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Capítulo 26

Capítulo 26

Landon:

No sabría deciros qué hora era cuando abrí los ojos al día siguiente. Solo sé que sentía otro cuerpo entrelazado con el mío y, cuando enfoqué, no pude evitar sonreír como un bobo al verla a ella, a mi pequeño ángel, completamente dormida entre mis brazos. Su respiración pausada y su cara relajada eran tan agradables de ver. La acomodé mejor sobre mi pecho y empecé a acariciarle ese pelo tan negro que tenía con los dedos, totalmente absorto. Verla así me relajaba y me hacía no pensar en todo lo que había pasado hacía apenas unas horas.

Al de un rato Emily se sacudió un poco entre mis brazos, gesto que me hizo reír. Poco a poco empezó a abrir los ojos y, al verme, me miró con una mirada somnolienta. Estaba tan adorable. Se frotó los ojos con las manos y se llevó una a la boca para tapar un bostezo.

Le di un beso en la frente y la apreté contra mi cuerpo. Sentir el latido de su corazón contra mi pecho era todo un lujazo.

—Buenos días, bella durmiente.

—Buenos días —murmuró ella con la voz ronca. Se apartó de mí y se estiró como un gato, sin ningún pudor. Esa era una de las cosas que más me gustaban de ella, que no se avergonzaba tan fácilmente y que no sentía temor de decir lo que pensaba. Un claro ejemplo fue el de la noche anterior, cuando Lion intentó atacar a Elli.

Elli.

Me di la vuelta y cogí el teléfono que había dejado anoche en la mesita. Eran las dos de la tarde ya. ¡Madre mía!

—¿Qué pasa? —preguntó Emily con una nota de preocupación en la voz. Sus ojos estaban posados en los míos.

—Nada. —Sonreí para demostrarle que no pasaba nada malo—. Son las dos de la tarde, eso es todo. Me ha sorprendido.

Volvió a estirarse.

—¿Ya son las dos?

Asentí con la cabeza.

Si bien podía ser un poco tarde, no quería salir todavía de la cama. Estaba muy a gusto con ella entre mis brazos. Ella parecía a gusto también, puesto que en seguida se volvió a acurrucar contra mi pecho. Tenía el pelo revuelto y la marca de la almohada en la mejilla, y no podía estar más guapa. Me gustaba verla así, al natural, tal cual se mostraba siempre. Sin tapujos y sin trapos que ocultasen imperfecciones.

Estaba tan mona que no pude resistir la tentación de besarla en los labios. Me gustaba cómo reaccionaba a mis caricias, cómo ronroneaba en mi boca. Dios, ese sonidito me ponía mucho, más cuando soltó un jadeo en mi boca al sentir mis manos tocando un trozo de piel expuesta. Tocarla se había vuelto una nueva adicción para mí, toda una droga. Era tan suave y tersa.

Sin embargo, no quise ir a más, no quise presionarla. Lo que menos quería era ir deprisa y corriendo y espantarla. Suficiente me había costado tenerla así, entre mis brazos. Mas cuando intenté separarme, ella no me dejó. Posó una mano en mi entrepierna y os juro que estuve a punto de correrme con solo aquel contacto.

—Emily, para...

Pero ella volvió a besarme con vehemencia. Sus labios se empezaron a mover a un ritmo acelerado y poco a poco se fue inclinando hacia atrás, hasta estar completamente tumbada. Sus manos tiraron de mí e intenté no aplastarla. Hice esfuerzos sobrehumanos por controlarme, más cuando ella empezó a mover la mano que tenía sobre el paquete.

Jadeé.

—Emily —susurré con la voz ronca de lujuria—, no sé si debamos...

—Cállate y bésame.

Volvió a juntar nuestras bocas. La sentía gemir cuando le mordisqueé el labio inferior y entrelacé nuestras lenguas para profundizar el beso. Me sentía en llamas. Si no paraba, era muy probable que no fuera capaz de controlarme. Deseaba a Emily, no sabe nadie cuántas ganas tenía de hacerle el amor, de sentirla al completo. No obstante, era consciente de que quizás ella no estuviese preparada aún y no quería espantarla. Por eso me estaba controlando tanto en ese momento, para que no pensara que solo quería estar con ella por el sexo.

Emily era una mujer increíble. No solo era hermosa; me encantaba su personalidad. Era como una bomba y no sabías cuándo iba a estallarte en la cara. Podía parecer tímida y simpática, y lo era; pero como te metieras con alguien importante para ella, ardería Troya. Era ingeniosa e inteligente. No solo era una cara bonita más. Era todo lo que yo buscaba en una mujer.

A medida que el beso se iba intensificando, sus uñas fueron clavándose en mi piel. Um, no sabe nadie lo cachondo que me estaba poniendo. Mi entrepierna palpitaba con fuerza. Estaba duro como una roca. Sus caricias en mi miembro por encima del pantalón estaban pudiendo con el poco autocontrol que tenía y, pronto, nos separé.

—Eres increíble, Emily, y no veas las ganas que tengo de oír mi nombre salido de tus labios cuando estemos en pleno acto, pero no es el lugar más idóneo —le dije al mismo tiempo que le recorría los labios con el dedo. Estaban hincados e infamados por el beso. Sus mejillas se fueron tiñendo de rojo.

—¿Me deseas?

—¿Te parece a ti que no te desee? —Y para darle más énfasis a mis palabras clavé mi erección contra sus muslos, lo que la hizo ponerse aún más roja que antes—. Eres una chica maravillosa y yo no quiero estropear lo que tenemos por ir demasiado rápido.

Me tumbé a su lado y empecé a acariciarle ese pelo que tanto me gustaba. Estaba despeinada y con cara de recién levantada; mas para mí no podía estar más guapa.

Ella apartó la mirada, avergonzada. Mierda, ¿por qué siempre tenía que meter la pata en todo?

—Eh —la llamé. Posé una mano en su barbilla y la obligué a mirarme de nuevo. Sus ojos estaban cargados de pena—, no debes sentirte cohibida. Entiendo que necesites más tiempo. Yo puedo esperar mientras tanto.

Sus manos acariciaron con ternura mi mejilla y recorrieron mi cara con delicadeza.

—Temo que algún día te canses de esperar. Hay muchas chicas guapas y tú te has fijado en mí. ¿Cómo es eso posible?

Me apoyé sobre un codo y la miré. No sé si iba en serio o no, o si sería una pregunta retórica. Solo sé que lo único que deseaba era hacerle ver lo especial que era. Y eso hice.

—Lo mismo me pregunto yo. ¿Cómo una mujer tan especial como tú se ha fijado en un hombre tan común como yo? Eres preciosa, ingeniosa, divertida y muy inteligente. ¿Por qué estás conmigo?

Nuestras miradas se conectaron por un instante. Se mordió el labio inferior con indecisión. Tiré de él hacia abajo para que dejara de hacerlo. Al paso que va la burra era muy probable que se hiciera alguna herida de tanto hacerlo.

—Soy tan común. —Bufó.

Reí. ¿Iba en serio? Emily Foster podía ser muchas cosas, pero común no era una de ellas.

—No, no lo eres. Además, lo común es aburrido y, créeme, yo no saldría con cualquier chica. —Le guiñé un ojo con coquetería.

Puso los ojos en blanco y me dio un pequeño golpe juguetón en el hombro.

—Sí, sí.

Me incorporé en la cama y la atraje hacia mí hasta sentarla en mi regazo. Recorrí su espalda con mis dedos y no dejé de admirarla en ningún momento. Era tan buena y tan perfecta, joder, y tan pura. Yo era un tío con suerte.

—De entrada, me encantan tus ojos. Me vuelven loco. —Le di un pequeño beso en cada párpado que la hizo soltar una risita—. Tu pelo me tiene hechizado y no puedo dejar de tocártelo. —Enredé mis manos en aquella mata llena de nudos mañaneros—. Estos labios me piden a gritos que los bese todo el tiempo. —Le di un casto beso en los labios—. Y ese lunar que tienes aquí. —Le toqué el lunar que tenía debajo del lóbulo de la oreja. Acerqué mi boca hasta su oreja y susurré—: Ese lunar me pone muchísimo y tengo unas ganas de lamerlo.

Notaba el aire caldeado. No había sido esa mi intención, lo juro. Emily dio un pequeño brinco sentada como estaba entre mis piernas cuando sintió mi erección en su sexo. Gruñí. Tenía muchas ganas de mostrarle cuán importante era ella en mi vida y las ganas que tenía de hacerle una mujer de verdad, de hacerle sentir placer con mis caricias.

<<¡Basta!>>.

Por suerte, mi padre vino al rescate. Unos golpes secos en la puerta nos sobresaltaron a los dos y Emily se levantó de un brinco de la cama, como si esta realmente quemara. Me hizo gracia su reacción, más ver lo ruborizada que estaba. Una parte de mí deseaba arrastrarla de nuevo a la cama y hacerle allí mismo el amor. La otra parte, la más racional, me decía que solo debía esperar.

—¡Venga, chicos! Arriba. Es hora de levantarse —gritó mi padre desde el otro lado de la puerta.

Mi padre siempre fue quisquilloso con la intimidad de sus hijos y siempre que se quedaba alguna chica a dormir intentaba que ella se sintiera lo más a gusto posible. Era un gran hombre y el mejor padre que me podría haber tocado. Estaba muy orgulloso de ser su hijo.

Me deslicé fuera de la cama y abrí las cortinas oscuras, dejando que la poca luz del exterior entrara. Los copos de nieve caían con suavidad sobre el jardín trasero.

—Me encanta la nieve —murmuró Emily colocándose a mi lado. Le rodeé la cintura con los brazos y la atraje a mí. Ninguno de los dos dijo nada. No hacían falta las palabras en aquel momento. Solo con su presencia me bastaba. Permanecimos allí, de pie y en silencio, un rato. Disfruté del calor que emitía su cuerpo. Apoyó la boca en mi hombro y me dejó un sutil beso allí, tan tierno como ella.

—¡Chicos! ¡Venga, arriba!

El aporreo de mi padre en la puerta nos sacó de aquella burbuja de tranquilidad en la que nos habíamos sumido. Por desgracia, era hora de afrontar la realidad y no me gustaba para nada.

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Nota de autora:

¡Feliz lunes, mis enredados y enredadas!

Capítulo intenso. Vaya con Emily. ¿Qué os ha parecido? Repasemos:

1. Despertar juntos.

2. Besos y algo más que besos.

3. Confesiones.

4. Jasper rompiendo el momento.

Espero que el capítulo os haya gustado. ¡Nos vemos en el próximo! Besos.

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