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3. Macarons de Frambuesa

La mansión estaba en silencio, bañada por la luz tenue del atardecer. Sunghoon se encontraba en su habitación, sentado frente a la ventana abierta, sintiendo la suave brisa fresca que entraba desde el jardín. Sin embargo, su mente estaba muy lejos de cualquier atisbo de paz.

No podía dejar de pensar en él. En Jake. En cómo sus grandes ojos lo miraron tímidamente, cómo su voz suave parecía deslizarse por su piel. Y sobre todo, en ese aroma.

Un perfume dulce que parecía quedarse impregnado en sus sentidos, mucho más profundo que cualquier fragancia que hubiera conocido antes.

"Es solo un repostero", se repetía, intentando convencerse. Era absurdo que estuviera tan afectado por alguien que acababa de conocer, alguien que ni siquiera pertenecía a su mundo.

Un alfa como él no tenía por qué enredarse con un omega que ni siquiera era de alta sociedad y que tenía un hijo.

Su vida había sido planeada por sus padres, quienes esperaban que él se casara con un omega de prestigio, alguien que pudiera mantener el estatus de la familia.

Todo lo que Jake representaba iba en contra de eso.

Pero entonces, ¿por qué su mente volvía a ese momento en la cocina? ¿Por qué recordaba el leve temblor en las manos de Jake mientras decoraba la tarta? ¿Y por qué ese aroma lo tenía atado a pensamientos que jamás había imaginado para él?

Sunghoon apretó los puños, frustrado consigo mismo.

La atracción física hacia Jake era casi insoportable. Su cuerpo, su aroma, esa aura tranquila pero misteriosa que lo rodeaba. Todo en él lo atraía de una manera que lo descolocaba por completo.

"No quiero atarme a ningún omega", eso había estado claro en su mente desde siempre. Las relaciones, el compromiso, todo eso le parecía un desperdicio. Pero ahora...

Se levantó bruscamente, como si moverse lo ayudara a sacudirse esos pensamientos. Caminó por la habitación, buscando una excusa para acercarse de nuevo a Jake. Algo, cualquier cosa, con tal de estar cerca de ese aroma una vez más.

"Una excusa tonta..." pensó, casi divertido por su propia desesperación.

Bajó las escaleras, cruzando el salón principal hasta llegar a la cocina, donde lo había visto por última vez.

Al acercarse, el dulce aroma volvió a envolverlo, y su corazón aceleró el ritmo. Abrió la puerta con una mezcla de ansiedad y expectación.

Jake estaba allí, como la primera vez. Esta vez, preparaba una bandeja de macarons delicadamente alineados, sus manos moviéndose con la misma precisión de siempre.

Sunghoon no pudo evitar quedarse observando por un momento antes de anunciar su presencia con un simple carraspeo.

Jake levantó la mirada, sorprendido de verlo allí de nuevo.

—Señor Park... ¿puedo ayudarlo en algo? —preguntó con suavidad, como si no quisiera interrumpir el silencio que llenaba la cocina.

Sunghoon se acercó lentamente, intentando parecer casual, aunque su cuerpo estaba tenso de anticipación.

—Macarons, ¿eh? —dijo, sin responder la pregunta de Jake. Se inclinó ligeramente hacia la mesa, inhalando profundamente el aroma de los postres, aunque su verdadero objetivo era sentir de nuevo el dulce perfume de Jake que flotaba en el aire.

—Sí, de frambuesa. —Jake sonrió levemente, bajando la mirada hacia la bandeja.

Sunghoon sintió un tirón en su pecho. Esa sonrisa, tan pequeña, tan simple, lo desarmaba. Y el aroma... ese maldito aroma seguía jugando con sus sentidos.

—Quería... preguntarte algo —improvisó Sunghoon, buscando cualquier excusa para prolongar el momento—. ¿Sabes hacer tartas de cumpleaños?

Jake parpadeó, claramente desconcertado por la pregunta.

—Por supuesto. ¿Es para alguien en particular?

Sunghoon frunció el ceño, dándose cuenta de que no había pensado más allá de la excusa inicial. ¡Ni siquiera había un cumpleaños cercano! Pero ya estaba demasiado metido en la mentira como para retroceder ahora.

—Sí... mi madre. Quiere una tarta para las próximas semanas. Algo especial. Ya sabes, algo que impresione a sus invitados—dijo, esperando que Jake no se diera cuenta de lo absurda que sonaba su petición.

Jake asintió lentamente, aunque sus ojos traicionaban su confusión. Pero, como siempre, era demasiado educado para cuestionar al alfa.

—Puedo hacer una tarta de varios pisos, con sabores distintos... si eso le parece bien. Algo con crema de vainilla y frutos rojos podría ser una buena opción —sugirió Jake, volviendo a concentrarse en los macarons.

Sunghoon no respondió de inmediato. Estaba demasiado absorto en cómo la voz suave de Jake llenaba el espacio, cómo sus manos delicadas movían los postres con precisión.

Quería acercarse, oler más de ese aroma que lo volvía loco, pero sabía que no podía ser tan obvio.

—Sí, eso suena... bien —respondió finalmente, aunque en realidad no estaba prestando atención a la conversación.

Jake parecía satisfecho con la idea, pero antes de que pudiera continuar, Sunghoon dio un paso más cerca, acercándose lo suficiente como para sentir el calor que irradiaba del omega.

—Oye, Jake... —Sunghoon bajó la voz, sin saber exactamente qué iba a decir, pero incapaz de detenerse—. ¿Te has dado cuenta de que... hueles diferente?

Jake se tensó inmediatamente, levantando la cabeza con una mezcla de sorpresa y confusión en sus ojos. La pregunta lo había tomado completamente desprevenido.

—¿Diferente? —repitió, intentando procesar lo que Sunghoon acababa de decir.

El alfa no podía dejar de mirarlo, su cuerpo entero reaccionando al aroma que lo había consumido desde el primer encuentro. Sabía que no debía estar tan cerca, que no debía decir algo tan descarado. Pero era como si su cuerpo hubiera decidido que no importaba.

—Sí... más dulce... más fuerte que cualquier otro omega con pareja y un hijo —murmuró, su voz grave y baja, como si estuviera compartiendo un secreto.

Jake dio un paso atrás, incómodo por la cercanía y el tema de conversación. La intensidad de Sunghoon lo descolocaba, y su instinto le decía que se mantuviera a distancia. Pero la fuerza de la atracción del alfa era palpable, como una presión que lo empujaba a quedarse en el mismo lugar.

—No estoy seguro de qué quiere decir... —respondió finalmente, intentando sonar neutral, pero la forma en que sus palabras temblaban le traicionaba.

Sunghoon se dio cuenta de que había ido demasiado lejos. Dio un paso atrás, intentando recuperar el control de sí mismo.

Pero mientras salía de la cocina, todavía con el aroma de Jake llenando su mente, supo una cosa con certeza: no podría mantenerse alejado de ese omega.

No por mucho tiempo.


Gracias por leer la historia🥰❤️

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