7. Acercamiento
Yo fui la primera en reaccionar. Corrí a bajar la cortina nuevamente y ordené que me ayudaran a rehacer la barricada.
—¡Ahora! Muévanse. No sabemos si actúan por maldad o por hambre. Y tampoco quiero averiguarlo —grité aplaudiendo para llamar la atención de los presentes, que seguían impactados por lo que había pasado afuera.
—¿Vamos a dejar los cuerpos afuera? —preguntó una mujer con voz temblorosa.
—¿Cree usted que alguien va a salir a buscarlos luego de lo que acaba de pasar? Sería arriesgar la vida en vano, lo siento —negué antes de irme a buscar los muebles que usábamos para la barricada.
Mientras pasaba cargando unas sillas, escuché como la esposa del dueño de la tienda hablaba en voz alta, aunque a nadie en particular.
—Debe estar devastada —comentó con las manos cubriéndose parte del rostro mientras miraba fijamente a la señora Chang, la dueña de la guarderia.
—Si Bom muriera, yo estaría devastada también —dijo Hye-In.
—Sería algo muy diferente. —La miró sobre el hombro frunciendo el ceño.
—Claro que no, él es mi familia. —Ella se levantó y se acercó a la otra señora.
—Aún así, no creo que sea lo mismo perder a tu propia hija.
—Tú tampoco tienes hijos, no sabes cómo es.
—Claro.
—Como sea, que lástima por la señora Chang y por la bombera...
—¿Qué le pasó a ella? —preguntó mirando por primera vez a la dueña del perro.
—Su prometido vivía aquí, pero después falleció. La boda era pasado mañana.
—¿Qué le pasó?
—No tengo idea. ¿Tú que crees que le pasó?
—Ay, se veía tan serena... No sabía —Negó cambiando el tema—. ¿Por qué aún no regresa? ¿Le habrá pasado algo?
Seguí mi camino y dejé de escuchar el chisme. Muchas veces había sido mi prioridad, pero ahora tuve que ceder y ocuparme de lo más importante: no morir. Para eso debíamos terminar de cerrar la puerta, para que nada entrara y nadie saliera.
Más tarde, cuando ya habíamos terminado la barricada, la mayoría nos encontrábamos en la guardería frente a la televisión esperando alguna señal del gobierno. Fue entonces cuando una sirena comenzó a sonar desde los altavoces de la televisión. Avisaba que no era un simulacro.
Una mujer militar, vestida como de las fuerzas especiales, hablaba desde donde anteriormente habíamos visto a nuestro presidente (monstrualizándose).
—A las 0 horas del 17 de agosto se declara la ley marcial en la República en base al Artículo 77 de la Constitución y el Decreto de Ley Marcial. El ejército se hará cargo de la seguridad y de todos los asuntos civiles. Se ha confirmado que un número incierto de personas se han convertido en criaturas extrañas. La causa exacta se desconoce, pero se cree que tiene que ver con el deseo humano. No es un infección respiratoria o de sangre. Aislan a los que tienen síntomas: sangrados de nariz, desmayos, alucinaciones auditivas o visuales. Estas criaturas tienen una gran capacidad regenerativa. Antes de transformarse hay un lapso breve en el que no pueden sanar de heridas graves, ese es el único momento en el que se puede matar a estas criaturas y se les denomina «Momento de oro». Todas las criaturas capturadas deben incinerarse, por ahora es la única acción que los civiles pueden tomar. El ejército se encargara de resolver la situación actual. Sobrevivan. Que tengan buena suerte. —Luego de decir esa información, la transmisión se cortó.
—¿Lo ve? Descuiden. Si sobrevivimos el ejercito vendrá —dijo Seok-Hyeon.
—¡Claro, lo sabía! —chilló festejando Seung-Wan.
—Dijo que sobrevivamos solos —grito molesto Beyeong-il, pataleando como si fuera un niño pequeño haciendo un berrinche.
—¿Eso quiso decir? —se desesperó Seung-Wan.
—¿El deseo te vuelve un monstruo? ¿Tiene sentido? —Otra conversación empezó cerca mío, aquello lo había dicho un chico de una edad cercana a la mía.
—Ya los viste allá afuera —le respondió Hye-In que estaba sentada detrás de él.
—Ah, vaya —se quejó Seok. Yo ya me había perdido el hilo de su conversación, así que no entendí porqué lo dijo.
Casi enseguida de eso, todos comenzaron a discutir por tantas cosas distintas que no estaba entendiendo nada de lo que pasaba o porqué discutían a los gritos. Eran tantas voces juntas y fuertes que comencé a sentir jaqueca.
Me tomé la cabeza y me levanté del suelo. Salí de la guardería y caminé hacia ningún lugar en particular. Solo necesitaba silencio... Alejarme.
Cuando consideré que ya estaba suficientemente lejos, me apoyé contra una pared y cerré los ojos tratando de relajarme.
Como buena líder debería haberme quedado y detenido la discusión. Debería haberlos calmado y tratado de aclarar algunas cosas... Pero no me estaba sintiendo muy bien. Podía dejar pasar eso. Al menos esta vez.
Estuve así unos pocos minutos hasta que me sentí observada. Abrí los ojos y miré a mi alrededor.
—¿Me estás acosando?
Hyuk, quien estaba apoyado en la pared frente a mí y con los brazos en la espalda, colocó los ojos en blanco.
—Solo pasaba por aquí.
—Me estabas mirando muy fijamente —señalé.
—Paré un segundo —se justificó.
—¿Justo dónde estoy yo? —Arqueé una ceja.
—No eres tan importante, ya te lo dije.
—Me estás acosando —lo molesté.
En serio, en serio amaba molestarlo.
No sé porqué disfrutaba tanto haciéndolo, pero era tan divertido verlo molesto.... Tal vez tenía que ver con que Hyuk no mostraba emociones. Era totalmente inexpresivo, tanto su rostro como su voz.
Pero yo podía hacerlo mostrar algo, aunque fuera molestia. Y eso era... Nuevo.
Ver emociones en él. Me hacia sentir diferente. Ser la única que lograba sacarlo de sus casillas me hacia sentir... Especial.
Uff, suena a que necesito terapia.
—Que no. ¿Por qué haría eso? —Su entrecejo comenzó a fruncirse.
—Duh, porque soy muy bonita —contesté encogiéndome de hombros.
—¿Nunca lo dejarás pasar? —Su mirada había cambiado, no estaba molesto, tampoco irritado, ni nada parecido. Y aún así, expresaba algo, pero no podía identificar qué.
—Claro que no —negué con una sonrisa de lado.
Quedamos en silencio por un rato, ninguno de los dos dejó de mirar al otro en ningún momento, y a pesar de eso, no fue nada incómodo.
Me dejé deslizar por la pared hasta que mi trasero tocó el piso. Hyuk me observaba desde arriba.
—¿Estás bien? —me atreví a preguntar.
—Claro... —asintiendo volvió a su expresión habitual, sin nada en particular—. ¿Por qué lo preguntas?
Sin terminar la conexión que teníamos mediante nuestras miradas, me levanté y me acerqué sin dudar. Hyuk trató de disimular su nerviosismo, pero pude notarlo claramente cuando abrió y cerró el puño de forma ansiosa, tratando de mantener sus manos quietas.
Quedé frente a él, a penas separados por pocos centímetros.
Lleve mi pulgar a mi boca para mojarlo con saliva. Su mirada cayó automáticamente en mis labios.
—¿Sabes? Eres demasiado inexpresivo. Pero sí ya te conocen, se nota cuando algo te molesta o te preocupa. —Antes de hablar saqué el pulga de mi boca y lo llevé hacia su frente, donde tenía una mancha de sangre seca. Acaricié suavemente tratando de borrarla.
—¿Y crees que me conoces? —Casi sonaba neutral. Casi. Vi su nuez de Adán temblar al tragar saliva.
—He pasado demasiado tiempo con Eun. Y la tienes pegada a ti como si fueras un parásito que la necesita para sobrevivir, así que sí, sé que he pasado el tiempo suficiente contigo como para notar cosas que otros no. No estás bien. Te afectaron esas muertes —declaré.
Una vez que la mancha había desaparecido, dejé de tocarlo y bajé el brazo.
—¿Cómo podrían no afectarme? ¿Es que acaso pensabas que era de piedra igual que tú? —soltó seguro de si mismo, pero mirando hacia cualquier otra parte que no fuera yo.
—¿Por que te pones a la defensiva? ¿Acaso te da miedo que pueda leerte? —Entrecerré los ojos.
No pude evitar plantar la palma de mi mano en su pecho. Él levantó la cabeza mirando hacia arriba, evitándome por estar tan cerca y pegada a él. Sonreí satisfecha de entender su lenguaje corporal y me aparté definitivamente, dirigiéndome a otra parte de la planta baja.
La verdad es que debería estar atenta a todo lo que sucedía en la planta baja, pero no pensaba que sería mucho. Quiero decir, descubrí que la bombera ya había vuelto, así que fui a interrogarla, aunque no habló mucho. Al aparecer estaba algo molesta y traumatizada por lo que había vivido... Según me dijo Hyuk más temprano: la dejó ir a arreglar la luz y se topó con un monstruo. La tuvo secuestrada un buen tiempo hasta que pudo escapar y ahora estaba furiosa con él porque sabía sobre ese monstruo y no le dijo nada.
Estaba herida (o adolorida, o ambas) y muy sucia, así que le di una toalla por si quería hacerse y un botiquín de primeros auxilios, ambas cosas estaban en mi maleta. Y listo. Pensé que ese sería el único acontecimiento importante del día.
Así que me senté a leer ese libro que ya había empezado hace varios días y no había terminado aún. Pero entonces escuché murmullos, susurros, chismes que corrían y no me dejaban concentrarme en la lectura. Decidí dejar el libro a un lado y preguntar por qué hablaban tanto.
La verdad solo esperaba que al decirme, yo pudiera decir que fueran a otro lado, hablaran más bajo o simplemente hicieran silencio para que yo pudiera seguir leyendo. Pero no pude cuando me enteré de lo que sucedía.
Un grupo. Habían llegado desde los otros pisos. Cuatro jóvenes, dos chicas y dos hombres. Tuve esperanzas y corrí a buscarlos.
—¡Ji-Soo! —chillé corriendo hacia ella en cuanto la vi.
Estaba de espaldas, pero era demasiado fácil de reconocer gracias a su pelo rosa.
Se dio la vuelta tan pronto escuchó mi voz y abrió los brazos justo a tiempo para aceptar mi abrazo. Prácticamente había saltado sobre ella y por la fuerza de impulso casi caímos.
—¡Hana! —me recibió entre risas.
—Me alegra tanto que estés bien —dije cuando nos separamos.
Por su ropa, cortada y arrugada, supe que le debió costar demasiado llegar hasta aquí. Una parte de mí quería saber el chisme... Que también debía ser información importante sobre monstruos, porque seguramente se habría enfrentado a varios. Tal vez supiera algo que el gobierno no.
Pero otra parte de mí, no quería hacerle pasar por eso de nuevo, al recordarlo. Debió ser horrible y traumatizante para ella. Seguramente no quería hablar de ello.
—A mi igual. No sabía si ya te habías ido o no del edificio. Rezaba por poder encontrarte bien —confesó.
Fue entonces cuando noté que estaba acompañada de alguien. Era un hombre joven, tal vez un poquitito mayor que Ji-Soo. Su pelo era oscuro y llevaba gafas.... Oh, y dos espadas. ¡Que genial!
—Oh, Hana, él es Jayhun. Bajamos juntos... —me informó.
Su tono de voz era extraño. Nunca la había escuchado hablar así... Comencé a sospechar.
Levanté una ceja en dirección a la peli rosa y comenzó a sonrojarse.
Le gustaba.
Volví a mirar a Jayhun y le sonreí, cómplice.
—Es un gusto, lástima conocernos en estas condiciones. —Ante mis palabras ambos nos inclinamos un poco como saludo.
—Igualmente —me respondió simpático.
—Por cierto, ¿vinieron con alguien más? Escuché que eran cuatro... —Ji-Soo asintió ante mis palabras.
—Vinimos con Hyun-Soo —dijo, sorprendiéndome, pues hasta donde recordaba, ella no lo conocía, o bueno, solo conocía su nombre y era porque yo le había hablado sobre él—. Hemos recorrido todo el edificio con él. También había otras personas, dos niños, la madre de Da-Eun, el señor del departamento 807...
—¿Entonces Hyun está bien? —pregunté, pues era lo que más me preocupaba.
—Eh, bueno... Creo que... No sé... Deberías verlo por ti misma... Él... —habló con expresión decaída.
—¿Qué le pasó? —Sentí mi corazón detenerse.
—Cayó por las escaleras... desde 9 pisos.
Mi boca se secó. Mi garganta se cerró. Mi estómago se apretó en un nudo.
¿Seguía vivo? Imposible.
Y aunque así fuera, tendría secuelas graves. Muerte cerebral, quebraduras, hemorragias internas, hasta externas.
—¿Dónde está? —exigí saber.
—Hana no creo que lo mejor sea verlo ahora... Podría afectarte mucho y...
Ella sabía la historia que teníamos él y yo. Le había contado desde el pasado hasta ahora cuando nos volvimos a encontrar aquí, en Verde Hogar.
—No me importa, Unnie. Necesito verlo —sentencié.
Ji-Soo asintió y señaló hacia una dirección. La reconocí enseguida y caminé rápido hacia allí.
—Cualquier cosa que necesiten, como comida y bebida, pueden pedírsela a alguno de los vecinos. En caso de que necesiten algo de primeros auxilios o algo que no tengan los demás, pueden revisar mis maletas que están en la oficina de seguridad —avisé en voz bastante alta para que me escucharan fuerte y claro, ya que seguía caminando, alejándome de ellos.
A un metro de entrar al cuarto, me topé de frente con Eun. Ambas nos sobresaltamos.
Ella expresaba su típica cara de «todos son desagradables» hasta que notó que era yo.
—¡Estás aquí! ¡Estás aquí! —chilló en mi oído al abrazarme.
—¡Estás viva! —grité de la misma forma—. Dios, temía tanto no volver a verte. Tu hermano me decía que estabas bien, pero no te había visto y eso me tenía muy asustada —informé al separarme.
—Sí, es que bajé... Pero no estuve realmente mucho tiempo. Volví a subir por las escaleras de incendios... Perseguía a tu padre —confesó. Fruncí el ceño muy confusa.
—¿Qué?
—Sí... No sé bien porqué lo hice. No sabía que aún estabas aquí, pensé que te habías ido y cuando bajé, alguien o más bien algo quiso atacarme, pero él me salvó. Y cuando llegué aquí abajo no soportaba toda esta situación. Entonces vi a tu padre y los seguí hasta arriba —se encogió de hombros—. No sabía nada de esto de los monstruos, no me lo imaginé ni cuando nos atacaron a mí y a tu padre al bajar. Igual nos separamos en un momento. Llegué a mi departamento, estuve ahí y luego bajé, fue cuando me topé con tu amiga Eun, Hyun y al otro hombre.
Asentí entendiendo lo que me contaba.
—¿Acabas de salir de ver a Hyun? —le pregunté señalando la puerta.
—Sí.
—¿Y cómo está? Me enteré de lo que sucedió.
—Yo... lo vi. Cuando cayó. Fue horrible. Pero está bien, consciente. Hasta tuvo fuerzas para levantarse de la cama.
—Iré a verlo —comenté mirando la puerta cerrada.
—Bien, pero te avisó que mi hermano también está dentro.
Asentí y avancé rodeándola. Tomé el picaporte nerviosa... Creía en lo que me había dicho Eun de que Hyun debía estar bien. Le creía porque confiaba en ella, pero también porque quería creerlo.
Mi lado científico, la parte que me hizo querer estudiar medicina, me decía que es imposible.
Pero también era imposible que nos transformaramos en monstruos a causa de un deseo.
Tomé aire y entré. La espalda de Hyuk me recibió. Lo aparté sintiendo la ansiedad crecer en mí y entonces lo vi. Se encontraba sentado en la cama, con su expresión usual de depresión. Vestía ropas oscuras y se veían igual que las de Ji-Soo, como si hubieran pasado por la guerra, pero la única herida visible era un poco de sangre en la cabeza.
—Hyun Soo, Dios mío —murmuré antes de lanzarme a su lado y abrazarlo.
No pude evitar colocar mis manos en su cabeza, revisando la forma de sus huesos y heridas. Todo su pelo estaba pegajoso por la sangre que había perdido.
—Estoy bien... —susurró para tranquilizarme.
—No es cierto, estás sangrando —sentencié al separarme mientras lo miraba a los ojos.
—Creéme, está bien. Está en su momento de oro —dijo Eun-Hyuk.
No quise mirarlo, pero tuve qué.
—¿De qué hablas? ¿Te refieres a lo que dijeron en el comunicado? —solté confusa.
—Sí, él se está transformando.
—No, imposible. Hyun no...
Volví a mirar a Hyun. Había caído de un noveno piso hace poco tiempo y ya estaba despierto, hablando y moviéndose perfectamente... ¿Quién rayos sería capaz de eso?
Aún así, esperé a que él mismo negara, apoyándome, pero no lo hizo. Hyun lo confirmó al bajar la cabeza para evitar mi mirada, triste y avergonzado.
Mi corazón se estrujó en mi pecho.
No pude evitar abrazarlo de nuevo, pero esta vez como si fuera un niño pequeño. Lo acuné entre mis brazos y le acaricié la espalda suavemente.
No quería hacerlo sentir mal por la condición en la que estaba. Aunque al final, era inevitable.
Sí yo supiera que voy a convertirme en un monstruo que mata personas, también me sentiría mal.
Hyun estaba infectado.
Hyun se transformaría en monstruo.
Apreté los dientes conteniendo las lágrimas y sollozos que querían salir de mí.
—No importa. Todo estará bien. Todo va a estar bien... —susurré dulcemente.
Estuvimos así un rato, yo intentando calmarlo a él (y a mi misma), mientras Hyuk solo miraba.
Al final decidí que Hyun Soo debería limpiarse. Lavarse la cara y la cabeza que estaba llena de sangre. Así que se lo comenté y juntos fuimos al baño, le dije que me esperara ahí mientras iba por mi toalla. La bombera me habia dicho que ya la había dejado en el cuarto de seguridad. Me dirigí hasta allí y al cerrar la puerta detrás de mí y quedar por fin sola, no pude evitar romper en llanto.
—Él va a estar bien.
Una voz a mis espaldas me sobresaltó. Me sorbí los mocos y limpié disimuladamente mis lágrimas mientras me preparaba para hablar sin llorar.
—¿Qué? —Miré ligeramente sobre mi hombro y lo vi acomodándose los anteojos. Era Hyuk.
—Pienso... que él es fuerte. No sé cuánto tiempo lleva en el momento de oro, pero parece que durará aún más. Y para ser el único momento en el que un monstruo se puede matar, él parece ser bastante inmortal. ¿No? Digo, cayó de un noveno piso y ahí está, como si nada, luego de tres horas de siesta.
Giré para verlo claramente.
—¿Por qué me dices esto?
—Se nota que te importa.
Apreté los labios, sin saber muy bien qué decir.
—No tienes que tranquilizarme —dije lo más amable que pude.
—Lo sé —contestó, pero sin retractarse. Pareció que iba a decir algo más, pero al final, no dijo nada.
N/A: Oficialmente el nombre de la protagonista es Hana💕 Por cierto, creo que la historia tendrá 15 capítulos y no creo que haga un epílogo ya que el capítulo final lo tengo muy claro...
Podría haber una segunda parte de la novela dependiendo la trama de la segunda temporada de Sweet Home, pero la verdad no creo, así que no las voy a ilusionar🥺
Además también falta mucho para que tengamos más de la serie, pero bueno, al menos se ha renovado hasta para una tercera temporada🥳🥰
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