Capítulo 23
•JESÚS OVIEDO•
La miro y una lágrima desciende por mi mejilla a velocidad de vértigo.
-Te lo juro pequeña -sonríe tiernamente
-¿Has hablado con el médico verdad? -asiento y su mirada se entristece
-Todo está bien -acaricio su mejilla
-¿Seguro? -asiento- ¿no vas a irte de mi lado por tener una anomalía en mi corazón? -niego mientras sonrío
-Mi corazón me guía y quiere que esté a tu lado -esboza una sonrisa
Me siento en la camilla y la abrazo con fuerza pero sin hacerle daño.
-Prométeme que nunca me dejarás sola -susurra en mi oído
-Te lo prometo pequeña -la miro a los ojos
Tocan la puerta y su padre entra.
-Me alegra verte sonreír de nuevo -dice desde la puerta
-Vaya, me sorprende que quieras verme feliz
-La gente cambia con las situaciones -añade él
-Has cambiado porque estoy enferma, no por gusto -contesto sería
-No te alteres por favor -agarro su mano
-Quiero que se vaya -me pide
-Iballa por favor, no lo hagas más difícil -le suplico
-¡Quiero que se vaya! -grita y suspiro
-Salga por favor, no quiero que empeore su situación
-Yo tampoco -se marcha
-No deberías de tratarle así
-Ha querido alejarme de ti, ¿y ahora pretende que le trate bien? No Jesús
-Creo que estás siendo demasiado dura con él
-¿Por qué le defiendes? -suspiro
-He hablado con él y hemos llegado a un acuerdo. Quiere verte sonreír pequeña, no quiere que empeores y créeme que yo tampoco lo deseo, quiero que estés bien, simplemente eso, vamos aprovechar la oportunidad que nos está dando de ser felices, y esta vez, juntos
-Pero ¿y si mejoro y cambia de opinión? ¿Y si quiere volver a separarnos?
-No creo que lo haga, simplemente porque no quiere verse obligado a ver también a su hija postrada en una camilla. Sería muy doloroso y dañino, tanto para él como para mí -suspira- confía en mí pequeña
Acaricio su mano dulcemente y esboza una pequeña sonrisa, me encanta ver esa sonrisa marfil en su hermoso rostro, me llena de felicidad.
Me acerco ella y pego nuestras frentes mientras nuestras miradas se encuentran. Beso la comisura de sus labios y se estremece.
-Echaba de menos esto -une nuestros labios en un cálido beso
-Si te soy sincero, yo echaba de menos estar a tu lado -digo sobre sus labios
-Te quiero -musita
-Y yo a ti pequeña -acaricio sus mejillas dulcemente
La observo el tiempo suficiente como para saber que ella es la que mi corazón necesita, que es ella la única que despierta infinidad de sentimientos en mi interior y no cabe duda que a ella le sucede algo bastante similar.
-Sé que es pronto para decirlo pero eres el amor de mi vida -susurro rozando sus labios
-Gracias por hacer tanto por mí, por hacerme sonreír, y sobre todo -se queda en silencio- gracias por ser el aire que me ha dado la vida -sonrío
-Por cada lágrima viva que has derramado por mí, gracias por cada beso incendias la Luna -canto en su oído
Me mira fijamente a los ojos, podría decirse que clava su mirada en mí y sonríe. Su rostro angelical me produce tanta ternura, es una chica tan frágil, tan indefensa, cualquier chico estaría dispuesto a introducirse dulcemente en el caos por una sonrisa tan deslumbrante como la suya, bueno, al menos yo.
-¿En qué piensas? -la observo con dulzura
-En que tu sonrisa ilumina mi vida y pasa de ser un día gris, a ser más bonito que el mismísimo arcoiris -sonríe levemente
•IBALLA GONZÁLEZ•
Es tan tierno, mi corazón no se equivocó al elegirle, sé que es el indicado y no creo que haya nadie que pueda superarle.
Tocan la puerta y entra el doctor.
-Buenas tardes señorita González, vengo a darle el alta -Jesús sonríe- pero antes de que se altere, decirle que tiene que tomar medicación para erradicar esa pequeña anomalía, solamente le pido que cumpla con las horas y se lo tome muy en serio, y también procure no coger más nervios de lo necesario, ya que más estrés podría empeorar su salud gravemente
-Cumplirá doctor, yo me encargarė de eso -sujeta mi mano
-Está bien, pues ya puede vestirse y salir a firmar el alta -se marcha y le abrazo
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