Jake estaba de pie junto a la estufa, removiendo con cuidado el relleno de la tarta de vainilla y caramelo que sería el postre de la cena.
Los eventos del día anterior seguían rondando en su mente, sobre todo la conversación con Sunghoon.
Lo que había comenzado como un reclamo por celos había terminado en una confesión que lo había dejado más confundido que antes. No había dormido bien, dándole vueltas a las palabras que Sunghoon le había dicho.
"Te quiero solo para mí". Esas palabras seguían resonando en su cabeza, inquietándolo más de lo que estaba dispuesto a admitir.
El sonido de pasos firmes y decididos lo sacó de sus pensamientos. Jake no necesitó girarse para saber quién era.
El aroma característico de Sunghoon llenaba la cocina con cada paso que daba, y por un segundo, el omega sintió que su pulso se aceleraba.
—Jake —la voz grave de Sunghoon sonó detrás de él, firme pero controlada. Jake apretó la cuchara que sostenía, sin volverse.
—No deberías estar aquí —murmuró Jake, concentrándose en el merengue que estaba batiendo para evitar la conversación que sabía que estaba a punto de empezar—. No tiene sentido que sigas buscando algo que no puede suceder.
Sunghoon se acercó más, su presencia intimidante pero, de alguna manera, reconfortante al mismo tiempo.
—No puedo evitarlo —respondió él, su voz más suave ahora—. No voy a ignorar lo que siento, Jake.
Jake se giró lentamente, dejando la cuchara a un lado.
Sus ojos se encontraron con los de Sunghoon, y por un segundo, sintió la tensión entre ellos aumentar, casi palpable en el aire. Suspiró profundamente, tratando de ordenar sus pensamientos antes de hablar.
—Lo que sientes por mí... no es más que una distracción —dijo Jake con voz suave pero firme, sus ojos fijos en los de Sunghoon—. No soy más que un empleado aquí. Tú y yo... venimos de mundos diferentes, Sunghoon. Tú eres el hijo de una de las familias más importantes de Seúl, y yo... solo soy un omega que cuida de su hermano y trabaja en la cocina.
Sunghoon frunció el ceño ante las palabras de Jake. No le gustaba cómo sonaban, cómo parecían reducir lo que ambos sentían a algo tan simple.
—No me importa quién seas —dijo Sunghoon con convicción—. No me importa si eres un repostero o un empleado. Lo que siento por ti no tiene nada que ver con eso.
Jake negó con la cabeza, intentando mantenerse firme en su razonamiento.
—No entiendes, Sunghoon. Tienes una vida esperándote fuera de aquí, tienes expectativas que cumplir. Tus padres jamás aceptarían que te relacionaras con alguien como yo. E incluso si lo hicieran, tú mismo sabes que no somos compatibles. Esto solo es una atracción temporal. Y cuando se termine, te arrepentirás de haber seguido adelante.
Sunghoon se acercó más, acortando la distancia entre ellos. Jake retrocedió instintivamente, pero pronto se encontró atrapado entre la encimera y el cuerpo del alfa.
El latido de su corazón se aceleró, y trató de no dejar que la cercanía de Sunghoon lo afectara. Sin embargo, su aroma estaba comenzando a nublar su juicio, envolviéndolo en esa mezcla embriagadora que solo él parecía tener.
—¿Temporal? —Sunghoon murmuró, su rostro apenas a centímetros del de Jake—. Si es solo una distracción, ¿por qué tú también me miras así? —Sus palabras eran bajas, pero cargadas de una intensidad que hizo que a Jake le faltara el aire.
Jake apretó los labios, tratando de encontrar una respuesta lógica, pero su cuerpo lo traicionaba.
El efecto que Sunghoon causaba en él era innegable.
Sentía cómo su piel se erizaba ante su proximidad, cómo el calor entre ellos aumentaba con cada segundo que pasaba.
Quería resistir, quería mantenerse firme en su decisión de apartarse de Sunghoon, pero su naturaleza omega y algo más lo empujaba hacia él, su cuerpo respondiendo instintivamente al alfa.
Sunghoon lo sabía. Sabía que, como alfa, tenía ese poder sobre él, y aunque Jake intentara negarlo, el deseo era mutuo.
Lo vio en sus ojos, lo sintió en su respiración acelerada.
Entonces, sin pensar demasiado, Sunghoon lo tomó posesivamente por la cintura, inclinó un poco más su rostro, acercándose peligrosamente a los labios de Jake.
—Sunghoon, no... —susurró Jake, su voz quebrada, pero no pudo apartarse. Sentía el calor del aliento de Sunghoon contra su piel, y un torbellino de emociones lo invadió.
Justo cuando Sunghoon estaba a punto de cerrar la distancia, el sonido de una puerta abriéndose bruscamente los hizo saltar a ambos.
—Sunghoon, querido, ¿estás aquí? —la voz de la señora Park resonó en la cocina, seguida por el eco de sus tacones al cruzar el umbral.
Jake se apartó de golpe, volviendo a la encimera y retomando sus labores con manos temblorosas, mientras Sunghoon se enderezaba rápidamente, su mandíbula tensa.
—Mamá —respondió Sunghoon, su voz más áspera de lo usual—. ¿Qué necesitas?
La señora Park los observó por un momento, sin notar la tensión que llenaba la cocina. Su mirada se desvió hacia Jake por un segundo, pero luego volvió a su hijo.
—Estábamos buscándote. Tu padre quiere discutir unos asuntos de la empresa contigo. No sé por qué siempre desapareces cuando te necesitamos.
Sunghoon asintió, aunque su mente seguía enfocada en lo que había estado a punto de suceder. Miró de reojo a Jake, quien seguía trabajando en silencio, su espalda rígida y sus manos ocupadas.
—Iré en un momento —dijo finalmente.
La señora Park, satisfecha con su respuesta, se giró y salió de la cocina, sin sospechar nada.
Cuando la puerta se cerró de nuevo, el silencio entre ellos fue abrumador. Jake no levantó la mirada, pero Sunghoon pudo ver cómo su pecho subía y bajaba rápidamente, aún afectado por lo que acababa de pasar.
—Esto no ha terminado, Jake —murmuró Sunghoon con voz ronca antes de salir también de la cocina.
Jake se quedó allí, con el corazón latiendo violentamente en su pecho. Sabía que Sunghoon no se rendiría tan fácilmente...
Y lo peor de todo es que, en el fondo, él tampoco quería que lo hiciera.
Gracias por leer la historia ❤️
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