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CAPITULO 13

Fue una eternidad lo que creía que había tardado en despertarme, pero en realidad solo pasaron un par de horas.

Aturdido por lo que había pasado, comencé a abrir los ojos lentamente mientras los apretaba para intentar acostumbrarme a la oscuridad de aquella habitación. Me levanté lentamente de la cama en donde me hallaba mientras miraba hacia los lados, intentado comprender en donde me encontraba.
Pero, la realidad era que lo único que podía llegar a ver en la habitación era una enorme cama, unas mesitas de noche a ambos lados de esta, un gran armario de madera y una enorme ventana por donde entraba una pequeña claridad que daba a entender de que estaba oscureciendo.

Mi mente empezó a divagar de lo que había ocurrido por la tarde, pero un intenso dolor de cabeza oscurecía los hechos anteriores, por lo que no conseguí recordar lo que pasó.

Visualicé una puerta al otro extremo de la habitación del mismo tono del armario y procedí a andar hacia ella, para al menos recordar donde estaba.
Abrí la puerta lentamente y miré a mi alrededor, intentando recordar donde me hallaba. Pero al no conseguir una respuesta, salí sin dudarlo a investigar.

— Oh, estás despierto. — Una voz ronca hizo que me parara en seco y mirará con rapidez hacia donde provenía, ya que me sonaba demasiado.
— ¿Law? — Dije desconcertado al verlo mirándome fijamente, apoyado en una de las puertas de aquel extenso pasillo.
— Me alegro de que te despertarás. — Sonrió levemente mientras se comenzaba a acercar hacia mí. — Te diste un fuerte golpe en la cabeza mientras subías por las escaleras para ir al baño. — Se quedó delante de mí y me examinó con aquellos penetrantes ojos grises, cómo si esperara algo de mí.
— ¿Ah sí? Quizás eso explique este dolor de cabeza. — Dije algo confuso mientras lo veía agacharse y darme un beso en la frente.
— Sólo necesitas descansar. — Me miró mientras me acariciaban ambos mofletes.
— Si, quizás... Quizás debería ir a casa. — Dije convencido ya que algo me decía que debía de salir rápido de allí.
— No puedes ir a casa. — Sonó cortante y como si fuera una advertencia. — Me refiero... — Tosió un poco y su semblante cambió a uno suave. — Recuerda que viniste porque no podías volver a casa, ya que tú padre había vuelto...

Unas pequeñas imágenes de la pelea entre Ace y él surcaron por mi mente de manera fugaz.

— Si, es verdad. Pero creo que voy a ir a casa de Zoro a pasar la noche. — Murmuré.
— Es tarde... No debes ir solo por las calles. — Me sujeto del brazo con un poco de fuerza. — Es mejor que está noche te quedes aquí y descanses. — Me acercó hacia él y me abrazó con posesividad.
— Law, suéltame. — Sentencié. — No se que diablos te pasa tan de repente, pero me voy a ir de aquí y no puedes impedirme algo como eso. — Lo miré serio.
— ¿Porqué me lo tienes que hacer siempre tan difícil? — Me apretó más fuerte contra su pecho. — Dime Luffy-ya, ¿Qué tiene él que yo no tenga? — Comenzó a murmurar con un tono de voz como si estuviera demente. — ¿Es porque es más guapo? ¿Más alto? ¡¿Qué mierda tiene para que siempre lo elijas a él y no a mí?! — Me separó de golpe de él y me miró con aquellos ojos llenos de rabia y rencor.
— ¿D-De que diablos hablas? — Lo miré con cierto temor, ya que nunca recordaba haberlo visto así.
— ¿Que de que hablo? — Soltó una pequeña carcajada entre dientes. — Hablo de tu querido Portgas-ya. — Siseó con rabia.

Me quedé mudo al escucharlo hablar de Ace. No entendía que diablos tenía que ver él en todo esto, ahora.

— Pero que sepas, que él está incluso peor que yo. — Soltó una pequeña carcajada que me hizo estremecerme.
— Law, tranquilízate. No sé de qué demonios me hablas. — Intenté tranquilizarle pero su agarre sobre mis brazos se hizo insoportables. — Me haces daño... Suéltame. — Lo miré horrorizado.
— ¿Sabes que me han dicho siempre mis difuntos padres? — Su mirada cambio a una sombría. — Qué nunca debo dejar que me arrebaten lo que es mío. — Su voz sonó horripilante, todo mi ser se estremeció al escuchar aquello. — Ya te dije que no debiste seguirme ni buscame si no ibas a poder ser sólo mío. — Me soltó con brusquedad.

Tal fue aquella brusquedad que noté cómo caí hacia atrás de manera fuerte e hizo que cayera sobre el suelo.
Mi mirada se desorientó, por culpa de haberme dado un fuerte golpe en la cabeza.
Pero, no dudé en buscarle, estaba descontrolado y presentía que algo malo iba a pasar.

— Lo siento, pero sino puedes ser mío... — Aquella frase hizo que pudiera localizarlo hasta verlo delante de mí con aquel enorme cuchillo apuntadome. — No serás de nadie y menos de él... — Sus ojos estaban inyectados en sangre y sus venas eran notable como se marcaban en su cuello y en sus manos por lo fuerte que apretaba aquel cuchillo.
—L-Law... — Sólo pude soltar aquello porque en tan sólo segundos noté cómo se abalanzó hacia mí con aquel cuchillo clavándolo en mi costado derecho.

Solté un grito desgarrador al notar cómo se había clavado sin ningún temor en mi costado.
Al momento noté cómo lo sacó con fuerza, haciendome gritar de nuevo por aquel intenso dolor que me desgarraba por dentro mientras comenzaba a notar mi espalda mojada por la cantidad de sangre que estaba comenzado a perder.
Su mirada era la de un completo loco mientras yo cómo podía intentaba taparme aquella herida, haciendo presión, pero obviamente no era la suficiente porque el dolor y la perdida de sangre estaban comenzando a hacerme perder el conocimiento.

Y cuando lo vi alzar de nuevo su cuchillo para acabar conmigo, una cabellera rubia apareció de la nada, empujándolo y haciéndolo caer al suelo con fuerza.

— ¡Luffy! ¿¡Me escuchas?! — Lo vi acercarse hacia mí con rapidez. — ¡Tienes que quedarte conmigo!¡No cierres los ojos! — Aquellos gritos cada vez sonaban más lejanos, hasta tal punto de solo ver una negrura intensa de nuevo.

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Realmente pensaba que está vez era la definitiva, la vez en la que no iba a abrir más mis ojos. Pero la realidad era muy lejana.

Tras un mes en coma había despertado de nuevo. Un mes que para mí simplemente habían sido días.

— ¿Cómo te encuentras hoy? — Aquella voz anciana retumbaba en mi mente.
— Bien. — Aquello salió seco y casi inaudibles.

Llevaba una semana despierto, pero el terror me inundaba la mente cada vez que pensaba en lo que había pasado hacia solo un mes.

— Luffy, se que es difícil de hablar sobre un trauma. Pero es necesario para que tu testimonio sea correcto. — Aquel hombre de anciana edad era un policía muy reconocido en todo el lugar y un buen amigo de mi padre.
— Lo sé, pero simplemente no me salen las palabras... — Lo miré fijamente. — Cada vez que me quito la ropa veo esa enorme cicatriz y recuerdo sus ojos inyectados en sangre, apuntadome con aquel afilado cuchillo. — Temor fue lo que reflejaron esta vez mis ojos.
— Continua. — Me miró, esperando a que prosiguiera.
— Cuando realmente pensaba que iba a morir... Apareció él para salvarme. — Una fugaz sonrisa surco mis labios. — ¿Cómo está él? — Lo miré duditativo.
— Se encuentra en juicios para poder probar todo lo ocurrido con el señor Trafalgar. — Me miró serio. — Por eso necesitábamos que hables para que tú testimonio le ayude en todo lo posible.
— Se perfectamente que mi testimonio es clave pero... Me horroriza cada vez que recuerdo aquella tarde... — Murmuré posando mis manos sobre mis ojos, intentando borrar aquello. — ¿Q-Qué pasó con él? — Aquello salió entrecortadamente.
— Pues... Se encuentra con una acusación de homicidio con ensañamiento, ya que por lo que nos dijiste intento de nuevo apuñalarte. — Me miró fijamente mientras se sentaba bien en aquella sala tan claustrofóbica. — Y obviamente ahora mismo está en prisión.

Aquello no me alivio en nada, ya que mi mente aun no comprendía del todo lo que estaba pasando.

— Bueno, mañana seguiremos. El juicio es dentro de un mes. — Me miró. — Sé que va a ser difícil pero... Es necesario que recuerdes lo que puedas y estés listo para el día del juicio. — Explicó mientras se levantaba de la silla.

Simplemente asentí y salí por la puerta de aquella sala de interrogatorio.

— ¿Cómo fue hoy? — Aquella voz hizo que mi mente conectara.
— Fue, simplemente... — Miré hacia Zoro quien me había estado acompañado en todo este proceso.
— Está bien. — Me sonrió levemente y se acercó hacia mí. — Salgamos de aquí. Hay alguien que quiere verte.

Su voz sonó calmada, pero al momento mi mente reaccionó.

— ¿Vino? — Lo miré emocionado. No había podido darle las gracias aún.
— Si, quiere que habléis.

Al momento de decir aquello, procedió a salir de la comisaría. Delante de esta se encontraba un deportivo azul, que al momento bajó la ventanilla.

— Sube, tenemos muchas cosas de las que hablar.

Aquella cabellera rubia era inigualable e única.

— Si, tenemos que hablar, Sabo. — Susurré.

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Bueno bueno,

Aquí traigo el nuevo capítulo.

¡Espero que os haya gustado!

Nyu-Adela.

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