único.
Este fanfic está basado en el desafío relámpago hecho por la página EsDeFanfic dónde tenía que adaptar la canción Saturday – Twenty One Pilots a un Song fic.
Por un momento pensé que no lo lograría ya que esa canción si que es complicada, y yo no sirvo para analizar música. Pero bueno, todo sea por mi OTP.
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Desde abordar el barco Regulus se había quedado en el cuarto que le asignaron escuchando música.
Hace poco tiempo se había despedido de su tío
y sus padres. No sé arrepentía, claro estaba, pero aún a pesar de ser un hombre adulto el hecho de viajar solo por primera vez era... Nostálgico, ya que siempre fue apegado a su familia y amigos. Cualquiera que lo conociera diría que era un hombre muy sociable, a la par de encantador. Difícil de tener rencor.
Apenas iban unas pocas horas y de preguntada ya como estarían en su casa. El viaje apenas empezaba y casi no tenía ánimos de salir en el barco, así que estuvo un tiempo perdiendo tiempo en redes sociales hasta que se dió cuenta de la hora. Eran casi las 6, como tampoco se quería quedar todo el viaje en el cuarto busco cambiarse para salir, encontrandose con varios pasajeros que al igual que él habían salido a contemplar la belleza del mar en su camino.
- Es bastante lindo. - Se dijo a si mismo recargando sus manos en la baranda del barco. Sus ojos logrando ser capaces de notar como entre todo ese mar azul había varios animales. El viaje sería lo suficientemente largo para llegar a notar varias criaturas marinas.
- Que sorpresa verte. - La imagen que tuvo frente de él le dejo sorprendido. Mostrando una ligera sonrisa del hombre que se apoyaba junto a él, alguien que hace tiempo no miraba. - Regulus.
- Manigoldo... Ah... - El mayor rio ligero, enternecido por la reacción que tenía Regulus con él.
- Con que aún no olvidas mi viejo apodo. - Dante era su verdadero nombre. Solía usar el nombre Manigoldo durante su adolescencia. - Que raro no ver a tu tío por aquí, recuerdo que eras muy apegado a él. De hecho, es interesante verte solo en un viaje a Gringolandia. - Siendo está última la razón del porque al menos esperaría ver a Sisifo.
- Tengo 22. Claro que puedo ir solo.
- La última vez que te ví debías tener unos ¿16 o 18? Maldita sea me siento viejo. - Ambos rieron por ese comentario.
Se conocían gracias al tío de Regulus siendo un amigo lo suficientemente cercano de Manigoldo/Dante para verse una que otra. Ganando la admiración de Regulus en el proceso. Claro que, Manigoldo no era precisamente un santo, no era un irresponsable ni tampoco mal hombre, pero si bastante alocado en personalidad. Tal vez por eso pudo congeniar con Regulus, siendo aún apesar de llevarse unos 10 años poder entenderlo cuando era necesario.
- Voy por cosas de trabajo tras terminar la universidad, me quedaré por los menos unos años. ¿Tu mismo caso?
- Eso... La verdad este viaje lo tome para cambiar de Rutina. - Bando media vuelta de apoyo de espaldas a la baranda. Perdiendo su mirada, aunque sonriente, en una expresión que era casi melancólica. - Supongo que problemas de la vida adulta, el trabajo muchas veces es una rutina que te termina estancando. Ponte un cinturón que seguro te toca similar. Cómo llevada mucho estancado en esa misma cotidianidad hice un salto de tiburón.
- ¿Cómo así? Recuerdo que amadas música. ¿A eso te refieres? ¿Buscar hacer algo que amas?
- En efecto. Busque por un tiempo y creo que en Estados Unidos pudiera hacerlo, ya de hecho conseguí un trabajo donde podré empezar con la música de a poco. Por eso tome el camino en barco, es más largo y quería tratar recobrar un poco de inspiración en el mar.
- Espero poder encontrarnos seguido entonces. - La vista de ambos quedaron conectadas por unos segundos. Nuevamente Regulus recordó la razón de lo mucho que llego a admirar el hombre italiano cuando era más joven.
- También yo. Has cambiado bastante, al menos físicamente. Debes tener una fila de pretendientes.
- Uhm... Creo que algo así tuve. ¿Has logrado recobrar la aspiración para la música?
- No tanto. Pero tengo varios días para intentar, los viajes en barco son largos. Me sorprende que lo hayas elegido.
- En realidad... - Se llevó la mano a la cabeza por los nervios. - Voy en barco porque no logré conseguir un avión, y como me tengo que instalar después de eso me tengo que presentar. Digamos que voy muy pero bastante adelantado de la fecha que me vieron.
- Que golpe de suerte fue eso para podernos reencontrar. Pequeño rey. - Regulus amada ese apodo. Era simplemente el significado de su nombre, pero le parecía tan lindo como Manigoldo se refería a él, siendo un apodo que iba acordé con la personalidad del italiano. Lo empezó a decir así luego de empezar a entablar una pequeña amistad.
- Es cierto. ¿Te puedo admitir una cosa?
- Adelante. Aún con los años seguimos siendo amigos ¿No?
- Como digas. Te lo diré rápido y sin frenos: Me gustabas.
- ¿Que?
- Jajajaja.
- Oye no te rías. Osea. Yo sé que tengo un encanto italiano bastante irresistible, pero ¿Te gustaba? No sabía que eras asalta tumbas.
- ¿Te acabas de llamar viejo? - El contrario rio antes de chasquear la lengua. - Solo es eso. Me gustabas, me parecías muy... Bueno. Bastantes cosas. Sabrás porque no te dije nada.
- Soy mayor que tú, eras menor de edad y yo me mudé de regreso a Italia. - Ennumero las razones específicas. - ¿Aún te gusto?
- Pues... Debo admitir que el tiempo fue amable contigo. Estás guapo. Digamos que un poco, estoy disfrutando volverte a ver.
- Bueno, de ser así espero si poder vernos allá. Mientras, disfrutemos el tiempo en el barco.
- Eso suena a qué me estás pidiendo una cita.
- Pongámoslo en tal ves. Solo no me molestaría volver a conocerte, bajo mis límites.
- Hecho. - Haciendole una señal Manigoldo/Dante lo invito a comer.
En tiempo que duraron en el barco durante su viaje siempre se encontraban para conversar, poniéndose bastante al día cada uno contando sus anécdotas de lo que vivieron o han deseado. Manigoldo podía declarar que Regulus había madurado bastante, pero conservando cierto carácter del muchacho que conoció hace bastante. Siendo ese su inicio.
Al llegar a su destino y separarse, Regulus se sentía en la suficiente confianza para besarle el rostro antes de irse, respondiendo Manigoldo de la misma manera con un beso en su frente.
Tardaron 2 meses en instalarse por completo en sus nuevos hogares, estando separados por unas pocas horas de viaje, pero aún con eso al haber intercambiado números aún seguían conversando cada vez que el tiempo los dejaba.
Manigoldo no mentía en qué la rutina del trabajo podía ser un infierno. Regulus lo estuvo experimentando los primeros meses, y el adaptarse aunque si fue más sencillo que el de la universidad por tener que estudiar y mantenerse a la vez, si fue hasta cierto punto complicado por estar en una cuidad que nunca conoció antes.
Manigoldo la tuvo más fácil por ya estar acostumbrado. Empezó como tenía planeado el trabajo en un bar, era encargado de la música lo que le permitía el tiempo para despejarse del otro trabajo que tenía durante el día y practicar la suya propia.
Más de 1 año después, con la opción de mudarse juntos, ambos habían formalizado una relación de noviazgo después de bastante tiempo solo conversando a la distancia.
No sé hicieron esperar mucho. Ese mismo día terminaron enredados en la cama, compartiendo un beso ya con las camisas fuera de sus cuerpos junto a los pantalones ya lo suficientemente sueltos.
Ninguno sentía un toque de arrepentimiento en sus decisiones teniéndose como estaban ahora.
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