~La Sorpresa~
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Pues ayer pregunté en mi facebook si querían actu de este fic o de "Serendipia" y "Dulce Destino" ganó, así que hoy me puse a escribir la actu. NwN/. Espero que les guste el cap... :x
Gracias mil por sus comentarios. QwQ)b
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Disclaimer: Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima. La historia extraña y dulcemente empalagosa es totalmente mía.
Referencias De Lectura:
Diálogo.
«Pensamientos»
Narración.
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Capítulo Vigésimo
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~La Sorpresa~
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Los postres estaban perfectos a pesar de sus preocupaciones.
Jellal echó un último vistazo a la bandeja que sería llevada al mostrador de postres y sonrió satisfecho, aunque él estaba hecho un lio por sus sentimientos descubiertos no había manera de que pudiese permitirse no hacer bien su trabajo, en este momento hacer flores de azúcar perfectas y nata montada en su punto era algo que lo tranquilizaba y lo enfocaba en algo diferente a eso.
Sus sentimientos.
―¿Se peleó con la señorita Brown? ―Macbeth le preguntó antes de tomar la bandeja con las pequeñas tartaletas decoradas con flores tropicales hechas de azúcar, Jellal se sorprendió de oírlo hablar ya que desde la mañana estaba sumamente callado, si tuviese que adivinar supondría que era porque seguía triste por el fallo de su fiesta, incluso había dicho que ya no haría ninguna más.
―No ―Jellal negó de inmediato―, por supuesto que no. ¿Por qué lo dices?
―Bueno... ―Macbeth bostezó y subió los hombros―, se veían un poco extraños en la mañana, parecían distanciados, usted más que todo, jefe.
«¿Fui tan notario?» se cuestionó Jellal, la verdad sí había mantenido la distancia con Erza, pero es que simplemente no sabía como tratarla ahora, por suerte para él la sesión de fotos de la mañana con los postres fue rápida porque habían perdido mucho tiempo revisando de nuevo los refrigeradores y congeladores del restaurante.
―Solo digo ―continuó Macbeth al ver la cara pensativa del azulado―, la señorita Brown parecía algo preocupada, pero quien soy yo para meterme ―bostezó de nuevo―, ni siquiera puedo organizar una fiesta... ―su tono quiso ser casual pero era obvio que le afectaba, Jellal dejó de pensar en sí mismo y se concentró en el plan.
Después de todo, por eso había elegido ese postre para esa semana.
―Freed, Macbeth ―los dos jóvenes le miraron atentos―, estás flores hoy nos atrasaron mucho, creo que debo darles una tutoría extra para que aprendan a hacerlas ―ambos asintieron.
―¿Puede ser el fin de semana? ―preguntó Macbeth desganado.
―Oh, yo... ―Freed interrumpió, la idea era que fuese ese mismo día para celebrarle el cumpleaños―, no puedo el fin de semana, y además, ceo que sería más útil saber hacer las flores lo antes posible, hoy todo ese trabajo lo tuvo que hacer nuestro jefe ―miró al azulado dispuesto a seguirle la corriente―, ¿podría ser hoy?
―¿¡HOY!? ―reclamó Macbeth―. ¿Quieren que me quede extra y sin aviso? Les voy diciendo que están soñando si creen que yo voy a...
―No, no será aquí―le interrumpió Jellal limpiándose las manos en un trapo―, sería en mi casa, tengo que cuidar a mi hermana. Claro, si no les importa ir hasta allá...
―¿En su casa? ―la ceja de Macbeth se elevó interesada, descubrir viviendas de hombres apuestos era tentador.
―Así es ―sonrió el pastelero, al final habían decidido que el mejor lugar era su casa ya que de esa manera el chico de labios oscuros no sospecharía nada; y, a pesar de que fue extraño para él aceptar celebrar algo en un lugar que no había visto una celebración desde hacía años, decidió aceptar, en ese momento varias personas estaban preparando en su casa la sorpresa para el chico―. Salimos de acá y nos vamos en taxi hasta mi casa ¿qué les parece?.
―Entonces voy ―aceptó de buena gana―, pero me voy temprano porque necesito mi sueño de belleza.
Freed sonrió cómplice a Jellal.
―Yo espero que sea tan entretenido que prefieras no irte temprano ―agregó Freed desapareciendo luego con la última bandeja de postres, Macbeth lo miró sin entender y subiendo los hombros de nuevo comenzó a limpiar la cocina para ya poderse ir.
Aprender de lo que le gustaba y estar con chicos guapos.
...¿Qué podía ser mejor que eso?...
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Cuando abrió la puerta de su casa todo estaba en completa oscuridad.
Cuando todo el mundo apareció gritando feliz cumpleaños, Macbeth casi se va de espaldas al suelo si no hubiese sido porque Freed lo agarró.
―¿¡PERO QUÉ DEMONIOS!? ―Macbeth miró como todos se reían al observar su sorpresa y sintió sus mejillas rojas y llenas de indignación―. ¿¡POR QUÉ DEMONIOS SE RÍEN!?
―No sabía que iba a ser tan divertido ―Laxus rió con ganas―. ¿Grabaste eso, Mira?
―Por completo ―Mirajane le cerró un ojo con el móvil en la mano―, la mejor expresión de susto desde que Ever le hizo la falsa broma de embarazo a mi hermano ―Laxus rió de nuevo.
―¡ASUSTAR A ALGUIEN MEDIO DORMIDO NO ES NADA DIVERTIDO! ―reclamó de nuevo y perforó con su mirada a los presentes―. ¿¡Y QUÉ DEMONIOS HACEN TODOS USTEDES AQUÍ!?
―¡Agh! ―una joven de cabellera plateada se acercó rodando los ojos al chico―. ¡Estas más que medio dormido! ¿¡Qué no escuchaste que dijimos "feliz cumpleaños"!?
―¿¡Eh!? ―Macbeth miró a todos, observó los globos y las cintas decorativas, el pastel y la comida puesta en buffet―. ¿De quién es el cumpleaños? ―volteó a mirar a Jellal―. ¿De usted?
Jellal negó con una sonrisa.
―¿Entonces de quién? ¡Y qué sepan que no traje regalo! ―arrugó el ceño―. ¿Y por qué Sorano y Sawyer están aquí?
―¡AGH! ―La joven llamada Sorano le pellizcó el brazo hasta hacerlo gritar―. ¡Despierta de una vez, idiota! ¡ES TU CUMPLEAÑOS! ¡TUYO!
―¿Mi-mío...? ―la boca de Macbeth se abrió incrédula mientras prestaba atención a todo, ahora se daba cuenta que todo llevaba sus colores favoritos ―negro, blanco y púrpura― y que las personas que estaban ahí eran sus amigos, estaban casi todos los que había invitado a su fiesta―, ¿¡Pe-pero cómo!? ¿¡Cómo ustedes están aquí!?
¿Acaso era una cruel ilusión?
―Eres muy lento a veces ―Sawyer le palmeó la espalda―. Mejor vamos a comer que me muero de hambre.
―Pero yo... no entiendo cómo...
―Creo que debes seguir el consejo de tu amigo ―Jellal le palmeó la espalda―, creo que la mayoría tiene hambre, están desde la mañana preparándolo todo... ―Macbeth asintió y luego de respirar hondo para tragarse las lágrimas sonrió.
No, no era una ilusión.
Y es que nunca nadie había preparado algo así para él.
Su padre solo creía en estudios y disciplina y consideraba todo tipo de celebración y festividad un desperdicio de tiempo y esfuerzo, así que jamás había tenido una fiesta antes de que él mismo se las comenzase a organizar, por eso significaban tanto para él; pero esa fiesta, esta fiesta en la que aún no sabía como pero todas esas personas habían cooperado para sorprenderlo, se sentía diferente.
Mucho más especial.
―¡Pues no comerán antes que el cumpleañero! ¡Hagan fila ustedes que acá yo soy el VIP! ―declaró al borde de las lágrimas mientras se servía pizza hawaiana ―su favorita― en un plato.
―Creo que fue un éxito ―Freed se cruzó de brazos alegre.
―Por suerte pudiste contactar a la mayoría de sus amigos ―respondió Jellal igual de satisfecho―. Eres la mente maestra detrás de todo esto.
Freed sonrió apenado y negó.
―No hice mucho ―observó a Macbeth pelear por pedazos de piña con la chica de cabello blanco y como la hermanita de Jellal se reía al escucharlos―, solo que fue muy feo ver como el sábado estaba decepcionado y como hoy en la mañana estaba callado y reflexivo.
―Es verdad, eso fue extraño ―ambos rieron y Jellal se disculpó con Freed para dirigirse a la cocina, había alguien a quien no había visto aún y estaba preocupado, después de todo la casa había estado totalmente a oscuras cuando llegó.
―Jellal ―la voz de Mirajane llamó su atención mientras seguía escaneando a los presentes, no sé extrañó de verla con un cabello diferente al usual―, espero no te moleste, pero una de las invitadas está en tu habitación. ¿Me harías el favor de ir a llamarla?
―Por supuesto ―sonrió y se encaminó escaleras arriba, ella se había refugiado en su habitación antes de apagar las luces―. ¿Erza? ―llamó a la puerta a pesar de que era suya y esperó a que ella misma abriese.
―¿Sabes que esta es tu casa, verdad? ―le dijo ella con una sonrisa al abrirle, su cabello estaba libre y curiosamente mojado.
―Cuando te di la llave en la mañana te dije que actuaras como si fueses la dueña. Si sigues teniendo la llave, sigues siendo la dueña ―le sonrió coqueto y ella rió, ni siquiera fue capaz de contener lo que sintió por eso.
―Entonces no te importará que me duchase ―le cerró un ojo y lo hizo sonrojar―, como estuvimos todo el día arreglando y usaba la peluca por los amigos de Macbeth me picaba la cabeza por el sudor ―confesó apenada―. Las pelucas son bastante molestas, a Mira le pasó igual pero pudo ir a casa a cambiarse.
―Lo son ―asintió Jellal, su mano tomó uno de esos húmedos mechones enredándolo en su dedo, acercándose a ella poco a poco―, y es casi un pecado tener que cubrir un cabello tan bonito ―Erza negó y Jellal sonrió―. ¿Acaso no crees lo que te estoy diciendo?
―Te creo ―suspiró, sabía que al pastelero le gustaba su cabello, por supuesto que lo sabía, después de todo él se lo había dicho antes, el cuanto le gustaba su cabello, cuanto le gustaban sus películas y sus actuaciones.
¿Sería solo eso?
―Jellal ―movió su cabeza de lado a lado, no era hora para eso, era ridículo además―. Emh... ¿Macbeth se sorprendió? ―cambió el tema―. Intenté escuchar luego de que le gritaran sorpresa pero de tu habitación no se oye casi nada y no quería abrir la puerta y que alguien pudiese ver cómo me escondo aquí con la luz ―apenada dio un paso atrás, observando como su cabello se deslizaba de entre los dedos del pastelero y se cruzó los brazos bajo el pecho―. Supongo que ya sabías porque estoy en tu habitación en realidad ―acotó apenada.
―Lo sé y lo entiendo ―alzó los hombros para restarle importancia y que ella no se preocupase por su miedo continuó con la respuesta de la otra pregunta―. Casi se cae de espaldas, y le costó bastante darse cuenta de que esta fiesta era para él ―soltó una suave carcajada―, debes de verlo, Mirajane grabó todo ―observó a Erza sonreír y agregó―. Me sorprende que no escucharas sus gritos, pero bueno, esta habitación era antes el viejo estudio.
―¿El viejo estudio? ―preguntó curiosa.
―Sí, acá antes vivía un compositor amigo de mi padre, está habitación era donde componía. Fue él quien le enseñó a mi padre a tocar la guitarra, después de que mis padres compraron la casa convirtieron ésta en mi habitación, yo era un bebé muy llorón, obviamente fue de gran ayuda para ellos.
Erza rió y negó.
―No te creo que fueras un niño llorón.
―Lo fui, en serio. No te miento. Un día te enseñaré un video mío que mi papá grabó en esa época, dura cuarenta y siete minutos y en cuarenta y cuatro minutos salgo llorando a todo pulmón.
―¿Y los otros tres minutos? ―se aguantó la risa.
―Me calmé porque Mère llegó a cantarme, ya te había dicho que era un niño de mamá.
―Tendré que verlo para creerlo ―Erza rió con ganas.
―Te lo mostraré ―la señaló con el dedo―, y verás que pacientes fueron mis papás, en especial mi padre ―Jellal suspiró, cuando estaba con Erza siempre se relajaba lo suficiente como para recordar todos esos buenos tiempos, además, ella siempre escuchaba sus historias simples historias de familia como si fuesen una especie de maravilla y eso lo enternecía.
Tal vez ella sí entendería si él le confesaba lo que sentía.
―.Erza... ―comenzó, la actriz lo miró, sus ojos radiantes de alegría y sus mejillas sonrojadas.
Y entonces le dio miedo decirle lo que había descubierto.
Porque si se lo decía, Erza, quien era amable y atenta, tal vez pensaría que debía corresponderle, que no debía rechazar esos sentimientos que no debieron haber surgido en él, se sentiría responsable y trataría de hacer algo al respecto.
Se obligaría a sentir lo mismo.
Y también estaba la posibilidad que ella creyese que él estaba mezclando su fanatismo por la actriz, la que él admiraba tanto y ella sabía, era muy posible que de inmediato interpretase sus sentimientos como una confusión por esa admiración y el reto de besos que terminaron creando, incluso él mismo había pasado el domingo en vela pensando si tal vez era eso o una mezcla con eso.
Aún tenía una pequeña confusión él mismo, decirle no era justo.
Y peor aún.
¿Y si pensaba qué él lo hacia por pena?
Por lo que había pasado el sábado, por haberla vista insegura y con miedo, por haber sido testigo de su más grande temor.
Él no podía hacerla sentir como alguien querida por compasión.
―Vayamos a la fiesta... ―dijo al final y sintió alivio al ver como ella asentía emocionaba e iba a buscar la peluca café.
Así era mejor.
...Tal vez si nunca se lo decía, pronto dejaría de sentirlo...
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Cuando abrió la puerta se regañó a sí mismo por no haber tocado antes.
―¡Gr-Gray Sama! ―la joven casi que saltó de la cama y el libro que leía terminó tirado en el piso―. Lo siento, Juvia estaba...
―No ―negó―, yo lo siento. Debí tocar antes. Espera... ―Gray salió de la habitación, cerró la puerta y tocó.
Juvia parpadeó sin entender pero después sonrió.
―Adelante ―dijo y la puerta volvió a abrirse, sonrió más al verlo casi sonreír―. Buenas noches. Gray Sama.
―Buenas noches ―le respondió metiendo sus manos en los bolsillos de sus pantalones―, no debí entrar sin tocar, perdón por eso ―se acercó a la cama y levantó el libro que la joven leía―. Esto es tuyo ―Juvia lo aceptó y lo colocó en su regazo―. ¿Así que te gustan las espadas?
―Oh ―Juvia observó la portada del libro―, bueno, a Juvia le agrada lo que dice el libro, Erza San dejó a Juvia leer de los libros de su colección y a Juvia le llamó la atención este, es muy interesante, aunque un poco sangriento.
―Erza es tan violenta como los libros que lee ―chistó.
―Erza San es una mujer fuerte y amable ―replicó ella.
―Supongo que también un poco de eso ―Gray subió los hombros―, y hablando de Erza, me llamó para decirme que pidiésemos comida para cenar porque al parecer la fiesta no terminará tan temprano como creyeron.
Juvia sonrió.
―Eso quiere decir que la fiesta es muy divertida.
―Supongo ―dijo de nuevo―, como sea, el punto es que no sé qué prefieres comer y por eso vine a preguntarte.
―Gray Sama no debe preocuparse, lo que Gray Sama pida estará bien para Juvia.
El chico elevó una ceja y negó antes de soltar un gran suspiro.
―Sabes ―comenzó y se sentó al borde de la cama―, desde que te conocí ―Juvia se tensó al oír eso pero se relajó al oír lo siguiente― en ese hostal, me he dado cuenta que no sueles dar mucho tu opinión y eso no está bien, mucho menos cuando alguien te la está pidiendo. ¿Entiendes? ―preguntó volteándose a mirarla con seriedad.
―Ju-Juvia lo siente, Gray Sama ―se disculpó afligida y Gray se desacomodó el cabello incomodo por haberla hecho sentir mal, al fin y al cabo su idea no era eso pero por un demonio que él no era bueno con las palabras.
―No, no... ―respiró hondo―. ¡Tsk! No tienes que disculparte... ―volvió a desacomodarse el cabello, por eso prefería estar en el set grabando, solo tenía que actuar conforme a un libreto y si se apegaba a él todo salía bien―. La cosa es... ―«¿La cosa? ¿Quién diablos dice "la cosa"» estresado volvió a desacomodarse el cabello, estaba seguro que esa manía podría dejarlo calvo en el futuro―. La cuestión ―corrigió más aliviado de dar con la palabra correcta―, es que tu opinión también importa y la gente quiere y debería saberla.
Asintió orgulloso de sí mismo.
Si se esforzaba podía hablar como alguien civilizado.
―Gray Sama ―el joven la miró de nuevo y sintió ganas de desordenar su cabello otra vez al ver las mejillas rojas de chica―. Gracias... Juvia de verdad agradece sus palabras...
―N-no. No es nada... ―negó con las manos y desvió la mirada a la pared―. En- entonces... ¿Qué deseas comer?
El silencio que guardó ella hizo a Gray volver a voltear a verla.
―Ju-Juvia no lo sabe...
―¿No? ―elevó una ceja―. Bueno, tal vez esto ―el azabache sacó su móvil y lo abrió en la aplicación de servicios exprés, todas las opciones disponibles aparecieron en pantalla y Juvia observó atenta cada una― ¿Cuál es tu preferida?
―Juvia... ―la joven se mordió el labio nerviosa―, a Juvia le gustaría volver a comer papas fritas.
―¿Volver a comer? ―Gray frunció el ceño―. ¿Hace cuánto no comes papas fritas?
―La última vez que Juvia comió papas fritas fue hace diez años.
Gray negó incrédulo.
―¿Es una broma?
Negó.
―Desde que Juvia inició su carrera no la dejan comer esas cosas porque Juvia debe cuidar su apariencia ―el azabache volvió a negar incrédulo.
―¿Y qué me dices de las pizzas? ―Juvia negó―. ¿Y hamburguesas, pollo frito, burritos, tacos, donas? ―cuando la joven volvió a negar con su cabeza Gray sintió que estaba alucinando―. ¿Y helado?
―Tampoco, Gray Sama. Juvia no podía comerlo porque debía cuidar su voz.
El azabache se levantó de la cama y puso sus manos en sus caderas mientras negaba una y otra vez.
―No puedo creer que no comieras helado ―la señaló con un dedo―, por eso es que estás casi anémica. No lo puedo creer, he visto a Erza y Bisca devorar todas esas cosas, y Mirajane también, incluso helados, y ella también es cantante.
―Pero a Juvia el contrato con Phantom Lord se lo prohibía ―bajó la mirada―. Lo sient...
―Ni se te ocurra disculparte por esos imbéciles ―la detuvo y soltó un bufido―. Vamos ―dijo de pronto volteándose a la puerta.
―¿Vamos?
―Sí, ponte un buen abrigo, vamos a ir al centro comercial y vas a comer de todas esas cosas ―se volteó para señalarla con el dedo―, y eso incluye helado... tienes que comer helado... definitivamente... es decir ―Gray de nuevo se desacomodó el cabello―, si quieres... ―Juvia asintió casi que por inercia y sin decir más el joven desapareció por la puerta, la joven pestañeó sorprendida de ver a su Gray Sama de esa manera.
Sorprendida pero encantada.
Para cuando salió de la habitación, Gray la esperaba con las llaves de uno de los autos de Erza en la mano.
Nunca pensó que algo así llegaría a pasar.
...Y estaba segura de que lo disfrutaría al máximo...
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La fiesta definitivamente había sido un éxito.
Tal vez demasiado exitosa.
En ese momento Macbeth era llevado casi que arrastrado al auto de Mirajane por Freed y Bickslow ―un amigo en común de Freed y Laxus quien trabajaba como DJ―. Jellal no supo en que momento pasó, pero de pronto su casa se llenó de cerveza, licor y de bailarines llenos de aceite de coco.
Eso fue una sorpresa para todos.
Bueno, menos para Sorano, la amiga de Macbeth fue quien llamó a los bailarines, y aunque Jellal estaba feliz de ver a Macbeth animado, hubiese preferido no tener que ver como algunos y algunas empezaron a beber tequila de sus ombligos mientras estaban acostados en su desayunador.
De hecho decidió comenzar a limpiar parte del desastre en ese momento.
Cuando apenas habían aparecido por la puerta con sus trajes falsos de policía haciendo su rutina de retención del cumpleañero esposándolo en una silla para luego bailarle alrededor, Jellal de inmediato mandó a Wendy a su habitación, Erza se fue con ella pues la rutina requería apagar las luces y si no fuese porque Jellal tardó en apagar la de la cocina ella habría empezado a temblar en frente de todos, pero él sabía eso y por tanto esperó a que Erza se llevara a su hermana para apagarla y centrarse en empezar a limpiar la cocina en media oscuridad en tanto los bailes llenos de aceite y poca ropa se daban.
Definitivamente no era la fiesta hogareña que imaginó.
―Fue una suerte que tus vecinos no llamaran a la policía ―Erza se acercó a su lado a ayudarle a recoger las latas de cerveza que nadie supo quién llevó.
―Tal vez pensaron que ya habían llegado ―respondió Jellal divertido―, el velcro de los uniformes removibles de esos bailarines no es notorio desde lejos ―Erza rió.
―¿No estás molesto por todo eso? De verdad no sabíamos nada de esto. Estoy segura que tampoco fue cosa de Laxus. Aunque sea sospechoso que se haya ido temprano ―agregó en broma, Laxus había tenido que irse al poco rato de iniciar la fiesta porque debía cuidar del restaurante.
―Yo tampoco creo que fuese cosa de él, probablemente fue cosas de los amigos de Macbeth ―soltó un suspiro―, pero no estoy molesto, aunque sí hubiese preferido saberlo ―Erza asintió totalmente de acuerdo, si la policía se hubiese presentado de verdad, Jellal tal vez habría tenido problemas con la custodia de sus hermanas―. Gracias por cuidar a Wendy mientras Sodoma y Gomorra se desataban aquí... ―la peli-escarlata rompió en carcajadas junto con él.
―¿Es la fiesta más loca en la que has estado?
―No ―Jellal soltó un suspiro que hizo estar segura a Erza que esa fiesta no era ni de cerca la más alocada en la vida del pastelero―, definitivamente no.
―Ajá... ―entrecerró la mirada―, ¿alguna vez terminaste tan borracho como Macbeth? ¿En Francia tal vez?
―Ummm, no estoy nada orgulloso de responder a eso de manera afirmativa, pero sí. Dos veces nada más, eso sí ―su seriedad repentina la sorprendió un poco―, aprendí la lección rápido. ―Jellal cerró con un nudo la bolsa de basura llena y tomó otra―. ¿Qué me dice usted, señorita Scarlet? ¿Qué cosas bochornosas puede contar de su vida glamorosa.
―¿Yo? ―Erza sonrió de manera traviesa―. Tres veces ―Jellal subió una ceja―. Pero ahora nadie que me conozca me deja tomar de más.
―¿Y eso por qué?
―Verás... ―las mejillas de Erza se enrojecieron, miró hacia la pared y calló apenada, Jellal dejó la bolsa con basura de lado, la sujetó de la barbilla y se acercó a su rostro.
―¿Qué locuras cometió, señorita Scarlet?
―Yo... ―Erza respiró hondo, quería responder pero sus ganas de ser besada hacían que su mente se entorpeciera―. Yo... ―cerró sus ojos y dejó que la situación se diese, sin embargo se llevó una gran sorpresa cuando Jellal se alejó de ella y continuó recogiendo las latas y vajilla desechable.
―Supongo que fueron locuras increíbles ―dijo con el tono de broma de antes.
―N-no... ―Erza negó confundida, Jellal se estaba comportando extraño desde la mañana, antes no hubiese desperdiciado esa oportunidad para puntuar en el marcador de su reto―, es solo que, me pongo algo agresiva y eso...
―¿Algo agresiva? ―Jellal rió―. Antes de irse Laxus me advirtió sobre eso y me contó algo que va más allá de "algo agresiva".
Erza apretó los puños.
¿Cómo se atrevía ese traidor?
―¿Qué te contó ese mentiroso? ―se acercó con las manos en la cadera y el ceño fruncido.
―Señorita Brown ―Mirajane y su falso cabello verde se asomaron por la puerta, aunque ella fuese más compositora que cantante era reconocida y había preferido aparecer disfrazada―, no quisiera interrumpir pero creo que debemos irnos, debemos dejar a un muy tomado Macbeth y luego a los otros dos. Claro... ―sonrió con dulzura―, a menos que prefieras quedarte aquí... otra vez.
Ambos enrojecieron.
―Este... ―Erza iba a negar, se le estaba haciendo más que obvio que Jellal ya no estaba tan cómodo estando cerca de ella, tal vez después de ver su patética forma del sábado ya no creía que estaba bien acercarse tanto a ella, y no lo culpaba, él era un hombre con suficientes problemas como para incluir uno más, y aunque sabía que podía contar con él como amigo; algo que habían dejado muy claro el domingo en el desayuno, ahora pensaba que mezclar eso con algo como el reto de besos no estaba bien.
Tal vez ese sutil distanciamiento era la manera educada de Jellal de decirle que debían parar con eso.
Que debían mantenerse en solo amistad.
―La verdad creo que alguien necesita ayudar a Jellal con este reguero ―la compositora señaló toda la basura que quedaba por recoger―, no es justo que él limpie solo ―Erza asintió, era verdad, no era justo.
―Entonces yo...
―No es necesario ―Jellal la interrumpió y negó de inmediato―. Solo es recoger basura y pasar a escoba, puedo encargarme, además, es mejor que alguien que no haya tomado la acompañe. Freed y su amigo fueron obligados por Macbeth a beber mucho ―la manera educada del pastelero para evitar que ella se quedase le resultó tan clarificadora como dolorosa.
Él quería distancia.
―Entonces me voy... ―la manera en que Erza aceptó tan rápido despertó las alertas en Jellal, y cuando la observó tomar su bolso del desayunador que acababa de limpiar sin siquiera voltearlo a ver supo que había hecho algo mal.
Muy mal.
―Erza...
―Fue una gran fiesta ―le dijo ella aún sin verle―. Saluda a Wendy por mí, fue divertido jugar con ella en su habitación ―la sonrisa falsa que le dio antes de salir y cerrar la puerta se sintió como una espada clavada en su corazón.
Sus ojos quedaron fijos en la puerta.
...No sabía cómo, pero la había lastimado...
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Las letras se empezaron a poner borrosas y soltó un gran bostezo.
Odiaba repasar historia.
Gajeel se hizo para atrás en la silla y estiró los brazos por sobre su cabeza mientras movía y hacia sonar su cuello, estaba aburrido y esa materia empeoraba todo, nunca fue bueno para escuchar historias y mucho menos para leerlas, él prefería cosas más prácticas, y definitivamente leer la historia de una dinastía real de hacía más de tres siglos no era nada práctico.
Era aburrido.
La puerta de su casa sonó y se levantó de la silla agradecido de tener una excusa de levantarse de ese lugar en que ―según el horario que le hizo Rogue―, debía mantenerse sentado por dos horas y estudiar lo establecido en el programa que una Erza muy ―sádica― amable le había hecho.
―Voy... ―medio dijo y medio de bostezó mientras abría la puerta, bostezo que quedó interrumpido por su sorpresa al ver Levy McGarden allí―. ¿Enana?
―Levy... ―frunció el ceño y luego sonrió―, esto... ―se sonrojó y le mostró la bolsa en sus manos―. Rogue dejó un libro el otro día, bueno, la otra noche en mi casa ―se corrigió―, hasta hoy pude venir a dejárselo...
―¿Un libro? ―Gajeel alzó una ceja extrañado, Rogue nunca jamás dejaba cosas perdidas, y menos libros―. ¿Segura que es del enano?
Levy asintió.
―Tiene su nombre, bueno, no quería interrumpirte, así que...
―Pasa ―Gajeel se quitó de la puerta y le señaló con la cabeza―, justo iba a tomar un descanso.
―Ah, yo no... ―Levy negó abochornada pero sus piernas actuaron por ella y entraron―, de verdad no quiero interrumpir.
―Ya lo hiciste, ya qué ―Gajeel cerró la puerta―, ahora hazte responsable, enana.
―¿Responsable? ―Levy infló sus mejillas―. Yo no...
―Ya, ya, vamos... ―colocando una mano en sus hombros la llevó hasta la mesa en donde estaban sus libros―. Justo ocupaba una... tutoría... ―trató de sonar convenenciero como al inicio pero Levy notó su pena, además, sus mejillas ganaron color.
Sonrió divertida.
Gajeel era un hombre que muchos llamarían sin vergüenza y fresco pero en realidad él se preocupaba de lo que los demás pensaran de él.
De cierta manera, se parecía a ella.
―¿Tutoría? ―Levy se sentó en la silla que le ofreció y tomó uno de los libros―. "La sucesión en la dinastía Fiorense" ¿es para tus exámenes? ―Gajeel asintió con vergüenza, tal vez no había estado bien pedírselo a Levy, eso era materia que Rogue estaba a punto de ver y él a su edad no sabía nada de eso.
―Sé que debería saber eso, pero...
―Hagamos un trato ―Levy le miró con gran seriedad y Gajeel dejó su explicación en el aire―.Yo te ayudo a estudiar esto y tú... ―las mejillas de la joven ganaron color―, tú... me enseñas a conducir...
―¿A conducir? ―Gajeel se cruzó de brazos―. ¿Aún no sabes conducir?
Levy negó apenada.
―Sí, bueno, sé que a mi edad ya debería saber, pero yo n--- ―la risa de Gajeel la interrumpió y Levy volvió a inflar sus mejillas―. ¡Hey, no te burles! Es muy difícil para mí hablar sobre eso...
Lo sabía, claro que lo sabía.
Por eso se reía, porque él había olvidado de nuevo que las personas aprendían las cosas en distinto orden, y ni él ni Levy deberían de sentir vergüenza por querer aprender.
―Ya, ya... ―Gajeel se levantó de la silla―. Hora de la lección ¡Gee hee!.
―¿Cuál lección? Los libros están aquí.
―Pero el auto está afuera.
―¿¡Me enseñarás a conducir ya!? ―le miró incrédula―. ¿Y qué hay sobre esto? ―levantó el libro.
―Podemos hacer ambas cosas en el auto.
―¡No si queremos volver vivos! ¡Un auto solo es para conducir!
Gajeel rompió a reír.
―Ah, enana. Te sorprendería todo lo que he hecho en un auto, especialmente acompañado en el asiento de atrás... ―lanzó sugerente y Levy enrojeció.
―¡Y-Yo solo quiero aprender a conducir!
Gajeel le cerró un ojo.
―Podemos empezar con eso. ¡Gee hee!...
Levy no fue capaz de negarse a ese comienzo.
Aunque tampoco negó que tal vez podría interesarse en otro tipo de lecciones.
...Lo admitía, él había captado por completo su curiosidad...
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La semana había pasado de manera rápida e incómoda.
Y Jellal sabía que era por su culpa.
Desde el día de la fiesta con Macbeth la relación con Erza se había vuelto terriblemente educada, no que no hubiesen momentos de amistad y apoyo, como cuando la abrazó y no la soltó durante los diez segundos que se tardaba la energía de emergencia en encenderse durante los dos apagones que hubieron mientras estaban en tutorías de cocina, o como cuando ella y Wendy le sorprendieron con la noticia de que su hermana necesitaba dinero para comprar un regalo y Erza la había contratado para ayudarle con las cartas de fans, por supuesto él se había negado al inicio, no le parecía correcto que Erza hiciese eso por Wendy, pero luego ambas se aliaron en contra de él y fue imposible para Jellal el negarse.
Era débil y lo sabía.
Pero bien, al final Wendy parecía muy animada y al fin y al cabo él también había trabajado con Obaba Sama a esa edad y era verdad que Erza ocupaba a alguien de mucha confianza para que estuviese en su casa, a solas en su oficina y que guardase total discreción, al final tenían razón, era un buen trato donde todas las partes salían ganando, incluso él, aunque le dolía en su orgullo de hermano mayor que su hermanita no quisiese recibir dinero de él.
Era difícil ver crecer a sus hermanas.
El jueves y el viernes,no pudo pasar tiempo a solas con Erza ya que Mirajane y Juvia se habían quedado con ellos en la clase de cocina, y del sábado hasta el siguiente miércoles, Erza había tenido que ayudar al jefe de departamentos en su agencia de talentos con una emergencia de último minuto así que no se habían podido ver ni para las tutorías, y el jueves, Gajeel y Levy ―una jovencita muy amable y sumamente inteligente que trabajaba en la agencia de Erza―, se habían unido a la lección.
Era casi como si el universo no quisiese que estuviesen a solas.
O quizás era Erza la que no quería.
―La jefa parece que sabe cortar pero hasta ahora solo la he visto freír y hervir, ¿aún tiene la maldición? ―ese viernes Gajeel se había quedado con ellos a pesar de que se había levantado para irse cuando él llegó, pero al final Erza había insistido ―casi amenazado― en que se quedase a probar el resultado final.
Ya no había dudas.
Ella no quería estar a solas con él.
―Dudo que la maldición me deje algún día ―suspiró ella resignada mientras se concentraba en medir la cantidad de vinagre parar marinar el pescado―, por el momento debo concentrarme en no crear veneno...
Gajeel y Jellal rieron y el azabache miró su reloj por cuarta vez en media hora.
Jellal aprovechó su oportunidad.
Tenía que decirle a Erza la verdad del por qué él había buscado distanciamiento, no era justo que ella hubiese salido lastimada pensando quien sabe que razones de que tal cosa sucediese entre ambos.
―¿Tienes algún lugar al que ir, Gajeel? ―interrogó en tanto se ocupaba de poner a calentar el sartén en donde sellarían el salmón.
―Yo... ―Gajeel miró de nuevo su reloj―, le dije a Rogue que si podía hoy lo llevaría al cine.
Erza lo volteó a mirar.
―¿Por qué no me lo dijiste? ―frunció el ceño.
―Me ordenaste quedarme aquí ―alzó los hombros―, además, de seguro debe estar entretenido en casa leyendo algún libro.
―Pensé que estaba en su curso especial ―la actriz le miró preocupada.
―Hoy terminaba a las siete y son las siete y media.
―¿Dejaste que llegase solo a casa?
―No, Rogue vuelve a casa con la familia de mi vecino, no es la primera vez, Erza. Es un niño grande y muy independiente.
―Aún así ―Erza se cruzó de brazos bajo el pecho―. Ve.
―¿Eh?
―Ve con Rogue, es peligroso que un niño este solo. Ve.
―Pero dijiste...
―Te digo que te vayas, no es justo que estés aquí ―Erza le sonrió―. Lamento haberte obligado.
―¡Gee hee!―Gajeel se levantó de inmediato―. Olvídalo. Debí decírtelo, siempre has sido una gran jefa. Violenta, pero justa ―Erza levantó una ceja y Gajeel negó―. ¿Ve-ves? Hasta puedo decirte bromitas... Bu-bueno... me voy... ―el azabache caminó nervioso a despedirse de Wendy y de Juvia quienes veían una película en la habitación de su amiga, después de todo la actriz solo permitía que Wendy trabajase en las cartas por dos horas―. Nos vemos... ―se despidió y salió con rapidez pasmosa haciendo reír a Erza.
―Eso ha sido muy gentil de tu parte ―le dijo Jellal con una sonrisa.
―Corregir mi error al haber sido desconsiderada no es gentileza, profesor Fernandes ―le respondió, haciendo que Jellal notase de nuevo como era ella quien ahora insistía con esas formalidades.
―Usted no sabía que Rogue salía temprano, señorita Scarlet.
―Pude haber preguntado, pero en fin... es mejor que sigamos con esto. La boda ya está cerca y debo aprender más que a hervir y freír. Estoy segura de que usted apreciará tener más tiempo libre cuando todo esto termine, sin duda le he dado problemas, profesor Fernandes―sus palabras fueron totalmente sinceras y sin un atisbo de segundas intenciones, al contrario, las había dicho en un intento de poner humor a la noche, pero a Jellal le dolieron.
Mucho.
―Erza... ―el azulado tomó con gentileza una de sus manos poniéndola nerviosa―, tú no me das problemas ―negó varias veces―, al contrario, tú...
―¿Ya va a estar la comida? ―las luces del pasillo se encendieron y al momento Gray apareció junto a ellos, para él no fue nada extraño que Jellal estuviese pendiente de la cocina a varios pasos de Erza que estaba haciendo una marinada.
―Sacre Bleu... ―susurró Jellal por lo bajo al ser interrumpido.
―En media hora ―respondió ella de nuevo concentrada, o al menos por fuera, por dentro su corazón latió extraño al ver la expresión en los ojos color miel de Jellal hacía un momento, hacía días no tenía ese tipo de contacto con él ya que se había esforzado en no quedar a solas para hacerle más fácil la tarea de mantener ese distanciamiento que él había decidido era lo mejor para ambos.
―¿No podemos pedir algo al exprés?
Erza lo señaló con el cuchillo con el que ahora cortaba un chile.
―Has comido mucha comida rápida últimamente ―Gray dio un paso atrás ante la amenaza―, y has estado alimentando a Juvia con eso también...
―Ya-ya te expliqué por qué...
―Sí, pero no para que exageres, Juvia debe comer balanceado o no se recuperará ―acercó más el cuchillo a él y Gray tragó grueso.
―Ok, lo siento, está bien. No comeremos tanta comida chatarra...
―Bien ―Erza asintió satisfecha―. Ahora tu castigo es quedarte a aprender cómo hacer comida sana ―le señaló el banco en él que había estado Gajeel y Jellal soltó un suspiro apenas audible.
De nuevo evitaba que ambos quedaran a solas.
Para cuando todos llegaron a comer se sorprendieron de lo bien ―aunque algo picante, salado y un poquito quemado― que había quedado el salmón hecho por Erza y ella se dio por satisfecha de que ninguno terminase agonizando en el piso, para cuando Gray se fue a ayudar a Juvia a colocar las cortinas que se cayeron cuando ella y Wendy jugaban a ser cantantes dando un concierto, Jellal y su hermana estaban por irse.
―Creo que la próxima semana ya podemos comenzar a decidir y practicar el menú para el almuerzo de la apuesta ―comenzó Jellal en tanto se ponía su bolso cruzado.
―¿De verdad? ―dijo emocionada.
―Sí, de esa manera tendremos tiempo para perfeccionarlo, y además ―Jellal sonrió divertido―, debemos de saber que artefactos de cocina serán necesarios para comprar repuestos en caso de que la maldición continúe.
―Hey... ―Erza infló las mejillas pero sonrió al recordar la olla de cocimiento lento que estalló cuando ella la usó en la tarde―. Bien, creo que debo decirle a Mirajane que tu encenderás todo lo eléctrico... no creo que ella quiera ver como hasta su lado de la cocina queda hecho un desastre.
Jellal asintió mientras reía.
―Creo que accederá a eso ―se acercó a Erza aprovechando el buen ambiente y que su hermana andaba buscando sus cosas en la oficina de la actriz―. Erza, escucha, yo no quise, es decir, no quiero que pienses que tú eres una molestia o carga para mí, yo...
―Lo sé ―Erza le sonrió―, lo dejamos claro ese día en el desayuno, somos amigos y nos apoyamos, eso lo sé y lo aprecio de corazón ―Jellal vio en sus ojos la sinceridad de sus palabras y se alivió un poco con eso.
―Pero hay otra cosa... ―nervioso se acomodó su bolso a pesar de que no era necesario―, sé que has notado que el reto de...
―¡Estoy lista! ―Wendy apareció sonriente y tomó la mano de su hermano y el pastelero usó toda su fuerza de voluntad para sonreírle a pesar de la interrupción―. Perdón por durar tanto, como hice también la tarea allí y luego me fui a jugar con Juvia San dejé todo sin recoger.
―Está bien, Wen ¿dejaste todo lo de la señorita Erza acomodado, verdad? ―ella asintió.
―Wendy siempre deja todo más ordenado que yo ―Erza sacó un sobre de la bolsa de su vestido y se lo pasó a la pequeña―, creo que eso lo sacó de usted, profesor Fernandes, y, aquí está su paga de la semana, señorita. Se la merece por todo su esfuerzo ―avergonzada y emocionada a partes iguales, Wendy tomó el sobre.
―¿Supongo que querrás ir pronto a comprar el regalo, eh? ―Wendy sonrió nerviosa.
―Yo... sí... ―soltó en un susurro, tenía que buscar una manera de evitar eso―. Oh... yo, es verdad. Prometí ir con Meredy ―dijo aliviada, no era algo totalmente cierto pero tampoco era falso, Meredy le había dicho que ella le ayudaría en lo que fuera y salvarla de esa situación podía incluirse en ese "lo que fuera".
Erza sonrió aliviada y con disimulo le dio un pulgar arriba a Wendy por su improvisación.
―Entonces está bien ―Jellal aceptó sin problemas―, y creo que... ―miró a Erza un momento―, es hora de irnos...
―Que vayan con bien ―le sonrió Erza y le extendió la mano, ese era ahora su saludo de bienvenida y despedida, ya no habían ni besos del reto ni besos en la mejilla―. Jellal... ―dijo mientras sujetaba su mano―. Entiendo, de verdad entiendo tus razones ―sus palabras lo tomaron por sorpresa, Wendy los miró extrañada y sin que ellos lo advirtieran salió y los dejó a solas―. El reto complicaba las cosas y no debería ser complicado, y me alegra que podamos ser amigos. Así que no te preocupes, de verdad lo entiendo ―al soltar su mano Jellal no supo que hacer así que solo pudo actuar en automático y salir de la casa de Erza.
La joven actriz miró la puerta con una sonrisa triste, era extraño que le doliese tanto cuando se suponía que solo había sido algo para entretenerse, algo que les divertía ambos y que de cierta manera los relajaba de sus usualmente muy cautelosos, disciplinadas y responsables personalidades, además aún eran amigos.
¿Pero que más podía esperar ella?
Ese hombre se lo había dicho y podía escuchar su voz diciéndoselo una y otra vez en medio de la oscuridad de ese lugar.
Ella no debió haber nacido, así que no merecía nada.
Su abuelo tenía razón.
―No quiero besarte más por el reto ―Erza estaba tan ensimismada en sus recuerdos en medio de una habitación oscura que cuando sintió las manos de Jellal limpiando las lágrimas en sus mejillas se sorprendió al punto de quedar muda de la impresión―. Erza, yo... ―Jellal acarició su rostro sintiéndose el imbécil más grande del mundo por haberla hecho llorar.
Debió decírselo y afrontar su respuesta.
Erza era una mujer inteligente y fuerte y no pensaría como él creía que llegaría a pensar.
―Yo... Demon! ―maldijo y a falta de mejores palabras, actuó.
Y la besó.
La besó con los sentimientos que quería mantener callados, la besó con las ganas que había reprimido, la besó primero con la timidez de un primer enamoramiento y luego con la necesidad de dos amantes separados por largo tiempo.
Y ella hizo lo mismo, lo besó a su vez con fuerza, y deseo.
Casi desesperación.
―Quiero besarte porque... ―suspiró contra sus labios cuando se separaron para tomar un respiro.
―Entonces solo bésame.... ―le respondió ella, apuñando su camisa en sus manos y atrayéndolo hacia sí.
...Y eso hizo, dejó las palabras de lado y solo la besó...
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¿Comentarios? ¿Estrellitas?
Gracias por la amabilidad de leer y comentar, animan a continuar.
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Rincón De La Escritora En Proceso:
Sinceramente creo que "Dulce Destino" acabará en diez caps. :x Pero es mi estimado, lo más importante está por pasar así que bueno, espero les guste hasta el final. NwN/
No presten sus casas para fiesta, siempre se alocan. xD
¿Qué creen que pasará entre Erza y Jellal ahora?
¿Levy aprenderá a cocinar?
¿Gajeel aprenderá historia?
¿Gray dejará de comer comida chatarra?
¿A Juvia le gustaron los helados? ―Esa es obvia, si le gusta Gray le gustan los helados― (¿)
Vieron, ya puse quien era ese hombre... :x
xD
Espero les haya gustado. Gracias mil por leer.
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Favs. Follows. Lectores Tímidos.
Gracias mil por leer.
¡Adieu!
.o./
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