Konan se extremesio al ver la sonrisa maligna en  Gaara. Algo había pasado -¿A quién vas asesinar?

-A nadie.

La peliazul no creyó en eso. Solo rezo para que el pelirrojo no se metiera en problema.

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Deidara sonrió encantado al escuchar a Gaara permitirle  usar su herramienta especial.

-¿SEGURO?- Naruto lo tenía totalmente prohibido.  

-Por supuesto. ¿O no quieres?

-Dejame buscar algo que utilizar.

-Bien. Yo también ya tengo una idea de que utilizar.

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Madara terminaba de vestirse cuando por el espejo se deslumbró un destello rubio en  la casa de Naruto.  Frunció el ceño al notar que el rubio jalaba algo en el techo, algo que se le hacia familiar. 

Se dió la vuelta y se dirigió al balcón. Fue entonces cuando se percató de que una pelirroja estaba espiando la casa.

Una sonrisa se plasmó en sus rostro cuando se percató de que era lo que el rubio había estado jalando.

-Soy... Unos traviesos- sonrió mientras sacaba su teléfono y comenzaba a grabar. Valdría oro para la prensa ese material.

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Deidara sonrió a su pequeño hermano -Tengo todos listo.

-Yo también-. Dijo Gaara sonriendo.

Deidara se asomo a la bolsa que llevaba el pelirrojo, se arrepintió-. ¿El licuado que le gustaba a papá?

-Si- sonrió.

-Pobre. ¿Con qué comenzamos?

-Los tuyos. Espero que tengas excelente puntería.

-Creeme, la tengo-  Deidara rio como loco y uso los suyos.

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Kushina Namikaze había decidio, aunque fuera para verlo de lejos, ir a la mansión a ver su hijo vestido de novio.
Había querido ir a la boda pero Su esposo la había convencido de que era mejor no presentarse.

Ella realmente no quería arruinarle el día a su hijo. Lo amaba y no se atrevería a hacer enojar.

Llegó a la mansión y se ocultó, se veía poco moviento. Algunas veces vio pasar a la mujer de cabello azul y al rubio que se parecía mucho a su hijo, palabras de Ino.

Estuvo observando cerca de una hora cuando un destello le alumbró la cara. Lo siguiente que vio, mejor dicho sintió fue un golpe que la hizo tambalearse... No solo fue el golpe sino humedad.

Toda ella estaba bañada en pintura color púrpura.

No le dió tiempo de gritar cuando nuevamente se vio impactada, ahora por color verde horroroso.

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-En el blanco- informó Gaara a Deidara-. Se movió un metro a la izquierda.

-Soy no te preocupes. Le daré.

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Madara río al ver lo que habían hecho, ya había visto a Gaara con binoculares.

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Intentó huir pero no lograba que dejarán de atinarle. Quién quiera que fuese quien lanzara tenía excelente puntería.  Ya tenía toda la paleta de colores sobre ella.  

Sollozó al ver una cabellera roja en el techo, era Gaara. Era su hijo.

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-¿LISTO?- preguntó Gaara al rubio.

-si- Deidara arrugó la nariz.

-Esta huyendo.

-No logro apuntarle... Si tan solo pudiéramos hacer que se detuviera- frunció el ceño se movía y pronto saldría de su vista.

Una mueca se plasmó en la boca de Gaara antes de respirar hondo -. Se va a detener, y le vas a dar. no quiero errores.

Deidara asintió y se preparó.

Inhaló dos veces y gritó algo que jamás había planeado hacer, pero si eso la hacia detenerse estaría feliz.

-¡MAMÁ!

Deidara abrió los ojos con sorpresa pero pronto apuntó y lanzó al ver a la pelirroja detenida.

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Su corazón salto al escuchar el grito de su hijo. La acaba de llamar mamá, sonrió mientras lloraba,  se detuvo por completo y giró solo para que nuevamente fuera estrellada con un globo apestoso.

-.....

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Madara río al ver la sustancia de dudosa procedencia, realmente se miraba asqueroso. I

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-JUSTO EN EL BLANCO-  gritó Gaara feliz de que su idea funcionó. 

Gaara y Deidara celebraron con grandes risas. Mientras que el corazón de Kushina Namikaze se quebraba.