Capítulo -6 Obra benéfica 1° Parte
Al llegar a la zona donde se encuentran las tiendas aquí en Vigo, me detengo a ver en un escaparate un traje de pingüino. Son como los que se ven en las películas, debe de costar un dineral, pero paga la jefa. No quiero hacerla quedar mal comprando uno cualquiera. Me dijo que en la gala había que asistir de etiqueta, así que entro y le digo a la dependienta que me lo quiero probar. Salgo del probador para verme en un espejo más grande, veo que me sienta a la perfección y también me lo confirma la dependienta cuando la descubro mirándome sin vergüenza alguna y con mirada de deseo. El pelo lo arreglaré con un poco de gomina y estaré perfecto, hasta pareceré un hombre adinerado. Le pido unos zapatos de charol de mi número para llevar a conjunto y listo.
Después de pagarle a la dependienta, veo en el ticket, que me ha anotado su número de teléfono. ¡No me lo puedo creer! Hacía tiempo que no ligaba. La verdad que no estaba nada mal la chica, pero ahora mismo no quiero líos de faldas, a lo mejor más adelante con el tiempo puede que la llame.
Me dispongo a entrar en el primer sitio que veo de comida rápida. Me queda poco tiempo para comer, porque ya lo empleé yendo de compras, así que me siento en una de las mesas de la esquina. Dejo las bolsas en una silla, para que no molesten y nadie tropiece con ellas como me ha pasado a mí. Estoy en una mesa cerca de la puerta, para salir pitando cuando me sea la hora. No quiero que la jefa me culpe por llegar tarde. Me dispongo a pedir y veo como se acerca la camarera, cuando una voz me interrumpe.
—Hola, me traes una ensalada de pollo, con unas patatas con cuatro salsas y a mi empleado le traes lo que pida— dice refiriéndose a mí.
Le digo la comanda entre enfadado y asustado por las confianzas que ya tiene conmigo esta chica. Por muy jefa que sea, no me gusta que aparezca sin avisar y me quite la paz que prometía pasar, durante unos minutos antes de volver a trabajo y así se lo hago saber.
—Pensé que comerías en tu despacho. Tenía pensado llevarte algo de comer cuando terminase. Se me estaba acabando el tiempo y por eso he decidido parar aquí a comer algo rápido ¿cómo me has encontrado? —pregunto medio malhumorado por la intrusión.
—Estaba esperando a que volvieras, al no hacerlo, vine por los alrededores a probar suerte y te encontré entrando en este antro—dice asqueada observando el lugar.
—Sino te gustan estos sitios, no se para que has entrado—respondo enfadado por sus remilgos.
—No quería hacerlo, pero necesitaba hablar contigo de una cosa fuera de la empresa, ya que no quiero que nadie se entere y aquí al menos pasaremos desapercibidos—dice dudosa, viendo para todos los lados.
—Tú dirás, soy todo oídos—respondo cansado de tanto secretismo.
—Mis padres vienen del extranjero este fin de semana—explica la situación —Saben que tenía novio y que vivía con él, pero no saben cómo se llama ni que yo lo dejé. Necesito que finjas ser mi novio durante dos días—me mira esperanzada.
— Mi padre es el verdadero dueño de la empresa y me la cedió con la condición de que pronto sentaría la cabeza y me casaría. Como vea que no estoy con nadie, amenazará con quitármela y se la dará a mi hermana. —cuenta pesarosa—ella lo está deseando. Está esperando que yo fracase como directora para que mi padre la ponga al frente y quiero evitar eso. Nunca nos hemos llevado bien. Ella es muy superficial y está muy consentida por ellos, por lo que para ella sería un triunfo quitármela. De pequeñas llevaba todo al otro extremo y ella lo tomaba todo como una competición. —cuenta triste. —Siempre tuvo el apoyo de mis padres en todo lo que se ha propuesto, yo por el contrario nunca tuve su apoyo. Me la cedió porque era la mayor y no le quedó más remedio, de eso estoy segura, pero para eso tuve que trabajar muy duro—explica—Muchas noches me quedaba sin dormir, para terminar los proyectos a tiempo, para que poco a poco me fuese abriendo hueco en el mercado, me esforzaba mucho, lo tenía que hacer porque nadie daba un duro por mí. —hace una pausa, para coger aire y seguir pensando para poder convencerme.
—Imagino que no habrá sido fácil para ti—intento ponerme en su piel.
—No, no lo ha sido, así que te pido por favor que me ayudes, para que no logren quitarme está empresa, que tanto me costó sacar adelante y para que se alzará para estar donde está. —suelta impaciente. —Estoy desesperada. No sé a quién acudir. Me queda poco tiempo. No se lo puedo pedir a nadie más porque los pocos amigos que tenía se esfumaron y dejaron de preocuparse por mí, debido también a mi mal humor— dice asustada y desesperada con ojos de súplica.
—Es muy fuerte, esto que me estás pidiendo ¿Cómo voy a fingir delante de tus padres? a mí mentir se me da bastante mal—digo pensativo.
—Te pagaré un extra si dices que sí— dice desesperada.
—No es cuestión de dinero, es que también tengo otra mujer en mi vida, a la que no puedo dejar de lado tan pronto— digo pensando en alto.
Veo en sus ojos oscurecerse. Imagino que no le ha gustado lo que le acabo de decir. Se ha quedado a cuadros y sin previo aviso empieza a llorar desconsolada.
No me gusta nada ver llorar a una mujer. Es mi única debilidad. Nunca me ha gustado ver a mi madre hacerlo, debido al aborto que ha sufrido. Me recuerda a esa época de mi vida. Siempre procuro que Dalia, tampoco lo haga, debido a su enfermedad. No hay una cosa que me desarme más que eso, así que sin previo aviso y sin haberlo siquiera consultado suelto sin pensar.
—Está bien, lo haré, pero tendremos que hacernos algunas preguntas para que tus padres no desconfíen, ni piensen que no nos conocemos en realidad. También hay que poner algunas condiciones para no hacer cosas que no vengan a cuento y meter la pata—suelto con cara de pánico debido a lo que acabo de soltar.
Dulce por su parte, se levanta de la mesa para abrazarme, cuando en un descuido tropieza con la chica que nos traía nuestro pedido y le lanza todo por los aires.
—¡Oh! Discúlpeme ¡Cuánto lo siento!, no la vi llegar. Yo pagaré la comida que acabo de desperdiciar y por los daños ocasionados—dice limpiándose el rastro de lágrimas que aún le quedaban en su rostro.
La chica se va toda avergonzada de allí y le vuelve a recitar la misma comanda a la cocina para que nos vuelvan a hacer la comida.
Mientras, miro el reloj. Veo que ya son casi las dos y que nuestra hora de comer está a punto de terminar.
—Dulce se acaba la hora de la comida y nosotros aún estamos así. Pensé que era yo, pero por lo que estoy viendo eres tú la torpe, que dónde te encuentras provocas el desastre. Menos mal que me encuentro con la jefa y no me puede regañar por llegar tarde—suelto de broma, ya más cómodo, por lo que me acaba de contar segundos antes y entendiendo parte de su comportamiento.
Ella suelta una carcajada, mientras me da una cachetada cariñosa y los dos empezamos a reír.
A los pocos minutos, estamos disfrutando de la comida que devoramos debida al hambre que ya tenemos. La comida está bastante bien, el tiempo transcurre sin ningún incidente más y mi jefa paga la comida, dejándole una buena propina a la chica, después de disculparse por lo sucedido. Ella demuestra quedarse contenta por la propina y salimos del local, después de haber cogido mis bolsas, debemos volver a nuestra oficina y seguir haciendo nuestro trabajo.
Al llegar a mi despacho, nada más sentarme, entra una llamada y contesto.
—Revista Grandes Celebrities, dígame.
—¿Quién es usted? ¿qué hace en el puesto de Lindsay? —espeta un hombre todo cabreado.
—Tranquilo caballero, Lindsay ya no trabaja aquí, yo ocupo su lugar ¿en qué puedo servirle? —pregunto solicito, disimulando después del mal humor que me acaba de poner.
—Pásame con mi prometida, que tengo que hablar unas cuántas cositas con ella—dice autoritario.
Llamo al despacho de Dulce y le paso la llamada de la que me acabo de quedar desconcertado, ¿pero no me acaba de decir que tenía novio? No entiendo nada. Tampoco me dijo que estaba prometida, ¿entonces para que me acaba de pedir que le haga ese favor? No lo entiendo. De verdad que no. En mis pensamientos estoy cuando recibo un Messenger, cuando lo abro, veo que es de mi jefa y que quiere hablar un momento conmigo en su despacho.
Será una buena ocasión para pedirle explicaciones por ese tema y para que deje de marearme. Quiero que me explique para que me pidió semejante favor, si ya tenía un pretendiente y de paso, poder ultimar la cena del día siguiente. Por mi bien, tendré que poner ciertas distancias para no volverme loco.
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Querido lector gracias por llegar hasta aquí. Espero que te esté gustando la historia y dejes tu estrellita antes de leer el siguiente ❤️
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