•IBALLA GONZÁLEZ•
Estaciona unos metros más atrás y se baja un chico alto, lo observo detenidamente y me mira, giro la cabeza tímida y me dirijo a mi casa.

Aumento el ritmo del paso pero no sirve de nada, agarra mi mano y me giro bruscamente.

-¿Quién eres? -digo borde

Se quita las gafas de sol y miro sus ojos, su rostro, todo.

-J..Jesús -una lágrima desciende por mi mejilla a gran velocidad

-¿Me echabas de menos? -le abrazo con fuerza

-No sabes lo mucho que te he extrañado, te he necesitado tanto -sollozo en sus brazos

-Yo también te he extrañado pequeña -besa mi frente

-Menos mal que ya estás aquí -digo suspirando aliviada

-¿Por qué pequeña? ¿pasa algo? -sale mi padre y lo mira serio

-Buenas tardes -dice borde

-Buenas tardes señor -saluda Jesús

-Ya era hora de que volvieras

-Papá, por favor -le doy las llaves y va al coche

-¿Pasa algo? -asiento a regañadientes

-Básicamente no te quiere cerca de mí, ya sé todo Jesús -agacho la cabeza- sé que eres cantante pero no entiendo porqué me lo has ocultado, pero bueno el caso es que tengo que irme al hospital

-¿Estás bien? -dice con tono de preocupación

-Mi madre está ingresada Jesús, ya lleva un par de días, y cuando más te necesitaba, no estabas a mi lado

-¿C...cómo? -tartamudea

Mi padre toca el claxon y dirijo mi mirada hacia el coche, me hace un gesto con la mano para que vaya y suspiro.

-Más tarde hablamos -beso su mejilla y me subo al coche

Me pongo el cinturón de seguridad y seguidamente miro por los retrovisores, él sigue allí, inmóvil, parado en el mismo sitio, ¿por qué aparece de repente si ya sé toda la verdad? Ya conozco su oficio, lo único que desconozco es porqué me lo ha ocultado. He intentado buscarle una respuesta clara y concisa, pero sinceramente no lo consigo.

Llegamos al hospital y me dirijo a la habitación, la puerta está abierta, la cama está completamente hecha y mi madre no está; los nervios comienzan a apoderarse de mí, siento una gran presión en mi pecho, una presión que aprieta a más no poder y asfixia y me siento en el suelo agarrándome de la puerta por falta de aire.

«Ella no está, no está».

Escucho diversas voces articular mi nombre una y otra vez, sin cesar, me duele la cabeza, la presión en el pecho sigue vigente en él, sigue asfixiando, todo está borroso, nuevamente él no está a mi lado, todo está en mi contra.

-Está tardando en despertar -susurra a su compañera

Noto un olor fuerte rozar mi nariz, es alcohol. Lentamente abro los ojos pero sigo viendo borroso. Me llevo la mano a mi pecho y ese dolor, esa presión tan fuerte ha cesado.

-Dios, menos mal, no podría teneros a las dos ingresadas -dice mi padre

-¿Y mamá ? -digo rápidamente

Señala la habitación y sollozo.

-Estaban haciéndole las pruebas pertinentes

-Disculpe señor, si no le importa vamos a hacerle una prueba a su hija para averiguar si la pérdida del conocimiento ha sido por algo en concreto o simplemente por estrés y preocupación -él asiente

Me ayudan a ponerme en pie, me agarran y comenzamos a caminar despacio.

-Esperen -miro a mi padre- llama a Jesús, por favor -suplico- por favor papá, lo necesito -asiente a regañadientes

Me llevan a hacerme las pruebas, sinceramente no sé porqué me he desmayado, nunca me había pasado algo así.

•JESÚS OVIEDO•
Llego a casa y a mi madre le sorprende que esté allí. Dejo la maleta en mi habitación y almuerzo con ella mientras hablamos de diversos temas.

Escucho sonar mi móvil y lo cojo al ver que es un número desconocido.

-¿Eres Jesús Oviedo?

-Sí, ¿quién es? -pregunto esperando una respuesta