4 [Parte 1]
Desperté de a poco, el cuerpo me dolía bastante, pero mi cabeza se sentía vacía, casi libre. Lastimosamente, sabía y sentía que esa voz nunca se iría, al menos no del todo.
Lentamente abrí mis ojos al sentir un cosquilleo en mi rostro y me encontré con Hyun-Soo mirándome. Me sobresalté un poco por la sorpresa. Por lo último que recordaba, él se había ido y la verdad no esperaba volver a verlo.
—Estaba limpiándote.
—¿Qué? —pregunté, creí no entenderle bien por el tono bajo que había implementado.
—Estabas sucia, te estaba limpiando —repitió mostrándome un pañuelo húmedo.
—Oh... gracias.
Él volvió a acercarse a mí y siguió pasando el pañuelo por mi rostro con suavidad.
—No le he dicho a nadie.
—¿Ah? —interrogué confusa.
—No les he dicho que estás infectada.
—Pero... yo no... —negué y él detuvo su acción.
—¿Qué vas a convertirte en un monstruo? —Seguí mirándolo sin entender—. Pensé que lo sabías...
—No... No lo entiendo. ¿Cómo pude infectarme? —Me levanté con cuidado y me senté.
—No es contagioso. Solo aparece, los síntomas son sangrados de nariz, alucinaciones, desmayos y agresividad. Te transformas cuando tienes un deseo y dejas que se apoderé de ti —me explicó bajando la mirada.
Noté que no solía mirar a nadie a la cara, al menos no por mucho tiempo.
—¿Hablas en serio? —Él asintió—. Llevo casi 2 semanas con una voz en mi cabeza, sangrados y desmayos... Primero pensé que me estaba muriendo, pero luego llegué a la conclusión de que me volví loca.
Él negó.
—A mi me pasó igual. Me pasa igual.
—¿Por qué no les dijiste que estoy infectada? —Él se encogió de hombros.
—No lo sé, creo que es mejor si no lo saben... Y no lo sospechan porque nadie vio qué te hizo el monstruo.
Quedamos en silencio por un rato.
—¿Y les dijiste sobre ti?
—No quise, pero me vieron con los ojos oscuros y la nariz sangrando.
—Yo creo que los niños me vieron...
—¿Estás segura?
—No... es posible que estuvieran muy asustados y no estuvieran viendo lo que pasaba por el miedo. Pero si ustedes me encontraron junto a una pared destrozada...
—No sabemos qué pasó y sí nadie vio nada...
—Pero...
—Solo no lo dejes ganar —me interrumpió repitiendo lo que yo le dije cuando, al parecer, estaba por transformarse.
Y yo que pensaba que nos estábamos volviendo locos. Me sentía tonta.
Él se levantó y fue hacia el refrigerador, al volver hacia mi, trajo consigo un plato con arroz y una cuchara. Me lo tendió.
—Ya todos cenamos —me avisó.
—Gracias. —Sonreí tomándolo.
Miré a mi alrededor y noté que estábamos en un departamente. Había mucha gente: un señor y una señora que desconocía, los niños y los dos desconocidos con quienes se había ido Hyun-Soo, todos ellos estaban durmiendo.
—¿Qué sucedió? ¿Cómo llegué hasta aquí? —pregunté y comencé a sacarme el armas, los guantes y la chaqueta, Hyun-Soo pareció ponerse incómodo y miró hacia otro lado.
—Regresamos a buscarlos. La señora Lim se transformó y protegió a los niños. Luego los trajimos a todos al 1408 —explicó apuntando a la señora que dormía cerca del sofá, tapada junto con los pequeños.
Fuimos dos, al parecer.
Asentí y volví a quedar en silencio. Comencé a comer.
—¿Por qué no duermes? —le interrogué luego de tragar.
—Hago guardia.
—No te preocupes. Lo haré yo.
—Pero...
—No pongas excusas. Yo ya descansé.
—Es que no estás bien, creo que deberías...
—Debería tener una decena de huesos rotos y haber muerto por hemorragia interna, pero estoy perfecta. Duérmete.
Él aceptó en silencio y se colocó en una posición cómoda recostado en el suelo, luego cerró los ojos.
—Buenas noches, Myeong-Suk.
—Buenas noches, Hyun-Soo.
Al terminar de comer lavé los trastes en silencio, saqué a Gumiho del bolso y le di de comer y tomar agua, luego la metí conmigo al baño hasta que hizo sus necesidades, las limpié bien y la dejé libre para que estirara las patas, pobre gatita. También tomé agua y me lavé el rostro. Lavé mi chaqueta que tenía un ligero olor a pis y la colgué en una ventana para que se secara.
Revisé mi mochila para ver si algo se había roto y verifiqué que por suerte no; me encargué de asegurarme que todas mi pistola tuviera el seguro puesto y que la ballesta estuviera descargada. Tiré el cargador de mi arma que estaba vacío y lo reemplacé por uno lleno. Saqué el aerosol de la mochila y le pegué con cinta adhesiva el encendedor, para luego guardarlo en uno de los bolsillos de la mochila así lo tenía más a la mano para cuando lo necesitara.
Tomé mi celular y prendí mis datos de internet mientras me acercaba a la ventana buscando señal, pero no encontré ni una barra, además de que el internet no me andaba. De todas formas me quedé allí, no perdía nada por esperar algún mensaje de mi familia.
Cerré los ojos por un rato, disfrutando del aire fresco y del silencio. Casi sentí que el mundo era como antes.
De repente, mi teléfono vibró entre mis manos y al ver la pantalla noté que era del correo de voz diciendo que tenía un mensaje sin escuchar.
Mi corazón latió acelerado y abrí el mensaje. Marqué el número indicado, coloqué mi contraseña personal, puse la opción de escuchar el mensaje y me llevé el aparato al oído. Había reconocido el número de mi padre. Al principio había un gran silencio, pero luego su voz llenó mis oídos.
“Supongo que sabes lo decepcionado que me siento, en especial si has leído mis mensajes, aunque no es un momento para repetírtelo.... No, es que en serio, sigo sin entender cómo diablos se te ocurre huir de casa. ¡Tú no eres así!”
No pude evitar llorar y no fue porque me sintiera mal con su regaño, simplemente era porque lo extrañaba y volver a escuchar su voz luego de más de un mes era... Me daba alegría. Lloré de emoción.
Nunca hubiese pensado que extrañaría tanto sus regaños.
“Como sea... Yo solo quería hablar contigo, pero ahora ni siquiera suena la línea, voy directo al buzón. Tengo la esperanza de que escuches esto... si es que sigues... que sigues...”
En el fondo distinguí la voz de mi hermano diciendo que deje de ser pesimista, qué tal vez me va mejor que a ellos.
No puedo dejar de pensar que estaban vivos, que estaban bien. Me largué a llorar peor, aunque aún en silencio para no despertar a mis acompañantes.
“Sí... Tienes que seguir con vida. Tienes que vivir. Aún te queda mucha vida por delante, cariño. No te dejes vencer, no te rindas. Sé que tu puedes con todo lo que se te venga encima. Necesito que lo prometas... Promételo, Myeong-Suk.”
—Lo prometo, papá —susurré.
“Tu hermano y yo hemos estado sobreviviendo en casa, pero también salimos todos los días, principalmente para ver si te encontramos... Gracias a eso damos con mucha gente, les ayudamos con atención médica, comida y agua, a unos les abrimos las puertas de nuestro hogar, otros prefieren que los ayudemos a buscar un lugar seguro donde refugiarse.
Tengo que avisarte que ninguno de los dos estamos infectados y si no estás sola, cuídate. Cualquier persona infectada puede ser un peligro. Mejor aléjate de ellos, mantente segura hasta que éstemos contigo.”
Tragué saliva incómoda y miré mi mano recordando como garras habían salido de mis dedos.
“Sé lo que te preguntas. ¿Por qué no estoy con los militares? ¿Por qué seguimos en casa si podría estar en una base segura del gobierno? Me encantaría responder que porque te estoy esperando, pero la verdad es que ellos no se han comunicado conmigo y yo no he logrado contactarme con nadie. Estamos por nuestra cuenta, como la mayoría de la población.
Sé lo mismo que tú debes saber de todo esto. Y yo... ¿¡Por qué tuviste que ser tan irresponsable e impulsiva!?”
Gritó aturdiéndome, aunque también sentí como su voz se quebraba, él iba a llorar. No lo había visto llorar nunca, ni siquiera en el funeral de mi madre... La verdad, creo que sí lloró por ella, pero no quiso demostrárnoslo para que seamos fuertes. Papá es de esos que aún piensa que llorar es romperte, cuando en realidad es liberarte.
“Quiere decir que te ama”, dijo la voz de mi hermano en el fondo.
Reí en voz baja. Sin duda, esa era la forma de papá para expresar su amor.
“Quiero decir que te amo”, admitió. “Yo igual, aunque ella haya sido tan estúpida como para separarse de su equipo antes de un apocalipsis” volvió a hablar Kwan, llamando a nuestra familia «equipo» como tanto le gustaba.
“A donde quiera que estés, solo tienes que decírmelo y los dos iremos por ti. No importa si queda del otro lado del país, tenemos que estar juntos otra vez. No podría soportar perderte a ti también... Mucho menos si estás lejos nuestro. No podría soportar perder a nadie más.”
Entonces la voz de mi hermano lo interrumpió, al parecer estaban en las calles y había un monstruo cerca.
“Por favor, escríbenos, gritanos si no hay línea, haznos una señal de humo, utiliza fuego de ser necesario, lo que sea. Sabremos que eres tú e iremos. Sé que encontrarás la forma de comunicarte con nosotros, siempre has sido la inteligente de la familia... Tienes que luchar, cariño, lo prometiste. Sé que así lo hiciste...”, es lo último que se escuchó antes de que la voz robótica del contestador volviera a sonar.
“Fin del correo de voz. Si desea eliminar el mensaje, presione 1. Si desea volver a escucharlo, presione 2.”
Estaba a punto de presionar el 2, quería volverlo a oír, pero una voz me distrajo.
—Buenos días, niña, ¿Te interrumpo?
Me limpié las lágrimas y volteé. Me encontré frente a mi al hombre desconocido, estaba sobre una silla de ruedas y no durmiendo en el piso, era un poco calvo y tenía una ligera barba.
Noté también que ya estaba amaneciendo.
—No, para nada —Negué—. Soy Park Myeong-Suk —dije inclinándome.
—Han Du-Sik —se presentó—. Me alegra que hayas despertado, por un momento llegué a pensar que estabas en coma.
—Era un monstruo muy grande, un solo golpe y me dejó así —expliqué, aligerando la historia.
—Sí... He visto que tienes algunas armas —comentó.
—Son un regalo de mi padre, es militar.
—Supongo que nunca lo entendiste, pero en estos días te fueron muy útiles. —Asentí riendo.
Me pidió permiso para ver mis armas, al parecer era un fanático de ellas, por lo que me pareció extraño que no tuviera ninguna. Aunque sí tenía algo parecido, una muleta que disparaba clavos con aire comprimido, no pude evitar admirarla.
El señor Han era un hombre bastante amigable, ingenioso e inteligente. Él me explicó que era el dueño del apartamento y había salvado a Hyun-Soo cuando lo atacó un monstruo al querer ayudar a los niños. También me habló sobre la transmisión de noticias que vieron en la noche, aunque no habían llegado a oír nada muy útil.
Ahora sabía de ciertas cosas como el Momento de oro, que era cuando una persona se estaba transformando en monstruo, era el momento ideal para matarlo, ya que no era tan fuerte, ni tan rápido, ni podía regenerarse tanto como cuando ya se completó la transformación física. Por eso se debía aprovechar ese momento, aunque a su vez, la persona seguía siendo humana y por eso quedaba en cada uno qué hacer ante esa situación.
Mi situación. Yo estaba en el momento de oro. Y Hyun también. Y la señora Lim, quien salvó a los niños, igual.
Eramos demasiados.
Otra cosa que me explicó Du-Sik fue que los monstruos sí mueren, pero se necesita de armas de fuego potentes, como las del ejército.
—Y yo que tuve que dejar mi bazuca y metralleta en la casa de mi padre —solté.
—¿Tienes una bazuca y metralleta? —preguntó sorprendido.
—Mi padre es un gran fan de las armas... —repetí. En casa tenía todo lo cualquiera pudiera imaginarse.
También los monstruos morían con fuego y electricidad, o al menos eso los lastimaba bastante.
Después me dijo que él haría guardia y yo accedí, dormí un pequeño rato hasta que todos se despertaron. Ahí conocí al resto de personas; el hombre que ayudó a Hyun-Soo con el monstruo gigante se llamaba Jayhun y la chica Ji-Soo, ambos eran muy simpáticos y amables. Me senté junto a Hyun mientras veía que ellos se preparaban.
—Woah, se ve muy potente —dijo la pelirosa viendo como el bate que usaba como arma había sido mejorado por el señor Han con clavos.
—Espero que sea tan potente como se ve. Podría haber hecho algo mejor si tuviera más materiales.
—¡Gracias! Nos va a venir muy bien.
—¿Saben? Siempre fui muy bueno con las manos. Si tuviera los planos auténticos... Mmm, ¡No presiones ahí! —Le avisó a Jayhun, que había estado viendo el escudo de metal que le hizo y estaba por apretar un botón.
—Ah, bueno.
Una vez que estuvieron listos, comenzó la despedida.
—Y bueno, que lástima que debamos despedirnos, chicos. Gracias por hacerme compañía éstos últimos días —exclamó el señor Han.
—Bueno, igualmente —articuló Ji-soo.
—¿Y cuál es su plan?
Escuchando lo que planeaban hacer y se me vino a la mente la idea de ir con ellos. Pues, ya sabía que mi padre y hermano estaban con vida, juntos y en casa, podría llegar hasta allá con ellos.
Por otro lado, no sabía si ellos aceptarían ir hasta allá. No sabía si ellos eran pareja, amigos o desconocidos entre sí, tal vez estaban buscando un lugar para ellos dos solos.
Y por otro lado, no quería dejar a Hyun. No sabía bien porqué, solo no quería. Tal vez era el hecho de que me había salvado la vida y yo debía agradecerlo de alguna forma real, no solo con palabras.
Él estaría muy seguro con mi familia, sin importar que estuviera infectado.
—... Dios lo bendiga —agradeció Jayhun.
—Soy budista —contestó Du-Sik. Reí.
—Vamos a regresar cuando encontremos un lugar seguro —nos contó Ji-Soo.
—No deberías hacer promesas que no puedas cumplir —respondió Han.
—Hay una frase que dice que hasta la noche más oscura se ilumina con la luz más tenue —mencionó ella.
—Entonces deberían llevar a Myeong-Suk —murmuró Hyun.
—¿Qué? —interrogamos todos mirándole.
—Digo, su nombre significa luz pura. —Se encogió de hombros.
Estaba segura de que nunca se lo había dicho. Me pareció muy interesante que lo supiera.
—Tal vez le vayas de buena suerte —declaró Han observándome.
—¿Quieres venir con nosotros? —preguntó la pelirosa.
Vaya, ¿Se lo habían tomado en serio? Pensé que lo decía como broma.
De todas formas, claro que quería ir. Era mi oportunidad. Debía tomarla. Pero...
—Solo si va Hyun-Soo —declaré.
Él me miró sorprendido.
—Está bien —aceptó él—. Cuatro serán mejores que dos.
—Genial —dije levantándome.
Tomé mi chaqueta y volví a colocármela, guardando d e nuevo todo lo que tenia en los bolsillos.
No había dudado en llevar a Gumiho conmigo, pero la vi tan cómoda acostada con lo niños que la incertidumbre me acechó. Los gatos solían sufrir mucho de estrés, y sin duda, llevarla a pelear con monstruos siendo tan pequeña, le causaba estrés.
—Oigan, ¿quieren ser parte de una misión? —le pregunté a los niños, quienes asintieron.
Les dije que me la cuidaran, que volvería pronto por todos ellos y les dejé su bolsa de comida. Me despedí de ellos con un abrazo y mientras hablaban con Hyun, yo hablé con el señor Han y decidí dejarle mi ballesta, que le serviría más que la muleta, la verdad. Por último, me despedí de la señora Lim que nos pidió sí podíamos recuperar el cuerpo del padre de los niños y nosotros dijimos que lo intentaríamos.
—¡Ey, cuidense, por favor! —pidió Yeong.
—¡Muchas gracias por salvarnos! —dijo Sook y luego miró a Hyun-Soo—. Por favor, no te conviertas en un monstruo.
—... Está bien —contestó sonriendo por primera vez.
Antes de salir, me dieron unos audífonos y me advirtieron que los tuviera puestos y marcara a emergencias, ya que al estar un monstruo cerca nuestro, la señal sería interferida y así podría saber cuando estábamos en peligro.
—¿Dónde está el auto? —El plan era llegar hasta el vehículo y conducir.
—En el estacionamiento exterior —contestó Jayhun.
Me detuve cuando vi que Hyun, quien había caminado delante de mí, se quedó quieto.
—Ey... —nos llamó—. Creo que Dusik tiene razón.
—¿Qué? —habló Ji-Soo desconcertada.
—Sí salimos del edificio, vamos a morir.
—Dios, ¿quieres discutir esto ahora?
—No lo sé con seguridad, pero... creo que hay algunos sobrevivientes en el primer piso. Tenemos que encontrarlos —declaró.
Luego de varias preguntas hacia él y de que las respondiera vagamente, o simplemente no las contestara, decidimos seguir con nuestro camino. Sí nos encontrábamos sobrevivientes abajo, bien, pero si no sucedía, seguiríamos con el plan inicial.
Aproveché el momento para decirles sobre la casa de mi padre, debía ser un lugar muy seguro sí algunas personas querían quedarse ahí con él y mi hermano. A ellos les pareció un buen plan y como no estaba demasiado lejos de la zona, aceptaron pasar por allí si salíamos del edificio.
Pudimos a bajar cuatro pisos sin ningún problema, pero llegando al piso 10 encontramos un gran charco de sangre en la puerta que llevaba a los apartamentos.
—Mejor pasemos de largo —avisó Jayhun.
—Apesta a sangre... —comentó Ji-Soo—. Eh, Myeong, a partir de ahora cuida la retaguardia, por favor.
—Claro —acepté.
—Ey, chicos, ¿En serio vamos a saltarnos el décimo piso?... Podría haber algo útil —dijo Hyun.
—No puede haber nada más útil que nuestras vidas —respondió la pelirosa provocándome una pequeña risa.
En el piso nueve también tuvimos que detenernos: había un cuerpo.
—Ahh... —soltó sorprendido Jayhun.
—El detector no da ninguna señal —comentó la chica mientras apretaba el audífono en su oído—. Parece que no es un monstruo.
Mientras el hombre de los anteojos revisaba los pasillos y Ji-Soo el cuerpo, yo noté que Hyun-Soo tenía una expresión perturbada.
—¿Qué sucede? —susurré.
—Me sentí aliviado de que estuviera muerto... —confesó mirando el suelo con tristeza.
—Tranquilo, no es personal. Se trata de vivir o morir, Hyun-Soo. Sí las cosas hubiesen sido al revés, él hubiese reaccionado igual. No te castigues por eso —admití.
Tomé su mano y le di un ligero apretón para expresar mi apoyo. Al principio se sobresaltó, pero no se alejó de mi.
Por fin me miró a los ojos y asintió levemente.
—No parece haber muerto hace mucho, el cuerpo todavía está tibio.
—Dios mío —soltó Jayhun.
—Que bueno, encontré un cable de cargador y una barra de chocolate —nos contó la joven mientras hurgaba en los bolsillos del muerto.
El adolescente la miró perturbado.
—¿Eh? ¿Y esto? —articuló en voz alta al sacar una billetera, después miró al castaño—. No te preocupes, no voy a quedarme con la billetera.
—No... no es eso... —dijo incómodo.
Ella le lanzó la barra de chocolate y él la atrapó en el aire.
—Si no la quieres, devuélvesela.
Él, incómodo y nervioso, miró a otro lado. Tomé su brazo para tranquilizarlo.
—Ahora eres cómplice —avisó ella.
—Eres mala —dije rodando los ojos.
—Yo diría cruel —corrigió Hyun.
—Sí ser cruel me ayuda a sobrevivir, puedo llegar a ser mucho peor.
Ji-Soo siguió revisando al muerto y noté que Hyun me observaba fijamente.
—¿Pasa algo?
—Toma. —Me tendió el chocolate.
—¿Seguro que no lo quieres? —Él asintió, yo lo tomé sonriendo y lo guardé para más tarde—. Gracias. —Dejé un ligero beso en su mejilla y vi cómo su piel se teñía de rojo.
De repente, todos comenzamos a escuchar algo.
Bip, bip, bip, bip, bip, bip...
Se estaba acercando.
Rápidamente cruzamos la puerta y nos escondimos en el pasillo, pues escuchamos que el monstruo venía del piso 8. Hacia mucho ruido, como si tuviera varios pies.
—Ayu... dén... me... Quie... ro... vi... vir —Además de decir su deseo en voz alta, como el resto de los monstruos, hacía un ruido extraño y pensé que tal vez era que le estaba haciendo algo al cuerpo del señor que encontramos muerto, por ejemplo comérselo—. Es... toy... vi... vo.
Entonces el monstruo cruzó el umbral y pudimos verlo. Era un cuerpo en horizontal, boca arriba, mantenido en el aire por una decena de tentáculos que salían de su espalda.
Miró hacia donde estábamos Hyun-Soo y yo, específicamente a él, y supe que el corazón de ambos se nos detuvo.
—Ayu... dén... me.
—¡No! —gritó la pelirosa actuando primera: lo golpeó con su bate.
El monstruo chilló de dolor y cuando vio que nuestra compañera iba a volver a golpearlo, la detuvo con uno de su tentáculos. Luego Jayhun lo cortó liberando el arma de Ji-Soo.
—¡Es... toy... en... pe... li... gro! —gritó el monstruo con dolor.
—¡Mierda! ¡Corran! —gritó el hombre de lentes.
Obedecí hasta que al cruzar el pasillo, noté que detrás de mí, solo venía Ji-Soo.
—Oh, no, no se quedaron... —murmuré molesta.
Volví sobre mis pasos y vi como el monstruo atacaba al mayor del grupo.
Llamé su atención disparándole y cuando él se dirigió hacia mí, enfundé el arms para sacar el puño con cuchillo doble. Comencé a cortarlo, en especial su rostro y los tentáculos.
La pelirosa llegó también y me ayudó golpeando al monstruo.
—Les dije que se fueran —nos regañó Jayhun.
—¿Y dejarle todo el crédito a los hombres? —bromeé.
Tal vez no era el momento, pero bueno, eso funcionaba para tranquilizarme, al menos un poco.
—Yo solo vine porque eres el único que sabe conducir —admitió la joven.
Inesperadamente, el monstruo nos tomó de los tobillos y nos alzó en el aire. Jayhun se recuperó y atacó al monstruo.
—¡Déjalas! —gritó Hyun-Soo atacándolo también.
Por suerte, para Ji-Soo, la soltó.
Por mala suerte, para mí, me lanzó a la otra punta del pasillo.
El dolor volvió a adueñarse de mi, pero noté que nada se había roto como la vez anterior.
La nariz comenzó a sangrarme y me limpié desesperada con mi camiseta. No quería que se supiera que estaba infectada.
«Vamos a ayudarlos... Sé que eso quieres. Yo haré todo, no tendrás que mover ni un dedo. Confía.»
Sonaba desesperada, quería controlarme, pero no podía dejarla. No podía permitírselo.
Aunque fuera la única alternativa, perdería todo lo que soy en el camino y además podría engañarme. Tal vez diría que me ayudaría, pero podría terminar lastimándolos.
No, no podía permitírselo...
—¡Hyun! —grité aterrorizada viendo como el monstruo se defendía y parecía haberle roto el cráneo de un solo golpe.
No podía sacar mi mirada y pensamientos de él. Cayó al piso inconsciente y sangrando, mi pecho se oprimió y sentí como mis ojos se cristalizaban.
Eso fue una distracción.
Y yo me distraje.
Para mí, lo que había pasado era importante.
Para la monstruo dentro de mí, era una distracción que utilizaría a su favor. Y ella era lo suficientemente fuerte, como para que, al distraerme, tomara posesión de mí.
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