12. Tarta de Chocolate Amargo
El sonido de la noche envolvía la mansión Park, el aire denso y cargado de un calor casi sofocante. Sin embargo, en la cabeza de Sunghoon solo había un pensamiento, un deseo que ardía con intensidad... Jake.
No podía dejar de pensar en él. Cada vez que cerraba los ojos, el dulce aroma del omega llenaba sus sentidos.
La tarta de chocolate amargo preparada por Jake para la cena no tuvo el efecto deseado, el acerbo momento del desayuno de la mañana volvía a su mente como un fantasma.
El mero hecho de imaginar que alguien más lo mirara con deseo, que alguien como Jay se atreviera a intentar reclamar lo que, en lo más profundo de su ser, él ya sentía como suyo, le hacía hervir la sangre.
No podía soportarlo.
Así que esa noche, después de la cena, cuando la mansión ya estaba sumida en el silencio y todos parecían haber olvidado el incómodo desayuno, Sunghoon decidió que no podía esperar más.
Dejó su habitación sin pensarlo dos veces, caminando por los pasillos oscuros de la casa principal hasta llegar al ala donde se encontraban las habitaciones del personal.
No necesitaba que lo guiaran, sabía perfectamente cuál era la puerta de Jake. Su corazón latía con fuerza en su pecho, el pulso acelerado por la anticipación.
Cuando llegó, golpeó suavemente la puerta, pero al no obtener respuesta de inmediato, simplemente la empujó. La puerta cedió con facilidad y se encontró con Jake, que lo miraba sorprendido desde el pequeño escritorio donde había estado revisando algunas recetas.
—Sunghoon, ¿qué haces aquí...? —susurró Jake, sus ojos abriéndose en sorpresa al ver al alfa en su puerta, pero no tuvo tiempo de decir nada más.
Sin una palabra, Sunghoon cruzó la habitación y lo tomó por la cintura, acercándolo de manera brusca.
Sus labios chocaron con los de Jake, un beso posesivo, demandante, lleno de todo lo que había estado reprimiendo.
Jake apenas pudo reaccionar, sorprendido por la ferocidad con la que Sunghoon lo besaba, pero pronto el calor del alfa lo envolvió, y su cuerpo se rindió al deseo que él mismo llevaba ocultando.
El aroma de Sunghoon lo embriagaba, y en cuestión de segundos, todo pensamiento racional se desvaneció.
Sunghoon lo cargó con facilidad hacia su cama, ambos estaban sumidos en un torbellino de emociones incontrolables.
El alfa marcaba su territorio de la única manera que sabía, besando y acariciando la piel acaramelada de Jake asegurándose de que el omega entendiera que, desde que lo había conocido, no había espacio para nadie más en su vida.
—Eres mío, Jake... —gruñó Sunghoon entre besos y caricias demandantes, su voz grave y entrecortada por la intensidad del momento—. Nadie más... Nadie más puede tenerte...
Jake temblaba bajo el agarre de Sunghoon, sus manos se aferraron a los hombros del alfa mientras los roces de sus cuerpos lo quemaban, pero antes de que pudieran perderse completamente en la pasión, un sonido rompió la burbuja que los rodeaba.
Un suave pero insistente llanto se escuchó desde el cuarto contiguo.
Maki.
Jake se separó de Sunghoon con dificultad, el pecho subiendo y bajando con rapidez, tratando de recuperar el aliento. Miró hacia la cuna improvisada donde su hermano pequeño dormía, ahora llorando suavemente.
—Maki... —Jake susurró, con una mezcla de preocupación y vergüenza. Sus mejillas estaban ruborizadas por la intensidad del momento, pero sabía que no podía ignorar el llanto de su hermano—. Lo siento... Necesito...
Sunghoon lo soltó, aunque a regañadientes. Observó cómo Jake se dirigía a la cuna y recogía al bebé en brazos, tratando de calmarlo. Maki gimoteaba, su pequeño rostro arrugado por el malestar.
El alfa permaneció en silencio, observando la escena con una mezcla de sentimientos.
Pero en lugar de molestarse o sentirse interrumpido, algo dentro de él se suavizó.
El llanto de Maki le recordaba que Jake no estaba solo en este mundo; tenía responsabilidades, una vida que no era sencilla. Y aunque hasta ese momento había sido un alfa egoísta, centrado únicamente en sus deseos, por primera vez en mucho tiempo, sintió algo más.
Caminó hacia Jake con pasos suaves y miró al pequeño Maki, que ahora se acurrucaba contra el pecho de su hermano.
—Lo siento... —murmuró Jake, sintiéndose culpable por la interrupción—. No debería haberte dejado...
Sunghoon negó con la cabeza y levantó una mano para acariciar la mejilla de Jake con suavidad. Había tanta ternura en esa caricia que Jake casi se desmoronó bajo su toque.
—No tienes que disculparte. —La voz de Sunghoon era baja, pero segura—. Maki es importante. Tú eres importante.
Jake levantó la vista, sus ojos llenos de confusión y vulnerabilidad.
Sunghoon tomó aire antes de continuar, como si lo que iba a decir fuera una revelación para ambos.
—No me importa lo que piensen mis padres, ni lo que digan mis amigos. Desde que te conocí, todo cambió. No hay ningún otro omega que me interese, Jake. —Sunghoon hizo una pausa y luego miró al bebé que Jake sostenía—. Si Maki es parte de ti, entonces también lo es para mí. Estoy dispuesto a hacerme cargo de él... y de ti. No voy a permitir que nadie nos separe.
Jake lo miró con los ojos muy abiertos, sus labios entreabiertos por el shock. No podía creer lo que estaba escuchando. Sunghoon... ¿realmente estaba dispuesto a asumir esa responsabilidad? ¿A ir en contra de sus padres, de la sociedad, de todo lo que se esperaba de él?
—Pero tus padres... Ellos nunca lo aceptarían. —La voz de Jake era un susurro quebrado, el miedo evidente en sus palabras.
Sunghoon se acercó más, hasta que sus frentes se tocaron, creando una conexión íntima entre ellos.
—Mis padres no van a decidir por mí —respondió Sunghoon con una firmeza inquebrantable—. Esta es mi vida. Y te quiero a ti, Jake. A ti y a Maki.
El omega parpadeó, las lágrimas llenando sus ojos. El llanto de Maki había disminuido y ahora el pequeño dormía nuevamente, acurrucado en los brazos de su hermano mayor.
Jake nunca había imaginado escuchar algo así de alguien como Sunghoon.
Un alfa de su posición, con todo un futuro predeterminado, estaba dispuesto a desafiar las expectativas por él, un simple empleado, un omega que había llegado a esa mansión buscando trabajo y seguridad para su hermano.
—No tienes que decidir ahora —murmuró Sunghoon, observando la confusión y el miedo en los ojos de Jake—. Pero quiero que sepas que lo digo en serio. Estoy aquí para ti. Para ambos.
Jake asintió lentamente, sin palabras. El nudo en su garganta le impedía hablar, pero sus sentimientos eran claros. A pesar de las dificultades, a pesar de las barreras que los separaban, el vínculo que compartían ya no podía ser ignorado.
Y aunque el mundo a su alrededor aún no lo sabía, esa noche, en esa pequeña habitación, algo cambió entre ellos.
Sunghoon había marcado el camino, y Jake, a pesar de sus miedos, comenzaba a considerar la posibilidad de caminarlo a su lado.
Estos dos me tienen derretida de amor ❤️🥺
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro