Capítulo 24
Capítulo 24
Landon:
Emily estaba espectacular vestida con aquel vestido que se parecía tanto a aquel que llevaba en mi primer sueño. Estaba adorable y sexy al mismo tiempo. Le marcaba cada una de sus curvas y la falda no era ni muy larga como para ser demasiado formal ni muy corta como para rozar lo vulgar. Le sentaba de miedo. Y esos labios pintados de rojo eran mi perdición, tentadores.
Mientras conducía por las calles de Phoenix, posé mi mano libre en su muslo y empecé a recorrerle la piel con ternura. Ella tenía la vista fija en las calles. Sonreí al ser consciente de que trataba de imaginarme viviendo allí, paseándome con mis amigos. Al pasar cerca de un colegio, lo señalé con el dedo.
—¿Ves ese colegio? Allí estudié. ¿Ves la fuente? Me tuvieron que dar puntos en la ceja cuando un abusón me dio contra ella cuando tenía siete años.
Los ojos de Emily estaban posados en mí, ávidos de información. Mi sonrisa se amplió al ver su curiosidad y sus ganas de saber más cosas.
—¿Ves aquel edificio a lo lejos? —Le señalé con el dedo un gran edificio, cuyo campus era más del cuádruple que el de mi colegio—. Esa es la Universidad Estatal de Arizona. Allí estudié yo y allí conocí a Elli.
Una enorme <<O>> se formó en sus labios.
—Vaya. Es enorme y... ¡qué lejos te pillaba!
No pude evitar soltar una serie de carcajadas. De todas las cosas que podría haberme dicho justo lo que a ella le importaba era lo lejos que pudiera esta de mi casa. En fin, era única. Aproveché que paramos en un semáforo en rojo para darle un beso en los labios.
—No te preocupes por eso, bombón —coqueteé con ella en broma. Le guiñé un ojo con descaro—. El primer año viví en la residencia y a partir del segundo, me pillé un apartamento compartido.
—¡Qué guay! ¿Sabes? Yo nunca he ido a una residencia. Decidí desde el primer momento que quería vivir en un apartamento, así que desde que tuve bien claro lo que quería hacer en el futuro, trabajé los veranos para ir ahorrando dinero.
Ahora fui yo el que la miró como un bobo. Estuve tanto tiempo admirándola que el idiota que iba detrás tocó el puñetero claxon y los dos dimos un bote en el asiento. Maldije por lo bajo y arranqué de nuevo el coche.
—No tenía ni idea de eso. Pensé que a lo mejor tu padre te lo habría pagado porque, ya sabes, se lo puede permitir.
Por un solo momento apartó esos preciosos ojos de mí. Me di varios golpes mentales por mi metedura de pata. Señoras y señores, les presento a Landon Brooks, el hombre que siempre tiene que joder los buenos momentos. Ese era yo.
—Lo siento. No pretendía incomodarte ni nada por el estilo.
Ella se encogió de hombros.
—No debes disculparte. Es normal que pienses eso y, en cierta medida, lo entiendo. Al fin y al cabo, soy hija de un hombre rico. Lo obvio es que pienses que utilice su dinero, aunque, a decir verdad, desde hace un tiempo que llevo viviendo con mi propio sueldo.
Sus palabras me dejaron asombrado.
—¿Puedo saber en qué trabajabas antes de entrar a FosterWords?
Ella me regaló esa bonita sonrisa que tenía, más ahora que tenía los labios tintados de un color rojo apetecible. Cómo me gustaría borrar el pintalabios con mis besos.
—Si te soy sincera, he trabajo desde que he podido en una librería. No era muy conocida, pero sí que tenía mucha clientela. Cliff, mi jefe, fue muy majo conmigo desde el primer momento. Cuando supo que estaba ahorrando para poder ir a la universidad, el buen hombre me subió el sueldo. Era un trozo de pan.
Tras tomar una curva, le acaricié un mechón de ese pelo azabache tan brillante que tenía.
—A mí me habría gustado trabajar en un lugar así. Habría sido feliz de estar rodeado de tantos libros.
—Me gustaba mucho mi trabajo, pero a veces era agotador. Recuerdo que en varias ocasiones habían venido mujeres pidiendo recomendaciones de libros sobre temáticas que yo no controlaba y, entonces, hacía todo lo que estaba en mi mano para buscarles alguno que se ajustara a aquello que buscaban. También recuerdo la de veces que he tenido que organizar algún que otro encuentro literario. Fue una experiencia muy bonita. Trabajando allí me di cuenta que me gustaría trabajar para el mundillo editorial, por eso estudié la carrera. Y no me he equivocado. Cada día que pasa siento que he tomado la decisión acertada, si bien a veces siento la presión de tener que dar mucho más que el resto para ser tomada en cuenta —confesó.
Aparqué el coche en el primer lugar vacío que encontré y Emily miró la calle flipando.
—¿Ya hemos llegado? —preguntó a su vez.
Pero yo no podía quitarme sus palabras de la cabeza. No tenía ni idea de que se sentía así con respecto a su trabajo. ¿Qué clase de novio era si no había sentido la confianza suficiente como para contármelo?
No apagué el motor, no todavía. Habíamos llegado con tiempo suficiente para terminar aquella conversación. Además, afuera hacía un frío que pela y todavía no había llegado nadie, por suerte. Giré mi cuerpo y la encaré. Fruncí el ceño.
—No sabía que te sintieras así.
Ella se encogió de hombros.
—No tiene importancia.
Y una mierda. Para mí sí que era importante saber cómo se sentía ella.
—Para mí la tiene. —Tomé sus manos entre las mías y les di un ligero apretón. Su mirada estaba muy atenta a mis movimientos—. Emily, eres la mujer que me vuelve loco. ¿Cómo no iban a importarme tus sentimientos?
Ver cómo sus ojos se cristalizaban me puso alerta. Al instante, soltó una de mis manos dijo:
—Son de felicidad. No te preocupes.
—Me preocupa verte llorar. Es algo que no puedo evitar. —Le enjugué las lágrimas que amenazaban con salírsele de los ojos. Lo último que quería era que ella arruinara todo el trabajo que había hecho con el maquillaje por eso.
Ver cómo me miraba, como si me adorase con locura, me enternecía. Emily era tan mona y yo era tan afortunado de tenerla a mi lado. La acerqué a mí y le di un pequeño beso en los labios, cumpliendo ese pequeño deseo que tenía de borrarle la pintura de los labios.
Afuera nevaba con suavidad. Habíamos tenido suerte de no haber sufrido la tormenta que había caído hacía unos días. Según papá, había sido tremenda y habían tenido que cortar carreteras y cerrar colegios incluso.
Vi cómo Emily desviaba la mirada hacia la calle. Allí ya empezaban a arremolinarse viejos compañeros de la universidad. En un acto reflejo, vi a Elli y a Derek llegar cogidos de la mano. Nora se acercó a ellos en cuanto los vio y empezaron a hablar con ganas. La de vueltas que daba la vida. Nora estudió con nosotros, si bien a finales de carrera se dio cuenta que lo que de verdad la llenaba era la moda. Por eso, un par de años después abrió la pequeña boutique de moda, aquella que con el tiempo se iba haciendo cada vez más conocida.
Apagué el motor y tomé una profunda respiración. No me gustaba para nada la idea de reunirme con aquella gente. Lo único bueno de la universidad había sido la formación que me habían dado y la amistad que había sacado de ellas dos. Tomé la mano de mi acompañante y, antes de salir, le di un beso en el dorso.
Afuera hacía mucho frío y temía que Emily se helara pese al abrigo rojo que llevaba. Ese vestidito no tenía pinta de abrigar mucho. Estaba muy mona y todo lo que quisieras, pero no era muy práctico.
Nos reunimos con Derek, Elli, Nora y su pareja y empezamos a hablar mientras esperábamos que el resto de nuestros compañeros llegaban. Todavía faltaba el grupito de Lion y el de las Divinas, otro que tampoco me caía muy bien. Emily pareció notar mi incomodidad, puesto que en medio de la conversación entrelazó nuestras manos y me besó el dorso de una de ellas.
Pronto las lunas de una despampanante y exageradamente lujosa limusina nos cegaron y de ella bajaron aquellos dos grupos que faltaban. Puse los ojos en blanco. ¡Cómo no! Siempre tenían que dar la nota y hacerse los guays. Por esa misma razón no quería ir, porque sabía que todos alardearían de sus trabajos y de sus pedazos de sueldos. Lo siento, pero ese rollo no iba conmigo. Además, ¿a quién le importaba lo que uno ganaba? ¿No era más importante cómo fuera la persona?
Cuando Lion bajó, me quedé flipando por el cambio radical que había sufrido. Aquel gnomo desgarbado que había conocido había crecido unos centímetros; aquella persona delgaducha había sido sustituida por aquel hombre vestido de marca hasta los dientes. Me puse tenso al instante, en cuanto encontró a mi mejor amiga con la mirada. Su sonrisa malévola me puso alerta, más cuando lo vi acercarse a nosotros.
—¡Landon, cuánto tiempo! —exclamó con falsedad—. Hacía mucho que no te veía por aquí.
Me dio un apretón y, mientras tanto, no fui capaz de relajar toda la tensión que estaba sintiendo en aquel momento. Lo siento, me fue imposible. En cuanto los ojos marrones de ese hombre asqueroso se encontraron con los de Elli, dio un paso hacia adelante y le dio un abrazo un tanto forzoso. Ella, al igual que yo, estaba tensa y, cuando logró despegarse de él, se aferró con fuerza a los brazos de su marido.
—Estás muy guapa. —Le guiñó un ojo. Lo siguiente que soltó me dio ganas de soltarle una bofetada—. Tú sí que has sabido zorrear de lo lindo. ¿Quién diría que la tímida de Elliana Jones no solo está saliendo con un hombre millonario, sino que también espera un bebé suyo? No sabía yo que te gustara ser toda una perra.
Estuve a punto de darle una patada en los huevos, pero la expresión pétrea de Elli me detuvo a tiempo. Dio un paso hacia delante y le planto cara como la leona que era.
—Mira, Lion, no sé qué cojones te pasa conmigo, pero por tu bien te aconsejo que no te metas conmigo. He venido hasta aquí para divertirme y pasarlo bien, no para pelear. Si piensas que soy la misma persona que conociste en la universidad, lo llevas claro. He cambiado y he aprendido a pelear por lo que es mío. Tengamos la fiesta en paz.
Choqué los cinco con ella y le di un beso cariñoso en la frente. Esa era mi amiga. Estaba tan orgulloso.
No obstante, a Lion parecía que sus palabras no le habían gustado para nada, puesto que dio un paso hacia adelante, como Elli lo había hecho momentos antes, y la miró desafiante.
—Vaya, vaya, vaya. Así que Elli ha pasado de sumisa a luchadora. ¿Sabes una cosa? No me das miedo. ¿Qué podría hacerme alguien como tú? No eres más que una buscona. Seguro que solo estás con él por su dinero.
Mi mejor amiga se llevó una mano al puente de la nariz e inhaló varias veces en busca de calma. Yo, por mi parte, estaba furioso. ¿Cómo se atrevía a hablarle así? Qué gilipollas. Veo que no ha cambiado para nada; seguía teniendo la personalidad podrida.
—Piensa lo que quieras, Lion. Ahora, si no te importa, mi marido, mis amigos y yo vamos a pasarlo bien.
Una de las cualidades que más admiraba de Elli era su manera de hacer callar a la gente. Cuando de verdad se le tocaba mucho las narices y se le encontraban las cosquillas, ella sacaba ese carácter que tenía y con solo un par de palabras y una mirada fulminante te hacía cagarte de miedo. Era algo que siempre había hecho y de lo que creo que no era del todo consciente.
—Mira...
—¡Por Dios, ¿quieres callarte de una vez?! ¿O no ves que estás quedando como un niñato inmaduro? Yo soy más joven pero te supero en madurez —bramó Emily con furia. Todos nos quedamos mirándola con asombro, sobre todo yo. Todavía seguían flipándome sus salidas.
Los ojos de aquel energúmeno chispearon con rabia. Miró a mi novia como un león hambriento a punto de abalanzarse sobre su nueva víctima. No me gustó para nada cómo la escaneó y analizó con la mirada, mucho menos ver cómo se relamía.
—¿Tú eres...?
—Emily, su pareja—. Me señaló con el dedo y, para demostrárselo, entrelazó nuestros dedos.
—Ya veo. —Sonrió con toda su malicia cuando me prestó toda su atención—. ¡Qué calladito lo tenías eh, Landon! No pensaba yo que te fueran los errores de laboratorio. Yo te veía con otra clase de mujeres, mucho más guapas y sumisas.
Lion fue a hacer daño. Le clavó las uñas en donde más le dolía a Emily. Sin embargo, y para mi sorpresa, hizo caso omiso.
—¡Eres un completo capullo, gnomo de jardín! —espetó ella echando fuego con la mirada—. Capullo, gilipollas...
La acallé con mi mano. No merecía la pena seguir gastando saliva con esa clase de gente. Lo peor de todo era que el grupito que había venido con él se estaba riendo de nosotros. Bufé. Aquella era una de las razones por las que no quería venir, joder. Se lo estaban pasando pipa a nuestra costa, se estaban creyendo superiores. ¡Qué gilipollas!
—No merece la pena, preciosa —le susurré y, cuando estuve seguro de que no haría ningún comentario brusco, la solté—. Espero que tengáis una buena noche.
Tiré de ella y el resto de nuestro grupo nos siguió en silencio. Me acerqué a uno de los grupos con los que nos llevábamos más o menos bien durante la carrera. Estuvimos hablando animadamente hasta que estuvimos todos. Después, nos metimos en el restaurante en el que habíamos reservado.
La velada no fue tan incómoda como esperaba. La comida era buena y, por fortuna, el grupo de Lion no hizo ningún comentario fuera de lugar. Estábamos disfrutando de los postres cuando todo ocurrió. La respiración de Elli se iba haciendo más notoria y alarmante hasta que dijo con el tono más elevado de lo que seguramente quería:
—No... No pue... —jadeó—... No puedo respirar...
En seguida Derek y yo nos pusimos en marcha. Revisé su postre y maldije por lo bajo cuando vi que tenía nueces cuando les habíamos dejado claro a los camareros que ella era extremadamente alérgica a ellas.
—Derek, llévala a urgencias —le ordené. Él parecía asustado, sin saber lo que tenía o debía hacer. Maldije por lo bajo. Mientras tanto, Elliana boqueaba en busca de aire—. ¡Que la lleves!
Me estaba poniendo histérico. Derek no se lo pensó dos veces: la cogió en brazos y la sacó de allí con prisa. Cuando se fueron, vi cómo Lion intentaba ocultar una sonrisita y lo comprendí todo. Ahora entendía por qué había estado tan callado en la cena y por qué no había vuelto a atacarla. ¡El muy cabrón sabía lo de su alergia y era el culpable de todo!
Me levanté furioso. Emily me miró con temor. Me acerqué a su grupito y le di un buen manotazo en la cara.
—¡Eres el ser más grotesco que conozco! ¿Cómo se te ocurre envenenarla? —bramé fuera de mí. Si algo odiaba era que se metieran con mis seres queridos y él lo había hecho.
—No sé a qué te refieres.
Le di un puñetazo con todas mis fuerzas y, al instante, todo el mundo se quedó callado, a la espera de lo que pasaría. Me daba igual, me daba igual perder los papeles delante de esa gentuza. Total, no los volvería a ver en mi vida.
—¡Eres lo peor!
Volví a propinarle otro puñetazo que, estoy seguro, le rompió la nariz. La sangre empezó a brotarle con fuerza. Estuve a punto de asestarle otro, pero una mano me detuvo.
—Por favor, Landon, para. No merece la pena.
Cuando me volví y vi a Emily con lágrimas en los ojos, paré. No podía verla así. Estaba asustada, como yo.
Bufé. Me llevé una mano al pelo y tiré de él con frustración. Ella tenía razón: no merecía la pena. Me aferré a ella y nos arrastré fuera. Ahora lo único que importaba era que Elli estuviese bien, porque como le hubiese pasado algo malo a ella o al bebé ese capullo se las vería conmigo. Nadie se metía con mis seres queridos.
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Nota de autora:
¡Feliz miércoles , mis enredadas y enredados!
Menudo capítulo más intenso y qué final, ¿no creéis? Repasemos:
1. Emily conoce un poco más a Landon.
2. Emily se pone triste y Landon la consuela.
3. La reunión.
4. Lion y Las Divinas.
5. Insultos y pullas.
6. La cena.
7. El ataque de alergia que sufre Elli.
8. ¡Dios mío! ¿Qué pasará? Aquí empieza el drama.
Espero que el capítulo os haya gustado. Nos vemos con más y mejor. Un besazo.
Mis redes:
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