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4 [Parte 2]

Al abrir los ojos lo primero que veo es una habitación blanca. Un cuarto de hospital.

Observé que tenía cables que me conectaban a una máquina que registraba mis signos vitales, también llevaba un yeso en el brazo izquierdo y una intravenosa en el derecho.
El cuerpo me mataba de dolor.

Una enfermera entró y mostró una expresión de sorpresa al verme. Tal vez esperaba que aún estuviera inconsciente.
Ella se acercó a mí y terminó por sonreirme.

—Que bueno que ya hayas despertado. Me sorprende un poco que haya sido tan rápido.
—¿Qué pasó? —dije, con voz rasposa y tartamudeando. ¿Hace cuánto no bebía algún liquido? Mi garganta se sentía como si fuera comido lijas y vidrios rotos.
—Tuviste un accidente... Deberías ver a ambos lados antes de cruzar la calle. —Hizo una mueca mientras me regañaba como lo haría una madre y luego se puso a revisar la máquina a la que yo estaba conectada—. Lo bueno es que solo te rompiste el brazo. Tu padre está en camino, hace poco pudimos contactarlo.
—¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?
—Un día y medio.

Traté de recordar. Las últimas imágenes que mi mente registraban era de mi empacando para huir de la casa de papá. Creo que luego salí corriendo con mis cosas porque temía que mi hermano o él me vieran, a pesar de que ninguno estaba en casa aquella mañana. Además que estaba enceguecida por el enojo, buscaba un taxi como loca y...
Nada, no sé nada más.

Pero, supongo que sí, es posible que mientras corría molesta no fijé antes de cruzar una calle...
Genial, no podría ser más idiota.

Mi peor miedo era que me atraparan; ahora no solo me atraparon, sino que también tengo un brazo roto y pude haber muerto.

Debería ganar el premio a la estupidez.

¿Estaré pagando algún karma de otra vida?

Podía huir del hospital, pero esa idea abandonó mi mente cuando, antes de que siquiera lograra sentarme en la camilla, vi que mi padre cruzó la puerta de la habitación.

Bien, ahora se viene el regaño de mi vida.

Y sí creía que iba a tener oportunidad de no ir a la academia militar, pues ahora me van a atar a ella.

Luego de que mi doctor de turno fuese a verme, hablara con mi padre y evaluara mis reflejos y mi estado, me dio el alta porque ya me habían hecho los exámenes más importantes (como placas y radiografías) mientras estaba inconsciente.
Así que ahí estaba yo, saliendo del hospital con uno de mis bolsos en mi mano derecha y mi padre cargando el resto.

—¿Ya está? —pregunté una vez que él hizo silencio al llegar a mi habitación, pues me había estado regañando desde que me vio en el hospital hasta aquí. No puedo mentir y decir que escuché todo, porque la verdad es que mi cerebro de vez en cuando se desconectaba y me perdía de ciertas partes.
—No... Seguiremos hablando de esto más tarde. —Hizo una pausa—. Me alegra saber que estás bien —dijo dándome un beso en la frente.

Asentí y se retiró luego de dejar mis pertenencias a los pies de mi cama.

Tuve otro regaño por parte de mi hermano cuando llegó, pero fue pequeño ya que no podía dejar de reírse sobre mi férula; no me sorprendería amanecer con idioteces dibujadas con marcador negro.

El último regaño de papá fue luego de la cena, minutos antes de que me acostara a dormir. Por suerte, por fin comprendió lo molesta, triste, desilusionada e ignorada que me había sentido como para tomar la tonta decisión de huir en un país desconocido.

Se disculpó, yo también e hicimos las pases.

El tiempo pasó, mi brazo se curó y pronto entraría a la escuela militar.

El hecho era que no sabía que estudiar en la universidad; tenía varias opciones y a su vez, ninguna porque no me convencían 100%. Así que mi padre no quería que estuviera holgazañando todo el día, ya que había terminado la secundaria y no tenía nada para hacer, por lo que su mejor opción fue mandarme a la academia militar. Sí un día me decidía por un carrera, podía abandonar la escuela e inscribirme a la universidad cuando quisiera.

Mis amigos chateaban conmigo casi todos los días y me contaban que estaban planeando venir a visitarme, aunque para mí era más fácil y práctico que yo los visitara a ellos. No es lo mismo arreglar un viaje de una persona, que de un grupo variado de personas.

Con Luca -quién había sido mi crush por dos años-, las cosas eran diferentes. Al principio de mi mudanza, casi no hablábamos, por suerte luego retomamos la confianza de antes, además de que me informó que yo le gustaba tanto que quería intentar una relación a larga distancia. Aunque, bueno, no es como sí antes hubiésemos sido novios, a penas llevábamos unas cuantas citas.
Por un lado, yo quería intentarlo; por otro, no quería meterlo en algo que no le gustaba, pues siempre me había dicho que nunca estaría en una relación a distancia. Así que le informé que lo pensaría; no me permití aceptar enseguida aunque moría por hacerlo. Tenia que sopesarlo bien.

Para cuando comencé la academia militar, aún no me había decidido. Llegué a pensar que fue el destino, pues allí conocí a alguien que me hizo pensar en una expresión japonesa... «Koi No Yokan» no tenía una traducción exacta, pero representaba la sensación de que, al conocer a alguien, inevitablemente te enamorarías de él o ella.

No se trataba de amor a primera vista. Sino del conocimiento que tienes sobre que, aunque recién conoces a esa persona, vas a terminar enamorándote de ella.

Él era de lo más interesante, con opiniones fuertes, pero de carácter blando. Era dulce, tierno y la persona más amable que había conocido. Era muy generoso y hacía todo con bondad. Era guapo, muy guapo; alto, delgado y nunca llevaba ni un milímetro de barba. Su cabello oscuro era un poco largo y ligeramente ondulado; siempre le caía un poco de fleco en su frente. Su rostro era ovalado y su piel muy clara, sus ojos eran oscuros, pero brillosos, llenos de vida; su nariz era recta y fina, tenía una boca grande, labios de un tono rosa fuerte, largos y gruesos. También llevaba líneas de expresión debajo de los ojos, y también tenía otra, que era mi favorita, pues aparecía cuando sonreía e iba desde sus labios a su nariz.

No se trataba de algún compañero mío de la escuela militar, sino de un chico que conocí en el parque que quedaba cerca de ahí. Fui allí luego de un día de entrenamiento agotador, quería relajarme y tener un poco de paz en la naturaleza; todas las bancas estaban ocupadas con grandes grupos de personas. Excepto una; allí estaba él sentado.
Tomé asiento ahí, pero no muy cerca suyo ya que éramos dos desconocidos y suponía que él, al igual que yo, quería su espacio personal.

Aquel día solo nos saludamos por cortesía y no pensé que volveríamos a vernos. Sin embargo él y yo seguíamos yendo al parque, nos sentábamos siempre en la misma banca, yo a la izquierda y él a la derecha, sin importar sí había otros asientos disponibles; a veces yo llegaba primero, otras veces él, pero siempre nos saludábamos y nos despedíamos. Ambos actuábamos tímidamente, pero con educación.

Hasta que el día inevitable llegó: comenzamos a hablar. Comenzó como una plática común entre dos desconocidos: cómo estaba el día. Y terminó tarde en la noche, como si nos conociéramos de toda la vida. Estábamos más que interesados el uno en el otro; él haber dejado de lado su timidez para mostrarse conmigo tal y cómo era. Y yo igual, solo me dejé por lo cómoda que me sentía a su lado, como si hubiera vuelto a mi hogar.

Él era tan alegre y feliz. Simplemente maravilloso; nunca había conocido a nadie así.

El día que me quiso besar, noté que llevaba una camiseta de mangas cortas, cosa que antes no había hecho porque estábamos en invierno. Pero ahora estaba empezando la primavera y la temperatura era muy agradable, así que al verlo acercarse a mi, pude ver sus brazos desnudos y luego dirigí mi mirada hacia sus ojos nuevamente.

En un movimiento quedé encima suyo, con mis manos rodeando su cuello, sin siquiera fijarme o tomarle importancia a todas las personas que estaban a nuestro alrededor en el parque.

Él comenzó a hacer ruidos de ahogo y a forcejear, mientras yo veía como su rostro cambiaba.

Ya no era él. Era yo misma.

Me miró con odio. Sus ojos completamente negros me desafiaban.
Con un solo movimiento me apartó, dejándome caer al piso.

Me levanté y la enfrenté, ella hizo lo mismo. A nuestro alrededor, todo desapareció. El parque cambió a mi habitación en Verde hogar.

—No puedes engañarme —le grité.
—¿Cómo pudiste ver la verdad? —interrogó—. ¿Cómo lo recordaste todo?

No le debía ninguna respuesta, pero se la di porque quería demostrarle que no podía controlarme. Que yo era más rápida, más inteligente, más fuerte.

—Fue muy realista al principio, pero luego comenzaste a darme lo que yo quería. No importa cuánto le gustara a Luca, muy en el fondo, aunque yo no lo aceptara, sabía que no me pediría ser su novia viviendo en otro continente, por eso dejamos de hablar. Y Hyun-Soo... él... ni siquiera... —Comencé a trabarme.
—Te gusta —dijo fríamente.
—Él me importa... por alguna razón —corregí—. Y tiene cortes en los brazos, los vi, pero los ignoré. ¿Autolesión o intento de suicidio? No sé. Solo sé que no quería verlo de esa forma: que se dañara a propósito o algo peor, que quisiera quitarse la vida. Era mejor ignorarlo, solo pensar que era tímido y callado, a que deprimido. Quería pensar que era feliz y eso me diste, un chico alegre, pero era demasiado feliz para ser real.

Ella rió sin gracia.

—En realidad, eres más idiota de lo que pensé.
—Pero soy más lista que tú —me burlé.
—¡Pudiste tener una vida perfecta aquí! Sin muertes, sin dolor... —gruñó enfurecida.
—No te dejaría salirte con la tuya —contradije.
—¡¿Pero qué tiene de malo darte lo que quieres?!... Los humanos son tan hipócritas, nosotros somos honestos con lo que deseamos, solo tenemos un deseo. ¿En serio quieres pasar el resto de tu vida escondiéndote, luchando contra los demás y contra mi? Aquí puedes tenerlo todo...
—Pero no es real. Yo quiero mi vida, aunque ya no sea la misma de antes. Quiero algo real.

Ella negó.

—Ríndete, vamos, sé fiel a tu deseo...
—Juro que me tienes harta. Siempre en mi cabeza, siempre queriéndote apoderar de mi. Me vuelves loca.
—Déjate llevar y esto se detendrá.
—Jamás. Prefiero perder la cordura al control de mi cuerpo. Es mío. Solo mío. No tienes ningún permiso de...

Ella me miró de la peor forma posible.

—Piénsalo mejor, querida —me interrumpió.
—Nunca me tendrás —negué sacando una Sig Sahuer P226 de la cinturilla de mi pantalón, el arma favorita de mi hermano. Como era un sueño, como estaba encerrada en mi cabeza, todo lo que yo quería podía suceder. Antes no tenía una pistola, pero ahora sí—. Pero podemos hacer un trato —solté sorprendiéndola.
—¿Un trato? Cariño, yo no hago tratos.
—¿Segura? —Arqueé una ceja—. Eres fuerte, pero nunca serás tan fuerte como para someterme. Mi voluntad y control son de mis mejores rasgos; yo quiero seguir siendo yo y sobrevivir, no dejaré que nada me domine, mucho menos un deseo momentáneo, no valdrá la pena perderme a mi misma por eso. Y tú quieres salir... Creo que podemos llegar a un acuerdo.

Ella quedó en silencio escuchándome.

—Te puedo dejar salir, pero yo tendré el control.

Ella comenzó a reírse como si le hubiese contado el mejor chiste del mundo.

—Utilizó tus habilidades y la forma que toma mi cuerpo cuando lo usas para así defenderme y proteger a los míos, tu sales y luego vuelves a entrar.
—Sí que estás loca si piensas que aceptaré eso. —Me observó con gracia.
—Es lo mejor que conseguirás de mi.
—Es una mierda. Jamás pasará.
—Bien. ¿Es tu palabra final? —pregunté sacándole el seguro al arma.

Su seguridad flaqueó y su rostro se contrajo, pero al final fingió confianza.

—Sí.
—Entonces, te deseo suerte intentando controlarme.

Disparé múltiples veces a su cabeza, lo que era un tanto extraño considerando que se veía idéntica a mi.

Desperté de pronto en una cama, desorientada y mareada.

Uno de los primeros pensamientos que me vinieron a la mente fueron mis amigos latinos; desde que llegué a Verde hogar había dejado de hablar con ellos. Primero todo era genial, a diferencia de la situación que tenía con Luca, con quien, luego de que tomé el avión, no tuve más mensajes. Con mis amigos charlé muy bien hasta huí de casa, entonces empecé tardar horas en contestar los mensajes, luego respondía brevemente y al final terminé ignorándolos, todo porque la voz en mi cabeza me enloquecía y no estaba de humor para nada, ni nadie.

Me pregunté si allá, al otro lado del mundo, pasó lo mismo... Sí estaban luchando contra monstruos internos y externos, o sí solo lo veían por la televisión como una película post apocalíptica.

Al observar a mi alrededor noté que no era la única en la habitación: Hyun-Soo estaba en otra cama, del lado contrario a mi.

También había frente a nosotros dos personas que no conocía; un chico castaño de lentes de mi edad y una chica pelirroja, bastante más joven que nosotros tres.
Ambos se presentaron, él se llamaba Lee Eun-Hyuk y tenía 18 años, y ella Lee Eun-Yoo, aunque no dijo su edad. Me explicaron que estábamos en el primer piso y que había otros sobrevivientes en el edificio.

Miré a mi compañero y me di cuenta que estaba despertando. Se estremeció y abrió los ojos. Eun lo apuntó con un aerosol de ambiente y vi que en su otra mano tenía un encendedor. Me tensé y me levanté, dispuesta a defender a Hyun sí tenía que hacerlo, pero por suerte su hermano la regañó y ella a regañadientes dejó de apuntarle.

Mientras Cha respondía las preguntas de Hyuk, no dejó de mirarme, lo que me provocaba escalofríos porque me hacía pensar en mi sueño. No entendí bien si buscaba mi aprobación o alguna ayuda de mi parte, sí confiaba o no en estos dos adolescentes.

Por la charla que tuvieron, pude notar que estando inconsciente yo no había llegado a transformarme o delatar que estaba monstrualizándome. Hyuk solo sabía sobre Hyun, así que lo mío seguía siendo un secreto.

—¿Quieren conocer el lugar? —preguntó el chico de lentes y asentimos.

Los tres salimos y su hermana se quedó, él nos explicó algunas cosas, entre ellas que a algunas personas no les parecía bien que Cha estuviera aquí con ellos.

Un joven y un viejo bastante calvo llegaron hasta nosotros y miraron de mala forma a Hyun-Soo. El chico de lentes nos informó que eran gente hostil.

—Traer a este maldito monstruo aquí es un suicidio.

¡¿A quién le dice maldito monstruo, viejo decrépito?!

Apreté mi mandíbula, tratando de mantenerme en silencio y no gritarle... O hacerle algo peor.

—¿Desde cuando te encargas de tomar las decisiones importantes, niño? —le dijo a Hyuk.
—Bueno, soy el líder, ¿no?
—Niño arrogante de mierda. —Dejó de mirarlo para volver a observar a Hyun—. No pienso perderme la oportunidad. Te desafío —soltó apuntando a su cuello con una botella de vidrio—... Veamos si te atreves a convertirte en monstruo.
—Yo pienso que el monstruo aquí es otro —articulé en tono bajo, pero mordaz.

Ni siquiera me miró.

—Maldito monstruo. ¡¿No te enseñaron a responder cuando te hablan?!

Harta, tomé su brazo, lo apreté fuertemente, sobresaltándolo, y lo doblé hacia atrás para luego soltarlo.

—Nadie responderá a amenazas —escupí.
—¿¡Quién te crees, mocosa maleducada!? ¿¡Nadie te dijo que respetes a tus mayores!? —me chilló.
—De donde yo vengo, el respeto debe ser mutuo. —Lo miré con odio y él repitió mi acción.

Antes de que la situación se fuera de control, Hyuk se posicionó entre ambos para detenernos.
El pelón escupió el suelo antes de darse la vuelta para irse.

—¡Los veo ésta noche en la reunión, idiotas! —dijo retirándose junto al joven que había permanecido callado a su lado.

—Ignórenlo, es solo un viejo amargado... —comentó Hyuk.
—... Tiene algo de razón —admitió Hyun-Soo.
—¿Cómo? ¿Tú estás loco? —Lo miré sin comprender.
—Me sorprende que digas eso, ¿Entonces prefieres que te dejemos allá afuera? —soltó el chico de lentes.

Cha quedó en silencio y miré de mala forma a Hyuk por sus palabras.

—La verdad es que yo tampoco sé qué hacer contigo. Pero sigues siendo humano, así que no puedo echarte todavía —admitió Lee.
—Que ético —le respondió mi compañero.
—Tienes tanto derecho de estar aquí como cualquier otra persona. Deberían dejar de decir tanta mierda —le defendí enojada.

Creo que no me hubiera defendido así ni a mi misma.

Comencé a caminar alejándome, aunque iba lentamente. Escuché la conversación de ambos chicos, Hyuk le informaba sobre que, contándonos a los nuevos, eran en total 17 sobrevivientes. Había poco conflicto, solían ser un buen equipo, el único problema era la comida, pero por suerte había una tienda dentro del edificio. La comida de la tienda nos ayudaría a aguantar bastante, pero no nos duraría para siempre.

Llegamos a la tienda y me sorprendí al ver que era el vecino con aspecto de mafioso quien la administraba. Al aparecer era el más fuerte y por eso había sido elegido, para que nadie lo pasara por encima y se robara algo.

Nos dio una botella de agua a Hyun y otra a mi de mala gana y solo porque Hyuk se lo pidió. Éste último nos informó que el mafioso también era hostil, bueno, que todos eran hostiles menos él mismo.
Nos estábamos por retirar hasta que Wook, el mafioso, soltó algo que me puso los pelos de punta: alguien había muerto por ayudarnos.

Al parecer, lo que había sucedido fue así: un grupo de aquí abajo había subido, estaban haciendo una expedición para buscar comida y a otros sobrevivientes. Entonces se toparon con nosotros, Hyun que parecía muerto (pero que al final no lo estaba por su monstrualización) y yo desmayada. Ayudaron a Ji-Soo y a Jayhun a vencer al monstruo araña, y fue entonces que murió uno del otro grupo. Luego todos bajaron a la planta baja, ayudando mucho al cargarnos a Hyun y a mí, ya que estábamos inconscientes.

Nos alejamos de la tienda y conocí a unos pocos de los vecinos, la verdad no recordaba haberlos visto antes de aquel día; casi no conocía a nadie del edificio y eso se debía a que solo salía para ir a comprar cosas indispensables.

El chico de lentes me explicó que mi mochila y armas estaban en la sala de seguridad. También me preguntó sí tenía comida o agua para repartir, ya que yo recibiría raciones de la tienda y no las necesitaría. Obviamente accedí.

Al caer la noche, una reunión se formó en un cuarto, era una guarderia o algo así y todos estábamos allí menos Hyun-Soo, pues aquello se había hecho para decidir si él se quedaba o tenía que irse. Y todo porque se estaba monstrualizando.

—Iré contigo —le había dicho a Hyun un rato antes de la reunión.
—¿Qué?

En aquel momento él estaba sentado en el suelo, yo enfrente suyo, ambos recostados contra las paredes paralelas.
Subió su mirada y sus ojos dieron con los míos.

—Si te echan de aquí. Iré contigo. Afuera.
—¿Por qué? —Frunció su ceño, cambiando su expresión de asombro.
—Tengo más de una razón. —Me encogí de hombros, sin embargo su mirada era tan insistente que decidí seguir hablando—. Hablé con una mujer aquí que me contó sobre cómo no la dejaron ir a buscar a su hija allá fuera, sin importar que estaba a penas a unas calles. Así que sí te sacan sería, tal vez, mi única oportunidad para salir y buscar a mi familia.
—¿Y sí no te dejan?
—Les diré la verdad —articulé refiriéndome a que también yo estaba infectada. Necesitaba salir e ir por mi familia.

Nos seguimos mirando directamente, quise hacerle entender que no cambiaría de opinión.

—¿Y sí no me sacan?
—Entonces buscaré otra forma de comunicarme con mi familia —contesté y miré mi celular, la señal estaba en 0, no había ni una barra y mis mensajes enviados decían «error»; lo guardé en mi bolsillo—. O tal vez huya. —Volví a mirarlo—. Aunque aún te debo la vida y he de asegurarte que no me iré sin devolverte el favor.
—No es como que lo quiero —negó.

Sonó a broma, aunque no me la pude tomar como tal al recordar sus heridas en los brazos.

Al final, vi como bajó su cabeza tratando de esconder un leve sonrisa.

Una voz en la reunión me trajo de nuevo al presente.

—Ya me oyeron. No podemos dejar que ése maldito monstruo se quede. Tenemos que deshacernos de él —gritaba el duende calvo, que ahora que lo veía mejor, notaba que era el dueño de la tienda.
—Dios mío, entonces... ¿Quieres echarlo? —habló Jayhun escandalizado.
—Cállate, fanático de Jesús. —Bien, si eso hubiera sido en otro momento y viniera de otra persona, me hubiese reído—. ¡Es por nuestra seguridad!

Me cansé de escucharlo y me levanté para que todos me miraran.

—¿Te das cuenta de las sartas de babosadas que salen de tu boca? No hay ninguna forma de estar a salvo, a no ser que cada quien se quiera ir por su cuenta, ya que no sabemos cuando nos infectaremos. Solo sabemos que es inevitable. Un día cada uno de nosotros estará infectado —hablé señalando a todos—, y lo único que podrán hacer entonces será rezar para no convertirse —solté provocándoles miedo, pero, bueno, alguien tenía que abofetearlos con la verdad.

De repente llegó Hyuk con una caja llena de papelitos, explicó qué y cómo votaríamos: un círculo era para que Hyun se fuera y una equis para que se quedara.

—¿Para qué? Obviamente todos pondrán círculos, ¡Levantemos la mano y ya! —Se negó el gnomo de jardín. Digo, Seok...

Eun-Yoo apareció en el centro de la ronda que habíamos formado y levantó la mano.

—Yo no quiero.
—Tú no tienes edad para votar —le negó él.
—¿Estamos eligiendo presidente? —Miró desafiante a Kim—. La edad no importa.
—¿Cómo te atreves a contestar? Cuando un adulto dice algo, cierras la boca y lo aceptas.

Ella lo miró seriamente y le hizo unas cuantas señas con la mano. Solo entendí que el «se joda» cuando le levantó el dedo del medio.

—¿Acabas de insultarme? Tengo edad para ser tu padre, ¿cómo te atreves? —preguntó molesto.
—No lo insulté —contestó ella sonriendo con sarcasmo.

Antes de alejarse, volvió a hacerle la seña.
Sonreí. Tal vez la niña no me caía tan mal como pensaba.

—Es para que sea privado —siguió hablando Hyuk.
—¿Eh?
—Después de todo... hablamos de un asesinato —articuló dejando una semilla de duda en la cabeza de los presentes.

Le estaba ayudando a Cha, pero, ¿por qué?

El pitufo gruñón comenzó a quejarse y a gritarle a una mujer, ordenándole que levantara la mano votando a favor; supuse que era su esposa. Una chica lo enfrentó y además le pidió que dejara de gritarle a su mujer.

—¡No es tu problema! —expresó agresivo y levantó el puño.

En un instante, tomé su brazo y lo doblé, pero a diferencia de la vez anterior, no lo solté; lo llevé a su espalda y comencé a subirlo hasta su nuca, provocándole dolor.

Él chilló como un bebé y solo me detuve cuando Wook se acercó hacia a mí.

—Ya basta —me ordenó.

Asentí y lo solté.

La votación comenzó y fui la primera en dejar mi voto en la caja.
Hubo empate de 8 a 8, lo que provocó que el dueño de la tienda se enfureciera, le gritara a todo el mundo y nos dijera a Jayhun, Ji-Soo y a mí que no debíamos haber votado porque éramos amigos del monstruo.

—¿Te opones al resultado? —dijo Hyuk incrédulo.
—¡Obvio que si! —contestó y luego se dirigió al resto—. ¿¡Cómo dejaron que éste mocoso los hiciera sentir culpables!? Eso del asesinato es una estupidez. ¿¡Qué creen qué es un asesinato!? ¡Solo es asesinato si matas a una persona! ¡No a un monstruo! ¿No se dan cuenta de lo grave que es esto? ¿Cómo pueden ser tan imprudentes después de haber visto morir a tantas personas? ¿¡Quién sabe cuándo ése infeliz se va a convertir en uno de ellos!? ¡Tenemos que deshacernos de...!

Gritaba de una manera tan eufórica y descontrolada que no me sorprendió que comenzara a sangrarle la nariz... hasta que recordé que ése era un síntoma de la monstrualización y solté un risa irónica.

Mientras se tapaba la nariz él juraba que estaba cansado, también estresado y muy enojado, que era por eso que sangraba.

—Cuidado... —Todos miramos pasmados a Hyun, que acababa de entrar en el cuarto—. A menos que quiera que el monstruo lo devore.
—Tú... Maldito... —lo señaló Seok.

Cha caminó hacia un papel en blanco y lo tomó junto con un lápiz.

—¿Yo voté también...? —murmurró.
—Hyun... —soltamos la pelirosa y yo al mismo tiempo viendo cómo dibujo un círculo y lo dobló, listo para meterlo en la caja.
—Espera un momento. Sí pongo esto aquí, significa que él también tendrá que irse conmigo. ¿Cierto? —Miró vivazmente al anciano.

Fue entonces cuando el señor Kim se desmayó.

N/A:
¡Hola! Disculpen que me haya tardado tanto, he estado ocupada, sigo ocupada pero me estoy haciendo tiempo para esto. Trato de escribir cada que puedo, aunque también me toma tiempo reverme la serie y el manwha :/ Recuerden que me baso en los dos; noté que varios lectores vienen luego de ver la serie y no leyeron el manga, así que tal vez en este capítulo notaron algún que otro detalle diferente a la serie, bueno, fue porque me basé un poco más en el cómic (como que Eun ahí es pelirroja y no pelinegra, tampoco lo del monstruo araña está en la serie, etc)

Me alegra muchisisisisisimo que la novela haya tenido tan buen recibimiento, tantas leídas, votos, comentarios y que se hayan quedado a esperar otro capítulo. ¡Graciassssss! Las quiero💖💕💕

Pensaba que éste capitulo ya iba a ser el 5, pero luego me di cuenta que sigue siendo el 4. No estoy segura tampoco si el que sigue es el 4 aún, o el 5, pero lo verán cuando lo suba ^^

También estoy empezando a ver Love Alarm porque me comenzaron a gustar los KDramas y amo a Song Kang, así que más adelante me gustaría hacer una historia de esa serie. Diganme qué opinan :3

Por cierto, si tienen algún KDrama que esté en Netflix para recomendarme, se los agradecería jsjsjs

Estaré leyendo sus comentarios❤

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