2. Tarta de Fresas y Crema
El sol de media mañana bañaba la mansión Park con una luz cálida, mientras el aire estaba cargado de la fragancia de las flores del jardín, mezclándose con el tenue olor a dulces que provenía de la cocina.
Sunghoon el único hijo del matrimonio Park, acababa de regresar de su vuelo y decidió dar un paseo por la propiedad, buscando despejar la cabeza antes de enfrentarse a las preguntas de sus padres sobre su futuro.
Caminaba sin prisa por los pasillos de la mansión cuando una esencia nueva, suave y dulce, lo detuvo en seco.
Era un aroma embriagador, como una mezcla de fresas y crema, con un toque único que jamás había sentido antes.
Intrigado, siguió el rastro hasta la cocina, sus pasos ligeros pero acelerados por la curiosidad. Al acercarse, escuchó risas suaves y la voz tranquila de alguien que claramente no pertenecía al personal habitual de la mansión.
Cuando cruzó la puerta, lo vio.
Un joven omega estaba de pie junto a la mesa, concentrado mientras decoraba una tarta de fresas y crema, su favorita, con una delicadeza que parecía casi artística.
El delantal blanco colgaba de su delgado cuerpo, y pequeños mechones de su cabello castaño se escapaban de la gorra que llevaba puesta.
Pero otra presencia también llamó su atención, un pequeño bebé dormía en una cuna improvisada al otro lado de la cocina.
Sunghoon no pudo evitar notar cómo el suave aroma que lo había atraído provenía del omega, llenando la habitación de una dulzura que le hacía hervir la sangre.
El corazón de Sunghoon se aceleró, su mirada fija en el joven omega como si el resto del mundo hubiera desaparecido.
Nunca había sentido algo así antes.
No se trataba solo de la atracción física aunque el omega era, sin duda, hermoso, sino de algo más profundo que lo llamaba, una necesidad casi desesperada de acercarse.
El joven omega levantó la vista al sentir una presencia, y sus ojos se encontraron. Por un instante, ambos se quedaron congelados.
El omega parpadeó, sorprendido por la intensidad de la mirada de Sunghoon, mientras un ligero sonrojo le cubría las mejillas.
—Tú debes ser el nuevo repostero —dijo Sunghoon, sin poder evitar que su tono sonara un poco más bajo de lo que había planeado.
El omega asintió, incómodo bajo la mirada penetrante del alfa. Sabía quién era, claro que lo sabía.
Todos hablaban de él en la mansión, el hijo único de los Park, siempre consentido, siempre acostumbrado a tenerlo todo.
—S-Sí, soy Jake —respondió suavemente, su voz era apenas un murmullo que parecía armonizar perfectamente con su delicada presencia—. Estoy a cargo de los postres ahora.
El alfa dio un paso más cerca, como si su cuerpo no pudiera resistirse a la atracción que ejercía el dulce aroma que emanaba de Jake.
Su mente le gritaba que fuera prudente, que se apartara, pero su instinto le decía lo contrario. Nunca había olido algo tan encantador, tan adictivo.
—Eres... diferente —musitó Sunghoon, casi sin darse cuenta de que lo decía en voz alta.
Jake se tensó un poco, incómodo bajo la intensidad de esos ojos oscuros que parecían querer leer cada rincón de su alma.
La incomodidad fue sustituida rápidamente por una confusión cuando sintió algo extraño en el aire, una chispa que pasaba entre ellos como un secreto no revelado.
—¿Algo más en lo que pueda ayudar, señor Park? —preguntó Jake, intentando mantener la compostura.
Sunghoon sonrió, una sonrisa que parecía tener demasiados significados ocultos. Pero, sin decir una palabra más, retrocedió un paso, todavía con los ojos fijos en el omega. Su pulso latía fuerte en sus oídos, y por primera vez en mucho tiempo, no supo exactamente qué hacer.
—Nos veremos pronto, Jake —fue todo lo que dijo antes de salir de la cocina, su mente aún llena de aquel aroma dulce y la sensación extraña de que su vida, de alguna manera, había cambiado para siempre.
Mientras caminaba por los pasillos, su corazón seguía latiendo con fuerza.
Aquel omega, con su aroma intoxicante y su tímida mirada, había despertado en él algo que no sabía que existía. Y aunque no lo entendía del todo, estaba seguro de una cosa, no iba a poder mantenerse alejado de Jake por mucho tiempo.
A través de la ventana, el sol comenzaba a ponerse, llenando la cocina con una luz cálida y dorada.
El aroma de la tarta de fresa seguía flotando en el aire, pero ahora se mezclaba con algo más. Algo que Jake no estaba seguro de poder manejar.
Y así, su primer día en la mansión Park terminaba con más preguntas de las que había llegado. Pero una cosa era clara: Sunghoon lo había notado. Y ese simple hecho, lo cambiaba todo.
Gracias por leer la historia🥰
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro