Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

~El Avance~

.

.

¡Hola! .o./ Debo advertir que este cap está largo y tiene mucho Jerza y fluff y... 7v7)r y bueno, ya saben cómo soy. Espero que lo disfruten y mil gracias por sus comentarios. NwN/

Por cierto, he estado cancelando y eliminando algunos fics por motivos tanto personales como de otras índoles, pero les aseguro que ―a menos de que algo me suceda y no pueda escribir―, "Dulce Destino" y "Mi Maid" los terminaré ya que son los más leídos y apoyados en sus comentarios, y gracias a sus comentarios no tengo el corazón para pensar siquiera en suspenderlos. Así que, no se preocupen.

Sin más, que disfruten del cap.

.

.

Disclaimer: Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima. La historia extraña y dulcemente empalagosa es totalmente mía.

Referencias De Lectura:

Diálogo.

«Pensamientos»

Narración.

.

.

Capítulo Vigésimo Tercero

.

~El Avance~

.

.

El cómo habían terminado bajo las sabanas era lo que menos importaba.

Realmente no importaba.

Aunque si se ponía a pensar en el flujo de eventos para que esto sucediese no podía evitar sonreír divertido porque si se lo consultasen a alguien con creencias un tanto místicas ―como su mère lo había sido―, esa persona diría que había sido cosa del destino.

Y podría tener razón.

Primero la tarea que había olvidado Wendy y que había hecho que ella fuese a su casa, luego el ofrecimiento de su hermana a Erza de volver a quedarse a dormir como lo había hecho ya una vez anterior, luego, la necesidad de más revistas y libros de cocina para escoger el menú de la apuesta por lo que terminaron junto con Wendy y Charle ―luego de comer y de que la primera terminase la tarea― en su habitación rodeados de miles de recetas.

¿Y luego?

Pues luego de que Wendy y Charle se fuesen a dormir y de que él subiese a tomar una cobija y almohada para dormir en el sofá, Erza pidió una reunión inmediata del "Club De La Luz Bajo Las Sábanas".

¿Y quién podría decirle que no a una orden de la presidenta?

Nadie.

Mucho menos él.

Ni mucho menos a ella.

La que le estaba hablando de sí misma libremente.

¿Entonces solo te dan miedo las habitaciones oscuras pero no te da miedo que te tapen los ojos? ―Jellal la miró interesado en su explicación, se habían turnado en hacerse preguntas mutuamente.

Así es ―Erza jugó con la linterna en su mano antes de continuar con la respuesta, la reunión del club había salido de ella con vida propia y en realidad no había nada importante como para pedir una, bueno, dejando de lado su nuevo estatus como "Amigos con Beneficios" de lo que aún no habían hablado―, tampoco me da miedo cerrar los ojos ―le aseguró como si esa aclaración fuese necesaria―, se podría decir que lo que me da... miedo es... que la habitación en la que me encuentro se encuentre a oscuras, y, aunque cierre mis ojos o me los tape, si sé que estoy en una habitación oscura es suficiente para... ―la imagen del lugar en donde la solían encerrar llegó a ella, junto con el sonido de pasos bajando por la escalera y de la madera crujiendo bajo la persona que caminaba para recordarle que ella era la causante de mucha tristeza.

De la tristeza de su propia madre.

Erza cerró los ojos con fuerza intentando que la voz de su abuelo no viniese a ella.

E-es difícil hablar de eso, es un mal recuerdo, lo siento...

Entiendo, no tienes que pensar más en eso ―Jellal se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla que la tomó por sorpresa e hizo que la imagen que se estaba terminando de formar en su cabeza se desvaneciese―. ¿Recuerdas lo que te prometí? Cuando quieras hablarlo, te escucharé ―con cariño le jaló un mechón de cabello de su fleco―. Su turno de preguntar, presidenta.

Erza sonrió y decidió cambiar a un tema más relajado.

Entonces, ¿puedo preguntarte sobre un rumor que escuché en el restaurante sobre ti?

¿Un rumor sobre mí?

Así es. Un graaan rumor.

En ese caso, insisto en que me preguntes ―Erza rió ante su obvia curiosidad.

Pues bien, ¿qué tan cierto es... de que eras un mujeriego en Francia?

Jellal rompió en carcajadas.

¡Falso, totalmente falso! ―la miró divertido, vetas verdes brillando contra el fondo miel de sus ojos que la luz amarilla de la linterna intensificaba adorablemente―. ¿Por qué piensan siempre eso? No puedo creer que de verdad eso ronda en el restaurante ¿Quién te lo dijo?

No viene al caso quién me lo dijo ―le sacó la lengua―, y sobre lo otro, ¿acaso no tienes un espejo? ―Erza alzó una ceja―. Mírate en uno y obtendrás la respuesta de por qué creerían algo así ―Jellal volvió a reír―. Te ríes porque sabes que es verdad.

Me río porque eso casi raya en lo absurdo ―el azulado se re acomodó, se había acercado mucho a Erza y debía mantener una distancia segura―. Si yo dijera lo mismo de ti te molestarías.

Yo no me molestaría si me dijeses mujeriega ―divertida le cerró un ojo―, ni tampoco si me dijeres ¿hombreriega? ―preguntó dudosa haciéndolo reír de nuevo―. ¿Existe alguna forma de llamar a una mujer que anda con muchos hombres de una forma que no sea un insulto? ―Jellal alzó los hombros.

No lo sé y yo jamás te llamaría así ―le aseguró.

Bueno, pero sea como sea, yo no soy ni era de andar con muchos hombres. No me interesaba realmente. Si estuve con alguno antes fue por... curiosidad ―sus mejillas se pusieron rojas―, nada serio, realmente. ¿Te parece qué estuvo mal?

No ―Jellal se elevó en su codo y recostó su rostro en su palma mirándola con seriedad― ¿Por qué me parecería mal que una persona explore sus curiosidades? No estamos en la época del oscurantismo.

Tienes razón... ―Erza sonrió y luego le miró insegura de la pregunta que quería hacerle.

Dime, sé que quieres preguntarme algo, y si es sobre mis curiosidades, no fui un mujeriego en Francia pero sí salí y estuve con algunas mujeres ―Jellal se dejó caer de nuevo en la cama, no quería ver a Erza mientras hablaba de otras mujeres, era verdad que no eran nada y que esas mujeres estaban en su pasado, pero de igual manera prefería ver la sábana sobre ellos―. Igual no fue nada serio, y todas ellas sabían que no era nada serio.

En realidad ―Erza soltó un suspiro―, quería preguntarte por qué aquel día dijiste que aprendiste la lección de las fiestas alocadas rápido, pero... ―esta vez fue Erza la que se elevó para mirarle, la luz de las linternas dejaba ver por completo su rostro―, si no quieres responder no tienes por qué hacerlo... ―Jellal cerró los ojos y Erza lo tomó como un no así que se acostó de nuevo en silencio.

Y entonces el volvió a hablar.

Te lo diré si prometes decirme exactamente qué hiciste para que todos tengan miedo de que tomes de más ―la voz divertida de él le sorprendió, aunque no se había volteado hacia ella sus ojos estaban abiertos y sonreía.

Trato ―aseguró, y sin que lo sopesase, su mano buscó la de él para cerrar la promesa.

Jellal no la soltó luego de eso.

Y Erza no buscó zafarse.

Cuando fue mi primer año en Francia―comenzó el azulado―, me sentía tan liberado de todo, no tenía que preocuparme por volver a casa a limpiar, a cocinar, a planchar, a lavar o a ayudar a Meredy y Wendy en sus tareas, solo me preocupaba por mí ―con su mano libre el azulado jugó con la otra linterna―, luego de un tiempo, preocuparme solo por mi comenzó a significar experimentar nuevas maneras de divertirme, y eso me llevó a salidas, fiestas, chicas, alcohol y bueno... algunas drogas ―Erza le miró alarmada.

¿De verdad?

Sí, pero bueno, solo fume un par de cigarrillos de marihuana, luego dejé de hacerlo porque despertaba fatal y me di cuenta que no valía la pena.

¿Y por eso te alejaste de las fiestas locas?

No ―soltó un suspiro―, eso pasó como un año después. Yo seguía yendo a fiestas y en una de esas a uno de los que estaban allí se le ocurrió que era una gran idea poner droga en las bebidas, yo bebí como los otros días y desperté semi desnudo en un cuarto con todos los demás, incluyendo algunas chicas.

Oh... ya veo para donde va esto... ―le miró preocupada.

Según uno de los que no bebió de la bebida con droga, aparte de casi destruir el apartamento no pasó nada y prometió mostrarnos el video de la fiesta después, yo estaba horrorizado de no tener recuerdos de la fiesta y empecé a pensar que ya era suficiente, un par de semanas después una de las chicas de la universidad me llegó a buscar y me dijo que estaba embarazada y que yo podía ser el padre...

¿Podías?

Ella no recordaba si estuvo con alguien ese día, la verdad sospechaba de todos en esa fiesta y estaba tan horrorizada de que no fuese de su novio que no había buscado más información que el test de embarazo que me mostró.

¿Y... no era tuyo?

Jellal la volteó a ver con la ceja alzada.

¿Ves que tenga a un niño conmigo?

Pudiste haberlo dejado con la madre.

¿Crees que haría algo así?

Si la madre no hubiese querido alejarse de su hijo, sí.

¿Y lo habría ocultado de mis registros que leíste el día que nos conociste o de mis hermanas? ¿Crees que no te lo habría dicho ya?

Yo... ―Erza soltó un suspiro―, no... Lo siento...

Te perdono ―le miro con falsa compunción―, pero me duele que me creas capaz de negarle mi apellido a un hijo o de no mencionarlo.

Jellal ―Erza le miró supremamente apenada―, te juro que no pensé eso, solo... solo se me vino la pregunta... de verdad... de verdad yo...

Está bien, está bien ―rió al verla balbucear apenada―, es algo que cualquiera hubiese pensado.

Pero no soy cualquiera... se supone que soy tu amiga, sé cómo eres de responsable con tus hermanas y tu trabajo, era más que obvio que tu jamás harías algo así, tu corazón es demasiado grande y amable como para actuar de esa manera... ―Erza se mordió el labio inferior decepcionada y molesta consigo misma.

Erza... ―Jellal soltó la linterna y llevó su pulgar al labio de ella para liberarlo de la prisión de sus dientes, su dedo acarició el lugar y su vista permaneció pendiente de ese dedo―, me hace feliz que eso sea lo que de verdad piensas de mi ―sacudió la cabeza al percatarse de que su mente se nublaba con el deseo de acercarse a ella y besarla hasta dejarla sin aliento; y, para seguir evitando la tentación, alejó el pulgar de esos jugosos labios y volteó a mirar la sabana sobre ellos.

Ni siquiera se percató de que Erza había casi dejado de respirar con la caricia.

Sin darse cuenta que la mente de ella se nubló por el mismo deseo.

Dos días después ―continuó Jellal luego de carraspear para concentrarse―, fue cuando mi padre sufrió un ataque cardiaco, en ese momento sentí que el mundo se venía abajo, mi padre ya estaba estable cuando devolví la llamada luego de mis clases y no era necesario que volviese, pero entonces me di cuenta de todos los errores que estaba cometiendo, fiestas, alcohol y drogas... Nada de eso me ayudaba en mis objetivos y al pensar en que el niño podría ser mío me llenaba de ansiedad. ¿Qué iba a hacer yo en un país extranjero con tan solo una beca? Tendría que dejar todo para mantenerlo como era debido. Estaba por arruinar todo mi esfuerzo y el de mi familia por diversión sin sentido y unos minutos de placer. Así que ―soltó otro largo suspiro―, cuando días después ella me llamó y me dijo que no era mío no tuve más dudas en dejar por completo las fiestas y tomar otras medidas para evitar otro susto como esos.

¿Y cómo se dio cuenta que no era tuyo?

Cuando ella fue al hospital le dijeron que tenía dos meses de embarazo, así que al final si era de su novio y cuando el que grabó todo nos enseñó el video, vi que yo había caído inconciente una hora después de beber la droga. Fue demasiada para mí, y aunque sé que pude morir intoxicado de cierta manera me alegra de no haber hecho nada más de lo que pudiese arrepentirme.

De verdad eran fiestas locas ―Erza negó con la cabeza―. ¿Eso quiere decir que a partir de ahí no... estuviste con ninguna otra mujer?

Bueno, me encantaría decir que sí, pero, no. Es difícil no ceder a la tentación cuando se está en esas edades.

Si lo dices de esa manera suena a que eres un anciano ahora ―Jellal rió.

Lo soy ―aseguró―, al menos mentalmente lo soy, y ahora que lo pienso, ayer cuando me peiné encontré un par de canas ―Erza puso los ojos en blanco y Jellal volvió a reír.

¿Y no vivías con el susto de ser padre por sorpresa de nuevo?

Un poco, pero, para ese entonces ya me había hecho una vasectomía ―volteó a verla―. Sé que fue algo radical pero no quería ser padre tan joven, desde que me hice cargo de Wen y Mer esa fue prácticamente mi función, sé que suena egoísta, pero... de verdad me horrorizaba pensar en ser padre y tener más responsabilidades sobre mí ―Erza observó cuan culpable se sentía.

No es egoísta, cargaste con mucha responsabilidad a una edad muy temprana ―apretó la mano que estaba entrelazada con la de él y le sonrió―. Tuviste que dejar de lado mucho por tus hermanas, y aún así, lo que hiciste y haces por ellas siempre lo has hecho de corazón. Tu amor y preocupación por ellas es real, está bien haber pensado en ti mismo y en lo que querías.

¿De verdad crees eso?

Sí, por completo.

Gracias ―Jellal se volteó con una sonrisa―, la verdad no me arrepiento de mi decisión.

¿Y... sigues sin querer hijos?

Yo... ―Jellal la observó un rato en silencio, la verdad que aún no se veía como un padre, aún tenía y quería hacer muchas cosas; y además, nunca pensó llegar a encontrar a alguien como Erza, ni mucho menos imaginó que llegaría a enamorarse como lo estaba en ese momento―, no... ―la peli-escarlata le miró de manera indescifrable y él añadió―, de todos modos, si quisiese hijos la vasectomía es reversible.

Erza abrió los ojos con sorpresa.

¿Lo es?

Lo es, especialmente en los primeros diez años desde la cirugía, y en todo caso, también se puede obtener mi material genético para fecundar el ovulo de mi posible futura esposa y concebir por fertilización in vitro. Así que, si quisiese llegar a ser padre, y formar una familia propia con la mujer que amo... podría hacerlo...

«¿Por qué le aclaro esto a ella?» se golpeó mentalmente «¿Qué tal si Erza piensa que es una indirecta y que desde ya la estoy imaginando como prospecto a esposa y madre de mis hijos? ¿Qué tal si se asusta de mis sentimientos o los encuentra inconvenientes para lo que ella busca? ¿Qué tal sí-?»

Ya veo, estás muy informado ―Erza interrumpió sus pensamientos dramáticos, al parecer ella no veía nada raro en sus explicaciones y Jellal suspiró tranquilo, aunque a la vez estaba un poco decepcionado de que ella no se diese por aludida o imaginase algo con él.

Sí, ni él mismo se entendía.

E-el doctor me informó todo... ―nervioso volvió a juguetear con la linterna.

Oh, claro... ―Erza sonreía, por alguna razón la explicación de Jellal la había hecho sentir bien―. Es mejor estar informado.

Sin duda.

Y seguro.

Mucho ―Jellal de nuevo se sintió obligado a agregar―, de igual manera no me he acostado con ninguna mujer desde hace como dos años ―se calló de inmediato apenado por lo dicho―, es decir, realmente no he tenido tiempo y no estoy realmente interesado en ser considerado mujeriego ―intentó bromear para dejar pasar el asunto con ligereza.

Oh, yo te gano con el tiempo de abstinencia ―le dijo divertida, Jellal le observó curioso pero Erza hizo caso omiso a esa curiosidad, el azulado supo que había sido a propósito porque ella tenía las mejillas rojas―. ¡Y ahora mi historia! ―dijo dramáticamente y no hubo duda que ella no iba a hablar más del tema.

Jellal rió divertido y prestó atención.

Esta historia se va a llamar: "De cómo Laxus y Gajeel terminaron escondidos en un compartimiento de basura para evitar ir a la cárcel" ―Jellal rió de nuevo y se obligó a parar cuando ella le miró con el ceño fruncido―. No se lo cuentes a nadie, ¿entendido?

Lo juro por el honor del "Club de la Luz bajo las Sabanas" ―respondió solemnemente, subiendo su mano entrelazada con la de ella para dejar un beso en sus nudillos, Erza asintió con seriedad y con un hermoso rubor en las mejillas.

Luego, respiró hondo...

Todo empezó con una plática, una botella de tequila, un palo de golf, la salchicha de Gajeel y una llamada de alerta a la policía...

Jellal supo que la risa estaba garantizada.

...Esa historia merecía una película...

.

~°0°~

.

Observó el reloj con el ceño fruncido.

No que él fuese insomne pero la verdad era que últimamente no dormía bien y eso que estaba en su propio apartamento desde hacía días.

Desde que llegaron a la ciudad no habían hecho más que tener un par de reuniones con los abogados y un par de pláticas en un pequeño restaurante familiar luego de que salían de alguna de esas reuniones, y, como al igual que él Juvia también tenía un apartamento cerca del centro, no habían convivido más que eso ya que no compartían vivienda como lo habían hecho cuando estaban donde Erza.

Y sí, estaba bien.

Así era como debía de ser, además de que él prefería por mucho la privacidad y la tranquilidad, pero la verdad le hacía falta alguien con quien hablar, algo bastante extraño porque él nunca había sido del tipo hablador, y eso, hacía más extraño el hecho de que durante el viaje en auto y durante las cenas con Juvia se entretuviese tanto con sus conversaciones que aunque al inicio eran tímidas y puntuales en cuanto a los temas relevantes como la demanda, el clima o su salud, pronto habían mutado en cosas más triviales como la música que les gustaba, las películas, los pasatiempos y ciertos gustos personales en varias áreas.

Y la verdad que había disfrutado de esas pláticas.

Ya en la casa de Erza había notado un poco de eso, hablar con Juvia era algo diario, ya fuese en la casa o cuando la llevaba a comer comida chatarra, también cuando jugaban con Wendy o veían algún programa en la sala con los demás, era curioso que esa chica que en su primera impresión le había parecido tan triste y gris se hubiese convertido en un arco iris de expresiones que le divertía observar cuando ella se desenvolvía por completo y hablaba emocionada con miles de gestos de lo que sea que fuese el tema que llegaba a sus pláticas.

Pero, aún persistía algo de misterio en ella.

Nunca hablaba mucho de su familia cercana, y, aún sentía que la conocía de algún lado.

¿Dónde...? ―se volvió a cuestionar a pesar de haber dicho que dejaría eso pasar, se reacomodó en la cama, miró el reloj de nuevo y gruñó, aún le quedaban varias horas para tener que salir a encargarse de cosas personales y podía intentar dormir pero su cabeza no dejaba de fastidiarlo con pensamientos recurrentes, y no precisamente sobre el misterio de la cantante, sino sobre la reunión que tendría con su padre en unos días.

Algo extraño pasaba con su viejo y no estaba seguro de querer saber para que lo había convocado.

Dormir, necesito dormir... ―se pasó la mano por el rostro y pateó la cobija lejos de él porque tenía calor.

...Definitivamente su cabeza necesitaba de un descanso...

.

~°0°~

.

Abrió los ojos cuando sintió un peso extra sobre su cuerpo.

El peso extra era la cabeza de Erza sobre su pecho.

No recordaba en qué momento se había quedado dormido, solo recordaba haber reído como loco con la historia de Erza ―por suerte Wen no despertaría por eso gracias a que su habitación era antes un pequeño estudio de grabación― y luego de casi una hora de reírse al recordar algo de la historia mientras hablaban de las recetas escogidas de las cuales aún debían descartar algunas, Erza había bostezado, dada por finalizada la reunión del club y le había exigido quedarse a dormir allí y no en el sofá en donde amanecería adolorido.

Él se había negado al principio.

Hasta que ella hizo un adorable puchero.

Además, la muy astuta peli-escarlata había utilizado el argumento de que ser "Amigos con Beneficios" incluía ese tipo de cosas, y ya entonces Jellal no pudo objetar nada, en especial luego de que ella se acercó a él y lo besó una y otra vez hasta destruir sus réplicas y mientras señalaban las estrellas con la linterna, Erza no tardó en quedarse dormida con una sonrisa.

¿Quién podía debatir contra tales argumentos?

Pues al menos él había sido incapaz.

Y así, había terminado durmiendo junto a ella, aunque no se dio cuenta cuando fue que él se durmió, tal vez porque la realidad parecía más un sueño que algo que de verdad estuviese pasando.

Que voy a hacer conmigo... ―se dijo a sí mismo en un murmullo mientras su mano acariciaba el cabello de la durmiente, se veía tan linda durmiendo que si fuese un poco más atrevido y egoísta no dudaría en besarla hasta que despertara y ya despiertos ambos, continuar besándola.

Soltó un suspiro.

La plática que habían tenido hacía unas horas nunca la había tenido con nadie, nadie más sabía sobre ese manchón en su vida y su decisión a causa de eso, el que ella lo hubiese aceptado y entendido lo había hecho sentir increíblemente feliz y aliviado, muy diferente a cuando ella le hizo la pregunta, en ese momento estuvo por negarse pero prefirió arriesgarse y ser sincero.

Y había valido la pena.

Con una sonrisa, apegó a Erza a su pecho y se dispuso a dormirse de nuevo, según el reloj digital junto a su cama quedaban más de cuatro horas para tener que alistarse para el trabajo y quería aprovecharlas, cerró los ojos, se concentró en la respiración acompasada de ella y su olor a vainilla, y cuando estuvo a punto de dormirse, un nuevo peso lo hizo abrir los ojos.

Mon DIeu... ―Jellal tensó la mandíbula, la pierna de Erza estaba sobre su cadera y ahora sus pechos estaban apretados contra él.

Pastel... ―Erza murmuró en su sueño y se apegó mucho más a él, de hecho, se empezó a restregar contra él.

¿El cielo lo castigaba?

¿O más bien lo premiaba?

Er-Erza... ―intentó acomodarla de nuevo pero Erza solo soltó una risilla adorable y lo abrazó más.

Jellal suspiró largamente.

No había forma de zafarse.

Pues bien... ―entendiendo que no había nada que hacer, el azulado buscó una almohada libre estirándose lo más que pudo al otro lado de la cama y la colocó en medio de la pierna de Erza y su... pelvis.

De verdad esperaba que la almohada camuflara cualquier reacción biológica y natural que esa parte de su cuerpo podría tener ―estaba teniendo― al sentir el cuerpo de Erza apretándose contra él sin reparo ni modestia.

Ni siquiera él podía culparse por una reacción así.

Luego de pasar casi una hora repasando cientos de recetas mentalmente para evitar pensar en el curvilíneo y suave cuerpo que lo apresaba, Jellal pudo dormir.

Se podría decir que eso fue tormentoso.

...Pero la sonrisa con la que se había dormido no indicaba tal cosa...

.

~°0°~

.

La reunión había sido peor de lo que pensó.

Gray miraba molesto a su padre y su padre no mostraba ninguna emoción.

¿Al menos me podrías explicar el por qué?

Ya te lo dije, Gray. Es una simple reducción de personal.

¿Una reducción de personal y me despides a mí?

¿Acaso pensabas que por ser mi hijo tendrías privilegios? ―Gray lo miró con más molestia y Silver se obligó a continuar―. Siempre rechazaste heredar esto, ¿por qué te importa ahora?

Una cosa es heredar esto y otra perder el único trabajo en el que soy bueno.

Dudo que sea en lo único que eres bueno, más bien es lo único en lo que has trabajado. Eres mi hijo, te aseguro que eres multi-talentos ―le aseguró con sus típicas sonrisas de padre a lo que Gray respondió como lo hacía siempre cuando se las daba.

Tsk... da igual. Nunca esperé mucho de ti, realmente.

Frialdad.

Gray...

Olvídalo ―se despeinó el cabello, no había querido sonar tan frío pero a veces solo eso parecía salir de su boca―. Si es algo que debías hacer por el bien de la compañía, actuaste como debías. Ahora recuerdo el desacuerdo que tuve con Rufus y con otros actores y directores, no soy bueno para estas cosas, digo lo que pienso y eso no es bueno en esta industria. Es lo mejor ―se levantó de la silla―. Ya me tengo que ir, necesito ir a una reunión y una amiga me está esperando afuera, vendré cuando estén los papeles que tengo que firmar ―sin más salió de la oficina, Silver se llevó la mano al rostro frustrado.

Era difícil ser un padre sobreprotector.

¡Aghhhh! ―exclamó el hombre mayor y se levantó de su escritorio, salió del lugar y llegó hasta la recepción en donde su hijo entraba al elevador con una joven―. ¡Espera Gray! Escucha... ―con las manos detuvo la puerta antes de cerrarse y estaba por explicarle a su hijo alguna de las razones de su decisión cuando su mirada se enfocó en la joven que le miraba con algo de ansiedad.

¿Tú? ―Silver quitó las manos de la puerta, la señaló y luego se llevó la mano a la barbilla―. Tú eres... ―Gray observó extrañado a su padre y en el cómo observó a Juvia como si tratase de recordarla y luego cerró los ojos en su gesto usual cuando buscaba concentrarse―. Goti... ―la voz de su padre quedó camuflada cuando la puerta del ascensor se cerró.

Juvia quitó con rapidez su dedo del botón para cerrar las puertas.

―...tas... ¡Eres Gotitas! ―Silver abrió los ojos solo para encontrar que el elevador había seguido su curso y le hablaba a una puerta metálica―. ¿¡Pero qué-!? ―más frustrado que antes se golpeó el rostro y se devolvió a su oficina―. ¿Era ella? ―sacudió la cabeza y se llevó la mano a la barbilla de nuevo, la verdad no estaba del todo seguro porque la primera y última vez que la vio ella era una niña pequeña―. ¿Será ella? ―volvió a cuestionarse pero cuando su móvil sonó con un ring tone que reconoció de inmediato su mente se enfocó por completo en otra cosa más importante.

Sobreproteger a un hijo.

...La única cosa que le importaba hacer bien...

.

~0~

.

Observó el móvil como si fuese su enemigo.

Su tutor la miró curioso.

¿Una mala noticia? ―preguntó dejando el plato sobre la mesa, acababan de terminar de hacer una "casi" exitosa salsa de hongos para una "apenas" cocida de más pechuga de pollo y un bastante "aceptable" puré de papas para un "probable" pollo a la reina como receta para el día de la apuesta, aún estaba lejos de ser perfecto, pero era comestible.

Definitivamente Erza mejoraba.

Aunque él le ayudó bastante, para ser sinceros.

Algo así ―Erza llenó tres vasos con refresco y los llevó a la mesa―, solo que tendré que ayudar a Gildarts con algo en la compañía y bueno... ―soltó un largo suspiro―, no podré tener tutorías hasta el lunes ―lo que se resumía en que no podría ver a Jellal por varias días y eso le desanimaba mucho.

Mucho más de lo que estaba dispuesta a admitirse a sí misma.

Ya veo ―la respuesta simple de Jellal la hizo sentir algo extraño, no supo que contestar y solo se dio media vuelta para ir a buscar a Wendy que estaba haciendo la tarea en su oficina, sin embargo la mano del pastelero la detuvo y la giró hacia él con delicadeza―. Erza, ¿está bien si... te llamó en esos días?

¿Llamarme? ―parpadeó confundida―. ¿Por las tutorías?

Umm, bueno, sí, pero también... ―Jellal se pasó la mano libre por el cabello, la vez anterior no había tenido excusa para llamarla y lo había lamentado, por eso había sentido la urgencia de preguntarle después de sentir su corazón abrumarse al saber que no podría verla por cuatro largos días, además, tenía que demostrarle que ella le importaba más allá de los "beneficios físicos", como le había dicho Ultear―, para cosas que no sean tutorías.

Erza le observó por un momento y luego para su consuelo sonrió entusiasmada.

Claro que puedes, Jellal ―su corazón se aceleró al escucharla aceptar―, somos amigos, si necesitas hablar de algo puedes contar siempre conmigo ¿bien? ―y ahí su corazón dolió.

«Es mi culpa por ilusionarme...» se reprochó, él bien sabía que eso era él para Erza Scarlet.

Un amigo.

Y aunque tenía beneficios, seguía siendo un amigo.

Bien ―respondió con la mejor sonrisa que pudo, la verdad no podía ser tan ambicioso como para pedir algo más, al menos el lunes y la madrugada del martes había dormido junto a ella, muy, muy pegado a ella, eso sin contar su plática y las sonrisas y risas que compartieron bajo las sabanas.

Se suponía que la conquista era de poco a poco.

Jellal ―Erza se acercó a él―, ¿yo también puedo llamarte? Ya sabes, por si necesito algún consejo o advertencia para no crear alguna toxina en la cocina, o algo...

El tutor rió y con una de sus manos pellizcó con cariño una de las arreboladas mejillas de la actriz.

Por supuesto que puedes, llámame cuando lo necesitas o cuando... quieras... ―Erza sonrió y él no pudo evitar inclinarse a besarla, sus manos encontraron su camino hacia la cintura de ella cubierta por la blusa y el delantal azul y la apegaron a él mientras las manos de Erza ascendieron por su torso y se enredaron en su cabello.

Ninguno parecía estar apurado en ese beso.

Después de todo, si iban a estar sin los beneficios mutuos por varios días lo mejor era aprovechar el momento.

Y lo aprovecharon hasta que el estómago de Erza sonó.

Alimentarse de solo cereal en la mañana y tarde la hacían propensa a tales sonidos estomacales en la noche.

¡L-lo siento! ―avergonzada se separó de él pero al momento soltó una carcajada a la que Jellal se unió―. Creo que no puedo hacerle caso omiso a esta alarma ―se señaló el estómago.

Y será mejor que no lo hagas ―Jellal le acomodó un mechón de cabello tras la oreja―. Iré a llamar a Wen para comer, trata de no desmayarte ¿entendido?

Lo intentaré ―soltó un suspiro dramático―, pero será mejor que te apures ―Jellal asintió con una sonrisa que la hizo sonreír atontada a ella mientras él desaparecía por el pasillo, no podía negar que el pastelero lograba en ella cosas que nunca había sentido; e inclusive el martes, cuando en la madrugada despertó entre sus brazos y se dio cuenta como lo tenía abrazado, solo por un momento pensó en apartarse, pero luego simplemente se apegó más a él y volvió a caer dormida después de preguntarse el cómo una almohada había terminado en medio de ellos dos.

Un gran misterio que olvidó preguntar a Jellal si sabía el motivo.

Ya podemos cenar ―anunció el azulado con su hermana a la espalda en un paseo a caballito, Erza les miró con ternura mientras reían divertidos y apartó la silla para que Wen se bajase, Jellal podía decir y pensar lo que quisiese de sí mismo, pero era más que obvio que él disfrutaba del papel que la vida le había dado, el martes mientras desayunaban Erza fue testigo de más escenas de un paternal azulado ayudando y preocupándose por la pequeña niña.

De verdad era un buen hombre.

De eso no tenía ninguna duda.

Entonces, provecho... ―Erza señaló los platos y entre los tres no quedó momento en silencio, la plática fue amena, las risas sinceras y aunque la comida no era ni de cerca la mejor que ninguno de los tres había probado, la verdad era que disfrutaron cada cucharada amenizada por la presencia de la buena compañía.

Sin embargo, así como los platos se vaciaron, el tiempo juntos se agotó.

Macao está llegando ―avisó Erza al ver el mensaje en su móvil, Jellal asintió y Wendy se fue a recoger sus cosas a la oficina de la actriz―. Deja eso ―le dijo al pastelero cuando lo vio recoger los platos―, yo los lavo.

No me gusta dejarte todo el trabajo.

Tú lavaste todo lo que ensucié y quemé mientras cocinábamos, es mi turno ―le recordó y Jellal no pudo más que aceptar.

Supongo que es justo ―alzó los hombros pero igual ayudó a recoger los platos y a llevarlos hasta la pila, luego se fue al sofá y tomó su bolso mensajero―. Y antes de que lo olvide... ―con una sonrisa comenzó a buscar entre sus cosas y al poco rato se frustró visiblemente, lo que extrañó a la peli-escarlata, especialmente cuando Jellal empezó a sacar todo del bolso para tirarlo en el sofá.

¿Perdiste algo? ―llegó junto a él.

No, debe de estar aquí, tiene que estar aquí... ―el azulado sacó su uniforme, unas libretas, un par de bolsas pequeñas y finalmente soltó un suspiro aliviado―. ¡Aquí está! No recordaba que lo puse en el compartimiento de atrás ―sonrió cuando le extendió a ella una pequeña bolsa de papel blanco decorada con pequeños lazos azules.

¿Para mí? ―él asintió y Erza lo tomó―. ¿Puedo abrirlo?

Por supuesto ―no pudo evitar ponerse algo nervioso al verla abrirlo.

¿Son colgantes para celular? ¡Son muy lindos! ―le miró emocionada, los cuatro colgantes en su mano.

S-sí, bueno, son para el móvil, o las llaves o donde quieras colocarlos, además, tienen una luz LED. Y aunque sean pequeños iluminan bastante, pensé que le podrían ser útiles ya que los apagones continuarán por bastante tiempo...

Erza asintió mientras observaba los adornos, uno era una fresa, el otro una espada, el tercero una estrella y el cuarto un pastel. Jellal no solo los había comprado por ser útiles, sino que también los escogió pensando en ella.

Algo dentro de ella se removió.

Los estaban vendiendo en una tienda cerca del restaurante ―comenzó a explicar nervioso al verla tan silenciosa―, cuando en la hora de almuerzo salí a comprar el material que ocupaba Wen para la tarea, los vi y pensé en ti... ―el azulado trató de controlar el calor en su rostro―. No es mucho pero sé que no habrías aceptado algo más caro u ostentoso... y yo... quería agradecerte por haberme ayudado con Wen y su problema. De verdad me ayudaste mucho.

No tenías por qué hacerlo, después de todo Wen es también mi amiga ―le recordó ella aún observando los colgantes―, pero de verdad te lo agradezco ―con cariño los envolvió en su mano y los llevó a su pecho―. Gracias, Jellal...

El pastelero le acarició la mejilla con cariño.

¿Entonces te gustaron?

Me encantaron.

Eso me alegra ―Erza sonrió y Jellal retiró su mano cuando la luz automática del pasillo se encendió―. Entonces, nos vemos hasta el lunes.

Sí... ―Erza frunció sus labios no muy contenta de recordar eso―, hasta el lunes...

¡Lo siento! ―Wendy llegó con varias carpetas en su mano, la mochila al hombro y una cartulina bajó su brazo―. Como tenía que recortar muchas láminas tenía que recoger mucho. ¡Perdón por tardar!

No te preocupes, Wen ―Erza tomó la cartulina y las carpetas―. Te ayudaré a llevarlas al auto, no sería bueno que se arrugara después de que te esforzaste tanto.

Muchas gracias ―le dijo aliviada, la bocina del auto de Macao sonó y Jellal se apuró a meter sus cosas.

Cuando se despidieron solo pudieron hacerlo con un par de besos en la mejilla y cuando Erza entró a su casa soltó un largo suspiro, se tiró en el sofá y observó los colgantes una vez más, medían un poco más que la uña de su pulgar pero cuando presionó el pequeño botón que cada uno traía se sorprendió de lo mucho que iluminaban, por estar jugando con todos se le cayeron al suelo y cuando se agachó a rejuntarlos vio que su descuidado tutor había dejado su camisa del uniforme de trabajo, probablemente cuando sacó todas las cosas del bolso y las tiró al sofá la camisa terminó en el suelo.

Erza la rejuntó junto con los colgantes, la dobló correctamente y colocó los adornos encima mientras acariciaba las letras bordadas del nombre del pastelero.

Muchas gracias... ―susurró con una sonrisa.

...Su corazón seguía conmovido...

.

~0~

.

Cuando llegó a la oficina no esperaba a esa persona.

Jellal cerró la puerta totalmente extrañado.

¿Señorita Mirajane?

Ara~ No seas tan educado, puedes llamarme Mira, como siempre ―la joven sonrió con dulzura como siempre hacía pero la verdad es que eso solo lo puso algo nervioso, algo extraño porque siempre había visto a la futura esposa de Laxus como una mujer amable, gentil y tranquila.

Claro, disculpe, es que me extrañó verla aquí ¿está esperando a Laxus? Si quiere puedo esperar afuera, solo vine porque él me mandó a esperarlo aquí después de mi salida.

No, no ―La mujer negó, su mano se extendió en un gesto cordial hacia la silla frente al escritorio de Laxus que ella ocupaba de manera imponente―, de hecho, la que ocupaba hablar contigo era yo.

¿Usted?

No es necesario ser formales, ven siéntate ―lo animó otra vez y más ansioso que antes Jellal aceptó la invitación.

¿Es sobre la comida de la apuesta?

Cerca ―lo señaló con el dedo―, en realidad es sobre la que hizo la apuesta.

¿Sobre la señorita Erza? ―se sintió más relajado―. ¿Acaso quiere saber cómo le está yendo?

No realmente ―Mira se llevó un dedo a la mejilla en forma pensativa―, lo que quiero saber es algo más como... Ammm... personal...

¿Personal?

Así es.

Disculpe, señorit... ―se corrigió al ver en ella la mirada de advertencia muy parecida a la que Erza le daba cuando se comportaba muy formal―, Mira... pero no creo poder ser de ayuda en eso, usted... tú... conoces a Erza mejor que yo.

De cierta manera eso es verdad, pero, últimamente creo que eso ha estado cambiando.

¿Cambiando?

No nos adentremos ahí ―le restó importancia con el gesto de la mano―, pero no es sobre Erza exactamente, es sobre ti, Jellal.

¿Yo? ―alzó una ceja―. ¿Quiere saber algo personal sobre mí?

Correcto. ¿Puedo preguntar?

Puede, pero no le aseguro que le vaya a responder ―aclaró, él no era de compartir cualquier cosa sobre sí y quería dejar eso claro.

Creo que cuando escuche la pregunta contestará de un modo u otro, eres una persona muy sincera, Jellal, incluso involuntariamente ―la nueva sonrisa en ella ya no le pareció tan gentil e inocente.

Jellal frunció el ceño.

Entonces adelante.

Mirajane no desperdició el permiso.

¿Desde hace cuánto te enamoraste de Er Chan?

El color de la cara de Jellal dio gran parte de la respuesta.

Para Mirajane no era tan importante saber el cuándo, sino más bien dar con la certeza de que él lo estaba, y por como la cara compitió con el color del tatuaje en su rostro, supo que los sentimientos del pastelero por su amiga eran más que reales.

Sonrió entusiasmada.

¡Lo sabía! ¡Se lo dije a Laxus! ¡Esto es tan emocionante!

Mira, yo no...

Ni intentes negarlo ―lo señaló con el dedo―, es obvio y mi corazón de cupido nunca falla, solo quería obtener el uno por ciento de confirmación que me faltaba.

¿El uno por ciento?

Mi instinto forma el noventa y nueve por ciento, obviamente ―explicó orgullosa de sí misma―. Nunca fallo en estas cosas. Ahora dime, ¿ya se lo dijiste a ella? ―lo vio tensarse y entendió―. Así que no... ―hizo un puchero―, pero estoy segura que ustedes tienen algo, Er Chan últimamente ha estado más brillante y relajada que nunca... ―entrecerró la mirada―. ¿Acaso han dormido juntos?

Rojo de nuevo luchó por no atragantarse con su propia saliva.

Oh, ya veo, no han dormido juntos ―la albina se llevó el pulgar a la boca y se mordió la uña―, pero me extraña que con la obvia atracción no hayan... ―negó para sí―. Y eso que la he visto casi comerte con la mirada... ―Jellal deseó que la tierra se lo tragara pero a la vez la curiosidad por saber la certeza de la afirmación que Mirajane acababa de decir lo llenó.

«¿De verdad Erza me mira así?»

Negó con la cabeza para evitar tales pensamientos.

No puedo creer que no hayan dormido juntos... ―continuó la mujer hablando consigo misma―, estaba segura que ese día antes de la fiesta de Macbeth...

Jellal guardó silencio.

No tenía por qué aclararle que en realidad no estaba tan equivocada, él y Erza habían dormido juntos, aunque no en la connotación en la que la albina lo decía.

Habían dormido, del verbo dormir.

Si lo continuaba negando no era una mentira, y como no era una mentira no tenía que preocuparse por ser mal mentiroso.

Creo que me retiro ―dijo al ver que ella seguía hablando consigo misma, sin embargo en ese momento la mujer se levantó de la silla repentinamente y se paró enfrente de él.

Ara~ Aún no, lo importante viene ahora ―Jellal se tensó de nuevo―. ¿De verdad la quieres como persona o solo por ser la actriz de la que eres tan fan? No creas que no sé, el día que decoramos tu casa vi el póster y los blu-rays de Erza así que ella me explicó un poco porque yo pensé que entraba en la habitación de un loco obsesionado stalker...

Jellal llevó la mirada al cielo.

Era como si ser fanboy fuese un pecado y ser ridiculizado por ello fuese el castigo.

Tal vez lo merecía.

Contesta... ―Jellal no iba a hacerlo, de hecho se iba a levantar para irse, pero la manera en que Mirajane lo miraba lo hizo respirar hondo y repensar su accionar―. No te dejaré ir de aquí con bien si no respondes... ―su voz musical como la de un ángel y su sonrisa dulce solo crearon un tétrica atmósfera a su alrededor.

Era como ver un demonio.

¿Acaso era eso posible? ¿Ver a un demonio en tan gentil y hermosa mujer?

Bueno, si lo pensaba bien, Satanás había sido un ángel hermoso.

De Erza... ―respondió coaccionado por ese extraño miedo, ahora entendía porque la peli-escarlata le había advertido sobre ella y el por qué Laxus la temía en cierto grado―. Estoy enamorado de Erza, como persona...

Y ahora que lo recordaba.

Laxus la llamaba demonio.

La verdad siempre estuvo ante él y él osó no hacer caso omiso.

Te creo... ―la sonrisa que le dio lo tranquilizó, esa parecía ser una genuina―, y tal vez ella aún no lo entienda, pero creo que ella también siente algo por ti.

Jellal la miró como si estuviese loca.

Erza no siente lo mismo.

No dije que lo mismo, pero sí creo que va por el mismo camino.

No creo que sea el caso.

Créeme hombre sin fe ―Mirajane le colocó la mano en el hombro y se lo apretó, Jellal comprobó lo que Laxus decía de la fuerza de su futura esposa―, eres especial para ella ―lo soltó y le palmeó la zona con gentileza―, pero para Er chan estas cosas son difíciles de entender, yo aún no entiendo por qué pero sus razones debe tener, así que por favor... ―con la más honesta de las miradas, Mirajane le tendió la mano―, ¿tenle paciencia, sí?

No puso por qué, pero aceptó su mano.

Aunque sabía que él no debía estar aceptando esperanzas sobre sentimientos de Erza hacía él de una tercera persona, ni aunque esta fuese su mejor amiga.

Ni aunque fuese un demonio con sonrisa de ángel.

De hecho eso debería descartar todo eso por completo.

Pues bien, solo me falta decirte una cosa ―el pastelero asintió y la nueva sonrisa le congeló en el asiento―. Si te aprovechas de Er Chan, maldeciré a toda tu prole ―su voz musical vino desde la puerta, Jellal no se dio cuenta en que momento ella había salido de la oficina―, bueno, sí es que decido permitirte que llegues a tener prole... ¡Ten un buen día! ―deseó y cerró la puerta.

Qui demons!? ―se dijo a sí mismo viendo la puerta cerrada―. ¿Cómo ha hecho Laxus para sobrevivir a esas dos mujeres? ―se preguntó con algo más de admiración hacia el rubio.

Tanto Erza como Mirajane eran un auténtico peligro.

El azulado se preguntó si Erza habría amenazado así a Laxus cuando este empezó a salir con ella.

Probablemente lo amenazó con un cuchillo en su... ―dedujo casi que con exactitud sin saberlo.

Laxus y su futura progenie también habían pasado por un gran peligro.

Y pensar en la amenazante peli-escarlata trajo de nuevo a su mente lo dicho por el demonio albino.

Erza puede llegar a sentí algo por mi... ―Jellal dejó ese pensamiento de lado y salió de la oficina, la verdad era mejor no pensar en ninguna esperanza.

Cuando dio un par de pasos fuera y cerró la puerta, no se dio cuenta que Laxus estaba ahí hasta que sintió una palmada en su hombro.

Lo siento, tenía que hacerlo ―le dijo subiendo los hombros.

Está bien ―Jellal soltó un suspiro―, la verdad no veo cómo te habrías podido negar.

Ahora me crees, ¿no? ―preguntó con una sonrisa torcida.

Ahora te admiro un poco ―le contestó divertido y ambos rompieron a reír.

Ese sábado Jellal se fue a su casa con muchas dudas en la cabeza y por primera vez desde el primer día en que no pudieron tener tutorías por las responsabilidades de Erza no la llamó para preguntarle si había repasado las recetas escogidas.

La excusa para llamarla que había elegido.

Escucharla tal vez le daría esperanzas.

...Y no quería permitírselas aún...

.

~0~

.

Desde el jueves no lo veía y se sentía ansiosa.

Era extraño y no lo entendía.

Tampoco quería pensar mucho en ello.

Y, como no quería pensar mucho en ello, Erza Scarlet no lo pensó, y por tanto estaba allí ese domingo.

Frente a la puerta de la cochera de Jellal.

Erza casi lo piensa por un segundo antes de hacer sonar la bocina, pero de nuevo contuvo esa necesidad de pensar, analizar y sobre pensar tan común en ella, y por ello hizo sonar la bocina.

¿Que estoy haciendo...? ―se dijo a sí misma la mirada en sus manos en el manubrio de la motocicleta, el adorno de estrella colgaba de su pulsera y eso la hizo sonreír; de hecho, el adorno del pastel que había colocado en su móvil había sido la razón de esa idea repentina, eso y que Jellal no la había llamado el día anterior cuando su llamada nunca faltó los otros días.

Se había preocupado de que a Jellal le pasase algo y por eso no perdió tiempo y se subió en su motocicleta a pesar de que estaba a punto de anochecer.

Volvió a sonar la bocina.

Al ver que nadie salía estuvo casi dispuesta a huir del lugar, pero entonces la puerta se abrió y la mirada de sorpresa de él seguida por una sonrisa entusiasmada y luego preocupación la hizo sonreír a ella.

Y eliminó toda esa ansiedad que había estado sintiendo.

Aunque aún quedaba un sentimiento extraño en su estómago.

Pero Erza se lo adjudicó a todo el helado que comió debido a la ansiedad.

Dame un minuto ―Jellal le habló desde la puerta y un momento después la puerta de la cochera se abría y mostraba su interior iluminado para ella, Erza condujo hasta allí y cuando Jellal cerró la puerta de nuevo, se quitó el casco y el gorro de lana que ocultaba su cabello, las ganas de verlo habían sido tantas que no había recordado ponerse una peluca.

Pero había improvisado bien.

¿Te sucedió algo? ―le miró con algo de preocupación.

Oh, no ―Erza negó de inmediato y soltó y abrió la mochila que traía a su espalda―. El miércoles olvidaste la camisa de tu uniforme y pensé que la necesit- ―se calló al darse cuenta de lo estúpida que iba a sonar su excusa.

Algo que no había pensado antes cuando la ideó.

Era más que obvio que Jellal tendría más camisas y además de no tener limpias las lavaría como siempre lo había hecho.

No, la excusa no servía.

E-es decir, yo... ―Erza miró al piso, luego la mochila y luego a la motocicleta―, pensé... ―luchó consigo misma por lo que estaba por decir pero finalmente lo dijo―. Te extrañaba y quería verte...

Jellal sintió su corazón acelerarse.

Tal vez Mirajane tenía razón.

Tal vez ella si sentía algo por él.

Jellal se permitió esa esperanza, esa pequeña ilusión.

Se permitió creer en ese pequeño avance.

Yo también te extrañaba y también quería verte ―le dijo sincero haciéndola sonreír, algo que lo obligó a carraspear para continuar hablando―. La verdad es que has venido en un gran momento, podrías ayudarme con algo... ―Jellal tomó la camisa que ella había sacado de la mochila, su vista observó la estrella guindando de la pulsera y le miró curioso.

Me pareció bonita así... así la tendré cerca en que caso de necesitarla ―le explicó alzando los hombros, Jellal asintió, por dentro burbujas de felicidad explotaban al verla lucir así su simple regalo― ¿En qué necesitas ayuda?

Oh, sí ―volvió a centrarse―. Necesitaba ayuda con algo y mis hermanas no vendrán ni aunque se los imploré...

¿No vendrán? ¿No están aquí?

Sí, bueno, al parecer hoy es "Domingo de Doramas" y como mañana Wen tiene libre por el apagón programado y los arreglos para el tendido eléctrico subterráneo para esa zona de Magnolia y Meredy no tiene que irse hasta en la tarde por lo mismo, decidieron quedarse a dormir en la casa de Ultear. Ni siquiera me acompañaron a dar la clase de los domingos. ¿Puedes creerlo?

Oh, ella debe ser de la que Wendy suele hablar, sin duda la quieren mucho como para dejar a su adorado hermano de lado ―Erza bromeó, había escuchado hablar de ella varias veces pero no la había conocido aún.

Sí, Ultear es como la hermana que las echa a perder ―Jellal puso los ojos en blanco―, las deja comer comida basura y les permite dormirse hasta tarde. A veces creo que la prefieran a ella por mucho ―dramático soltó una larga exageración y Erza rompió a reír.

Y él sonrió porque eso era lo que quería.

No hay manera de que tus hermanas prefieran a alguien más que a ti como su familia ―negó dejando el casco colgar en la manivela de la moto para liberar por completo una de sus manos y tomar una de Jellal.

¿Lo crees?

Estoy segura ―le cerró un ojo y Jellal se sonrojó―. Y entonces, ¿en qué ocupas ayuda?

Oh, eso... ―sujetando aún su mano la encaminó hacia la casa por la puerta de la cochera que daba a la sala para ganar tiempo, eso lo había dicho para que ella no se sintiera mal por haber ido tan repentinamente y también porque no quería que se fuese tan pronto. Erza dejó la mochila en el sofá frente a la chimenea y Jellal se inclinó a besarla cuando ella volteó a mirarlo esperando explicaciones―. Lo siento, no pude aguantarme más ―confesó apartándose unos centímetros de ella.

Yo no me he quejado, además, para que son los amigos con beneficios, después de todo... ―respondió ella en un suspiro

Eso me alegra, porque usaré esos beneficios ahora ―Erza asintió y se elevó para besarlo de nuevo, pero entonces Jellal se apartó, sonrió de medio lado con una idea repentina que tal vez ayudaría en su esperanza de conquistarla y llevo sus labios a su oído―, ¿me dejaría vendarle los ojos, Mademoiselle Scarlet?

La voz en su oído la hizo sentir una corriente eléctrica exquisita y sin pensarlo siquiera aceptó.

Bien... ―Jellal apartó un mechón de cabello de su rostro y besó el lóbulo de su oreja―, entonces...

La sonrisa traviesa que sintió sobre sus labios cuando él la besó de nuevo la hizo darse cuenta que su decisión de ir a verlo había sido la mejor.

Y también lo fue la de aceptar su petición.

...La venda se sintió suave contra sus parpados...

.

.

¿Comentarios? ¿Estrellitas?

Gracias por la amabilidad de leer y comentar, animan a continuar.

.

.

Rincón De La Escritora En Proceso:

Les advertí que habría fluff y mucho Jerza... 7v7)r Se los advertí...

Por cierto, escribí este cap mientras me rascaba una mano porque me dio una alergia y luego tuve que ir a la farmacia con mi Husbando para aliviarla porque se estaba expandiendo... xd Espero no hayan muchos dedazos. xD

¿Qué pasará con el Jerza?

¿Silver dirá algo más de Juvia a Gray?

No wa a decir... 7x7)r

¡Muchas gracias por leer! NwN/



.

.

Favs. Follows. Lectores Tímidos.

Gracias mil por leer.

¡Adieu!

.o./

.

.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro