Capítulo 10
Capítulo 10
Emily:
Landon estaba muy raro conmigo desde aquel lunes por la mañana. De entrada, se fue antes de que yo me levantara de la cama y no me dejó ninguna nota. Más adelante, en la empresa, no me hizo ni caso. Cuando le hice un comentario en la hora del almuerzo, pasó de mí olímpicamente.
A ver, yo ya sabía que nunca sentiría por mí lo mismo que yo sentía por él. Pero, ¿no podríamos ser siquiera amigos o buenos compañeros? Pensé que lo de anoche había sido un pequeño paso para nosotros. Que me hiciera la cena y que me hiciera compañía fue todo un detalle teniendo en cuenta que no teníamos ningún trato.
Me hizo gracia la cara que puso cuando vio que me ponía a arreglar mi material. El pobre no sabía dónde meterse. La gente normal pensaba que mi deporte solo consistía en tirar. Era un error de novato que al principio yo también cometí. En el tiro con arco también se necesitaba fuerza, concentración y mucha paciencia. En los entrenamientos no solo tiraba flechas, no; también hacia flexiones, abdominales, saltos de cuerda, etc.
¿Por qué parecía molesto conmigo? ¿Estaría enfadado? Eso era imposible, ¿verdad? Quiero decir, no le había hecho nada malo. Anoche había estado viendo un poco la tele antes de irme a la cama mientras él estaba en su habitación. ¿Se habría molestado por eso, porque había acaparado la televisión? Intenté preguntárselo, pero me ignoró por completo todo el día en la editorial.
Pensé en esperarle a la salida, pero cuando le comenté a Elli mis planes, ella dijo que Landon ya se había marchado. Así que pensé en interrogarle en casa, pero tampoco estaba. Cuando llegué, estaba más vacío que el cerebro de una de mis compañeras del colegio.
Los siguientes días también me estuvo evitando. Su comportamiento infantil ya empezaba a cabrearme. ¿Por qué cojones me trataba así cuando yo no le había hecho nada malo? Es más, le había tratado bien. ¿Quería que nos llevásemos mal? Pues vale, lo haríamos. Ya estaba harta de que ni me diera la hora. Yo no era una mujer de rogar. Sabía muy bien cuándo estorbaba, y estaba claro que lo hacía, que él no quería verme ni pintada.
El jueves fui yo la que empezó a pasar de él. Hice mi trabajo en la empresa con eficacia y salí a comer fuera con Elli. Hacía bastante que no teníamos un día solo para las dos. Ella me esperó en la entrada de la editorial. Había estado tan centrada en mi trabajo que se me había pasado la hora.
—Siento llegar tarde, Elli —me disculpé.
Ella le quitó importancia con la mano.
—No pasa nada. No veas la de veces que me ha pasado. He llegado incluso a saltarme el almuerzo o a quedarme una hora más de la estipulada en mi contrato.
Enrosqué mi brazo con el suyo y salimos de la editorial más contentas que unas castañuelas. Hacía un buen día si bien hacía un frío del demonio. Me había puesto el gorro de lana y un abrigo de plumas. Elli, por otra parte, llevaba unos guantes de lana y un abrigo que combinaba a la perfección con el vestido que llevaba. Tenía un cuerpo de infarto la tía, siendo la envidia de muchas mujeres de la editorial.
Llegamos al restaurante que había a solo unas calles de FosterWords y, tras decir el nombre de quien había hecho la reserva, el camarero nos llevó a nuestra mesa. Nos ofreció la carta de manera educada y nos dejó nuestro tiempo para decidir lo que pediríamos. Una vez pedido nuestra comida, esperamos a que nos la trajeran.
—¿Qué tal es la convivencia con Landon? —preguntó aquella rubia como quien no quiere la cosa.
No aparté la vista del menú.
—Es un hombre raro. Últimamente parece molesto conmigo y no sé por qué —confesé.
Ella me miró con curiosidad. Esos ojos tan bonitos y llamativos que tenía brillaron con fuerza.
—Yo también lo he notado raro. Es como si estuviera ausente. ¿Quieres que le pregunte al respecto? Puede que a mí me lo cuente.
Negué con la cabeza.
—No. Lo que menos quiero es que piense que te lo he pedido yo. No sé qué he hecho para que se enfade. Sé que algo le pasa conmigo. Su comportamiento ha cambiado completamente de la noche a la mañana y no lo entiendo. ¿Por qué los hombres son tan complicados?
Elli me miraba con una sonrisita pícara en los labios.
—Parece que te importa —soltó ella.
Me puse nerviosa. Sentí las mejillas calientes. Intenté tapar el rubor con el cabello, aunque estaba segura de que Elliana se había dado cuenta.
Suspiré.
—¿Te gusta?
Fruncí el ceño. ¿Por qué todo el mundo me preguntaba lo mismo, joder? ¿Tan evidente era? A lo mejor es por eso que Landon estaba tan molesto conmigo, porque se había dado cuenta de mi flechazo hacia él y no sabía cómo decirme que no sentía lo mismo. Podía ser.
Al final, acabé confesándole la verdad. Total, ya mis mejores amigas lo sabían, así que ¿por qué ella no debía saberlo cuando también la consideraba una amiga más?
—Está bien. ¿Quieres la verdad? Pues ahí la tienes —empecé hablar de manera atropellada. Mi voz sonó más molesta de lo que pretendía, más brusca—. Me gusta, sí. Tiene algo que me atrae y por eso me molesta tanto, me enerva, que no me dé ni la hora. Porque estoy segura de que no le he hecho nada.
Bufé.
Elliana esbozó una sonrisa de la alegría y soltó un gritito de júbilo que casi me deja sorda. Todos los comensales miraron en nuestra dirección por un momento, aunque pronto volvieron a lo suyo.
—¡Oh, Dios mío! No sabes la de ganas que tenía de que por fin me lo dijeras —exclamó—. Además, así puedo contarte una cosita que seguro que te interesa. —Subió y bajó las cejas de manera pícara.
La miré con interés, elevando una ceja.
—¿Qué? —pregunté pasado un tiempo en la que la dichosa mujer estuve callada solo para causar más dramatismo—. ¡Elli, como no me lo cuentes, te juro que dejaré de hablarte el resto de mi vida! —la amenacé.
Ella rió con maldad antes de por fin soltar la bomba.
—Creo que a él también le gustas.
Mi cara fue un abanico de emociones. Alegría. Confusión. Felicidad. Nerviosismo. Miedo.
—Se... Seguro que eso solo te lo has imaginado —balbuceé. Me temblaban las manos. Tiré un poco de agua del vaso que intenté llevarme a los labios en un intento por calmarme.
—Le gustas. Lo veo en lo callado que se queda cuando estás presente o en cómo te mira cuando tú no te das cuenta.
Suspiré.
—Son estupideces. No tiene sentido. Últimamente no me hace ni caso. No creo que le guste ni que se sienta atraído por mí, la verdad. ¿Quién lo haría? Soy solo un bicho raro.
Elli alargó las manos y tomó las mías. Me dio un suave apretón mirándome a los ojos. Una lágrima descendía por mi mejilla. Aunque quería mentirme a mí misma, aún me afectaba, aún me sentía diferente y extraña cuando el tema de conversación se centraba en el amor. No creía que tuviera la oportunidad de conocer al hombre que me quisiera tal cual era, con mis virtudes y defectos. Era tan difícil hallar el indicado cuando se trataba en una sociedad basada en la imagen y en los estereotipos. Aquellas personas que no se acercaran a la normalidad eran señaladas y marginadas. A mí me había pasado y si bien había intentado superarlo, era consciente de que aún no lo había hecho.
—Emily, eres una chica preciosa. Cualquier hombre con dos dedos de frente es capaz de apreciarlo y si no lo hace, él se lo pierde. Créeme si te digo que últimamente mi mejor amigo anda bastante raro y creo que se debe un poco a que los dos tengáis que compartir el piso. Puede que te ignore porque ha visto que no puede ignorar el hecho de que se siente atraído por ti. Quien sabe.
Sus palabras eran tan esperanzadoras. Era justo lo que necesitaba oír.
. . .
El sábado estuve todo el día de los nervios. Al día siguiente tenía un campeonato muy importante de tiro con arco y quería hacerlo bien. Las puntuaciones de los estatales definirían qué arqueros podrían optar por asistir al torneo nacional que se realizaba cada año.
Pasé el día entrenando la técnica y puliéndola. No fui al centro, puesto que sabía que de ir me pondría aún mucho más nerviosa y no quería eso. Así que me quedé en casa. Me adueñé de la sala de estar y me puse a practicar. Monté el arco y puse el formaster, que facilita el entrenamiento del tiro ayudando tanto en la alineación del arquero como en el seguimiento de la suelta. Así se mejora notoriamente la técnica de tiro de espalda. Está compuesto por dos piezas, la correa para el codo y la goma de resistencia. La goma ha de ponerse en la cuerda y la correa, en el codo para que así al hacer la suelta en vacío (sin ninguna flecha) no haya el peligro de que la cuerda se rompa.
Estuve unas dos horas trabajando la técnica, aguantando por lo menos quince segundos antes de soltar la cuerda. Landon había salido temprano a correr y cuando escuché la puerta sobre las dos de la tarde, supuse que sería él. Nadie más a parte de mí tenía la llave.
—Hola —saludó él.
Me quedé un poco estática. Era la primera vez de lo que llevábamos de semana que me saludaba y no pude evitar que mi corazón brincase con fuerza debido al cambio.
—Ho... Hola. Estoy en la sala. Si entras, será bajo tu propia responsabilidad.
A ver, era obvio que no había ningún peligro, pero nunca venía de más vacilarle. Era una pequeña venganza por haberme ignorado.
Repetí el ejercicio por última vez. Notaba los músculos fatigados, por lo que lo dejaría ya por hoy. Además, lo que menos quería era que al día siguiente tuviese tantas agujetas que no pudiese participar. No me lo perdonaría. No solo eso, estaba segura de que la zorra de Jade estaría allí y quería ser yo la que le diera la paliza de su vida.
Hice la prepuntería, cogí la cuerda, me la llevé a los labios asegurándome al mismo tiempo que tocaba la punta de la nariz y empecé a contar hasta quince. Solté y que quedé en la posición otros tres segundos más.
Listo. Estaba preparada para machacar a Jade.
Cuando me volví, me encontré con Landon. Sus ojos estaban abiertos de par en par y la boca formaba una "O" perfecta. Lo miré, aunque parecía que se había quedado sorprendido. En fin, como veía que no diría nada, decidí desmontar todo el equipo. Cogí el desmontador y empecé con la cuerda, pero el aliento de Landon muy cerca de mi oreja me dejó petrificada.
—¿Te han dicho alguna vez que te pones muy sexy cuando tiras?
Giré la cabeza con un resorte y lo miré. Las palabras se atascaron en mi garganta. Sentía que no podía decir nada ni aunque quisiera. Aquel comentario había despertado en mí un hormigueo dulce. Mi corazón latía con fuerza y sentía la respiración agitada. Admiré aquellos rasgos tan bien cincelados y esos ojazos color mar cubiertos por una espesa capa de pestañas. Ahora que me fijaba, tenía un pequeño lunar, apenas imperceptible, bajo el labio inferior. Llevaba barba de dos días. Era tan guapo.
Estaba muy cerca de mí, tanto que secretamente deseé que me besara. Deseé que rompiera la distancia que nos separaba y juntara nuestros labios. Ansiaba probarlos y lamer ese pequeño lunar, probar su piel con mi lengua y enredar mis manos en su cabello.
Mas como si de pronto se diera cuenta de quién era, Landon se alejó, rompiendo así el hechizo que él mismo había creado. Lo peor fue que no volví a verlo en todo el día, puesto que tan rápido como había venido, se fue y me pregunté si era yo la culpable de todo.
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Nota de autora:
¡Feliz viernes, mis enredados y enredadas!
¿Qué oa ha parecido el capítulo? Esto ya está que arde. Menudo capítulo. Ya se palpa la tensión y la atracción que sienten el uno por el otro. Repasemos:
1. Landon ignora a Emily.
2. Conversación y confesión de sentimientos entre Elliana y Emily.
3. Emily entrenando.
4. Tras una semana Landon por fin le dirige la palabra.
5. Coqueteo.
6. ¿Soy yo o aquí a mucha atracción?
Espero que el capítulo os haya gustado. ¡Nos vemos el lunes con más y mejor! Os quiero. Un beso enorme.
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