13. Macarons de Limón y Miel
El día amaneció brillante y cálido, pero para Jake, el sol parecía un poco más apagado. Después de la noche intensa con Sunghoon, donde promesas se susurraron al abrigo de la intimidad, el omega había despertado con una mezcla de esperanza y miedo.
Los sentimientos que comenzaban a florecer entre ellos eran profundos, pero también peligrosos. Jake lo sabía mejor que nadie: las diferencias entre ellos no se podían ignorar. Sunghoon era el hijo único de una poderosa familia, y él... solo un empleado más en la mansión Park.
Sin embargo, la noche pasada, por un breve momento, Jake había permitido que la ilusión tomara el control.
Los labios de Sunghoon en los suyos, las palabras firmes que le había dicho, le habían hecho sentir que tal vez, solo tal vez, las diferencias no importarían. Que su amor, ese amor incipiente pero voraz, podría ser suficiente.
Pero las ilusiones pueden desmoronarse con una sola palabra.
Esa mañana, Sunghoon había salido temprano hacia la ciudad por asuntos relacionados con la empresa familiar. Jake había seguido con su rutina habitual en la mansión, preparando pasteles y postres para el almuerzo, acompañado por el familiar silencio de la cocina. Todo parecía normal, hasta que la señora Park entró a la cocina.
—Jake —llamó la voz suave pero fría de la mujer, quien se encontraba junto a la entrada de la cocina, observándolo con esos ojos calculadores que nunca fallaban en ver más de lo que uno quería mostrar—. Necesito hablar contigo.
Jake dejó de mezclar la masa de los macarons y se giró hacia ella, tratando de mantener la compostura.
Sabía que la Sra. Park no solía acercarse a los empleados a menos que hubiera algo importante que decir. Se secó las manos en su delantal, respirando hondo, preparándose para lo que venía.
—Sí, señora Park. ¿En qué puedo ayudarla? —preguntó Jake, manteniendo su tono respetuoso y neutral.
La mujer avanzó unos pasos, sus tacones resonando en el suelo de la cocina con una precisión intimidante. El aroma a limón y miel que Jake había estado trabajando en la cocina llenaba el aire, pero no parecía suavizar la tensión que crecía en la habitación.
—Vi a mi hijo anoche —comenzó la señora Park, sin rodeos—. Salía de tu habitación en la casa de los empleados.
Jake sintió cómo su corazón se detenía por un momento. No esperaba que ella lo hubiera visto. Trató de mantener la calma, de no dejar que su rostro reflejara el pánico que comenzaba a crecer en su pecho.
—No sé de qué está hablando, señora... —respondió Jake, su voz tranquila, pero temblorosa en las esquinas.
La señora Park esbozó una sonrisa fría y se acercó más, cada palabra que salía de su boca cargada con un filo que cortaba el aire entre ellos.
—No te hagas el desentendido, Jake. Sé exactamente lo que está pasando entre tú y mi hijo. —Hizo una pausa, sus ojos evaluando cada reacción del omega—. Pero quiero que sepas algo muy claro: tú no eres más que un capricho para él. Un entretenimiento temporal.
Jake sintió el impacto de esas palabras como un golpe en el estómago. Había temido escuchar algo así, pero escucharlo de la madre de Sunghoon lo hacía aún más doloroso.
Apretó las manos contra el mostrador, tratando de contener el temblor que comenzaba a invadir su cuerpo.
—Sunghoon ha tenido muchos caprichos a lo largo de los años. Juguetes con los que se entretiene un tiempo hasta que algo nuevo capta su atención. —Los ojos de la señora Park brillaron con crueldad—. Y tú, Jake, eres solo uno más. No te hagas ilusiones. Pronto llegará otra distracción, quizás una omega de su estatus, y entonces serás olvidado.
Jake tragó saliva, su garganta seca. Sabía que la relación con Sunghoon no sería fácil. Sabía que enfrentarse a la familia Park sería una batalla cuesta arriba. Pero escuchar estas palabras de su jefa, ver la frialdad en sus ojos, le hacía sentir que tal vez no había esperanza alguna.
—Yo... no estoy seguro de qué quiere decir, señora Park... —murmuró, tratando de mantener una fachada profesional, aunque por dentro se sentía como si estuviera desmoronándose.
La señora Park lo observó con desprecio, como si sus palabras hubieran sido solo un formalismo.
—No juegues con mi hijo, Jake. No pongas en riesgo tu trabajo ni tu futuro por un desliz. Este... lo que sea que piensas que tienes con él... no tiene futuro. No puedes estar al nivel de Sunghoon, y eventualmente, lo entenderás.
Jake permaneció en silencio, el peso de sus palabras cayendo sobre él como una losa. No podía contestar.
No podía decirle que Sunghoon le había prometido lo contrario, que había dicho que no le importaba lo que pensara su familia. Porque, en el fondo, sabía que era una promesa que sería difícil de cumplir.
Finalmente, la Sra. Park dio un paso atrás, habiendo dicho lo que había venido a decir.
—Sé que mi hijo es atractivo y que probablemente nunca recibiste la atención de un alfa como él, haz lo que quieras con esto, pero te aconsejo que no te hagas ilusiones. —Y con eso, se giró y salió de la cocina, dejando a Jake solo con sus pensamientos.
El omega quedó allí, inmóvil, escuchando el eco de los pasos de la mujer alejándose. El aire dulce de la cocina se sentía pesado ahora, cargado de palabras venenosas.
Jake trató de volver a concentrarse en sus tareas, de seguir trabajando, pero cada movimiento le costaba más que el anterior.
¿Era cierto lo que había dicho la señora Park? ¿Era solo un capricho para Sunghoon? ¿Una distracción más en su vida perfecta?
El miedo y la duda comenzaron a filtrarse en su corazón. Jake sabía que amaba a Sunghoon, aunque no lo había admitido en voz alta ni siquiera para sí mismo.
Pero también sabía que el amor no siempre era suficiente. ¿Podría su amor resistir las presiones de la familia de Sunghoon, de la sociedad que los rodeaba?
Las dudas lo carcomían mientras intentaba continuar con su día. Quizás su jefa tenía razón. Tal vez no era más que una fantasía, algo que se desmoronaría ante la primera prueba de realidad.
Y mientras terminaba de hornear los macarons, Jake se preguntó si el amor realmente sería suficiente para vencer todas las barreras que se alzaban entre él y Sunghoon.
Ya puso inseguro a mi niño😩😭
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