Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1. Inspectora

La comisaría está más ajetreada que de costumbre. Las alarmas vienen y van. Noto voces hablándome, pero la rabia me consume y no me molesto en escucharlas. Mis dientes chirrían y mis puños apretados empiezan a doler.

—¿Cómo habéis podido no avisarme y dejarla escapar?—pregunto con el ceño fruncido—¡La teníais delante de vuestras narices!—tengo que mantener mi respiración controlada.

La alarma había sonado hace una hora. Los oficiales más aptos bajo mis órdenes, Kaminari y Kirishima, tuvieron que encargarse porque yo me encontraba en otra misión, así que decidieron no avisarme al respecto.

—¡Sabéis que todo lo relacionada con "Creati" tiene que serme comunicado!—exclamo sin poder contenerme—Espero que encontréis una forma de arreglar el desastre que habéis causado.

Ellos parecen arrepentidos. Siempre siguen mis órdenes atentos sin falta, pero hoy parecen distraídos.

—Explicadme que ha ocurrido. Ahora mismo—ordeno.

—La alarma llegó de uno de los bancos centrales y llegamos en tan solo unos minutos—Kirishima decide hablar. Su voz tiembla—Parecía que todo iba bien, la teníamos acorralada, pero de pronto sacó una especie de arma y comenzó a dispararnos a todos ¡La sacó de la nada, fue un milagro que nadie resultara muerto!

—¡Además tenía rehenes!—añade Kaminari apurado.

Yo suspiro. No puedo enfadarme más con ellos. Podrían haber muerto. Estoy enfadada conmigo, llevo más de dos años intentando atrapar a esa maldita criminal, pero siempre se acababa escapando delante de mí como una serpiente escurridiza.

—Está bien, pero la próxima vez avisadme. No importa si estoy en otra misión ¿De acuerdo?

Ellos asienten y parecen aliviados. Me dedican una débil sonrisa y vuelven a sus puestos. Tengo que pasar el resto del día firmando papeles hasta que puedo ir a casa. Me quito mi uniforme y me coloco algo más cómodo. Mi cabello morado cae por mi espalda y pienso en que tendría que cortarlo, pero estoy demasiado cansada para hacerlo, así que me acuesto y mis ojos se cierran en cuestión de segundos.

Horas más tarde unos pasos me alertan y abro los ojos agitadamente. Veo una sombra encima de mí y es en ese instante cuando me doy cuenta de que no puedo moverme. Estoy esposada a mi propia cama y mis piernas están inmovilizadas. El frío del metal recorre mi piel.

—Para ser policía tienes una seguridad mediocre—una voz femenina inunda la habitación—Entrar ha sido igual de fácil que subir una escalera.

Sus ojos grisáceos a través de aquel pasamontañas negro la delatan. Mi corazón late con fuerzas y quiero gritar, pero ella coloca su mano contra mi boca evitando que pueda hacerlo.

—No seas una chica mala que acabo de llegar, querida.

Con su mano libre retira el pasamontañas de su rostro. Su bello rostro. No es la primera vez que lo veo bajo la oscuridad de la luna, pero si donde lo veo tan de cerca. Sus facciones son delicadas, tanto que antes pensarías que es una princesa y no una criminal. Su piel es pálida y su cabello es igual de negro que el carbón.

—Ahora retiraré la mano, pero si se te ocurre gritar habrá consecuencias ¿Lo has entendido?—una sonrisa juguetona está dibujada en su rostro. Le divierte tenerme bajo su control—Asiente sí lo has entendido.

Odio seguir sus órdenes, me repugna, pero es lo único que puedo hacer si quiero seguir con vida. Asiento y ella retira la mano sin borrar su estúpida sonrisa.

—¿Me has seguido?

—Te echaba de menos—sonríe pasando la palma de su mano por mi mejilla. Aún está encima de mí—Hoy no has venido a detenerme. Ha sido aburrido que no vinieras, tus compañeros son unos inútiles.

Su voz muestra diversión. Me da ansiedad no poder moverme. Me siento indefensa y sé que ahora lo estoy.

—No me avisaron.

—¿No? Qué malos compañeros tienes—dice haciendo un puchero como si fuera una niña pequeña—Te habrías divertido, uno de los rehenes no dejaba de llorar.

Muerdo mi labio inferior. No quiero escucharla, sus palabras me dan asco. Odio a las personas que disfrutan del dolor ajeno. Quiero que se calle.

—El rubito y el pelirrojo estaban muy asustados—una risa sale de sus labios—Podría haberles disparado, pero lo dejé pasar porque sabía que eran tus compañeros. Deberías darme las gracias.

—Eres un monstruo. Nunca te daré las gracias por nada—digo con rabia.

—No estás en esa posición, inspectora. Por mucho que te duela ahora mismo eres mi marioneta ¿Acaso no lo entiendes?

Antes de que pueda continuar escupo en su rostro como respuesta. Ella gruñe ante mi acción y coloca una de sus manos en mi cuello haciendo presión.

—Veo que quieres jugar.

Ella pasa su propia lengua por sus labios en un gesto retorcido y ríe. Me pregunto cómo alguien de aspecto tan inocente y puro puede llegar a ser así.

—Dame las gracias o muere.

Ella me dedica una sonrisa y la presión en mi cuello aumenta. No puedo moverme. Mis piernas están inmovilizados por su cuerpo y mis brazos atrapados. Noto que me quedo sin oxígeno incluso para hablar. En un instante comienzo a verlo todo negro y pienso que voy a morir hasta que de pronto la presión desaparece e intento respirar.

—Inspectora, que orgullosa eres—ella suspira molesta—Tienes la suerte de que me gustan las personas con orgullo.

No hablo, aún sigo recuperando el oxígeno, pero algo en toda la situación hace que no tenga miedo de ella a pesar de haber estado a punto de matarme.

—Por cierto—ella acerca su rostro al mío y hace que me quede inmóvil—Feliz cumpleaños, Kyouka Jirou—susurra en mi oído y lame el lóbulo de mi oreja.

Un escalofrío recorre mi cuerpo ante su contacto. Ella aleja su rostro sin apartar la mirada de mí esperando a que diga algo, pero mi voz tiembla.

—¿Cómo lo sabes?

—Es fácil acceder a tus archivos con la tecnología de hoy en día—admite con orgullo.

Pensar en que ella seguramente lo sepa todo sobre mí con solo haber mirado unos archivos me hace querer gritar. Es mi vida privada. Ella niega con la cabeza antes de que pueda hacer algo arriesgado.

—¿Soy la única que te ha felicitado, verdad?—pregunta con pena. No logro descifrar si es fingida o no.

Tiene razón, pero me niego a contestar. Ella suspira ante mi silencio. Estira su mano y pasa uno de sus dedos por mi brazo haciéndome caricias.

—Vamos, admítelo. Soy la única que se ha acordado de que hoy es tu cumpleaños—ríe por lo bajo.

—¡Tienes razón!

No me lo guardo más y suspiro. Me siento decepcionada conmigo misma porque en el fondo sé que me alegra que ella me haya felicitado. Me hace vomitar solo pensarlo, pero su contacto es cálido y me agrada.

—Te he traído algo.

Una sonrisa se dibuja en sus labios y veo que se levanta. Mis piernas quedan libres e intento moverme, pero antes de que pueda hacerlo me las inmoviliza de nuevo con otro par de esposas.

—Es de mala educación hacer eso—dice negando con la cabeza—Estate quieta.

Trago saliva cuando la veo coger algo de su mochila. Puede ser cualquier cosa, un arma, drogas o incluso peor.

—¡Sorpresa!

Me sorprendo al ver una tarta de cumpleaños en sus manos. No sé qué decir, ni que hacer, pero a ella parece divertirle la situación o incluso peor, parece estar cómoda. Deja la tarta sobre mi estómago y se sienta a mi lado, cogiendo la silla de mi escritorio para estar más cómoda.

—¿Tienes té? Es un crimen no tomar té cuando comes tarta.

—Sí, en el armario trasero de la cocina. Primera planta.

Necesito distraerla. Ella sonríe animada. No parece preocupada. A pesar de mis pensamientos no puedo escapar. Las esposas me apretan.

—Ahora vuelvo. No empieces la tarta sin mi ¿Entendido?—suelta una carcajada ante su propia broma.

Cuando se marcha sonrío con amargor. Estoy completamente inmóvil y estoy pasando mí cumpleaños con la persona que más odio, que además, es una criminal con complejo de superioridad. Ella no tarda en volver con dos tazas humeantes que deja sobre una mesa cercana.

—Es de chocolate, espero que te guste—dice empezando a cortar el pastel—A mí me encanta el chocolate, sobre todo el suizo. Es una delicia ¿Has ido alguna vez a Suiza?

—¿Por qué no me matas de una vez?

No quiero morir, pero no son pocos los criminales que intentan ganar confianza con su víctima y luego la matan por placer. Quiero acabar cuanto antes. Ella no dice nada, solo sonríe pinchando un trozo de pastel con delicadeza.

—Abre la boca. Vamos, no está envenenado.

Me siento ridícula, pero necesito que conteste y hago caso. Abro la boca y ella introduce el trozo. Aunque no quiero admitirlo está delicioso. Mi estómago pide más, pero me niego.

—¡Contéstame!

—Me gustas, no voy a matarte.

Su sonrisa cambia. Parece incluso dulce. No sé que pensar ante lo que dice. No tiene lógica. Ella es una criminal. Está loca. Pero entonces yo también lo estoy.

—Además, no soy una asesina—sonríe introduciendo un trozo de pastel en su boca para después tragar—Me gusta robar y divertirme, pero nunca mato a nadie.

—¡Torturar es peor, tener gente que mate por ti es peor! ¡Sigues teniendo las manos manchadas de sangre!

—¿Peor que la muerte? No lo creo.

La he visto muchas veces en acción. Teniendo rehenes. Amenazándoles a punta de pistola sin borrar esa sonrisa burlona de su rostro. Pero tiene razón, nunca ha matado a nadie, pero ha hecho cosas igual de malas. Peores.

—¿Qué quieres de mí entonces? ¿Vas a torturarme? ¿Me vas a robar? ¡No aguanto más estas esposas!

—Calma. Si te pones nerviosa es peor.

A pesar de su voz calmada no me calmo en absoluto. Ella se levanta y coge su taza de té dándole un sorbo.

—Este té es horrible ¿Tan poco ganas siendo policía?—pregunta con una mueca dejando su taza—Esto sí que debería ser ilegal.

—Quítame las esposas.

Me siento ansiosa. No aguanto más el metal contra mi piel haciéndome fricción. Quiero liberarme, pero sé que ella no lo hará.

—Sabes que no puedo hacer eso—susurra—Si lo hago me atacaras o peor ¿Acaso quieres que me detengan? Un rostro tan bonito como el mío no quedaría bien en una prisión.

—¿Entonces por qué decidiste ser criminal?

Mi pregunta parece sorprenderla y borra por unos segundos esa sonrisa irritante de su rostro.

—¿Decidirlo?

Ella suelta una carcajada y sus ojos oscuros se clavan en los míos.

—La sociedad está podrida. Robar o morirse de hambre ¿Tú que habrías elegido?—me pregunta colocando sus manos en mis muñecas dejándome aún más acorralada—Tus padres son músicos, siempre tuviste dinero. Tú te hiciste policía porque querías ser una heroína. Tu vida siempre ha estado resuelta ¡Yo lo hice para sobrevivir!

Su ceño se frunce y su respiración está agitada. Parece darse cuenta y vuelve a su sonrisa de siempre soltándome las muñecas con rapidez.

—Eso no justifica todo lo que has hecho.

Puedo ver su dolor, pero no hay vuelta atrás. Debe pagar por lo que ha hecho y mi deber de atraparla sigue en pie a pesar de lo que pudiera sentir.

—Lo seguiré haciendo hasta que me atrapes—sonríe colocando un mechón de mi cabello detrás de mi propia oreja—Así que te estaré esperando y si me veo en apuros no tendré más remedio que atacar.

—Te atraparé.

Mi voz es firme. Ella no dice nada al respecto. Solo mira el resto del pastel y se levanta con elegancia.

—Antes de irme pide un deseo. Los veinticuatro no se cumplen cada día.

Su sonrisa juguetona me pone nerviosa y asiento. Pienso bien que decir. No sé que quiero realmente, pero puede ser mi oportunidad para conseguir algo de información.

—Quiero saber cuál es tu nombre.

—¿Mi nombre?—pregunta cruzándose de brazos—No te servirá de nada. Me he asegurado de que no haya nada de información sobre mí en ningún lugar de este mundo.

Lo suponía, pero aun así quiero saberlo. Sin quererlo me atrae la idea de saber su nombre después de tanto tiempo.

—No me importa.

—Está bien, pero podrías haber pedido algo más divertido aprovechando que estás esposada—sonríe y se acerca a mí.

No pienso caer en sus juegos así que me mantengo firme hasta que ella decide hablar de nuevo.

—Momo—su mirada se mantiene fija en mí como si fuera un animal salvaje acechando a su presa—Momo Yaoyorozu.

Es un nombre bonito, eso es lo primero que pienso. Su apellido no es común y no lo relaciono con nada en específico. Por alguna razón me siento bien de saber su nombre y de dejar de llamarla por alguno de esos apodos.

—No te pega ese nombre.

—¿Verdad?

Veo como coge su mochila y deja la comida restante sobre la mesa. Yo la miro alarmada. No puede dejarme aquí esposada, pero sabe que si me suelta podría correr peligro.

—¿No vas a dejarme aquí, no?

—Te quitaré todas menos la de un brazo. Eres policía, no debe de ser muy difícil quitarte una esposa con tus dos piernas y un brazo libre ¿Verdad?—sonríe—Ambas sabemos que eres ágil.

Ella bromea y yo gruño para mis adentros. Sin embargo, es mejor que nada. Ella me quita las esposas de mis tobillos y muñeca. Al hacerlo puedo moverme un poco, pero no lo suficiente.

—Dulces sueños, inspectora. Si tienes suerte podrás soñar conmigo.

Antes de que pueda hacer nada al respecto se marcha por la ventana de mi habitación mientras intento desesperadamente quitarme la esposa restante de mi muñeca.

Ha sido una noche larga y no puedo volver a dormirme pensando en ella, porque la verdad es que ella ha estado en mis pensamientos desde que la conocí y no he podido hacer nada por evitarlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro