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Capítulo 11

Capítulo 11

Emily:

A veces me preguntaba si en mi vida pasada fui una asesina en serie o una bruja, porque os juro que me sentía una mujer gafada. ¿Habría pasado por debajo de una escalera quizás? ¿Habría roto algún espejo sin querer?

La noche anterior al campeonato el compañero que se suponía que iba a llevarme (porque yo sabía conducir pero no tenía un coche propio todavía) me escribió un mensaje que decía:

<<Buenas noches, Emily.

Siento avisarte tan tarde, pero no voy a poder llevarte al campeonato. Mi familia viene a verme, así que llevo el coche a tope. Lo siento, pero me lo acaban de decir.

Nos vemos allí.

Milo>>.

Era una verdadera putada para mí enterarme a las nueve de la noche. La mayoría de mis amigas tenía planes o simplemente no tenían coche. Llamé a mi hermano. Estaba segura que él sí podría llevarme.

—¿Sí? —preguntó nada más descolgar.

Suspiré. Estaba desesperada. Si bien el campeonato sería en la ciudad, me pillaba muy mal. No había una parada de metro cercana ni una de autobús y el taxi me saldría muy caro.

—Ey, Derek. Soy Emily.

—Enana, qué sorpresa que me llames tan tarde. ¿Ha pasado algo?

Sonreí. Era tan propio de él preocuparse por mí. Siempre lo había hecho. Era mi hermano mayor y creo que él veía la necesidad de protegerme de todo peligro. Le quería muchísimo, pero a veces era un pesado. Recuerdo una vez, cuando me empecé a interesar por los chicos, que él me la jugó. Se enteró que estaba pillada por un chico de mi clase y cuando lo invité a hacer los deberes en mi casa, el muy cabrón le hizo un tercer grado. Me enfadé muchísimo con él, tanto que dejé de hablarle durante más de una semana. Sin embargo, al final acabé entendiendo que solo lo había hecho porque me quería con locura y no quería verme sufrir.

Para mí Derek siempre había sido mi héroe, si bien cuando pasó por su etapa de <<chico malo>> era un insoportable. No paraba de chincharme, aunque en el fondo yo sabía que seguía queriéndome. Recuerdo cómo me protegía cuando los niños malos se burlaban de mí o cómo le dio una paliza al idiota con el que salí. Derek era mi superhéroe particular y ahora era también el de Elliana.

—Qué va —dije con toda la tranquilidad. Me senté en el sofá con las piernas cruzadas—. Solo me preguntaba si podrías hacerme un pequeño favor.

—Uy, no me gusta nada cuando pones la voz melosa. Me hace recordar a cuando me hacías partícipe de tus travesuras y luego papá y mamá me castigaban a mí.

Reí. Era cierto. Siempre lo había arrastrado conmigo cuando se me ocurrían ideas como intentar preparar algo dulce y acabar estropeando la batidora. También estaba la vez que quería salir de fiesta y mi hermano me encubrió; pero al entrar en casa a las tantas de la madrugada totalmente borracha ser pillada por mi madre.

—Eso te pasa por tonto. —Pese a que no podía verme, sonreí como una niña buena.

Rió con fuerza.

—¿Cuál es ese pequeño favor que querías pedirme?

—Me preguntaba si mañana me podrías llevar a la competición de tiro con arco. Es súper urgente, Derek. No tengo a nadie que me pueda llevar —hablé atropelladamente casi sin respirar.

Un suspiro suave llegó desde el otro lado de la línea.

—Lo siento, enana, pero ya he hecho planes. Elli y yo vamos a ir a visitar uno de los posibles lugares en el que se celebrará la boda y para eso necesito el coche. Si lo hubiera sabido antes, te habría llevado, lo sabes.

Sentí que en mi garganta se formaba un gran nudo mientras que mis ojos picaban con fuerza. Me sentía fatal, más que nada porque me había comprometido a ir y si no aparecía por allí era muy seguro que mis oponentes lo vieran como una debilidad. No podía permitírmelo.

—No pasa nada.

—No llores, Emily. Estoy seguro de que podrás ir y... —pero mi hermano no llegó a terminar la frase, puesto que fue interrumpido por su futura mujer.

—Dame esto, hombretón. Emily, soy Elli. A ver, puede que no te mole lo que te voy a decir, pero quiero que lo pienses porque es una alternativa muy buena.

—Dispara.

—Quiero que le preguntes a Landon a ver si te puede llevar. Estoy muy segura de que te ayudará.

Fruncí el ceño a la par que me mordía el labio inferior, dubitativa.

—No sé, eh. No estoy segura de que quiera verme ahora mismo.

—¿Qué ha pasado? —Había alarma en su tono de voz—. ¡Derek, deja de toquetearme! ¿No ves que esto es un asunto de suma importancia?

Puaj, demasiada información.

Le narré de manera resumida lo que había pasado aquella mañana y, cuando terminé el relato, ella soltó un grito de júbilo que por poco me deja sorda.

—¡Es obvio que le gustas! —chilló con alegría.

—¿Alguien gusta de mi hermana? ¿Quién es? —escuché que peguntaba Derek, más perdido que un pulpo en un garaje.

—Shhh, no me dejas escuchar —le mandó callar Elli—. Venga, anímate a pedirle que te lleve.

—No creo que quiera.

—Escucha, Landon está pasando por una etapa que yo he llamado la gilipollez. Pero dale tiempo. Se le pasará, como todo.

—No sé yo, eh —seguí dudando.

—Mira, el no ya lo tienes. ¿Qué tienes que perder?

Elliana tenía razón. El no ya lo tenía. Además, si no le preguntaba, me quedaría con las ganas de ir.

Cuando colgué, tomé una decisión: le pediría que me llevara. Solo esperaba que aceptara y no me diera la espalda.

. . .

Landon llegó a casa una hora más tarde. Yo ya me había duchado y puesto el pijama. Me encontraba trasteando en la cocina en busca de los ingredientes para hacer la cena. Estaba terminando de hacer la masa de la pizza casera que estaba preparando cuando lo vi entrar por la puerta. Saludó con un <<Hola>> efusivo y se fue directo al baño.

Mientras escuchaba el agua de la ducha caer, esparcí por la masa los ingredientes de mi pizza y la metí en el horno. Quedaban unos pocos minutos de cocción cuando vi a Landon entrar en la estancia ataviado también en su pijama. Olisqueaba el ambiente y, no sé por qué, pero ese gesto me pareció de lo más mono.

—¡Qué bien huele!

No pude evitar esbozar una sonrisa satisfactoria en los labios. Parecía que por fin se le había pasado la etapa de gilipollas integral y que por fin volvía a dirigirme la palabra.

—Has llegado justo a la hora. He preparado un poco de pizza de jamón york, queso y jamón serrano.

Su boca se abrió con la sorpresa.

—¡Oh! Eso es estupendo. ¿Te importa si te robo un cacho? Me encanta la pizza.

Verlo así, más feliz que un niño que sabe que puede comprar lo que quiera en la tienda de golosinas, me sacó una gran sonrisa.

—Claro. Es más, he hecho pizza de sobra. Puedes comerte la mitad si quieres. Yo no suelo cenar mucho. Prefiero los desayunos potentes.

—Te tomo la palabra.

Landon llevó un par de vasos a la sala y unas servilletas. Mientras, yo sacaba la bandeja humeante y partí en trozos la deliciosa masa. Le había rellenado los bordes de queso, una receta que mamá me había enseñado. Todo lo que yo sabía de cocina era gracias a ella. Mi madre era una amante de las recetas y siempre andaba aprendiendo nuevas, como aquel bizcocho de limón que hizo el día de mi cumpleaños. Lo mejor es que tenía muy buena mano y todo le quedaba delicioso.

Llevé los platos a la sala, en donde Landon ya se había acomodado. Me resultaba extraño tenerlo de buenas de nuevo. Hacía una semana que había empezado a ignorarme y, a pesar de intentar que me dirigiera la palabra, apenas me saludaba. Por eso, que ahora estuviese sentado a mi lado parecía cosa sacada de otro mundo.

Él puso una película romántica y al instante me lo quedé mirando con asombro. ¿Pero qué...?

—¿Por qué me miras así, como si de repente me hubiese salido un tercer ojo?

Me puse un poco roja.

—No sabía que te gustaran este tipo de películas.

Ahora era él el que me miraba. Ninguno había probado bocado todavía.

—Ah, así que es eso. —Y empezó a reír. Alcé una ceja, totalmente metida en modo curioso—. Si hay algo que debes saber de mí es que soy un romántico empedernido. Me gustan las comedias románticas, el drama y todo eso.

Vale, ¿dónde estaba la cámara oculta? Porque debía haberla. Aquel hombre era perfecto para mí.

Me rasqué la barbilla.

—No lo sabía.

Él se encogió de hombros.

—No es algo que sepa todo el mundo. Muchos creen que soy un hombre rudo, pero soy todo lo contrario.

Empezamos a cenar en silencio, viendo la película. A medida que esta iba avanzando, mis nervios iban incrementando. Necesitaba hacerle la pregunta, pero no veía el momento indicado. Llegó a tal punto, que ya ni me importó.

Me aclaré la garganta para llamar su atención. Ya nos habíamos terminado la pizza y estábamos devorando un poco de helado que había comprado aquella semana.

—Esto... Landon, ¿puedo hacerte una pregunta? —solté con apenas un hilillo de voz.

Él me miró con esos ojazos que tanto me gustaban, centrando toda su atención en mí. Sentí que mi corazón latía a mil por hora y que las manos me sudaban. Tenía miedo de su respuesta. Sentía que aún no habíamos llegado a tener tanta confianza como para pedirnos favores.

—Adelante. Suéltalo.

Tomé una gran bocanada de aire.

—No sé si lo sabrás, pero mañana tengo una competición de arco muy importante, a la que no puedo faltar. Me preguntaba si tú... —Volví a respirar con fuerza para armarme de valor, puesto que me había empezado a temblar la voz—. Me preguntaba si podrías llevarme.

Se instaló un pequeño silencio. A medida que el tiempo iba pasando yo más nerviosa me sentía. Deseaba, no, necesitaba que me llevara.

—Solo si puedes y quieres, eh. No te sientas obligado —añadí al ver que el silencio se alargaba. Que no dijera nada fue tan asfixiante para mí.

No sé qué cara tendría, no muy buena. Estaba desesperada.

—Mañana —empezó a decir—. Una competición.

Lo miré como si fuera tonto.

—Sí. No tengo a nadie que pueda llevarme.

Sentía el pecho cerrado de la desesperación y el agobio. Mas pronto el muy capullo esbozó una sonrisa genuina, tranquila, aliviadora. Sus palabras junto a aquel gesto me hicieron respirar de nuevo.

—Está bien. Te llevaré.

. . .

Al día siguiente nos levantamos temprano. Debía estar en Union City a las diez y media. El campeonato empezaba media hora más tarde.

—¿Has cogido algo para hacer? ¿Un libro quizás? Te vas a aburrir.

—Tranquila, he guardado la tablet y un libro por si las moscas. ¿Tienes todo? —me preguntó.

Revisé por quinta vez que no me dejaba nada. Tenía todo. Llevaba en el propio carcaj la licencia, que era obligatoria en cualquier competición por pequeña que fuera. Incluso para tener el arco era necesaria. Al fin y al cabo, era un arma.

—Está todo.

Bajamos hasta el garaje que tenía el edificio y dejamos todo en el maletero. Me gustaba el auto de Landon. Era rojo cereza, muy llamativo, como él. Me senté en el asiento del copiloto y empecé a retorcer mis dedos con nerviosismo. Era importante para mí hacerlo bien y conseguir una buena puntuación aquel día.

Landon arrancó el coche y, tras salir del garaje subterráneo, se incorporó a la carretera. Hacía un día horroroso. Llovía a mares y hacía un viento que flipas. Las gotas de lluvia se pegaban al cristal con fuerza. Mientras, dentro escuchábamos la radio en silencio. Miraba por la ventana mientras mordisqueaba mis labios perdida en mis pensamientos. Mi corazón latía con fuerza y no solo eran los nervios. Que Landon estuviera a mi lado, en un espacio tan reducido, no ayudaba para nada. Su perfume era tan agradable.

Posó una mano en mi rodilla y aquel simple gesto hizo que me diera un vuelco el corazón. Aparté la mirada del paisaje acuoso y la posé en él.

—No debes estar nerviosa. Vas a hacerlo bien.

Suspiré. Era tan fácil decirlo y tan difícil hacerlo.

—Ojalá tengas razón. Quiero darlo todo, mi máximo; quiero hacerlo bien —confesé.

Sus ojos azules me miraron un segundo.

—Eres increíble y sé que el tiro se te da bien. No dejes que los nervios puedan contigo —me aconsejó.

Lo miré con agradecimiento.

—Muchas gracias. —Sonreí un poco más relajada.

Ninguno volvió a decir nada más en lo que restaba de viaje, pero no hacían falta las palabras. En ningún momento Landon retiró la mano de mi rodilla y yo no dije nada al respecto. Aquel simple contacto me resultó reconfortante.

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Nota de autora:

¡Feliz lunes, mis enredados y enredadas!

Esto se pone bueno, ¿no creéis? Repasemos:

1. La putada que le ha pasado a Emily.

2. El consejo de Elli.

3. Emily le pide a Landon que la acompañe.

4. Landon acepta.

5. Landon dándole ánimos.

Espero que el capítulo de hoy os haya gustado. ¡Nos vemos el miércoles! Besos.

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