Capítulo 14
Capítulo 14
Emily:
Nunca pensé que encontraría a Landon en el despacho de mi hermano hablando como si fueran amigos. Que yo supiera, no lo eran. Por eso me sorprendió tanto el hecho de encontrarlos reunidos.
Suspiré.
Quería hablar con Derek sobre el flechazo tonto que sentía. Desde el comienzo habíamos tenido aquella confianza que nos había llevado a contarnos todo, incluso los enamoramientos del otro. Con Trevor pasó igual. Le conté todo y él me dio su apoyo si bien al pobre desgraciado le hizo un interrogatorio de tercer grado cuando lo conoció.
Así que allí estaba yo ahora, viendo la puerta por donde había desaparecido Landon como alma que lleva el diablo. Se portaba de aquella manera tan extraña conmigo y no comprendía a qué venía aquel alejamiento de nuevo. Porque hacerle, lo que se dice hacerle, no había hecho nada malo. Me he comportado como siempre.
—Te preocupa algo, ¿verdad? —dijo Derek. Lo miré y sonreí con tristeza.
—¡Qué no me pasa a mí!
Él rió, contagiándome con su risa.
—Eres tan exagerada, enana. Pero, dime. ¿Qué es eso que no te deja dormir?
Negué con la cabeza.
—Aquí no. Mejor vamos a tomar algo dulce, porque lo necesito después de una larga jornada. Margaret es un encanto de mujer, pero madre mía lo exigente que es. Aunque, si lo pienso, lo prefiero así. Me gusta dar lo mejor de mí misma, ya lo sabes.
Mi hermano me escuchaba con una gran sonrisa instalada en los labios. Sus ojos brillaban de felicidad. Hacía bastante que no teníamos una charla de hermanos.
Esperé a que Derek recogiera y, una vez listo, salimos de allí. A medio camino se fue colocando el abrigo negro. Los días ya empezaban a ser fríos. En una semana entraríamos en diciembre y, pronto, sería Navidad, una de las mejores épocas del años, una de mis favoritas.
Salimos de FosterWords y fuimos andando hasta una cafetería que había a unas calles de allí. Yo la conocía porque había ido más de una vez con mis amigas. Según ellas, tenían un café delicioso. Y no hablemos de los dulces. Eran exquisitos. La decoración era muy mona. A mí me encantaban las tonalidades pastel de las paredes. Tenía unos grandes ventanales por donde se filtraba mucha luz. Era un gran local, con sillas, sofás, pufs y mesas, y casi siempre el ambiente era muy bueno y alegre.
Pedimos y nos sentamos en una mesa a esperar a que trajeran nuestros pedidos. Mientras, Derek paseaba la vista por el local.
—Nunca antes había venido. Creo que a Elli le gustará.
—Eso no lo dudes. Tiene dulces, batidos y chocolates de todas las clases. Le dará un orgasmo visual cuando la traigas.
Él puso los ojos en blanco, pero no respondió a mi comentario burlesco.
—Por cierto, hablando de Elli, ¿la has notado rara esta semana? —preguntó, en cambio.
Lo pensé. La verdad es que sí que la había notado un poquitín diferente, pero no había querido decir nada por si solo eran cosas mías. Algo que tenéis que saber de mí es que era la clase de mujer que se hacía paranoias mentales continuamente. Así que al ver cómo Elliana cambiaba de humor tan de seguido y al ver que nadie comentaba nada al respecto no quise meterme en camisa de once varas. Al parecer, no había sido solo cosa mía.
—Está un poco alterada, creo yo. No sé si es porque habéis discutido o simplemente se le ha cruzado la vena. —Lo miré interrogante.
Él alzó las manos a modo de rendición.
—A mí no me mires. No hemos discutido ni nada. No entiendo a qué viene ese comportamiento.
Me llevé una mano al mentón sin apartar la mirada de él.
—Lo investigaré. Esto no se puede quedar así —sentencié.
En aquel instante, un hombre de mediana edad nos sirvió lo pedido. Para Derek trajo un gran batido de chocolate con nata y para mí, un batido de oreo con nata montada también. Tenían una pinta estupenda.
Tomé una cucharada grande de nata y me la llevé a la boca.
—¿Qué era eso tan importante que tenías que decirme?
Casi me atraganto con la nata. Le di un sorbo a la bebida y, cuando hube tragado todo, me preparé para soltarle a mi hermano la gran bomba. Sabía que para él era muy importante que su hermana pequeña confiara en él aquel tipo de cosas.
—Pues, la verdad... —Empecé a darle vueltas al batido con la cuchara con nerviosismo. Sí, teníamos esa confianza, pero nunca me había sido fácil confesar que alguien me gustaba, más cuando era una persona que él conocía—...Me gusta alguien.
Silencio. Por un momento mi hermano se quedó callado. Cuando lo miré con miedo, vi que sus ojos estaban posados en mí. Sonreía y ese simple gesto me hizo suspirar de alivio. Si Derek sonreía significaba que no debía preocuparme. Si, en cambio, se mostraba serio o fruncía el ceño, sí debería alarmarme.
—¡Eso es fantástico, Emily! —casi gritó. Juro que estuve a punto de morirme de la vergüenza. Todos en el local empezaron a mirarnos por la repentina subida de tono de Derek. Yo me puse rojísima. No me gustaba ser el centro de atención—. ¿Puedo saber quién es el afortunado?
Asentí. Tomé una gran bocana de aire para infundirme el valor que en aquel momento necesitaba. ¿Por qué era tan difícil decir una cosa tan tonta como aquella?
—Me gusta un hombre que he conocido hace algunos meses, aunque no me da ni la hora. Siento que cuando estamos juntos, me ignora por completo.
Él alargó las manos por la mesa y me cogió las mías. Me dio un apretón para transmitirme la seguridad que necesitaba.
—¿Quién es?
Tragué saliva y lo solté.
—Landon.
Otro silencio. Que Derek no borrara la sonrisa fue un alivio. Pensaba que le sentaría mal que me sintiera atraída por uno de sus empleados. Pero es que me había sido inevitable sentir cosas por él. Menudo hombre que era. ¿Cómo no sentir deseo por él?
—¿Hablas en serio?
No pestañeé.
—Nunca antes había hablado tan en serio.
—¡Eso es fantástico! ¿Sabes? Llevaba esperando bastante que me confesaras que te gustaba. Elliana no paraba de decirme que sospechaba que vosotros dos acabaríais juntos. Su sexto sentido ha vuelto a funcionar.
Lo miré de hito en hito. ¿Qué cojones estaba diciendo? Por favor, tierra, trágame ya de una vez.
—¿Lo sospechabas? ¿Por qué no me hiciste confesártelo antes?
La sonrisa de mi hermano se ensanchó. Me dio repelús.
—Quería que fueras tú la que me lo contara y veo que lo has hecho. —Apretó nuestras manos con fuerza—. Muchas gracias con confiar en mí.
—De nada.
Ahora su cara hizo una mueca ladina que me puso en estado de alerta.
—Así que te gusta Landon, ¿eh? ¿Él ya lo sabe?
Me puse roja.
—¡Derek! Qué va a saberlo. Además, ahora que vivimos juntos...
Mi hermano se puso en pie de repente, como movido por un rayo. Me miró con sorpresa.
—¡Que vivís juntos! ¿Desde cuándo?
Fue en aquel instante en el que me di cuenta que no le había contado nada al respecto. Ups. Anda que enterarse así debía de ser la hostia.
Sonreí como una niña buena y puse voz de no haber roto nunca un plato.
—Desde hace más de una semana.
Abrió mucho los ojos, tanto que parecían que iban a salírsele de las cuentas. Estaba flipando el pobre.
—¡¿Por qué siempre soy el último en enterarme de estas cosas?!
Derek estaba en estado de shock. Le pedí con un gesto que, por favor, se sentara e intentara calmarse. Estaba llamando la atención.
—Cálmate, hermanito. No es para tanto.
Me miró como si fuese idiota.
—¿Que no es para tanto? ¿Tú me ves cara de gilipollas o qué? Estás viviendo bajo el mismo techo de un hombre que, encima, te gusta. No voy a tranquilizarme hasta que sepa que está limpio.
No pude evitar reírme. Mi hermano era tan exagero a veces.
—Vamos, no es como si fuera un asesino en serie.
Me miró sin pestañear.
—Podría serlo.
Puse los ojos en blanco.
—Claro. Lleva una doble vida. Por el día es el mejor amigo de Elli y por la noche, un asesino en serie, el más buscado del FBI, encima —solté con sarcasmo. A veces mi hermano se pasaba de sobreprotector.
—Solo quiero que no vuelvan a hacerte daño, tal y como pasó con Trevor. No quiero que vuelvan a romperte el corazón.
Le tomé las manos e hice que me mirara.
—Ey, no va a volver a pasar. Tengo el corazón bien guardado en mi coraza. No se lo daría a nadie que no mereciera la pena. Ya caí en ese error una vez. No volverá a pasar, lo prometo.
Derek aún mantenía la máscara de seriedad. Su ceño estaba fruncido al igual que la nariz y los labios. Estaba un poco tenso aún, así que añadí:
—Confía en mí.
Suspiró y con aquel suspiro me dio la sensación de que se deshinchaba. Sus músculos se relajaron y la máscara fue sustituida por una sonrisa radiante.
—Está bien. Te haré caso. Solo espero que uséis protección, eh. No quiero sobrinos todavía.
—¡Derek! —Estaba segura que me había puesto roja como un tomate.
Continuamos tomando nuestros batidos envueltos en una agradable charla fraternal. Sentía que me había quitado un peso de encima al confesarle a mi hermano que estaba colada hasta los huesos por Landon.
Desde que rompí con el gilipollas de mi ex no había vuelto a mantener una relación estable. Él fue la primera y no acabó muy bien, la verdad. En cuanto supe que me utilizaba, que solo quería echar un polvo pasajero, lo dejé con él. Sufrí mucho y me prometí que me mantendría alejada de los hombres por un tiempo. Mas con Landon sentía que no podía frenar el huracán de sentimientos que empezaba a sentir por él y, muy en el fondo, aún seguía temiendo que mi corazón se partiera en mis pedazos. Por eso temía decirle lo que sentía. No estaba segura de poder soportar un rechazo suyo. Pero, ¿quién se esperaba lo que el destino nos tenía preparado?
. . .
El viernes quedé con Winter, Genevieve, Nora, Elli y Landon. Habían venido a nuestro apartamento a tomar unas copas. Mientras que Winter, Genevieve, Nora, Landon y yo bebíamos una cerveza, Elli se tomaba con tranquilidad un zumo de naranja que le había preparado. La estuve observando, puesta en alerta por mi hermano. Parecía ausente, sumida en su propio mundo. Me pregunté qué se le estaría pasando por la cabeza.
En todo momento Landon estuvo bromeando con las chicas, relajado, menos conmigo. Tal y como había hecho aquella semana, me estaba ignorando por completo y eso a mí no me gustaba. Quería que me viera. No entendía por qué no podíamos ser amigos. Comprendía que no pudiésemos ser pareja, pero amigos sí. Estaba dispuesta a guardarme mis sentimientos para mí.
—¿Cómo va la publicación de Inesperado, Elli? ¿Se sabe algo ya? —le preguntó Winter sonriente.
—Bien. De momento he firmado ya el contrato de publicación y uno de los editores se ha puesto en contacto conmigo. Estoy tan emocionada que creo que es solo un sueño —dijo con los ojos desbordantes de felicidad.
—Créeme, amiga mía, no lo es. Eres grande, bichillo, y ya era hora de que lo vieses —la halagó Landon.
No pude evitar sentir una punzada de celos por la complicidad que tenían. A mí me gustaría que Landon me hablara así. Bueno, de momento con que me hablara me bastaba. ¿Por qué era tan complicado para él que me dirigiera la puta palabra? ¿Acaso le caía mal?
—Estoy nerviosa. —Elli mordisqueó el labio inferior—. Solo quiero que todo salga bien y que se venda. Temo que a la gente no le guste.
Allí estaba de nuevo su lado vulnerable. Según me habían contado, Elliana había sufrido un cambio radical de personalidad. Al principio, dejaba que personas como Ingrid le hicieran la vida imposible. Con el tiempo fue aprendiendo a defenderse y a luchar por lo que era suyo. Sin embargo, en ocasiones aquella debilidad salía a flote. Yo la entendía completamente porque me pasaba lo mismo. Había aprendido a aceptarme, a aceptar que tenía algo que me hacía diferente al resto. Mas había ocasiones en las que me sentía vulnerable. Eran momentos de debilidad que todas las personas tenían, porque todos somos humanos.
—No te preocupes —le dije yo guiñándole un ojo—. Yo la he leído y sé que es muy buena. Tanto que le dije a mi hermano que la valorara para una posible publicación.
En vez de calmarla mis palabras consiguieron el efecto contrario. Los ojos de Elliana se tiñeron de lágrimas que fue derramando. Joder. A veces era tan bocazas.
—¡Oh! No llores, Elli.
—¿Cómo no hacerlo cuando tengo tan buenos amigos que confían en mí cuando yo ni siquiera lo hago?
Todos la miramos extrañados. Vale, aquello era extraño. Elli estaba mucho más sensible que de costumbre. ¿Qué diablos le pasaba a aquella rubia? Porque no era normal, oye.
Fui a abrir la boca para preguntarle al respecto, pero ella se me adelantó. Arrugó el morro con asco y soltó:
—Iugh, ¿qué es ese olor tan asqueroso?
Nos miramos entre nosotros sin comprender. ¿A qué coño se refería? ¿Qué olor? No olía a nada. Ostras pedrín.
—¿Qué olor? —le preguntó Landon con extrañeza, rascándose la nuca sin comprender.
—Ese. Es una mezcla asquerosa de café y pescado.
—Eh, Elli, ¿estás segura de que estás bien? —pregunté yo—. Últimamente estás muy rara. ¿Te pasa algo?
Aquella rubita se nos quedó mirando en silencio, pensativa. Fue apenas un minuto, pero a mí se me hizo eterno. Creo que todos la miramos con una cara de expectación y necesidad. Porque estábamos desesperado por saber qué le pasaba. Al final, acabó suspirando con pesadez.
—¿Queréis saber qué es lo que me pasa?
Todos asentimos como esos muñecos cabezones que se ponen en los coches.
—Por favor —le suplicamos.
Volvió a suspirar.
—Está bien. Se suponía que no debía decíroslo así, pero bueno. Vosotros lo habéis querido —rezongó ella.
Puse los ojos en blanco, impaciente.
—Vamos, Elli. Ve al grano —le pidió Nora.
Ella alzó las manos a modo de rendición.
—Está bien, está bien. Iré al lío. Estoy... —Sonrió con los ojos vidriosos—... Estoy embaraza.
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Nota de autora:
¡Feliz viernes, mis enredados y enredadas!
Menudo capítulo. ¿Qué os ha parecido? Repasemos:
1. La charla de hermanos.
2. Emily le confiesa a Derek que Landon le gusta.
3. Reunión de amigos.
4. El comportamiento extraño de Elli.
5. La confesión de Elli.
6. ¡Elli está embaraza! Tenemos bebé Foster.
Espero que el capítulo os haya gustado. ¡Nos vemos el lunes! Un beso enorme.
Mis redes:
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