Corazonada
Después de unos cuantos días en el hospital me dieron de alta, mi padre estaba más que emocionado y como casi estaba cerca mi cumpleaños habiamos pasado al supermercado a comprar sus dotaciones de repostería.
—¿Papá, por qué compras estas cosas si tu eres dueño de la empresa? —le decía mientras intencionalmente aldrede ponía de vuelta las cajas de la maldita herencia que tendría como nieto de la fundadora de la compañía de repostería mas grande del mundo.
—Bueno hijo... Hay veces que es mejor darle a la compañía ingresos para que siga prosperando a robar mis propios productos que tal vez dejen en quiebra tu futuro...—Me dio un manotazo y me hizo que devolviera los paquetes al carrito.
De mala gana lo hice pero después me revolvió el cabello y me sonrió de forma orgullosa.
—Bienvenido, hijo... Ya casi cumpliendo 18 y sigues siendo tan pequeño.
—¿Me estas diciendo enano?
—No... Bueno, si
—¡Papá!
—Jajaja no aguantas nada. Creo que es todo, ¿Quieres algo en especial?
Miré el carrito de despensa, habían muchos jugos, frituras y repostería.
—Algo de comida normal no haría nada mal.
—Ok, compremos lo que tu quieras...—Tomó el carrito y seguimos por los pasillos. Compramos carne, verduras, algunos condimentos pero al llegar al pasillo de electrónica mi nuevo corazón se hizo pequeño.
Miré hacía la sección de televisiones y me encontré con un chico mas alto que yo, tal vez mas alto que mi padre. Llevaba viendo un rato la pantalla pero sus ojos eran cubiertos con unas gafas de sol. Se me hizo un poco extraño.
En menos de lo que había pensado mis piernas estaban caminando hacía él y yo realmente estaba asustado al acercarme a un desconocido.
Él sintió mi presencia y me miró.
—....
—¡Lo siento!
—Estas muy cerca, enano
—También lamento eso— y como no iba a perdir disculpas si mi hombro estaba rozando su brazo con tanta confianza. Me alejé un poco y mire a la pantalla. Estaban transmitiendo un programa de unos pulpos un tanto escalofriantes por su dulzura y su habla pero, el chico los miraba de una forma nostálgica.
—¿Te gusta esa serie?
—¿Tengo que responderte, niño?
—Yo...
—Le gustaban a una amiga...
—A mi me dan un poco de miedo...
Bufo un poco con algo de gracia, hizo mi corazón volverse loco.
—¿Te dan miedo unos pulpos mierdosos?
—¡No!¡¿Pero haz escuchado sus voces?! ¡Dan miedo!
—Jajaja ok, no te discuto eso... ¿Cuál es tu nombre, niño?
—John... Egbert... ¿Y el tuyo?
—Strider, Dave Strider
En ese momento hizo una media sonrisa que acabó conmigo, estaba vuelto loco. Era realmente estúpido, había tenido varias novias pero ¿ahora me gustaba un chico?
Demonios, mi nueva vida estaba empezando muy mal. De pronto escuché a mi padre llamarme, me hacía feliz escucharlo pero por alguna razón no quería separarme de el chico.
—Me.. Me llaman...
—Bueno, fue un gusto, John... —extendió su mano hacía mi y cuando la acepté apretándola con la mía, mi boca se empezó a mover y no había forma de detenerla.
—¿Puedes darme tu número?
—.... —me miró realmente impresionado o eso pensaba al tener sus ojos cubiertos por esas gafas.
—No.. No tienes que hacerlo, perdón.
—... +52144...
—¡¿Eh?!—rapidamente busque mi celular y anoté el número y cuando lo tuve rápidamente le llamé y este empezó a sonar en su pantalón.
—Wow, tan rápido me llamas... Se supone que debería pasar al menos un mes para una cita
—¡N-No! Cielos...— ya no sabía que hacer estaba muy avergonzado.
—Llamame luego con un buen tema, John...
Este se fue caminando metiendo sus manos en sus bolsillos del pantalón. Yo todavía estaba navegando en las nubes de mi imaginación hasta que mi padre me jaló del cuello de mi sudadera. Estaba siendo demasiado precipitado.
Cielos santo... ¿Qué esta pasando conmigo?
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