10. Cupcakes de Tres Leches
Desde aquella noche, algo cambió en Sunghoon. La tensión que siempre lo rodeaba cuando estaba cerca de Jake se transformó en una devoción casi adolescente.
El alfa, que siempre había sido tan calculador y serio, se comportaba ahora de una manera que sorprendía a todos en la mansión, excepto a Jake, que lo veía en sus momentos más vulnerables.
Por las mañanas, Sunghoon se levantaba más temprano de lo habitual, esperando alguna excusa para bajar a la cocina y ver a Jake.
No importaba que tuviera reuniones importantes o que sus padres esperaran que se enfocara en los negocios; el alfa solo tenía una cosa en mente: pasar el mayor tiempo posible con Jake, aunque fuera en secreto.
Esa mañana, Sunghoon había bajado mucho antes de lo usual y se sentó en la barra de la cocina.
Jake estaba trabajando en una nueva tanda de cupcakes de tres leches, concentrado en mezclar los ingredientes con precisión.
Sunghoon lo observaba en silencio, sus ojos recorriendo cada movimiento que Jake hacía, como si lo estuviera viendo por primera vez.
Jake se dio cuenta de la mirada de Sunghoon, y aunque intentó ignorarla al principio, una sonrisa involuntaria apareció en su rostro.
Cada vez que Sunghoon estaba cerca, su corazón latía más rápido, y por mucho que intentara actuar con indiferencia, sus sentimientos por el alfa eran más evidentes de lo que le gustaría admitir.
—¿No tienes algo que hacer? —preguntó Jake sin mirarlo, mientras vertía la mezcla en pequeñas bandejas.
—Lo único que quiero hacer ahora es mirarte —respondió Sunghoon con una sonrisa, su tono juguetón.
Jake soltó una risa suave, sacudiendo la cabeza.
—¿Qué harías si alguien entra y te ve aquí así? Tus padres podrían sospechar algo.
Sunghoon se encogió de hombros, como si no le importara en absoluto. La idea de que sus padres pudieran descubrir lo que había entre ellos no lo preocupaba tanto como antes.
Había algo liberador en su relación secreta, algo que hacía que Sunghoon se sintiera más vivo de lo que nunca se había sentido.
—Me da igual. —Sunghoon se levantó de la barra y se acercó a Jake, apoyando una mano en su cintura, haciéndolo estremecer ligeramente—. Mientras nadie nos vea juntos... está bien, ¿no?
Jake tragó saliva y apartó los ojos de la bandeja, sabiendo que si seguía prestando atención a Sunghoon, no terminaría nunca de hacer los cupcakes.
Pero el toque del alfa era cálido, y por mucho que intentara resistirse, no podía ignorar la forma en que su cuerpo reaccionaba cada vez que Sunghoon lo tocaba.
—Deberías tener más cuidado —le dijo Jake en voz baja, sin poder evitar que una sonrisa se dibujara en sus labios.
—¿Y si no quiero tener cuidado? —murmuró Sunghoon, inclinándose hacia él. El aroma dulce de Jake lo envolvía de nuevo, como lo hacía siempre, y era imposible no sentirse embriagado por él.
Jake soltó un suspiro, sabiendo que, al final, no importaba cuántas veces intentara poner una barrera entre ellos, siempre acababa cediendo ante Sunghoon.
Con un rápido movimiento, Jake se giró y lo empujó suavemente hacia atrás, alejándolo de la mesa de trabajo.
—Si sigues así, no terminaré a tiempo —dijo Jake, intentando sonar serio, pero su tono no era más que una mezcla de diversión y resignación.
Sunghoon rió, levantando las manos en señal de rendición.
—Está bien, está bien. Te dejaré trabajar... por ahora.
Sin embargo, a pesar de sus palabras, el alfa se quedó cerca de la mesa, observando a Jake con una expresión que era imposible de ocultar.
No importaba cuánto intentara actuar con normalidad, cada gesto, cada mirada que compartían hablaba de algo mucho más profundo.
Y aunque sabían que no podían permitirse ser descubiertos, el peligro hacía que todo fuera más emocionante.
Esa noche, después de que todos los empleados se hubieran marchado a sus habitaciones y la mansión estuviera en completo silencio, Sunghoon y Jake aprovecharon uno de los pocos momentos que tenían a solas.
El jardín trasero, siempre solitario a esas horas, se había convertido en su refugio secreto, donde podían disfrutar de la compañía del otro sin preocuparse por ser vistos.
Sunghoon se sentó en el borde de una de las fuentes, mirando a Jake con esa sonrisa despreocupada que tanto lo desarmaba.
—Pareces diferente —comentó Jake, acercándose lentamente.
—¿Diferente cómo? —preguntó Sunghoon, alzando una ceja.
—No sé... más relajado. Como si estuvieras disfrutando de algo que antes no te permitías.
Sunghoon sonrió y, sin decir nada, tomó a Jake de la mano, atrayéndolo hacia él hasta que estuvo sentado a su lado. Había algo en estar juntos así, en la tranquilidad del jardín, que hacía que todo lo demás desapareciera.
—Tienes razón —admitió Sunghoon, apretando suavemente la mano de Jake—. Contigo, me siento... más libre.
Jake bajó la vista, sintiendo cómo su corazón se aceleraba ante esas palabras.
Sabía que lo que tenían no podía durar para siempre, que en cualquier momento alguien podría descubrirlos, pero no podía evitar desear que esos momentos robados fueran eternos.
—Sabes que esto no será fácil, ¿verdad? —susurró Jake, levantando la mirada para encontrar los ojos oscuros de Sunghoon—. No podemos seguir así para siempre.
Sunghoon suspiró, pero no soltó su mano. Lo sabía, pero en ese momento, no estaba dispuesto a pensar en el futuro. Solo quería disfrutar del presente, de cada segundo que tenía con Jake.
—No quiero pensar en eso ahora —respondió Sunghoon con una leve sonrisa—. Quiero disfrutar de lo que tenemos, de lo que me haces sentir.
Jake asintió, aunque en el fondo sabía que las palabras de Sunghoon no podían cambiar la realidad. Pero por ahora, eso no importaba. En ese pequeño rincón del jardín, con el cielo nocturno como testigo, los dos se permitieron olvidar el mundo exterior, aunque solo fuera por un instante.
El alfa lo atrajo hacia sí, inclinándose para rozar sus labios con los de Jake en un beso suave pero lleno de promesas. Y aunque ambos sabían que las cosas no serían sencillas, en ese momento, no había espacio para el miedo ni la duda.
Sólo estaban ellos dos y el vínculo que habían creado, tan dulce e irresistible como los cupcakes de tres leches que Jake preparaba.
Gracias por leer la historia ❤️
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