9. Hacer las paces
Mientras me retiraba de la habitación de seguridad, Hyuk comenzó a gritarme más razones por las que no debería subir. Una de ellas era que yo no tenía ni una sola arma.
Tenía aquel desodorante con el encendedor, listo para prender fuego a cualquier monstruo. Pero era cierto que necesitaba algo más.
Por suerte, había tenido el arma entre ceja y ceja en cuanto llegó.
Así que me dirigí a buscarla y la encontré con su dueño.
—¡Hola, Jayhun! ¿Cómo estás?
Mi lógica era esta: él tenía dos katanas. Una era más que lo necesario para protegerse y utilizar dos a la vez sería casi imposible. Así que... Podría prestarme una. Al menos las veces que yo tuviera que subir, así podría defenderme.
Mi emoción fue extrema cuando me dijo que sí y me la dio con funda y todo. Hasta me enseñó un poco sobre cómo usarla.
Cuando Hyuk me vio con la katana, casi se le cae la mandíbula al suelo. Fue realmente muy divertido.
Creo que por eso ahora estaba todavía más enojado, porque le estaba demostrando que yo tenía razón y él no.
Estuvimos en silencio dirigiéndonos hacia las escaleras. Él abriendo y cerrando los puños y todo eso.
Entonces escuchamos.
—Oye, espera. Eres mafioso, ¿no?—Sonaba a la señora de la guardería—. Hacen lo que sea por dinero. Te doy lo que tengo pero ayudame a salir de aquí. —Se escuchó un forcejeo—. Pero...
Al doblar en ese pasillo, vi que mi padre se alejaba en la misma dirección a la que nosotros íbamos.
—Muevete —le exigió al guardia de la puerta, el que custodiaba que nadie subiera o bajara sin que supiéramos.
—No... No puedes entrar... —contestó suavemente y entre tartamudeos.
Vaya, al parecer mi padre sí que impone mucho aquí.
—Que pase —soltó Hyuk en cuanto llegamos.
—¿Está bien? —dudó el guardia.
—No podemos detenerlo —respondió Hyuk.
—¿Qué haces? —le dije a mi padre. Él volteó a verme.
—Tú subes, yo subo —se limitó a responder—. Ese fue el trato.
No, no habíamos hecho ningún trato. Fue una promesa. Y tampoco fue esa.
Puse los ojos en blanco, pero no dije nada.
—Es que no debería... —comenzó a decir el guardia, pero se calló cuando mi padre comenzó a tirar la barricada y abrir la puerta.
—Tal palo, tal astilla —murmuró Hyuk cuando mi padre cruzó las puertas.
—Til pili til istilli —susurré de malhumor.
Hyun estaba por avanzar hasta que el chico de anteojos lo detuvo.
—Espera —dijo y luego le susurró algo al oído.
Yo sabía muy claramente qué era. Justamente era esa mi razón para subir, aunque él no lo supiera. Pero sí me extrañaba que no se hubiera dado cuenta.
Para Hyuk, la prioridad era Dusik, el ingeniero del piso 14. Sí se complicaba, la orden era dejar a los niños.
Para mí, todos eran prioridad. Yo subía para encargarme de que la señora y los niños también llegaran aquí abajo, sanos y salvos.
Hyun-Soo pareció perturbado al descubrir la orden de Hyuk, pero aún así avanzó y cruzó las puertas hacia las escaleras.
Yo lo seguí, pisando «sin querer» a Hyuk y golpeándolo, también «sin querer» con la funda de la katana.
Lo oí maldecir a mis espaldas.
—Espero al menos te concentres y logres cuidar de Hyun-Soo, ya que te preocupas tanto por él —murmuró molesto.
Oh. Entonces a eso creía que yo iba a hacer... Cuidar a Cha.
No, para nada. Yo sabía que él podía cuidarse solo, aunque sí siento que debería haber un líder que verifique que la misión vaya por buen camino.
De todas formas, ¿Por qué le disgustaba tanto que subiera por Hyun?
—Claro, lo traeré sano y salvo —murmuré divertida, solo para molestarlo.
En el camino, nos encontramos con un monstruo y pudimos contra él entre todos. Desde ese momento. Hyun comenzó a comportarse extraño. A veces sus ojos se ponían totalmente negros y actuaba muy diferente, pero se le pasaba bastante rápido. Hasta que llegamos a un piso en donde él se asomó por la puerta que llevaba a los departamentos.
—Oye, creo que hay un monstruo ahí. Matémoslo. Podemos matarlo. —Entonces volteó y nos miró—. ¿Tienen miedo?
Tenía una sonrisa escalofriante en el rostro.
Papá se encargó de él. Lo agarró por la ropa, lo lanzó hacia la barandilla y le golpeó en el estómago. Yo hice una mueca, pero no me interpuse. Sí eso funcionaba, sería nuestra mejor herramienta para cuando a Hyun le dieran esos... ataques.
Entonces, Hyun volvió a la normalidad. Su cara expresaba confusión y miedo, sus ojos eran blancos con sus iris cafés de nuevo, no solo una pupila gigante.
La puerta había quedado abierta, todo el piso lucía en llamas. Era imposible que entraramos ahí, pero de la nada una mano salió, agarró a mi padre de la cabeza y se lo llevó.
—¡Papá! —chillé.
—¡Señor! —gritó Hyun.
Corrimos dentro del piso, buscándolo. Era difícil ver entre la oscuridad, el humo, las llamas y mi desesperación. Perdí a papá y al monstruo de vista, pero todavía tenía cerca a Hyun, hasta que algo pasó tan rápido que no llegué a distinguir qué era. Entonces se detuvo a unos metros de nosotros y lo vi: un monstruo. Tenía aún forma humanoide, pero grandes músculos, especialmente en las piernas, del mismo tejido que tenían los demás monstruos. No parecía ser el que se llevó a mi padre, que por lo que alcancé a ver, tenía unas manos gigantes.
Este golpeaba las paredes y las destruía a medida que pasaba, dejando polvo a tras de sí. Y cuando se nos volvió a acercar, Hyun-Soo me apartó, alejándome, supongo que para protegerme y que el monstruo solo lo atacara a él. Yo aún estaba algo desconcertada por todo, pero atiné a ponerme en posición defensiva con la katana. Pero el monstruo siguió de largo, ignorándonos.
Fue ahí que Hyun se apresuró a tomarme de la mano y llevarme lejos. Seguimos nuestro camino buscando a mi padre.
Entonces oí voces. Murmullos.
—Tenga cuidado. —Sonaba a una chica.
—¿Quién es? —Ese parecía ser un hombre.
Nos acercamos más y fue cuando los vimos. Un hombre mayor y una chica joven, que nos apuntaba con una ballesta... Pero al reconocer que no éramos monstruos, la bajó.
Luego nos fijamos en que en el piso se encontraba un monstruo muerto, probablemente a causa de la chica de la ballesta. Y... Era el mismo que se había llevado a mi padre, con las manos grandes y los brazos largos. Mi padre yacía inconsciente justo a su lado.
—Appa… —murmuré, apunto de tirarme sobre él para ver cómo estaba.
Hyun me lo impidió, supongo que quería evitar que me cayera en pedazos sí estaba muerto... Pero por suerte, la chica desconocida se agachó a su altura y le tomó el pulso.
—Aún esta vivo —sentenció.
—¿Entonces el monstruo lo dejó vivo? —dijo el hombre, incrédulo.
Miré hacia unas puertas abiertas que se encontraban detrás y pude ver todos los cadáveres... Tantos cadáveres... Tantas personas asesinadas por ese monstruo.
Y mi padre habría podido ser uno de ellos.
—¿Qué hacen? —La chica nos sacó de nuestro ensimismamiento hablándonos y luego le hizo una seña a Hyun para que le ayudase a cargar a mi padre, pero yo me interpuse y la ayudé. Al fin y al cabo, era mi padre. No el de Hyun-Soo.
Entramos en un apartamento, que supuse debía ser de ellos. Tal vez eran abuelo y nieta. O padre e hija.
Recostamos a mi padre en el suelo mientras la chica se ponía a buscar un botiquín de primeros auxilios y el señor escribía algo en un cuaderno.
Papá no tardó nada en despertar, pero no estaba de buen humor, y sin duda, parecía más arisco y desconcertado de lo normal. Intentó ponerse en pie solo.
—Pá, no creo que debas levantarte aún... —murmuré, pero me ignoró y siguió intentando levantarse de todas formas.
—¿Ya estás consciente? —La chica se dirigió hasta nosotros con el botiquín y se posicionó a su lado. Lo tomó del brazo y él la apartó bruscamente.
Tal vez debí haberle advertido a la ella sobre cómo era él...
—Estoy bien —dijo al soltarse y logró levantarse por fin.
—Claro que no, dejaste de sangrar, pero sigues herido —refutó ella, pero él la ignoró y se largó de allí sin decir una sola palabra más—. ¿Lo dejaremos ir y ya? —dijo mirando al señor que la acompañaba.
—No te preocupes por él. Se ve que podría con un tigre él solo —le contestó.
Sin dudas.
Y yo podría dejarlo irse solo. Pero no.
—Lo lamento mucho —me disculpé—. Gracias por todo, pero tengo que... —señalé por donde se había ido mi padre y luego de una pequeña sonrisa educada, salí corriendo.
Seguí corriendo porque ya no lo veía por ningún lado, por un momento creí haberlo perdido para siempre, hasta que un ruido me alertó. Un portazo.
Ojala fuera él, porque sino iría derecho a la boca del lobo.
Continué mi camino hacia de donde creí que vino el ruido y al doblar en un pasillo lo vi entrando en una habitación con puerta roja. Me dirigí hacia allí en silencio y lentamente. Algo curiosa, pero también temerosa. ¿Qué buscaba allí él?
Al entrar detrás suyo sin que me notara, vi una cortina de plástico y luego, lo que llaman un cuarto oscuro, de esos con luces rojas donde revelan fotografías de cámaras. Observé a mi padre para buscar una explicación en su rostro, pero solo vi que parecía muy perturbado y perdido.
—Que infeliz —murmuró, su voz desprendía ira y odio puro.
Miré a mi alrededor confundida.
—¿Papá? ¿Qué es este lugar? —interrogué.
—Hana... —susurró mirándome, como si nunca antes me hubiera visto. Entonces me abrazó, apartándome de todo aquello y enterrando mi rostro en su pecho para que no viera, pero ya era tarde, me había fijado en cada imagen a detalle. Todo dio vueltas. Mi estómago se revolvió. Creí que iba a vomitar—. No deberías estar aquí, ¿por qué me seguiste?
No respondí porque parecía que era más un pensamiento de él dicho en voz alta, que una pregunta para mí.
Me alejó de allí y se apartó de mí una vez que estuvimos afuera.
—Iré... Voy a encargarme de esto, ¿sí? Espérame aquí. ¿Ok? —Ante sus palabras yo asentí, algo aturdida y muy perturbada.
Era pedofilia. Y mucho más que eso. Tantas cosas que lo hacían peor... Y traumático.
Todas esas fotos de niñas maltratadas, secuestradas, abusadas...
Llevé una mano a mi boca para evitar las náuseas, miré por el pasillo hacia el balcón del edificio y luego al cielo, tratando de pensar en otra cosa. Pero no podía. Era horrible.
A pesar de que había muchísimas fotos del tipo con niños, como sí fuera su maestro, no lo reconocí de antes porque la única vez que yo lo había visto, él tenía su rostro golpeado, ensangrentado e hinchado por los golpes.
Pero sabía que era el mismo hombre.
Esa era la razón por la que mi papá había usurpado aquel departamento en donde nos habíamos estado quedando, la razón por la que tenía a un tipo secuestrado y torturado.
Era un pedófilo y él lo había estado buscando...
Porque sabía que papá a veces se encarga de casos que la policía no lograba resolver, casos por los que le pagaban personas desesperadas, casos que lo obligaban a hacer cosas nada legales para resolverlos y este debía ser uno de ellos.
Cuando papá salió, vi humo a sus espaldas antes de que cerrara la puerta tras de sí. Me tomó por los hombros y me guío hacia el centro del piso de nuevo, por donde vinimos.
Ya de nada servían esas fotos, ni siquiera de prueba porque estamos en el fin del mundo y... no hay nadie a quién dárselas, y probablemente pronto no haya nadie a quién acusar.
—¿Estás bien? —me preguntó posicionándose frente a mí y tomándome de los hombros con cariño. Volví a asentir—. Bien, bien... Bueno, yo... necesito hacer algo. ¿Sí? —Tragué saliva y volví a asentir en silencio—. Quiero que mientras, vayas por los niños esos que vinimos a buscar y los protejas.
—¿Sabías que vine por ellos? —Por fin fue capaz de hablar.
—Te conozco mejor de lo que crees —murmuró dando una pequeña sonrisa torcida—. Ponte a salvo y ayúdalos, a todos... Yo iré a hacer eso que tengo que... —Suspiró—. ¿Estarás bien, niña? —Cambió el tema.
Volví a asentir en silencio. No me estaba gustando el rumbo de esta conversación.
Dio unos pasos para atrás, dio media vuelta para irse, luego volvió sobre sí y me abrazó, dudoso... como si no supiera ser cariñoso. Dejó un pequeño beso en mi pelo.
—Te... quiero —tartamudeó, entonces se separó y se fue sin volver a mirar atrás.
Papá nunca decía te quiero.
Un mal presentimiento me invadió y un nudo se formó en mi estómago.
Me quedé paralizada un tiempo hasta que logré reaccionar y fui a buscar a Hyun exactamente donde lo había dejado.
Ya estaba con los niños y el señor de la silla de ruedas.
—Tenemos que bajar, ahora —me límite a decir cuando llegué.
Todos me obedecieron y comenzamos el viaje de descenso hacia la primer planta.
Al llegar, no veía a nadie cerca. Empecé a buscar a mi padre y lo encontré en la puerta principal.
A su lado, había un cuerpo tirado, parecía muerto. Papá ni siquiera lo miraba, ni tampoco estaba enterado de que yo estaba allí, porque estaba muy ocupado desarmando la barricada para irse. Para dejarme.
Los vecinos murmuraban. Y así fue como me enteré de lo que hizo.
Lo mató a martillazos en la cara...
—Papá, lo prometiste —susurré, lo suficientemente alto para que me escuchara.
Mi voz pareció paralizarlo. No esperaba que yo llegara tan rápido, como para detenerlo o verlo huir de mí.
—Lo prometiste —repetí.
¿En serio volvería a abandonarme? ¿Y esta vez, de verdad? ¿Alejarse por completo de mí?
No se movió por un largo tiempo, así que me vi obligada a dar el primer paso. Y el segundo. Y el tercero. Y el cuarto. Y todos los necesarios para estar suficientemente cerca suyo como para susurrar y que nadie más nos oyera.
—¿De verdad me quieres aquí? —Suspiró—. ¿De verdad me quieres contigo? ¿Después de... eso? —Miraba de reojo al cuerpo del muerto.
Arrugué la nariz, pensativa.
—¿Crees que te voy a juzgar? —murmuré sorprendida y él negó.
—No merezco una hija como tú. No deberías vivir con un padre como yo... —siguió la conversación en voz baja para que los demás no nos escucharan.
—¿De qué hablas?
—No quería que me vieras así, que vieras lo que soy y lo que he hecho...
—Papá...
—Te voy a arruinar, como dijo tu madre, como hago con todo. No soy bueno, Hana... Ya lo has visto —soltó sin dejar de mirar en dirección del cuerpo.
—Eso no me importa. Eres mi padre. Y te quiero así —me sinceré.
Entonces fue cuando por fin se rindió. Dejó la cortina y giró. Me vio. Dio dos pasos hacia mi y se desplomó. Llegué a agarrarlo justo a tiempo, pero con mucho esfuerzo. Rápidamente alguien vino a ayudarme y agradecí mucho eso porque no iba a poder con él ni un segundo más, no sola. No vi quién había sido hasta que dejamos a mi padre en una cama descansando. Hyuk estaba al otro lado de la habitación mirándome fijamente.
Salí de la habitación sin decir nada. Miré a los vecinos que nos observaban aterrados o en shock por lo que mi padre había hecho. Había matado. Asesinado a una persona.
A un pedófilo, a un abusador, a un secuestrador, pero ellos no sabían esa parte.
Así que los ignoré. Por eso y porque sabía que nadie se pondría en contra de mi padre. Jamás. Le temían demasiado, así que no lo echarían o le harían daño alguno.
Además yo me quedaría del otro lado de esa puerta vigilándolo hasta que estuviera bien. Había vivido muchas emociones por hoy y también demasiado esfuerzo físico, así que era seguro que lo que él necesitaba era un descanso.
Apoyé el culo en el piso y la espalda contra la pared, sin dejar de mirar a los vecinos fijamente. Y antes de que pudiera decir nada, todos rompieron el contacto visual conmigo y se dispersaron rápidamente.
La puerta se cerró a mi lado y alguien se sentó en el suelo allí, junto a mí. No podría ser otro que Hyuk, así que no volteé a verlo.
—¿Estás bien?
—Sí —simplemente contesté, sin pensar.
—... Está bien sí no estás bien —murmuró.
—Estoy bien —volví a aclarar.
—No lo pareces.
Volteé hacia él con los ojos ardiendo en llamas que solamente no quemaban por apaciguarse con mis propias lágrimas.
Pero Hyuk ni siquiera me estaba mirando.
—¿Qué quieres que te diga? Si estamos en el maldito fin del mundo —rugí, harta, resaltando las últimas cuatro palabras—. Rodeados de monstruos, que en cualquier momento nos pueden matar, o hasta podemos transformarnos en ellos. Con mi jodido padre, que es un asesino, entre otras cosas, y que no confiaba lo suficiente en mi como para que le apoyase. Que estaba a nada de abandonarme aquí por eso.
Apreté los dientes y me mordí la lengua por hablar de más. Volví la vista al frente, el lugar se veía vacío, en silencio y sin movimientos.
—¿Puedes culparlo?
Odiaba lo calmada que sonaba su voz. Siempre tan controlado, tan calculador, tan frío.
—... No realmente —admití finalmente, calmándome.
—Creo que se sentía... se siente avergonzado por lo que hizo. Más no arrepentido. Así que no me sorprende que no pudiera siquiera mirarte a la cara luego de eso. ¿Quién podría luego de cometer un asesinato a sangre fría y del que no se arrepiente para nada?
—No es tan malo como parece. —Me vi en la necesidad de defender a mi padre.
—¿Tu padre? —Pude ver de reojo que arqueó una ceja ante mis palabras.
—El homicidio —respondí.
—¿No te perturba ni un poco que lo haya matado así como sí nada?
—... Supongo —Me encogí de hombros. Quisiera no pensar en eso.
—¿Pero? —Buscó una respuesta.
—Tú no tienes ni idea quién era ese tipo, las cosas que hacía.
Aparecieron flashes ante mis ojos. El cuarto oscuro, la luz roja, las fotos, las niñas, sus marcas...
Volvieron las náuseas y quise evitar el tema. Ni aunque me preguntaran se lo contaría a alguien.
—Tienes razón, no lo sé.
No quise seguir hablando de eso.
Esperé, esperé y esperé, a ver que decía él. Pero no parecía que fuera a interrogarme sobre el tema.
—¿Eso lo justifica? —dijo al final.
—Un poco —confesé.
—Bien —se limitó a decirme.
—¿Bien? —casi grazné, sorprendida con su respuesta, porque no pidiera saber la razón.
Me desconcertada que de decirle que el tipo se lo merecía, Hyuk simplemente lo aceptara. Como si pensara como yo, aún sin saber la verdad. Como si confiara en mí como para no interrogarme más...
Y como sí porque yo pensaba que él se lo merecía, entonces su muerte ya no importaba... Y es que no lo hacía, su muerte no importaba justamente por la clase de persona que era, o al menos, su muerte no importaba tanto. ¿Pero por qué Hyuk lo aceptaba tan fácil? ¿Sin ni siquiera saber qué hizo realmente?
—Sí dices que lo mató por una buena razón, te creo —se justificó.
—¿Por qué? —interrogué.
—¿Por qué no lo haría? Eres mi colíder —simplemente dijo. Odiaba que fuera un hombre de tan pocas palabras. Yo necesitaba más, que dijera más, que explicara más, que me hablara más. Queria entenderlo. Era un código indescifrable, pero yo estaba dispuesta a rebanarme los sesos por descubrirlo completo.
—¿Sí? ¿Lo soy? ¿Desde cuándo? —hablé incrédula y divertida.
—Desde siempre, pensé que ya lo habías notado.
—Nunca lo aceptaste —admití. Yo siempre había asumido que éramos colíderes, incluso sí él no pensaba lo mismo. El grupo de sobrevivientes del edificio dependiente de ambos por igual.
—Eso es mentira, una vez ya lo dije —me recordó.
—Pensé que solo era por tu conveniencia —me sinceré.
—No es así, eres bastante... apta para el puesto. Al menos lo más apta que hay por aquí.
Me crucé de brazos y bufé.
—No se te vaya a caer la lengua por hacerme un cumplido. No agradeceré eso que no vale ni dos wones —me quejé.
—La idea no fue hacerte un cumplido.
—¿Seguro? Yo creo que sí.
—Puedes creer lo que quieras.
—Vamos, puedes hacerlo mejor... —insistí y me atreví a mirarlo. Veía su perfecto perfil. Los lentes descansando suavemente sobre el puente de su nariz, su oscuro cabello separado a un lado y cayendo un poco sobre su frente, sus ojos fijos en la distancia, su piel tan tersa y su boca prominente y ligeramente abierta.
—… ¿Qué quieres que diga? —soltó finalmente, rindiéndose ante mí, dejándose llevar.
—Mínimamente una buena característica mía. Tengo muchas, simplemente elige una y dila en voz alta. No es muy complicado, ¿o sí?
Creí atisbar que una de sus comisuras se elevaba ligeramente, pero tal vez solo fue un tic o imaginación mía. No creía que Hyuk fuera capaz de sonreír de verdad.
—¿Cómo qué? Hay tantas que es difícil elegir.
—¡¿Qué?! ¿Estás siendo sarcástico? —chillé ofendida y me vi obligada a darle un codazo, aunque en mi rostro había plantada una sonrisa—. ¿Tan difícil es para ti ser un buen colíder y darme un cumplido?
—Eres... —comenzó diciendo, pero pasó un buen, buen rato, un rato largo, pensando.
—Me estoy ofendiendo —hablé cortando aquel horrible silencio.
—Eres... eres... eres... —repitió aún pensando, y yo estaba a nada, a realmente nada, de golpearlo duro—. Eres leal —dijo finalmente.
—Uy, gracias por eso, debió ser muy difícil para ti, ¿eh? —hablé, nada contenta.
—Creo que le arrancarías el corazón a cualquier persona con tus propias manos para proteger a los que quieres. No importa la gran amenaza que sea, la enfrentarás por ellos.
El aire se me salió del pecho con sus palabras.
… y sí, fue un buen cumplido.
—Y eres lista. Muy lista. Y además piensas rápido, lo que es un plus.
Quise decir algo, aunque ya ni siquiera recuerdo qué era, pero él siguió hablando y yo no tuve tiempo ni de suspirar.
—Y eres confiable. Por eso eres mi colíder —finalizó y volteó hacia mí, por lo que quedamos enfrentados—. ¿Me olvidé de algo?
Sentí que mis manos sudaban demasiado así que las froté contra mi ropa sobre mis muslos.
—Y bonita —agregué, lista para romper aquel momento de sinceridad de su parte. Yo provoqué esto y ahora estaba siendo demasiado para mí. Así que quería que pusiera los ojos en blanco, se molestara y se alejara a hacer lo que sea que hace cuando no está conmigo.
Pero entonces, inesperadamente, su pecho vibró, causando que un extraño sonido grave brotara de su garganta. Volvió a mirar al frente, pero yo seguía tensa y anonadada viendo su reacción. Admirando su reacción. ¿Él realmente estaba riendo?
Sí, estaba riendo.
Ya no recordaba el contexto de la conversación, ni lo que había dicho para que reaccionara así. Sí lo hubiera hecho, me hubiera ofendido, pero en vez de eso, quería repetirlo para que volviera a suceder.
Sí, Hyuk reía. Sus comisuras por fin se habían levantado y fue gracias a algo que dije.
Mi cuerpo reaccionó por sí mismo, creando un gran cosquilleó en mi estómago que me obligó a cruzar los brazos de nuevo, como sí así pudiera protegerme de esas sensaciones corporales involuntarias.
Su risa fue bajando hasta desaparecer, y él comenzó a asentir mientras volteaba al frente de nuevo, pero no por eso mi corazón dejó de agitarse descontrolado.
—Y bonita —confesó.
Lo dijo. Y ya no reía como si fuera un chiste. Y asentía como sí fuera una verdad indiscutible. Como si fuera demasiado obvio como para negarlo. Y no había ni un solo gramo, ni una sola pizca de sarcasmo en él en aquel momento.
—Por eso te creo —siguió diciendo.
—¿Qué? —tartamudeé, confundida.
—Que porque eres confiable y leal te creo. Sobre tu padre y ese otro sujeto.
—Ahh —murmuré, aún algo pérdida. No había repetido eso de que yo era también protectora y bonita. Porque no era necesario serlo para que me creyera, no tanto como confiable y leal. ¿No? No lo dijo de nuevo porque no era necesario, pero eso no significaba que ya no lo pensara o se retractara, ¿no?—. ¿Así que me crees cuando digo que ese tipo se lo merecía?
—Sí, confío en tí... Además no es tan importante, porque ya no hay cárceles, ni nada parecido... y tampoco me atrevería a echar a tu padre del complejo de viviendas.
Reí genuinamente.
—Que cobarde —murmuré.
—Completamente —admitió.
Volví a reír. Y él también. El sonido de nuestras risas se entremezclaba, como sí se tratara de música, de instrumentos creando una melodía única, como siempre deberían de escucharse, porque jamás se disfrutarían de la misma manera por separado. Porque cada una por su parte eran hermosos sonidos completos, pero se complementaban uno con el otro de una manera tan exquisita que era inigualable.
Y por un momento me pregunté, sí era ahí dónde siempre debí estar. Sí todo lo que sucedió, sí cada cosa que hice, cada palabra que dije y cada elección que tomé, fue para llevarme hasta ahí, para llegar hasta él, hasta nosotros.
—No puedes culparme por valorar mi vida —bromeó al dejar de reír.
Creo que hablamos mucho esa noche. No puedo recordar todo con exactitud; el hilo de la conversación o cuántas veces reímos en conjunto, o siquiera la cantidad de cosquilleos que sentí en el abdomen durante esas horas, ni el último tema de conversación que tuvimos o cómo fue que terminé dormida con la cabeza apoyada en su hombro y cómo él también dejó caer su cabeza sobre la mía y se dejó ir.
Solo sabía que habíamos hecho las paces.
Al menos, así se sentía.
N/A: DIOS MÍO🔥
Que emocionada ando con este final. ¡Pensé que me costaría mucho escribirlo, pero los personajes han hecho todo! Tienen ya vida propia😂
Ojala les guste y valga la pena la espera❤
Comenten, cuéntenme que les pareció, qué les gustó más, qué les gustó menos, qué esperan de la historia o lo que sea. Quiere leerles👀🥰
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