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12. Jodidos

Respiraba hondo y lento para controlar la ira y las lágrimas. Los gritos ya habían acabado hacia unos minutos. Fue a Hyun a quien vi acercarse primero, seguido por Eun y al final por Hyuk.

Sí ya habían regresado del sótano, la misión debió haber ido o demasiado bien, o demasiado mal.

Me preocupé por el resto: Ji-Soo, Jung, mi padre. ¿Estarían con vida? ¿Habían regresado también? ¿Estaban heridos?

Eun se dio cuenta de que yo estaba encerrada y se giró hacia su hermano, le arrebató la llave que tenía en las manos y rápido vino hacia mí para abrir la puerta. Una vez que fui libre, no hice el escándalo que me imaginé que haría cuando viera a Hyuk y pudiera ponerle mis manos encima.

—¿Qué sucedió? —pregunté, preocupada, a mi amiga—. ¿Están todos bien?
—Un monstruo apareció, nos pudimos encargar de él... Nos unimos para apresarlo, pero se soltó, por suerte Hyun-Soo ya había regresado y bueno... —contestó, señalando al chico que parecía muy herido y cansado—. Él nos salvó.

Vi al resto de los vecinos aparecer, todos lo miraban a él, quien abrió la puerta del cuarto de aislamiento, para encerrarse de nuevo.

—¿Sí iban a encerrarlo, por qué lo salvaron? —preguntó uno de ellos, en tono molesto.
—Hyun-Soo —dijo una chica, Kim Ji-Eun, antes de que él entrara en el cuarto—. Perdónanos. Lo hicimos más difícil.
—Tú elige esta vez —soltó Hyuk, dándole la posibilidad de ser libre.

Me sorprendí muchísimo de sus palabras, pero no por eso le perdonaba todo lo que había hecho, en especial haberme dejado encerrada.
Hyun eligió no entrar al cuarto. Yo me acerqué a él y lo ayudé a mantenerse en pie.

—Ven, te ayudo. Vamos a limpiarte, te acompañaré hasta que estés mejor —murmuré, llevándolo hacia el baño.

Ignoré por completo a Hyuk y creo que eso, para él, era peor que sí le hubiera dado una puñalada al verlo.

Hubo varios heridos. Yuri, la enfermera de Ahn, se encargó de ellos. La vi salir de una habitación y hablar molesta con mi padre, quien estaba tan inexpresivo como era usual. Cuando ella estaba por irse, él le dijo algo que no llegué a oír desde mi ubicación y luego se levantó la chaqueta y la camiseta, mostrando una gran herida en la espalda. Ella se acercó con su botiquín y lo ayudó. Algo en mi pecho se comprimió al ver que papá había pedido ayuda. Él nunca pedía ayuda.

Me dirigí junto con Hyun, que ya estaba mucho mejor, hacia lo que llamábamos el comedor, que era una habitación, la cual habíamos elegido para servir las raciones de comidas y comer allí. Las vecinas que se encargaban de repartir las raciones en las bandejas me sirvieron a mí y luego a Hyun. Antes de irnos, la misma chica que le había pedido disculpas hacia un rato a mi amigo, Ji-Eun, se le acercó con su plato de comida.

—¿Quieres más? —le preguntó con suavidad, como sí lo que tenía Hyun en su plato no fuera suficiente—. Toma de la mía —dijo, ofreciéndole su ración.
—Gracias, estoy bien —se limitó a negar Hyun.

Miramos detrás de la chica, donde unos cuantos vecinos nos observaban. Cuando notaron que tenían nuestra atención, disimularon y retomaron su almuerzo.

—Estas cucharas no sirven de nada.
—Tienes razón, sería mejor beberla —comentaron en un pobre intento de generar una conversación.

Yo miré a Hyun y él a mí, antes de salir de allí, pensando en buscar otra zona donde almorzar. Al dar unos cuantos pasos afuera, nos encontramos con mi padre, quien estaba con una bandeja sin tocar.

—Uhm, podríamos. ¿Ir hacia allí? —murmuré, señalando un sitio donde podríamos sentarnos a comer.

Entonces, el señor Ahn pasó caminando y casi se lleva por delante a Hyun y a mi padre, pues los chocó de manera bruca. Arrugué el entrecejo, pero ninguno de nosotros le dijo nada. Yo no estaba de humor para hablar con nadie. Mi padre y Hyun comenzaron a girar, para irse a otro lado.

—Dios —dijo el anciano mientras tomaba asiento—. ¿No tienen a dónde ir? —soltó, lo que hizo que ambos lo miraran—. Siéntense, me distraerán —sentenció.

Obedecimos. Nos mantuvimos cerca de él. Vimos como tomó su sopa en tiempo récord, lamiendo hasta la bandeja.

—Estuvo bueno —soltó, saboreándose y luego eructó—. ¿Qué les pasa a ustedes? —se quejó cuando vio que ninguno de nosotros había tocado su comida. Yo solo me limitaba a revolver mi sopa con la cuchara—. Sí incomodan a los demás, estén incómodos solos —sentenció y luego miró a mi padre—. No te quedes ahí de malhumor con tus cicatrices. Pierdo el apetito —le dijo, antes de mirar a Hyun—. ¿De qué son esas marcas en tus brazos? —preguntó señalándolo.
—Oiga, señor... —comencé diciendo, porque ninguno de los tres estaba de humor para esto. Él negó, mirándome.
—Yo no me quedo atrás —me interrumpió y se levantó la camisa, mostrando una enorme cicatriz en forma de L volteada, que partía en dos su abdomen—. No estaba sano ni uno de los órganos de mi cuerpo. El doctor no me dio ni seis meses. Lo hice quedar mal por vivir hasta ahora —comentó, entre risas—. ¿Quieren saber mi secreto? Comer bien, aprovechen la comida. ¡Tienen que comer todo el plato! Aquí luchamos por comer y vivir.

Mi padre fue el primero que se llevó una cucharada a la boca. Luego el señor Ahn miró a Hyun, quien repitió la acción. Al final, me observó. Suspiré, tomé la cuchara, la llené del líquido y luego la llevé hasta mi boca. Él asintió, satisfecho.

Al terminar el almuerzo, envié a Hyun a descansar y estuve con Ji-Soo, quien había encontrado una guitarra tirada y la tomó. Estaba tocando una melodía hermosa, que yo disfruté en silencio. La vi algo adolorida mientras tocaba y hablaba.

—¿Estás bien? —le pregunté.
—Sí, solo fue un golpe. No te preocupes —me respondió.
—Eres tan increíblemente buena. Siempre me llevas a otro lugar cuando te oigo tocar —comenté y ella sonrió.

Luego la dejé para dirigirme hacia la sala electrónica, donde Dusik trabajaba. Me gustaba verlo trabajar, aprendía mucho de él. Era un hombre muy bueno con la electrónica y muy inteligente.

—El tanque de agua se contaminó. Quizá dure quince días si ahorramos agua —sentenció Hyuk cuando llegó de sorpresa.
—Ay, no. El agua es lo más importante —lamentó Han Dusik.
—Sí... —murmuró Hyuk, luego me miró y luego volvió su mirada a Dusik—. ¿Su pierna está bien? —le preguntó al hombre.

De los que quedaron en la planta baja, Dusik fue quien salió más herido por el monstruo. Luego, el resto de los heridos eran quienes bajaron al estacionamiento. Ji-Soo ya me había contado lo que sucedió abajo, ya que yo le había preguntado qué le había pasado a su cabello. Al parecer, el lugar estaba demasiado infestado de monstruos y justo cuando estaban saliendo en un coche, un monstruo la tomo del pelo, así que Jung tuvo que cortárselo.

—¿Esto? Pues no siento nada, así que no sé —respondió, riendo y tocándose la herida.
—Podría infectarse, vaya a que lo curen —ordenó.
—Ya me curó Hana —contestó en un asentimiento—. ¿Y esos lentes? —le preguntó.

Se había roto una de las patas de sus lentes, estaba pegada con una especie de cinta o venda, que resaltaba bastante.

Hyuk se rió antes de responder. ¡Rió! No entendí por qué lo hizo, eran demasiado pocas las veces en que lo había oído reírse.

—Me gustan más así —contestó.
—¿Por qué viniste? —le pregunto por fin Dusik.
—Creo que debería venir al sótano —soltó, por fin.

Dusik asintió, fui quien se levantó y lo ayudó con su silla de ruedas.

Al llegar a la puerta, nos topamos con Beyeong-il tapando la entrada.

—¿Todo bien? —le preguntó Hyuk.
—Sí, eh... ¿qué?

Oímos risas y vimos a Hye-In y a Seung-Wan salir del sótano con un carrito lleno de cajas.

—A todos les dará gusto ver esto —dijo Seung-Wan tomando una caja.

Entonces nos vieron. Quedaron paralizados.

—¿Qué es? —preguntó Hyuk.
—Dijeron que ya era seguro. Algunos esperaban paquetes y... —contestó Hye-In.

Hyuk me miró. Supongo que pensó que yo les respondería algo, pero me limité a observar.
Estaba un poco harta de tomar el control de la situaciones. ¿De que me servía ser también la lider si al final era ignorada?

—No debieron ir solos —les advirtió.
—Por eso fuimos juntos —respondió Seung-Wan señalándose junto a Hye-In.

Yo sonreí, algo divertida por su respuesta. ¿De qué servía que vayan dos o cien personas, si no tenían armas y tampoco sabían mucho sobre como enfrentar a los monstruos?

Bajamos al estacionamiento. Hyuk nos guió hacia una camioneta. Dusik la revisó.

—Soportará mucho peso.
—Sí reforzamos las ventanas o le ponemos armas, soportaría monstruos —contestó— . ¿Cuánto tardará?
—Seré rápido.
—Sí, no queda mucho tiempo. A este paso todos terminaremos muertos aquí. Salgamos antes de sentir pánico.

Dejamos a Dusik trabajando solo. Yo subí y me dirigí a la sala de seguridad, mientras vi a Hyuk irse hacia el comedor. Llegué y al entrar, un hombre que salía me chocó. Estaba corriendo, enojado y desesperado. Era Seung-Wan.

Miré los archivos que estaban desparramados sobre la mesa. Las notas que había puesto Hyuk a los planos del edificio.

«Falta de agua y comida.»
«Almacén de comida separado.»
«Salir con menos personas.»

Bien. Ahora era cuando empezaban los rumores, los problemas, las revueltas y los motines. Así que me di la vuelta y seguí al tipo. Entró en el comedor. Lo observé desde la puerta. Quiso robar algo de comida, luego amenazó a Jung con un cúter. Luego amenazó a Hyuk, porque quería las llaves del coche. Mi padre fue quien lo detuvo, lo golpeó y lo arrastró hacia la salida.

—¿Por qué no te largas? —preguntó, inexpresivo, al soltarlo.

El hombre soltó un fuerte alarido, que llamó a todos los vecinos, quienes se acercaron a observar el show.

—¡Tú no sabes cómo es que tu vida esté en manos de alguien más! —se quejó.
—¿Y tú piensas, con toda sinceridad, qué nosotros queremos esto? —murmuré, seria, apoyada contra una pared—. ¿Tú de verdad crees que uno quiere cargar con este peso, esta responsabilidad? ¿Con todas estas vidas en nuestras manos? ¿Que uno quiere tomar las decisiones difíciles?

Hyuk entró en mi campo de visión y yo solo podía pensar en las cosas que había hecho por el grupo. Había tomado decisiones con la mente fría, sin pensar en los sentimientos de los demás, ni siquiera en los suyos propios, sino exclusivamente en nuestra supervivencia.

Lo odiaba muchísimo, y no lo justificaba ni un poco. Pero, lo entendía. Lo cual era incluso peor que no hacerlo.

—Sí alguien no toma el control, no habrá control en lo absoluto. Sí alguien no se hace cargo de todo, viviremos en caos. ¿Y crees que tú lo harías mejor que nosotros? ¿O que estarías aún vivo sino fuera por nosotros?

Lo oí llorar ante mis palabras.

—¿Pero qué pasa aquí? ¿Qué no ven que hay niños? —se preocupó Ahn.
—¿¡Qué importa la edad ahora? ¡Todos vamos a morir igual! —llorisqueó, en gritos.
—No... No todos —respondió Ahn, acercándose a él—. Los que actúan como estúpidos por miedo, mueren primero. Tienes que controlarte. Y cuida tu propia vida —le aconsejó.

El hombre se calmó con esas palabras y Hyuk decidió que tendríamos una reunión para que todos supieran la verdad. Dejar afuera de nuestro planes a las personas solo sembraba caos y discordia.

—Debemos comenzar a salir. Solo queda comida para cinco días, buscaremos la tienda más cercana.
—¿No es muy peligroso?
—Ya nos preparamos. El señor Ahn examinó el área y el señor Han está adaptando el auto.
—Aja, oye, cuatro ojos... ¿Quién saldrá? —preguntó Beyeong-Il—. ¿Acaso será una rifa?
—No será fácil, irán solo los más aptos —sentenció.

Los vecinos miraron a aquellos que creían que eran los más aptos: Hyun, Jung, Ji-Soo, incluso a mí. Mi padre era él único que no estaba allí, porque cuidaba la comida. Sabía que Hyuk iría a por él en cuanto terminara esa reunión pars informarle del plan.

Yo me dirigí hacia la sala de seguridad para estar sola, comencé a limpiar la katana por aburrimiento, ya que no se veía sucia. No esperaba que unos cuantos minutos después, Hyuk apareciera allí y cerrara la puerta detrás de sí.

—¿Vas a seguir ignorándome? —preguntó, serio, mirándome directo y tapando la única salida de la habitación.
—Tengo un arma. ¿Estás seguro que quieres tener esta conversación ahora? —dije, mirando su reflejo sobre el brillante metal filoso.
—No te tengo miedo.

Solté una sonrisa que creo que fue bastante espeluznante. Me levanté de la silla y me dirigí hacia él, arrastrando la punta de la katana por el suelo. Luego giré el arma hasta que el filo cayó suave contra mi mano. Hyuk estaba quieto, mirándome fijo.

—Deberías —murmuré. Moví suave el arma y el filo esta vez quedó rozando su cuello. Lo vi tragar saliva.
—Hana, por favor.
—¿Qué? —pregunté, brusca—. Hana, ¿qué?
—Tenemos que estar unidos ahora.
—¿Unidos? Sí, claro —reí con sarcasmo—. Eres tú él único que nos separa. Sigues tomando tus propias decisiones, no me tienes en cuenta para nada. No te importa mi opinión.
—Claro que me importa.
—¡No mientas! —alcé la voz, molesta—. Me dejaste encerrada como un perro.
—¡Porque nunca piensas con claridad! Salimos con vida por los pelos. Todos estamos heridos. Tú estabas aquí y a salvo —sentenció, molesto y yo no pude evitar fijarme en las heridas de su rostro—. ¿Por qué te molesta tanto que piense en ti?
—¡No! Piensas en ti, sí pensaras en mí, me hubieras dejado bajar, como yo quería. No dejarme encerrada, ¿qué crees que es esto? ¿Un cuento de hadas? ¿Tú la madrastra malvada y yo la princesa prisionera en una torre?

Él asintió, apretando los dientes. Mis manos temblaban de furia, así que él tomó mi muñeca y me hizo soltar la katana, la cual cayó al suelo y luego la pateó lejos nuestro. Gruñí con frustración.

—Tienes razón. Solo pensé en mí. Pensé en que no puedo pensar cuando te tengo cerca, pero mucho menos cuando te pones en peligro. No puedo mantener la mente fría cuando sé que estás ahí afuera y puedes morir en cualquier segundo. O ser herida. Ninguno de los dos debía salir hoy, pero uno tenía que hacerlo y no podías ser tú, y no podíamos ser los dos, porque contigo allí abajo, yo hubiera muerto por tratar de protegerte. ¿Por qué te pones en peligro como si quisieras acabar con tu vida? ¿Eres idiota?

Mi mente iba demasiado lento como para procesar todo lo que me estaba diciendo, o tal vez iba demasiado rápido y no comprendía nada.

—¡Idiota! —reí sin gracia y lo tomé del cuello de su camisa, arrugando el borde—. Sí, el idiota aquí eres tú. No eres nadie para mí, como para recriminarme eso —solté, molesta, empujándolo contra la puerta—. ¿Qué mierda te importa sí me pongo en peligro? Pon tus putos pensamientos en otra cosa —murmuré antes de notar lo cerca que estábamos.

Muy cerca. Demasiado cerca. Tenía frente a mí la suave piel de su cuello descubierta, pero Hyuk estaba algo agachado para verme bien el rostro. Respiraba agitado y el jodido aliento le olía a menta. Podía sentir sus latidos acelerados debajo de mis nudillos. Su mirada bajó de mis ojos a mi boca y luego vi cómo se relamía los labios. Sentí mi boca secarme.

—Imbécil —me obligué a soltar y traté de alejarme, pero me fue imposible despegarme, mi cuerpo no obedecía más las órdenes de mi cerebro—. Eres un imbécil odioso, mentiroso, manipulador, engañoso, idiota... —murmuraba, tratando de encender de nuevo la llama de mi odio, porque se estaba apagando de pronto y otra cosa estaba ardiendo en mi cuerpo, algo que agitó mi respiración y me dejó sin aliento.

Hyuk dio el paso, Hyuk se estiró hasta mi rostro y me besó. Los puños que tenía formados sobre su camisa me sirvieron para acercarlo aún más a mí. Sus labios estaban sobre los míos... ¡Sus labios sobre los míos!

Dio unos cuantos pasos hacia adelante, con sus manos rodeando mi cintura. Yo retrocedí hasta que mi trasero se topó contra la mesa de la sala. Sus manos fueron hacia mis muslos y me subieron allí, mientras mis manos iban hasta su cuello, tratando de profundizar aún más el beso. Ahora todo su cuerpo tocaba todo el mío; mis piernas rodeaban sus caderas y su entrepierna pegada a mí.

Sentí su lengua entrar a pelear con la mía, una de sus manos acariciaba mi espalda y la otra se mantenía sobre mi trasero.

No podía creer lo que estaba sucediendo. Pero tampoco era como sí me importara. Quiero decir, trataba de no pensar en eso, solo para no obligarme a detenerme, porque aquello se estaba sintiendo muy bien, demasiado bien.
Se sentía como siempre debió sentirse estar con Hyuk.

Mis manos bajaron a recorrer su abdomen y pasear por su espalda. Gemí al sentir que crecía contra mí y me froté contra él. Solo podía oír nuestras respiraciones agitadas y mi pulso aumentado. Podía saborear menta en su boca, pero también algo más, algo adictivo: a él. Por fin estaba besando a Hyuk.

Bueno, él me había besado. Y él me había llevado hasta allí. Pero fui yo la que movió las manos hacia arriba y más arriba para quitarle la camisa. También fui yo la que se quitó la camiseta, quedando solo en sostén. Y también fui yo la que comenzó a desabrochar su pantalón. Lo acaricié por sobre su ropa interior, mientras sus besos bajaban por mi cuello y gemí pensando en tenerlo dentro, pero me decepcioné al recordar que no tenía un condón allí y estaba muy segura de que Hyuk tampoco.

Aún así, nos podíamos divertir.

Mi corazón parecía que iba a salirse de mi pecho, pero yo seguí acariciándolo, sintiendo como él crecía bajo mi mano, mientras desabrochaba mi sostén y se entretenía besando mi pecho.

—Hyuk... —gemí, mirando el techo.

Cerré los ojos, dejándome llevar por un rato, hasta que su boca volvió a reclamar la mía y sus manos decidieron ir a jugar a otra parte. Sus dedos abrieron mi cremallera y se hicieron un lugar por debajo de mi ropa interior. Cuando llegaron a mi zona sensible, me quedé sin aliento, quieta, solo recibiendo sus besos y caricias.

—Hana... —murmuró con voz grave, sobre mis labios. Suspiré antes de seguir besándolo y me atreví a jugar su mismo juego, colocando mi mano por debajo de su ropa interior, rodeando su falo y masajeando de arriba hacia abajo mientras lo sentía acariciar en círculos mi zona intima.

Solté un chillido de sorpresa cuando uno de sus dedos se introdujo en mí, por un momento se detuvo hasta que sintió los movimientos de mis caderas, rogando por más. Era tan increíble... La estaba pasando tan bien. No quería que se detuviera por nada del mundo.

—Mjm, Hyuk, por favor... —solté, asegurándole que quería esto tanto como él.

Su dedo fue entrando y saliendo para ayudar a adaptarme al siguiente, y al siguiente. Apenas podía respirar mientras lo sentía en mí, tratando de concentrarme en sus besos, en acariciar igual de bien su miembro, en mover mis caderas tratando de que llegara más hondo.

Mis movimientos sobre su miembro fueron más rápidos, que acompañados por mis gemidos y nuestros besos, lo hicieron llegar a su punto más alto. Se quedó quieto por un momento, mientras yo seguía besando su boca, buscando todo el contacto posible. Sus dedos permanecieron dentro mío cuando comenzó a gruñir. Trasladé mis besos a su oreja, mordiendo su lóbulo y sintiendo como por fin llegaba al orgasmo en mi mano.

Le di unos segundos para recuperarse, pero, sorprendiéndome, se separó de mí, tomando mis pantalones y ropa interior, y tirando de ellos hacia abajo, hasta sacármelos. Me dejó desnuda en aquella mesa y bajó su cabeza hacia mi zona, dejando un camino de besos desde mi abdomen hasta mi clítoris. Me llevé una mano hacia la boca, tratando de no gemir, porque recordé que estábamos en la planta baja del edificio, rodeados de nuestros vecinos. Amigos, su hermana, mi padre.

Los quité de mis pensamientos. No quería pensar en ellos. Quería disfrutar de este momento y lo bien que se sentía estar con Hyuk.

Pero aún así, trate de ser lo más silenciosa posible.

Por mientras, mi otra mano se dirigió hacia su cabeza, tomándolo del pelo, empujándolo más hacia mí, mientras sentía su lengua en todas partes. Mis piernas temblaron y rodearon su cabeza de forma involuntaria; Hyuk, por otra parte, ponía sus manos en mis rodillas, tratando de mantener su acceso hacia mí.

Y por fin, me corrí en sus labios. Me arqueé mientras mordía mi propia mano, evitando soltar cualquier sonido. Mientras me recuperaba, sentí su rostro descansar sobre mi abdomen, sus labios húmedos contra mi piel y sus manos abrazando mis caderas.

Cuando nos recuperamos, él fue el primero en moverse y alcanzarme mi ropa. Nos vestimos a la vez, sin dirigirnos ni una palabra o más de una mirada.

Al final, cuando estuve vestida, tomé mi katana y abrí la puerta. Observé que no hubiera nadie afuera y lo miré antes de salir.

—Esto no cambia nada —solté y me retiré hacia el baño más cercano.

Oh, pero sí lo hacia. Esto cambiaba todo.

Estábamos jodidos.

N/A: ¡Volví! Y con todo😂 Espero hayan disfrutado el capítulo. ¡Amaría leer sus opiniones!

En cuanto a lo spicy, no me gusta ser muy descriptiva, pero tampoco me gusta que no hayan detalles😂 Espero haber abordado bien el tema.
Sepan que no escribo esto con intenciones de sexualizae ni al personaje, ni al actor❤

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