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3

Para mí, estaba claro que tenía una pelea interna. Quise ayudarlo, pero creo que lo primordial era mantener a los niños a salvo.
No sabía qué hacer.

—¿Es... estás bien? —preguntó Sook.
—... ¡Vayan ustedes primero! —gritó el castaño—. ¡Aléjense de mi!
—Pero...
—¡Rápido! —soltó antes de tomarse la cabeza.

De todas formas... ¿Cómo podría ayudarlo? A mí me ayudaba saber que tenía a alguien conmigo. Pero, ¿y a él?

Los niños subieron hasta el descanso de la escalera, mientras yo me quedé a medio camino sin saber qué hacer.

«¿Quieres ayudarlos? No necesitas elegir. Deja que me ocupe y todos estarán a salvo.»

No. Te. Necesito.

Eso... ¡Eso es!

—No lo dejes... No lo necesitas —dije en tono bajo, esperando que solo él me escuchara—. Hyun-Soo, no lo necesitas. Tú puedes, puedes solo.

Cuando pareció que Hyun-Soo se estaba recuperando, le pregunté si estaba bien.

—Estoy bien.
—¿Le ganaste? —susurré.

Él me miró extrañado y asintió levemente.

—¿Tú también te estás convirtiendo en un monstruo? —interrogó Yeong.

¿Qué?

—Todavía no —respondió incorporándose—. Bueno, sigamos...

¿Pero qué? ¿Cómo? ¿Convertirse en un monstruo? ¿De qué hablaban? ¿Cómo es que...?

Los pasos pesados del monstruo gigante nos hicieron caer en cuenta de que ya estaba más cerca que antes. Sorpresivamente, tiró la puerta abajo y nos miró con una sonrisa maquiavélica.

—Mierda... ¡Mierda! —articuló mi compañero.
—Fu... er... za... Mús... cu... lo...
—¡Corran! —nos gritó Hyun-Soo.
—Pro... teína...

Yo no lo pensé dos veces y corrí hacia arriba por las escaleras tirando de los niños para que subieran más rápido.

Escuchamos un golpe, crujidos y quejidos venir de la escalera de abajo, hacia donde había ido el castaño cuando notó que el monstruo se le estaba acercando.

—¿Estás bien? —pregunté preocupada.

No lo veía y él no respondió, pero escuché otro quejido.

El monstruo se dirigió hacia nosotros y le dije a los niños que corrieran y se escondieran, que cuando nos deshiciéramos del monstruo, iríamos a buscarlos... Sí lo lográbamos y terminamos vivos, claro, aunque evité decirles esa última parte, pero esperaba que se dieran cuenta.
Ellos obedecieron.

Aproveché que tenía en mis manos solamente la ballesta, ya que el bolso con Gumiho se lo había dado a Sook, y comencé a dispararle al monstruo.
Lastimosamente, mis municiones casi no le hacían daño, se sacaba las flechas de su cuerpo como si fueran espinas.

Bien. Vamos al plan B.

—¡Ey! —gritó Hyun-Soo para llamar la atención del monstruo—. ¡Ey! ¿Ahora te metes con los niños? Que músculos tienes, ¿quieres demostrar tu fuerza? No eres nada más que un flacucho de mierda —soltó cuando el monstruo lo miró y provocó que su rostro cambiara de una sonrisa perversa a una cara súper molesta.

Que. Miedo.

De repente, saltó sobre el barandal de la escalera y cayó frente al castaño.

—¡Hyun-Soo! —grité rebasada de miedo y preocupación.

Bajé corriendo mientras desenfundaba la pistola, comencé a disparar a su espalda a la vez que veía como levantaba un puño y quería golpear a mi compañero. Por suerte, Hyun pudo esquivarlo al mismo tiempo que un hombre y una mujer joven llegaban, justo cuando dejé de disparar por miedo a darle al castaño, ya que se había estado moviendo demasiado cerca del monstruo.

El hombre tenía el pelo oscuro y usaba anteojos, estaba vestido de camisa y pantalón formales. Llevaba una katana y la utilizó para cortar al monstruo, que comenzó a quejarse de dolor.

La chica tenía el pelo rosa, vestía una larga camiseta y unos shorts; dedicó su atención a Hyun-Soo. Lo tomó por la gorra de su chamarra y él la miró confundido.

—¡Ey! Estabas vivo.
—Hola...
—¡No te quedes ahí, levántate! Tenemos que irnos ya.

¿Qué? ¿Se conocían?

De un instante a otro y aprovechando que el monstruo estaba distraído con sus cortadas, ellos se fueron por la puerta del piso 11 llevándose a Hyun Solo. No voltearon hacia mí, supuse que no me vieron ya que estaba escaleras arriba, detrás del monstruo musculoso.

Aprovechando que el monstruo estaba distraído por el dolor de sus cortes, rápida y silenciosamente me giré, tomé las flechas del piso (porque no tenía muchas y las necesitaba) y subí las escaleras. Me encontré con los niños al llegar al piso 14 y los abracé fuertemente, agradeciendo que estuvieran bien.

—¿Y Hyun-Soo? —preguntó Sook.
—¿El monstruo grande lo atrapó? —interrogó Yeong mientras lloraba.
—No, no, él está bien. Está con otras personas —respondí secando sus lágrimas.
—¿Nos dejó? —dijo el niño.
—No, no, él solo... Lo veremos más tarde —contesté sin saber qué decir.

Al separarnos, noté que el suelo estaba mojado. Olía a orina.

—Lo siento —lloriqueó Yeong.
—No pasa nada, cariño. —Acaricié su mejilla—. Haremos como que no pasó, ¿sí? Ahora debemos irnos, ya mismo. El monstruo grande es lento, pero llegará aquí en algún momento.

Ellos asintieron y se levantaron, cuando subimos la mirada para irnos, vimos que la puerta se había abierto y en su marco estaba el monstruo ciego.

—Me... duele —se quejó entre gruñidos.

Los niños y yo nos paralizamos. Por suerte, sabíamos qué hacer y eso era quedarnos quietos y en silencio.

Comencé a levantar mi pistola, apuntando directo a su cabeza, sin embargo, antes de que pudiera disparar, él se movió y se fue.

Comenzamos a subir las escaleras hasta que escuchamos al otro monstruo venir por nosotros. Subía las escaleras escandalosamente.

Al verlo acercarse, Yeong se abrazó a su hermana con miedo, mientras decía que no podía mover las piernas.

—¿Pro... teí... na?

Comencé a dispararle sin cesar hasta que me quedé sin balas. Los niños gritaron cuando estiró la mano hacia ellos.

—Mús... cu... lo.

No sé si fue algo así como un instinto maternal o suicida, o un impulso desesperado, pero estaba apunto de tirarme sobre él para que no tocara a los niños.

Hasta que oí al otro, así que me agaché con los niños y me mantuve en silencio.

—Es... cuch... é... un so... nido... —Un tentáculo salió del monstruo ciego  que acababa de dar la vuelta luego de escuchar tanto ruido, y dio en el pecho del monstruo gigante.

Abracé a los pequeños con fuerza, tratando de que dejaran de llorar y temblar.

—Musc...
—¿Es... tás... ahí?
—Musc...

Del tentáculo salieron otros más que comenzaron a crear agujeros dentro del monstruo musculoso, provocándole dolor y quejidos.

Les hice una seña a Sook de que debíamos irnos, aprovechando la distracción. Además, era seguro aue comenzarían a pelearse ambos monstruos y sí seguíamos ahí, podría dejarnos mal heridos (como mínimo).
Alcé a Yeong y comenzamos a subir las escaleras en silencio hacia el piso 15.

Antes de salir, pude ver como el monstruo gigante tiraba del tentáculo del ciego y le aplastaba la cabeza contra la pared.

—¿El número no era 1408? Estamos en el 15... —habló Yeong.
—No podemos ir ahora, ¡Los monstruos están peleando abajo! —respondió su hermana—. Tal vez alguien más nos ayude.

Noté que eran niños muy listo y eso me hizo sonreír momentáneamente.

Sook comenzó a golpear puertas de los apartamentos y yo la seguí, pero parecía ser un piso vacío.
Empezamos a escuchar los pasos pesados del monstruo, lo que nos provocó miedo y desesperación.

Los niños se detuvieron y observaron como el monstruo se nos acercaba. Traía consigo al monstruo ciego, que parecía estar muerto. Inesperadamente, lo lanzó hacia el final del pasillo, donde había una ventana, la cual se rompió permitiendo que el monstruo ciego cayera fuera del edificio.

Caminé hacia él, dispuesta a luchar.

«¿Quieres protegerlos? ¿Eso quieres?»

Sentí que mi nariz iba a comenzar a sangrar.

No, no, no, ahora no. Vete.
Vete de mi puta cabeza.

«Puedo ayudarte. Voy a ayudarte.»

¡No te necesito!

Un golpe se dirigía hacia mi y traté de pararlo. Sorprendentemente, lo logré. Miré mi brazo con extrañeza, ¿¡Cómo rayos había podido detenerlo, considerando la gran fuerza que esa cosa tenía!?

«Sí, lo haces.»

Mis uñas se habían alargado considerablemente y se clavaron en su brazo, causándole quejidos de dolor.
Él sacudió su brazo tratando de que lo soltara y cuando lo logró, me golpeó con su otro brazo, ésta vez sin darme oportunidad de actuar.

Mi cuerpo pegó en la pared, me quejé por el dolor y me quedé en el suelo con los ojos cerrados unos pocos segundos, como si eso me ayudara a recuperarme; juraba que se me habían roto algunos huesos.

Comencé a levantarme, sin embargo el monstruo se dirigió hacia mi y me tomó de los pies, traté de defenderme, pero la cosa en mi cabeza que me había dado fuerzas había desaparecido de pronto, supuse que nuevamente fui más fuerte que ella y no le cedí todo el control, pero esta vez si me arrepentía de ello.

El monstruo me aplastó contra la pared incontables veces, pero lo prefería antes de que le hiciera lo mismo a los pequeños.

Una bola de tristeza y desesperación se asentó en mi cuando me dejó tirada, sangrando, sin poder moverme, ni abrir los ojos y escuché a los pequeños llorar desgarradoramente, como sí ahora se dirigiera hacia ellos.

—Yeong, cierra los ojos —dijo Sook.
—¡Sook! —lloró.
—¡Te dije que cierres los ojos!

Fue lo último que escuché, luego solo hubo silencio y una perturbadora y oscura paz.

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