendido vino, lo celebramos y brindamos nuestras bebidas.
Emily:
Menudo día de perros hacía, la mar. Llovía a cántaros y, por si fuera poco, hacía un vendaval que fácilmente se llevaría a Hulk por los aires. Tuve que tener mucho cuidado con el paraguas y, debido a ello, llegué calada a la editorial.
—Genial —mascullé por lo bajo.
Miré mis pantalones vaqueros. La pernera chorreaba agua. Fantástico, oye.
—¡Emily! —exclamó Elliana al verme en la entrada. Sus ojos estaban abiertos de par en par cuando vio mis pintas—. ¿Qué te ha pasado?
—Nada, que solo me ha caído el diluvio universal —dije con ironía. No me gustaban los días de lluvia, menos si estos venían acompañados de viento. Era la peor mezcla.
—Ya veo —comentó. Se acercó y me dio un abrazo a pesar de estar chorreando agua—. La próxima vez no dudes en llamarnos. Te pasaremos a buscar sin lugar a dudas.
Arrugué el morro. No me gustaba para nada depender de la gente. Prefería valerme por mí misma. Además, la empresa estaba muy cerquita de mi apartamento.
Le di un abrazo a mi hermano, el que venía detrás de Elli como si fuera su perrito faldero. Me encantaba verle así de feliz. Desde que salió con la zorra de Alison pensé que se había convertido en el cliché del que tanto los libros de Wattpad hablaban: un hombre frío y con miedo a enamorarse. No obstante, me alegraba de verdad ver que me equivocaba. Estaba tan contenta de verle más enamorado que nunca. Elliana le hacía feliz.
A mí también me gustaría encontrar el amor algún día. Buscaba a ese hombre que me quitara el aliento con solo una mirada y que hiciera brincar mi corazón con solo una sonrisa. Quería un hombre que provocara que un ejército de insectos se alzara en mi estómago, con el que pudiera hablar de mis temores y miedos y con el que pudiera ser yo misma sin temor a que me rechazara. Bastante había sufrido ya en el pasado.
Derek le dio un beso en los labios a Elliana y ella sonrió como una boba enamorada. Yo buscaba eso, sonreír como una tonta y sentirme de nuevo aquella adolescente hormonada. Porque el amor nos incita a hacer locuras y a vivir miles de aventuras.
Subí con ellos en el ascensor, aunque me quedé en el piso quinto. Estuve trabajando durante toda la mañana sumida en el informe oficial que estaba redactando en base a lo que había hablado con Robert. Se me pasó el tiempo volando y, pronto, ya me encontraba recogiendo para ir a la cafetería.
Tal y como era habitual, me reuní con Luke, Connor, Anna, Grace y Abigail. Landon aún no había bajado. Me pregunté cuál sería la razón de su retraso. A lo mejor estaba muy ocupado. Quién sabe. Era por todos sabido que él era un hombre trabajador y...
¡Pero que narices hacía pensando en él! Sí, me gustaba. Pero estaba más que claro que era un tonto enamoramiento infantil. Él jamás se fijaría en mí.
Estuve inmersa en una agradable charla en la que comentábamos nuestros planes para el fin de semana. Todos parecían tener ganas de salir y desmelenarse un poco.
—¿Tú no saldrás, Emily? —preguntó Anna. Era una mujer ya entrada en los cuarenta. Era muy amable y en el poco tiempo que la conocía se había ganado mi lealtad.
Hice una mueca.
—No, no soy mucho de ir a fiestas o a discotecas. Además, no tiendo a beber.
Todos me miraron como si me hubiese salido un tercer brazo. Alcé una ceja y esperé su reacción.
—¡Ostras! Eres como Elliana, pero en versión más joven —exclamó Connor con asombro.
—Que sepas que ella tampoco bebe. No le gusta.
Sonreí de lado.
—Yo no he dicho que no me guste beber. Solo he dicho que no acostumbro a hacerlo. Una cerveza nunca viene mal si se ha tenido un día horrible.
Ahora sí que me miraban con extrañeza. No entendía por qué la gente reaccionaba de aquella manera cuando les decía que me gustaba beber.
—No te ofendas, Emily —dijo Luke esbozando una sonrisa maliciosa—, pero no pareces una persona bebedora. Quiero decir, tienes pinta de haber sido una niña buena, de esas que no se meten en problemas.
Terminé de masticar el pollo que había cogido en el bufete y, tras tragar, hablé:
—¿Sabéis? A veces las niñas buenas somos las más pícaras. —Sonreí con coquetería—. Siempre me han catalogado así, como una chica que nunca hace maldades. Sin embargo, no soy un angelito. Todos tenemos un demonio interior, incluso yo.
—No me digas.
Me puse tensa al escuchar su voz, aquella voz tan masculina que hacía vibrar cada poro de mi piel. Abrí los ojos como si me hubiesen pillado con las manos en la masa. Y es que era así cómo me sentía, como si me hubiesen pillado haciendo una travesura.
Me giré para encontrarme con ese océano de mirada. Landon estaba detrás, escondiendo una sonrisita. Me puse roja al instante, me fue imposible evitarlo. Aquel hombre podía con mi sistema.
—Ya quiero conocer al demonio que escondes, Emily. —Me guiñó un ojo con descaro.
¿A qué venía aquel gesto? Mi comentario me sorprendió. Mis labios se movieron y mis palabras salieron de mi boca sin que mi cerebro las procesara.
—Solo si te portas bien podrás conocerlo. Hasta entonces, te aguantas.
Me volví a girar. Todos los de la mesa nos miraban. Yo sentía las mejillas arder.
Ninguno hizo ningún comentario al respecto y todo se volvió un silencio incómodo hasta que Anna lo rompió con uno de sus comentarios y de nuevo el bullicio y las risas inundaron la mesa.
. . .
Aquella misma tarde, al llegar a casa de correr, recibí una llamada inesperada. Al ver el número me sorprendió saber que el propietario del apartamento en el que vivía me estaba llamando.
—Jake, qué sorpresa que me llames —dije nada más coger el teléfono.
—Hola, little Em. —Sonreí al escuchar el mote que me había puesto. Él tenía una hermana mayor que se llamaba como yo. Por eso desde el comienzo me había empezado a llamar así de forma cariñosa.
—¿Cómo estás?
—Mejor que bien. ¿Te pillo en un buen momento?
Fruncí el ceño.
—Claro. Acabo de llegar a casa. —Y como para darle énfasis al asunto, tiré las llaves al cuenco que había al principio del pasillo y entré en la primera puerta a mano derecha, la que daba a la sala. Me dejé caer en el sofá y me puse cómoda—. ¿Pasa algo?
Un pequeño silencio nos inundó. Juraría que había colgado, pero un <<Mira por dónde vas, listo pan>> se escuchó al otro lado de la línea. No pude evitar reírme al imaginármelo. Jake era un hombre que me había salvado el culo cuando se ofreció a alquilarme su piso cuando empecé a estudiar en la universidad. Gracias a ese pequeño detalle pude independizarme y tener mi pequeño espacio de intimidad.
—Nada que se pueda solucionar. Solo venía a avisarte.
Arrugué el entrecejo. ¿Qué demonios estaba pasando? No entendía nada. No sabía por qué me había llamado.
—¿Avisarme? No comprendo.
Una risita se escuchó al otro lado del auricular.
—Qué complicada es tu manera de pensar, mujer. No te estreses, no es nada grave. Solo te quería avisar de que mañana entrará a vivir un nuevo inquilino.
Ah, vale, genial. Cuando alquilé el piso se suponía que solo sería para mí. A ver, me parecía guay la idea de tener un compañero o compañera, pero siempre se me había dado mal relacionarme con las personas.
—Little Em, ¿sigues ahí?
—Eh, sí, sí. Te escucho.
—¿Te molesta que te avise con tan poco tiempo de anticipación?
—¡Qué va! Solo me ha sorprendido.
Escuché cómo suspiraba.
—Es un pequeño favor. El pobre hombre estaba desesperado por encontrar un piso de alquiler digno. Le ha gustado la zona y el precio.
—¿Te has reunido con él? —pregunté.
—Sí. Hace quince minutos que se ha ido. No debes preocuparte, es muy majo... y muy mono. Si no me fueran las mujeres estoy seguro de que intentaría ligármelo. Estoy seguro que te caerá bien.
No sé por qué, pero sentí que algo en mi interior se revolvía. Pero, ¿quién me iba a decir lo que aquella llamada desencadenaría?
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Nota de autora:
¡Feliz viernes a todos! ¿Qué tal os ha ido la semana?
Menudo capítulo. Esto ya se empieza a poner bueno, ¿no creéis? Repasemos:
1. Landon está deseperado por encontrar un apartamento.
2. El pasado de Landon.
3. Por fin encuentra un apartamento asequible.
4. La reunión con Jake.
5. Mini coqueteo.
6. La llamada que recibe Emily.
7. ¡Se viene lo bueno!
Espero que este capítulo os haya gustado. ¡Nos vemos en el próximo! Besos.
Mis redes:
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