Capítulo 25
Capítulo 25
Emily:
El tiempo parecía haberse detenido en aquella salita de espera. Landon daba vueltas por la estancia, incapaz de mantenerse quieto por los nervios. Mientras tanto, Derek estaba sentado a mi lado, llorando en silencio. Estaba abrazada a él, moviendo los pies de forma nerviosa. ¿Estaría bien ella? ¿Y el bebé?
La cena había sido un desastre. Landon tenía razón con respecto a lo de sus compañeros: eran crueles. Sobre todo ese petardo que había atacado a Elli a la primera de cambio. Retorcí los dedos con frustración. ¿Cómo se le ocurría meterle nueces a una persona que era extremadamente alérgica a ellas? No tenía sentido, joder.
Ver cómo Elli lo pasaba fatal, ver cómo se iba quedando cada vez más sin respiración, pudo conmigo. Estaba preocupadísima por ella. Ojalá todo se quedara en un susto.
Cuando llegamos al hospital y preguntamos por ella, Derek estaba histérico. Lloraba de la misma forma que lo hizo solo cuando desapareció y creyó perderla. Él está tan enamorado de ella que teme perderla para siempre, más ahora que estaba esperando una niña de ambos.
La noche no habría podido salir peor.
Esperamos en un completo silencio varias horas mientras los médicos trabajaban para salvar su vida. Yo no era alérgica a nada, pero tenía una amiga que sí. Ella no podía comer pescado ni tocarlo. De hacerlo, debía ir a urgencias en seguida, como Elli, porque empezaba a hinchársele el cuerpo hasta asfixiarla.
Se me puso la carne de gallina y me sacudí con fuerza para alejar esos pensamientos de mí. <<Ella está bien>>, pensé para mí misma. <<Elli está bien>>, <<está bien>>, <<está bien>>. Lo repetí para mis adentros como si fuese una mantra. Sentía el corazón en la boca de lo preocupada que estaba. <<Por favor, que solo sea un susto. Que no sea nada malo>>. Porque lo que más temía de todo era que hubiésemos llegado tarde.
Landon acabó sentado a mi lado. Recargó la cabeza en mi hombro y le acaricié con ternura. Con el paso del tiempo, mis ojos se fueron tiñendo de lágrimas que fui derramando en silencio. Landon también lloraba en silencio, con los ojos rojos e hincados y las mejillas sonrosadas.
—Estará bien —susurré con la voz rasposa.
Le di un beso a Landon en la frente y, ya sin poder estar más tiempo sentada, me levanté de aquellos asientos de plástico incómodos y fui a por un chocolate caliente a la máquina y a por dos cafés para los dos hombres más importantes que tenía en la vida a parte de papá. Los miré desde mi posición. Se veían derrotados, como si una parte vital de ellos se les hubiese arrancado. Suspiré con cansancio. ¿Qué hora sería ya?
Cogí las bebidas calientes y volví a mi posición haciendo malabares para que el contenido no se derramara. Me dejé caer a su lado de nuevo y les tendí los vasos de plástico humeantes.
—Creo que ahora mismo lo necesitáis.
Los dos me dieron las gracias y se lo llevaron a los labios. Yo sujeté el mío entre las manos en busca de calor. Hacía frío y el vestido apenas me abrigaba. El abrigo me lo había puesto a modo de manta, pero tampoco es que me diera mucho calor, la verdad. Landon, al ver cómo me frotaba los brazos con las manos, me atrajo hacia sí. Me dio un pequeño beso en la mejilla que me reconfortó bastante.
Le di un sorbo a mi chocolate y fruncí los labios al saborearlo. Puaj, estaba asqueroso.
Media hora después, un médico entró en la sala de espera y todos los que estábamos allí nos tensamos. <<Por favor, que esté bien>>, me dije a mí misma cuando el hombre se nos acercó. Éramos los únicos que estábamos allí. Hacía unas horas la sala estaba más llena, pero con el paso de las horas esta se fue vaciando.
Miré la hora en el móvil y me sorprendió ver que ya eran las cinco de la madrugada. Suspiré. El viaje a Phoenix había sido todo un desastre cuando debería haber sido lo contrario. Landon y yo lo habíamos tomado como una escapada de fin de semana. Menudo viaje. Lo peor es que se suponía que debíamos salir para Nueva York por la tarde.
—¿Ustedes son los familiares de Elliana Foster?
Se me hacía raro ver el apellido de mi hermano tras su nombre. Era la primera vez que lo oía.
—Sí —le dijo Derek levantándose como un resorte—. Soy su marido y ellos son mi hermana y su pareja.
—¿Cómo está ella? —preguntó con ansiedad Landon, también poniéndose de pie como si le hubiese mordido una piraña.
—¿Se encuentra bien? —pregunté yo al mismo tiempo. Me mordí el labio inferior temiendo lo peor.
La cara seria del señor se suavizó y, acto seguido, una cálida sonrisa se dibujó en sus rasgos. Al instante, el alivio me embargó y toda la tensión que sentía en el cuerpo me abandonó.
—No deben preocuparse. La paciente ha tenido suerte. Hemos conseguido estabilizarla a tiempo.
Volví a respirar. Ni siquiera había sido consciente de que había estado conteniendo el aliento. Que Elliana estuviese bien era la mejor noticia que podían darnos. Menos mal. De lo contrario, juraba encontrar a esa escoria y le haría comer sus propios huevos con cuchillo y tenedor.
—¿Puedo verla? ¿Cómo está el bebé? —Las palabras de mi hermano salían de manera atropellada. Estaba más que ansioso por entrar y ver que todo había pasado.
—Lo siento, pero no puede hacerlo, señor Foster. Su mujer se encuentra descansando. Respondiendo a su otra pregunta, el bebé está bien. Por fortuna, hemos conseguido estabilizarla a tiempo antes de que la criatura saliera afectada.
Solté todo el aire que estaba manteniendo en mis pulmones otra vez. Era aliviador saber que todo había quedado en un susto.
La mirada del doctor, llena de arrugas y experiencia, se posó en Derek por completo. Había algo más que quería decirle, eso estaba más que claro. Me tensé. Por favor, que fuera una buena noticia. Bastante fiesta habíamos tenido por hoy.
—Señor Foster —habló de nuevo el hombre—, es de vital importancia que su mujer descanse lo que le queda de embarazo. Le recomiendo que, de trabajar, coja ya la baja y se dedique a cuidarse. También le voy a recetar unas vitaminas que quiero que tome.
Derek asintió a todo lo que le decía. El doctor le tendió una hoja de papel y él guardó la receta en uno de sus bolsillos.
—Entendido. Muchas gracias.
Cuando él se marchó, les di a los dos hombres de mi vida un fuerte abrazo. Lágrimas de felicidad rodaban por mis mejillas. Estaba tan contenta de que al final todo hubiese salido bien, de que ella y la bebé estuviesen bien. Nunca antes había estado tan asustada, ni siquiera cuando tuve que presentar un trabajo con el que me jugaba toda la nota en la universidad.
—¡Lo ha logrado! —grité la mar de contenta.
. . .
En vista de que no nos dejarían verla hasta el día siguiente, Derek insistió en que regresáramos a nuestra casa. Como se estaba volviendo todo un pesado con el tema, al final volvimos a casa del padre de Landon sobre las seis de la madruga. El pobre hombre nos esperaba despierto en el salón de su casa, sentado en el sofá y envuelto en una manta gorda. En cuanto nos vio entrar por la puerta, se levantó como un resorte y vino hacia nosotros.
—¿Cómo está? —Landon y yo nos lanzamos miraditas. La verdad es que él estaba ojeroso y despeinado, y yo debía de tener unas pintas de aupa. Al ver que no respondíamos, palideció—. Decidme que está bien, por favor. No quiero pensar lo peor.
Landon fue hacia él y le dio un abrazo. Por cómo se convulsionaba supe que estaba llorando, algo que había hecho desde que a Elli le había dado el ataque de alergia. No me gustaba nada verlo así, tan fuera de sí. Por fuera podría parecer un tío que mantenía el tipo, un tío fuerte; pero la verdad era otra: cosas como aquellas le tocaban su fibra sensible. Le comprendía. Si algo así le hubiese pasado a mi mejor amiga o incluso a mi hermano, habría reaccionado de igual manera, no me cabe la menor duda. Es más doloroso ver cómo tus seres queridos sufren que sufrirlo en tus propias carnes.
—Ya está, Landy, ya pasó.
<<Landy>>. A pesar de la situación, no pude evitar esbozar una sonrisita cuando escuché aquel apodo tan cariñoso y dulce salido de los labios del hombre que le había dado la vida. Era tan tierno. Su padre le pasó las manos por la espalda, arriba y abajo, para tranquilizarlo. Landon estaba fuera de control. Lloraba a moco tendido. Lo ocurrido le había tocado muy profundo.
—Él... ¡Menudo cabrón!... No se lo merece... —balbuceaba él entre los brazos de su padre.
—Venga, Landy. Lo importante es que esté bien. Porque lo está, ¿verdad?
Padre e hijo se separaron por un momento y el mayor miró al pequeño con el ceño fruncido, un gesto que Landon había heredado de él. Mi novio tragó saliva con fuerza y se talló los ojos para limpiarse las lágrimas del rostro. Tenía las mejillas sonrosadas por el llanto y los ojos rojos e hinchados. Me acerqué a él y le abracé por la espalda. Quería trasmitirle que podía contar conmigo para lo que fuera, en las buenas y en las malas.
—Está bien, las dos están bien. Si algo le llegara a pasar, yo...
Le di un pequeño beso en la nuca y le acaricié la espalda con mimo.
—Ya está, ya pasó.
Jasper nos miró a los dos un segundo y, a pesar de la situación vivida, esbozó una suave sonrisa al ver cómo su hijo se apoyaba en mí. Lo ocurrido le había afectado muchísimo.
—Será mejor que os acostéis. Ha sido un día muy largo —nos aconsejó sin borrar la sonrisa de la boca—. Os he preparado la habitación de Landon, aunque entenderé si queréis dormir por separado.
—No, así está bien. —Landon me echó una mirada suplicante—. ¿Te quedas a dormir esta noche conmigo?
Sentí las mejillas arderme. En todo el tiempo que llevábamos saliendo nunca antes habíamos dormido en la misma cama. Cada uno siempre había dormido en la suya. No sé por qué, pero me pareció un gran paso para nuestra relación, un paso que estaba dispuesta a dar. Lo apreté con más fuerza contra mi pecho. En esos momentos Landon me necesitaba más que a nadie.
—Está bien, pero si prometes que solo dormiremos juntos —le susurré al oído para que solo él escuchara mis palabras.
Se volvió entre mis brazos y, por un instante, sonrió con malicia, de esa manera que tanto lo caracterizaba cuando se ponía en modo juguetón.
—No prometo nada —bromeó él—. Más siendo tú tan guapa y sexy.
—¡Landon!
Reí de puro nerviosismo. Estaba segura de que mis mejillas estaban coloradas. Y es que todavía no estaba acostumbrada a ese tipo de comentarios a pesar de que a Landon le encantaba decirme todo tipo de halagos. Era tan afortunada de tenerlo. ¿Quién me diría hacía solo unos meses atrás que saldría con el hombre que me había quitado el aliento desde el primer momento en que lo vi? Seguramente habría pensado que se trataría de una broma cruel.
Jasper nos dio un fuerte abrazo a los dos y nos deseó una buena noche. Era irónico que en apenas una o dos horas fuera a amanecer. Nunca antes había trasnochado tanto. No me gustaba. Era más bien una mujer activa por el día. Por lo general, por la noche estaba mucho más cansada y me entraba el sueño con facilidad. Mas lo vivido me había hecho espabilarme y mantenerme despierta.
Llegamos a la habitación de Landon, aquella que estaba en la segunda planta, y al entrar me fue imposible no soltar una pequeña carcajada. Tenía las paredes revestidas de pósters de cantantes famosos y grupos de música ya pasados de moda. Había una gran librería que recubría una de las paredes llenas de libros que seguramente cotillearía por la mañana. Un escritorio solitario se encontraba frente a la ventana y una cama bastante grande y con una pinta de ser muy cómoda estaba en el centro. Jasper se había encargado de dejar nuestro equipaje al pie de ella. Era muy bonita. Simple, pero con encanto. Me gustaba mucho el color de las paredes, de un gris ceniza. En una de ellas había escrito el rezo <<Carpe Diem>>. Sonreí al imaginarme a un joven Landon viviendo entre sus paredes.
—¿Te gusta?
—Es muy bonita.
—No me puedo creer que esté aquí. La última vez que dormí aquí fue en las navidades del año pasado.
Nos instalamos y mientras Landon se ponía el pijama, yo fui al baño a quitarme todo el maquillaje que llevaba. No era mucho, cierto; no me gustaba maquillarme tanto. También aproveché para hacer mis necesidades básicas y, al salir, Landon entró a todo correr. No pude evitar reírme.
Me puse el pijama y me puse cómoda en la cama. Bostecé. Tras pasar los efectos de adrenalina que había recorrido mi cuerpo por entero al suceder todo y tras destensarme, el cansancio había vuelto y el sueño estaba empezando a hacer mella en mí. Intenté mantener los ojos abiertos, pero mis párpados se fueron cerrando poco a poco y antes de caer rendida fui consciente de cómo el colchón se hundía cuando Landon se recostó a mi lado. Me acercó a él y me quedé profundamente dormida entre sus brazos.
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Nota de autora:
¡Feliz viernes, mis enredados y enredadas!
Qué intenso que está todo tras el ataque de alergia que ha sufrido Elli. ¿Qué os ha parecido el capítulo? Repasemos:
1. Llegada al hospital.
2. Derek está destrozado.
3. Landon está asustado.
4. Momento padre e hijo.
5. Landon y Emily en un mismo dormitorio y en una misma cama. ¿Qué pasará?
Espero que el capítulo de hoy os haya gustado. Nos vemos el lunes. Un besazo enorme. Os quiero.
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